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Re: (¿+18?) La tormenta
Capítulo 46 La ausencia
Sollozaba mirando la foto. Un mes, un largo mes sin dormir entre sus brazos, sin verle leyendo un cuento a Lucía, sin sentir sus caricias, tiernas y apasionadas mientras que hacían el amor. Un mes. Era increíble como cambiaba todo en un mes. No podía dormir sin él, no podía, lo necesitaba. Fue hasta el armario y cogió una de sus camisas, pero no olían a él, ya no. Buscó su colonia e impregnó la prenda con unas gotas, pero tampoco olía como él, no, él no solo olía a esa fragancia que ella amaba tanto como él la suya de cerezas. El olía a café recién hecho, a las hojas de un libro viejo que has pasado una y otra vez, a fresas con chocolate, al azahar de los naranjos del Santuario de la Cinta donde se casaron, olía a todo eso... o a lo mejor no era así, a lo mejor esos olores eran sus recuerdos. Lo echaba de menos, más que nada, quería recuperarlo, tenerle a su lado otra vez, poder decirle lo mucho que lo quería, lo mucho que lo necesitaba. Un hombre se acercó a ella y acarició con ternura su frente.
-Vamos Kate, tienes que comer y darle el biberón a Lucía.
-No tengo hambre, ni fuerzas, dáselo tú.
-Cariño por favor, la pequeña no quiere comer si no se lo das tú, vamos, ella te necesita, necesita a su mama, ahora que su padre no está.
-Papá no puedo…-Empezó a llorar más fuerte, cuando Alexis se acercó a ella, mirándola fríamente.
-¿Sigues llorando?, ojalá te quedes así toda tu vida, todo esto es culpa suya, al menos haz el favor de cuidar de tu hija, ya que mi padre ya no puede hacerlo.
-¡Alexis! –Martha miró horrorizada a su nieta. Aunque tampoco tenía qué sorprenderse, su nieta llevaba haciendo esos comentarios desde que le dijeron que su padre había muerto. –Pídele disculpas.
-¡Ni hablar!
-¿Cómo crees que se sentiría tu padre si te oyera hablarse así a Kate?
-¡Qué más da! Mi padre está muerto y todo por su culpa. –La miró con odio. –Por tu culpa ¿me oyes?, porque si te hubieras alejado de nosotros cuando te dijeron que todos estábamos en peligro porque tu ex novio quería violarte mi padre seguiría vivo. ¡Ojala ese cabrón cumpla su objetivo antes de que lo encierren!
La bofetada fue el único sonido que se oyó en aquella habitación, después, silencio. Martha miraba a su nieta aún con la mano levantada, la bajó lentamente. Su nieta se fue corriendo a su habitación. Jim miró a su hija que no mostraba ninguna expresión en su rostro.
-Intentaré darle de comer a Lucía. –Besó tiernamente a su Beckett y asintió mirando a Martha.
Martha se sentó a su lado y le cogió la mano, apretándosela suavemente. –Nadie te culpa a ti Kate, tú no acuchillaste a mi hijo. Lanie me lo contó todo, me dijo que mientras que el gritaba de dolor no te apartaste de su lado, que lo consolaste, que le amaste hasta el último minuto. Solo ha habido dos mujeres más en este mundo que hayan amado a mi hijo de esa manera. Una es Alexis y la otra soy yo. –Levantó la cabeza, mirando a su suegra. –Cuando Richard nació sentí que a partir de ese momento mi vida se centraba en una sola cosa, protegerle y amarle hasta mi muerte. Pero no lo hice bien, Kate, lo hice muy mal. Voy a contarte algo que no le he contado a nadie, que solo sabíamos el y yo. Cuando Richard tenía seis años encontró a su niñera en la cama con su novio. El no sabía que estaban haciendo y se acercó a ellos. Cuando se dieron cuenta el chico se cabreó por ser interrumpido y golpeó a mi hijo hasta dejarlo inconsciente. –Beckett miró fijamente a aquella mujer que ahora miraba al frente, perdida en el dolor de sus recuerdos. –Pasé tanto miedo en el hospital…, ver a mi pequeño así, tan frágil y herido y todo porque yo me pasaba el día entre pruebas y escenarios… Después de eso me daba tanto miedo dejarlo con alguna niñera, pero tenía que pagar las facturas y yo no sabía hacer otra cosa que actuar. Pero te juro que cada mañana, cuando lo dejaba con la nueva niñera sentía un miedo atroz al pensar que me podía estar equivocando otra vez… Y a pesar de todo esto Kate, mi hijo me siguió queriendo, a pesar de que por las noches no podía dormir siguió haciéndome poemas para el Día de la Madre. Fui una madre horrible Kate, pero quise a mi hijo más que a nada en este mundo y lo echo tanto de menos… Y puedo decir que al menos me alegro de que estuviera contigo cuando murió, porque estaba con la persona que más lo ha amado sin fallarle nunca.
-Martha yo le he fallado tantas veces…
-No querida, tú siempre estuviste ahí, siempre. Esa era vuestra palabra ¿verdad? Él te amó con locura Kate y nunca te estaré lo suficientemente agradecida por haber hecho tan feliz a mi hijo.
Las dos mujeres se abrazaron llorando, sintiendo cada una la pena y el dolor de la otra. Jim las miraba desde la puerta, en silencio, deseando poder hacer algo por su querida niña y también por esa mujer a la que amaba. Beckett se soltó suavemente del abrazo y la miró.
-Fuiste una buena madre, Martha. El me lo dijo muchas veces, me dijo lo orgulloso que estaba de ti. Lo criaste sola e hiciste de ese niño el hombre más bueno, tierno y sincero que he conocido nunca.
-Gracias, querida. Sé que quieres estar sola, te dejo descansar…Y Kate, no te preocupes, Alexis se dará cuenta de que el único culpable de todo esto es ese asesino.
-Gracias Martha…
Dejaron a la mujer sola en el dormitorio. Beckett se tumbó abrazada a la camisa, pensando en aquella historia que Martha acababa de contarle. Se sintió tan mal por él, por lo que debía haber sufrido debido a aquello, el miedo pasado después…Con esos pensamientos se quedó profundamente dormida.
-¡Capitán!, lo tenemos, tenemos a ese cabrón, lo traen aquí.
-¡Por fin!, prepárese detective Esposito. Prepárese para el interrogatorio.
Estaba preparado de sobra, ese hijo de puta había matado a sus dos mejores amigos y le haría confesar, aunque tuviera que ponerle la pistola en la sien. Pensó en Beckett y en Jenny, en Lucía, Alexis y en Sarah. Por fin tendrían justicia. La agente Velázquez le hizo una señal. Tomó aire profundamente y entró en la sala. Ahí estaba, con barba de varios días y el pelo revuelto y sucio. Pero desde luego era él.
-Hola Josh, me alegro de verte.
El doctor no habló, evitaba su mirada.
-¿Qué te ocurre?, ¿te doy miedo?, tranquilo, amigo, tranquilo. No va a pasarte nada, solo estas aquí para hablar, nada más. ¿De acuerdo?
No hubo respuesta, notaba el miedo de ese cabrón, sintió asco y nauseas. –Bueno, esto es muy fácil, yo te hago unas preguntas y tú las contestas y si contestas del modo adecuado acabamos rápido. ¿Lo entiendes?
Asintió sin apenas mover la cabeza.
-Empecemos por el principio…
-Lo tenemos. Ha confesado los tres crímenes y también los del año pasado.
-¿Así de fácil?, no me lo creo.
-Ha firmado la confesión sin dudarlo, ha sido él, capitán, además encontramos esto en su casa. –Mostraba un cuchillo, limpio.-Coincide con el de la herida de Castle. La doctora Parish lo analizó mientras que interrogaba a ese cabrón y encontró una diminuta mancha de sangre. Estamos a la espera de los análisis de ADN, pero él ha confesado, fue él.
-Detective, también encontramos una huella de Wilson en el coche de la editora y todo resultó un engaño.
-Señor, míreme. Ese hombre no estaba tranquilo como Wilson, sino confuso y frustrado porque lo hemos pillado. Él quería cumplir su objetivo pero se lo hemos impedido. Estoy seguro, fue él.
-Está bien… quiero hablar con él.
La mujer lo observó durante unos segundos y luego se sentó. -¿Doctor Davidson?, soy la capitana Victoria Gates. El detective Esposito dice que ha confesado.
-Así es. Me han cogido, han encontrado el cuchillo. Colaborando salgo ganando…
-Ya. ¿Por qué lo hizo?
-Por ella.
-¿Cómo?
-Por Kate, la amo, pero ella me dejó por ese escritor y eso me volvió loco. La echo de menos, tanto, que no me importaba nada ni nadie, solo ella. Y cuando me enteré de que estaba embarazada… Ese bebé no podía nacer…, no podía permitirlo. Pero la doctora Torres la salvó. Salvó al bebé. Tenía que vengarme…
-La doctora Torres estaba embarazada, ¿lo sabía?
-Qué más da. Ese bebé era el hijo de un cornudo o puede que hijo mío, pero da igual. Sea como fuera, no se ha perdido nada.
-Mató a su posible hijo y le da igual.
-No me importaba, quería un bebé de Kate, no de esa doctora a la que solo le eché tres polvos…
-Cuénteme lo de Richard Castle.
-Era la ocasión perfecta, tormenta, cortes de luz. Una cuchillada rápida y listo. Se acabó… se acabó… se acabó…
Gates lo miraba fijamente, ese hombre estaba loco. Salió de la sala en silencio haciéndole un gesto a un agente, que se llevó al médico. Luego miró a Esposito. –¿Le ha preguntado por el asesinato de Ryan?
-Lo hice… dice que solo fue para hacer daño a Castle y a Beckett, que estuvo toda la noche pensando si matarme a mí o a él y que al final lo decidió a cara o cruz…
-Está bien detective, se acabó. Créame, nunca volverá a hacerle daño a nadie.
-Al menos ahora Castle y Ryan tendrán paz.
-En cuanto a eso… llame a Beckett, tengo que hablar con ella.
Esposito asintió, su amiga nunca superaría lo de Castle, pero al menos tendría justicia.
La llevaron en coche a una casa en las afueras. Gates salió del vehículo y la miró. –Ahora tiene que calmarse, tiene que pensar que todo esto ha sido por su seguridad. Entre.
Entró en la casa sin entender nada y se quedó paralizada cuando vio a una mujer sentada en el sofá, junto a la persona más importante de su vida.
-Hola Kate.
-No… no puede…ser…-Era imposible, tenía que ser un sueño, o simplemente el cansancio y las ganas de verlo. -No, no puede ser.
-Es cierto, estoy aquí mi amor, estoy vivo. –Se acercó a ella lentamente y acarició suavemente su rostro. La realidad la golpeó y se apartó de él, lo suficiente para darle una bofetada con todas sus fuerzas.
-Como… como… como has podido… como me has hecho esto… te odio. Te odio, te odio, te odio, te odio. –Lo golpeaba con furia en el pecho y él la dejaba, pero la mujer se acercó a ellos.
-¡Ya basta!, va abrirle la herida. Pare de golpearlo. –Ella paró, mirándolo con los ojos llenos de lágrimas. Castle miró a la mujer y le hizo una señal. –Gracias doctora, por favor déjenos solos. Mi mujer y yo tenemos mucho que hablar. –La mujer asintió y salió de la casa. Castle acarició las lágrimas de su mujer y la hizo caminar hasta el sofá, sentándose a su lado. Ella no paraba de llorar.
-¿Por qué? ¿Por qué nos has hecho esto?, ¡por qué! –Lo miró otra vez con rabia y volvió a golpearlo con fuerza, rabia, dolor. –Un mes llorándote, un mes creyendo que no estabas, sin ganas de vivir, sin poder coger a Lucía en brazos, sin poder mirar a tu hija a la cara. Te odio, te odio, te odio. –Por cada frase le daba un golpe aún peor que el anterior. Castle quería que descargara toda su rabia, pero empezaba a hacerle daño, la herida apenas estaba cicatrizando y la lluvia de golpes no ayudada. Sujetó sus manos mirándola, impotente ante la escena. Y después llegó el alivio de verlo vivo. Beckett lo miró con los ojos llenos de lágrimas y lo abrazó con fuerza, llorando. –No vuelvas… a hacerme esto…, nunca… más, por favor…Rick…
Besó su pelo con ternura, meciéndola suavemente, había herido profundamente a la mujer de su vida, pero no tenía otra opción, no había podido elegir. –No mi amor, nunca más, te lo prometo, te quiero mi amor, te quiero Kate, te quiero.
Continuará...
¿Por qué Castle fingiría su muerte?
¿Por qué Josh confiesa de golpe y sin resistencia?
¿Qué va a pasar cuando Martha y Alexis se enteren?
