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Volver a empezar. CAP 19. FINAL. (23/09/13)

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Mensaje por Kynu Lun Jul 22, 2013 10:19 am

Sublime Ana, en serio.
Me ha encantando todo, aunque la parte final me haya dejado algo más descolocada.

Sin embargo es una situación que entiendo.

Podría destacar muchísimos momentos de tu fic y detallarlos uno por uno pero no quiero hacer un mega comentario.

Me quedo con detalles como el del ascensor, el "sueño" de él, el abrazarla cuando ella rompe a llorar y le dice que le quiere.... en este último te diré que hasta me has arrancado una lágrima.

No se, en serio... podría tirarme media hora describiendote todo lo que me ha gustado.

Tengo ganas del siguiente, ganas de ver cómo se va con Jason y saber lo que sucede.

Sigue asi Wink
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Mensaje por Elena_NyPD@ Lun Jul 22, 2013 10:34 am

PUES DOS COSAS...BIEEEEEEEN Y NOOOOOOOO!!! Con lo feliz que era yo con esos reencuentros Sad Sad uf a ver sí KATE se quita ya las gafas de sol y ve las cosas mejor, y uf como Aaron se.vuelva a meter...ya es que me cuelo en tu fic y lo asesino Very Happy bueno, que me tienes engancgada y que me encanta, tienes talento en serio...!! Smile Inlove

Besotes Very Happy
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Mensaje por Yaye Lun Jul 22, 2013 10:44 am

Excelente capítulo. Con lo bien que iba al final se han tenido que enfadar, no hubiese sido más fácil decirle que no puede rescindir el contrato hasta que no pase un tiempo?? Espero que las cosas se solucionen pronto.

A la espera del siguiente capítulo.
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Mensaje por cururi Lun Jul 22, 2013 3:42 pm

dios esto esta GENIAL!!! se va de rumba con el viejo!!! haber si esta kate despabila antes de k se demaciado tarde mira k sendo papa no lo encuentra mas!!!
espero con ancias el proximo lunes!!!
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Mensaje por Ethan3 Lun Jul 22, 2013 11:39 pm

a partir de ahora lunes=gran capitulo para leer, eso es lo que estas conseguiendo cuando leo cada capitulo!esperare el proximo con ansias!
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Mensaje por _Caskett_ Mar Jul 23, 2013 2:26 am

Jo que complicadas que estan las cosas. Espero que Kte vuelva antes de una semana.
Continuaaaaa.
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Mensaje por SaraS17 Mar Jul 23, 2013 2:45 am

Extraordinario, un gran capítulo de principio a fin.

Ya no sé por donde empezar a comentar, han pasado tantas cosas y tan importantes todas...

Es muy tierno como él reacciona ante el sueño, como se lo cuenta a su madre, como percibe su olor, y finalmente, como reacciona cuando la ve. Sinceramente, pensé que el primer encuentro iba a ser más tenso, pero no, los dos reaccionaron estupendamente, con beso y todo, esa escena en el ascensor Love Love 

Y entiendo también ese final, los entiendo a los dos. Ella podría haberle dicho lo del contrato, vale que el no le dio mucha opción, pero se lo sueltas así sin más y ya... no sé, espero que lo solucionen pronto, porque ahora se van a quedar los dos destrozados, aunque él se vaya con su padre, ¡que a saber que sale de ahí! Laughing

En cuanto a la "tropa", con grupo de whatsapp y todo, ¡son la bomba! Laughing Out Loud Laughing Out Loud  Me gustaría ver la reacción de Kate y de Rick al enterarse de todo xD A ver como reaccionan los chicos cuando Martha les diga las novedades... y por cierto, cuando estaban todos tomando algo, iban hasta arriba de cervezas y, ¿se van a investigar un caso?¿borrachos? ¡Que bueno! jajajajajaja

En fin, genial en serio, me divierto muchísimo leyendo este fic, me tiene enganchadisima Clap Clap 

¡Hasta el próximo capi! Kiss 
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Mensaje por Beckett_Castle_Alba Mar Jul 23, 2013 6:48 am

Estaba deseando poder leer el capítulo y me he quedado fascinada. Vaya imaginación que tienes, que buen plan has montado, ni los guionistas de la serie podrían ocurrírseles algo así.

Me encanta como se ha desarrollado todo, como Martha no dejaba de informar a "su tropa" de todo lo que ocurría, como Alexis ha mantenido el engaño, como Lanie lo tenía todo controlado en el hospital con sus contactos.

El reencuentro de Castle y Beckett ha sido precioso. Me encanta como sin hacerse demasiadas preguntas se dejan llevar. Y ese momento en que Beckett le confiesa que ese beso fue real es increíble. Las cervezas con los chicos dio para mucho. Me gusta como has incluido esos celos de Lanie hacia la nueva del equipo, después de todo siempre he pensado que para la forense, Espo significa más de lo que deja ver. El momento en que Beckett le confiesa a Lanie que quiere a Castle me encantó. Por fin empieza a sincerarse.

