después de la tormenta
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Re: después de la tormenta
intrigadita estoy...
lucia- As del póker
- Mensajes : 338
Fecha de inscripción : 23/10/2010
Re: después de la tormenta
xDxD si me e reido con los nabos y las patatas!! y como le pica Becvkett esta muy guayyyy..la reaccion de castle cuando le cuente la verdad martha,interesante
sigue!!!
sigue!!!
Re: después de la tormenta
Quiero saber como va a reaccionar cuando Martha le diga del padre, y sobre todo quiero saber..... QUE PASO ESA NOCHEEEEE!!!.... Aunque pienso que nada, y Kate simplemente está jugando con él jajaja...
Excelente, quiero másssss!!!!!
Excelente, quiero másssss!!!!!
Re: después de la tormenta
Os agradezco un montón los comentarios, me animáis muchísimo!!
Aquí os dejo otro capi. Espero que lo disfrutéis!
CAPÍTULO 4
La luz del nuevo día intentaba entrar por la persiana y Castle remoloneaba metiendo la cabeza debajo de la almohada. Se estiró y miró el reloj. Era tarde y Beckett no le había llamado todavía, cosa que agradeció porque así había podido descansar de la resaca del sábado y el caso del domingo.
Se dio una ducha y se vistió. Salió de su dormitorio dirección a la cocina. Ya estaba pensando en los crepes que iba a prepararse para desayunar.
Cuando llegó al salón vio a su madre que hablaba con un hombre que estaba de espaldas a él. Martha vio a Castle e instantáneamente se dibujó una sonrisa nerviosa en su cara, se mordió el labio y le hizo una señal con la mano para que se acercara.
Richard, querido, te quiero presentar a alguien muy especial – Le dijo cogiéndole del brazo para que se acercara a su invitado. – Es Alexander.
El visitante se dio la vuelta y miró a Castle, que le recorrió con la mirada de arriba abajo sin poder creer lo que tenía delante.
Alexander – dijo Martha dirigiéndose al hombre – Te he hablado mucho de él. Es Richard, tu hijo.
Esa mañana Beckett estaba todavía rellenado informes del caso que había cerrado la tarde anterior. Llevaba ya unas horas ahí dentro y agradecía la calma para poder trabajar tranquilamente ya que sabía que dentro de poco Castle llegaría como un huracán y no podría estar tan concentrada.
Efectivamente, Castle salió del ascensor al poco tiempo, a paso ligero y con muchas, muchas ganas de hablar.
Cogió a Beckett del brazo y le dijo que le acompañara a la sala de descanso.
No te lo vas a creer – le dijo dando vueltas por la habitación- Es que no vas a creértelo…
Castle ¿Qué te pasa? – Ella lo sabía perfectamente, pero tenía que disimular.
Mi padre. En mi casa… ¡Con mi madre! – Hablaba mirándola a los ojos con la ilusión de un niño en navidad.- Ha sido como en esa peli, Regreso al Futuro, donde se veía a Michael J. Fox de viejo mientras que seguía siendo joven… Es como verme con cuarenta años más, Beckett…
Vaya, Castle, te veo emocionado –Dijo ella, aliviada por la buena reacción de Castle.
Si, lo estoy, detective- continuó, cogiéndola de por los hombros- esto hay que celebrarlo… ¡Te invito a cenar!
¿Qué? Se supone que ahora que conoces a tu padre, tendrás que pasar tiempo con él, ¿no? ¿O es que todo te sirve como excusa para tener una cita conmigo?- Le preguntó con cara de interrogatorio.
¿Y qué quieres que haga? ¿Me lo llevo al parque para que me empuje en los columpios? –Bromeó.
Vamos, Castle, sabes a qué me refiero – Se rió Kate.
Bueno, entones, puedo invitarle a él también – Empezó a pensar- y a mi madre. Llamaré a Alexis, a ver qué tiene que hacer esta noche… Iremos todos a un tailandés al que hace tiempo que quiero ir. ¿Qué te parece?
No sé, Castle, parece algo muy familiar – Aun que le gustaba la idea, no quería sentir que sobraba.
Pero si tú ya eres casi de la familia, venga – Protestó Castle.
¿Cómo? ¿Algo así como una hermana? – “que no diga que si, que no lo diga…” pensaba ella.
¿Como una hermana? Vamos, Beckett, puedo pensar en ti como muchas cosas, créeme – dijo alzando las cejas – pero, desde luego, nunca como una hermana. Solo es que esto es especial para mí y me gustaría que vinieras, pero si no te apetece, lo entiendo…
No, si, bueno, yo… - Dudaba, pero tenía que darle una respuesta- Iré contigo a esa cena.-Dijo por fin.
¡Genial! –Exclamó. La apretó en un abrazo de oso y salió corriendo de la habitación mientras que sacaba el móvil para empezar a organizarlo todo.
Ella se quedó ahí parada mirando como se iba. Desde que lo suyo con Josh había terminado, su perspectiva sobre ella y Castle había cambiado bastante. La conversación en el bar sobre sus anteriores matrimonios también le había dado un poco más de confianza para pensar que, si alguna vez tenía algo con él, aquello podría funcionar. Pero quería ir despacio. Ahora que habían llegado hasta ahí, no quería fastidiarlo todo. Pero eso de ir despacio no iba con Castle y se lo ponía muy difícil con sus insinuaciones y todo el coqueteo que, día tras día, hacían que fuera a trabajar con una sonrisa a pesar de que su trabajo no lo permitiera.
Salió de la sala de descanso y fue hacia su escritorio para seguir con su papeleo.
La tarde pasó rápida y cada uno se fue a su casa para prepararse para la cena.
Habían quedado directamente en el restaurante y Beckett llegaba un poco tarde por culpa del tráfico. Cuando llegó a la puerta, Castle le estaba esperando.
Ya están dentro – Le dijo mirándola de arriba a abajo. Estaba impresionante.
Lo siento, ha sido este maldito trafico – Se disculpó. No dejó escapar la cara de Castle al verla llegar. Le hacía mucha gracia tener ese efecto en él. Ella sabía que se derretía cuando la veía, y eso le encantaba.
No importa, hemos llegado hace poco – Contestó. Le cedió el paso poniendo una mano en cintura y entrando detrás de ella.- Espero que vengas con hambre.
Cuando estaban cerca de la mesa, todos se volvieron para ver a la pareja. Alexander se levantó para recibir a Kate. – Richard, no me habías dicho que tenías una novia tan encantadora – dijo cogiendo la mano de Beckett y mirándola a los ojos. En cuanto ella le vio sabía de donde había heredado Castle aquel carácter de mujeriego. Efectivamente se parecían más de lo que ella se hubiera imaginado.
No, es una amiga – Corrigió Castle, mirando a Beckett nervioso.- Trabajamos juntos.
Soy Kate Beckett, encantada – Se presentó.
Alexander Jones – Dijo él besándole la mano.- Un placer.
Una vez hechas las presentaciones, Beckett saludó a Martha y a Alexis. Se notaba en el ambiente que aquella cena era especial para todos. Castle y su padre tenían un humor muy parecido, así que Beckett se sintió muy cómoda entre ellos.
Terminaron de cenar y Martha y Alexander decidieron que irían a tomar algo para comenzar con su fiesta privada. Castle y Alexis iban a pedir un taxi, pero Beckett se ofreció a llevarles.
Llegaron a la puerta del edificio de Castle. Alexis se despidió de Beckett y se metió corriendo en el portal con la escusa de que a la mañana siguiente tenía clase. En realidad quería dejarlos solos un rato porque sabía que su padre estaba deseando estar a solas con Beckett. A Alexis le encantaba la idea de que su padre y Kate pudieran llegar a ser algo más que compañeros de trabajo.
Castle se giró hacia Beckett- ¿Te apetece subir y tomar una copa? – Preguntó. En su cara se podían leer las intenciones que tenía con esa pregunta.
Creo que no – Contestó ella- Mañana hay que trabajar y hoy he madrugado bastante.- Dijo
a modo de excusa mirando al volante. Luego giró la cabeza para encontrarse con él. – Me lo he pasado muy bien, Castle.
Si, yo también – Dijo dándose por vencido- tenemos que repetirlo otro día- Levantó una mano y le acarició la mejilla. Kate se estremeció ante ese gesto, pero disimuló – Gracias por acompañarme, detective.
A ella le decepcionó que el se rindiera tan fácilmente, pero lo aceptó. Cuanto más lejos menos peligro de tirarse a sus brazos. Sonrió apartando sus ojos de los de Castle y volviendo a ponerlos en el volante. Se estaba reprimiendo para no saltar sobre él ahí mismo. “Ten paciencia” se decía.
Buenas noches, Castle.- Dijo por fin con una medio sonrisa.
Buenas noches, Beckett.- Contestó él. Abrió la puerta del coche, dio unos cuantos pasos y desapareció por la puerta de entrada al edificio, no sin antes pararse a mirar como Beckett se incorporaba al tráfico y se perdía en la noche.
A la mañana siguiente, Castle recibió una llamada a su móvil. Era Beckett y contestó con una sonrisa.- ¡Buenos días, detective!
Hola Castle. Tengo un cuerpo – Dijo ella al otro lado de la línea.
Lo sé, y es de infarto – Contestó el con voz sensual.
Vale, Castle. Empiezo de nuevo. –Contó hasta tres y continuó.- Han encontrado el cadáver de una mujer y tenemos que investigar quién o quienes son los culpables de su asesinato.
¡Ah!, te referías a eso… - Su voz sonaba a decepción fingida – pues dime dónde es y voy para allá.
Llegaron los dos a la vez. Castle como siempre llevaba dos cafés y cuando vio a Beckett le dio el suyo. Se acercaron a Expósito, que había llegado hacía un rato y les puso al día. Vieron a algunos periodistas que se estaban amontonando en la puerta de la entrada del edificio donde habían encontrado a la víctima. Beckett le preguntó a uno de los agentes a qué venía tanto alboroto y le contestó que la señora Meyer, era la viuda del señor Ronald Meyer, que fue un famoso hombre de negocios. Cuando él murió, la señora Meyer lo heredó todo ya que no tenían hijos y vivía con todo tipo de lujos y era bastante conocida por sus excentricidades.
La asistenta había encontrado el cuerpo de su jefa, la señora Agnes Meyer, de sesenta y tres años, con visibles signos de violencia en el salón de su casa. La caja fuerte, que escondía detrás de un cuadro – qué original- pensó Beckett, no había sido forzada y se habían llevado todas las joyas, de incalculable valor y unos cuantos fajos de billetes. La asistenta informó que, la última vez que vio a la señora Meyer fue el sábado por la mañana, que sabía que por la noche había quedado con tres amigas para tomar algo en un bar de ahí cerca, pero no sabía nada más. Ella solo iba a limpiar los martes, jueves y sábados y se echaba las manos a la cabeza solo de pensar cuanto tiempo habría estado ahí muerta, sin que nadie la echara en falta.
Hey, Lanie – Beckett se acercó a la forense, que estaba guardando unas fibras en una bolsa de pruebas. - ¿qué tenemos?
Pues a la señora Meyer, con varias heridas por apuñalamiento y muchísimos hematomas por todo el cuerpo. Los salvajes que le han hecho esto la hicieron sufrir hasta que les contó lo que querían saber.
Beckett se acercó al cadáver por si a sus compañeros se les había escapado algo- ¿Cuándo crees que murió?
Creo que la noche del sábado al domingo, pero cuando la tenga encima de mi mesa te sabré decir algo más concreto.
Castle miraba los horribles adornos que decoraban la sala, pensado que, por mucho dinero que tuviera la señora Meyer, el buen gusto en la decoración se lo había dejado olvidado en el armario.
Después de dar un par de vueltas por la casa, Castle y Beckett se montaron en el coche y se dirigieron a la comisaría para investigar si la señora Meyer estaba involucrada en algún lío o su muerte había sido algo casual. Las cerraduras de puertas y ventanas no estaban forzadas, por lo que seguramente, pensó, conocía a su verdugo. La casa no estaba demasiado desordenada, así que, quién o quienes le hicieron eso, sabían exactamente que ella les iba a decir dónde tenían que buscar.