PD: GRACIAS POR LEER
Sollozaba mirando la foto. Un mes, un largo mes sin dormir entre sus brazos, sin verle leyendo un cuento a Lucía, sin sentir sus caricias, tiernas y apasionadas mientras que hacían el amor. Un mes. Era increíble como cambiaba todo en un mes. No podía dormir sin él, no podía, lo necesitaba. Fue hasta el armario y cogió una de sus camisas, pero no olían a él, ya no. Buscó su colonia e impregnó la prenda con unas gotas, pero tampoco olía como él, no, él no solo olía a esa fragancia que ella amaba tanto como él la suya de cerezas. El olía a café recién hecho, a las hojas de un libro viejo que has pasado una y otra vez, a fresas con chocolate, al azahar de los naranjos del Santuario de la Cinta donde se casaron, olía a todo eso... o a lo mejor no era así, a lo mejor esos olores eran sus recuerdos. Lo echaba de menos, más que nada, quería recuperarlo, tenerle a su lado otra vez, poder decirle lo mucho que lo quería, lo mucho que lo necesitaba. Un hombre se acercó a ella y acarició con ternura su frente.
-Vamos Kate, tienes que comer y darle el biberón a Lucía.
-No tengo hambre, ni fuerzas, dáselo tú.
-Cariño por favor, la pequeña no quiere comer si no se lo das tú, vamos, ella te necesita, necesita a su mama, ahora que su padre no está.
-Papá no puedo…-Empezó a llorar más fuerte, cuando Alexis se acercó a ella, mirándola fríamente.
-¿Sigues llorando?, ojalá te quedes así toda tu vida, todo esto es culpa suya, al menos haz el favor de cuidar de tu hija, ya que mi padre ya no puede hacerlo.
-¡Alexis! –Martha miró horrorizada a su nieta. Aunque tampoco tenía qué sorprenderse, su nieta llevaba haciendo esos comentarios desde que le dijeron que su padre había muerto. –Pídele disculpas.
-¡Ni hablar!
-¿Cómo crees que se sentiría tu padre si te oyera hablarse así a Kate?
-¡Qué más da! Mi padre está muerto y todo por su culpa. –La miró con odio. –Por tu culpa ¿me oyes?, porque si te hubieras alejado de nosotros cuando te dijeron que todos estábamos en peligro porque tu ex novio quería violarte mi padre seguiría vivo. ¡Ojala ese cabrón cumpla su objetivo antes de que lo encierren!
La bofetada fue el único sonido que se oyó en aquella habitación, después, silencio. Martha miraba a su nieta aún con la mano levantada, la bajó lentamente. Su nieta se fue corriendo a su habitación. Jim miró a su hija que no mostraba ninguna expresión en su rostro.
-Intentaré darle de comer a Lucía. –Besó tiernamente a su Beckett y asintió mirando a Martha.
Martha se sentó a su lado y le cogió la mano, apretándosela suavemente. –Nadie te culpa a ti Kate, tú no acuchillaste a mi hijo. Lanie me lo contó todo, me dijo que mientras que el gritaba de dolor no te apartaste de su lado, que lo consolaste, que le amaste hasta el último minuto. Solo ha habido dos mujeres más en este mundo que hayan amado a mi hijo de esa manera. Una es Alexis y la otra soy yo. –Levantó la cabeza, mirando a su suegra. –Cuando Richard nació sentí que a partir de ese momento mi vida se centraba en una sola cosa, protegerle y amarle hasta mi muerte. Pero no lo hice bien, Kate, lo hice muy mal. Voy a contarte algo que no le he contado a nadie, que solo sabíamos el y yo. Cuando Richard tenía seis años encontró a su niñera en la cama con su novio. El no sabía que estaban haciendo y se acercó a ellos. Cuando se dieron cuenta el chico se cabreó por ser interrumpido y golpeó a mi hijo hasta dejarlo inconsciente. –Beckett miró fijamente a aquella mujer que ahora miraba al frente, perdida en el dolor de sus recuerdos. –Pasé tanto miedo en el hospital…, ver a mi pequeño así, tan frágil y herido y todo porque yo me pasaba el día entre pruebas y escenarios… Después de eso me daba tanto miedo dejarlo con alguna niñera, pero tenía que pagar las facturas y yo no sabía hacer otra cosa que actuar. Pero te juro que cada mañana, cuando lo dejaba con la nueva niñera sentía un miedo atroz al pensar que me podía estar equivocando otra vez… Y a pesar de todo esto Kate, mi hijo me siguió queriendo, a pesar de que por las noches no podía dormir siguió haciéndome poemas para el Día de la Madre. Fui una madre horrible Kate, pero quise a mi hijo más que a nada en este mundo y lo echo tanto de menos… Y puedo decir que al menos me alegro de que estuviera contigo cuando murió, porque estaba con la persona que más lo ha amado sin fallarle nunca.
-Martha yo le he fallado tantas veces…
-No querida, tú siempre estuviste ahí, siempre. Esa era vuestra palabra ¿verdad? Él te amó con locura Kate y nunca te estaré lo suficientemente agradecida por haber hecho tan feliz a mi hijo.
Las dos mujeres se abrazaron llorando, sintiendo cada una la pena y el dolor de la otra. Jim las miraba desde la puerta, en silencio, deseando poder hacer algo por su querida niña y también por esa mujer a la que amaba. Beckett se soltó suavemente del abrazo y la miró.
-Fuiste una buena madre, Martha. El me lo dijo muchas veces, me dijo lo orgulloso que estaba de ti. Lo criaste sola e hiciste de ese niño el hombre más bueno, tierno y sincero que he conocido nunca.
-Gracias, querida. Sé que quieres estar sola, te dejo descansar…Y Kate, no te preocupes, Alexis se dará cuenta de que el único culpable de todo esto es ese asesino.
-Gracias Martha…
Dejaron a la mujer sola en el dormitorio. Beckett se tumbó abrazada a la camisa, pensando en aquella historia que Martha acababa de contarle. Se sintió tan mal por él, por lo que debía haber sufrido debido a aquello, el miedo pasado después…Con esos pensamientos se quedó profundamente dormida.
-¡Capitán!, lo tenemos, tenemos a ese cabrón, lo traen aquí.
-¡Por fin!, prepárese detective Esposito. Prepárese para el interrogatorio.
Estaba preparado de sobra, ese hijo de puta había matado a sus dos mejores amigos y le haría confesar, aunque tuviera que ponerle la pistola en la sien. Pensó en Beckett y en Jenny, en Lucía, Alexis y en Sarah. Por fin tendrían justicia. La agente Velázquez le hizo una señal. Tomó aire profundamente y entró en la sala. Ahí estaba, con barba de varios días y el pelo revuelto y sucio. Pero desde luego era él.
-Hola Josh, me alegro de verte.
El doctor no habló, evitaba su mirada.
-¿Qué te ocurre?, ¿te doy miedo?, tranquilo, amigo, tranquilo. No va a pasarte nada, solo estas aquí para hablar, nada más. ¿De acuerdo?
No hubo respuesta, notaba el miedo de ese cabrón, sintió asco y nauseas. –Bueno, esto es muy fácil, yo te hago unas preguntas y tú las contestas y si contestas del modo adecuado acabamos rápido. ¿Lo entiendes?
Asintió sin apenas mover la cabeza.
-Empecemos por el principio…
-Lo tenemos. Ha confesado los tres crímenes y también los del año pasado.
-¿Así de fácil?, no me lo creo.
-Ha firmado la confesión sin dudarlo, ha sido él, capitán, además encontramos esto en su casa. –Mostraba un cuchillo, limpio.-Coincide con el de la herida de Castle. La doctora Parish lo analizó mientras que interrogaba a ese cabrón y encontró una diminuta mancha de sangre. Estamos a la espera de los análisis de ADN, pero él ha confesado, fue él.
-Detective, también encontramos una huella de Wilson en el coche de la editora y todo resultó un engaño.
-Señor, míreme. Ese hombre no estaba tranquilo como Wilson, sino confuso y frustrado porque lo hemos pillado. Él quería cumplir su objetivo pero se lo hemos impedido. Estoy seguro, fue él.
-Está bien… quiero hablar con él.
La mujer lo observó durante unos segundos y luego se sentó. -¿Doctor Davidson?, soy la capitana Victoria Gates. El detective Esposito dice que ha confesado.
-Así es. Me han cogido, han encontrado el cuchillo. Colaborando salgo ganando…
-Ya. ¿Por qué lo hizo?
-Por ella.
-¿Cómo?
-Por Kate, la amo, pero ella me dejó por ese escritor y eso me volvió loco. La echo de menos, tanto, que no me importaba nada ni nadie, solo ella. Y cuando me enteré de que estaba embarazada… Ese bebé no podía nacer…, no podía permitirlo. Pero la doctora Torres la salvó. Salvó al bebé. Tenía que vengarme…
-La doctora Torres estaba embarazada, ¿lo sabía?
-Qué más da. Ese bebé era el hijo de un cornudo o puede que hijo mío, pero da igual. Sea como fuera, no se ha perdido nada.
-Mató a su posible hijo y le da igual.
-No me importaba, quería un bebé de Kate, no de esa doctora a la que solo le eché tres polvos…
-Cuénteme lo de Richard Castle.
-Era la ocasión perfecta, tormenta, cortes de luz. Una cuchillada rápida y listo. Se acabó… se acabó… se acabó…
Gates lo miraba fijamente, ese hombre estaba loco. Salió de la sala en silencio haciéndole un gesto a un agente, que se llevó al médico. Luego miró a Esposito. –¿Le ha preguntado por el asesinato de Ryan?
-Lo hice… dice que solo fue para hacer daño a Castle y a Beckett, que estuvo toda la noche pensando si matarme a mí o a él y que al final lo decidió a cara o cruz…
-Está bien detective, se acabó. Créame, nunca volverá a hacerle daño a nadie.
-Al menos ahora Castle y Ryan tendrán paz.
-En cuanto a eso… llame a Beckett, tengo que hablar con ella.
Esposito asintió, su amiga nunca superaría lo de Castle, pero al menos tendría justicia.
La llevaron en coche a una casa en las afueras. Gates salió del vehículo y la miró. –Ahora tiene que calmarse, tiene que pensar que todo esto ha sido por su seguridad. Entre.
Entró en la casa sin entender nada y se quedó paralizada cuando vio a una mujer sentada en el sofá, junto a la persona más importante de su vida.
-Hola Kate.
-No… no puede…ser…-Era imposible, tenía que ser un sueño, o simplemente el cansancio y las ganas de verlo. -No, no puede ser.
-Es cierto, estoy aquí mi amor, estoy vivo. –Se acercó a ella lentamente y acarició suavemente su rostro. La realidad la golpeó y se apartó de él, lo suficiente para darle una bofetada con todas sus fuerzas.
-Como… como… como has podido… como me has hecho esto… te odio. Te odio, te odio, te odio, te odio. –Lo golpeaba con furia en el pecho y él la dejaba, pero la mujer se acercó a ellos.
-¡Ya basta!, va abrirle la herida. Pare de golpearlo. –Ella paró, mirándolo con los ojos llenos de lágrimas. Castle miró a la mujer y le hizo una señal. –Gracias doctora, por favor déjenos solos. Mi mujer y yo tenemos mucho que hablar. –La mujer asintió y salió de la casa. Castle acarició las lágrimas de su mujer y la hizo caminar hasta el sofá, sentándose a su lado. Ella no paraba de llorar.
-¿Por qué? ¿Por qué nos has hecho esto?, ¡por qué! –Lo miró otra vez con rabia y volvió a golpearlo con fuerza, rabia, dolor. –Un mes llorándote, un mes creyendo que no estabas, sin ganas de vivir, sin poder coger a Lucía en brazos, sin poder mirar a tu hija a la cara. Te odio, te odio, te odio. –Por cada frase le daba un golpe aún peor que el anterior. Castle quería que descargara toda su rabia, pero empezaba a hacerle daño, la herida apenas estaba cicatrizando y la lluvia de golpes no ayudada. Sujetó sus manos mirándola, impotente ante la escena. Y después llegó el alivio de verlo vivo. Beckett lo miró con los ojos llenos de lágrimas y lo abrazó con fuerza, llorando. –No vuelvas… a hacerme esto…, nunca… más, por favor…Rick…
Besó su pelo con ternura, meciéndola suavemente, había herido profundamente a la mujer de su vida, pero no tenía otra opción, no había podido elegir. –No mi amor, nunca más, te lo prometo, te quiero mi amor, te quiero Kate, te quiero.
Continuará...
¿Por qué Castle fingiría su muerte?
¿Por qué Josh confiesa de golpe y sin resistencia?
¿Qué va a pasar cuando Martha y Alexis se enteren?
PD: GRACIAS POR LEER
Última edición por maria_cs el Mar Mayo 08, 2012 9:55 am, editado 1 vez
Re: (¿+18?) La tormenta
jooooooooooooderrrrrr pedazo capítulo! te has superado jajaja apenas podía creer lo que estaba leyendo! simplemente genial!! :D
castleaddictedforlife- Actor en Broadway
- Mensajes : 186
Fecha de inscripción : 01/04/2012
Re: (¿+18?) La tormenta
Joder, cuando he leido que Castle estaba muerto...encima estoy super sensible por Always y ya lo has rematado xD pero menos mal que esta vivo. Sigue
KBCAlways- As del póker
- Mensajes : 444
Fecha de inscripción : 11/03/2012
Edad : 29
Localización : Granada
Re: (¿+18?) La tormenta
DIOOOOSSSS!!!!CASI MUEROOOOO......MENOS MAL KE ERA UNA TAPADERA!!!!
ALEXIS LO MATAAAA JAJA
SIGUE PRONTO POR DIOOOSS
ALEXIS LO MATAAAA JAJA
SIGUE PRONTO POR DIOOOSS
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
- Mensajes : 5471
Fecha de inscripción : 20/03/2011
Edad : 33
Localización : Menorca..I LOVE NEW YORK..NYPD..RICK CASTLE & KATE BECKETT
Re: (¿+18?) La tormenta
Casi te mato! Pense que si lo habias matado hahaha
de acuerdo... ya no escribire cosas malas sino te vengaras D:
Me encanta tu fic :DD
de acuerdo... ya no escribire cosas malas sino te vengaras D:
Me encanta tu fic :DD
DannyyFranco- Policia de homicidios
- Mensajes : 686
Fecha de inscripción : 24/01/2012
Edad : 31
Re: (¿+18?) La tormenta
buenisimo el fic yo me habia asustado de castle pobrecilla kate ahora vendra la calma
castlelover- As del póker
- Mensajes : 307
Fecha de inscripción : 26/02/2012
Re: (¿+18?) La tormenta
genial , me encanto
dios casi me muero , pero esta vivo
por favor no se te ocurra matar a nadie mas
si yo fuera alexis y mi papa me hace esto yo !LO MATO!
dios casi me muero , pero esta vivo
por favor no se te ocurra matar a nadie mas
si yo fuera alexis y mi papa me hace esto yo !LO MATO!
claudia vasquez- Ayudante de policia
- Mensajes : 122
Fecha de inscripción : 25/03/2012
Edad : 30
Localización : MADRID/ESPAÑA
Re: (¿+18?) La tormenta
YO iba a dejar de leer, por supuesto!!!!! Pero después he pensado que no serías capaz de hacerme eso y que seguro que era mentira....así que he continuado y acertado ^^
Te quiero Ricka Castla!!!!!!!! XDDDDD
Te quiero Ricka Castla!!!!!!!! XDDDDD
ConchaCarrillo- Escritor novato
- Mensajes : 17
Fecha de inscripción : 02/04/2012
Edad : 32
Localización : Huelva, Andalucía (España)
Re: (¿+18?) La tormenta
EXCELENTE CAPITULO AUNQUE ME ASUSTASTE
moni valdes- As del póker
- Mensajes : 298
Fecha de inscripción : 04/01/2012
Edad : 34
Localización : colombia
Re: (¿+18?) La tormenta
Maria por queeee???
Esa situacion con Alexisss, pobre Kate. NO TIENE PAZ!!!
Igual volvi a quererte porque esta vivo!!!!!!!
Siguelo
Esa situacion con Alexisss, pobre Kate. NO TIENE PAZ!!!
Igual volvi a quererte porque esta vivo!!!!!!!
Siguelo
silvanalino- Escritor - Policia
- Mensajes : 2439
Fecha de inscripción : 01/12/2010
Edad : 51
Re: (¿+18?) La tormenta
madre miaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!!!!!!!!!!!! estoy sin respiracion !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! me kedo loka con cada capi y este no a sido menos .... me llegas a matar a rick.... y me coje un soponcio
castleaddict- As del póker
- Mensajes : 268
Fecha de inscripción : 02/04/2012
Edad : 37
Re: (¿+18?) La tormenta
¡Ah vale! Ya me extrañaba que dejaras a Kate viuda. Qué mal ratito. Muy buen capítulo.
Cata Castillo- Escritor - Policia
- Mensajes : 1729
Fecha de inscripción : 25/09/2010
Localización : Al sur del sur
Re: (¿+18?) La tormenta
Capítulo 47 Insomnio
Una media hora después Beckett se sentía más tranquila. Castle la abrazaba con ternura, sin dejar de acariciar su pelo. Ella se incorporó y lo miró a los ojos.
-Rick… ¿vas a decirme por qué lo hiciste?
-Primero quiero saber si ya me has perdonado.
-Claro que te perdono Rick, pero me va a costar muchísimo olvidar todo esto, ha sido el peor mes de mi vida…
-Lo siento mi amor, lo último que quería era hacerte daño.
-Lo sé, pero quiero saber por qué.
-Está bien, voy a contártelo todo, tranquila. Veras, cuando desperté en el hospital después de que me atendieran encontré allí a Gates. Ella me dijo que si me hacía pasar por muerto vosotras estaríais más seguras y la verdad es que no tuve mucho tiempo para pensarlo, pero Gates consiguió convencerme. Josh estaba rabioso, me odiaba más que a nadie y ese era uno de los motivos por los que estando conmigo estabais en peligro, tú y la niña. No quería hacerlo mi amor, no quería hacerte pasar por esto, ha sido horrible, pero era lo mejor. Gates me dijo que me avisaría cuando lo cogieran y entonces podríamos volver a vernos. He estado rezando día tras día para que llegase esta noticia. Cariño no sabes cuánto te he echado de menos, soñaba contigo todos los días. Kate te juro que nunca volveré a hacerte algo así. Te quiero.
-Rick, hay algo que no entiendo…
-Dime.
-¿Cómo pudo Gates hablar contigo?, el cirujano salió del quirófano y me dijo que estabas… -No puedo terminar la frase, se le hizo un nudo en la garganta. Castle acarició su rostro.
-Dan llamó a Esposito mientras que tú y Lanie esperabais en el hospital. Gates se enteró enseguida y desde la comisaria avisó para que no te dejaran verme. Ella ya había planeado esto por si me pasaba algo, así que ni lo dudó. Luego cuando le di mi consentimiento habló con el cirujano. A este no le quedó más remedio que mentirte.
Beckett suspiró, aun no se lo podía creer. –Rick, no sé qué decir…
-No tienes que decir nada mi amor. Solo espero que lo entiendas.
-Lo entiendo, pero me duele tanto Rick... Debiste decírmelo.
-Se lo hubieras dicho a mi madre y a Alexis porque no hubieras podido mirarlas a la cara… mi madre se lo hubiera dicho a tu padre, tu padre podría haberlo comentado… Kate, por favor entiéndelo.
-Lo entiendo…
-Cielo a partir de ahora todo va a ser diferente. Se acabaron los escoltas, el miedo, se acabó todo mi amor. Ahora solo estamos tú y yo y nuestra familia.
Ella le miró y lo abrazó con fuerza. Castle no pudo evitar gemir dolorido, ella se apartó asustada. -¿Te he hecho daño?
-¡Claro que le ha hecho daño!, ¿no se da cuenta?, su marido ha pasado por una recuperación muy difícil, apenas hace unos días que la herida empieza a cicatrizar y usted primero lo golpea y ahora esto. –La doctora acababa de irrumpir en la habitación, con Gates a su lado. Beckett se levantó y salió de la casa, dolida y sintiéndose culpable. Castle se levantó a pesar del dolor. –Espera cielo, no te preocupes cariño estoy bien, no es nada. Vamos ven aquí. –La besó con ternura y la abrazó suavemente. -Lo siento Rick, no quería hacerte daño.
-No me has hecho daño, la doctora es demasiado protectora, nada más. Vamos, supongo que Gates quiere hablar con nosotros.
Beckett volvió a entrar en la casa, sin apartarse de él, quien sonreía con ternura. Gates los miró a ambos. –Bueno, ahora que las cosas vuelven a la normalidad usted podrá volver a casa señor Castle, supongo que se alegrarán.
-¡No lo sabe usted bien!
-Bien, entonces no hay nada más que hablar.
-Victoria no estoy de acuerdo. Este hombre necesita reposo, estaría en el hospital de no ser por estas circunstancias. No creo que deba volver a casa.
-Doctora llevo encerrado aquí un mes, quiero volver con mis hijas y mi esposa a casa. Es lo que voy a hacer, seguiré en reposo y con las curas, pero voy a volver.
La mujer suspiró pero accedió. Beckett sonrió. –Está bien, pero mandaré a una enfermera todos los días para que le haga las curas, y en esto no pienso ceder.
-No tiene porque ceder, mi marido seguirá haciendo lo que sea hasta que se recupere del todo. Y haga el favor de dejar de mirarme así, no se lo consiento.
La miró con odio pero prefirió no contestarle, aquella mujer era su esposa y no tenía derecho a reclamar nada. Castle miró a Beckett y murmuró: -Kate te voy a necesitar para hablar con mi madre y con Alexis, no sé cómo se lo van a tomar.
-Tranquilo, se sorprenderán pero se alegrarán muchísimo, ya verás.
Le tiró un jarrón con fuerza, que esta vez paso rozándole. Castle se protegió con sus brazos. Martha, Beckett y Jim miraban la escena en silencio. Al lado de Martha había una botella de vino que se iba vaciando con asombrosa rapidez. -Te odio, ¡cómo has podido hacernos esto!
-Cariño por favor, escúchame.
-¡No! –Ahora fue el móvil el que cruzó la habitación. – ¡Te odio!
-Alexis por favor, escucha a tu padre.
-¡Tú cállate!
-¡No le hables así a Kate!
-Le he dicho muchas cosas peores, cosas horribles, he deseado incluso su muerte, ¡y todo por tu culpa!
-Alexis…
-¡No!, me voy, me voy a casa de la abuela y mañana volveré a Stanford y no pienso volver a esta casa. –La chica se marchó dando un portazo. Martha que estaba bebiendo su quinta copa miró a su hijo:
-Dale tiempo, se le pasará. Está dolida por todo lo que ha pasado, ha sido un mes muy duro, hablaré con ella, hijo.
-Lo sé, madre yo… -No podía hablar, se sentía como un monstruo por haberle hecho daño a las mujeres que mas quería.
-Shhhhh…, no hijo, no digas nada, me dan igual tus motivos, lo único que me importa es que estás vivo y que estás aquí conmigo. Te quiero Richard. –Abrazó a su hijo con los ojos llenos de lágrimas. Beckett cogió a la niña en brazos y se la acercó a Castle.
-Te ha echado mucho de menos.
-¡Hola!, hola mi vida, mira que grande y que bonita estás, ya tienes tres meses mi niña, como me alegro de verte.-Besó a la nena con ternura, feliz de volver a tenerla en sus brazos.
Jim sonrió con ternura mirando a Martha.
-Ya pasó todo cariño, se acabó.
Beckett miró a su padre asombrado. –Perdón, pero, vosotros, vosotros estáis…
-Juntos. Sí, nos queremos cielo, no sabemos cómo pasó, pero pasó. Espero que lo entendáis.
-Lo entiendo, me alegro de que rehagas tu vida papá, aunque nunca me lo pude imaginar.
-Kate quiero que sepas que tu padre es el mejor hombre que he conocido jamás y que lo quiero muchísimo.
Kate abrazó a Martha y sonrió, luego miró a su marido. –Tú lo sabías.
-Si…, lo siento, me pidieron que no te dijera nada, querían decírtelo ellos.
-No sé porque lo habéis ocultado…
-Lo sentimos, no sabíamos como decírtelo.
De repente Castle gimió de dolor. -¿Qué te pasa?
-Nada amor, tranquila, pero son demasiado emociones y debería hacer reposo.
-Vamos entonces, necesitas descansar, ya es muy tarde.
-Nosotros os dejamos y hablaré con Alexis, ya verás como todo se arregla.
Beckett apoyó la cabeza en su pecho. Castle la acarició con ternura, como había echado aquello de menos, el simple gesto de acariciar su cabello, en silencio, sin necesidad de hablar. Ella notó la venda bajo el pijama y lo miró.
-¿Cómo está tu herida?
-Bien, en pocas semanas estará perfectamente.
-¿Cómo ha sido la recuperación?
-Dolorosa… las curas son lo peor, pero ya queda menos.
-Siento que hayas tenido que pasar por ello tu solo…
-Yo siento haberte hecho daño, perdóname.
-No me pidas más perdón, me duele mucho lo que pasó y va a seguir doliéndome durante mucho tiempo, pero entiendo porque lo hiciste. No pienses más en ello.
-Gracias mi amor, realmente me daba miedo pensar como te ibas a tomar todo esto…
-No pensemos más en ello. –Volvió a acomodarse en su pecho, cerrando los ojos. Pero no podía dormirse, le costaba muchísimo. Se incorporó y cogió un bote de pastillas de su mesita de noche. Castle la miró. –Kate, ¿tomas pastillas para dormir?
-Si…, no he podido dormir en este último mes, me costaba muchísimo, por eso pedí una receta para somníferos.
-Entiendo… lo siento cielo. –La atrajo hacia su pecho y la abrazó, acariciándola. Las pastillas fueron haciéndole efecto y se quedó dormida. Castle la miró tristemente. Beckett había cambiado mucho debido a todo aquello. Había perdido mucho peso, lo que quería decir que apenas había comido y tenía unas marcadas ojeras que confirmaban su insomnio. Además se había fijado en su mirada de dolor cuando Alexis le había gritado, definitivamente le había hecho daño, mucho daño. Pero él se encargaría de borrar cada rastro de ese mes y empezaría por curarla de la falta de apetito. Se llevó la mano al pecho conteniendo un gemido de dolor. Ella se revolvió inquieta, la miró, estaba teniendo una pesadilla, le gustaría despertarla, pero quería saber con que soñaba.
-No, por favor, mátame a mí, por favor, Josh, no lo hagas, seré tuya, por favor… no, no…-Se movía agitada, con los ojos llenos de lagrimas, gritando. –No, por favor, ¡no!
-Kate, Kate mi amor… -La acarició suavemente, intentando despertarla. Luego recordó que ella había tomado pastillas. Cogió el teléfono. – ¿Doctora Lewish?, no, estoy bien, se trata de mi esposa. –Le explicó lo que estaba pasando y escuchó a la mujer. –Gracias. –Se levantó y fue hacia el baño, llenó un cubo con agua fría y luego se acercó a ella. Le echó el cubo despertándola de golpe.
-¡Rick!, Rick por favor, no me dejes.
-Tranquila mi amor solo era un sueño, estoy aquí, shhhh, estoy aquí mi amor.
-…Rick… era… era tan real…-Beckett hablaba entre sollozos. Había vivido con ese sueño desde hacía un mes, y las últimas semanas habían sido peor, al no poder despertar.
-Lo sé,shhhh, tranquila, solo era un sueño, ya pasó mi amor, ya está, estoy aquí, te quiero. –La acarició y la hizo incorporarse. –Vamos, dormiremos en la habitación de invitados, mañana cambiaré las sábanas, pero primero tienes que secarte.
-Rick… no puedo… es horrible… no quiero dormir… no quiero verte morir…no…-Parecía pasar por una especie crisis nerviosa, y Castle supuso, acertadamente, que no era la primera. Se agachó a su lado, tomando sus manos, besando su rostro, su pelo, haciendo todo lo que se le ocurría para calmarla. –Tranquila mi amor, ahora cuando despiertes de una pesadilla yo estoy aquí, tranquila, vamos, respira despacio, eso es, muy bien. –Se fue calmando pero no dejaba de temblar. Castle la cogió en brazos y la llevó al baño, secándola como secaba a Lucía. Luego le puso otro pijama y la llevó hasta la habitación de invitados. –Enseguida vengo cariño, tu quédate aquí, no tardaré.
-¡No!, no me dejes sola, por favor…
-Shhhhh, nunca, ¿me oyes?, nunca más volveré a dejarte sola. Solo voy a tardar unos minutos, no te preocupes, ¿vale?
-Vale…
Bajó hasta la cocina y le preparó una infusión que le había recomendado la doctora para dormir. Luego fue hacia la habitación, mirando antes en la de la niña, que dormía como un angelito. Se acercó a ella y le entregó la taza. –Tomate esto, a partir de ahora se acabaron las pastillas, no te dejan dormir bien debido a las pesadillas, porque evitan que puedas despertar y no descansas. Esta infusión te ayudara cielo, tómatela, te calmará los nervios.
Ella se tomó la infusión lentamente, se sentía un poco mejor, pero seguían temblándole las manos. –Gracias…
-No me las des. Ahora ven. –Se echó a su lado, abrazándola. –Cierra los ojos, no pienses en nada.
Beckett hizo lo que le decía y trató de dormirse, pero no podía, el miedo a seguir soñando se lo impedía. Castle la miró y empezó a cantarle muy bajito la nana que tantas veces le había oído cantarle a Lucía. Y así, poco a poco se fue durmiendo en sus brazos, sintiéndose protegida por primera vez en muchos días.
Continuará…
Una media hora después Beckett se sentía más tranquila. Castle la abrazaba con ternura, sin dejar de acariciar su pelo. Ella se incorporó y lo miró a los ojos.
-Rick… ¿vas a decirme por qué lo hiciste?
-Primero quiero saber si ya me has perdonado.
-Claro que te perdono Rick, pero me va a costar muchísimo olvidar todo esto, ha sido el peor mes de mi vida…
-Lo siento mi amor, lo último que quería era hacerte daño.
-Lo sé, pero quiero saber por qué.
-Está bien, voy a contártelo todo, tranquila. Veras, cuando desperté en el hospital después de que me atendieran encontré allí a Gates. Ella me dijo que si me hacía pasar por muerto vosotras estaríais más seguras y la verdad es que no tuve mucho tiempo para pensarlo, pero Gates consiguió convencerme. Josh estaba rabioso, me odiaba más que a nadie y ese era uno de los motivos por los que estando conmigo estabais en peligro, tú y la niña. No quería hacerlo mi amor, no quería hacerte pasar por esto, ha sido horrible, pero era lo mejor. Gates me dijo que me avisaría cuando lo cogieran y entonces podríamos volver a vernos. He estado rezando día tras día para que llegase esta noticia. Cariño no sabes cuánto te he echado de menos, soñaba contigo todos los días. Kate te juro que nunca volveré a hacerte algo así. Te quiero.
-Rick, hay algo que no entiendo…
-Dime.
-¿Cómo pudo Gates hablar contigo?, el cirujano salió del quirófano y me dijo que estabas… -No puedo terminar la frase, se le hizo un nudo en la garganta. Castle acarició su rostro.
-Dan llamó a Esposito mientras que tú y Lanie esperabais en el hospital. Gates se enteró enseguida y desde la comisaria avisó para que no te dejaran verme. Ella ya había planeado esto por si me pasaba algo, así que ni lo dudó. Luego cuando le di mi consentimiento habló con el cirujano. A este no le quedó más remedio que mentirte.
Beckett suspiró, aun no se lo podía creer. –Rick, no sé qué decir…
-No tienes que decir nada mi amor. Solo espero que lo entiendas.
-Lo entiendo, pero me duele tanto Rick... Debiste decírmelo.
-Se lo hubieras dicho a mi madre y a Alexis porque no hubieras podido mirarlas a la cara… mi madre se lo hubiera dicho a tu padre, tu padre podría haberlo comentado… Kate, por favor entiéndelo.
-Lo entiendo…
-Cielo a partir de ahora todo va a ser diferente. Se acabaron los escoltas, el miedo, se acabó todo mi amor. Ahora solo estamos tú y yo y nuestra familia.
Ella le miró y lo abrazó con fuerza. Castle no pudo evitar gemir dolorido, ella se apartó asustada. -¿Te he hecho daño?
-¡Claro que le ha hecho daño!, ¿no se da cuenta?, su marido ha pasado por una recuperación muy difícil, apenas hace unos días que la herida empieza a cicatrizar y usted primero lo golpea y ahora esto. –La doctora acababa de irrumpir en la habitación, con Gates a su lado. Beckett se levantó y salió de la casa, dolida y sintiéndose culpable. Castle se levantó a pesar del dolor. –Espera cielo, no te preocupes cariño estoy bien, no es nada. Vamos ven aquí. –La besó con ternura y la abrazó suavemente. -Lo siento Rick, no quería hacerte daño.
-No me has hecho daño, la doctora es demasiado protectora, nada más. Vamos, supongo que Gates quiere hablar con nosotros.
Beckett volvió a entrar en la casa, sin apartarse de él, quien sonreía con ternura. Gates los miró a ambos. –Bueno, ahora que las cosas vuelven a la normalidad usted podrá volver a casa señor Castle, supongo que se alegrarán.
-¡No lo sabe usted bien!
-Bien, entonces no hay nada más que hablar.
-Victoria no estoy de acuerdo. Este hombre necesita reposo, estaría en el hospital de no ser por estas circunstancias. No creo que deba volver a casa.
-Doctora llevo encerrado aquí un mes, quiero volver con mis hijas y mi esposa a casa. Es lo que voy a hacer, seguiré en reposo y con las curas, pero voy a volver.
La mujer suspiró pero accedió. Beckett sonrió. –Está bien, pero mandaré a una enfermera todos los días para que le haga las curas, y en esto no pienso ceder.
-No tiene porque ceder, mi marido seguirá haciendo lo que sea hasta que se recupere del todo. Y haga el favor de dejar de mirarme así, no se lo consiento.
La miró con odio pero prefirió no contestarle, aquella mujer era su esposa y no tenía derecho a reclamar nada. Castle miró a Beckett y murmuró: -Kate te voy a necesitar para hablar con mi madre y con Alexis, no sé cómo se lo van a tomar.
-Tranquilo, se sorprenderán pero se alegrarán muchísimo, ya verás.
Le tiró un jarrón con fuerza, que esta vez paso rozándole. Castle se protegió con sus brazos. Martha, Beckett y Jim miraban la escena en silencio. Al lado de Martha había una botella de vino que se iba vaciando con asombrosa rapidez. -Te odio, ¡cómo has podido hacernos esto!
-Cariño por favor, escúchame.
-¡No! –Ahora fue el móvil el que cruzó la habitación. – ¡Te odio!
-Alexis por favor, escucha a tu padre.
-¡Tú cállate!
-¡No le hables así a Kate!
-Le he dicho muchas cosas peores, cosas horribles, he deseado incluso su muerte, ¡y todo por tu culpa!
-Alexis…
-¡No!, me voy, me voy a casa de la abuela y mañana volveré a Stanford y no pienso volver a esta casa. –La chica se marchó dando un portazo. Martha que estaba bebiendo su quinta copa miró a su hijo:
-Dale tiempo, se le pasará. Está dolida por todo lo que ha pasado, ha sido un mes muy duro, hablaré con ella, hijo.
-Lo sé, madre yo… -No podía hablar, se sentía como un monstruo por haberle hecho daño a las mujeres que mas quería.
-Shhhhh…, no hijo, no digas nada, me dan igual tus motivos, lo único que me importa es que estás vivo y que estás aquí conmigo. Te quiero Richard. –Abrazó a su hijo con los ojos llenos de lágrimas. Beckett cogió a la niña en brazos y se la acercó a Castle.
-Te ha echado mucho de menos.
-¡Hola!, hola mi vida, mira que grande y que bonita estás, ya tienes tres meses mi niña, como me alegro de verte.-Besó a la nena con ternura, feliz de volver a tenerla en sus brazos.
Jim sonrió con ternura mirando a Martha.
-Ya pasó todo cariño, se acabó.
Beckett miró a su padre asombrado. –Perdón, pero, vosotros, vosotros estáis…
-Juntos. Sí, nos queremos cielo, no sabemos cómo pasó, pero pasó. Espero que lo entendáis.
-Lo entiendo, me alegro de que rehagas tu vida papá, aunque nunca me lo pude imaginar.
-Kate quiero que sepas que tu padre es el mejor hombre que he conocido jamás y que lo quiero muchísimo.
Kate abrazó a Martha y sonrió, luego miró a su marido. –Tú lo sabías.
-Si…, lo siento, me pidieron que no te dijera nada, querían decírtelo ellos.
-No sé porque lo habéis ocultado…
-Lo sentimos, no sabíamos como decírtelo.
De repente Castle gimió de dolor. -¿Qué te pasa?
-Nada amor, tranquila, pero son demasiado emociones y debería hacer reposo.
-Vamos entonces, necesitas descansar, ya es muy tarde.
-Nosotros os dejamos y hablaré con Alexis, ya verás como todo se arregla.
Beckett apoyó la cabeza en su pecho. Castle la acarició con ternura, como había echado aquello de menos, el simple gesto de acariciar su cabello, en silencio, sin necesidad de hablar. Ella notó la venda bajo el pijama y lo miró.
-¿Cómo está tu herida?
-Bien, en pocas semanas estará perfectamente.
-¿Cómo ha sido la recuperación?
-Dolorosa… las curas son lo peor, pero ya queda menos.
-Siento que hayas tenido que pasar por ello tu solo…
-Yo siento haberte hecho daño, perdóname.
-No me pidas más perdón, me duele mucho lo que pasó y va a seguir doliéndome durante mucho tiempo, pero entiendo porque lo hiciste. No pienses más en ello.
-Gracias mi amor, realmente me daba miedo pensar como te ibas a tomar todo esto…
-No pensemos más en ello. –Volvió a acomodarse en su pecho, cerrando los ojos. Pero no podía dormirse, le costaba muchísimo. Se incorporó y cogió un bote de pastillas de su mesita de noche. Castle la miró. –Kate, ¿tomas pastillas para dormir?
-Si…, no he podido dormir en este último mes, me costaba muchísimo, por eso pedí una receta para somníferos.
-Entiendo… lo siento cielo. –La atrajo hacia su pecho y la abrazó, acariciándola. Las pastillas fueron haciéndole efecto y se quedó dormida. Castle la miró tristemente. Beckett había cambiado mucho debido a todo aquello. Había perdido mucho peso, lo que quería decir que apenas había comido y tenía unas marcadas ojeras que confirmaban su insomnio. Además se había fijado en su mirada de dolor cuando Alexis le había gritado, definitivamente le había hecho daño, mucho daño. Pero él se encargaría de borrar cada rastro de ese mes y empezaría por curarla de la falta de apetito. Se llevó la mano al pecho conteniendo un gemido de dolor. Ella se revolvió inquieta, la miró, estaba teniendo una pesadilla, le gustaría despertarla, pero quería saber con que soñaba.
-No, por favor, mátame a mí, por favor, Josh, no lo hagas, seré tuya, por favor… no, no…-Se movía agitada, con los ojos llenos de lagrimas, gritando. –No, por favor, ¡no!
-Kate, Kate mi amor… -La acarició suavemente, intentando despertarla. Luego recordó que ella había tomado pastillas. Cogió el teléfono. – ¿Doctora Lewish?, no, estoy bien, se trata de mi esposa. –Le explicó lo que estaba pasando y escuchó a la mujer. –Gracias. –Se levantó y fue hacia el baño, llenó un cubo con agua fría y luego se acercó a ella. Le echó el cubo despertándola de golpe.
-¡Rick!, Rick por favor, no me dejes.
-Tranquila mi amor solo era un sueño, estoy aquí, shhhh, estoy aquí mi amor.
-…Rick… era… era tan real…-Beckett hablaba entre sollozos. Había vivido con ese sueño desde hacía un mes, y las últimas semanas habían sido peor, al no poder despertar.
-Lo sé,shhhh, tranquila, solo era un sueño, ya pasó mi amor, ya está, estoy aquí, te quiero. –La acarició y la hizo incorporarse. –Vamos, dormiremos en la habitación de invitados, mañana cambiaré las sábanas, pero primero tienes que secarte.
-Rick… no puedo… es horrible… no quiero dormir… no quiero verte morir…no…-Parecía pasar por una especie crisis nerviosa, y Castle supuso, acertadamente, que no era la primera. Se agachó a su lado, tomando sus manos, besando su rostro, su pelo, haciendo todo lo que se le ocurría para calmarla. –Tranquila mi amor, ahora cuando despiertes de una pesadilla yo estoy aquí, tranquila, vamos, respira despacio, eso es, muy bien. –Se fue calmando pero no dejaba de temblar. Castle la cogió en brazos y la llevó al baño, secándola como secaba a Lucía. Luego le puso otro pijama y la llevó hasta la habitación de invitados. –Enseguida vengo cariño, tu quédate aquí, no tardaré.
-¡No!, no me dejes sola, por favor…
-Shhhhh, nunca, ¿me oyes?, nunca más volveré a dejarte sola. Solo voy a tardar unos minutos, no te preocupes, ¿vale?
-Vale…
Bajó hasta la cocina y le preparó una infusión que le había recomendado la doctora para dormir. Luego fue hacia la habitación, mirando antes en la de la niña, que dormía como un angelito. Se acercó a ella y le entregó la taza. –Tomate esto, a partir de ahora se acabaron las pastillas, no te dejan dormir bien debido a las pesadillas, porque evitan que puedas despertar y no descansas. Esta infusión te ayudara cielo, tómatela, te calmará los nervios.
Ella se tomó la infusión lentamente, se sentía un poco mejor, pero seguían temblándole las manos. –Gracias…
-No me las des. Ahora ven. –Se echó a su lado, abrazándola. –Cierra los ojos, no pienses en nada.
Beckett hizo lo que le decía y trató de dormirse, pero no podía, el miedo a seguir soñando se lo impedía. Castle la miró y empezó a cantarle muy bajito la nana que tantas veces le había oído cantarle a Lucía. Y así, poco a poco se fue durmiendo en sus brazos, sintiéndose protegida por primera vez en muchos días.
Continuará…
Como siempre mil gracias por leer, (este capitulo no me convence mucho pero hoy no estaba inspirada)
Última edición por maria_cs el Lun Mayo 21, 2012 1:19 pm, editado 1 vez
Re: (¿+18?) La tormenta
uuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu me gusta me gusta
moni valdes- As del póker
- Mensajes : 298
Fecha de inscripción : 04/01/2012
Edad : 34
Localización : colombia
Re: (¿+18?) La tormenta
Que bonito capitulo
Castle sabe como calmar a Kate...
Me encanta tu fic maria! ya lo sabes
Castle sabe como calmar a Kate...
Me encanta tu fic maria! ya lo sabes
DannyyFranco- Policia de homicidios
- Mensajes : 686
Fecha de inscripción : 24/01/2012
Edad : 31
Re: (¿+18?) La tormenta
precioso capi y pobre kate por dios .... ahora ke esta castle con ella todo volvera a ir bien tratalos bien maria ke no estamos pa sustos jejejejejje
castleaddict- As del póker
- Mensajes : 268
Fecha de inscripción : 02/04/2012
Edad : 37
Re: (¿+18?) La tormenta
A mi me encanto...y Alexis estaba mal por todo lo quele habia dicho a Kate, eso me gusta
Sigueloooo ...ah me mataste con lo de Jim y Martha, genialllll
Sigueloooo ...ah me mataste con lo de Jim y Martha, genialllll
silvanalino- Escritor - Policia
- Mensajes : 2439
Fecha de inscripción : 01/12/2010
Edad : 51
Re: (¿+18?) La tormenta
Me ha encantado el capítulo! Muy emotivo todo Espero que Castle sepa cómo solucionar los problemas entre Alexis y Kate. Menos mal que Castle no ha muerto porque si no ... ^^
castleaddictedforlife- Actor en Broadway
- Mensajes : 186
Fecha de inscripción : 01/04/2012
Re: (¿+18?) La tormenta
perfectisímo como siempre espero pronto la siguiente entrega !!
LEILAKB- Actor en Broadway
- Mensajes : 202
Fecha de inscripción : 08/11/2011
Edad : 34
Localización : madrid
Re: (¿+18?) La tormenta
me encanta es genial, continua pronto...
anaforo- Escritor - Policia
- Mensajes : 1090
Fecha de inscripción : 06/02/2012
Edad : 31
Localización : Murcia. Y en una de las 20 manzanas que hay entre la casa Rick y la de Kate :)
Re: (¿+18?) La tormenta
Capítulo 48 Vuelta a la normalidad
Beckett despertó desorientada, mirando a su lado, no estaba. Se incorporó de golpe asustada, pensando que quizás lo había soñado todo, pero se dio cuenta de que estaba en la habitación de invitados, no en la suya. Escuchó ruidos en la cocina y bajó. Estaba allí, sentado en la mesa, dándole el biberón a Lucía, con el desayuno ya preparado. Se acercó a él con una débil sonrisa. El la miró cariñosamente, haciéndole un gesto para que se sentara.
-Buenos días Kate, ¿estás mejor?
-Sí, gracias Rick.
-Te he hecho tu café favorito y tortitas con caramelo. También hay zumo.
-Rick…, la verdad es que no tengo mucha hambre.
-Kate, tienes que comer cariño, no hace falta que te lo comas todo, pero haz un pequeño esfuerzo.
-Rick…
Castle dejó a la pequeña en el moisés y luego cogió el tenedor, pinchando un trozo de una tortita. Se lo acercó a la boca. –Cariño tus pesadillas, tu falta de apetito, las discusiones con Alexis, todo es culpa es mía y quiero arreglarlo, quiero que vuelvas a ser feliz. Por favor déjame cuidarte. –Ella lo miró y asintió.
-Esto no es culpa tuya, pero está bien, aunque no creo que pueda comérmelo todo, me sentará mal.
-Yo te ayudo, tranquila.
Empezó a comer, aunque no pudo tomar más de una. Castle no le insistió, esas cosas necesitaban su tiempo y no era bueno obligarla. La observó beber su café y sonrió, al menos eso no lo había dejado. Se levantó y llevó las cosas a la cocina, pero al volver a por la taza se apoyó en la mesa, llevándose la mano al pecho y gimiendo.
-¿Qué te pasa Rick?
-Nada…, no es nada. Ya sabes, las cicatrices duelen durante un tiempo. –Claro que lo sabía, lo recordaba muy bien, pero su herida no estaba curada del todo y Castle debía descansar, no hacer muchos esfuerzos, no quería que se le abriera. Se acercó a él y le acarició con ternura el rostro. –Tú también lo has pasado mal y aún no estás recuperado del todo, no debes hacer esfuerzos y tienes que seguir con las curas. Rick, yo también quiero cuidarte. Te prometo que comeré con normalidad, pero a cambio tienes que dejar que yo cuide de ti y de tu herida.
-¿Es un trato?
-Más o menos…-Ambos sonrieron, Castle apoyó su frente en la de ella y asintió con ternura. –Está bien, llamaré a la doctora para que me mande a alguien para hacer las curas y luego me acostaré un rato, hasta mediodía. Después te haré algo de comer. ¿De acuerdo?
-Bien. –Castle la besó cariñosamente y fue a la habitación, llamó a la doctora y luego se tumbó. Beckett mientras tanto recogió todo y cogió a la niña para bañarla. Después llamó a Lanie, necesitaba hablar con ella.
-¡Kate!, hola cariño, ¿Cómo estás?, supongo que estarás en una nube ahora que sabes que Castle está vivo, ¿no?
-Bueno, es una sensación muy rara, estoy realmente feliz porque haya vuelto a casa, ayer pude dormir tranquila después de mucho tiempo, pero todavía siento miedo, como si esto no fuera real.
-No temas más Kate. Castle está ahí, contigo. Te quiere y está vivo. Es lo único en lo que tienes que pensar ahora. Disfruta de ello.
-Tiene razón, intentaré olvidar todo lo que ha pasado, pero será difícil.
-Créeme, cuando te encuentres desnuda en los brazos de tu escritor se te olvidará todo.
-¡Lanie! –Beckett se rio, su amiga siempre igual. –Eso tendrá que esperar, está convaleciente.
-Lo había olvidado. Por cierto Kate, no sé si él te lo habrá dicho, pero la cuchillada que recibió le hizo bastante daño, por lo que tardará bastante más de lo habitual en estar completamente recuperado.
-No me había dicho nada.
-Lo suponía, supongo que no quiere preocuparte. Tendrás que tener paciencia y cuidar de él, estate pendiente, intentará disimular pero le va a doler, y mucho.
-Gracias por decírmelo Lanie, hablaré con él de todo esto.
-De nada, bueno tengo que dejarte, Alonso está empezando a andar y creo que Dan se ha dejado la puerta abierta. Nos vemos.
-Adiós, dale un beso a los niños.
Tras colgar fue a la habitación, donde lo encontró profundamente dormido. Supuso que no había descansado mucho esa noche, ella no le había dejado con sus pesadillas y su miedo. Se acercó a él y rozó suavemente su rostro, acariciando sus labios. Se tumbó a su lado y se permitió el lujo de mirarlo tranquilamente, mientras que algunas lágrimas corrían por sus mejillas, al recordar las tardes en las que soñaba con poder besar y acariciar ese rostro. Él se despertó y la miró.
-Kate… ¿qué te pasa? –Apartó sus lágrimas con el pulgar, llevando luego la mano a su cabello, enredándolo entre sus dedos.
-Nada. No puedo dejar de mirarte. Sigue durmiendo, es temprano.
-No tengo sueño, prefiero estar despierto. –Acarició tiernamente su rostro, sonriéndole con ternura. Ambos se miraron a los ojos, sin dejar de acariciar al otro. Tumbados en la cama, sin querer moverse y romper ese momento.
-¿Sabes de qué me estoy acordando ahora?
-¿De qué?
-De cuando nos besamos por primera vez. ¿Lo recuerdas?
-No podría olvidarlo, estabas a punto de sacar tu arma y disparar a ese tío, pero yo tuve otra idea.
-Otra gran idea. –Ambos se rieron.
-Pero nos interrumpiste para darle una patada.
-Nunca te he contado lo que sentí con ese beso.
-Cierto.
-Quiero decírtelo.
El asintió. Hablaban en susurros, a pesar de que nadie podía escucharlos, pero les daba igual, no querían compartir esos momentos y hablar en voz baja les hacía sentir que las palabras eran solo para ellos, para nadie más.
-Fue un beso rápido y aun así me bastó para comprobar que estaba completamente enamorada de ti. Antes no lo sabía, me gustabas, mucho, créeme, pero no creía estar enamorada. Un simple roce de tus labios me hizo imaginar cómo sería la vida contigo, como sería hacer el amor contigo, dormir a tu lado. Ese beso falso me hizo sentir más que todos los besos reales que me habían dado hasta entonces, fue el beso más sincero de mi vida. Me gustan tus besos Rick, son tiernos, apasionados, románticos…, nunca dejes de besarme, no podría vivir sin tus labios.
Castle la escuchó con atención y la atrajo suavemente, posando sus labios sobre los suyos, lentamente, despacio, sin prisas, queriendo tomar su tiempo para disfrutar de ellos y hacerle sentir lo mucho que la quería y cuanto la había echado de menos. Y como ella había dicho, fue tierno, romántico y apasionado, todo a la vez. Y se quedaron así hasta que el llanto de Lucia les hizo volver de ese mundo donde solo existían ellos dos.
Castle pidió comida china para comer, era la favorita de Beckett y eso ayudaría a que comiese con más ánimo. Beckett no pudo evitar sentirse agradecida por esos pequeños gestos. Castle estaba haciendo todo lo posible para ayudarla. Se sentaron a la mesa y empezaron a comer, ella despacio, intentado disfrutar de la comida. Él de vez en cuando pinchaba algo con su tenedor y se lo acercaba a la boca, haciéndola reír. En ese momento sonó el timbre.
-¡Alexis!
-¿Puedo pasar? –La chica tenía mala cara, parecía haber pasado toda la noche sin dormir. Castle asintió y se acercó a ella, Beckett no se movió de la mesa.
-¿Cómo estás, cariño?
-¿Podemos hablar?
-Por supuesto, sentémonos.
Se sentaron en la mesa junto a Beckett. Durante unos minutos nadie dijo nada, hasta que la chica empezó a hablar. –Papá quería pedirte perdón por lo de ayer, estaba dolida.
-No te preocupes cielo, no importa, soy yo el que debe pedirte perdón por haberos hecho tanto daño, pero créeme lo hice por vosotras. Te quiero Alexis, perdóname.
-Yo también te quiero papá. –No hicieron falta más palabras, padre e hija se abrazaron sonriendo entre lágrimas. Beckett miró la escena sin hablar, aún no había olvidado todos los insultos y comentarios de Alexis en los últimos días, especialmente el que hizo que ella estuviera a punto de suicidarse…
-Alexis, por favor escúchame…
-No me toques, ¡eres la mujer más egoísta que jamás he tenido la desgracia de conocer!, debiste haberte alejado cuando ese loco te lo advirtió, mi padre ha muerto por tu culpa, ¡ojalá que esto te pese durante toda la vida!
-Alexis yo…
-Te odio, ¿me oyes?, te odio, espero que ese tío te encuentre y haga contigo todo lo que se proponía, te lo mereces. No sé como mi padre pudo enamorarse de una mujer como tú, desde que te conoció solo lo has metido en problemas y a él le daba igual porque estaba ciego. Tú tienes la culpa de su muerte, ¡nunca lo olvides! –Salió de la casa dando un portazo, dejándola sola y desesperada. Fue hacia la caja fuerte donde guardaba su arma y la miró, las manos le temblaban, pensó en él y en su muerte, en sus seres queridos, si ella desaparecía Josh los dejaría en paz, sus amigos, su niña, Alexis… se apuntó a la sien, pero en ese momento Lucía lloró y lentamente bajó el arma. Su hija la necesitaba, no podía permitir que viviera sin madre, ella había pasado por ello, y era horrible.
Volvió a la realidad cuando Castle se separó de su hija, sonriendo con ternura. -¿Te quedas a comer cielo?
-No puedo, le prometí a la abuela que la ayudaría a hacer una cena romántica para Jim y hemos quedado para ir de compras. Puedo venir a cenar después.
-De acuerdo, te esperaremos. –Castle miró a su esposa que en ese momento tenía la vista fija en el plato, Alexis hacía como si no existiera. Tenía que hablar con Beckett, quería saber cómo había sido la relación entre ellas durante su ausencia. Le dio un beso a su hija y la acompañó hasta la puerta. Luego se sentó y la miró.
-Kate, ¿estás bien?
-Sí…, no quiero comer más Rick, voy a ver cómo está Lucía. –Se levantó de la mesa y subió las escaleras, pero Castle la siguió. –Kate, por favor háblame. Estoy aquí, necesito saber qué es lo que te ha dicho Alexis para que no podáis miraros a la cara.
-Discutimos, eso es todo.
-Kate, por favor…
-Ella estaba dolida, Rick, no tiene importancia.
-Kate, creo que quieres defender a mi hija para impedir que me enfade con ella, pero no es necesario. He recuperado a Alexis y ahora mismo sería incapaz de enfadarme con ella, pero necesito saber cómo estás tú, por favor, dímelo, ¿qué es lo qué pasó?
Lo miró con los ojos llenos de lágrimas y empezó a hablar, triste, dolida, sin parar. La mirada de Castle pasaba de reflejar incredulidad a tristeza, de furia a culpabilidad, de dolor a desesperación. Se agachó a su lado y la abrazó. –Nunca más vuelvas a pensar en eso Kate, Lucía jamás te perdonaría que la abandonaras. No llores más cariño, ya pasó todo, estoy aquí, todo irá bien a partir de ahora, hablaré con Alexis, todo se arreglará, te lo prometo.
Ella siguió llorando sobre su pecho, desesperada. Castle la acarició y la tranquilizó como hacía siempre, con caricias, besos y dulces palabras. Luego la llevó abajo y le hizo la misma infusión de la noche anterior. Beckett se la bebió despacio, aún había algunas lágrimas en su rostro, pero ahora que se había desahogado se sentía mucho mejor. Un rato después ambos estaban tumbados en la cama, con Lucía entre ellos, mirándolos riéndose, haciéndolos sonreír. Beckett estaba mejor, mirando a su pequeña y a su marido, sonriendo ante la escena. Castle se levantó y fue hacia su estudio, volvió con un cuadernillo. -¿Qué es eso?
-Mientras que estaba escondido no paraba de pensar en los momentos que me estaba perdiendo de Lucía. Por eso le escribí una carta, para pedirle perdón, se que ella no lo entenderá, pero me hacía sentir mejor.
-Léemela, quiero escucharla.
- “Querida Lucía:
Supongo que te preguntarás donde está papá y porque ya no va a saludarte por las mañanas ni te lee un cuento por las noches. En estos días habrás visto a mucha gente en casa con caras tristes y seguro que a mamá llorando. No quiero que estés triste mi amor, te prometo que voy a volver, no sé cuándo pero lo haré. Espero que no pase mucho tiempo y pueda ver tus primeras palabras y tus primeros pasos. Te echo mucho de menos mi niña, estoy deseando verte. Mientras tienes que seguir riendo como tú lo haces y enamorando a todos con tus preciosos y enormes ojos. Intenta hacer sonreír a mamá, ella más que nadie te va a necesitar mientras que esté sola. Pórtate bien y espérame, te prometo que cuando vuelva terminaré de leerte el cuento que dejamos a medias. Te quiero princesita. Papá.”
Beckett le quitó el cuaderno y tomó su rostro, hablándole entre besos. –Nunca… dejes… de… ser… así… Eres… el… mejor… padre… que… Lucía… podría… tener… Te… quiero.
Castle la besó durante un rato, mientras que la niña se reía llamando la atención de sus padres cuando se quitó un zapatito. Se rieron y se lo quitaron, impidiendo que se lo metiera en la boca. Estuvieron un rato jugando con ella, hasta que sonó el timbre.
-Debe de ser la enfermera, voy a abrir.
Beckett se levantó, arreglándose un poco el pelo y salió al salón con la niña en brazos. En la puerta una preciosa chica sonreía. Llevaba un maletín en la mano. Supuso que la doctora lo había hecho a posta. ¿No había una enfermera más joven y mona?, pensó con frustración. Castle se apresuró a dejar de sonreír al ver la cara de su mujer. –Cariño, esta es Molly, viene a hacerme las curas.
-Un placer. –Lo dijo con voz gélida pero aún así le tendió la mano y se la estrechó. Lucía se puso a llorar en cuanto se acercó a la enfermera. Beckett sonrió orgullosa de su niña, Castle se extrañó. –Vaya, es muy raro, normalmente es muy cariñosa, no extraña a nadie.
-Bueno, es normal, voy a venir todos los días, ya me cogerá cariño. ¿Dónde lo hacemos?
-¡¿Hacer qué?! –La voz de Beckett sonó bastante más alta de lo normal, Castle la miró sin entender, la enfermera con desdén.
-Las curas, para eso he venido, ¿no?
-…Vamos a mi habitación, por allí. –Fueron hasta el dormitorio dejando a Beckett en el salón. La mujer cogió a la niña, la llevó a la cuna y la dejó allí.
-Pórtate bien y no llores cielo, mamá tiene cosas que hacer. –Besó a su hija y bajó, decidida a no dejar a esa mujer sola con su marido. Entró en el cuarto viendo como Molly le quitaba la camiseta a Castle.
-¡¿Qué estáis haciendo?!
La miraron sobresaltados. –Kate, me está ayudando a desnudarme. Tiene que curarme la herida, ¿recuerdas?
-Si no le importa es mejor que salga, esto no es muy agradable de ver.
-Prefiero quedarme.
Castle la miró y sonrió, acababa de entenderlo todo. –Kate, cariño, Molly trabaja mejor sin público y cuanto antes termine mejor para mí. Por favor, déjanos solos.
Se marchó furiosa, dando un portazo. Castle suspiró, siempre le había gustado ver a Beckett celosa, pero ahora las cosas no estaban muy bien para aquello, no después de estar un mes sin verse y con ella creyendo que estaba muerto.
-¿Te has caído o te has dado algún golpe?
-…-Pensó en la lluvia de puñetazos que Beckett le había propinado el día anterior, pero negó. -…no, ¿por qué?
-La herida no tiene muy buena pinta, vas a tener que guardar mucho reposo y no hacer ningún esfuerzo, se te podría abrir en cualquier momento. Vamos a tener que seguir con las curas durante bastante tiempo. -Castle suspiró y asintió con poco entusiasmo. Las curas eran dolorosas y las odiaba, pero no tenía otra opción. –Voy a empezar, intenta no moverte y si te duele mucho avísame.
-De acuerdo.
Media hora después Molly salió, seguida por Castle que no tenía muy buen aspecto. La enfermera lo frenó. –No hace falta que me acompañes Rick, quédate en la cama y descansa. Recuerda, nada de esfuerzos.
-Bien, nos vemos mañana, gracias Molly.
-No me las des. –Le dio un beso en la mejilla y sonrió, marchándose sin mirar a Beckett. Esta se acercó a su marido. -¿Cómo estás, te duele?
-Estoy bien…, aunque voy a echarme un rato, ¿te importa hacer la cena?, Alexis no tardará mucho en llegar…
-No te preocupes, yo me encargo, tú descansa.
Castle asintió y le dio un corto beso en los labios, susurrando: -Luego tenemos que hablar sobre la escenita de celos.
-No sé de qué me hablas…
-No te preocupes, sabes que me encanta verte celosa. –Se dio la vuelta y se acostó, dolorido. Después de un mes de curas ya debería haberse acostumbrado, pero no era así. Al contrario, sentía que cada vez le dolían más. Una media hora después Beckett se acercó a él y le acarició suavemente el rostro.
-Rick, Rick cielo despierta.
-Kate… ¿qué te pasa?
-Nada, pero tu hija no tardará en llegar.
Intentó incorporarse pero gimió, llevándose una mano al pecho. Beckett colocó una mano sobre la suya y le acarició. –Tranquilo cariño, descansa un poco más si quieres. Te avisaré cuando llegué Alexis.
-No es necesario, estoy… bien.
-Rick, sé que te duele mucho, te lo noto. No hace falta que te hagas el valiente. Solo dime si puedo hacer algo por ti.
-¿Podrías traerme unas pastillas rojas que hay en el botiquín?, son para el dolor.
-Enseguida. –Volvió con las pastillas y un vaso de agua. Le ayudó a incorporarse y le acercó el vaso a los labios. –Descansa, la pastilla te hará efecto enseguida, yo me ocupo de la cena y de poner la mesa.
-Kate…, gracias.
-Yo cuido de ti y tú cuidas de mí. Ese era el trato, ¿no? –Le sonrió y le dio un tierno beso, acariciando cariñosamente su rostro. –Te quiero.
Castle fue al salón justo cuando Alexis acaba de llegar. Le dio un beso a su hija y decidió que hablaría con ella durante la cena. Se sentaron a comer. Beckett había preparado pasta, la favorita de su hijastra. Mientras que comían Castle se decidió a hablar.
-Alexis, quiero hablar contigo.
-Sé lo que me vas a decir papá, pero no es necesario. –Se volvió hacia Beckett. –Kate, lo siento muchísimo. Esta mañana quería pedirte perdón pero me daba vergüenza mirarte a la cara. Haría cualquier cosa para dar marcha atrás en el tiempo y no haberte dicho todas esas cosas horribles, pero sé que no puedo. Lo único que puedo decirte es que lo siento y pedirte que me perdones.
Beckett la miró durante unos segundos y sonrió. –Gracias Alexis y no te preocupes, entiendo lo mucho que has sufrido, yo también decía cosas horribles cuando murió mi madre. Está todo olvidado.
Ambas se levantaron y se abrazaron. Castle sonrió y cogió a Lucía en brazos. -¿Has visto?, mamá y Alexis se quieren otra vez.
-No digas tonterías Rick, nunca he dejado de querer a tu hija.
La chica le sonrió agradecida y luego volvieron a sentarse. En el resto de la cena hablaron del nuevo novio de Alexis, de la relación de Martha y Jim y de la nueva enfermera.
-Entonces, ¿qué tal las curas, papá?
-Dolorosas, aunque Molly es muy amable y trabaja muy bien.
-Seguro que sí…
Castle la miró, Alexis intentó no reírse. –Supongo que es guapa…
-Mucho, ¿verdad Rick?, y muy cariñosa.
-Venga Kate, no seas ridícula.
-¿Ridícula?, las enfermeras a domicilio piden el dinero y se van, no se despiden con un beso en la mejilla.
-Eso es verdad.
-Oh, vamos, tú también. Molly es una gran profesional, no sé a qué viene todo esto.
-Bueno, antes de que empecéis por qué no vamos al sofá y vemos una película.
-Sí, será lo mejor.
Un par de horas después Alexis les dijo que se iba a dormir.
-¿Puedes llevarte a la niña arriba?
-Por supuesto. –Cogió a la pequeña con cuidado para no despertarla y subió a las habitaciones. Castle y Beckett recogieron las cosas de la mesa, ella suspiró. –Me voy a dormir, ¿vienes?
-Sí, además tú y yo tenemos que hablar.
-Rick, ya vale, ya sé que Molly es solo tu enfermera, pero no entiendo a que viene esas sonrisitas y los besos, y mucho menos lo de quitarte la camiseta, creía que sabías desnudarte solo.
-Y sé hacerlo, pero la herida me tira y duele.
-Ayer no me dijiste nada cuando te pusiste el pijama.
-No quería preocuparte, pero es cierto, me duele.
Ella lo miró con culpabilidad… -Lo siento Rick…
-No importa. Kate, eres la mujer de mi vida y tus celos me demuestran que me quieres, pero no hace falta que te preocupes por eso cada vez que veo a una mujer guapa, yo jamás te engañaría.
-Lo sé, perdóname…, he sido una estúpida.
Él le sonrió y la besó. –En cuanto termine con las malditas curas y me encuentre bien te demostraré lo mucho que te quiero.
Ella se rio. –Espero con impaciencia. –Siguieron besándose durante un rato, mientras que Alexis los miraba desde la escalera, sonriendo, feliz de que las cosas volvieran a la normalidad.
(Mientras, en otra parte de la ciudad)
-Por favor, mi hija me necesita. Suéltame, te lo suplico.
-Cállate, no me obligues a amordazarte.
Continuará...
Muchas gracias por leer a todos.
Beckett despertó desorientada, mirando a su lado, no estaba. Se incorporó de golpe asustada, pensando que quizás lo había soñado todo, pero se dio cuenta de que estaba en la habitación de invitados, no en la suya. Escuchó ruidos en la cocina y bajó. Estaba allí, sentado en la mesa, dándole el biberón a Lucía, con el desayuno ya preparado. Se acercó a él con una débil sonrisa. El la miró cariñosamente, haciéndole un gesto para que se sentara.
-Buenos días Kate, ¿estás mejor?
-Sí, gracias Rick.
-Te he hecho tu café favorito y tortitas con caramelo. También hay zumo.
-Rick…, la verdad es que no tengo mucha hambre.
-Kate, tienes que comer cariño, no hace falta que te lo comas todo, pero haz un pequeño esfuerzo.
-Rick…
Castle dejó a la pequeña en el moisés y luego cogió el tenedor, pinchando un trozo de una tortita. Se lo acercó a la boca. –Cariño tus pesadillas, tu falta de apetito, las discusiones con Alexis, todo es culpa es mía y quiero arreglarlo, quiero que vuelvas a ser feliz. Por favor déjame cuidarte. –Ella lo miró y asintió.
-Esto no es culpa tuya, pero está bien, aunque no creo que pueda comérmelo todo, me sentará mal.
-Yo te ayudo, tranquila.
Empezó a comer, aunque no pudo tomar más de una. Castle no le insistió, esas cosas necesitaban su tiempo y no era bueno obligarla. La observó beber su café y sonrió, al menos eso no lo había dejado. Se levantó y llevó las cosas a la cocina, pero al volver a por la taza se apoyó en la mesa, llevándose la mano al pecho y gimiendo.
-¿Qué te pasa Rick?
-Nada…, no es nada. Ya sabes, las cicatrices duelen durante un tiempo. –Claro que lo sabía, lo recordaba muy bien, pero su herida no estaba curada del todo y Castle debía descansar, no hacer muchos esfuerzos, no quería que se le abriera. Se acercó a él y le acarició con ternura el rostro. –Tú también lo has pasado mal y aún no estás recuperado del todo, no debes hacer esfuerzos y tienes que seguir con las curas. Rick, yo también quiero cuidarte. Te prometo que comeré con normalidad, pero a cambio tienes que dejar que yo cuide de ti y de tu herida.
-¿Es un trato?
-Más o menos…-Ambos sonrieron, Castle apoyó su frente en la de ella y asintió con ternura. –Está bien, llamaré a la doctora para que me mande a alguien para hacer las curas y luego me acostaré un rato, hasta mediodía. Después te haré algo de comer. ¿De acuerdo?
-Bien. –Castle la besó cariñosamente y fue a la habitación, llamó a la doctora y luego se tumbó. Beckett mientras tanto recogió todo y cogió a la niña para bañarla. Después llamó a Lanie, necesitaba hablar con ella.
-¡Kate!, hola cariño, ¿Cómo estás?, supongo que estarás en una nube ahora que sabes que Castle está vivo, ¿no?
-Bueno, es una sensación muy rara, estoy realmente feliz porque haya vuelto a casa, ayer pude dormir tranquila después de mucho tiempo, pero todavía siento miedo, como si esto no fuera real.
-No temas más Kate. Castle está ahí, contigo. Te quiere y está vivo. Es lo único en lo que tienes que pensar ahora. Disfruta de ello.
-Tiene razón, intentaré olvidar todo lo que ha pasado, pero será difícil.
-Créeme, cuando te encuentres desnuda en los brazos de tu escritor se te olvidará todo.
-¡Lanie! –Beckett se rio, su amiga siempre igual. –Eso tendrá que esperar, está convaleciente.
-Lo había olvidado. Por cierto Kate, no sé si él te lo habrá dicho, pero la cuchillada que recibió le hizo bastante daño, por lo que tardará bastante más de lo habitual en estar completamente recuperado.
-No me había dicho nada.
-Lo suponía, supongo que no quiere preocuparte. Tendrás que tener paciencia y cuidar de él, estate pendiente, intentará disimular pero le va a doler, y mucho.
-Gracias por decírmelo Lanie, hablaré con él de todo esto.
-De nada, bueno tengo que dejarte, Alonso está empezando a andar y creo que Dan se ha dejado la puerta abierta. Nos vemos.
-Adiós, dale un beso a los niños.
Tras colgar fue a la habitación, donde lo encontró profundamente dormido. Supuso que no había descansado mucho esa noche, ella no le había dejado con sus pesadillas y su miedo. Se acercó a él y rozó suavemente su rostro, acariciando sus labios. Se tumbó a su lado y se permitió el lujo de mirarlo tranquilamente, mientras que algunas lágrimas corrían por sus mejillas, al recordar las tardes en las que soñaba con poder besar y acariciar ese rostro. Él se despertó y la miró.
-Kate… ¿qué te pasa? –Apartó sus lágrimas con el pulgar, llevando luego la mano a su cabello, enredándolo entre sus dedos.
-Nada. No puedo dejar de mirarte. Sigue durmiendo, es temprano.
-No tengo sueño, prefiero estar despierto. –Acarició tiernamente su rostro, sonriéndole con ternura. Ambos se miraron a los ojos, sin dejar de acariciar al otro. Tumbados en la cama, sin querer moverse y romper ese momento.
-¿Sabes de qué me estoy acordando ahora?
-¿De qué?
-De cuando nos besamos por primera vez. ¿Lo recuerdas?
-No podría olvidarlo, estabas a punto de sacar tu arma y disparar a ese tío, pero yo tuve otra idea.
-Otra gran idea. –Ambos se rieron.
-Pero nos interrumpiste para darle una patada.
-Nunca te he contado lo que sentí con ese beso.
-Cierto.
-Quiero decírtelo.
El asintió. Hablaban en susurros, a pesar de que nadie podía escucharlos, pero les daba igual, no querían compartir esos momentos y hablar en voz baja les hacía sentir que las palabras eran solo para ellos, para nadie más.
-Fue un beso rápido y aun así me bastó para comprobar que estaba completamente enamorada de ti. Antes no lo sabía, me gustabas, mucho, créeme, pero no creía estar enamorada. Un simple roce de tus labios me hizo imaginar cómo sería la vida contigo, como sería hacer el amor contigo, dormir a tu lado. Ese beso falso me hizo sentir más que todos los besos reales que me habían dado hasta entonces, fue el beso más sincero de mi vida. Me gustan tus besos Rick, son tiernos, apasionados, románticos…, nunca dejes de besarme, no podría vivir sin tus labios.
Castle la escuchó con atención y la atrajo suavemente, posando sus labios sobre los suyos, lentamente, despacio, sin prisas, queriendo tomar su tiempo para disfrutar de ellos y hacerle sentir lo mucho que la quería y cuanto la había echado de menos. Y como ella había dicho, fue tierno, romántico y apasionado, todo a la vez. Y se quedaron así hasta que el llanto de Lucia les hizo volver de ese mundo donde solo existían ellos dos.
Castle pidió comida china para comer, era la favorita de Beckett y eso ayudaría a que comiese con más ánimo. Beckett no pudo evitar sentirse agradecida por esos pequeños gestos. Castle estaba haciendo todo lo posible para ayudarla. Se sentaron a la mesa y empezaron a comer, ella despacio, intentado disfrutar de la comida. Él de vez en cuando pinchaba algo con su tenedor y se lo acercaba a la boca, haciéndola reír. En ese momento sonó el timbre.
-¡Alexis!
-¿Puedo pasar? –La chica tenía mala cara, parecía haber pasado toda la noche sin dormir. Castle asintió y se acercó a ella, Beckett no se movió de la mesa.
-¿Cómo estás, cariño?
-¿Podemos hablar?
-Por supuesto, sentémonos.
Se sentaron en la mesa junto a Beckett. Durante unos minutos nadie dijo nada, hasta que la chica empezó a hablar. –Papá quería pedirte perdón por lo de ayer, estaba dolida.
-No te preocupes cielo, no importa, soy yo el que debe pedirte perdón por haberos hecho tanto daño, pero créeme lo hice por vosotras. Te quiero Alexis, perdóname.
-Yo también te quiero papá. –No hicieron falta más palabras, padre e hija se abrazaron sonriendo entre lágrimas. Beckett miró la escena sin hablar, aún no había olvidado todos los insultos y comentarios de Alexis en los últimos días, especialmente el que hizo que ella estuviera a punto de suicidarse…
-Alexis, por favor escúchame…
-No me toques, ¡eres la mujer más egoísta que jamás he tenido la desgracia de conocer!, debiste haberte alejado cuando ese loco te lo advirtió, mi padre ha muerto por tu culpa, ¡ojalá que esto te pese durante toda la vida!
-Alexis yo…
-Te odio, ¿me oyes?, te odio, espero que ese tío te encuentre y haga contigo todo lo que se proponía, te lo mereces. No sé como mi padre pudo enamorarse de una mujer como tú, desde que te conoció solo lo has metido en problemas y a él le daba igual porque estaba ciego. Tú tienes la culpa de su muerte, ¡nunca lo olvides! –Salió de la casa dando un portazo, dejándola sola y desesperada. Fue hacia la caja fuerte donde guardaba su arma y la miró, las manos le temblaban, pensó en él y en su muerte, en sus seres queridos, si ella desaparecía Josh los dejaría en paz, sus amigos, su niña, Alexis… se apuntó a la sien, pero en ese momento Lucía lloró y lentamente bajó el arma. Su hija la necesitaba, no podía permitir que viviera sin madre, ella había pasado por ello, y era horrible.
Volvió a la realidad cuando Castle se separó de su hija, sonriendo con ternura. -¿Te quedas a comer cielo?
-No puedo, le prometí a la abuela que la ayudaría a hacer una cena romántica para Jim y hemos quedado para ir de compras. Puedo venir a cenar después.
-De acuerdo, te esperaremos. –Castle miró a su esposa que en ese momento tenía la vista fija en el plato, Alexis hacía como si no existiera. Tenía que hablar con Beckett, quería saber cómo había sido la relación entre ellas durante su ausencia. Le dio un beso a su hija y la acompañó hasta la puerta. Luego se sentó y la miró.
-Kate, ¿estás bien?
-Sí…, no quiero comer más Rick, voy a ver cómo está Lucía. –Se levantó de la mesa y subió las escaleras, pero Castle la siguió. –Kate, por favor háblame. Estoy aquí, necesito saber qué es lo que te ha dicho Alexis para que no podáis miraros a la cara.
-Discutimos, eso es todo.
-Kate, por favor…
-Ella estaba dolida, Rick, no tiene importancia.
-Kate, creo que quieres defender a mi hija para impedir que me enfade con ella, pero no es necesario. He recuperado a Alexis y ahora mismo sería incapaz de enfadarme con ella, pero necesito saber cómo estás tú, por favor, dímelo, ¿qué es lo qué pasó?
Lo miró con los ojos llenos de lágrimas y empezó a hablar, triste, dolida, sin parar. La mirada de Castle pasaba de reflejar incredulidad a tristeza, de furia a culpabilidad, de dolor a desesperación. Se agachó a su lado y la abrazó. –Nunca más vuelvas a pensar en eso Kate, Lucía jamás te perdonaría que la abandonaras. No llores más cariño, ya pasó todo, estoy aquí, todo irá bien a partir de ahora, hablaré con Alexis, todo se arreglará, te lo prometo.
Ella siguió llorando sobre su pecho, desesperada. Castle la acarició y la tranquilizó como hacía siempre, con caricias, besos y dulces palabras. Luego la llevó abajo y le hizo la misma infusión de la noche anterior. Beckett se la bebió despacio, aún había algunas lágrimas en su rostro, pero ahora que se había desahogado se sentía mucho mejor. Un rato después ambos estaban tumbados en la cama, con Lucía entre ellos, mirándolos riéndose, haciéndolos sonreír. Beckett estaba mejor, mirando a su pequeña y a su marido, sonriendo ante la escena. Castle se levantó y fue hacia su estudio, volvió con un cuadernillo. -¿Qué es eso?
-Mientras que estaba escondido no paraba de pensar en los momentos que me estaba perdiendo de Lucía. Por eso le escribí una carta, para pedirle perdón, se que ella no lo entenderá, pero me hacía sentir mejor.
-Léemela, quiero escucharla.
- “Querida Lucía:
Supongo que te preguntarás donde está papá y porque ya no va a saludarte por las mañanas ni te lee un cuento por las noches. En estos días habrás visto a mucha gente en casa con caras tristes y seguro que a mamá llorando. No quiero que estés triste mi amor, te prometo que voy a volver, no sé cuándo pero lo haré. Espero que no pase mucho tiempo y pueda ver tus primeras palabras y tus primeros pasos. Te echo mucho de menos mi niña, estoy deseando verte. Mientras tienes que seguir riendo como tú lo haces y enamorando a todos con tus preciosos y enormes ojos. Intenta hacer sonreír a mamá, ella más que nadie te va a necesitar mientras que esté sola. Pórtate bien y espérame, te prometo que cuando vuelva terminaré de leerte el cuento que dejamos a medias. Te quiero princesita. Papá.”
Beckett le quitó el cuaderno y tomó su rostro, hablándole entre besos. –Nunca… dejes… de… ser… así… Eres… el… mejor… padre… que… Lucía… podría… tener… Te… quiero.
Castle la besó durante un rato, mientras que la niña se reía llamando la atención de sus padres cuando se quitó un zapatito. Se rieron y se lo quitaron, impidiendo que se lo metiera en la boca. Estuvieron un rato jugando con ella, hasta que sonó el timbre.
-Debe de ser la enfermera, voy a abrir.
Beckett se levantó, arreglándose un poco el pelo y salió al salón con la niña en brazos. En la puerta una preciosa chica sonreía. Llevaba un maletín en la mano. Supuso que la doctora lo había hecho a posta. ¿No había una enfermera más joven y mona?, pensó con frustración. Castle se apresuró a dejar de sonreír al ver la cara de su mujer. –Cariño, esta es Molly, viene a hacerme las curas.
-Un placer. –Lo dijo con voz gélida pero aún así le tendió la mano y se la estrechó. Lucía se puso a llorar en cuanto se acercó a la enfermera. Beckett sonrió orgullosa de su niña, Castle se extrañó. –Vaya, es muy raro, normalmente es muy cariñosa, no extraña a nadie.
-Bueno, es normal, voy a venir todos los días, ya me cogerá cariño. ¿Dónde lo hacemos?
-¡¿Hacer qué?! –La voz de Beckett sonó bastante más alta de lo normal, Castle la miró sin entender, la enfermera con desdén.
-Las curas, para eso he venido, ¿no?
-…Vamos a mi habitación, por allí. –Fueron hasta el dormitorio dejando a Beckett en el salón. La mujer cogió a la niña, la llevó a la cuna y la dejó allí.
-Pórtate bien y no llores cielo, mamá tiene cosas que hacer. –Besó a su hija y bajó, decidida a no dejar a esa mujer sola con su marido. Entró en el cuarto viendo como Molly le quitaba la camiseta a Castle.
-¡¿Qué estáis haciendo?!
La miraron sobresaltados. –Kate, me está ayudando a desnudarme. Tiene que curarme la herida, ¿recuerdas?
-Si no le importa es mejor que salga, esto no es muy agradable de ver.
-Prefiero quedarme.
Castle la miró y sonrió, acababa de entenderlo todo. –Kate, cariño, Molly trabaja mejor sin público y cuanto antes termine mejor para mí. Por favor, déjanos solos.
Se marchó furiosa, dando un portazo. Castle suspiró, siempre le había gustado ver a Beckett celosa, pero ahora las cosas no estaban muy bien para aquello, no después de estar un mes sin verse y con ella creyendo que estaba muerto.
-¿Te has caído o te has dado algún golpe?
-…-Pensó en la lluvia de puñetazos que Beckett le había propinado el día anterior, pero negó. -…no, ¿por qué?
-La herida no tiene muy buena pinta, vas a tener que guardar mucho reposo y no hacer ningún esfuerzo, se te podría abrir en cualquier momento. Vamos a tener que seguir con las curas durante bastante tiempo. -Castle suspiró y asintió con poco entusiasmo. Las curas eran dolorosas y las odiaba, pero no tenía otra opción. –Voy a empezar, intenta no moverte y si te duele mucho avísame.
-De acuerdo.
Media hora después Molly salió, seguida por Castle que no tenía muy buen aspecto. La enfermera lo frenó. –No hace falta que me acompañes Rick, quédate en la cama y descansa. Recuerda, nada de esfuerzos.
-Bien, nos vemos mañana, gracias Molly.
-No me las des. –Le dio un beso en la mejilla y sonrió, marchándose sin mirar a Beckett. Esta se acercó a su marido. -¿Cómo estás, te duele?
-Estoy bien…, aunque voy a echarme un rato, ¿te importa hacer la cena?, Alexis no tardará mucho en llegar…
-No te preocupes, yo me encargo, tú descansa.
Castle asintió y le dio un corto beso en los labios, susurrando: -Luego tenemos que hablar sobre la escenita de celos.
-No sé de qué me hablas…
-No te preocupes, sabes que me encanta verte celosa. –Se dio la vuelta y se acostó, dolorido. Después de un mes de curas ya debería haberse acostumbrado, pero no era así. Al contrario, sentía que cada vez le dolían más. Una media hora después Beckett se acercó a él y le acarició suavemente el rostro.
-Rick, Rick cielo despierta.
-Kate… ¿qué te pasa?
-Nada, pero tu hija no tardará en llegar.
Intentó incorporarse pero gimió, llevándose una mano al pecho. Beckett colocó una mano sobre la suya y le acarició. –Tranquilo cariño, descansa un poco más si quieres. Te avisaré cuando llegué Alexis.
-No es necesario, estoy… bien.
-Rick, sé que te duele mucho, te lo noto. No hace falta que te hagas el valiente. Solo dime si puedo hacer algo por ti.
-¿Podrías traerme unas pastillas rojas que hay en el botiquín?, son para el dolor.
-Enseguida. –Volvió con las pastillas y un vaso de agua. Le ayudó a incorporarse y le acercó el vaso a los labios. –Descansa, la pastilla te hará efecto enseguida, yo me ocupo de la cena y de poner la mesa.
-Kate…, gracias.
-Yo cuido de ti y tú cuidas de mí. Ese era el trato, ¿no? –Le sonrió y le dio un tierno beso, acariciando cariñosamente su rostro. –Te quiero.
Castle fue al salón justo cuando Alexis acaba de llegar. Le dio un beso a su hija y decidió que hablaría con ella durante la cena. Se sentaron a comer. Beckett había preparado pasta, la favorita de su hijastra. Mientras que comían Castle se decidió a hablar.
-Alexis, quiero hablar contigo.
-Sé lo que me vas a decir papá, pero no es necesario. –Se volvió hacia Beckett. –Kate, lo siento muchísimo. Esta mañana quería pedirte perdón pero me daba vergüenza mirarte a la cara. Haría cualquier cosa para dar marcha atrás en el tiempo y no haberte dicho todas esas cosas horribles, pero sé que no puedo. Lo único que puedo decirte es que lo siento y pedirte que me perdones.
Beckett la miró durante unos segundos y sonrió. –Gracias Alexis y no te preocupes, entiendo lo mucho que has sufrido, yo también decía cosas horribles cuando murió mi madre. Está todo olvidado.
Ambas se levantaron y se abrazaron. Castle sonrió y cogió a Lucía en brazos. -¿Has visto?, mamá y Alexis se quieren otra vez.
-No digas tonterías Rick, nunca he dejado de querer a tu hija.
La chica le sonrió agradecida y luego volvieron a sentarse. En el resto de la cena hablaron del nuevo novio de Alexis, de la relación de Martha y Jim y de la nueva enfermera.
-Entonces, ¿qué tal las curas, papá?
-Dolorosas, aunque Molly es muy amable y trabaja muy bien.
-Seguro que sí…
Castle la miró, Alexis intentó no reírse. –Supongo que es guapa…
-Mucho, ¿verdad Rick?, y muy cariñosa.
-Venga Kate, no seas ridícula.
-¿Ridícula?, las enfermeras a domicilio piden el dinero y se van, no se despiden con un beso en la mejilla.
-Eso es verdad.
-Oh, vamos, tú también. Molly es una gran profesional, no sé a qué viene todo esto.
-Bueno, antes de que empecéis por qué no vamos al sofá y vemos una película.
-Sí, será lo mejor.
Un par de horas después Alexis les dijo que se iba a dormir.
-¿Puedes llevarte a la niña arriba?
-Por supuesto. –Cogió a la pequeña con cuidado para no despertarla y subió a las habitaciones. Castle y Beckett recogieron las cosas de la mesa, ella suspiró. –Me voy a dormir, ¿vienes?
-Sí, además tú y yo tenemos que hablar.
-Rick, ya vale, ya sé que Molly es solo tu enfermera, pero no entiendo a que viene esas sonrisitas y los besos, y mucho menos lo de quitarte la camiseta, creía que sabías desnudarte solo.
-Y sé hacerlo, pero la herida me tira y duele.
-Ayer no me dijiste nada cuando te pusiste el pijama.
-No quería preocuparte, pero es cierto, me duele.
Ella lo miró con culpabilidad… -Lo siento Rick…
-No importa. Kate, eres la mujer de mi vida y tus celos me demuestran que me quieres, pero no hace falta que te preocupes por eso cada vez que veo a una mujer guapa, yo jamás te engañaría.
-Lo sé, perdóname…, he sido una estúpida.
Él le sonrió y la besó. –En cuanto termine con las malditas curas y me encuentre bien te demostraré lo mucho que te quiero.
Ella se rio. –Espero con impaciencia. –Siguieron besándose durante un rato, mientras que Alexis los miraba desde la escalera, sonriendo, feliz de que las cosas volvieran a la normalidad.
(Mientras, en otra parte de la ciudad)
-Por favor, mi hija me necesita. Suéltame, te lo suplico.
-Cállate, no me obligues a amordazarte.
Continuará...
Muchas gracias por leer a todos.
Última edición por maria_cs el Lun Mayo 21, 2012 1:13 pm, editado 5 veces
Re: (¿+18?) La tormenta
Awwww k lindo capitulo!, me haces soñar cada k leo tu fic!! simplemente genial!!
Re: (¿+18?) La tormenta
Que linda es esta historia, tiene de todo.
Pobre Kate, esta tan angustiada por todo, pero ahora lo tiene de vuelta, a ser feliz!!!
Sigueeeeee
Pobre Kate, esta tan angustiada por todo, pero ahora lo tiene de vuelta, a ser feliz!!!
Sigueeeeee
silvanalino- Escritor - Policia
- Mensajes : 2439
Fecha de inscripción : 01/12/2010
Edad : 51
Re: (¿+18?) La tormenta
No sé como lo haces pero me encantan todos los capítulos! Jamás me aburro!
castleaddictedforlife- Actor en Broadway
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Fecha de inscripción : 01/04/2012
Re: (¿+18?) La tormenta
El capítulo 48 ya está completo y con título, no está separado en dos partes.
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