Después de esa conversación que Caatle y Beckett tienen que ella le declara que lo quiere y comienzan algo, pensé que las cosas irían bien, pero se ve que están destinados a pasar por muchos baches. A ver quien da el paso ahora, porque creo que de nada va a servir más planes de Lanie y compañía.
Por cierto, me encanta que introduzcas al padre de Castle. Es uno de los personajes de la serie que, pese a ser fugaz, más me ha gustado. Si es que todo en tu fic no puede ser más acertado.

Como siempre, un capítulo de 10 Ana.
Besos.
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Mensaje por Anver Lun Jul 29, 2013 9:05 am

Lunes… 22.00h.
Gracias por seguir leyendo. Mil gracias por vuestro apoyo al comentar (pese a que no os guste).
Ya va quedando menos para el 23 de Septiembre y esta historia parece retroceder de nuevo… ¿Será para coger impulso?
Bamm Bamm… si has llegado hasta aquí te mereces que te dedique este capítulo, aunque también te lo mereces por arrancarme mil y una risas con tus locuras y tu alegría constante. Eres lo mejor del parque, sirenita… Jajaja.


CAPITULO 11. El origen.

Martha entró en la cafetería poniéndose de puntillas, girando su cabeza  e intentando mirar  por encima de los clientes para localizar a  “La tropa”. Los había citado media hora antes por el Whatsapp. Lanie y Javier habían propuesto que fuesen a una cafetería cercana a la comisaría y que todos conocían.

Localizó al fondo del local y sentados en una amplia mesa, a Lanie con Javier y se dio prisa por llegar hasta ellos, sentándose junto a la morena.

- ¿Qué ha pasado? – preguntó Javier mientras ella se sentaba.
- El cabezota de mi hijo le ha dicho que dejase el trabajo en DC, a lo que ella, también cabezota, se ha negado y se ha vuelto a marchar.
- ¿Otra vez? – preguntó Lanie enfadada.
- Y eso no es todo – añadió Martha – me ha dicho que...
- ¿Qué ha pasado? – dijo Alexis interrumpiéndola y sentándose junto a Javier  al que  saludó con un beso en la mejilla.
- Tu padre la ha dado a elegir entre él o su trabajo – resumió Lanie.
- Y ella le ha mandado cerca – quiso adivinar Alexis.
- Se ha marchado a DC – confirmó Javi.
- ¿Qué más te ha dicho, Martha? – preguntó Lanie ahora que Alexis estaba al día.
- Esto es un poco duro – dijo poniéndose la mano sobre el pecho – y no tiene que salir de aquí.
- ¿Qué ocurre abuela? – preguntó Alexis preocupada al ver la expresión de la mujer.
- Quiere irse con su padre – admitió ella después de unos angustiosos segundos de silencio.

Lanie y Javier se miraron. No entendían nada. ¿Su padre? Se suponía que Richard no conocía a su padre, o al menos esa era la información “confidencial” que se rumoreaba sobre el escritor.

Lanie miró a Alexis, después a Martha, volvió a mirar a Javi y finalmente dirigiéndose a las integrantes de la familia Castle, se armó de valor.

- Para que podamos entenderlo... ¿Richard tiene contacto con su padre?
- Es una larga historia – dijo Martha suspirando.
- Sentimos llegar tarde – dijeron Kevin y Jenny saludándoles y tomando asiento - ¿Qué es eso tan urgente?
- Creo que será mejor que hablemos de otra cosa mientras llega el resto o al final tendremos que repetir mil veces lo que ha pasado – dijo Javier y el resto asintió.

Josh llamó a Lanie disculpándose, tenía guardia y no podía ir, pero aseguró que podían seguir contando con él para lo que necesitasen. Gina contestó a Martha tampoco podía acudir. Paula apareció instantes después y fue presentada a todos, pues únicamente conocía a Martha y Alexis.

- ¿Quién nos falta? – preguntó Kevin después de acercar una silla para que Paula se sentase.
- Yo – dijo una voz a su espalda.
- Hola querido – saludó Martha al recién llegado – yo creo que ya estamos todos.
- Espera Jim, te traeré una silla – dijo solícito Kevin.
- ¿Qué ha hecho ahora mi hija? – preguntó abandonando por un instante su seriedad y sonriendo levemente.
- Ser tan cabezota como mi hijo – dijo Martha acercándole la cara mientras él la besaba en la mejilla.
- Mal asunto – dijo suspirando – conociendo a Katie... ¿Qué ha pasado?
- Empezaré desde el principio – dijo Martha dando un énfasis dramático.

Durante un rato les contó la conversación con su hijo, todos la escuchaban atentamente. En ese momento una persona se acercó a la mesa observándoles con curiosidad e intervino en la conversación.

- Vaya… me alegro de verles a todos por aquí... ¿Celebran algo? – preguntó ante la mirada atónita del grupo.