Expósito y Ryan hablaron con un testigo que aseguró ver un todoterreno negro o tal vez azul marino con cinco hombres dentro que salían de la parte trasera del bloque. Al principio no le dio mucha importancia, pero cuando supo lo de la señora Meyer, cayó en la cuenta de que ahí estaban las escaleras de incendios y les habría sido muy fácil entrar y salir por allí sin que nadie les viera. Por suerte, el testigo se acordaba con bastantes detalles de la marca y modelo del vehículo. También le pareció curiosa la matrícula por no ser de la ciudad, por lo que pudo dar algunos datos sobre ella.
Castle y Beckett empezaron a poner todos los datos que tenían en la pizarra blanca y al poco tiempo entraron Expósito y Ryan dirigiéndose hacia ellos como una flecha.
¡Chicos, rápido! – Dijo Ryan. Castle y Beckett lo siguieron para salir de allí mientras Expósito les iba contando lo sucedido – nos acaba de llegar un aviso de que necesitan todos los refuerzos que podamos enviar en los almacenes de las afueras, han localizado un todoterreno que puede ser el que andamos buscando. Cuando una patrulla les ha dado el alto, han empezado a disparar y han huido. Los agentes están bien, y les han podido seguir, pero nos están esperando para entrar en los almacenes. Estos tíos son peligrosos.
Cuando llegaron había dos coches patrulla con los agentes listos. Beckett abrió el maletero y cogió su chaleco para ponérselo. Castle la imitó poniéndose el suyo y fueron a que un agente les diera más detalles de lo sucedido.
Están detrás de una de esas puertas – El agente señaló tres portones grandes – pero no sabemos exactamente en cual. Por eso estábamos esperándoles, detective. Somos pocos, aún tienen que llegar otras cuatro patrullas más. No tenemos prisa, por detrás no hay salida, así que no se pueden ir muy lejos.
Mientras que el agente hablaba con Beckett, se empezó a oír un ruido sordo de neumáticos chirriando a tope. Castle no perdió tiempo y sacó su teléfono, pulsó la aplicación de “cámara de fotos” y apuntó directamente a las puertas de los almacenes. Al segundo el todoterreno atravesó una de las puertas, haciéndola cachos, y paso por delante de todos los agentes, que estaban atónitos por la escena. Beckett se metió corriendo en el coche patrulla que le quedaba más cerca y lo puso en marcha rápido. Haciendo ruedas, salió como un rayo detrás del todoterreno. Le llevaban mucha ventaja, pero ella no iba a dejarlos escapar tan fácilmente. Vio que alguien sacaba medio cuerpo por la ventanilla del copiloto, con una metralleta y empezó a disparar indiscriminadamente hacia el coche patrulla. Las balas atravesaron la luna del coche justo cuando Beckett bajó la cabeza – Esa estuvo cerca – Pensó. La adrenalina corría por su cuerpo a mil por hora y cada vez le separaba menos distancia del vehículo al que seguía. El de la metralleta seguía disparando y ella decidió que sería más seguro atacar por el lado del conductor cuando llegara a su altura. De repente vio como a unos cuantos metros, del portón de uno de los almacenes, aparecía el culo de un camión que alguien estaba sacando a la carretera por donde se ella estaba a punto de pasar. El todoterreno todavía tenía espacio en la vía para pasar sin darle, así que no tuvo problemas. Beckett pensó que tal vez le daría tiempo.
Vamos, vamos, ¡vamos! – Gritó. Pero era inútil, ella estaba muy cerca y el camión había sacado toda la caja fuera. Ya no le quedaba espacio para pasar, así que, pegando un volantazo, se estampó en unos contenedores de basura y el airbag saltó.
Aquí os dejo otro capi. Espero que lo disfrutéis!
CAPÍTULO 4
La luz del nuevo día intentaba entrar por la persiana y Castle remoloneaba metiendo la cabeza debajo de la almohada. Se estiró y miró el reloj. Era tarde y Beckett no le había llamado todavía, cosa que agradeció porque así había podido descansar de la resaca del sábado y el caso del domingo.
Se dio una ducha y se vistió. Salió de su dormitorio dirección a la cocina. Ya estaba pensando en los crepes que iba a prepararse para desayunar.
Cuando llegó al salón vio a su madre que hablaba con un hombre que estaba de espaldas a él. Martha vio a Castle e instantáneamente se dibujó una sonrisa nerviosa en su cara, se mordió el labio y le hizo una señal con la mano para que se acercara.
Richard, querido, te quiero presentar a alguien muy especial – Le dijo cogiéndole del brazo para que se acercara a su invitado. – Es Alexander.
El visitante se dio la vuelta y miró a Castle, que le recorrió con la mirada de arriba abajo sin poder creer lo que tenía delante.
Alexander – dijo Martha dirigiéndose al hombre – Te he hablado mucho de él. Es Richard, tu hijo.
Esa mañana Beckett estaba todavía rellenado informes del caso que había cerrado la tarde anterior. Llevaba ya unas horas ahí dentro y agradecía la calma para poder trabajar tranquilamente ya que sabía que dentro de poco Castle llegaría como un huracán y no podría estar tan concentrada.
Efectivamente, Castle salió del ascensor al poco tiempo, a paso ligero y con muchas, muchas ganas de hablar.
Cogió a Beckett del brazo y le dijo que le acompañara a la sala de descanso.
No te lo vas a creer – le dijo dando vueltas por la habitación- Es que no vas a creértelo…
Castle ¿Qué te pasa? – Ella lo sabía perfectamente, pero tenía que disimular.
Mi padre. En mi casa… ¡Con mi madre! – Hablaba mirándola a los ojos con la ilusión de un niño en navidad.- Ha sido como en esa peli, Regreso al Futuro, donde se veía a Michael J. Fox de viejo mientras que seguía siendo joven… Es como verme con cuarenta años más, Beckett…
Vaya, Castle, te veo emocionado –Dijo ella, aliviada por la buena reacción de Castle.
Si, lo estoy, detective- continuó, cogiéndola de por los hombros- esto hay que celebrarlo… ¡Te invito a cenar!
¿Qué? Se supone que ahora que conoces a tu padre, tendrás que pasar tiempo con él, ¿no? ¿O es que todo te sirve como excusa para tener una cita conmigo?- Le preguntó con cara de interrogatorio.
¿Y qué quieres que haga? ¿Me lo llevo al parque para que me empuje en los columpios? –Bromeó.
Vamos, Castle, sabes a qué me refiero – Se rió Kate.
Bueno, entones, puedo invitarle a él también – Empezó a pensar- y a mi madre. Llamaré a Alexis, a ver qué tiene que hacer esta noche… Iremos todos a un tailandés al que hace tiempo que quiero ir. ¿Qué te parece?
No sé, Castle, parece algo muy familiar – Aun que le gustaba la idea, no quería sentir que sobraba.
Pero si tú ya eres casi de la familia, venga – Protestó Castle.
¿Cómo? ¿Algo así como una hermana? – “que no diga que si, que no lo diga…” pensaba ella.
¿Como una hermana? Vamos, Beckett, puedo pensar en ti como muchas cosas, créeme – dijo alzando las cejas – pero, desde luego, nunca como una hermana. Solo es que esto es especial para mí y me gustaría que vinieras, pero si no te apetece, lo entiendo…
No, si, bueno, yo… - Dudaba, pero tenía que darle una respuesta- Iré contigo a esa cena.-Dijo por fin.
¡Genial! –Exclamó. La apretó en un abrazo de oso y salió corriendo de la habitación mientras que sacaba el móvil para empezar a organizarlo todo.
Ella se quedó ahí parada mirando como se iba. Desde que lo suyo con Josh había terminado, su perspectiva sobre ella y Castle había cambiado bastante. La conversación en el bar sobre sus anteriores matrimonios también le había dado un poco más de confianza para pensar que, si alguna vez tenía algo con él, aquello podría funcionar. Pero quería ir despacio. Ahora que habían llegado hasta ahí, no quería fastidiarlo todo. Pero eso de ir despacio no iba con Castle y se lo ponía muy difícil con sus insinuaciones y todo el coqueteo que, día tras día, hacían que fuera a trabajar con una sonrisa a pesar de que su trabajo no lo permitiera.
Salió de la sala de descanso y fue hacia su escritorio para seguir con su papeleo.
La tarde pasó rápida y cada uno se fue a su casa para prepararse para la cena.
Habían quedado directamente en el restaurante y Beckett llegaba un poco tarde por culpa del tráfico. Cuando llegó a la puerta, Castle le estaba esperando.
Ya están dentro – Le dijo mirándola de arriba a abajo. Estaba impresionante.
Lo siento, ha sido este maldito trafico – Se disculpó. No dejó escapar la cara de Castle al verla llegar. Le hacía mucha gracia tener ese efecto en él. Ella sabía que se derretía cuando la veía, y eso le encantaba.
No importa, hemos llegado hace poco – Contestó. Le cedió el paso poniendo una mano en cintura y entrando detrás de ella.- Espero que vengas con hambre.
Cuando estaban cerca de la mesa, todos se volvieron para ver a la pareja. Alexander se levantó para recibir a Kate. – Richard, no me habías dicho que tenías una novia tan encantadora – dijo cogiendo la mano de Beckett y mirándola a los ojos. En cuanto ella le vio sabía de donde había heredado Castle aquel carácter de mujeriego. Efectivamente se parecían más de lo que ella se hubiera imaginado.
No, es una amiga – Corrigió Castle, mirando a Beckett nervioso.- Trabajamos juntos.
Soy Kate Beckett, encantada – Se presentó.
Alexander Jones – Dijo él besándole la mano.- Un placer.
Una vez hechas las presentaciones, Beckett saludó a Martha y a Alexis. Se notaba en el ambiente que aquella cena era especial para todos. Castle y su padre tenían un humor muy parecido, así que Beckett se sintió muy cómoda entre ellos.
Terminaron de cenar y Martha y Alexander decidieron que irían a tomar algo para comenzar con su fiesta privada. Castle y Alexis iban a pedir un taxi, pero Beckett se ofreció a llevarles.
Llegaron a la puerta del edificio de Castle. Alexis se despidió de Beckett y se metió corriendo en el portal con la escusa de que a la mañana siguiente tenía clase. En realidad quería dejarlos solos un rato porque sabía que su padre estaba deseando estar a solas con Beckett. A Alexis le encantaba la idea de que su padre y Kate pudieran llegar a ser algo más que compañeros de trabajo.
Castle se giró hacia Beckett- ¿Te apetece subir y tomar una copa? – Preguntó. En su cara se podían leer las intenciones que tenía con esa pregunta.
Creo que no – Contestó ella- Mañana hay que trabajar y hoy he madrugado bastante.- Dijo
a modo de excusa mirando al volante. Luego giró la cabeza para encontrarse con él. – Me lo he pasado muy bien, Castle.
Si, yo también – Dijo dándose por vencido- tenemos que repetirlo otro día- Levantó una mano y le acarició la mejilla. Kate se estremeció ante ese gesto, pero disimuló – Gracias por acompañarme, detective.
A ella le decepcionó que el se rindiera tan fácilmente, pero lo aceptó. Cuanto más lejos menos peligro de tirarse a sus brazos. Sonrió apartando sus ojos de los de Castle y volviendo a ponerlos en el volante. Se estaba reprimiendo para no saltar sobre él ahí mismo. “Ten paciencia” se decía.
Buenas noches, Castle.- Dijo por fin con una medio sonrisa.
Buenas noches, Beckett.- Contestó él. Abrió la puerta del coche, dio unos cuantos pasos y desapareció por la puerta de entrada al edificio, no sin antes pararse a mirar como Beckett se incorporaba al tráfico y se perdía en la noche.
A la mañana siguiente, Castle recibió una llamada a su móvil. Era Beckett y contestó con una sonrisa.- ¡Buenos días, detective!
Hola Castle. Tengo un cuerpo – Dijo ella al otro lado de la línea.
Lo sé, y es de infarto – Contestó el con voz sensual.
Vale, Castle. Empiezo de nuevo. –Contó hasta tres y continuó.- Han encontrado el cadáver de una mujer y tenemos que investigar quién o quienes son los culpables de su asesinato.
¡Ah!, te referías a eso… - Su voz sonaba a decepción fingida – pues dime dónde es y voy para allá.
Llegaron los dos a la vez. Castle como siempre llevaba dos cafés y cuando vio a Beckett le dio el suyo. Se acercaron a Expósito, que había llegado hacía un rato y les puso al día. Vieron a algunos periodistas que se estaban amontonando en la puerta de la entrada del edificio donde habían encontrado a la víctima. Beckett le preguntó a uno de los agentes a qué venía tanto alboroto y le contestó que la señora Meyer, era la viuda del señor Ronald Meyer, que fue un famoso hombre de negocios. Cuando él murió, la señora Meyer lo heredó todo ya que no tenían hijos y vivía con todo tipo de lujos y era bastante conocida por sus excentricidades.
La asistenta había encontrado el cuerpo de su jefa, la señora Agnes Meyer, de sesenta y tres años, con visibles signos de violencia en el salón de su casa. La caja fuerte, que escondía detrás de un cuadro – qué original- pensó Beckett, no había sido forzada y se habían llevado todas las joyas, de incalculable valor y unos cuantos fajos de billetes. La asistenta informó que, la última vez que vio a la señora Meyer fue el sábado por la mañana, que sabía que por la noche había quedado con tres amigas para tomar algo en un bar de ahí cerca, pero no sabía nada más. Ella solo iba a limpiar los martes, jueves y sábados y se echaba las manos a la cabeza solo de pensar cuanto tiempo habría estado ahí muerta, sin que nadie la echara en falta.
Hey, Lanie – Beckett se acercó a la forense, que estaba guardando unas fibras en una bolsa de pruebas. - ¿qué tenemos?
Pues a la señora Meyer, con varias heridas por apuñalamiento y muchísimos hematomas por todo el cuerpo. Los salvajes que le han hecho esto la hicieron sufrir hasta que les contó lo que querían saber.
Beckett se acercó al cadáver por si a sus compañeros se les había escapado algo- ¿Cuándo crees que murió?
Creo que la noche del sábado al domingo, pero cuando la tenga encima de mi mesa te sabré decir algo más concreto.
Castle miraba los horribles adornos que decoraban la sala, pensado que, por mucho dinero que tuviera la señora Meyer, el buen gusto en la decoración se lo había dejado olvidado en el armario.
Después de dar un par de vueltas por la casa, Castle y Beckett se montaron en el coche y se dirigieron a la comisaría para investigar si la señora Meyer estaba involucrada en algún lío o su muerte había sido algo casual. Las cerraduras de puertas y ventanas no estaban forzadas, por lo que seguramente, pensó, conocía a su verdugo. La casa no estaba demasiado desordenada, así que, quién o quienes le hicieron eso, sabían exactamente que ella les iba a decir dónde tenían que buscar.
Expósito y Ryan hablaron con un testigo que aseguró ver un todoterreno negro o tal vez azul marino con cinco hombres dentro que salían de la parte trasera del bloque. Al principio no le dio mucha importancia, pero cuando supo lo de la señora Meyer, cayó en la cuenta de que ahí estaban las escaleras de incendios y les habría sido muy fácil entrar y salir por allí sin que nadie les viera. Por suerte, el testigo se acordaba con bastantes detalles de la marca y modelo del vehículo. También le pareció curiosa la matrícula por no ser de la ciudad, por lo que pudo dar algunos datos sobre ella.
Castle y Beckett empezaron a poner todos los datos que tenían en la pizarra blanca y al poco tiempo entraron Expósito y Ryan dirigiéndose hacia ellos como una flecha.
¡Chicos, rápido! – Dijo Ryan. Castle y Beckett lo siguieron para salir de allí mientras Expósito les iba contando lo sucedido – nos acaba de llegar un aviso de que necesitan todos los refuerzos que podamos enviar en los almacenes de las afueras, han localizado un todoterreno que puede ser el que andamos buscando. Cuando una patrulla les ha dado el alto, han empezado a disparar y han huido. Los agentes están bien, y les han podido seguir, pero nos están esperando para entrar en los almacenes. Estos tíos son peligrosos.
Cuando llegaron había dos coches patrulla con los agentes listos. Beckett abrió el maletero y cogió su chaleco para ponérselo. Castle la imitó poniéndose el suyo y fueron a que un agente les diera más detalles de lo sucedido.
Están detrás de una de esas puertas – El agente señaló tres portones grandes – pero no sabemos exactamente en cual. Por eso estábamos esperándoles, detective. Somos pocos, aún tienen que llegar otras cuatro patrullas más. No tenemos prisa, por detrás no hay salida, así que no se pueden ir muy lejos.
Mientras que el agente hablaba con Beckett, se empezó a oír un ruido sordo de neumáticos chirriando a tope. Castle no perdió tiempo y sacó su teléfono, pulsó la aplicación de “cámara de fotos” y apuntó directamente a las puertas de los almacenes. Al segundo el todoterreno atravesó una de las puertas, haciéndola cachos, y paso por delante de todos los agentes, que estaban atónitos por la escena. Beckett se metió corriendo en el coche patrulla que le quedaba más cerca y lo puso en marcha rápido. Haciendo ruedas, salió como un rayo detrás del todoterreno. Le llevaban mucha ventaja, pero ella no iba a dejarlos escapar tan fácilmente. Vio que alguien sacaba medio cuerpo por la ventanilla del copiloto, con una metralleta y empezó a disparar indiscriminadamente hacia el coche patrulla. Las balas atravesaron la luna del coche justo cuando Beckett bajó la cabeza – Esa estuvo cerca – Pensó. La adrenalina corría por su cuerpo a mil por hora y cada vez le separaba menos distancia del vehículo al que seguía. El de la metralleta seguía disparando y ella decidió que sería más seguro atacar por el lado del conductor cuando llegara a su altura. De repente vio como a unos cuantos metros, del portón de uno de los almacenes, aparecía el culo de un camión que alguien estaba sacando a la carretera por donde se ella estaba a punto de pasar. El todoterreno todavía tenía espacio en la vía para pasar sin darle, así que no tuvo problemas. Beckett pensó que tal vez le daría tiempo.
Vamos, vamos, ¡vamos! – Gritó. Pero era inútil, ella estaba muy cerca y el camión había sacado toda la caja fuera. Ya no le quedaba espacio para pasar, así que, pegando un volantazo, se estampó en unos contenedores de basura y el airbag saltó.
Re: después de la tormenta
No way, no me podés dejar así!!! qué pasó? están bien? waaaaaaaa quiero saber que pasaaaaaa
Re: después de la tormenta
ahhh que pasa que pasaaaaa
continuaaaa jejejej te esta quedado divino!!!
continuaaaa jejejej te esta quedado divino!!!
IsaVera- Autor de best-seller
- Mensajes : 762
Fecha de inscripción : 10/01/2011
Edad : 40
Localización : Cartagena, Murcia
Re: después de la tormenta
Cada capitulo me sorprendo más de lo bien que escribes.
Me gusta mucho como lo has relatado
Me gusta mucho como lo has relatado
andrea3msc- Autor de best-seller
- Mensajes : 933
Fecha de inscripción : 15/01/2011
Edad : 28
Re: después de la tormenta
Este lo tenía medio pensado, así que lo he escrito rápido... Muchísimas gracias por los comentarios.
Espero que os guste el momentillo romántico...
CAPITULO 5
Castle llegó en el asiento trasero de otro coche patrulla hasta donde estaba Beckett. Al ver el coche estampado, se bajó corriendo y fue hacia ella. Estaba inconsciente y tenía sangre por toda la frente. Por suerte, se había puesto el cinturón y no había salido volando. Abrió la puerta del conductor y la llamó.
¡Beckett! Vamos, dime algo… – Estaba desesperado. No quería moverla mucho por si tenía lesiones cervicales, pero agarraba su mano llevándosela hacia su boca, como si fuera a trasmitirle oxígeno a través de ella.
Beckett abrió los ojos, giró el cuello y vio a Castle, agachado a su lado. Castle respiró aliviado y se incorporó un poco hacia ella. -¿Estás bien?
Creo que si. Casi los tenía, Castle… - Él vio claramente la herida que tenía en la cabeza.
¿Crees que puedes levantarte? –No le importaba nada que el todoterreno hubiera conseguido huir, solo que ella parecía no tener nada muy grave.
Si, sólo ha sido el golpe, estoy bien, de verdad –Dijo ella, saliendo del coche con ayuda de Castle.
Los demás compañeros se acercaron para ver si la detective se encontraba bien – He llamado a una ambulancia – Comentó uno- Tiene que estar al venir.
En la ambulancia estuvieron examinando la herida de Beckett, la curaron un poco, solo era un rasguño que se había hecho al darse contra la ventanilla, así que, después de repetirle a Castle veinte veces que ella se encontraba bien, los sanitarios le dieron unas pastillas para el dolor y le dijeron que si sentía mareos o nauseas, que fuera directa a urgencias.
Cuando bajó de la ambulancia, Ryan y Expósito se acercaron a ella para saber cómo se encontraba e informarle de que ya había unos cuantos agentes registrando el almacén.
Por el momento habían encontrado poca cosa, dentro de ese almacén solo había una mesa de escritorio con cajones de seguridad, unas sillas y unos cuantos planos de la ciudad.
Los cajones estaban abiertos, se notaba que lo habían vaciado todo antes de huir y no había mucho que analizar ahí, solo quedaba ver si los del CSI podrían obtener alguna huella.
Beckett echó un vistazo por el almacén abandonado, con Castle pisándole los talones y mirándola como si en cualquier momento se fuera a desmayar. - ¡Basta ya, Castle!
Deberías irte a casa, -Replicó él- Expósito y Ryan se pueden quedar aquí y tú y yo nos vamos. Mañana podremos seguir con esto…
Se me ocurre algo mejor – contestó ella.- ¿Porqué no dejas de comportarte como mi si fueras mi padre y me ayudas a buscar algo? Así por lo menos serías útil…
Castle negó con la cabeza mirando al suelo ¿Qué podría encontrar en un almacén vacío?
¡Bingo! – Se agachó hacia el suelo y cogió un diminuto y brillante objeto.
Ante la exclamación de Castle, Beckett se dirigió hacia él para ver que se había encontrado.
Era un pendiente, no muy grande, que constaba de un diamante del tamaño de una lenteja con varios zafiros diminutos alrededor.
Esto ya lo he visto antes… en alguna parte… – Castle empezó a repasar mentalmente de qué recordaba esa joya. - ¡Claro! Pertenece a la señora Meyer.- Dijo mirando a Beckett como si acabara de descubrir el fuego.- Lo vi en una de las fotos que nos pasó su aseguradora. - La compañía de seguros de la señora Meyer tenía fotos y archivos de cada una de las joyas que guardaba en la caja fuerte y les había pasado copias a la comisaría por si las encontraban.
Se lo daremos a los agentes para que lo comprueben – Dijo Expósito, que se había acercado al escuchar a Castle. Cogió el pendiente y lo metió en una bolsa con la palabra PRUEBA impresa y se dirigió hacia otro agente para que la guardara con los pocos restos que habían encontrado de los delincuentes en el almacén.
Ryan se acercó a Beckett para decirle que había quedado con Jenny para elegir las flores para la boda y preguntó a Beckett si le importaba que ella y Castle acercaran a Expósito para que él pudiera ir directo a recoger a su chica. Ella le dijo que no había problema. Luego, Beckett fue a contarle a otro agente lo que había pasado durante la persecución para que hicieran el informe y cuando terminó, les hizo una señal a Castle y a Expósito para que se montaran en el coche mientras que el resto de los agentes seguían inspeccionando el local.
¿No irás a conducir tú, detective? – Preguntó Castle, aunque ya suponía cual sería la respuesta.
Pues la verdad es que me apetece llegar viva a casa, así que, desde luego, tú no vas a coger mi coche. – Beckett ocupó el asiento del conductor.
Pues quién lo diría, por la forma de conducir de hace un rato… – Castle le buscaba la gracia, aunque le costaba, porque se había pegado un buen susto.
Tranquilo, Castle, yo vigilo – dijo Expósito adelantándole y ocupando el asiento del copiloto.
¡Hey! Que tu novia te haya abandonado no te da derecho a que me quites mi sitio – Protestó Castle. Al final se fue al asiento trasero y se puso cómodo.
La lluvia empezó a caer como una gruesa manta por toda la carretera. Aunque tenía los limpiaparabrisas trabajando a tope, a Beckett le costaba ver la carretera.
Puedes dejarme en casa de Lanie, si no te importa – Dijo Expósito con un poco de vergüenza.- Está más cerca que mi casa y así no tendréis que hacer tanto camino a la vuelta.
Como quieras – Dijo Beckett sin dejar de mirar al frente, aunque una sonrisa luchaba por salir.
Lanie vivía en un barrio a las afueras, por lo que los almacenes no pillaban lejos, aunque si que estaba lejos del resto de la civilización.
Cuando llegaron, Expósito se despidió antes de salir. – Gracias Beckett. Yo que tú bajaba los cerrojos en los semáforos, este barrio es un poco peligroso por las noches.
Vaya, veo que te lo conoces bastante bien – Respondió Beckett sabiendo que le estaba poniendo en una situación comprometida.- Pero recuerda que voy armada, Expósito. Buenas noches.
Buenas noches.- Se dirigió a Castle – Buenas noches, tío… ¿Castle? – Castle estaba durmiendo como un niño de seis años después de un día en un parque de atracciones.
Creo que vas a tener un viaje tranquilo – Le dijo a Beckett. Ella miró a Castle y luego vio como Expósito salía corriendo del coche hacia el portal de Lanie mientras la lluvia le caía encima. Beckett pensó que tendría que hacer caso a Expósito y le dio al botón del seguro para cerrar el coche desde dentro.
Por el camino de vuelta, Beckett miraba a Castle a través del espejo retrovisor. Se aburría un poco sabiendo que lo tenía detrás y no le estaba dando la murga con una historia paranormal de las suyas, así que decidió despertarle. Se paró en un camino poco iluminado, giró el cuerpo en su asiento y empezó a moverle la rodilla con la mano. - ¡Castle! Despierta, ven delante conmigo, ya dormirás cuando llegues a casa…- Nada. Empezó a escalar entre los dos asientos de delante para ponerse atrás con él, giró el cuerpo hacia donde él se encontraba –Castle, vamos… - Como no se movía, acomodó su brazo en el reposacabezas trasero y le tocó el pelo suavemente con la mano mientras le miraba fijamente. Pocas veces podía verlo tan quieto. Kate le miraba con dulzura mientras disfrutaba del tacto de su pelo.
Los ojos de Castle se abrieron de golpe y ella apartó su mano como si le hubiera dado una descarga eléctrica.- ¿¡Cuánto tiempo llevas despierto!? – Gritó enfadada.
Desde antes de que te sentaras aquí atrás. Pero sigue, por favor, me encanta que me acaricies – Dijo él con una sonrisa juguetona.
Eres imbécil – Concluyó ella. Giró el cuerpo dispuesta a salir de la parte de atrás y volver a su asiento, pero la manilla de la puerta no se movía. Se acordó de que había cerrado y además, llovía a cántaros. Tendría que volver a su asiento trepando, tal y como había hecho antes. Estupendo. Se volvió y miró a Castle con el ceño fruncido. Él la cogió suavemente del brazo para que no se fuera y la miró a los ojos muy serio – Cuando te he visto en ese coche, con la sangre en la cara… bueno, me has dado un buen susto.- Ella no esperaba que se fuera a poner sentimental en aquel momento.- No sé que haría si te pasara algo…
Ya me imagino, no creo que te fuera fácil encontrar a alguien con tanta paciencia contigo – Ella sabía que él hablaba en serio, pero intentaba quitarle importancia, porque estaba a punto de empezar a temblar.
Él se acercó un poco más. – Seguramente no, pero hablo en serio, Kate.- Dijo poniendo una mano en su mejilla. Su voz era suave y tranquila. Ella se quedó inmóvil mientras él se acercaba más y más, atravesándola con sus despiertos ojos azules. Ahí dentro no habría interrupciones ni podía poner excusas para mirar hacia otro lado. Solo estaban ellos dos y sabía que iba a tener que enfrentarse a lo que sentía por él.
Por fin Castle llegó hasta sus labios. La besó despacio, como si tuvieran todo el tiempo del mundo y ella no hizo nada para impedírselo. Castle se separó un poco para ver su reacción. Ella le miraba, aun sin atreverse a mover un músculo. Al no ver reacción por su parte, Castle decidió intentarlo de nuevo y volvió a acercarse a sus labios muy despacio. Pero se sorprendió al ver como ella fue hacia él más rápido.
A la mierda con todo- pensó, estaba harta de esperar ¿A qué? era libre, sabía lo que quería. Lo quería a él, con todos sus sentidos y se lo iba a demostrar. No quería volver a perderlo y sabía que tenía que ser consecuente con sus sentimientos de una vez. Se lo debía por todo el tiempo que lo había rechazado. Echó la culpa entonces a su absurda cabezonería y a su miedo a que la hicieran sufrir sin darse cuenta de que por lo único que sufría era por no estar con él. Lo beso más apasionadamente de lo que él lo había hecho, agarrándole la cara con las dos manos y acercando su cuerpo más al de Castle. El la acarició el pelo, bajando hasta sus brazos y volviendo a subir. Siguieron así durante unos minutos, separándose un poco solo para mirarse a los ojos de vez en cuando.
Los besos se fueron haciendo más intensos y un calor incontrolable les invadió. Castle la agarró por la cintura y la ayudó a ponerse a horcajadas encima de él. La abrazó con fuerza pasando sus manos por su espalda. Ella se separó de repente, con una expresión en su cara que le hizo saber que había llegado el momento. Agarró a Castle del cuello de la camisa para acercar su cuerpo más a él y bajo las manos hasta los botones. Empezó a desabrocharlos mientras hundía la cabeza en su cuello, besándolo, subió por su mandíbula hasta volver a encontrar su boca. Por fin terminó con el último botón y él se echó hacia delante para que pudiera terminar de quitarle la camisa. Él le quitó la chaqueta y palpó el arma que todavía llevaba Kate enfundada, en un costado. Le desabrochó la funda, cogiendo la pistola con una mano y la miró con picardía - Espero que no quieras utilizar esto ahora.- dijo con la respiración entrecortada.
Creo que por el momento no... - contestó ella mordiéndose un labio y mirándolo profundamente - pero no la dejes muy lejos...- Le quitó el arma a Castle y la dejó en el suelo de la parte que quedaba libre del asiento trasero.
Castle volvió a poner sus manos en la cintura de Kate y empezó a subirle la blusa. Ella levantó los brazos para que él pudiera quitársela con más facilidad. Se miraron fijamente el uno al otro, transmitiéndose todas las cosas que no se habían dicho en estos años.
Castle bajó su mirada hacia la clavícula de Kate y pudo ver roce que le había hecho el cinturón del coche en el accidente. Por su mente volvió a pasar la imagen de Kate inconsciente. Ella lo entendió y le acarició la cara. –Estoy bien – le dijo dulcemente. Castle la atrajo por la espalda más hacia él. Besándole el cuello, bajó hasta su pecho y se perdió un rato mientras el sujetador salió volando hacia algún lugar del coche. Ella bajó sus manos por el cuerpo de Castle hasta que llegaron a la cintura del pantalón. Lo desabrochó sin demasiada delicadeza. El volvió a poner sus manos en la cintura de Kate hasta que encontró el botón de sus vaqueros. Ella se bajó de encima de Castle para poder quitarse más rápido las botas y los pantalones. Él le ayudó a tirar de ellos y del resto de su ropa interior. Luego llegó su turno. Levantó la pelvis para que ella tirara de sus pantalones y de sus boxer. Estaban ansiosos y se miraban como dos animales a punto de atacarse cuando, al instante, ya tenía a Kate encima de él indicándole el camino hacia su interior.
El vaho se había apoderado de todos los cristales y solo les acompañaba el ruido de la lluvia estampándose contra la chapa del coche del mientras que la oscuridad empezaba a ganar terreno al final del día.
------------------------------------------------------------------------------------------------Otra vez yo... jeje... bueno, decidme si os ha parecido cutre o no que su primera vez sea en el asiento trasero de un coche... Es que, la verdad, no se me ocurría otra manera de que Beckett no saliera corriendo!! Estaba entre el coche o meterles en un pozo abandonado en mitad de un bosque (coche... pozo... ¡mejor coche!)
Tambien quería dejaros la canción que me venía a la cabeza para escribir la escenita. Es de Sidecars y se llama Cremalleras. Os dejo el enlace por si os apetece escucharla: https://www.youtube.com/watch?v=ftmtcQPEELw
Gracias por leerme
Espero que os guste el momentillo romántico...
CAPITULO 5
Castle llegó en el asiento trasero de otro coche patrulla hasta donde estaba Beckett. Al ver el coche estampado, se bajó corriendo y fue hacia ella. Estaba inconsciente y tenía sangre por toda la frente. Por suerte, se había puesto el cinturón y no había salido volando. Abrió la puerta del conductor y la llamó.
¡Beckett! Vamos, dime algo… – Estaba desesperado. No quería moverla mucho por si tenía lesiones cervicales, pero agarraba su mano llevándosela hacia su boca, como si fuera a trasmitirle oxígeno a través de ella.
Beckett abrió los ojos, giró el cuello y vio a Castle, agachado a su lado. Castle respiró aliviado y se incorporó un poco hacia ella. -¿Estás bien?
Creo que si. Casi los tenía, Castle… - Él vio claramente la herida que tenía en la cabeza.
¿Crees que puedes levantarte? –No le importaba nada que el todoterreno hubiera conseguido huir, solo que ella parecía no tener nada muy grave.
Si, sólo ha sido el golpe, estoy bien, de verdad –Dijo ella, saliendo del coche con ayuda de Castle.
Los demás compañeros se acercaron para ver si la detective se encontraba bien – He llamado a una ambulancia – Comentó uno- Tiene que estar al venir.
En la ambulancia estuvieron examinando la herida de Beckett, la curaron un poco, solo era un rasguño que se había hecho al darse contra la ventanilla, así que, después de repetirle a Castle veinte veces que ella se encontraba bien, los sanitarios le dieron unas pastillas para el dolor y le dijeron que si sentía mareos o nauseas, que fuera directa a urgencias.
Cuando bajó de la ambulancia, Ryan y Expósito se acercaron a ella para saber cómo se encontraba e informarle de que ya había unos cuantos agentes registrando el almacén.
Por el momento habían encontrado poca cosa, dentro de ese almacén solo había una mesa de escritorio con cajones de seguridad, unas sillas y unos cuantos planos de la ciudad.
Los cajones estaban abiertos, se notaba que lo habían vaciado todo antes de huir y no había mucho que analizar ahí, solo quedaba ver si los del CSI podrían obtener alguna huella.
Beckett echó un vistazo por el almacén abandonado, con Castle pisándole los talones y mirándola como si en cualquier momento se fuera a desmayar. - ¡Basta ya, Castle!
Deberías irte a casa, -Replicó él- Expósito y Ryan se pueden quedar aquí y tú y yo nos vamos. Mañana podremos seguir con esto…
Se me ocurre algo mejor – contestó ella.- ¿Porqué no dejas de comportarte como mi si fueras mi padre y me ayudas a buscar algo? Así por lo menos serías útil…
Castle negó con la cabeza mirando al suelo ¿Qué podría encontrar en un almacén vacío?
¡Bingo! – Se agachó hacia el suelo y cogió un diminuto y brillante objeto.
Ante la exclamación de Castle, Beckett se dirigió hacia él para ver que se había encontrado.
Era un pendiente, no muy grande, que constaba de un diamante del tamaño de una lenteja con varios zafiros diminutos alrededor.
Esto ya lo he visto antes… en alguna parte… – Castle empezó a repasar mentalmente de qué recordaba esa joya. - ¡Claro! Pertenece a la señora Meyer.- Dijo mirando a Beckett como si acabara de descubrir el fuego.- Lo vi en una de las fotos que nos pasó su aseguradora. - La compañía de seguros de la señora Meyer tenía fotos y archivos de cada una de las joyas que guardaba en la caja fuerte y les había pasado copias a la comisaría por si las encontraban.
Se lo daremos a los agentes para que lo comprueben – Dijo Expósito, que se había acercado al escuchar a Castle. Cogió el pendiente y lo metió en una bolsa con la palabra PRUEBA impresa y se dirigió hacia otro agente para que la guardara con los pocos restos que habían encontrado de los delincuentes en el almacén.
Ryan se acercó a Beckett para decirle que había quedado con Jenny para elegir las flores para la boda y preguntó a Beckett si le importaba que ella y Castle acercaran a Expósito para que él pudiera ir directo a recoger a su chica. Ella le dijo que no había problema. Luego, Beckett fue a contarle a otro agente lo que había pasado durante la persecución para que hicieran el informe y cuando terminó, les hizo una señal a Castle y a Expósito para que se montaran en el coche mientras que el resto de los agentes seguían inspeccionando el local.
¿No irás a conducir tú, detective? – Preguntó Castle, aunque ya suponía cual sería la respuesta.
Pues la verdad es que me apetece llegar viva a casa, así que, desde luego, tú no vas a coger mi coche. – Beckett ocupó el asiento del conductor.
Pues quién lo diría, por la forma de conducir de hace un rato… – Castle le buscaba la gracia, aunque le costaba, porque se había pegado un buen susto.
Tranquilo, Castle, yo vigilo – dijo Expósito adelantándole y ocupando el asiento del copiloto.
¡Hey! Que tu novia te haya abandonado no te da derecho a que me quites mi sitio – Protestó Castle. Al final se fue al asiento trasero y se puso cómodo.
La lluvia empezó a caer como una gruesa manta por toda la carretera. Aunque tenía los limpiaparabrisas trabajando a tope, a Beckett le costaba ver la carretera.
Puedes dejarme en casa de Lanie, si no te importa – Dijo Expósito con un poco de vergüenza.- Está más cerca que mi casa y así no tendréis que hacer tanto camino a la vuelta.
Como quieras – Dijo Beckett sin dejar de mirar al frente, aunque una sonrisa luchaba por salir.
Lanie vivía en un barrio a las afueras, por lo que los almacenes no pillaban lejos, aunque si que estaba lejos del resto de la civilización.
Cuando llegaron, Expósito se despidió antes de salir. – Gracias Beckett. Yo que tú bajaba los cerrojos en los semáforos, este barrio es un poco peligroso por las noches.
Vaya, veo que te lo conoces bastante bien – Respondió Beckett sabiendo que le estaba poniendo en una situación comprometida.- Pero recuerda que voy armada, Expósito. Buenas noches.
Buenas noches.- Se dirigió a Castle – Buenas noches, tío… ¿Castle? – Castle estaba durmiendo como un niño de seis años después de un día en un parque de atracciones.
Creo que vas a tener un viaje tranquilo – Le dijo a Beckett. Ella miró a Castle y luego vio como Expósito salía corriendo del coche hacia el portal de Lanie mientras la lluvia le caía encima. Beckett pensó que tendría que hacer caso a Expósito y le dio al botón del seguro para cerrar el coche desde dentro.
Por el camino de vuelta, Beckett miraba a Castle a través del espejo retrovisor. Se aburría un poco sabiendo que lo tenía detrás y no le estaba dando la murga con una historia paranormal de las suyas, así que decidió despertarle. Se paró en un camino poco iluminado, giró el cuerpo en su asiento y empezó a moverle la rodilla con la mano. - ¡Castle! Despierta, ven delante conmigo, ya dormirás cuando llegues a casa…- Nada. Empezó a escalar entre los dos asientos de delante para ponerse atrás con él, giró el cuerpo hacia donde él se encontraba –Castle, vamos… - Como no se movía, acomodó su brazo en el reposacabezas trasero y le tocó el pelo suavemente con la mano mientras le miraba fijamente. Pocas veces podía verlo tan quieto. Kate le miraba con dulzura mientras disfrutaba del tacto de su pelo.
Los ojos de Castle se abrieron de golpe y ella apartó su mano como si le hubiera dado una descarga eléctrica.- ¿¡Cuánto tiempo llevas despierto!? – Gritó enfadada.
Desde antes de que te sentaras aquí atrás. Pero sigue, por favor, me encanta que me acaricies – Dijo él con una sonrisa juguetona.
Eres imbécil – Concluyó ella. Giró el cuerpo dispuesta a salir de la parte de atrás y volver a su asiento, pero la manilla de la puerta no se movía. Se acordó de que había cerrado y además, llovía a cántaros. Tendría que volver a su asiento trepando, tal y como había hecho antes. Estupendo. Se volvió y miró a Castle con el ceño fruncido. Él la cogió suavemente del brazo para que no se fuera y la miró a los ojos muy serio – Cuando te he visto en ese coche, con la sangre en la cara… bueno, me has dado un buen susto.- Ella no esperaba que se fuera a poner sentimental en aquel momento.- No sé que haría si te pasara algo…
Ya me imagino, no creo que te fuera fácil encontrar a alguien con tanta paciencia contigo – Ella sabía que él hablaba en serio, pero intentaba quitarle importancia, porque estaba a punto de empezar a temblar.
Él se acercó un poco más. – Seguramente no, pero hablo en serio, Kate.- Dijo poniendo una mano en su mejilla. Su voz era suave y tranquila. Ella se quedó inmóvil mientras él se acercaba más y más, atravesándola con sus despiertos ojos azules. Ahí dentro no habría interrupciones ni podía poner excusas para mirar hacia otro lado. Solo estaban ellos dos y sabía que iba a tener que enfrentarse a lo que sentía por él.
Por fin Castle llegó hasta sus labios. La besó despacio, como si tuvieran todo el tiempo del mundo y ella no hizo nada para impedírselo. Castle se separó un poco para ver su reacción. Ella le miraba, aun sin atreverse a mover un músculo. Al no ver reacción por su parte, Castle decidió intentarlo de nuevo y volvió a acercarse a sus labios muy despacio. Pero se sorprendió al ver como ella fue hacia él más rápido.
A la mierda con todo- pensó, estaba harta de esperar ¿A qué? era libre, sabía lo que quería. Lo quería a él, con todos sus sentidos y se lo iba a demostrar. No quería volver a perderlo y sabía que tenía que ser consecuente con sus sentimientos de una vez. Se lo debía por todo el tiempo que lo había rechazado. Echó la culpa entonces a su absurda cabezonería y a su miedo a que la hicieran sufrir sin darse cuenta de que por lo único que sufría era por no estar con él. Lo beso más apasionadamente de lo que él lo había hecho, agarrándole la cara con las dos manos y acercando su cuerpo más al de Castle. El la acarició el pelo, bajando hasta sus brazos y volviendo a subir. Siguieron así durante unos minutos, separándose un poco solo para mirarse a los ojos de vez en cuando.
Los besos se fueron haciendo más intensos y un calor incontrolable les invadió. Castle la agarró por la cintura y la ayudó a ponerse a horcajadas encima de él. La abrazó con fuerza pasando sus manos por su espalda. Ella se separó de repente, con una expresión en su cara que le hizo saber que había llegado el momento. Agarró a Castle del cuello de la camisa para acercar su cuerpo más a él y bajo las manos hasta los botones. Empezó a desabrocharlos mientras hundía la cabeza en su cuello, besándolo, subió por su mandíbula hasta volver a encontrar su boca. Por fin terminó con el último botón y él se echó hacia delante para que pudiera terminar de quitarle la camisa. Él le quitó la chaqueta y palpó el arma que todavía llevaba Kate enfundada, en un costado. Le desabrochó la funda, cogiendo la pistola con una mano y la miró con picardía - Espero que no quieras utilizar esto ahora.- dijo con la respiración entrecortada.
Creo que por el momento no... - contestó ella mordiéndose un labio y mirándolo profundamente - pero no la dejes muy lejos...- Le quitó el arma a Castle y la dejó en el suelo de la parte que quedaba libre del asiento trasero.
Castle volvió a poner sus manos en la cintura de Kate y empezó a subirle la blusa. Ella levantó los brazos para que él pudiera quitársela con más facilidad. Se miraron fijamente el uno al otro, transmitiéndose todas las cosas que no se habían dicho en estos años.
Castle bajó su mirada hacia la clavícula de Kate y pudo ver roce que le había hecho el cinturón del coche en el accidente. Por su mente volvió a pasar la imagen de Kate inconsciente. Ella lo entendió y le acarició la cara. –Estoy bien – le dijo dulcemente. Castle la atrajo por la espalda más hacia él. Besándole el cuello, bajó hasta su pecho y se perdió un rato mientras el sujetador salió volando hacia algún lugar del coche. Ella bajó sus manos por el cuerpo de Castle hasta que llegaron a la cintura del pantalón. Lo desabrochó sin demasiada delicadeza. El volvió a poner sus manos en la cintura de Kate hasta que encontró el botón de sus vaqueros. Ella se bajó de encima de Castle para poder quitarse más rápido las botas y los pantalones. Él le ayudó a tirar de ellos y del resto de su ropa interior. Luego llegó su turno. Levantó la pelvis para que ella tirara de sus pantalones y de sus boxer. Estaban ansiosos y se miraban como dos animales a punto de atacarse cuando, al instante, ya tenía a Kate encima de él indicándole el camino hacia su interior.
El vaho se había apoderado de todos los cristales y solo les acompañaba el ruido de la lluvia estampándose contra la chapa del coche del mientras que la oscuridad empezaba a ganar terreno al final del día.
------------------------------------------------------------------------------------------------Otra vez yo... jeje... bueno, decidme si os ha parecido cutre o no que su primera vez sea en el asiento trasero de un coche... Es que, la verdad, no se me ocurría otra manera de que Beckett no saliera corriendo!! Estaba entre el coche o meterles en un pozo abandonado en mitad de un bosque (coche... pozo... ¡mejor coche!)
Tambien quería dejaros la canción que me venía a la cabeza para escribir la escenita. Es de Sidecars y se llama Cremalleras. Os dejo el enlace por si os apetece escucharla: https://www.youtube.com/watch?v=ftmtcQPEELw
Gracias por leerme
Re: después de la tormenta
OOooooo me a encantado!! que malo castle eso es una emboscada con todas las vocales y consonantes!¿cutre? pero si es muy bonito!!
(si hubieras elejido pozo...como los hubieras metido alli????)
(si hubieras elejido pozo...como los hubieras metido alli????)
Re: después de la tormenta
Me encanta tu fic, escribes fenomenal, animo y sigue asi
funkyfish- Policia de homicidios
- Mensajes : 554
Fecha de inscripción : 08/12/2010
Localización : madrid
Re: después de la tormenta
Aishhhh,me encanta,me encanta,me encanta!
andrea3msc- Autor de best-seller
- Mensajes : 933
Fecha de inscripción : 15/01/2011
Edad : 28
Re: después de la tormenta
Creo que la cancion es mas fuerte que el fic JEJEJ pero el fic ha sido impresionanteee y conicido con lo de una emboscada en toda regla... y cutre para nadaaa porque creo que deberian de encontrar un sitio solo para los dos y que les recuerde a esto cuando se sienten en el coche y que se quieran auunn masss JEJEJE creo que hoy estoy un poco romanticonaaa JEJEJEJ
PD: como c****** los ibas a meter en un pozo¿?¿? Es que creo que no iban a caber no¿?¿? me surge la duda igual que a Kate&Castle! um... abra que pensarlooo JEJJEEJ
PD: como c****** los ibas a meter en un pozo¿?¿? Es que creo que no iban a caber no¿?¿? me surge la duda igual que a Kate&Castle! um... abra que pensarlooo JEJJEEJ
Nikki Heat- As del póker
- Mensajes : 274
Fecha de inscripción : 24/01/2011
rakel- Escritor - Policia
- Mensajes : 1218
Fecha de inscripción : 08/01/2011
Edad : 32
Re: después de la tormenta
Wowwwwww!!!! Quiero más jajaja, ideal para leer en un descanso de la facultad jajaja
Me encanto =D, menos mal que iba a ser un viaje tranquilo según Esposito jajaja
Me encanto =D, menos mal que iba a ser un viaje tranquilo según Esposito jajaja
Re: después de la tormenta
Jorja escribió:Wowwwwww!!!! Quiero más jajaja, ideal para leer en un descanso de la facultad jajaja
Me encanto =D, menos mal que iba a ser un viaje tranquilo según Esposito jajaja
JEJEJ ciertoo que tranquiiilooo
Nikki Heat- As del póker
- Mensajes : 274
Fecha de inscripción : 24/01/2011
Re: después de la tormenta
Si desde luego iba a ser un poco difícil que terminaran en un pozo... y más húmedo... jaja!!
La idea era que estuviesen en un sitio pequeño en el que Beckett no pudiera escapar facilmente, que aun así lo intenta... lo del pozo era bromilla... jejeje!!
Me alegro de que os haya gustado, ¡¡no sabéis la ilusión que me hacen vuestros comentarios!!
La idea era que estuviesen en un sitio pequeño en el que Beckett no pudiera escapar facilmente, que aun así lo intenta... lo del pozo era bromilla... jejeje!!
Me alegro de que os haya gustado, ¡¡no sabéis la ilusión que me hacen vuestros comentarios!!
Re: después de la tormenta
Aquí os dejo un nuevo capi. ¡Espero que os guste!
CAPÍTULO 6
Castle abrió la puerta de entrada a su loft. Si alguien buscara en ese momento la palabra “felicidad” en la Wilkipedia, encontraría, al lado de la definición, una foto suya a todo color.
Se dirigió hacia el sofá, donde Alexis y Martha estaban viendo la televisión.
¡Qué gran noche! – Exclamó cuando se acercó a ellas.- Y qué guapas estáis las dos...
¿Pero qué dices, Richard? – Interrumpió su madre, que parecía estar un poco molesta- Si hace un tiempo de perros y, mírate, estás empapado…
Ah, si… ni me había dado cuenta… -dijo rascándose la cabeza y fingiendo indiferencia.
Fue a darle un beso a Alexis- Para quién no parece que sea una gran noche es para la señora Meyer. – Comentó la niña sin dejar de mirar a la televisión – Dicen en las noticias que se la han encontrado muerta.
Si – Castle se extraño de que su hija supiera quién era esa señora.- Ese caso lo estamos llevando nosotros ¿La conocías?
Yo no – Dijo – pero la abuela si. Y dice que la vio hace poco.
Castle dirigió una mirada a su madre - ¿Qué la viste? ¿Cuándo?
El sábado por la noche, cuando salimos a celebrar la primera actuación de mis jóvenes talentos, entramos en un bar y ella, y otras tres mujeres más, estaban sentadas en una de las mesas. – Vio como a Castle se le abrieron los ojos como platos. – Se las escuchaba reírse casi más que a mis compañeros. A esa mujer la conozco de antes porque coincidí con ella en una fiesta de inauguración de un teatro, por eso sé quién es. Siempre estaba formando escándalo por donde pasaba. Esa gente se piensa que, por tener dinero, todo lo que dicen hace gracia y que los demás tenemos que ir adulándoles por donde pasen, si supiera lo que sus amigas van diciendo de ella, la odian... Desde luego esa no sabía quién es Martha Rodgers porque cuando vino a saludar a mi acompañante pavoneándose como… - Castle, que estaba viendo como su madre se iba por las ramas contando otra historia que no era la que él quería oír, carraspeó con la garganta para que se centrara. Martha se dio cuenta - El caso es que yo estaba hablando con Alexander cuando ellas se fueron… se las veía contentas. Y ya no puedo decirte nada más porque no las volví a ver en toda la noche…
¿Y te acuerdas de qué hora era cuando se fueron? –Preguntó intrigado.
Pues no se, querido… serían las diez y algo… - La mujer dudaba porque, entre las copas que llevaba encima y que tampoco le había prestado mucha atención con la aparición de Alexander, no estaba muy segura.
Castle sacó su teléfono móvil dispuesto para llamar a Beckett cuando su madre siguió hablando. Él se vio en la obligación de seguir escuchándola, aunque solo fuera por la información que le acababa de dar.
¡¡Ay!! Qué poco tiempo tuvimos para hablar esa noche Alexander y yo… Nada más irse esas mujeres, recibió una llamada y se tuvo que ir corriendo. Menos mal que me dio tiempo a apuntarle mi teléfono…
Bueno, ¿y qué haces esta noche, que no estás con él? – Se interesó Castle. Lo cierto es que, aunque le hacía cierta ilusión, todavía no se hacía a la idea de que ese hombre tendría que entrar poco a poco en su vida. Y la verdad, con la tarde que había tenido con Beckett, la cabeza no le daba para pensar en otra cosa que no fuera ella, ella y ella.
Hoy tenía algo que hacer. Habíamos quedado para ir al cine pero me llamó y me dijo que le había surgido algo…- dijo con un tono triste.- Yo tampoco quiero atosigarle, ¿Sabes?...Y ni siquiera le he preguntado donde iba, claro que él tampoco me ha pedido que le acompañe…
Vamos, abuela – Alexis le cogió la mano cariñosamente a Martha- Pero si el “abuelo” está loquito por tus huesos – A la chica le hacía gracia eso de llamar a ese hombre casi desconocido “abuelo” y lo pronunciaba remarcándolo mucho.- Además, te ha dicho que mañana va a compensarte – Lo dijo con un tono picante y miró a su padre para guiñarle un ojo. Castle asintió con la cabeza levantando las cejas, en señal de estar totalmente de acuerdo con las insinuaciones de su hija.
Claro madre, seguro que mañana ni te acordarás de esto. Bueno – Concluyó- Creo que me voy a dormir, que mañana seguro que mañana me espera un día largo.
Hasta mañana, cielo – Contestó su madre.
¡Y que sueñes con detectives! – Le gritó su hija antes de que él desapareciera por la puerta. Cuando la oyó, asomó la cabeza de nuevo hacia el salón con una enorme sonrisa en la cara y luego volvió a desaparecer.
Decidió que, en vez de llamar a Beckett para contarle lo sucedido, sería mejor que fuera por la mañana a su casa en persona, para evitar que se perdiera algún detalle… y todas esas excusas…
Toda la lluvia que había caído por la noche, había dejado paso a una mañana despejada con un sol radiante que iluminaba, a través de los grandes ventanales, toda la casa de la detective Kate Beckett.
Ya se había duchado y se disponía a salir hacia la comisaría cuando alguien llamó a la puerta.
Cuando abrió, la expresión que tenía en la cara cambió para convertirse en una interrogadora sonrisa.- ¿Qué haces aquí, Castle?
Él no contestó. Cerró la puerta detrás de él y agarró a Kate por la nuca. La atrajo hacia él y la besó apasionadamente. Empezó a caminar hacia atrás hasta que llegó a la puerta que acababa de cerrar y giró a Kate para que ella se quedara entre esa puerta y su cuerpo. Si quería huir de él, tendría que hacerle daño. No sabía si eso le hacia gracia, pero merecía la pena intentarlo ¿no?
Ella no se resistió demasiado. Al principio se sorprendió, pero luego se dejó llevar. Aunque sabía que tenía que ir a trabajar y, después de unos largos besos, quiso quitarse a Castle de encima.
Vamos, Castle, hay trabajo que hacer – dijo intentando deshacerse de él mientras que Castle seguía entretenido besándola. Pero se dio cuenta de que con esas palabras no lo iba a conseguir que Castle desistiera de sus intenciones, así que probó con las amenazas que tan buen resultado le daban a veces – No me obligues a que pida una orden de alejamiento, aunque sea de diez centímetros, para que me dejes hablar…
Pues calculo… – Contestó Castle sin despegar sus labios de ella – que todavía me quedan siete u ocho centímetros más para volver a hacerte lo de ayer…
¡¡Castle!! – Gritó ruborizándose. Pero, definitivamente, esa era la mejor forma de empezar la mañana y ella, después de la experiencia de la noche anterior, lo sabía. Lo apartó poniendo las manos en su pecho y le miro muy seria - ¿Crees que puedes jugar conmigo?– Empezó a pegarle empujones por todo el salón haciendo que Castle retrocediera hasta que llegaron al pie de las escaleras que subían hacia su dormitorio. Kate se acercó a Castle con mirada felina y le rodeó el cuello con sus brazos.- Te vas a enterar.
Esa es mi chica – Dijo Castle poniendo su mirada más seductora.- El caso puede esperar.- Dijo besándola el cuello y abrazándola fuertemente - Con la foto que le hice al tipo del todoterreno con mi móvil, seguro que lo encontramos enseguida… - Le dijo con voz sensual, mientras que volvía a acercarse para besarla.
¿Qué? – Kate se separó de golpe- ¿Qué tú tienes una foto del tío de ayer y no me has dicho nada?
Bueno, tenía pensado enseñártela hoy…- No hacía falta nada más en la mirada de Kate para saber que no iban a subir esas escaleras. – Se la saqué cuando rompieron la puerta del almacén mientras huían – intentó explicarse.
Kate se dio media vuelta, cruzando el salón y cogió su abrigo. Castle seguía al pie de la escalera – Kate, ¿pero dónde vas? – Dijo levantando los brazos, suplicante- ¡¡Vamos!!
¡Olvídalo! –Dijo desde la puerta – ahora mismo lo único que me interesa de ti, es tu teléfono – fingía estar más enfadada de lo que realmente estaba para hacerle sufrir más.
Castle ladeó la cabeza y se dispuso a seguirla –Con lo bien que iba… ¡¡Soy un bocazas!! – pensaba mientras la alcanzaba.
Llegaron al aparcamiento donde Beckett tenía aparcado el coche. Castle miró a Beckett con picardía. - ¿Qué tal si me monto aquí? - Dijo señalando el asiento trasero del coche?- Creo que es la parte que más me gusta de este cacharro…
¿Y qué tal si te montas en el asiento de copiloto a punta de pistola y te quedas calladito? – Le dijo ella con un tono de lo más amenazante.
Creo que no hará falta que uses la violencia – Pestañeó intentando parecer adorable- Seré el mejor copiloto de la historia, detective. Palabra de Boy Scout.
Si, ya sé cuánto vale esa palabra… - Lo dejó por imposible. Aunque tenía que admitir que era una de las cosas que más le gustaban de él y, si esa relación seguía adelante, algo que Kate deseaba, no quería que nada de lo que ya tenían cambiara. Bastante le había costado llegar hasta ese punto.
Llegaron a comisaría, donde vieron a Expósito poniéndose la cazadora. – Hey, Exposito, ¿dónde vas? – Preguntó la detective.
Beckett, te iba a llamar ahora mismo –Dijo él mostrándole el teléfono que llevaba en su mano.- Han encontrado otro cuerpo y parece que lo han hecho las mismas personas que mataron a la señora Meyer. Ryan nos está esperando allí ¿Me seguís con el coche?
Claro – Contestaron Castle y Beckett casi a la vez.
Cuando llegaron a la escena del crimen, en la quinta planta de un lujoso edificio, Ryan les estaba esperando con su libreta de apuntes en la mano.- Hilary Monroe, sesenta y cuatro años, encontrada muerta en su dormitorio con varias puñaladas. La caja fuerte que escondía en su vestidor estaba abierta y vacía, sin usar la fuerza. Igual que la puerta y las ventanas. Nada ha sido forzado.
Un vecino dijo que la noche anterior oyó ruidos y que se asomó al pasillo para ver si veía a alguien. Llamó un par de veces a la señora Monroe y ésta le dijo, sin abrir la puerta, que estaba bien, que solo se le habían caído unas cajas y el vecino se fue pero que su mujer volvió a llamarla por la mañana, porque no se quedaron tranquilos y que ya no contestaba. Entonces fue cuando llamaron a la policía.
Se dirigieron al dormitorio de la víctima. Cuando la encontraron en el suelo vieron que, efectivamente parecía el mismo modus operandi, solo que en esta ocasión, la señora tenía la cara irreconocible por los golpes.
Lanie se acercó a Kate. - Tiene cuchilladas leves en los brazos. Ésta se intentó defender. Y aquí, en el abdomen - dijo señalándola con la punta del bolígrafo- son mucho más profundas. Hemos encontrado un pelo escondido entre los dedos de la señora Monroe y vamos a llevarlo a analizar.
A lo mejor eso nos da una buena pista.- Dijo Beckett sin dejar de quitarle ojo a la cara casi desfigurada de aquella mujer.
¡Por cierto! –Castle se acordó de la conversación que había tenido con su madre la noche anterior. Cogió a Kate del brazo y la apartó un poco del resto de los agentes.
Castle, aquí no…- dijo ella, imaginando las intenciones de Castle.
Él se rió ante lo previsible que parecía- no, no es eso… es sobre la señora Meyer. –Beckett, que hasta el momento sonreía, se puso seria, dispuesta a escuchar lo que tenía que decirle.- Mi madre me contó que la vio la noche del sábado, que iba con tres amigas, tal y como nos contó la asistenta y que estaba teniendo una feliz noche de borrachera. Dice que se fueron del bar sobre las diez y algo.
¿Y? – Contestó Kate.- eso ya nos lo han verificado sus amigas.
Ya… pero mi madre me contó que sus amigas… -Alzó las cejas para darle importancia a sus palabras- no la querían tanto como le demostraban. Imagínate, las tres están hartas de aguantar las bromas de mal gusto y los continuos cambios de humor de su amiga la rica excéntrica, pero ninguna se atreve a decírselo porque en el fondo la tienen miedo… pero, una tarde están las tres amigas tomando el té y a una se le ocurre que pueden contratar a unos sicarios para que la maten y haga que parezca un robo. Al principio lo dice solo de broma, pero a las otras no les parece tan descabellado y, poco a poco, van planeándolo todo- Dijo al fin sonriendo como si acabara de terminar de hacer un puzzle.- Si contrataban a alguien para hacer el trabajo sucio… ¡¡¡ninguna parecería culpable!!!
Vale, y ¿cómo explicas que ese crimen se parezca tanto al de la señora Monroe? –Preguntó Beckett un poco cansada de perder el tiempo con las teorías surrealistas de Castle.
Tal vez se conocían del club de tenis y también la tenían tirria… - Contestó Castle, quedándose sin argumentos.- Ya sabes, tres mujeres mayores y solas buscan maneras diferentes de divertirse, unas veces juegan a las cartas, otras contratan asesinos para terminar con la vida de sus amigas…
Vale Castle – Kate sabía que Castle estaba desvariando, así que se dio media vuelta y volvió con sus compañeros.
Volvieron a la comisaría y lo primero que hicieron fue sacar la foto que Castle había hecho con su móvil y enviarla para que la analizaran. En ella se veía claramente la cara del conductor. El copiloto llevaba una gorra y tenía la cabeza agachada, así que, con la visera, no se le veía la cara – probablemente estaba cargando la ametralladora con la que me disparó – dijo Beckett.
Castle la miró y, procurando que no se notara, se acercó disimuladamente a Kate y le pasó una mano por la parte baja de la espalda. Ella le miró con discreción y sonrió.
Sus miradas cómplices no pasaron desapercibidas para Ryan y Expósito, que hacían como que no se daban cuenta de lo que estaba pasando mientras repasaban los detalles de la foto.
Luego se dirigieron a la pizarra para colocar los datos del nuevo asesinato. Aparentemente, lo único que tenían en común esas dos mujeres era su conocida fortuna. Una por herencia y la otra porque, en la separación de su último matrimonio, literalmente desplumó a su marido y se quedó con casi todo su patrimonio y parte de una empresa medio en ruinas, que más tarde ella le volvió a vender a su ex marido por una ridícula cantidad.
Por supuesto al primero que interrogaron fue al marido, pero éste dijo que esa noche estaba en una fiesta y que las cuatro modelos rubias que le acompañaron hasta las cinco de la mañana, podrían confirmárselo, a parte del recepcionista del hotel donde se alojaron. También repitió, como unas cuatro veces, que estuvo con esas rubias en el jacuzzi de la suite pasando un buen rato. Comentó que se alegraba de que a esa “sanguijuela” por fin le hubieran dado su merecido, pero que no sabia quién podría haberlo echo. El señor Monroe se había recuperado de las pérdidas que le originó el divorcio de su mujer gracias a un nuevo socio que había conseguido levantar la empresa y que ahora no tenía problemas financieros.
Cuando comprobaron su coartada, le descartaron y siguieron buscando por otros sitios.
La señora Mayer no tenía amantes conocidos, sus amigas decían que de vez en cuando se ligaba a algún hombre y se lo llevaba a veces a su casa, otras veces a un hotel, pero nada serio, así que por esa parte tampoco podían investigar nada.
A las pocas horas Ryan recibió una llamada. Habían averiguado quién era el tipo de la foto. Anotó en su libreta toda la información que le dieron al otro lado del teléfono y se dirigió a la sala de descanso, donde Kate y Castle habían dicho que se iban a preparar un café.
Abrió la puerta de golpe, sin llamar y vio como Castle se separaba de Beckett casi pegando un salto hacia atrás.- ¿Interrumpo algo? – Preguntó.
No, Ryan – Beckett disimulaba fatal – Solo que se me había metido algo en el ojo y Castle me estaba ayudando a… -Se señalaba el ojo como si todavía le molestara.
Eso es – Confirmó Castle- Ya sabes como son estas cosas, piensas que no es nada y cuando te quieres dar cuenta ¡Chash! ¡Te explota el ojo!
Vale… – Ryan no pensaba discutir sobre lo claro que estaba el asunto entre esos dos.- Gracias por contribuir a que Beckett no se quede tuerta. – Miró su libreta y la alzó un poco para llamar la atención de Beckett, que todavía seguía tocándose el ojo teatralmente.- Me han llamado del laboratorio.
Beckett se puso tensa ante las nuevas noticias.- Lo han podido localizar gracias a un programa de reconocimiento facial. Se llama Igor Dudajov, conocido por formar parte de un grupo de guerrilleros chechenios hace unos cuantos años. Después de eso se ha dedicado a traficar con drogas y también se ha visto implicado en varias muertes, robos y altercados violentos por el resto de Europa. Hace cinco años, la Interpol emitió una orden de busca y captura, pero este tío es muy escurridizo y no han podido dar con él. Por lo visto vino a EE.UU. el verano pasado bajo el nombre de Ajmed Gantamirov, y se ha reunido con otro grupo de delincuentes de su misma calaña para seguir haciendo lo que mejor se le da. Pero, si es cierto que él es el que está detrás de las dos muertes que tenemos entre manos, su manera de proceder es muy distinta. En esta ocasión los robos están muy bien planeados, no hay casi testigos y son mucho más discretos que en sus anteriores delitos. Eso solo significa que coopera con alguien familiarizado con este tipo de robos, seguramente alguien de dentro del país.
CAPÍTULO 6
Castle abrió la puerta de entrada a su loft. Si alguien buscara en ese momento la palabra “felicidad” en la Wilkipedia, encontraría, al lado de la definición, una foto suya a todo color.
Se dirigió hacia el sofá, donde Alexis y Martha estaban viendo la televisión.
¡Qué gran noche! – Exclamó cuando se acercó a ellas.- Y qué guapas estáis las dos...
¿Pero qué dices, Richard? – Interrumpió su madre, que parecía estar un poco molesta- Si hace un tiempo de perros y, mírate, estás empapado…
Ah, si… ni me había dado cuenta… -dijo rascándose la cabeza y fingiendo indiferencia.
Fue a darle un beso a Alexis- Para quién no parece que sea una gran noche es para la señora Meyer. – Comentó la niña sin dejar de mirar a la televisión – Dicen en las noticias que se la han encontrado muerta.
Si – Castle se extraño de que su hija supiera quién era esa señora.- Ese caso lo estamos llevando nosotros ¿La conocías?
Yo no – Dijo – pero la abuela si. Y dice que la vio hace poco.
Castle dirigió una mirada a su madre - ¿Qué la viste? ¿Cuándo?
El sábado por la noche, cuando salimos a celebrar la primera actuación de mis jóvenes talentos, entramos en un bar y ella, y otras tres mujeres más, estaban sentadas en una de las mesas. – Vio como a Castle se le abrieron los ojos como platos. – Se las escuchaba reírse casi más que a mis compañeros. A esa mujer la conozco de antes porque coincidí con ella en una fiesta de inauguración de un teatro, por eso sé quién es. Siempre estaba formando escándalo por donde pasaba. Esa gente se piensa que, por tener dinero, todo lo que dicen hace gracia y que los demás tenemos que ir adulándoles por donde pasen, si supiera lo que sus amigas van diciendo de ella, la odian... Desde luego esa no sabía quién es Martha Rodgers porque cuando vino a saludar a mi acompañante pavoneándose como… - Castle, que estaba viendo como su madre se iba por las ramas contando otra historia que no era la que él quería oír, carraspeó con la garganta para que se centrara. Martha se dio cuenta - El caso es que yo estaba hablando con Alexander cuando ellas se fueron… se las veía contentas. Y ya no puedo decirte nada más porque no las volví a ver en toda la noche…
¿Y te acuerdas de qué hora era cuando se fueron? –Preguntó intrigado.
Pues no se, querido… serían las diez y algo… - La mujer dudaba porque, entre las copas que llevaba encima y que tampoco le había prestado mucha atención con la aparición de Alexander, no estaba muy segura.
Castle sacó su teléfono móvil dispuesto para llamar a Beckett cuando su madre siguió hablando. Él se vio en la obligación de seguir escuchándola, aunque solo fuera por la información que le acababa de dar.
¡¡Ay!! Qué poco tiempo tuvimos para hablar esa noche Alexander y yo… Nada más irse esas mujeres, recibió una llamada y se tuvo que ir corriendo. Menos mal que me dio tiempo a apuntarle mi teléfono…
Bueno, ¿y qué haces esta noche, que no estás con él? – Se interesó Castle. Lo cierto es que, aunque le hacía cierta ilusión, todavía no se hacía a la idea de que ese hombre tendría que entrar poco a poco en su vida. Y la verdad, con la tarde que había tenido con Beckett, la cabeza no le daba para pensar en otra cosa que no fuera ella, ella y ella.
Hoy tenía algo que hacer. Habíamos quedado para ir al cine pero me llamó y me dijo que le había surgido algo…- dijo con un tono triste.- Yo tampoco quiero atosigarle, ¿Sabes?...Y ni siquiera le he preguntado donde iba, claro que él tampoco me ha pedido que le acompañe…
Vamos, abuela – Alexis le cogió la mano cariñosamente a Martha- Pero si el “abuelo” está loquito por tus huesos – A la chica le hacía gracia eso de llamar a ese hombre casi desconocido “abuelo” y lo pronunciaba remarcándolo mucho.- Además, te ha dicho que mañana va a compensarte – Lo dijo con un tono picante y miró a su padre para guiñarle un ojo. Castle asintió con la cabeza levantando las cejas, en señal de estar totalmente de acuerdo con las insinuaciones de su hija.
Claro madre, seguro que mañana ni te acordarás de esto. Bueno – Concluyó- Creo que me voy a dormir, que mañana seguro que mañana me espera un día largo.
Hasta mañana, cielo – Contestó su madre.
¡Y que sueñes con detectives! – Le gritó su hija antes de que él desapareciera por la puerta. Cuando la oyó, asomó la cabeza de nuevo hacia el salón con una enorme sonrisa en la cara y luego volvió a desaparecer.
Decidió que, en vez de llamar a Beckett para contarle lo sucedido, sería mejor que fuera por la mañana a su casa en persona, para evitar que se perdiera algún detalle… y todas esas excusas…
Toda la lluvia que había caído por la noche, había dejado paso a una mañana despejada con un sol radiante que iluminaba, a través de los grandes ventanales, toda la casa de la detective Kate Beckett.
Ya se había duchado y se disponía a salir hacia la comisaría cuando alguien llamó a la puerta.
Cuando abrió, la expresión que tenía en la cara cambió para convertirse en una interrogadora sonrisa.- ¿Qué haces aquí, Castle?
Él no contestó. Cerró la puerta detrás de él y agarró a Kate por la nuca. La atrajo hacia él y la besó apasionadamente. Empezó a caminar hacia atrás hasta que llegó a la puerta que acababa de cerrar y giró a Kate para que ella se quedara entre esa puerta y su cuerpo. Si quería huir de él, tendría que hacerle daño. No sabía si eso le hacia gracia, pero merecía la pena intentarlo ¿no?
Ella no se resistió demasiado. Al principio se sorprendió, pero luego se dejó llevar. Aunque sabía que tenía que ir a trabajar y, después de unos largos besos, quiso quitarse a Castle de encima.
Vamos, Castle, hay trabajo que hacer – dijo intentando deshacerse de él mientras que Castle seguía entretenido besándola. Pero se dio cuenta de que con esas palabras no lo iba a conseguir que Castle desistiera de sus intenciones, así que probó con las amenazas que tan buen resultado le daban a veces – No me obligues a que pida una orden de alejamiento, aunque sea de diez centímetros, para que me dejes hablar…
Pues calculo… – Contestó Castle sin despegar sus labios de ella – que todavía me quedan siete u ocho centímetros más para volver a hacerte lo de ayer…
¡¡Castle!! – Gritó ruborizándose. Pero, definitivamente, esa era la mejor forma de empezar la mañana y ella, después de la experiencia de la noche anterior, lo sabía. Lo apartó poniendo las manos en su pecho y le miro muy seria - ¿Crees que puedes jugar conmigo?– Empezó a pegarle empujones por todo el salón haciendo que Castle retrocediera hasta que llegaron al pie de las escaleras que subían hacia su dormitorio. Kate se acercó a Castle con mirada felina y le rodeó el cuello con sus brazos.- Te vas a enterar.
Esa es mi chica – Dijo Castle poniendo su mirada más seductora.- El caso puede esperar.- Dijo besándola el cuello y abrazándola fuertemente - Con la foto que le hice al tipo del todoterreno con mi móvil, seguro que lo encontramos enseguida… - Le dijo con voz sensual, mientras que volvía a acercarse para besarla.
¿Qué? – Kate se separó de golpe- ¿Qué tú tienes una foto del tío de ayer y no me has dicho nada?
Bueno, tenía pensado enseñártela hoy…- No hacía falta nada más en la mirada de Kate para saber que no iban a subir esas escaleras. – Se la saqué cuando rompieron la puerta del almacén mientras huían – intentó explicarse.
Kate se dio media vuelta, cruzando el salón y cogió su abrigo. Castle seguía al pie de la escalera – Kate, ¿pero dónde vas? – Dijo levantando los brazos, suplicante- ¡¡Vamos!!
¡Olvídalo! –Dijo desde la puerta – ahora mismo lo único que me interesa de ti, es tu teléfono – fingía estar más enfadada de lo que realmente estaba para hacerle sufrir más.
Castle ladeó la cabeza y se dispuso a seguirla –Con lo bien que iba… ¡¡Soy un bocazas!! – pensaba mientras la alcanzaba.
Llegaron al aparcamiento donde Beckett tenía aparcado el coche. Castle miró a Beckett con picardía. - ¿Qué tal si me monto aquí? - Dijo señalando el asiento trasero del coche?- Creo que es la parte que más me gusta de este cacharro…
¿Y qué tal si te montas en el asiento de copiloto a punta de pistola y te quedas calladito? – Le dijo ella con un tono de lo más amenazante.
Creo que no hará falta que uses la violencia – Pestañeó intentando parecer adorable- Seré el mejor copiloto de la historia, detective. Palabra de Boy Scout.
Si, ya sé cuánto vale esa palabra… - Lo dejó por imposible. Aunque tenía que admitir que era una de las cosas que más le gustaban de él y, si esa relación seguía adelante, algo que Kate deseaba, no quería que nada de lo que ya tenían cambiara. Bastante le había costado llegar hasta ese punto.
Llegaron a comisaría, donde vieron a Expósito poniéndose la cazadora. – Hey, Exposito, ¿dónde vas? – Preguntó la detective.
Beckett, te iba a llamar ahora mismo –Dijo él mostrándole el teléfono que llevaba en su mano.- Han encontrado otro cuerpo y parece que lo han hecho las mismas personas que mataron a la señora Meyer. Ryan nos está esperando allí ¿Me seguís con el coche?
Claro – Contestaron Castle y Beckett casi a la vez.
Cuando llegaron a la escena del crimen, en la quinta planta de un lujoso edificio, Ryan les estaba esperando con su libreta de apuntes en la mano.- Hilary Monroe, sesenta y cuatro años, encontrada muerta en su dormitorio con varias puñaladas. La caja fuerte que escondía en su vestidor estaba abierta y vacía, sin usar la fuerza. Igual que la puerta y las ventanas. Nada ha sido forzado.
Un vecino dijo que la noche anterior oyó ruidos y que se asomó al pasillo para ver si veía a alguien. Llamó un par de veces a la señora Monroe y ésta le dijo, sin abrir la puerta, que estaba bien, que solo se le habían caído unas cajas y el vecino se fue pero que su mujer volvió a llamarla por la mañana, porque no se quedaron tranquilos y que ya no contestaba. Entonces fue cuando llamaron a la policía.
Se dirigieron al dormitorio de la víctima. Cuando la encontraron en el suelo vieron que, efectivamente parecía el mismo modus operandi, solo que en esta ocasión, la señora tenía la cara irreconocible por los golpes.
Lanie se acercó a Kate. - Tiene cuchilladas leves en los brazos. Ésta se intentó defender. Y aquí, en el abdomen - dijo señalándola con la punta del bolígrafo- son mucho más profundas. Hemos encontrado un pelo escondido entre los dedos de la señora Monroe y vamos a llevarlo a analizar.
A lo mejor eso nos da una buena pista.- Dijo Beckett sin dejar de quitarle ojo a la cara casi desfigurada de aquella mujer.
¡Por cierto! –Castle se acordó de la conversación que había tenido con su madre la noche anterior. Cogió a Kate del brazo y la apartó un poco del resto de los agentes.
Castle, aquí no…- dijo ella, imaginando las intenciones de Castle.
Él se rió ante lo previsible que parecía- no, no es eso… es sobre la señora Meyer. –Beckett, que hasta el momento sonreía, se puso seria, dispuesta a escuchar lo que tenía que decirle.- Mi madre me contó que la vio la noche del sábado, que iba con tres amigas, tal y como nos contó la asistenta y que estaba teniendo una feliz noche de borrachera. Dice que se fueron del bar sobre las diez y algo.
¿Y? – Contestó Kate.- eso ya nos lo han verificado sus amigas.
Ya… pero mi madre me contó que sus amigas… -Alzó las cejas para darle importancia a sus palabras- no la querían tanto como le demostraban. Imagínate, las tres están hartas de aguantar las bromas de mal gusto y los continuos cambios de humor de su amiga la rica excéntrica, pero ninguna se atreve a decírselo porque en el fondo la tienen miedo… pero, una tarde están las tres amigas tomando el té y a una se le ocurre que pueden contratar a unos sicarios para que la maten y haga que parezca un robo. Al principio lo dice solo de broma, pero a las otras no les parece tan descabellado y, poco a poco, van planeándolo todo- Dijo al fin sonriendo como si acabara de terminar de hacer un puzzle.- Si contrataban a alguien para hacer el trabajo sucio… ¡¡¡ninguna parecería culpable!!!
Vale, y ¿cómo explicas que ese crimen se parezca tanto al de la señora Monroe? –Preguntó Beckett un poco cansada de perder el tiempo con las teorías surrealistas de Castle.
Tal vez se conocían del club de tenis y también la tenían tirria… - Contestó Castle, quedándose sin argumentos.- Ya sabes, tres mujeres mayores y solas buscan maneras diferentes de divertirse, unas veces juegan a las cartas, otras contratan asesinos para terminar con la vida de sus amigas…
Vale Castle – Kate sabía que Castle estaba desvariando, así que se dio media vuelta y volvió con sus compañeros.
Volvieron a la comisaría y lo primero que hicieron fue sacar la foto que Castle había hecho con su móvil y enviarla para que la analizaran. En ella se veía claramente la cara del conductor. El copiloto llevaba una gorra y tenía la cabeza agachada, así que, con la visera, no se le veía la cara – probablemente estaba cargando la ametralladora con la que me disparó – dijo Beckett.
Castle la miró y, procurando que no se notara, se acercó disimuladamente a Kate y le pasó una mano por la parte baja de la espalda. Ella le miró con discreción y sonrió.
Sus miradas cómplices no pasaron desapercibidas para Ryan y Expósito, que hacían como que no se daban cuenta de lo que estaba pasando mientras repasaban los detalles de la foto.
Luego se dirigieron a la pizarra para colocar los datos del nuevo asesinato. Aparentemente, lo único que tenían en común esas dos mujeres era su conocida fortuna. Una por herencia y la otra porque, en la separación de su último matrimonio, literalmente desplumó a su marido y se quedó con casi todo su patrimonio y parte de una empresa medio en ruinas, que más tarde ella le volvió a vender a su ex marido por una ridícula cantidad.
Por supuesto al primero que interrogaron fue al marido, pero éste dijo que esa noche estaba en una fiesta y que las cuatro modelos rubias que le acompañaron hasta las cinco de la mañana, podrían confirmárselo, a parte del recepcionista del hotel donde se alojaron. También repitió, como unas cuatro veces, que estuvo con esas rubias en el jacuzzi de la suite pasando un buen rato. Comentó que se alegraba de que a esa “sanguijuela” por fin le hubieran dado su merecido, pero que no sabia quién podría haberlo echo. El señor Monroe se había recuperado de las pérdidas que le originó el divorcio de su mujer gracias a un nuevo socio que había conseguido levantar la empresa y que ahora no tenía problemas financieros.
Cuando comprobaron su coartada, le descartaron y siguieron buscando por otros sitios.
La señora Mayer no tenía amantes conocidos, sus amigas decían que de vez en cuando se ligaba a algún hombre y se lo llevaba a veces a su casa, otras veces a un hotel, pero nada serio, así que por esa parte tampoco podían investigar nada.
A las pocas horas Ryan recibió una llamada. Habían averiguado quién era el tipo de la foto. Anotó en su libreta toda la información que le dieron al otro lado del teléfono y se dirigió a la sala de descanso, donde Kate y Castle habían dicho que se iban a preparar un café.
Abrió la puerta de golpe, sin llamar y vio como Castle se separaba de Beckett casi pegando un salto hacia atrás.- ¿Interrumpo algo? – Preguntó.
No, Ryan – Beckett disimulaba fatal – Solo que se me había metido algo en el ojo y Castle me estaba ayudando a… -Se señalaba el ojo como si todavía le molestara.
Eso es – Confirmó Castle- Ya sabes como son estas cosas, piensas que no es nada y cuando te quieres dar cuenta ¡Chash! ¡Te explota el ojo!
Vale… – Ryan no pensaba discutir sobre lo claro que estaba el asunto entre esos dos.- Gracias por contribuir a que Beckett no se quede tuerta. – Miró su libreta y la alzó un poco para llamar la atención de Beckett, que todavía seguía tocándose el ojo teatralmente.- Me han llamado del laboratorio.
Beckett se puso tensa ante las nuevas noticias.- Lo han podido localizar gracias a un programa de reconocimiento facial. Se llama Igor Dudajov, conocido por formar parte de un grupo de guerrilleros chechenios hace unos cuantos años. Después de eso se ha dedicado a traficar con drogas y también se ha visto implicado en varias muertes, robos y altercados violentos por el resto de Europa. Hace cinco años, la Interpol emitió una orden de busca y captura, pero este tío es muy escurridizo y no han podido dar con él. Por lo visto vino a EE.UU. el verano pasado bajo el nombre de Ajmed Gantamirov, y se ha reunido con otro grupo de delincuentes de su misma calaña para seguir haciendo lo que mejor se le da. Pero, si es cierto que él es el que está detrás de las dos muertes que tenemos entre manos, su manera de proceder es muy distinta. En esta ocasión los robos están muy bien planeados, no hay casi testigos y son mucho más discretos que en sus anteriores delitos. Eso solo significa que coopera con alguien familiarizado con este tipo de robos, seguramente alguien de dentro del país.
Re: después de la tormenta
jejeje que bocazas!!! me encanta!! y con lo de sueñes con detectives esta muy chulo, anda que me e reido muyy a gusto con tu capi_! sigue prontito
Re: después de la tormenta
Pero como me puede gustar tanto?
Es geniaaal jaja Estos dos no saben disimular
Es geniaaal jaja Estos dos no saben disimular
andrea3msc- Autor de best-seller
- Mensajes : 933
Fecha de inscripción : 15/01/2011
Edad : 28
Re: después de la tormenta
Me flipa este fic, sigue asi please!!!
funkyfish- Policia de homicidios
- Mensajes : 554
Fecha de inscripción : 08/12/2010
Localización : madrid
Re: después de la tormenta
¡Ayss que buen capi!, claro que yo prefiero soñar con escritores de best sellers.
Cata Castillo- Escritor - Policia
- Mensajes : 1729
Fecha de inscripción : 25/09/2010
Localización : Al sur del sur
Re: después de la tormenta
Q xulo!!! Te ha qdao perfecto!! Escribes genial, tienes q continuarlo (cuando puedas) me he qdao con ganas de más
julia&caskett:)- Escritor novato
- Mensajes : 15
Fecha de inscripción : 12/01/2011
Edad : 28
Localización : Alicante
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