Cuando te veo (FIN)
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Castle y Beckett
josemg95
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Foro Castle :: OffTopic :: Fan Fics
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Re: Cuando te veo (FIN)
Gracias por añadir un poco de Caskett
Me encanta tu historia sigue pronto porfi.
Feliz día de la mujer a ti tmbn
Me encanta tu historia sigue pronto porfi.
Feliz día de la mujer a ti tmbn
onewritergirl- Ayudante de policia
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Fecha de inscripción : 04/01/2015
Re: Cuando te veo (FIN)
Sigueeee
Feliz dia de la mujer a todas tmbn!!
Feliz dia de la mujer a todas tmbn!!
writerdetective47- Actor en Broadway
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Fecha de inscripción : 26/12/2014
Re: Cuando te veo (FIN)
Que Hermoso *-* Sigue Pronto y Gracias :33
Geovita:33- Ayudante de policia
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Fecha de inscripción : 28/12/2014
Re: Cuando te veo (FIN)
Sigueeee
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
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Fecha de inscripción : 20/03/2011
Edad : 33
Localización : Menorca..I LOVE NEW YORK..NYPD..RICK CASTLE & KATE BECKETT
Re: Cuando te veo (FIN)
¡Buenas! Vuelvo con un poquito más.
Todavía estoy planeando como se desarrollarán las cosas en Washington, pero espero poder seguir pronto!
Gracias por todos vuestros comentarios y me alegro muchísimo de que os gusten estos Caskett!
¿Seguimos?
Eran las ocho y media cuando el despertador que Beckett había puesto, interrumpía el placentero silencio de la estancia. Castle se desperezó y alargó el brazo cogiendo el móvil de Kate para apagar la alarma. Suspiró y se volvió a acomodar en la cama. Ella apenas se había movido. Tan sólo intentaba abrir despacio los ojos acostumbrándose a la luz que entraba por la ventana.
“¿Cuánto hemos dormido?”. Susurró ella pegándose más al cuerpo de aquel hombre.
“Poco. Unas 5 horas o así”. Se frotó los ojos con una mano mientras con la otra atraía más a Kate hacia él.
“Necesito una buena ducha para espabilarme”. Soltó despacio el aire. Estaba muy cómoda en esa postura con él.
“Sí, yo también”. Empezó a darle besos en el cuello, apartando su pelo con suavidad. “¿Me puedo unir a ti en la ducha?”. Susurró sensualmente.
“Mmm..” Kate estiró el cuello ligeramente dándole más acceso. “No tenemos tiempo Castle. Cuanto antes desayunemos y alquilemos el coche, antes llegaremos y acabaremos con todo”. Cerró los ojos unos segundos antes de volver a abrirlos para girarse entre sus brazos y quedar cara a cara.
“Está bien. Pediré que nos suban el desayuno a la habitación. Me ducharé en la otra habitación. Para cuando nos duchemos habrán subido el desayuno y habremos ganado tiempo”. Le sonrió acariciándole la mejilla tiernamente.
Kate sonrió y acercó su cara a la de él. Besó sus labios con cierta intensidad y después se separó para mirarle a los ojos. “Buenos días, por cierto…”. Susurró cariñosamente y le dio otro beso, esta vez, más corto y menos intenso.
“Así, todos los días son buenos, sí”. Sonrieron con complicidad y Rick le devolvió el beso.
“Anda, vamos a la ducha” Kate, sin dejar de sonreír, se desperezó sentándose en la cama. Estiró sus brazos, su espalda y su cuello. “Dios mío. Anoche me vino genial el masaje. Gracias”. Se giró para mirarle con cariño y le volvió a dar un beso rápido.
Rick sonreía como un tonto. “No hay de que”. Alargó la mano y acarició suavemente la espalda de Beckett, bajando la mano hasta las caderas de ésta. “Venga, a la ducha”. Le dio un beso en la espalda y se levantó estirándose el también.
Beckett se metió en el baño de aquella habitación y Castle salió al salón a telefonear para pedir el desayuno. Pidió un par de cafés, al gusto de ambos, algo de fruta, unas tortitas y una tortilla francesa grande para los dos. También un par de zumos de naranja. Después, se fue corriendo al baño a darse una ducha rápida y poder estar a tiempo para abrir la puerta al servicio de habitaciones.
Quince minutos después, Castle salía al salón sólo en albornoz. Beckett estaba en la puerta abriendo al servicio de habitaciones que en aquel momento acababa de llamar a la puerta.
Pasó el carrito con el desayuno hasta el centro del salón y cuando el hombre que les había subido el desayuno se fue, comprobó que los guardaespaldas seguían allí. Pero eran otros a los que habían estado con ellos el día anterior. Reconoció sus caras. Castle le había enseñado unas fotos de todos para que ella supiera siempre si los que los seguían eran los hombres correctos. Supuso que los otros debían de haberse ido a descansar y estos los suplían. Cerró la puerta y sonrió al ver a Castle allí, sólo con albornoz. Ella estaba igual, con el pelo empapado. Ambos albornoces eran de color crema.
“Veo que te me has adelantado” Le sonrió el escritor acercándose al desayuno y cogiendo un trozo de fresa. Se lo llevó a la boca y lo masticó con ganas.
“Me he dado una ducha rápida. Necesitaba mi café cuanto antes”. Sonrió ella acercándose también y cogió un trozo de tortita comiéndolo sin dejar de mirarle a él.
“Te sienta muy bien ese color…”. Susurró el escritor mirándola de arriba abajo mordiéndose el labio.
Beckett inclinó la cabeza hacia un costado abriendo los ojos y soltó una pequeña carcajada. “Castle, ¡céntrate!”. Le reprendió sin poder dejar de sonreír. Soltó el aire de golpe debido a la risa y se sentó en el sofá acercando el carro con la comida a sus piernas. Dio un pequeño sorbo de café y continuó comiendo.
Castle se sentó a su lado y comenzó a comer también. “Está bien, pero cuando todo esto acabe, pienso encerrarnos en una habitación con jacuzzi y no salir de ahí en al menos, dos días”. Alzó la mirada al techo imaginándoselo con una sonrisa enorme, llena de picardía.
Beckett le dio un suave manotazo en el brazo para que dejara de hacer aquello y rió ante esa actitud del escritor. “Suena tentador, la verdad”. Reconoció llevándose un trozo de tortilla a la boca. “¡Por Dios! Esto está delicioso…” Comentó con la boca llena riéndose.
Desayunaron rápido y después fueron a vestirse. Cuando estuvieron listos, cogieron todo lo que iban a necesitar para encontrar la casa y para cubrirse las espaldas si lo necesitaran y bajaron a la recepción del hotel. Allí pidieron alquilar un coche y media hora después, estaban los dos montados en un precioso descapotable rojo.
“¿No había otro coche más llamativo?”. Comentó Beckett mientras se abrochaba el cinturón.
“¿No te gusta el coche?”. Preguntó arrancando y soltando una sonora risa cuando el motor rugió. “¡Me encanta el ruido del motor! ¡Vámonos!”. Se ató el cinturón y comenzó a mover el coche.
Beckett le dio un suave manotazo. “Castle, no estamos de vacaciones. Céntrate, ¡por el amor de Dios!”. Suspiró. Le gustaba ver así a Rick, pero estaba nerviosa por lo que podrían encontrarse a su llegada a la casa de McCalister.
“Perdona…”. Se mordió el labio al oírla suspirar y decidió dejar de ponerla más nerviosa. “Sólo quería relajar el ambiente. No pretendía ponerte más nerviosa…”. Colocó una mano sobre la rodilla de la inspectora mientras conducía con calma por la ciudad.
Beckett le miró con cariño y apoyó su mano sobre la del escritor. “No es culpa tuya… Pero nos jugamos mucho Rick… Entre ello, nuestras vidas”. Dijo sin dejar de mirarle.
Poco a poco, se va acercando el momento! :O
Todavía estoy planeando como se desarrollarán las cosas en Washington, pero espero poder seguir pronto!
Gracias por todos vuestros comentarios y me alegro muchísimo de que os gusten estos Caskett!
¿Seguimos?
Eran las ocho y media cuando el despertador que Beckett había puesto, interrumpía el placentero silencio de la estancia. Castle se desperezó y alargó el brazo cogiendo el móvil de Kate para apagar la alarma. Suspiró y se volvió a acomodar en la cama. Ella apenas se había movido. Tan sólo intentaba abrir despacio los ojos acostumbrándose a la luz que entraba por la ventana.
“¿Cuánto hemos dormido?”. Susurró ella pegándose más al cuerpo de aquel hombre.
“Poco. Unas 5 horas o así”. Se frotó los ojos con una mano mientras con la otra atraía más a Kate hacia él.
“Necesito una buena ducha para espabilarme”. Soltó despacio el aire. Estaba muy cómoda en esa postura con él.
“Sí, yo también”. Empezó a darle besos en el cuello, apartando su pelo con suavidad. “¿Me puedo unir a ti en la ducha?”. Susurró sensualmente.
“Mmm..” Kate estiró el cuello ligeramente dándole más acceso. “No tenemos tiempo Castle. Cuanto antes desayunemos y alquilemos el coche, antes llegaremos y acabaremos con todo”. Cerró los ojos unos segundos antes de volver a abrirlos para girarse entre sus brazos y quedar cara a cara.
“Está bien. Pediré que nos suban el desayuno a la habitación. Me ducharé en la otra habitación. Para cuando nos duchemos habrán subido el desayuno y habremos ganado tiempo”. Le sonrió acariciándole la mejilla tiernamente.
Kate sonrió y acercó su cara a la de él. Besó sus labios con cierta intensidad y después se separó para mirarle a los ojos. “Buenos días, por cierto…”. Susurró cariñosamente y le dio otro beso, esta vez, más corto y menos intenso.
“Así, todos los días son buenos, sí”. Sonrieron con complicidad y Rick le devolvió el beso.
“Anda, vamos a la ducha” Kate, sin dejar de sonreír, se desperezó sentándose en la cama. Estiró sus brazos, su espalda y su cuello. “Dios mío. Anoche me vino genial el masaje. Gracias”. Se giró para mirarle con cariño y le volvió a dar un beso rápido.
Rick sonreía como un tonto. “No hay de que”. Alargó la mano y acarició suavemente la espalda de Beckett, bajando la mano hasta las caderas de ésta. “Venga, a la ducha”. Le dio un beso en la espalda y se levantó estirándose el también.
Beckett se metió en el baño de aquella habitación y Castle salió al salón a telefonear para pedir el desayuno. Pidió un par de cafés, al gusto de ambos, algo de fruta, unas tortitas y una tortilla francesa grande para los dos. También un par de zumos de naranja. Después, se fue corriendo al baño a darse una ducha rápida y poder estar a tiempo para abrir la puerta al servicio de habitaciones.
Quince minutos después, Castle salía al salón sólo en albornoz. Beckett estaba en la puerta abriendo al servicio de habitaciones que en aquel momento acababa de llamar a la puerta.
Pasó el carrito con el desayuno hasta el centro del salón y cuando el hombre que les había subido el desayuno se fue, comprobó que los guardaespaldas seguían allí. Pero eran otros a los que habían estado con ellos el día anterior. Reconoció sus caras. Castle le había enseñado unas fotos de todos para que ella supiera siempre si los que los seguían eran los hombres correctos. Supuso que los otros debían de haberse ido a descansar y estos los suplían. Cerró la puerta y sonrió al ver a Castle allí, sólo con albornoz. Ella estaba igual, con el pelo empapado. Ambos albornoces eran de color crema.
“Veo que te me has adelantado” Le sonrió el escritor acercándose al desayuno y cogiendo un trozo de fresa. Se lo llevó a la boca y lo masticó con ganas.
“Me he dado una ducha rápida. Necesitaba mi café cuanto antes”. Sonrió ella acercándose también y cogió un trozo de tortita comiéndolo sin dejar de mirarle a él.
“Te sienta muy bien ese color…”. Susurró el escritor mirándola de arriba abajo mordiéndose el labio.
Beckett inclinó la cabeza hacia un costado abriendo los ojos y soltó una pequeña carcajada. “Castle, ¡céntrate!”. Le reprendió sin poder dejar de sonreír. Soltó el aire de golpe debido a la risa y se sentó en el sofá acercando el carro con la comida a sus piernas. Dio un pequeño sorbo de café y continuó comiendo.
Castle se sentó a su lado y comenzó a comer también. “Está bien, pero cuando todo esto acabe, pienso encerrarnos en una habitación con jacuzzi y no salir de ahí en al menos, dos días”. Alzó la mirada al techo imaginándoselo con una sonrisa enorme, llena de picardía.
Beckett le dio un suave manotazo en el brazo para que dejara de hacer aquello y rió ante esa actitud del escritor. “Suena tentador, la verdad”. Reconoció llevándose un trozo de tortilla a la boca. “¡Por Dios! Esto está delicioso…” Comentó con la boca llena riéndose.
Desayunaron rápido y después fueron a vestirse. Cuando estuvieron listos, cogieron todo lo que iban a necesitar para encontrar la casa y para cubrirse las espaldas si lo necesitaran y bajaron a la recepción del hotel. Allí pidieron alquilar un coche y media hora después, estaban los dos montados en un precioso descapotable rojo.
“¿No había otro coche más llamativo?”. Comentó Beckett mientras se abrochaba el cinturón.
“¿No te gusta el coche?”. Preguntó arrancando y soltando una sonora risa cuando el motor rugió. “¡Me encanta el ruido del motor! ¡Vámonos!”. Se ató el cinturón y comenzó a mover el coche.
Beckett le dio un suave manotazo. “Castle, no estamos de vacaciones. Céntrate, ¡por el amor de Dios!”. Suspiró. Le gustaba ver así a Rick, pero estaba nerviosa por lo que podrían encontrarse a su llegada a la casa de McCalister.
“Perdona…”. Se mordió el labio al oírla suspirar y decidió dejar de ponerla más nerviosa. “Sólo quería relajar el ambiente. No pretendía ponerte más nerviosa…”. Colocó una mano sobre la rodilla de la inspectora mientras conducía con calma por la ciudad.
Beckett le miró con cariño y apoyó su mano sobre la del escritor. “No es culpa tuya… Pero nos jugamos mucho Rick… Entre ello, nuestras vidas”. Dijo sin dejar de mirarle.
Poco a poco, se va acercando el momento! :O
livingmylife- As del póker
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Fecha de inscripción : 30/12/2014
Re: Cuando te veo (FIN)
Me encanta, como siempre!!!!!! Sigueeeeee!!!!!!!
Castle y Beckett- As del póker
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Edad : 24
Re: Cuando te veo (FIN)
Síguelo
castle_always_annarodgers- Actor en Broadway
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Edad : 28
Localización : barcelona
Re: Cuando te veo (FIN)
Sigueee me encanta
writerdetective47- Actor en Broadway
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Fecha de inscripción : 26/12/2014
Re: Cuando te veo (FIN)
¡Buenas noches!
Me alegro muchísimo de que os siga gustando la historia!
Gracias por todos vuestros comentarios!
¿Seguimos?
La cosa se está poniendo interesante jajaaja
“Lo sé… Pero yo no pienso dejar que nada te pase Kate”. Le miró un instante con sinceridad en la mirada y después volvió a centrarse en la carretera. Comprobó, una vez más, que los guardaespaldas les seguían de cerca.
Kate soltó el aire despacio y dejó un par de caricias suaves sobre la mano de Richard. “Si te pasara algo a ti, no me lo perdonaría jamás. Esta es mi causa…”. Susurró tragando saliva. “No quiero que por mi culpa te pase nada malo, ni que sufras. Ni tú, ni tu madre ni Alexis”. Continuó agarrando su mano y apretándosela con ternura.
“Kate, no va a pasar nada. ¿Has visto los gorilas que llevamos detrás?”. Señaló su coche con la cabeza sin dejar de mirar a la carretera. “Además, nadie sabe que veníamos para aquí. Pillaremos de improviso a McCalister y no le quedará otra que colaborar. Además, así, también salvaremos su vida”. La miró un instante y la vio con la vista perdida a través del parabrisas. “En cuanto los hombres de Bracken averigüen quién tiene la información, vendrán a por él”. Paró unos segundos para dejarla pensar y después, continuó. “Les llevamos ventaja y podemos jugarla a nuestro favor”. Apretó su mano con cariño y después se la soltó para poder cambiar la marcha del coche.
“Tienes razón”. Cogió aire despacio y miró las indicaciones del GPS que Castle había colocado con las instrucciones necesarias para llegar a la casa. “Es la siguiente salida…”. Comentó y volvió a perderse entre sus pensamientos.
Al cabo de 10 minutos, paraban el coche frente a una bonita casa de dos pisos y un pequeño jardín. Había un coche parado en la puerta. Apuntaron la matrícula por si acaso. Bajaron del coche y observaron la casa. Parecía que no había nadie. Se colocaron los chalecos antibalas debajo de las chaqueta y se acercaron a la puerta, llamando al timbre esperando que alguien les abriera.
Llevaban casi dos minutos esperando obtener respuesta de dentro cuando Beckett se dio cuenta de que la puerta estaba medio abierta. Frunció el ceño y se llevó la mano directamente a la cintura, donde tenía su pistola.
“Castle…”. Habló bajo y le hizo un gesto con la cabeza para que mirara la puerta. Éste le hizo caso y abrió los ojos al ver que la puerta estaba abierta. Kate le miró, dejó sin sacar su pistola y se agachó a su bota. De ella, sacó su segunda arma y se la tendió a Castle. “Utilízala sólo si es totalmente necesario…”. Le avisó mientras desenfundaba la suya y la sujetaba firmemente.
“Gracias…”. Castle agarró la pistola que ella le había tendido y echó un vistazo hacia atrás. Vio a los guardaespaldas mirarles esperando algún movimiento o alguna orden. “¿Qué hacemos con ellos?”.
Beckett los miró y respiró hondo. “Si entran, probablemente tengamos más problemas. Nosotros nos cubriremos las espaldas mutuamente. Diles que esperen ahí”. Castle asintió y les indicó por señas que les esperaran ahí. “¡Vamos!”. Abrió despacio la puerta y ambos se adentraron en la casa.
A pesar de ser completamente de día, la casa permanecía en la más absoluta penumbra. Todas las persianas de la estancia estaban bajadas, casi por completo. Les costó acostumbrarse a la falta de luz y Beckett sacó la linterna que siempre llevaba, apuntando a todas partes con ella y con su pistola. Comprobaron que estaban en el salón de la casa y que allí no había nadie. Castle miraba a todos lados, atento a cualquier movimiento sospechoso. Pero no había nada. Miró a Beckett y ésta asintió con la cabeza indicando que comenzarían a recorrer la casa en busca de McCalister. Avanzaron por el primer piso, comprobando todas y cada una de las habitaciones. No había ni rastro de nadie. Subieron despacio al piso de arriba donde empezaba a haber algo más de luz. Registraron todas las habitaciones también. Salieron al pasillo de nuevo mirándose interrogantes. No sabían qué hacer ahora. De repente, los ojos de Castle se abrieron de par en par. Miraba una puerta cerrada.
“Beckett…”. Hablaba en voz baja. “Esa habitación no la hemos mirado…”. Señaló una puerta negra, bajo la cual se colaba un suave halo de luz y se notaban ciertas sombras. Parecía que hubiera alguien en ella.
Beckett dirigió la mirada a esa puerta y respiró hondo. “Ponte detrás de mí”. Ordenó y se encaminó a la puerta. Comprobó que estaba cerrada del todo, pero no con llave. Sigilosamente, agarró el pomo de la puerta y lo giró notando cómo ésta cedía y se iba abriendo poco a poco. La abrió del todo apuntando al interior tanto con la pistola como con la linterna. Vio la silueta de un hombre.“¡Policía! ¡Quieto! ¡Las manos donde pueda verlas!”. Gritó entrando completamente seguida en todo momento por Castle, quien también empuñaba la pistola y apuntaba hacia el interior.
El hombre de dentro de la habitación se dio un susto tremendo y en un acto reflejo, llevó sus manos a su cadera donde tenía una pistola, la cogió con rapidez y apuntó hacia los intrusos.
Beckett y Castle habían reconocido al hombre. Estaba algo más viejo que en las fotos que ellos habían visto, pero era él. Ambos seguían apuntándole con la pistola. “McCalister, soy la detective Kate Beckett. Sé que me conoce. Por favor, baje el arma…”. Habló ella en un tono más calmado. Él miró a Castle dudoso y ella miró al escritor también, de reojo. Después volvió la vista hacia el expolicía. “Él es de confianza. Él es Castle”.
Poco a poco, tanto McCalister como Beckett fueron bajando las pistolas y después les imitó Castle quien no le quitaba la vista de encima a antiguo compañero de Montgomery. Cuando los tres tuvieron las armas bajadas, McCalister dejó la suya sobre una mesa y sólo entonces, el escritor y la inspectora se fijaron en lo que había en aquella sala. Ambos fruncieron el entrecejo y no pudieron evitar que sus bocas se abrieran de par en par. ¿Qué era todo aquello?.
Uppppppssss!!
Espero que os haya gustado! ¡Contadme!
Me alegro muchísimo de que os siga gustando la historia!
Gracias por todos vuestros comentarios!
¿Seguimos?
La cosa se está poniendo interesante jajaaja
“Lo sé… Pero yo no pienso dejar que nada te pase Kate”. Le miró un instante con sinceridad en la mirada y después volvió a centrarse en la carretera. Comprobó, una vez más, que los guardaespaldas les seguían de cerca.
Kate soltó el aire despacio y dejó un par de caricias suaves sobre la mano de Richard. “Si te pasara algo a ti, no me lo perdonaría jamás. Esta es mi causa…”. Susurró tragando saliva. “No quiero que por mi culpa te pase nada malo, ni que sufras. Ni tú, ni tu madre ni Alexis”. Continuó agarrando su mano y apretándosela con ternura.
“Kate, no va a pasar nada. ¿Has visto los gorilas que llevamos detrás?”. Señaló su coche con la cabeza sin dejar de mirar a la carretera. “Además, nadie sabe que veníamos para aquí. Pillaremos de improviso a McCalister y no le quedará otra que colaborar. Además, así, también salvaremos su vida”. La miró un instante y la vio con la vista perdida a través del parabrisas. “En cuanto los hombres de Bracken averigüen quién tiene la información, vendrán a por él”. Paró unos segundos para dejarla pensar y después, continuó. “Les llevamos ventaja y podemos jugarla a nuestro favor”. Apretó su mano con cariño y después se la soltó para poder cambiar la marcha del coche.
“Tienes razón”. Cogió aire despacio y miró las indicaciones del GPS que Castle había colocado con las instrucciones necesarias para llegar a la casa. “Es la siguiente salida…”. Comentó y volvió a perderse entre sus pensamientos.
Al cabo de 10 minutos, paraban el coche frente a una bonita casa de dos pisos y un pequeño jardín. Había un coche parado en la puerta. Apuntaron la matrícula por si acaso. Bajaron del coche y observaron la casa. Parecía que no había nadie. Se colocaron los chalecos antibalas debajo de las chaqueta y se acercaron a la puerta, llamando al timbre esperando que alguien les abriera.
Llevaban casi dos minutos esperando obtener respuesta de dentro cuando Beckett se dio cuenta de que la puerta estaba medio abierta. Frunció el ceño y se llevó la mano directamente a la cintura, donde tenía su pistola.
“Castle…”. Habló bajo y le hizo un gesto con la cabeza para que mirara la puerta. Éste le hizo caso y abrió los ojos al ver que la puerta estaba abierta. Kate le miró, dejó sin sacar su pistola y se agachó a su bota. De ella, sacó su segunda arma y se la tendió a Castle. “Utilízala sólo si es totalmente necesario…”. Le avisó mientras desenfundaba la suya y la sujetaba firmemente.
“Gracias…”. Castle agarró la pistola que ella le había tendido y echó un vistazo hacia atrás. Vio a los guardaespaldas mirarles esperando algún movimiento o alguna orden. “¿Qué hacemos con ellos?”.
Beckett los miró y respiró hondo. “Si entran, probablemente tengamos más problemas. Nosotros nos cubriremos las espaldas mutuamente. Diles que esperen ahí”. Castle asintió y les indicó por señas que les esperaran ahí. “¡Vamos!”. Abrió despacio la puerta y ambos se adentraron en la casa.
A pesar de ser completamente de día, la casa permanecía en la más absoluta penumbra. Todas las persianas de la estancia estaban bajadas, casi por completo. Les costó acostumbrarse a la falta de luz y Beckett sacó la linterna que siempre llevaba, apuntando a todas partes con ella y con su pistola. Comprobaron que estaban en el salón de la casa y que allí no había nadie. Castle miraba a todos lados, atento a cualquier movimiento sospechoso. Pero no había nada. Miró a Beckett y ésta asintió con la cabeza indicando que comenzarían a recorrer la casa en busca de McCalister. Avanzaron por el primer piso, comprobando todas y cada una de las habitaciones. No había ni rastro de nadie. Subieron despacio al piso de arriba donde empezaba a haber algo más de luz. Registraron todas las habitaciones también. Salieron al pasillo de nuevo mirándose interrogantes. No sabían qué hacer ahora. De repente, los ojos de Castle se abrieron de par en par. Miraba una puerta cerrada.
“Beckett…”. Hablaba en voz baja. “Esa habitación no la hemos mirado…”. Señaló una puerta negra, bajo la cual se colaba un suave halo de luz y se notaban ciertas sombras. Parecía que hubiera alguien en ella.
Beckett dirigió la mirada a esa puerta y respiró hondo. “Ponte detrás de mí”. Ordenó y se encaminó a la puerta. Comprobó que estaba cerrada del todo, pero no con llave. Sigilosamente, agarró el pomo de la puerta y lo giró notando cómo ésta cedía y se iba abriendo poco a poco. La abrió del todo apuntando al interior tanto con la pistola como con la linterna. Vio la silueta de un hombre.“¡Policía! ¡Quieto! ¡Las manos donde pueda verlas!”. Gritó entrando completamente seguida en todo momento por Castle, quien también empuñaba la pistola y apuntaba hacia el interior.
El hombre de dentro de la habitación se dio un susto tremendo y en un acto reflejo, llevó sus manos a su cadera donde tenía una pistola, la cogió con rapidez y apuntó hacia los intrusos.
Beckett y Castle habían reconocido al hombre. Estaba algo más viejo que en las fotos que ellos habían visto, pero era él. Ambos seguían apuntándole con la pistola. “McCalister, soy la detective Kate Beckett. Sé que me conoce. Por favor, baje el arma…”. Habló ella en un tono más calmado. Él miró a Castle dudoso y ella miró al escritor también, de reojo. Después volvió la vista hacia el expolicía. “Él es de confianza. Él es Castle”.
Poco a poco, tanto McCalister como Beckett fueron bajando las pistolas y después les imitó Castle quien no le quitaba la vista de encima a antiguo compañero de Montgomery. Cuando los tres tuvieron las armas bajadas, McCalister dejó la suya sobre una mesa y sólo entonces, el escritor y la inspectora se fijaron en lo que había en aquella sala. Ambos fruncieron el entrecejo y no pudieron evitar que sus bocas se abrieran de par en par. ¿Qué era todo aquello?.
Uppppppssss!!
Espero que os haya gustado! ¡Contadme!
livingmylife- As del póker
- Mensajes : 303
Fecha de inscripción : 30/12/2014
Re: Cuando te veo (FIN)
No lo dejes así por dios
sigueloo
sigueloo
castle_always_annarodgers- Actor en Broadway
- Mensajes : 249
Fecha de inscripción : 27/06/2014
Edad : 28
Localización : barcelona
Re: Cuando te veo (FIN)
Madre mía, sigueeeee!!!!!!
Castle y Beckett- As del póker
- Mensajes : 293
Fecha de inscripción : 28/10/2014
Edad : 24
Re: Cuando te veo (FIN)
Veo que os ha dejado intrigadas... jaajaj ¡seguimos!
Contadme qué os parecen estas escenas porfa!!
GRACIAS POR COMENTAR!
“¿Qué están haciendo aquí?”. Inquirió el dueño de aquella estancia mirándolos con cierto rencor. “No deberían haber venido. Tendrían que estar huyendo. Le dije claramente, señor Castle, que no investigasen más. Que su vida estaba en peligro”. Fue elevando el tono a medida que iba hablando y acabó mirando a Beckett.
La inspectora seguía con la boca abierta mirando todo en aquel sitio. Sintió que su corazón daba un vuelco y que se ponía completamente pálida. “¿Qué… es todo… esto?”. Consiguió preguntar tras unos momentos.
McCalister suspiró y miró él también todas las fotografías y todos los papeles que tenía en aquella sala. Castle hizo lo mismo y se acercó a Beckett colocando suavemente una mano en su cintura. Quería hacerle saber que estaba con ella. Ella no se movió ante aquel gesto. Ni lo despreció ni se lo agradeció.
“Esto es toda la información que tengo y que no puede caer en manos de nadie más. Ni siquiera en las suyas, inspectora”. Espetó aquel hombre con cierta rabia. “No sé qué narices están haciendo aquí pero deben marcharse por donde han venido. Aléjense de aquí y déjenme que proteja su vida hasta que Bracken esté encerrado”.
Beckett contemplaba todo aquello sin poder creérselo. Se veían fotos del callejón donde su madre había sido asesinada. Fotos del cadáver de su madre y de los demás que murieron por la misma causa. Después había fotos de ella misma, de ella con su padre, con Castle, trabajando. Incluso fotos de cuando la dispararon en el pecho el día del funeral de Montgomery. Sintió que palidecía aún más al ver esas imágenes. Creía que comenzaba a tener todo aquello superado, pero al verse ahí tendida en el suelo con Castle a su lado, supo que no era así. Su herida, sin cicatrizar del todo, se había vuelto a abrir. Soltó el aire despacio y trató de inhalar más, pero sus pulmones parecían no querer hacerlo. Se agarró a la mano de Castle sintiendo que le faltaba el aire, pero consiguió sobreponerse y empezar a respirar, primero con rapidez y después más calmadamente. Castle la agarró de la mano sujetándola a su lado pero no dijo nada. Quería, de nuevo, darle su espacio. Además, el también estaba impresionado por aquellas fotos. Tanto que su cara empezó a demostrar rabia.
“Sin toda esta información, Bracken saldrá en unos años y la inspectora volverá a estar en peligro. Es absurdo esconder esta información. Hay que presentarla y adjuntarla con el resto y que puedan encerrarlos de por vida. Así, y sólo así, Beckett podrá dejar de correr peligro a cada paso que de. Y su vida, McCalister, tampoco penderá de un hilo”. Castle hablaba firmemente, con seriedad y gravedad sin dejar de mirar intensamente a McCalister. Éste permanecía callado mirando a Castle frunciendo el ceño. El escritor continuó. “Saben lo de toda esta información y te están buscando. Estás en peligro tú también”. Miró a Beckett un segundo. Seguía contemplando todo aquello, como en shock. “Sé que tienes familia McCalister. Una mujer, e hijos. Y también sé que tienes una nieta. La he visto en las fotos de abajo. Es preciosa. ¿Quieres que ellos también sufran? ¿Que tu nieta se quede sin abuelo, tu mujer sin marido y tus hijos sin padre?”. Castle soltó lentamente la mano de Beckett tras comprobar que tenía mejor color y se acercó de frente a McCalister. “Yo también tengo una hija. Si en algún momento ella corriera peligro por algo que puedo resolver, lo haría, sin dudarlo”.
“¿Cómo sabéis que me están buscando?”. Frunció aquel hombre el ceño, sin estar convencido del todo. “Estoy bien escondido”.
“Pero nosotros te hemos encontrado”. Contestó Beckett tras un momento en el que había estado respirando pausadamente. Se giró hacia él para mirarle a los ojos. “No has sido tan listo y si nosotros hemos podido, ellos también. Sabes perfectamente bien de qué son capaces”. Se acercó ella también, colocándose al lado de Castle. Le miró un momento y le sonrió muy rápidamente indicándole que estaba bien. Castle le devolvió una pequeña sonrisa y volvió a mirar a McCalister. Continuó. “Sólo tenemos una opción: llevar toda esta información ante los jueces. Informar de todo lo que se traían entre manos: extorsión, fraude, relaciones con mafias, tráfico de drogas, asesinatos…”. Enumeró sin dejar de mirarle. Había conseguido sacar toda esa información de lo poco que había leído de las notas de aquel hombre.
“En cuanto lo hagamos, nada les impedirá matarnos igualmente”. Contestó él con seriedad.
“Entonces, entreguemos la información y huyamos. Escondámonos de ellos. En protección de testigos o por nuestra cuenta. Pero hay que acabar con todo esto antes de que los encarcelen para sólo ciertos años. ¡Tienen que permanecer en prisión de por vida!”. Castle habló con seguridad y vio cómo aquel hombre le miraba sorprendido. Bajó la vista hacia Beckett y ella también le miraba sorprendido. “No tenemos otra opción. McCalister tiene razón. Cuando llevemos la información, los hombres que aún no estén acusados de nada, vendrán a por nosotros. Por eso necesitamos huir hasta que todo esté en orden y todos ellos estén en la cárcel”. Miró a Beckett a los ojos, intentando hacerle ver que tenía razón, que era lo mejor.
Beckett bajó la mirada pensando en las palabras de Castle. Tal vez tenía razón y tendrían que esconderse hasta que todo pasara. Soltó lentamente el aire que había estado aguantando. “Bueno, ¡ahora mismo sólo quiero saber qué narices se han estado trayendo entre manos esos cabrones, todo este tiempo!”. Miró seria al expolicía.
McCalister suspiró y miró todos los papeles y fotografías. “Extorsión, chanchullos con la mafia, tráfico de drogas, asesinatos, corrupción, fraude…”. Paró un segundo y cogiendo aire, continuó. “Incluso tráfico de personas. Concretamente de mujeres”. Contempló a Beckett y a Castle. Ambos tenían los ojos completamente abiertos, sorprendidos. Se esperaban cualquier cosa, pero aquello… aquello sobrepasaba todo. Él, continuó. “Sí… Hubo una temporada que traficaron con mujeres, principalmente africanas. Las trajeron aquí prometiéndoles un trabajo digno y las acabaron prostituyendo”. Soltó pasándoles ciertos papeles a cerca de eso.
Beckett y Castle no podían articular palabra. Estaban tan sorprendidos como asqueados ante toda aquella información. Durante un buen rato, McCalister les estuvo poniendo al tanto de todo lo que Bracken y sus hombres habían estado haciendo. A medida que pasaba el tiempo y nueva información iban teniendo, todos se iban convenciendo más de que lo mejor era presentar todos esos papeles y fotografías y después, esconderse hasta que todos estuvieran encarcelados.
¿Cómo lo veis?
Contadme qué os parecen estas escenas porfa!!
GRACIAS POR COMENTAR!
“¿Qué están haciendo aquí?”. Inquirió el dueño de aquella estancia mirándolos con cierto rencor. “No deberían haber venido. Tendrían que estar huyendo. Le dije claramente, señor Castle, que no investigasen más. Que su vida estaba en peligro”. Fue elevando el tono a medida que iba hablando y acabó mirando a Beckett.
La inspectora seguía con la boca abierta mirando todo en aquel sitio. Sintió que su corazón daba un vuelco y que se ponía completamente pálida. “¿Qué… es todo… esto?”. Consiguió preguntar tras unos momentos.
McCalister suspiró y miró él también todas las fotografías y todos los papeles que tenía en aquella sala. Castle hizo lo mismo y se acercó a Beckett colocando suavemente una mano en su cintura. Quería hacerle saber que estaba con ella. Ella no se movió ante aquel gesto. Ni lo despreció ni se lo agradeció.
“Esto es toda la información que tengo y que no puede caer en manos de nadie más. Ni siquiera en las suyas, inspectora”. Espetó aquel hombre con cierta rabia. “No sé qué narices están haciendo aquí pero deben marcharse por donde han venido. Aléjense de aquí y déjenme que proteja su vida hasta que Bracken esté encerrado”.
Beckett contemplaba todo aquello sin poder creérselo. Se veían fotos del callejón donde su madre había sido asesinada. Fotos del cadáver de su madre y de los demás que murieron por la misma causa. Después había fotos de ella misma, de ella con su padre, con Castle, trabajando. Incluso fotos de cuando la dispararon en el pecho el día del funeral de Montgomery. Sintió que palidecía aún más al ver esas imágenes. Creía que comenzaba a tener todo aquello superado, pero al verse ahí tendida en el suelo con Castle a su lado, supo que no era así. Su herida, sin cicatrizar del todo, se había vuelto a abrir. Soltó el aire despacio y trató de inhalar más, pero sus pulmones parecían no querer hacerlo. Se agarró a la mano de Castle sintiendo que le faltaba el aire, pero consiguió sobreponerse y empezar a respirar, primero con rapidez y después más calmadamente. Castle la agarró de la mano sujetándola a su lado pero no dijo nada. Quería, de nuevo, darle su espacio. Además, el también estaba impresionado por aquellas fotos. Tanto que su cara empezó a demostrar rabia.
“Sin toda esta información, Bracken saldrá en unos años y la inspectora volverá a estar en peligro. Es absurdo esconder esta información. Hay que presentarla y adjuntarla con el resto y que puedan encerrarlos de por vida. Así, y sólo así, Beckett podrá dejar de correr peligro a cada paso que de. Y su vida, McCalister, tampoco penderá de un hilo”. Castle hablaba firmemente, con seriedad y gravedad sin dejar de mirar intensamente a McCalister. Éste permanecía callado mirando a Castle frunciendo el ceño. El escritor continuó. “Saben lo de toda esta información y te están buscando. Estás en peligro tú también”. Miró a Beckett un segundo. Seguía contemplando todo aquello, como en shock. “Sé que tienes familia McCalister. Una mujer, e hijos. Y también sé que tienes una nieta. La he visto en las fotos de abajo. Es preciosa. ¿Quieres que ellos también sufran? ¿Que tu nieta se quede sin abuelo, tu mujer sin marido y tus hijos sin padre?”. Castle soltó lentamente la mano de Beckett tras comprobar que tenía mejor color y se acercó de frente a McCalister. “Yo también tengo una hija. Si en algún momento ella corriera peligro por algo que puedo resolver, lo haría, sin dudarlo”.
“¿Cómo sabéis que me están buscando?”. Frunció aquel hombre el ceño, sin estar convencido del todo. “Estoy bien escondido”.
“Pero nosotros te hemos encontrado”. Contestó Beckett tras un momento en el que había estado respirando pausadamente. Se giró hacia él para mirarle a los ojos. “No has sido tan listo y si nosotros hemos podido, ellos también. Sabes perfectamente bien de qué son capaces”. Se acercó ella también, colocándose al lado de Castle. Le miró un momento y le sonrió muy rápidamente indicándole que estaba bien. Castle le devolvió una pequeña sonrisa y volvió a mirar a McCalister. Continuó. “Sólo tenemos una opción: llevar toda esta información ante los jueces. Informar de todo lo que se traían entre manos: extorsión, fraude, relaciones con mafias, tráfico de drogas, asesinatos…”. Enumeró sin dejar de mirarle. Había conseguido sacar toda esa información de lo poco que había leído de las notas de aquel hombre.
“En cuanto lo hagamos, nada les impedirá matarnos igualmente”. Contestó él con seriedad.
“Entonces, entreguemos la información y huyamos. Escondámonos de ellos. En protección de testigos o por nuestra cuenta. Pero hay que acabar con todo esto antes de que los encarcelen para sólo ciertos años. ¡Tienen que permanecer en prisión de por vida!”. Castle habló con seguridad y vio cómo aquel hombre le miraba sorprendido. Bajó la vista hacia Beckett y ella también le miraba sorprendido. “No tenemos otra opción. McCalister tiene razón. Cuando llevemos la información, los hombres que aún no estén acusados de nada, vendrán a por nosotros. Por eso necesitamos huir hasta que todo esté en orden y todos ellos estén en la cárcel”. Miró a Beckett a los ojos, intentando hacerle ver que tenía razón, que era lo mejor.
Beckett bajó la mirada pensando en las palabras de Castle. Tal vez tenía razón y tendrían que esconderse hasta que todo pasara. Soltó lentamente el aire que había estado aguantando. “Bueno, ¡ahora mismo sólo quiero saber qué narices se han estado trayendo entre manos esos cabrones, todo este tiempo!”. Miró seria al expolicía.
McCalister suspiró y miró todos los papeles y fotografías. “Extorsión, chanchullos con la mafia, tráfico de drogas, asesinatos, corrupción, fraude…”. Paró un segundo y cogiendo aire, continuó. “Incluso tráfico de personas. Concretamente de mujeres”. Contempló a Beckett y a Castle. Ambos tenían los ojos completamente abiertos, sorprendidos. Se esperaban cualquier cosa, pero aquello… aquello sobrepasaba todo. Él, continuó. “Sí… Hubo una temporada que traficaron con mujeres, principalmente africanas. Las trajeron aquí prometiéndoles un trabajo digno y las acabaron prostituyendo”. Soltó pasándoles ciertos papeles a cerca de eso.
Beckett y Castle no podían articular palabra. Estaban tan sorprendidos como asqueados ante toda aquella información. Durante un buen rato, McCalister les estuvo poniendo al tanto de todo lo que Bracken y sus hombres habían estado haciendo. A medida que pasaba el tiempo y nueva información iban teniendo, todos se iban convenciendo más de que lo mejor era presentar todos esos papeles y fotografías y después, esconderse hasta que todos estuvieran encarcelados.
¿Cómo lo veis?
livingmylife- As del póker
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Fecha de inscripción : 30/12/2014
Re: Cuando te veo (FIN)
Perfecto!!!!! Sigueeee!!!!!
Castle y Beckett- As del póker
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Fecha de inscripción : 28/10/2014
Edad : 24
Re: Cuando te veo (FIN)
Sigueeeee
Geovita:33- Ayudante de policia
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Fecha de inscripción : 28/12/2014
Re: Cuando te veo (FIN)
Me acabo de leer los dos últimos capítulos y que capitulazos!!
Sigueee
Sigueee
writerdetective47- Actor en Broadway
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Fecha de inscripción : 26/12/2014
Re: Cuando te veo (FIN)
Sigueee adoro tu fic
onewritergirl- Ayudante de policia
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Fecha de inscripción : 04/01/2015
Re: Cuando te veo (FIN)
¡Buenas!
Me alegro muchísimo de que os hayan gustado estos últimos capis también.
Perdón por haber tardado un poquito más en colgar, pero estoy de vuelta.
¿Seguimos?.
Cuando acabaron de comentar todos los papeles y fotografías que había, McCalister miró fijamente a Beckett. “Lo siento inspectora. Parte de la culpa de que todo esto haya pasado, incluyendo el asesinato de su madre, es mía. Aquel casó me tocó muy hondo y a partir de entonces, decidí comenzar a ser mejor inspector. Pero todo aquello no tendría que haber pasado. Ni tampoco todo lo que les he contado ahora”. Suspiró bajando la mirada con verdadero arrepentimiento.
“Mire, lo que hicieron esos hijos de puta, no tiene justificación. Nada de lo que hicieron la tiene. No se culpe. Habrían encontrado la forma de acabar haciendo lo mismo, con o sin usted. Ahora tenemos la oportunidad de hacerles pagar por todo. ¿Qué nos dice?”. Contestó Beckett mirando un segundo a Castle y después al exagente.
Tras unos largos minutos de silencio, aquel hombre, al fin habló. “Está bien… Pero debemos hacerlo cuanto antes y sin que lo sepa nadie más”. Los miró a ambos. “Y lo más seguro es que cuando nos escondamos, lo hagamos separados. Usted por un lado inspectora, y yo por otro”. Beckett asintió sabiendo que tenía razón. “Y nadie de su familia puede enterarse de nada. A ser posible, ni de que se van”.
Kate volvió a asentir lentamente y después miró a Castle. Éste tenía los labios apretados y la mirada seria. Pero no decía nada. La inspectora intentó adivinar qué significaba su expresión, pero no lo consiguió. Volvió a centrarse en McCalister. “Bien. Tenemos que volver a Nueva York. Allí acabaremos con todo y después, nos esconderemos”. Frunció el ceño al decir aquello último. No le gustaba tener que hacer eso, pero no tenía elección. Si quería salvar su vida, la de su padre e incluso la de la familia de Castle, tenía que hacerlo.
Antes de que nadie pudiera decir nada más, se oyó un golpe en la puerta principal de abajo y varios pasos corriendo por la estancia. Los tres, asustados y prevenidos, cogieron sus armas y las empuñaron en dirección a la puerta de esa habitación. La abrieron y salieron de ella apuntando hacia las escaleras. Por ellas, aparecieron a toda prisa los guardaespaldas de Beckett y Castle.
“¡Rápido, tenemos que irnos! Hay tres coches sospechosos por la zona”. Aquellos agentes miraron a Beckett y a Castle esperando que reaccionasen y se moviesen para irse con ellos.
Castle se giró a mirar a Beckett y a McCalister. “Recojamos todo y vayámonos”.
Ellos asintieron y corrieron de nuevo a la habitación. Guardaron todos los papeles y fotografías con premura en varias carpetas. Apenas tardaron 5 minutos. Cuando tenían todo, bajaron al piso de abajo por detrás de los guardaespaldas. Éstos comprobaron que no había nadie en la casa y salieron hacia los coches. Castle, Beckett y McCalister se montaron en el coche que Castle había alquilado y los guardaespaldas en el de detrás. Cuando fueron a arrancar, dos coches grandes y negros con las lunas tintadas, llegaron a toda velocidad y frenaron bruscamente delante de ellos. 4 hombres armados bajaron con prisas y apuntaron tanto al coche de alquiler como al de los agentes.
“¡Quietos y nadie saldrá herido!”. Gritaron aquellos hombres todos vestidos de negro mientras se acercaban más a los coches. Dos en cada coche. “¡Levanten las manos donde podamos verlas y después tiren esas carpetas hacia nosotros!”. Todos levantaron las manos.
Castle miró a Beckett y ésta le miró a él. El escritor habló.“¿Para qué quieren las carpetas?. Sólo contienen fotografías de la nieta del señor”. Señaló con la cabeza a McCalister.
Aquellos hombres endurecieron el rostro y se miraron entre ellos con ciertas dudas. “¡Hagan lo que les hemos dicho!”. Contestó uno de ellos.
Castle agarró la carpeta que el llevaba y se la lanzó. Beckett le miró horrorizada. No podía creer que les hubiera dado parte de la información del caso. Sin embargo, Castle no la miró y centró la mirada en el hombre que recogía la carpeta. Ese hombre, dejó la pistola apoyada sobre el capó del coche y abrió la carpeta. Cuando vio el interior, abrió los ojos de golpe, sorprendido. Los otros, al verle, se acercaron también a ver lo que había en el interior, olvidándose por un momento de apuntarles con las pistolas. Los guardaespaldas y Castle aprovecharon esa distracción para coger sus armas y apuntar a aquellos hombres.
Cuando ellos se dieron cuenta de que les habían tendido una trampa y volvieron a empuñar sus armas, fue demasiado tarde. Castle disparó a uno de ellos haciendo que se cayera al suelo. Los guardaespaldas hicieron lo mismo con los otros dos. Y Beckett, cuando reaccionó, apuntó, sin disparar, al que tenía la carpeta y aún no había cogido la pistola.
“¡Ni se te ocurra cogerla o acabas como tus compañeros!”. Gritó ella saliendo del coche seguida por McCalister y los guardaespaldas. Castle se quedó en el coche y cogió toda la documentación verdadera del caso. La carpeta que les había tirado, como había dicho, tenía fotos de la nieta de McCalister. Las había cogido rápidamente de un cajón y pensó que les podría venir bien por si algo así ocurría.
Ataron las manos de aquellos hombres, comprobaron que las heridas que tenían no eran muy graves, los dejaron en el suelo a los cuatro, llamaron a una ambulancia para que fuera a atenderlos y volvieron a montarse en los coches alejándose de allí lo más rápido posible. En dirección al hotel de Castle y Beckett. Los tres del coche que conducía Beckett iban en silencio.
Cuando estaban llegando, Castle se irguió en el asiento y miró a Beckett que conducía. “¡Espera espera! No te acerques más al hotel”.
Beckett le miró sorprendida con el ceño fruncido y tomó la salida hacia el hotel. Aún quedaban unos cinco minutos. “¿Qué? ¿Por qué Castle?”.
“Si venían cuatro hombres, era porque sabían que estábamos nosotros aquí. Entonces, puede que sepan dónde nos alojamos y nos estén esperando. No podemos entrar así sin más al hotel”. Contestó el preocupado y serio, sin dejar de mirar a Beckett. “Será mejor que llame al hotel y les pida que recojan todas nuestras cosas, incluidos los pasaportes. Que alguien del hotel nos lo acerque todo a una zona segura”. Miró a la inspectora preguntándole con la mirada si le parecía bien aquella idea.
“Creo que tienes razón”. Contestó ella volviendo a centrarse en la carretera y volvieron a permanecer en silencio.
Castle avisó a los guardaespaldas del nuevo plan y después llamó a la recepción del hotel avisando de lo que necesitaban. Les aseguró que les daría una buena propina si les hacían ese favor. Por supuesto, el hotel accedió y quedaron en una zona a 10 minutos en coche del hotel. Allí, recogieron sus cosas y pusieron rumbo al aeropuerto. Quedaba a unos 30 minutos. Por el camino, Castle reservó 5 billetes de avión para esa misma tarde.
¿Qué os parece?
No os olvidéis de comentar!
Y gracias una vez más por estar ahí!
Me alegro muchísimo de que os hayan gustado estos últimos capis también.
Perdón por haber tardado un poquito más en colgar, pero estoy de vuelta.
¿Seguimos?.
Cuando acabaron de comentar todos los papeles y fotografías que había, McCalister miró fijamente a Beckett. “Lo siento inspectora. Parte de la culpa de que todo esto haya pasado, incluyendo el asesinato de su madre, es mía. Aquel casó me tocó muy hondo y a partir de entonces, decidí comenzar a ser mejor inspector. Pero todo aquello no tendría que haber pasado. Ni tampoco todo lo que les he contado ahora”. Suspiró bajando la mirada con verdadero arrepentimiento.
“Mire, lo que hicieron esos hijos de puta, no tiene justificación. Nada de lo que hicieron la tiene. No se culpe. Habrían encontrado la forma de acabar haciendo lo mismo, con o sin usted. Ahora tenemos la oportunidad de hacerles pagar por todo. ¿Qué nos dice?”. Contestó Beckett mirando un segundo a Castle y después al exagente.
Tras unos largos minutos de silencio, aquel hombre, al fin habló. “Está bien… Pero debemos hacerlo cuanto antes y sin que lo sepa nadie más”. Los miró a ambos. “Y lo más seguro es que cuando nos escondamos, lo hagamos separados. Usted por un lado inspectora, y yo por otro”. Beckett asintió sabiendo que tenía razón. “Y nadie de su familia puede enterarse de nada. A ser posible, ni de que se van”.
Kate volvió a asentir lentamente y después miró a Castle. Éste tenía los labios apretados y la mirada seria. Pero no decía nada. La inspectora intentó adivinar qué significaba su expresión, pero no lo consiguió. Volvió a centrarse en McCalister. “Bien. Tenemos que volver a Nueva York. Allí acabaremos con todo y después, nos esconderemos”. Frunció el ceño al decir aquello último. No le gustaba tener que hacer eso, pero no tenía elección. Si quería salvar su vida, la de su padre e incluso la de la familia de Castle, tenía que hacerlo.
Antes de que nadie pudiera decir nada más, se oyó un golpe en la puerta principal de abajo y varios pasos corriendo por la estancia. Los tres, asustados y prevenidos, cogieron sus armas y las empuñaron en dirección a la puerta de esa habitación. La abrieron y salieron de ella apuntando hacia las escaleras. Por ellas, aparecieron a toda prisa los guardaespaldas de Beckett y Castle.
“¡Rápido, tenemos que irnos! Hay tres coches sospechosos por la zona”. Aquellos agentes miraron a Beckett y a Castle esperando que reaccionasen y se moviesen para irse con ellos.
Castle se giró a mirar a Beckett y a McCalister. “Recojamos todo y vayámonos”.
Ellos asintieron y corrieron de nuevo a la habitación. Guardaron todos los papeles y fotografías con premura en varias carpetas. Apenas tardaron 5 minutos. Cuando tenían todo, bajaron al piso de abajo por detrás de los guardaespaldas. Éstos comprobaron que no había nadie en la casa y salieron hacia los coches. Castle, Beckett y McCalister se montaron en el coche que Castle había alquilado y los guardaespaldas en el de detrás. Cuando fueron a arrancar, dos coches grandes y negros con las lunas tintadas, llegaron a toda velocidad y frenaron bruscamente delante de ellos. 4 hombres armados bajaron con prisas y apuntaron tanto al coche de alquiler como al de los agentes.
“¡Quietos y nadie saldrá herido!”. Gritaron aquellos hombres todos vestidos de negro mientras se acercaban más a los coches. Dos en cada coche. “¡Levanten las manos donde podamos verlas y después tiren esas carpetas hacia nosotros!”. Todos levantaron las manos.
Castle miró a Beckett y ésta le miró a él. El escritor habló.“¿Para qué quieren las carpetas?. Sólo contienen fotografías de la nieta del señor”. Señaló con la cabeza a McCalister.
Aquellos hombres endurecieron el rostro y se miraron entre ellos con ciertas dudas. “¡Hagan lo que les hemos dicho!”. Contestó uno de ellos.
Castle agarró la carpeta que el llevaba y se la lanzó. Beckett le miró horrorizada. No podía creer que les hubiera dado parte de la información del caso. Sin embargo, Castle no la miró y centró la mirada en el hombre que recogía la carpeta. Ese hombre, dejó la pistola apoyada sobre el capó del coche y abrió la carpeta. Cuando vio el interior, abrió los ojos de golpe, sorprendido. Los otros, al verle, se acercaron también a ver lo que había en el interior, olvidándose por un momento de apuntarles con las pistolas. Los guardaespaldas y Castle aprovecharon esa distracción para coger sus armas y apuntar a aquellos hombres.
Cuando ellos se dieron cuenta de que les habían tendido una trampa y volvieron a empuñar sus armas, fue demasiado tarde. Castle disparó a uno de ellos haciendo que se cayera al suelo. Los guardaespaldas hicieron lo mismo con los otros dos. Y Beckett, cuando reaccionó, apuntó, sin disparar, al que tenía la carpeta y aún no había cogido la pistola.
“¡Ni se te ocurra cogerla o acabas como tus compañeros!”. Gritó ella saliendo del coche seguida por McCalister y los guardaespaldas. Castle se quedó en el coche y cogió toda la documentación verdadera del caso. La carpeta que les había tirado, como había dicho, tenía fotos de la nieta de McCalister. Las había cogido rápidamente de un cajón y pensó que les podría venir bien por si algo así ocurría.
Ataron las manos de aquellos hombres, comprobaron que las heridas que tenían no eran muy graves, los dejaron en el suelo a los cuatro, llamaron a una ambulancia para que fuera a atenderlos y volvieron a montarse en los coches alejándose de allí lo más rápido posible. En dirección al hotel de Castle y Beckett. Los tres del coche que conducía Beckett iban en silencio.
Cuando estaban llegando, Castle se irguió en el asiento y miró a Beckett que conducía. “¡Espera espera! No te acerques más al hotel”.
Beckett le miró sorprendida con el ceño fruncido y tomó la salida hacia el hotel. Aún quedaban unos cinco minutos. “¿Qué? ¿Por qué Castle?”.
“Si venían cuatro hombres, era porque sabían que estábamos nosotros aquí. Entonces, puede que sepan dónde nos alojamos y nos estén esperando. No podemos entrar así sin más al hotel”. Contestó el preocupado y serio, sin dejar de mirar a Beckett. “Será mejor que llame al hotel y les pida que recojan todas nuestras cosas, incluidos los pasaportes. Que alguien del hotel nos lo acerque todo a una zona segura”. Miró a la inspectora preguntándole con la mirada si le parecía bien aquella idea.
“Creo que tienes razón”. Contestó ella volviendo a centrarse en la carretera y volvieron a permanecer en silencio.
Castle avisó a los guardaespaldas del nuevo plan y después llamó a la recepción del hotel avisando de lo que necesitaban. Les aseguró que les daría una buena propina si les hacían ese favor. Por supuesto, el hotel accedió y quedaron en una zona a 10 minutos en coche del hotel. Allí, recogieron sus cosas y pusieron rumbo al aeropuerto. Quedaba a unos 30 minutos. Por el camino, Castle reservó 5 billetes de avión para esa misma tarde.
¿Qué os parece?
No os olvidéis de comentar!
Y gracias una vez más por estar ahí!
livingmylife- As del póker
- Mensajes : 303
Fecha de inscripción : 30/12/2014
Re: Cuando te veo (FIN)
Sigueeeee!!!!!! me encanta!!!!!!!
Castle y Beckett- As del póker
- Mensajes : 293
Fecha de inscripción : 28/10/2014
Edad : 24
Re: Cuando te veo (FIN)
Bastante intrigante pero con ese toque raro pero me gusta espero ansiosa nuevo capi
love.C.and.B.Marbele- As del póker
- Mensajes : 314
Fecha de inscripción : 21/11/2014
Edad : 23
Localización : barcelona
Re: Cuando te veo (FIN)
love.C.and.B.mabel12 escribió:Bastante intrigante pero con ese toque raro pero me gusta espero ansiosa nuevo capi
Buenas!
Gracias por tu comentario!
Pronto seguiré.
Me gustaría saber por qué has dicho lo de "ese toque raro" jajajaa
No es por nada malo, simplemente me ha sorprendido y me gustaría saber a qué te refieres. Por si puedo mejorar!
Gracias!!!
livingmylife- As del póker
- Mensajes : 303
Fecha de inscripción : 30/12/2014
Re: Cuando te veo (FIN)
Me encanta
Me ha gustado la acción q ha tenido el capitulo
Como han averiguado esos cabrones donde estaban?
Me ha gustado la acción q ha tenido el capitulo
Como han averiguado esos cabrones donde estaban?
writerdetective47- Actor en Broadway
- Mensajes : 205
Fecha de inscripción : 26/12/2014
Re: Cuando te veo (FIN)
¡Buenos días! Gracias, gracias por vuestros comentarios!!!
La verdad es que a mi también me ha gustado cómo ha quedado la acción en el capítulo jejejeej.
¿Seeguimooooss?
Cuando llegaron a Nueva York, pidieron a los de seguridad del aeropuerto que les sacaran de allí por una zona más segura. Es probable que alguien estuviera esperando su vuelta para atraparlos, quitarles la información y Dios sabe qué más cosas. Pidieron dos taxis para acercarse los cinco a comisaría. Apenas habían pronunciado palabra desde que se montaran en el avión.
Beckett estaba nerviosa, aunque trataba de disimularlo. Igual que Castle. Pero éste, no dejaba de mirarle de vez en cuando y de dedicarle pequeñas sonrisas para tratar de animarla. Ella respondía con una mínima sonrisa y volvía a centrarse en sus pensamientos.
En el primer taxi iba McCalister con uno de los agentes. En el de detrás, Beckett y Castle en los asientos traseros y el otro guardaespaldas de copiloto. Kate llevaba todo el camino del aeropuerto a la comisaría jugueteando con el anillo de su madre que colgaba de su cuello: señal inequívoca de que estaba nerviosa, cada vez más. Temía que los encontrasen. Quería llegar cuanto antes a comisaría y acabar con todo aquello. Y luego estaba lo de huir. Odiaba tener que hacer eso, pero era por su bien, por el de su padre e incluso por el de Castle y su familia. Suspiró fuerte negando ligeramente con la cabeza. Rick notó aquel gesto y colocó tímidamente su mano sobre la rodilla de la inspectora. Comenzó a dejarle suaves caricias sin dejar de mirarla, serio, pero con mucho amor en la mirada.
“Tranquila…”. Susurró de forma que sólo ella pudiera oírle. Beckett le correspondió con una sonrisa, esta vez algo más amplia que las anteriores. Ella colocó su mano sobre la de Castle y la entrelazó entre sus dedos. Rick sonrió ante el contacto. “Cuando esto acabe, te voy a llevar a donde tú quieras. Vamos a hacer un viaje, los dos solos. Sin huir. Simplemente, de vacaciones”. Volvió a hablar en voz baja sin que el taxista y el guardaespaldas le oyeran. Después, se acercó a la mejilla de Kate y le dio un dulce beso, muy cerca de la comisura de sus labios. “Pronto habrá acabado todo”. Apretó su rodilla con cariño y le sonrió con dulzura.
Kate sonrió al escritor cada vez más abiertamente. Era increíble con qué facilidad él era capaz de cambiar su estado de ánimo. “Gracias”. Murmuró apenas audiblemente, volviéndole a sonreír.
“Siempre”. Contestó él del mismo modo y ambos volvieron a sonreír.
Cuando estaban llegando a comisaría, Beckett se fijó en que un coche grande, probablemente todoterreno, con las lunas tintadas, les seguía. Su pulso se disparó y miró a Castle para que él también mirara al coche. Éste lo hizo y con el corazón latiendo a mil por hora, miró a Beckett. Parecía que los estuviera siguiendo. Beckett miró hacia delante y comprobó que justo delante de ellos iba el otro taxi con McCalister y el otro guardaespaldas. Por suerte, se habían dividido la información. Por si algo así ocurría. Tras un par de calles, ese coche se había aproximado más a ellos.
Castle se inclinó hacia delante para hablar con el guardaespaldas. “El coche de detrás no sigue”. Le informó totalmente serio y tenso por el miedo.
El guardaespaldas miró por los espejos al coche de detrás e informó a su compañero por teléfono. Hablaron medio minuto y cuando colgó le indicó al taxista que siguiese al taxi de delante. Comenzaron a meterse por distintas calles, a la máxima velocidad que podían. Intentaban despistar al coche de detrás, o al menos sacarle cierta ventaja. Ambos taxis iban con rapidez, pero apenas conseguían separarse unos metros del coche negro.
El guarda espaldas llamó por teléfono al otro. “Separémonos. Vosotros por la izquierda y nosotros por la derecha. Sólo podrán seguir a uno. Al que le sigan, que siga intentando despistarlo mientras el otro llega a comisaría y pide refuerzos. Nos informaremos constantemente de nuestras posiciones”. Escuchó lo que su compañero decía y colgó. Se giró al taxista. “Gire a la derecha en la siguiente calle”.
Y así lo hicieron, cada taxi fue hacia un lado y al todoterreno negro no le quedó otra que seguir sólo a uno. El taxi de Castle y Beckett consiguió despistarlo y supusieron que había seguido al otro taxi. Aceleraron cuanto pudieron y en apenas 5 minutos, llegaban a la entrada trasera de la comisaría. Aquella que sólo los policías conocían. Subieron a todo correr e irrumpieron en la doce con prisas. Todos los compañeros de Beckett se giraron al oírlos correr apresurados. Sus caras eran de completo asombro. Ryan y Espo no se encontraba en la comisaría en ese momento. Sin decir nada, los tres irrumpieron en el despacho de Gates.
Ésta al ver al escritor y a la inspectora levantó la mirada con el ceño fruncido y después miró al guardaespaldas sin comprender absolutamente nada. “¡Inspectora, señor Castle! ¿Qué narices están haciendo aquí y por qué irrumpen de esta forma en mi despacho?”. Estaba furiosa por aquella aparición tan repentina.
“Señor, necesitamos hablar con usted”. La voz de Beckett no auguraba nada bueno. Castle cerró la puerta del despacho de Gates y se acercó al escritorio depositando sobre éste las carpetas que ellos se habían quedado.
“¿Qué es esto?”. Gates miró las carpetas. Después se centró en la mirada de Beckett.
Beckett miró a Gates y después al guardaespaldas. Éste recibió una llamada, probablemente de su compañero y salió del despacho para atenderla y enterarse de dónde estaban y si estaban bien.
“¡¿Qué es esto inspectora?!”. Volvió a preguntar la capitana, enfadada, sorprendida, irritada.
“Son los documentos que pondrán, para siempre, entre rejas al senador Bracken y todo su equipo. La otra parte de estos documentos están en manos del expolicía McCalister. Están intentando llegar hasta aquí”. Beckett apretó los labios tras pronunciar aquellas palabras.
La cara de la capitana pasó del enfado al asombro. Antes de que pudiera hablar, el guardaespaldas volvió a entrar rápidamente.
“Señor Castle, tenemos un problema”. Beckett y Castle se giraron bruscamente a mirar al guardaespaldas y en sus miradas se expresó el miedo. ¿Habrían alcanzado a McCalister? ¿Qué habrían hecho con él?.
De nuevo... intriga! :O jajajajaa
La verdad es que a mi también me ha gustado cómo ha quedado la acción en el capítulo jejejeej.
¿Seeguimooooss?
Cuando llegaron a Nueva York, pidieron a los de seguridad del aeropuerto que les sacaran de allí por una zona más segura. Es probable que alguien estuviera esperando su vuelta para atraparlos, quitarles la información y Dios sabe qué más cosas. Pidieron dos taxis para acercarse los cinco a comisaría. Apenas habían pronunciado palabra desde que se montaran en el avión.
Beckett estaba nerviosa, aunque trataba de disimularlo. Igual que Castle. Pero éste, no dejaba de mirarle de vez en cuando y de dedicarle pequeñas sonrisas para tratar de animarla. Ella respondía con una mínima sonrisa y volvía a centrarse en sus pensamientos.
En el primer taxi iba McCalister con uno de los agentes. En el de detrás, Beckett y Castle en los asientos traseros y el otro guardaespaldas de copiloto. Kate llevaba todo el camino del aeropuerto a la comisaría jugueteando con el anillo de su madre que colgaba de su cuello: señal inequívoca de que estaba nerviosa, cada vez más. Temía que los encontrasen. Quería llegar cuanto antes a comisaría y acabar con todo aquello. Y luego estaba lo de huir. Odiaba tener que hacer eso, pero era por su bien, por el de su padre e incluso por el de Castle y su familia. Suspiró fuerte negando ligeramente con la cabeza. Rick notó aquel gesto y colocó tímidamente su mano sobre la rodilla de la inspectora. Comenzó a dejarle suaves caricias sin dejar de mirarla, serio, pero con mucho amor en la mirada.
“Tranquila…”. Susurró de forma que sólo ella pudiera oírle. Beckett le correspondió con una sonrisa, esta vez algo más amplia que las anteriores. Ella colocó su mano sobre la de Castle y la entrelazó entre sus dedos. Rick sonrió ante el contacto. “Cuando esto acabe, te voy a llevar a donde tú quieras. Vamos a hacer un viaje, los dos solos. Sin huir. Simplemente, de vacaciones”. Volvió a hablar en voz baja sin que el taxista y el guardaespaldas le oyeran. Después, se acercó a la mejilla de Kate y le dio un dulce beso, muy cerca de la comisura de sus labios. “Pronto habrá acabado todo”. Apretó su rodilla con cariño y le sonrió con dulzura.
Kate sonrió al escritor cada vez más abiertamente. Era increíble con qué facilidad él era capaz de cambiar su estado de ánimo. “Gracias”. Murmuró apenas audiblemente, volviéndole a sonreír.
“Siempre”. Contestó él del mismo modo y ambos volvieron a sonreír.
Cuando estaban llegando a comisaría, Beckett se fijó en que un coche grande, probablemente todoterreno, con las lunas tintadas, les seguía. Su pulso se disparó y miró a Castle para que él también mirara al coche. Éste lo hizo y con el corazón latiendo a mil por hora, miró a Beckett. Parecía que los estuviera siguiendo. Beckett miró hacia delante y comprobó que justo delante de ellos iba el otro taxi con McCalister y el otro guardaespaldas. Por suerte, se habían dividido la información. Por si algo así ocurría. Tras un par de calles, ese coche se había aproximado más a ellos.
Castle se inclinó hacia delante para hablar con el guardaespaldas. “El coche de detrás no sigue”. Le informó totalmente serio y tenso por el miedo.
El guardaespaldas miró por los espejos al coche de detrás e informó a su compañero por teléfono. Hablaron medio minuto y cuando colgó le indicó al taxista que siguiese al taxi de delante. Comenzaron a meterse por distintas calles, a la máxima velocidad que podían. Intentaban despistar al coche de detrás, o al menos sacarle cierta ventaja. Ambos taxis iban con rapidez, pero apenas conseguían separarse unos metros del coche negro.
El guarda espaldas llamó por teléfono al otro. “Separémonos. Vosotros por la izquierda y nosotros por la derecha. Sólo podrán seguir a uno. Al que le sigan, que siga intentando despistarlo mientras el otro llega a comisaría y pide refuerzos. Nos informaremos constantemente de nuestras posiciones”. Escuchó lo que su compañero decía y colgó. Se giró al taxista. “Gire a la derecha en la siguiente calle”.
Y así lo hicieron, cada taxi fue hacia un lado y al todoterreno negro no le quedó otra que seguir sólo a uno. El taxi de Castle y Beckett consiguió despistarlo y supusieron que había seguido al otro taxi. Aceleraron cuanto pudieron y en apenas 5 minutos, llegaban a la entrada trasera de la comisaría. Aquella que sólo los policías conocían. Subieron a todo correr e irrumpieron en la doce con prisas. Todos los compañeros de Beckett se giraron al oírlos correr apresurados. Sus caras eran de completo asombro. Ryan y Espo no se encontraba en la comisaría en ese momento. Sin decir nada, los tres irrumpieron en el despacho de Gates.
Ésta al ver al escritor y a la inspectora levantó la mirada con el ceño fruncido y después miró al guardaespaldas sin comprender absolutamente nada. “¡Inspectora, señor Castle! ¿Qué narices están haciendo aquí y por qué irrumpen de esta forma en mi despacho?”. Estaba furiosa por aquella aparición tan repentina.
“Señor, necesitamos hablar con usted”. La voz de Beckett no auguraba nada bueno. Castle cerró la puerta del despacho de Gates y se acercó al escritorio depositando sobre éste las carpetas que ellos se habían quedado.
“¿Qué es esto?”. Gates miró las carpetas. Después se centró en la mirada de Beckett.
Beckett miró a Gates y después al guardaespaldas. Éste recibió una llamada, probablemente de su compañero y salió del despacho para atenderla y enterarse de dónde estaban y si estaban bien.
“¡¿Qué es esto inspectora?!”. Volvió a preguntar la capitana, enfadada, sorprendida, irritada.
“Son los documentos que pondrán, para siempre, entre rejas al senador Bracken y todo su equipo. La otra parte de estos documentos están en manos del expolicía McCalister. Están intentando llegar hasta aquí”. Beckett apretó los labios tras pronunciar aquellas palabras.
La cara de la capitana pasó del enfado al asombro. Antes de que pudiera hablar, el guardaespaldas volvió a entrar rápidamente.
“Señor Castle, tenemos un problema”. Beckett y Castle se giraron bruscamente a mirar al guardaespaldas y en sus miradas se expresó el miedo. ¿Habrían alcanzado a McCalister? ¿Qué habrían hecho con él?.
De nuevo... intriga! :O jajajajaa
livingmylife- As del póker
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Fecha de inscripción : 30/12/2014
Re: Cuando te veo (FIN)
Me encanta!!!! por favoor sigue prontooo!!!!!!!
Castle y Beckett- As del póker
- Mensajes : 293
Fecha de inscripción : 28/10/2014
Edad : 24
Re: Cuando te veo (FIN)
OMG!!! Porque lo dejas asi. Te gusta hacernos sufrir
Sigueeee necesito saber q le ha pasado a McCalister
writerdetective47- Actor en Broadway
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Fecha de inscripción : 26/12/2014
Re: Cuando te veo (FIN)
me encanta mucho la historia pero no puedes hacer esto de dejarme con la intriga y eso del toque raro que dije en el anterior comentario es por que asi es como defino algo original y bonito y es lo que siento cuando leo esta historia sigueee
love.C.and.B.Marbele- As del póker
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