Se hizo un silencio. Nadie esperaba su presencia y los antiguos temores del pasado parecían haberse instalados para siempre en los integrantes del grupo, tan acostumbrados a guardar el secreto durante meses.

- Hola Victoria – atinó por fin a decir Martha – no celebramos nada, precisamente es todo lo contrario.
- ¿Ha ocurrido algo malo? – preguntó la capitana frunciendo el ceño al comprobar que ni su antigua detective ni su incansable acompañante estaban allí - ¿Puedo ayudarles?
- ¿Por qué no tomas asiento? – ofreció Jim levantándose de su silla y cediéndosela a la mujer.

Acto seguido el resto del grupo, y como si una flecha de luz y razón atravesase sus mentes, se dieron cuenta que ya no tenían que fingir para esconder la relación de sus antiguos compañeros, pues ya no estaban trabajando en la comisaría y ella no podía sancionarles.

- Señor – dijo Javier levantándose seguido de Kevin.
- Por Dios – dijo ella – sólo necesito una silla y no voy a comerme a nadie.
Kevin acercó otra silla y finalmente todos se sentaron. Se hizo un incómodo silencio.
- ¿Me quieren contar de una vez que está ocurriendo? –preguntó la mujer.
- Claro Victoria – dijo Martha que comenzó a contarle desde el principio todo lo que había ocurrido entre Richard y Katherine.

Después que Martha terminase por fin de contar toda la conversación que había tenido con su hijo, Paula no pudo evitar hacer una pregunta.

- Martha… ¿Desde cuando conoce Richard a su padre?

La actriz suspiró mirando a su nieta que la asintió.

- Creo que ya somos una familia – comenzó Martha – y debo apelar a que como familia sabréis guardar el secreto que ha convivido con la mía desde que supe de la existencia de mi hijo.

Ella les miró a todos, que asintieron en silencio comprendiendo que nada de lo que Martha contase debía ser conocido por nadie más.

Y Martha comenzó su historia, remontándose cuarenta y tres años atrás, en la primavera del año 1970, cuando ella era una desconocida actriz de teatro que se abría paso con pequeños papeles en obras de Broadway. Evidentemente y como todos esperaban, exageró alabando su juventud, belleza y dotes interpretativas, sin que nadie osase por un instante a llevarle la contraria.

Les relató con todo lujo de detalles, como durante quince días, pase a pase, el mismo joven se sentaba en la butaca diecisiete de la primera fila. Siempre aparecía después de que la obra llevaba un rato siendo interpretada, nadie se fijaba como llegaba hasta su asiento, sus compañeros llegaron a apodarle “el felino” por su capacidad para aparecer y desaparecer sigilosamente pues esto último lo hacía de la misma forma, antes que se cerrase el telón y acabase la función.

Nadie en la compañía le conocía, ni los empleados del teatro, ni el director, ni los ayudantes. Era todo un misterio. Llegaba allí, con su imponente presencia, alto y de porte atlético, observando con sus profundos ojos verdes y su media sonrisa ladeada. De vez en cuando le veían retirar el oscuro y rebelde flequillo de su frente. Vestía de forma diferente cada día, elegante en algunas ocasiones, más informal y con tejanos en otras, pero siempre rozando la perfección y derrochando atractivo.

Aquel joven era guapo, muy guapo. Y misterioso… demasiado misterioso. A las jóvenes actrices de la compañía las tenía encandiladas... Martha las escuchaba hablar sobre él mientras se desmaquillaban todas juntas en el camerino que compartían las secundarias tras acabar cada función.

Ella sonreía mirándose al espejo mientras sus compañeras fantaseaban con la razón por la que él podía acudir allí noche a noche. Martha imaginaba, como su corta experiencia le había enseñado, que aquel joven acudiría allí para ver a la actriz principal. La historia siempre era igual. Nadie se fijaba en las secundarias.

El día que se iba a representar la última función, el grupo saldría al escenario para saludar al público y agradecer el éxito de la obra. Todos, inquietos, esperaban un lleno absoluto, pues las entradas se habían agotado desde dos días antes. Evidentemente lleno excepto la butaca diecisiete de la primera fila. Cuando llegó la hora y no oían el murmullo del público, el director de la obra fue a buscarles nervioso. Representarían la obra para una única persona. Se miraron extrañados ¿Cómo era posible si las entradas se habían vendido? El pobre director se encogió de hombros sin saber dar una respuesta y pidiéndoles que actuasen con normalidad.

Al salir al escenario y para sorpresa de todos, la única butaca ocupada era la número diecisiete de la primera fila. Y allí estaba él, con su mágica mirada y su encantadora sonrisa, vestido con esmoquin y su cautivador flequillo rebelde cayéndole sobre la frente.


En la saturada mesa de la cafetería “La tropa” escuchaba con atención el relato de Martha, imaginando que aquel apuesto joven del que hablaba y que con tanto detalle había descrito ella, era el mismísimo retrato del Richard Castle que ellos conocían.

Martha hizo un pequeño silencio para beber un sorbo de agua. Alexis, con los ojos abiertos como platos, la apremió a continuar, la joven no conocía la historia. Y Martha, tras beber, prosiguió.

Representaron la obra para él. Había comprado todas las entradas, pero eso no lo supieron hasta horas después. Cuando acabaron, él se levantó aplaudiendo y elevando la voz para exclamar “BRAVO” con una profunda y potente voz, masculina y arrebatadora que era el colofón perfecto para su cautivador aspecto.

La compañía al completo bajó del escenario para saludarle personalmente, cuando le llegó el turno a ella para saludarle y tras cruzar sus miradas, notó como las piernas le flojeaban y se quedaba paralizada incapaz de moverse ni articular palabra. Sintió que su corazón se aceleraba y un calor febril la invadía, subiendo por su cuerpo y quedándose en sus mejillas. El joven la escrutaba con su profunda mirada, y esbozaba una ligera sonrisa divertido por su reacción.

Hasta que la actriz principal, con el aire de suficiencia que la caracterizaba, pasó ante ella como un torbellino, apartándola y casi lanzándose sobre los brazos de él, presentándose casi a voz en grito.

Martha le observó durante unos segundos, tal y como ella había intuido durante días, él parecía bastante interesado en la conversación con la actriz principal. Avergonzada por la situación que acababa de vivir, desapareció hacía los camerinos no sin echar un último vistazo y comprobar como el joven reía encantado con la estrella de la obra.

Cuando llegó al camerino, varias compañeras la lanzaron un silbido riendo y preguntándole quién era el admirador que le había enviado aquel precioso ramo de rosas que descansaba sobre su mesa de maquillaje. Ella se acercó con curiosidad y una gran sonrisa, esperando que uno de los productores se hubiese fijado en ella y con ese ramo de flores se asegurase un papel en otra obra. Pero cuando leyó la nota su boca se abrió quedándose completamente muda.

“Simplemente fascinante. Diecisiete rosas, como el número de la butaca que jamás olvidaré…”

Guardó la nota sin decir nada a nadie sobre la misma y celosa y dolida por la reacción del hombre que le había enviado esas flores pero estaba fuera flirteando con la actriz principal, se desmaquilló a toda prisa,  cambiándose de ropa mientras se disculpaba con sus compañeras por no acompañarles, como era costumbre, a la cena que tenía prevista la compañía para celebrar el fin de la obra.

Puso una excusa estúpida sobre un exnovio celoso del que estaba huyendo mientras señalaba las flores, autorizándolas a que se quedasen con ellas y saliendo a toda prisa del teatro.

No entendía el porqué, pero salió del teatro derrotada y sin ganas de ir al pequeño apartamento que compartía con otra actriz, y sin pensarlo dos veces se encaminó a la casa de su mejor amigo, donde tanto él como su mujer la recibieron con agrado y sin preguntar que la había ocurrido para llegar allí con aquel berrinche y sin celebrar el final de la obra, la obligaron a cenar un cuenco de sopa de cebolla caliente y la prepararon la habitación de invitados para que durmiese allí.

- Jamás había sentido nada igual por nadie – dijo Martha melancólica – ni antes, ni después de aquel día.
Alexis tomó la mano de su abuela, el mito de mujer frívola con los hombres que tenía sobre ella, acababa de rodar por los suelos.
- ¿Puedes continuar abuela? – preguntó la chica curiosa sonriéndola e infundiéndola ánimos.

Martha Rodgers pasó dos noches en la casa de sus amigos. Al segundo día decidió que no podía seguir lamentándose por alguien de quién ni siquiera conocía su nombre y tomó la resolución de volver a su casa cuanto antes. Tenía que prepararse para presentarse a varios castings y tenía que hacerlo bien. La competencia era mucha y los papeles escasos. La última obra le había reportado un buen beneficio, pero no quería tener que estirarlo demasiado tiempo. Necesitaba volver a trabajar cuanto antes: o conseguía un papel, o tendría que volver a ser camarera en aquel restaurante de la calle Treinta y cuatro.

Caminaba deprisa por su calle sin ser consciente que al otro lado de la misma y vigilando su portal se encontraba él. Subió a su apartamento, dándose una ducha y arreglándose para acudir al primer casting.

Después de la audición y tras volver a casa alicaída y decepcionada por su actuación, tuvo que salir a la carrera en cuanto llegó al apartamento. Había recibido una llamada. Le habían pedido que volviese… Le pareció extraño, pero pensó que quizás alguien tuvo en cuenta sus nervios, o quizá su experiencia… o quizá ambas cosas… la cuestión es que tenía una nueva oportunidad y necesitaba que todo saliese bien…

Finalmente, le dieron el papel, y no cualquier papel, sería la coprotagonista de la obra, no podía creérselo, ella se había presentado para un papel secundario. Aquella noche su compañera de apartamento y ella decidieron salir a tomar unas copas, divertirse y celebrar que al menos y durante los siguientes seis meses tendría garantizado el pago del alquiler y la nevera llena.

Como  estaba especialmente contenta  se arregló con sus mejores galas. Había olvidado por completo sus nervios y esa sensación tan extraña con el joven misterioso del teatro. Era feliz.

Bailaban y se divertían y cuando un par de jóvenes llevaban demasiado tiempo alrededor de ella y de Beth, de repente notó como unas manos rodeaban su cintura desde detrás, abrazándose a ella y dándole un beso en la mejilla.

Cuando se dio la vuelta para averiguar quién quería sorprenderla, su cuerpo volvió a estremecerse y quedarse paralizado. Era él. La música del local dejó de sonar para ella, a su alrededor el mundo se evaporó y tan sólo existían sus ojos que la miraban atravesándola y aquella leve sonrisa que la desarmó por completo.

Él la condujo hasta el centro del local, hasta la pista de baile. Ninguno de los dos decía nada, era suficiente el lenguaje de sus miradas. No supo que había pasado con Beth ni con sus dos acompañantes del momento. Tan sólo le veía a él. No percibió el tiempo que había pasado bailando en silencio entre sus brazos hasta que las luces del local se encendieron, avisando que el local cerraba. Miró a su alrededor y descubrió que estaban solos.

Salieron del local, una tormenta descargaba con fuerza sobre Manhattan. Él se quitó de inmediato la chaqueta y se la colocó a ella sobre los hombros, abrazándola contra él para evitar que siguiese temblando mientras buscaba con la mirada un taxi libre. Cuando por fin paró uno, la empujó suavemente a su interior y le dio su dirección al chófer. Ella no sabía que era lo que le sorprendía más, si volver a escuchar su voz, puesto que no habían hablado nada, o que él supiese dónde vivía.

Durante el trayecto, el la mantuvo pegada a su cuerpo, besándola de vez en cuando sobre la cabeza. La joven Martha llegó a sopesar la idea de haber muerto y estar viviendo en el paraíso. La sensación de estar entre sus brazos, recibiendo su calor y sus mimos era lo mejor que le había pasado.

Cuando llegaron a su destino, él pagó, abrió la puerta ayudándola a bajar y la escoltó hasta el portal, dónde se protegieron de la lluvia. Ella se tocó el pelo, sabiendo que el agua había arruinado por completo su peinado y entonces volvió a oír su voz, que adivinando sus pensamientos sobre su aspecto únicamente dijo: deliciosa. Acto seguido él dio un paso hacía delante y aunque ella intentó retroceder, chocó contra la cercana pared y él pegó su cuerpo al de ella, atrapándola y besándola sin pedir permiso.
No podía recordar como llegaron hasta su habitación, la sensación de sus besos borraban el resto de percepciones y el mundo desapareció de su alrededor.

No durmieron, únicamente se dedicaron a amarse, entre susurros y caricias. Tímidamente ella acertó a preguntarle su nombre y él le dijo que se llamaba Richard.

El tímido sol que entraba por la ventana les acariciaba la piel desnuda que asomaba por el revoltijo de sábanas. Entre sueños oía un golpeteo constante, pero la sensación de estar en sus brazos envuelta en su aroma, era más fuerte y seguía durmiendo abrazada por él.

Beth entró de espaldas en la habitación gritando y ambos salieron de sus sueños incorporándose mientras se cubrían con las sábanas. Beth intentaba impedir que un hombre accediese a la misma, pero éste la apartó con determinación y se dirigió a Richard.

- Alexander, tenemos que irnos, nos han descubierto.
- Dame tres minutos – le contestó él.

¿Alexander? Ella le miró extrañada mientras él recogía su ropa y comenzaba a vestirse a toda prisa. El corazón de ella latía a diez mil por hora. Richard o Alexander, o  como  se llamase, era el primer hombre del que se enamoraba y ahora tenía que irse dado que “les habían descubierto”.

Le miró a punto de sollozar sin entender que estaba ocurriendo, ¿Porqué Richard sabía dónde vivía ella?  ¿Porqué ese otro hombre sabía dónde estaba él?  ¿Quién les había descubierto? ¿A qué podría dedicarse?... Tenía demasiadas preguntas que hacerle.

Con los pantalones y los zapatos puestos, la camisa sin abrochar y la chaqueta sobre el brazo, se abalanzó sobre ella tomando su cara entre sus grandes manos.

- Martha, volveré a buscarte.
- ¿Cuándo?
- No lo sé, pero cuando lo haga me quedaré contigo para siempre.
- No te vayas por favor – suplicó ella.
- Debo hacerlo… es por tu bien, no lo entenderías – dijo besándola rápidamente sobre los labios -. Recuerda… volveré y será para siempre.

Volvieron a besarse hasta que el hombre que vino a buscarle le apremió y zafándose del abrazo de ella salió corriendo sonriéndola una vez más y desapareció.

No volvió a verle nunca más, pero en aquel mismo instante supo que jamás volvería a amar a nadie como le había amado a él.


Martha hizo un silencio. La totalidad de la tropa, atenta a sus palabras, estaba muda. La historia que les estaba contado Martha les intrigaba y conmovía.

Alexis apretó la mano de su abuela, comprendiendo que necesitaba ánimos para continuar.

- Nueve meses después nació Richard Alexander Rodgers,  o más conocido por todos como Richard Castle  - dijo Martha haciendo un aspaviento con la mano.
- ¡Martha! – dijo Paula secándose una lágrima del ojo – Es la historia de amor más bonita que me han contado nunca…
- Y la más triste – admitió Martha emocionada – aunque sé que él volverá algún día.
- Todas las grandes historias de amor suelen ser tristes – intervino Jim cogiendo la mano libre de Martha.
- ¿Sigues confiando después de tanto tiempo? – preguntó Lanie frotando su brazo para reconfortarla.
- Cada vez que la abuela tiene algo que celebrar o pasa un mal momento – dijo Alexis muy seria y en voz muy suave – recibe un ramo de diecisiete rosas. Nunca ha  revelado quién se las envía, ni porqué invariablemente son diecisiete, pero ahora lo entiendo todo.

Martha asintió comenzando a llorar. Alexis se levantó, rodeó la mesa y abrazó a su abuela. Acababa de descubrir el gran secreto de su familia.

Durante unos instantes nadie dijo absolutamente nada, hasta que la capitana, más racional que el resto intervino.

- Martha… si no has vuelto a verle ¿Cómo es posible que Richard le conozca?
- Al principio – dijo Martha ya repuesta – pensé que formaba parte de la mafia, incluso llegué a pensar que era un ladrón de bancos o quizá de arte. Siempre tuve la sensación que andaba metido en temas ilegales y que por eso quería mantenerme al margen. Él sabía que tenía un hijo. Me llegaron flores cuando nació, también cuando Richard se graduó, cuando publicó su primera novela, cuando cosechó su primer Best Seller… incluso cuando naciste tú – dijo mirando a su nieta.
- ¿Siempre te llegaban diecisiete rosas? – preguntó Jenny entusiasmada.
- Siempre – aseguró Martha – era su forma de recordarme que lo sabía y estaba ahí. Y siguen llegando.
- Has dicho que pensabas que formaba parte de algo ilegal – dijo Javi - ¿Ya no lo piensas?
Martha negó con la cabeza mirando a su nieta y besándola en el pelo.
- Todo lo contrario – dijo Alexis – mi abuelo fue quién ayudó a papá en París cuando me secuestraron.
- ¿No fue la interpol? – preguntó Kevin sorprendido.
- No – dijo Alexis – fue el abuelo. La embajada  nos proporcionó una historia creíble que contar a todo el mundo, pero, realmente me liberó papá ayudado por mi abuelo.
- ¿La embajada? – preguntó Gates confundida.
- La embajada Estadounidense en París – confirmó Alexis – el abuelo le dijo a papá por quién debía preguntar y en cuanto llegamos nos estaban esperando,  nos dijeron que era lo que debíamos decir y hacer, tenían preparados nuestros billetes de avión para volver y… todo estaba planeado al detalle, nadie debía mencionar al abuelo, no existía, lo que ocurrió no había pasado y la embajada negaría cualquier declaración de ese tipo que hiciésemos.
- Eso quiere decir que trabaja para el gobierno – dijo Gates pensando en voz alta.
- Eso, aparte de ser la causa por la que secuestraron a Alexis, aclararía muchas de las cosas inexplicables que nos han sucedido durante los últimos cuarenta y tres años – añadió Martha – esa “mano mágica” que siempre nos ha facilitado las cosas. La imaginación de mi hijo sobre el trabajo de su padre no ha parado desde que volvieron de París.
- Por eso ha decidido ir con él – razonó Paula – así podrá además de conocerle documentarse y olvidarse de Katherine.
- Lo malo es que sé que ha intentado saber quién es desde entonces – dijo Martha – y no ha tenido ningún éxito.
- Entonces… ¿Cómo ha conseguido contactar con él? – preguntó Javi.
- El agregado de la embajada – dijo Alexis pensativa – se habrá puesto en contacto con el abuelo mediante él.

El grupo guardó silencio durante unos segundos. Si Richard Castle se iba con su padre, irremediablemente desaparecería del mapa durante un tiempo.

- ¿Un espía? ¿Un agente de la CIA? – preguntó Kevin.
- No lo sé – dijo Alexis – yo… realmente no lo sé. No llegue a verle.

Se quedaron en silencio. ¿De quién podría tratarse?

- Va a ser complicado trazar un plan si desaparece durante un tiempo con su padre –dijo al fin Jim.
- Eso me temo – confirmó Martha.
- ¿Un plan? ¿Para qué? – preguntó Gates.

La tropa sonrió y Alexis tomó la palabra y le explicó a la capitana que era lo que pretendían y la forma en la que casi habían conseguido su objetivo fingiendo su enfermedad y haciéndole volver, como la casualidad había intervenido de su lado y les había juntado en el hospital y como de nuevo la cabezonería de la pareja había truncado sus esperanzas de verles juntos.

- Bien… contad conmigo para lo que sea necesario – dijo Gates para sorpresa de sus detectives – no me miréis así – les reprendió – cuando acaba nuestro trabajo en comisaría tengo marido e hijos y confieso que no podría sobrevivir al día a día sin su cariño y apoyo. Y esos dos se quieren. Habrá que hacérselo entender. No pueden renunciar a eso.

Javi y Kevin no podían creerse el cambio de actitud de su capitana. No sólo demostraba que tenía corazón, si no que además les había tuteado. ¿Quién era aquella mujer y que había hecho con Victoria Gates?

/../

Richard dejó una nota sobre la encimera de la cocina para que no le esperasen a comer y salió de su casa preguntándose como Alexis se había recuperado tan pronto y e iba a pasar el día en su universidad trascribiendo al ordenador sus notas y apuntes de su curso en Costa Rica.

Prefirió que fuese así. Si su hija estuviese con él, tendría que fingir que todo iba bien, cuando en realidad su mundo volvía a desmoronarse dos meses y medio después y ahora con más fuerza.

Se sentía tan roto… por un momento deseó no haberle puesto condiciones a Katherine y pensó en tomar el primer vuelo a DC y buscarla para decirle que todo estaba bien, que él estaría allí y que entre los dos harían que funcionase.

Pero no podía hacerlo. Sabía que por el bien de ambos no debía hacerlo. Por un momento sonrió. Ella le quería. Se lo había dicho, se lo había demostrado durante los últimos días. Aunque no era suficiente para él. La necesitaba a su lado, cada día. Quería dormir cada noche junto a ella, despertarse juntos, intercambiar sus problemas y alegrías, celebrar las fiestas, ser una familia…  y si tenía que sufrir para que ella se diese cuenta, lo haría. No podía perder más tiempo alargando una situación a medias. Lo quería todo y ella debía de entenderlo y desear lo mismo.

Estaba seguro que si ella le amaba tanto como él, abandonaría su trabajo y volvería a Nueva York. Pero también sabía que ella era lenta asimilando sus propias necesidades afectivas, ya se lo había demostrado antes, tardando más de un año en reaccionar ante su declaración cuando la dispararon.  Esperaba no equivocarse. Estaba seguro que tarde o temprano ella volvería para estar a su lado y no volver a separarse nunca más.

Pero mientras eso sucediese, él no podía continuar con su día a día. No lo soportaría. Sonrió de nuevo al recordar la contestación de su padre en el mail de aquella mañana.

Estoy orgulloso y feliz de que quieras pasar un tiempo conociendo a tu padre. Te veré en una semana. Ten el pasaporte en regla.
En cuanto entró al “The old  haunt” saludó a Brian que le correspondió extrañado y bajó a la pequeña oficina. Casi nunca iba por allí. Pero necesitaba poner en orden muchos asuntos antes de desaparecer por el mundo con su padre. Encendió el portátil que había llevado allí al poco de comprar el local y tras unos minutos meditando se puso a escribir como un loco.

/../

Katherine se despertó. Tenía dolor de cabeza y era incapaz de respirar por la nariz. Estaba tumbada boca abajo sobre la cama, totalmente vestida incluidos los zapatos.

No terminaba de entender a Richard. No comprendía porque había sido tan tajante y exigía que dejase su trabajo. Después de aquellos tres días, su corazón había conseguido por fin un poco de paz, pero él la había roto sin compasión. ¿Se habría cansado de ella y sus miedos?

Entró al baño, cerró la puerta y puso el tapón a la bañera, abriendo el grifo del agua caliente y perdiéndose en las espirales de vapor que ascendían incansables llenando el cuarto y permitiéndola volver a respirar. Recordó a su madre. Ella le preparaba un baño caliente cuando los constipados no la dejaban respirar.  Hacia que  se quedase mientras el vapor inundaba la habitación, metiéndose por sus fosas nasales y descongestionándola. Su madre. ¿Qué pensaría su madre si la viese ahora? Descartó la idea negando con la cabeza, si su madre pudiese verla no estaría en DC, porque no hubiese sido policía. Pero… ¿Qué hubiese pasado si la viese renunciar al hombre que amaba por cumplir un contrato?

Se desnudó y poco a poco fue metiéndose dentro del agua, recostándose y apoyando la cabeza en una toalla doblada.

Seguramente su madre le diría que pensase con el corazón mientras daba un beso en la mejilla a su padre, para hacerle ver lo importante que era el amor en su vida.

Una lágrima se deslizó de nuevo por su mejilla. Había cometido la mayor estupidez de su vida al aceptar trabajar en el FBI y ahora no podía dar marcha atrás. Durante los siguientes diez meses tendría que estar allí, y quizás y como Richard le dijo, para cuando pasase ese tiempo y volviese a por él, sería tarde.

Sopesar la idea de romper el contrato no era viable, tendría que pagar con cárcel y no podría volver a trabajar nunca más en ningún cuerpo de seguridad. Eso alargaría aún más su separación.

Le dieron ganas de llamarle y contarle la existencia de esa cláusula en su contrato. Pero no podía hacerlo. Él estaba demasiado dolido para entender nada, además la molestaba que fuera tan egoísta de no dejar que intentase conseguir más en su trabajo. Él ya lo tenía todo, había triunfado y de que manera como escritor. Pero ella necesitaba ascender y sentir que aunque hubiese abandonado la universidad su decisión no había sido en balde. Se lo debía a si misma, debía demostrarse que había elegido correctamente aquel invierno trece años atrás y se lo debía también a sus padres. No podía simplemente abandonar por seguir a un hombre, ni siquiera si ese hombre era el único del que se había enamorado perdidamente en toda su vida.

Cerró los ojos lanzando un sollozo. Su vida seguía siendo demasiado complicada. Richard, Richard, Richard… ¿Por qué aparecería en su vida trastocándola entera?

/../

Unos días antes….

Casi al otro lado del mundo en la ciudad de Sujumi, perteneciente a la región de Abjasia, a su vez, integrante del joven Estado Independiente de Georgia, un agente estadounidense bastante entrado en años, escuchaba la conversación de un grupo de Abjasios reunidos en un local clandestino.

Desde hacía varios años, los Abjasios se autoproclamaban nación independiente de Georgia y con el apoyo de Rusia, y pese al rechazo de Estados Unidos y la Unión Europea.

El versado agente transcribía anotaciones en un papel. Cuando la reunión finalizó y se hizo el silencio, el hombre levantó la vista hasta la pared que tenía enfrente. Varias fotos de Martha, Richard y Alexis en sus diferentes etapas de vida la adornaban. Las contempló sonriendo y encendió su sofisticado equipo informático dispuesto a informar a sus superiores.

Después de hacerlo, le llegó una alerta de su sistema. Alguien estaba intentando averiguar datos sobre él.  Sin dudarlo pensó que se trataba de su propio hijo curioseando e intentando saber más, pero se equivocaba. Una sonora carcajada inundó la habitación cuando descubrió de quién se trataba….

************
G R A C I A S por leer hasta aquí. Espero no defraudar a nadie. Nos vemos el lunes.
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Mensaje por Kynu Lun Jul 29, 2013 9:25 am

Sublime Ana.
Todo, la verdad es que no te puedo comentar otra cosa porque me has dejado sin palabras. Sublime,
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Mensaje por stanathan_caskett Lun Jul 29, 2013 9:48 am

Tengo muchas ganas de saber de quien se trata , jajajajaja
Continua pronto
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Mensaje por Yaye Lun Jul 29, 2013 10:27 am

Wow, increíble todo el capítulo. No se por qué Kate no le ha contado a nadie esa clausula del contrato, y tampoco por qué Rick es tan cabezota y da esos ultimátum. Espero que hablen y las cosas se solucionen pronto, jejejeje.
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Mensaje por cururi Lun Jul 29, 2013 3:36 pm

wow!!! genial el capi!!! estos dos no pueden ser mas cabezotas por k seria delito!!!
haber si el dreamteam puede hacer algo esta vez! la utima parte me dejo intrigadisima!!! porfi continua pronto! lunes llega pronto!
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Mensaje por Ethan3 Lun Jul 29, 2013 7:49 pm

solo puedo darte la enhorabuena como siempre... continua prontoo
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Mensaje por choleck Mar Jul 30, 2013 3:39 am

Pues ya sabemos por que se llama Richard Alexander. Preciosa historia
P.D.: Si hace falta me uno a la tropa pa echar una mano
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Mensaje por Beckett_Castle_Alba Mar Jul 30, 2013 4:51 am

Ana, dirás que no pretendes que este fic sea un best seller, pero vas por ese camino. Es que cada vez que leo uno de tus capítulos tengo la sensación de estar delante de un buen libro en el que soy capaz de perderme, así no me extraña que siempre ande leyendo alguno de tus fics, incluso los primeros que empezaste a escribir por aquí.

El personaje de Martha es de mis favoritos en la serie, con esa sabiduría que dan los años y esa capacidad para ayudar a todos los que están a su alrededor. Me encanta el protagonismo que le has dado en este capítulo y como has montado una buena historia para el momento de su vida más importante de su vida como fue el conocer al padre de su hijo.

Yo espero que Richard no se vaya, porque estoy con todos en que si se va, va a ser complicado encontrarlo. Pero Castle parece muy decidido a irse con su padre y dudo que nadie le vaya a detener. Aunque no sé porque me da que con el final que has escrito del capítulo, el padre de Castle sabe más de su hijo y de su turbulenta relación con Beckett de lo que cabría esperar.

Impresionante Ana. Me tendrás esperando el capítulo del próximo lunes, como siempre.
Besos.
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Mensaje por _Caskett_ Mar Jul 30, 2013 9:45 am

Me encanta, muy interesante. