Para siempre, Último Capítulo

Qué bonito!!!!!!!!!!!

Ya sabes que me encanta tu fics, pero mas me gusto la conversacion con Alexis y Kate. Esa relacion es magnifica!!!
Gracias!!!!!! y felicitaciones

Perooooooooooo qué romántico!!!!!!!!!!!!!!
Muchas gracias por darnos este capítulo tan bonito, madre, pero cuanto se quieren!!!!!!!!!!!!!!!

gran capitulo si señooor!!!!!!felicidadeeesss

Madre mia pero que capitulo tan bonito,tan romatinco,tan.......laaargo jajajajaja.
Me ha gustado mucho,sigue asi

Me encanta esta historia, este capítulo.. Todo!!!

que bien el capitulo, me encantan cuando se acurrucan los dos en el sofa que monos!!!!!!
Enhorabuena, Gran capitulo!!!

ESCRIBES COMO LOS ANGELES... EXPLENDIDO...

ME ENCANTAN CUAAAANDOOO SON TAN ROMAAANTIICOOOSSS


SIGUE...SIGUE...

Simplemente

Ayyyyyyyyyy Beckett, Beckett que sí, que no, que nunca se decide, ella sabe lo que quiere y no se lo dice (tonterías aparte) Que poooooobreeee, está asustada. Pero lo arreglaste todo con la última escena y con lo de Alexis ("si no le importa verme en pijama")

GENIAL, GENIAL, GENIAL, ESCRIBES, (¿cómo?) GENIAL!

Muchas gracias por los comentarios, me alegro que os vaya gustando. Os dejo el siguiente capítulo y el gran momento de Martha.




Capítulo 11:

Se acercaba el estreno de la obra de Martha, y ésta estaba realmente histérica. Hacía tiempo que no tenía un papel protagónico y menos uno de tanto peso como el que iba a interpretar, en el que ella era la única intérprete de la obra.

Como consecuencia de eso Castle también estaba preocupado, confiaba plenamente en las capacidades de su madre como actriz, pero sabía que los críticos podían ser muy duros y no quería que su madre pasase por eso en el que probablemente sería el último gran papel de su carrera.

Por fin llegó la gran noche, Martha estaba nerviosa, lo mismo que Alexis, Castle y hasta Becket. Castle en nombre de su madre había invitado a todos sus amigos de la comisaría, al capitán y a su esposa, a Esposito, Ryan, Lanie y también a Jenny.

El gran estreno en Broadway lo estaban anunciando a bombo y platillo en la prensa y era muy esperado. La obra “La Madame” se había escrito hacía poco tiempo por un dramaturgo muy famoso, pero aún no se había representado en el teatro, esta iba a ser la primera vez que se hiciera, así que había mucha expectación.

Todos habían quedado en la entrada del teatro, Martha estaba allí desde la tarde pero no habían podido verla. Iban todos muy elegantes como la ocasión lo requería. Castle apareció del brazo de su hija, Kate había ido por su cuenta, pero cuando llegó él a nadie le sorprendió que le ofreciera el brazo que tenía libre, le daba igual si ella se enfadaba por la inevitable presencia de la prensa, que como era lógico estaban allí para el estreno, pero quería tenerla a su lado aquella noche.

Fueron pasando al patio de butacas, tenían para ellos las butacas centrales de la fila 1. Se fueron sentando, Castle y Alexis pasaron a los camerinos para desearle a Martha que tuviera mucha suerte. Estaba irreconocible, muy maquillada no solo porque el papel lo requería sino porque con los focos debía estarlo. Iba vestida con un sofisticado conjunto de lencería, medias negras y una bata de seda.

- ¡Wow abuela, estás espectacular! – exclamó impresionada Alexis.

- Bueno, realmente parezco una furcia, jamás me he maquillado tanto y eso que siempre me ha gustado.

- Se supone que interpretas a una famosa prostituta, madre, ir vestida con un recatado vestido negro no sería lo más apropiado – ironizó Rick.

- Si hijo si ya lo sé, pero ¿no estoy excesivamente exagerada? – preguntó preocupada – nunca me han pesado tanto los párpados y no quisiera estar ridícula a estas alturas de mi vida.

- Y eso lo dice Martha Rodgers, cuyo lema es “antes muerta que sencilla” – dijo Castle riendo – no te preocupes estás genial y vas a triunfar esta noche.

En ese momento llamaron a la puerta y se escuchó una voz:

- Señora Rodgers, diez minutos para salir a escena.

- Bueno, llegó el momento – dijo Martha - ¡ay, cuanto me gustaría que Roger y Eddie estuvieran aquí conmigo! – suspiró con tristeza.

- Seguro que donde quiera que estén, estarán en primera fila para no perderse un detalle y darte ánimos – dijo Richard cariñoso.

- Será mejor que te dejemos “mucha mierda” abuela – dijo Alexis que fue a besar a su abuela, pero esta la detuvo, diciendo que si le tocaba el maquillaje se le rompería la cara.

- “Mucha mierda, madre” – dijo Richard sonriente – nos vemos luego.

Y salieron los dos para dirigirse a sus asientos. Se sentaron los dos quedando Castle, escoltado por sus dos mujeres, Kate se acercó a él y le preguntó cariñosa:

- ¿Cómo está Martha?

- Nerviosa y pintada como una puerta – contestó él.

- ¡Papá, no seas malo! – rió Alexis – la abuela está genial, ya lo verás Kate.

Ya había sonado el segundo timbre de aviso, las luces de la sala se apagaron. Sonó el tercer timbre, la función iba a comenzar.

Se abrió el telón, en el escenario apareció representado un salón con decoración ostentosa como un burdel. Era el burdel de la famosa Madame Josette Bouvier, o Madame Jojó, como se le conocía popularmente a ese personaje. En el sofá estaba Martha, o Madame Jojo. Empezó la función. Madame Jojo fue contando toda su vida, desde que era jovencita y tuvo que empezar a prostituirse, los amantes que había tenido, como sobrevivió su negocio a la segunda guerra mundial, los alemanes que iban allí a divertirse, su relación forzosa con un alto cargo de la Gestapo y como con ayuda de alguna de sus muchachas ayudó a la resistencia, con la información que dejaban los alemanes, en esos momentos de intimidad y borracheras.

El público estaba fascinado con la obra, en los momentos que Madame Jojo contaba partes atrevidas o divertidas, la gente reía a carcajadas, Martha Rodgers tenía una gran vis cómica pero a la hora de relatar momentos tristes, fue capaz de hacer llorar a más de uno con su sentida interpretación.

Kate estaba hipnotizada, jamás pudo imaginar que Martha era una actriz tan maravillosa, había reído y llorado con ella, y en más de una ocasión vio el gran parecido que Richard Castle tenía con su madre en algunos de sus gestos.

Después de dos horas de función con un breve descanso entre medio, bajó el telón. El público aplaudía entusiasmado, el teatro entero se puso en pie para rendir homenaje a esa gran actriz que era Martha Rodgers, está salió a saludar, la gente la ovacionaba. Un empleado del teatro se acercó y le entregó un magnífico ramo con tres docenas de rosas de té, que ella recibió sonriente a la vez que lanzaba un beso a su hijo y nieta, ya que sabía que eran de ellos.

- ¿Son tuyas, Rick? – le preguntó Kate curiosa mientras no dejaba de aplaudir,

- Son nuestras, de los tres, una docena de cada uno – le respondió, sonriendo.

- ¡Qué detalle!, muchas gracias por incluirme – dijo ella halagada – tu madre ha estado fantástica, me ha encantado la representación.

- Si que lo ha estado – sonrió con orgullo – siempre ha sido una grandísima actriz, aunque no siempre la acompañó la suerte.

- Pues esta noche, sin lugar a dudas ha triunfado y me alegro de haber estado aquí con vosotros.

- Faltaría más, para eso somos una familia.

La gente seguía aplaudiendo, Martha ya había saludado varias veces, la gente seguía ovacionándola, después de casi quince minutos de aplausos ininterrumpidos, el público empezó a abandonar la sala.

Ellos se dirigieron a la zona de camerinos, allí había mucha gente, prensa, el director, el productor y otros componentes de la obra, además de algunas otras personas que intentaban saludar y felicitar a la actriz. El director les estaba diciendo a los periodistas, que la actriz estaba cansada, tenía que desmaquillarse, pero que al día siguiente daría una rueda de prensa en el mismo teatro, así consiguió que salieran de allí.

Cuando vio a Castle se acercó a él, ellos ya se conocían. Se felicitaron mutuamente y le dijo que podían pasar. Kate le dijo que ella prefería esperar fuera con los demás compañeros de la comisaría, él le dijo que si querían se podían ir al restaurante cercano al teatro donde había reservado una mesa para todos, que los invitaba a cenar, mientras que él y Alexis esperarían a Martha para llevarla a cenar con ellos.

- ¡Castle, estás loco! – exclamó ella – invitarnos a cenar a todos en ese restaurante te va a costar una fortuna.

- Kate, no te preocupes, puedo permitírmelo, esta es la noche de mi madre y vamos a celebrarlo – dijo él – esperadme allí no tardaremos en llegar, ¡Ah y por favor no dejes que se vaya ninguno!

Entraron al camerino, Martha bebía pequeños sorbos de una botella de agua, mientras se limpiaba la cara.

- ¡Abuela! – gritó Alexis entusiasmada – has estado espectacular.

- ¿Tú crees? – preguntó algo sorprendida – parece que a la gente le ha gustado.

- Señora Rodgers – dijo Rick, mientras se inclinaba y tomando la mano de su madre le besaba el dorso – ha estado usted sublime.

- Richard, cariño – se levantó y abrazó a su hijo – me alegro que os haya gustado.

- ¿Gustarnos?, estamos todos encantados con tu actuación. He quedado con los chicos de la comisaría en el restaurante Olimpo, reservé una mesa para que cenáramos todos, espero que no tuvieras otros planes.

- Claro que no, me encantará compartir con vosotros. Hay otras personas que me han invitado a cenar, pero les dije que tenía un compromiso con mi familia, lo que menos me apetece ahora es gente adulándome todo el rato.

Terminó de desmaquillarse, para volver a hacerlo, esta vez de forma más discreta. Se metió detrás del biombo y se cambió la ropa de la función por un bonito vestido largo de color verde oscuro que le sentaba muy bien a sus cabellos pelirrojos.

- Bueno, ya estoy lista, vámonos a cenar que necesito una copa de algo fuerte.

Llegaron al restaurante donde muchos de los asistentes a la obra, cenaban allí. Era costumbre cenar por los restaurantes de la zona, después de asistir a una función de teatro.

Al entrar Castle, dando un brazo a su madre y otro a su hija, los comensales, que reconocieron a Martha, empezaron a aplaudir, muchos incluso se levantaron de sus asientos, para dar más énfasis a sus aplausos.

El maître se acercó a saludarlos, la presencia de gente importante del teatro le daba caché a su restaurante. Un camarero se acercó haciéndole entrega de un ramo de flores.

- ¡Y yo que quería tranquilidad sin aspavientos!- susurró Martha, disimulando con una gran sonrisa – si llego a saberlo te hubiera pedido que me llevaras a comer un perrito caliente al Gray's Papaya.

- Disimula madre, tu público te adora – dijo Rick con una gran sonrisa.

- Mirad chicos, Castle viene como un pavo real, todo orgulloso del brazo de su madre – comentó Esposito, risueño.

- Y tiene motivos, para estar orgulloso de ella – comentó la señora Montgomery.

Se acercaron a la mesa. Todos se levantaron para besar y felicitar efusivamente a la diva. Se sentaron a cenar y pasaron una noche de lo más agradable. La esposa del capitán estaba encantada con la madre de Castle, hicieron muy buenas migas y hablaron durante largo rato.

Después de la cena, Castle propuso terminar la fiesta tomando unas copas en “The Old Haunt”, pero Martha dijo que no contaran con ella, no porque despreciara la copa, sino porque estaba realmente exhausta. Alexis dijo que ella se iba a casa con la abuela y también se despidieron el capitán Montgomery y su esposa, después de agradecer tanto la invitación al teatro como a la cena, y ofreciéndose amablemente a llevar a abuela y nieta hasta la casa, ya que tenían allí su coche.

Los seis restantes que no habían llevado coche se repartieron en dos taxis para llegar al bar, en uno Ryan, Jenny y Castle, y en el otro Esposito, Lanie y Becket.

Estuvieron un buen rato en el bar, comentando sobre todo lo que les había gustado la obra y la actuación de Martha. Pasaron un rato muy agradable, hasta que empezaron a estar cansados, primero se fueron Ryan y Jenny, luego Esposito y Lanie. Esposito se ofreció a acercar a Becket a su casa, esta miró a Lanie pidiendo ayuda, pero como ella era la primera interesada en que no se supiera de su relación, su amiga no supo que decir, sobre todo porque Esposito que estaba un poquito alegre, estaba muy preocupado en ser un caballero y dejar a su jefa en su casa sana y salva.

Ante eso, Castle se acercó a ella y le susurró al oído:

- Anda, vete con ellos, yo iré en un rato.

- Castle, ¿tú te quedas aquí? – preguntó Lanie.

- Si doctora, voy a tomarme la penúltima, y ahora me iré a casa.

Se marcharon, como había dicho Castle se tomó otra copa. Luego se despidió de Brian, y salió a buscar un taxi para dirigirse a casa de Kate.

Cuando llegó ella lo esperaba, ya desmaquillada y con un gracioso pijama de Snoopy puesto.

- ¡Wow, que sexy!, nunca te había visto con un pijama tan atrevido – sonrió él.

- ¡Y que más dará el pijama, si me lo vas a quitar ahora!

Y se acercó a él, para quitarle la chaqueta. Mientras se dirigía hasta el dormitorio, se iba desnudando, al entrar dejó toda la ropa en la butaca que allí había. Se sentó en la cama y le puso un sms a Alexis avisándole que pasaría la noche con Kate, su hija le respondió al momento, diciendo que lo suponía y deseándoles buenas noches.

- Venga aquí, inspectora – le dijo él abriéndole los brazos para recibirla.

Ella se acostó junto a él, refugiándose en ellos. Empezaron a besarse y poco a poco se fueron quitando la ropa que les quedaba, e hicieron el amor de manera dulce y sosegada. Estaban cansados, había sido un día de muchas emociones y después de terminar se quedaron dormidos y abrazados.

Al día siguiente era sábado, Castle se había comprometido a acompañar a su madre a la rueda de prensa. Fue el primero en despertarse, Kate seguía dormida sobre él, mientras se debatía en si la despertaba o la dejaba dormir, ella abrió los ojos y bostezó ruidosamente.

- ¡Aaahhhh, buenos días!

- Buenos días, bella durmiente, me parece que no vamos a tener más remedio que levantarnos.

- Si, ¿quieres ducharte?

- No, solo me lavaré la cara, prefiero hacerlo en casa, así me cambio de ropa.

- Podrías dejar algo de ropa aquí, así si te quedas por la noche podrás cambiarte – le propuso ella.

- Pues sí, tendré que traer algo. ¡Ale, a levantarse!

Se levantaron y se dirigieron al baño, mientras ella se duchaba él se aseó, y luego se fue al cuarto a vestirse, como ella no había terminado, fue él quien preparó el desayuno. Comieron con apetito, y al terminar se despidió de ella, diciéndole que se verían a la hora de comer, ya que habían previsto ir los cuatro a “Alfredo” a celebrar el éxito de Martha en familia.

De camino a casa Castle compró todos los diarios de la mañana. Sabía que podía mirar las críticas por Internet, pero su madre era tradicional en cuanto a los medios de comunicación y prefería mirar los diarios. Cuando llegó a casa, ya Alexis había visto las críticas, pero Martha se lanzó a los diarios que traía su hijo.

Las críticas eran excelentes, todos los periódicos elogiaban la actuación de Martha Rodgers. Titulares como: “La gran dama del teatro Martha Rodgers nos emociona con su gran actuación”, ocupaban las secciones de cultura de los periódicos, acompañados de fotos de la actuación.

Richard abrazó a su madre, Alexis también se unió al abrazo.

- Estoy muy orgulloso de ti y de tu gran triunfo, has demostrado al mundo la gran actriz y profesional que siempre has sido.

- Mi mayor triunfo has sido tu, hijo. Sin lugar a dudas eres mi mejor obra.

Fue un emocionante momento familiar con algunas lagrimitas incluidas, al que puso fin Alexis cuando dijo:

- Papá, abuela, os adoro a los dos, pero me estáis aplastando.

- Lo siento cariño – se disculpó Castle - ¿habéis desayunado?

- Si – contestó su hija - ¿y tú?

- Yo también, ahora subo a ducharme para acompañar a la abuela a su rueda de prensa.

Como había prometido Richard acompañó a su madre hasta el teatro. Allí habían preparado un lugar apropiado para recibir a los periodistas. Estuvo un buen rato contestando amablemente a todas las preguntas que le hicieron. También le hicieron muchas fotos, le pidieron a Richard que posara con ella, pero él se negó sonriendo y diciendo que ese era el momento de su madre y no de él.

Las fotos y entrevistas con Martha salieron en las revistas en esa semana, así como muy buenas críticas y recomendaciones para verla en todos los periódicos.
CONTINUARÁ...

wooooooooooo me ha encantado !!!!!!!! sube pronto el siguiente capi please felicidades por el fic escribes muy muy bien !!

Bien por martha!!! Me encantó el capítulo =)
a esperar el otro

IMPRESIONANTE GRACIAS POR EL CAPITULO
ESCRIBES BRILLANTE

Maravilloso como siempre!!
Viva Martha!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Gracias por otro capítulo!!

Muy buen capitulo!!!
gracias por subirlo
Martha es una genia!!!

Me ha encantado el capitulo y os confieso una cosa. Una de mis mayores aficiones es el teatro y soy miembro de un grupo de teatro aficionado desde hace diez años, que solemos hacer una obra por año. Quitando lo de las criticas en los grandes periiodicos y de la pasta que deben ganar los profesionales en lo demás es muy parecido a cada vez que actuamos. Incluidos los quince minutos de aplausos del publico. Je, je, pero que creida soy.

Qué gran capítulo!!
Me ha encantado el "Antes muerta que sencilla" jajaja
Escribes muy bien, gracias por el capítulo!

capitulazoooooooooooooooooooooooooooooooooooooo felicidadees siguelo prontooo

Brillante capitulo,que grande es Martha Rodgers,una gran actriz,que lo disfrute que se lo ha ganado.
Continua pronto

Capítulo 12:

Alexander William Carrington III, dueño de las Bodegas Carrington en el Valle de Napa en California, estaba desayunando en la suite “Emperador” del hotel Waldorf Astoria de Nueva York. Mientras tomaba su café, hojeaba la prensa del día, estaba en la ciudad por motivos de negocios, presentaba su nuevo cabernet sauvignon y además su empresa empezaba a cotizar en bolsa, por lo que también tenía reuniones con su asesor financiero.

No iba mucho por Nueva York, vivía en una bonita mansión en el Valle de Napa, le gustaba el campo, y ocuparse personalmente de vigilar y supervisar sus viñedos y la elaboración de sus caldos.

Había viajado a la gran manzana, con su única hija Lillian, enóloga de profesión y mientras miraba el periódico le llamó la atención la crítica de aquella obra de teatro, en los titulares la ponían por las nubes, así que pensó en comprar entradas para los dos.

Estuvo mirando los demás diarios y se detuvo en aquella revista, donde volvían a hablar de la obra que antes le había llamado la atención. Había un amplio reportaje de la actriz que la interpretaba, aquella mujer le resultaba tremendamente familiar, pasó la página y allí había una foto donde se le veía mejor la cara.

- ¡Dios, es Lilly! – se dijo a sí mismo.

Se detuvo a leer la entrevista, pero por ningún lado hablaba de Lilly Perkins, aquella mujer se llamaba Martha Rodgers, era extraño, siguió leyendo y mientras más veía las fotos más convencido estaba que era su Lilly. Recordó todo el tiempo que estuvo buscándola después de desaparecer, los detectives que contrató, como la buscaba por Internet, desde que tuvo acceso a la red, pero nada, pareciera que a Lilly Perkins se la hubiese tragado la tierra. Pero ahora que la veía, sintió que por fin la había encontrado, se cambió el nombre, por eso desapareció como lo hizo. Tenía que verla, después de tantos años tenía que volver a verla.

Llamó a recepción y encargó que le compraran entradas para la próxima función. Las representaciones eran de jueves a domingo, con descanso de los otros días.

Al cabo de un rato llamaron a la puerta, un botones le entregó las entradas para la función del domingo, las guardó y encendiendo el ordenador puso el nombre de Martha Rodgers en un buscador y empezó a navegar por la red.

Algunas horas más tardes, ya tenía suficiente información, aunque tampoco esta le aclaraba mucho. Lo que más le llamó la atención es que era la madre de un escritor de éxito, él había leído algunos de sus libros y la verdad que era bueno.

Siguió buscando información, esta vez del hijo, fecha de nacimiento, infancia. Allí había algo que no cuadraba, su Lilly (no había podido dejar de llamarla así en todos esos años) no debería tener un hijo, por lo menos un hijo de esa edad, pero si esa mujer era Lilly Perkins, definitivamente le había engañado.

La verdad es que se sentía muy confuso, aquella mujer había sido su primer amor y además el gran amor de su vida, nunca había podido olvidarla, a pesar que se casó con otra mujer, y pasó una buena vida con ella, nunca olvidó la pasión que sintió por Lilly, incluso le puso su nombre a su única hija, aunque su esposa no consintió en llamarla Lilly, y siempre le dijeron Lillian.

Su hija entró en la suite en ese instante.

- Pero papá, ¿Qué haces aquí encerrado?, hace un día precioso, creía ibas a dar un paseo y mirar las librerías que tanto te gustan, hasta la hora del almuerzo.

Alexander miró el reloj, había estado toda la mañana buscando información de esa mujer y de su hijo en Internet y había perdido la noción del tiempo.

- Papá, ¿te ocurre algo? – preguntó Lillian que había notado a su padre muy extraño.

- Nada hija, nada, ¿qué? ¿vamos a comer?

- Claro, estoy que me muero de hambre.

- Si ya veo que ir de compras te ha abierto el apetito –sonrió.

Durante el almuerzo, Alexander le contó a su hija, que había comprado entradas, para una función de teatro en Broadway que tenía muy buena crítica. Le comentó de qué obra se trataba y ella comentó que la había leído y le encantó cuando lo hizo, así que se mostró entusiasmada con la representación teatral.

*********************************************************************

Llegó el domingo, Alexander se mostraba nervioso, estaba deseando ir al teatro. Su hija se encontraba totalmente ajena al estado en que se encontraba su padre, y mientras se arreglaba canturreaba alegremente.

Llegaron al teatro con bastante tiempo de antelación, el acomodador los acompañó hasta sus asientos, la cuarta fila, en el centro.

Alexander se había comprado unos pequeños prismáticos de esos que se llevan al teatro, no quería perderse ningún detalle de la función. Su hija los miró curiosa.

- Vaya papá, nunca pensé que te interesaba tanto el teatro, ya veo que quieres verlo todo muy bien, pero solo sale una actriz.

- Si, pero ya me empieza a fallar la vista, y así no me canso.

Avisaron para comenzar la función. Se abrió el telón y salió Martha en todo su esplendor. Como cada día de las tres semanas que llevaba representando la obra, cautivó al público con su interpretación. Alexander no podía dejar de mirarla a través de los binoculares, tenía que ser Lilly sin lugar a dudas, más mayor evidentemente, pero igual de guapa que siempre, con esos chispeantes ojos, y su sonrisa, jamás pudo olvidar esa sonrisa.

Definitivamente tenía que verla después de la actuación. Se sumergió en la representación de la obra, su Lilly era una gran actriz, a medida que transcurría la interpretación y la veía hacer gestos y ya no le cabía la menor duda de que era ella.

Al acabar la función, le dijo a su hija que pasaría a ver a la actriz, que le había parecido familiar y le gustaría comprobar si era una antigua amiga. A su hija le pareció estupendo, le había encantado la representación y el trabajo de aquella señora y también le apetecía acompañarlo.

Se dirigieron hasta la zona de camerinos y preguntaron por ella. Alexander alegó que era un viejo amigo y que venía con su hija a saludar a la señora Rodgers. El empleado del teatro, al ver a aquel caballero tan elegante y distinguido, no puso ninguna objeción y los dejó pasar.

El empleado que los llevó hasta los camerinos, llamó a la puerta avisando a Martha que unos amigos venían a visitarla. Ella en ese momento estaba en bata, no la del vestuario, sino una propia más elegante y se desmaquillaba delante del espejo.

Al decirle que eran conocidos, les invitó a pasar, seguía delante del espejo con los ojos cerrados, mientras que con crema se retiraba el maquillaje. Ellos se quedaron allí viéndola, ella se terminó de limpiar la cara y fue entonces cuando se volvió hacia ellos. A la chica ni la vio, solo lo vio a él, no había podido olvidar su cara, ni aquellos ojos azules que había heredado su hijo. Palideció y tuvo que aguantarse al tocador para no caerse.

- ¿Alex? – preguntó con un hilo de voz.

- Si Lilly, soy yo Alex, qué de tiempo, ¿eh?

- ¿Qué… que haces aquí? – dijo con voz temblorosa.

- Pues ya ves, casualidades del destino, estuve buscándote durante años, y hasta ahora que no te encontré.

- ¿Buscándome? – preguntó extrañada – ¿para que?, yo pasé años huyendo y tratando de esconderme de ti.

- ¿Y eso por que Lilly, por qué huías?

- Tú lo sabes mejor que nadie, no sé que viene a preguntarme a estas alturas de la vida… después de tanto tiempo, y no me llames Lilly.

Lillian miraba a uno y a otro como se mira un partido de tenis. Evidentemente su padre y esa señora se conocían desde hace tiempo, pero no entendía que pasaba entre ellos.

- Papá, no me dijiste hasta esta noche que conocías a esta señora, ¿nos presentas? – preguntó Lillian, intentando romper la tensión que se había establecido.

Al oír la palabra “papá”, Martha miró a la chica. Era bonita, alta, rubia y con los mismos ojos azules de su padre, eso era lo único en que se parecía a él, seguramente se parecería a su madre. Tendría unos veintitantos años y parecía un poco apurada por la situación que allí se había creado.

Martha se estaba poniendo terriblemente nerviosa, no quería ver a ese hombre, había sufrido mucho por su culpa, y ahora que estaba pasando por un buen momento en su vida llegaba él a estropearlo, no lo podía consentir, así que le dijo:

- Vete, por favor, no quiero volver a verte.

- No pienso irme sin antes hablar contigo.

- Nosotros no tenemos nada de que hablar.

- ¿No?, ¿y que me dices de Richard?, así es como se llama tu hijo, o debería decir nues…

- ¡Cállate! – gritó Martha – ni te atrevas a nombrarlo. Y ahora vete, no quiero verte más por aquí, ni por aquí, ni en mi vida.

- No voy a irme sin antes hablar contigo Lilly.

- Te he dicho que no me llames así, mi nombre es Martha, nunca vuelvas a llamarme de esa manera – y sin poder aguantarlo más se echó a llorar.

Lillian estaba alucinada, no tenía ni idea de lo que estaba pasando, pero esa mujer se había puesto histérica, claro que su padre también estaba de lo más nervioso. Tenía claro que debía sacarlo de allí.

Fuera del camerino, uno de los empleados del teatro había oído los gritos, llamó a la puerta preguntando que pasaba, pero nadie contestó, así que fue a buscar a Preston Parker el director de la obra, que ese día estaba por allí, y le comentó lo que pasaba. Este se acercó a la puerta, llamó y como no le abrieron, avisó que iba a entrar y eso hizo.

Allí se encontró a la actriz llorando, presa de un ataque de nervios, y a unos desconocidos.

- ¿Qué pasa aquí?, ¿Quiénes son ustedes? – preguntó enfadado.

- Yo soy… – contestó Alexander, sin saber como seguir.

- Mi padre y yo entramos a felicitar a la señora Rodgers por su excelente actuación – intervino Lillian – y parece que la señora se encuentra mal y por eso está así – trató de disimular la joven.

Preston miró a Martha, aquella mujer era la persona más fuerte que conocía y si lloraba no era precisamente por sentirse indispuesta, allí pasaba algo más, de lo que no tenía ni idea, así que le preguntó para salir de dudas.

- ¿Es eso cierto, Martha?, ¿te encuentras mal?

- Por favor Preston, diles que se vayan, han entrado aquí sin permiso y han empezado a molestarme – dijo Martha entre sollozos.

- Oiga señora – replicó Lillian molesta – nosotros no…

Pero Preston no la dejó terminar, se asomó a la puerta y llamó a los de seguridad, que acudieron de inmediato, e invitaron a los intrusos a salir de allí, o si no llamarían a la policía.

Lillian viendo que aquello podía ponerse feo, tiró del brazo de su padre y lo sacó de allí, pero este también estaba bastante alterado y aunque se fue con su hija, antes de salir, se volvió hacia Martha, diciendo:

- Esto no queda así, tenemos una conversación pendiente, tienes muchas cosas que explicarme.

- La señora no tiene nada más que hablar con usted – dijo Preston molesto – hagan el favor de marcharse.

Padre e hija salieron de allí, Preston se volvió hacia Martha preocupado, estaba nerviosísima y no la veía en condiciones de dejarla sola. Decidió llamar a Richard, para que fuera a recoger a su madre. Menos mal que era domingo y descansarían hasta el jueves.

Richard estaba en “The Old Haunt”, con Becket, Lanie, Esposito, Ryan y Jenny. El día anterior habían terminado de resolver un caso bastante complicado y él los invitó a unas copas para celebrarlo, pero como no pudieron el sábado, lo dejaron para el domingo.

Le sonó el móvil. Miró la pantalla sorprendido, viendo que era el número de Preston Parker, en seguida pensó que le podía haber ocurrido algo a su madre, así que se retiró del ruidoso grupo para contestar al teléfono.

Preston le informó lo que había pasado, diciéndole que unos espectadores pudieron acceder a la zona de camerinos y entraron al de Martha y la estuvieron molestando, hasta asustarla. También se disculpó repetidas veces, por lo que había pasado, prometiéndole que no volvería a pasar más y que pondría siempre seguridad en la puerta. Richard estaba muy molesto, no comprendía como en un teatro de la categoría de ese, podían ocurrir cosas así, y le dijo al director que en seguida iría a buscar a su madre y que no la dejaran sola hasta que él llegara.

Kate, con el mayor de los disimulos, había estado pendiente de todo. Había visto a Richard hablando y parecía molesto, luego vio como su cara cambiaba y adoptaba un semblante preocupado, y al despedirse con un “Enseguida estoy allí”, supo que había pasado algo. Se levantó y se le acercó a preguntarle que había ocurrido.

Ya los demás estaban pendiente, así que se acercaron a la mesa y allí Castle les explicó por encima que iba a recoger a su madre al teatro, porque no se encontraba bien. Todos se ofrecieron a acompañarlo, pero él les dijo que siguieran allí celebrando, que ya se podría en contacto con ellos.

Se marchó y los demás se quedaron allí terminando sus copas.

Cuando llegó al teatro, pasó enseguida al camerino. La imagen de su madre, en bata y con los ojos hinchados por el llanto, lo sobrecogió. Miró a Preston que estaba con ella, pero este se limitó a encogerse de hombros, dándole a entender que no tenía ni idea de lo que le pasaba. Se acercó a ella, y se agachó delante cogiéndole las temblorosas manos, mientras le preguntaba.

- ¿Qué te ha pasado?, ¿Por qué estas así?

Ella lo miró, se soltó de una mano para acariciarle la cara y empezó a llorar de nuevo.

Richard se asustó, nunca había visto a su madre tan descompuesta. Ella nunca lloraba delante de nadie. Volvió a dirigirse a ella.

- Tienes que vestirte, voy a llevarte a casa.

Pero Martha estaba muy nerviosa y no reaccionaba. Preston se acercó con un abrigo y le dijo:

- Ten, cúbrela con esto y llévatela, que descanse, y a ver si puedes enterarte de que le ha pasado, y te juro Rick, que el próximo día le pongo en la puerta dos marines si hace falta para que nadie vuelva a molestarla de esta manera.

- Gracias por avisarme Preston, ya hablamos – y dirigiéndose a su madre mientras le ponía el abrigo por los hombros – vamos a casa, y ya allí me dices que te ha pasado, me tienes muy preocupado y Alexis se va a asustar mucho si te ve así.

Al escuchar el nombre de su nieta, reaccionó un poco y se levantó, dejándose conducir por su hijo que la llevaba agarrada por los hombros. Al salir del teatro por la puerta lateral, había allí ya un taxi esperándolos. Subieron y se dirigieron al loft. Richard sentía como su madre temblaba en sus brazos como una hoja, no tenía ni idea de que había podido pasarle, esperaría a llegar a casa, a ver si se tranquilizaba.

Al entrar en el loft, Alexis que cenaba algo en la barra de la cocina, saludo alegre. Al ver a su padre con su abuela en ese estado, se asustó muchísimo, y corriendo hasta ellos casi gritó:

- Papá, ¿Qué ha pasado?, ¿Qué le ha ocurrido a la abuela?

- No lo sé hija, me llamaron del teatro para que fuera a buscarla y la encontré así, no me ha dicho nada.

- ¿Le preparo una tila? – le preguntó la niña.

- Pues no sé si una tila o un whisky, la verdad, a ver si reacciona.

- Mejor un whisky – la voz de Martha los sorprendió a los dos – y que sea doble.

Rick le preparó la copa y ella se la tomó de un trago, ante la mirada sorprendida de su hijo y su nieta.

- ¿Otra? – le preguntó Richard.

- No –contestó ella – para esto tengo que estar bien despejada, ya me emborracharé después – tomó aire y dijo – ahora tengo algo muy importante que contarte Richard, no sé si vas a estar preparado para esto, pero después de lo que pasó hoy, ha llegado el momento.

- Me estás empezando a asustar – le dijo su hijo.

- Si queréis me voy – dijo Alexis inquieta.

- Por mi puedes quedarte si a tu padre no le importa, al fin y al cabo esta también es tu historia.

Miró a su padre y este dio su aprobación haciendo un gesto de asentimiento.

- Bueno – empezó a hablar Martha – esta tarde después de la función, mientras estaba en el camerino arreglándome para volver a casa, me anunciaron la visita de unos amigos. No sabía quienes eran, pero aun así les invité a pasar. Nunca me pude imaginar que iba a verme frente a …

- ¿A quien? – preguntó Castle intrigado – ¿A quien has visto que te has puesto en ese estado?, ni que hubieras visto un fantasma.

- Casi… – susurró Martha.

- Pero ¿Quién era?

- Tu padre – dijo mirando fijamente a su hijo.

- ¿Mi padre? – preguntó intrigado – pero si solo estuviste con él una noche ¿lo reconociste después de tanto tiempo sin verlo?

- Nunca lo hubiera olvidado – respondió quedamente.

- A ver que no entiendo – preguntó Richard perplejo – siempre me dijiste que no sabías quien era mi padre, ni siquiera recordabas su nombre y apellido, me dijiste que lo conociste en una fiesta de actores, que os gustasteis desde el principio, y pasasteis esa noche juntos, y que al día siguiente desapareció y ya nunca más volviste a verlo, pero que esa noche que pasaste con él, lo amaste con locura.

- Te mentí – dijo mientras las lágrimas corrían por sus mejillas.

Richard la miró sin comprender.

- ¿Cómo que me mentiste?, ¿Qué quieres decir?

- Pues eso, que te mentí todo el tiempo. Siempre supe quien era tu padre, solo que no quería que tú lo supieras.

Richard trató de asimilar la información que le daba su madre.

- ¿Y se puede saber por que no querías que supiera quien era mi padre? – preguntó muy serio.

- Porque no lo creí conveniente.

- ¡Ah! – dijo Castle con amargura – la señora Rodgers no creyó conveniente que su hijo supiera quien era su padre, ¡que tontería!, ¿para que querría un crío saber quien es su padre?, ¡ah!, total, que más daba si lo llamaban bastardo cuando creían que no les oía, o que importancia tendría que el pobre Ricky, no pudiera celebrar como sus compañeros del colegio el día de padres e hijos, o que nadie le enseñara a montar en bicicleta, o a jugar a béisbol o a baloncesto… ¡que más daba! si el pobre Ricky siempre iba de un lado para otro como una pelota…

Al oír el resentimiento con que hablaba su hijo, Martha volvió a llorar con amargura, mientras sollozaba le decía:

- Siento que hayas sido tan desgraciado, hijo, pero no podía decírtelo.

- Ya, ya me has dicho que no era conveniente que lo supiera – dijo remarcando la palabra conveniente – quizás deberías haberme preguntado que quería yo.

- Me hubieras dicho que querías conocerlo, y yo no podía permitírtelo.

- Ya, claro – dijo con desesperación - ¿Qué pasa?, ¿me querías solo para ti?, ¿no querías compartirme con nadie?, pues cualquiera lo diría, porque no te pesaba dejarme con quien fuera mientras tú ibas de fiesta en fiesta,

- No lo entiendes, yo siempre hice lo que creí que era mejor para ti, por eso no te lo dije.

- Pues no, no lo entiendo. Nunca pensé que pudieras llegar a ser tan egoísta, como para privarme de mi padre – dijo mientras se levantaba y se dirigía hacia la puerta.

- ¿Dónde vas? – preguntó Martha.

- Afuera, necesito respirar, aquí me ahogo – y salió de la casa dando un portazo.

Alexis que había permanecido allí todo el tiempo, lloraba en silencio. Su padre y su abuela jamás habían discutido de esa manera, y además ella nunca había visto a su padre tan dolido y a su abuela tan derrotada.

Martha volvió a llorar más fuerte al oír el portazo que dio su hijo. Alexis se acercó a ella.

- ¡Ay abuela!, ¿Por qué no le contaste la verdad a papá? – le preguntó.

Martha la miró y solo pudo seguir llorando. La niña se sentó a su lado y le ofreció un pañuelo, a la vez que le volvía a llenar el vaso de whisky, y se lo tendía.

- Tómatelo, esto te tranquilizará, ¿quieres que llame a alguien?, ¿te preparo otra cosa?

- Gracias cariño – hipó Martha – con el trago creo que me sentiré mejor, espero que tu padre no haga ninguna tontería.

- ¡Ay abuela!, no me asustes, ¿Qué puede pasarle a papá?

- Nada hija, no me hagas caso – contestó dándose cuenta que había asustado a su nieta – seguro que tu padre vuelve en seguida, solo está enfadado, ya verás que pronto se le pasa.

Pero Martha no estaba tan segura, había herido a su hijo, y no sabía como este iba a reaccionar. Si al menos se hubiese esperado un poco, le hubiera dado tiempo a explicarle, pero estaba demasiado dolido para escuchar nada. Ella conocía bien a su hijo, y sabía que para que Richard hubiera salido de esa manera era porque estaba muy molesto. También que cuando se enfadaba, que eran pocas veces, en principio se obcecaba mucho, pero luego recapacitaba y cuando pensaba bien las cosas, se serenaba, escuchaba y entraba en razón. Eso esperaba, que se serenase para que pudiese contarle toda la historia que no había podido contarle, tanto por el enfado de él, como por el estado en que se encontraba ella.

Castle había salido de su casa totalmente ofuscado, se sentía traicionado por su madre, no entendía como pudo engañarle durante todo su vida, y se había quedado tan tranquila. Echó a andar por Broome St. hacia el oeste, estuvo deambulando por las calles de la ciudad, sin darse cuenta de por donde iba. Llegó hasta el río Hudson, hasta uno de los parques que lo bordeaban y allí se sentó en uno de los bancos que miraban hacia el agua. No podía dejar de pensar en todo lo que había pasado y perdió totalmente la noción del tiempo.

CONTINUARÁ...

ayyy pobre castle.
me encanta este fic en cuanto puedas sube el siguiente capi

Uyyyyy, quiero saber que pasa por qué Martha se cambio el apellido!!!
Quiero el próximo capiutlooooooooooooooo!!!
ME ENCANTA MUCHOOOOOOOOOOOOOOOOOO

Eso quiero saber yo,porque jamas se lo dijo,no se que paso pero el padre no iba de malas.continualo pronto

GENIIAAAL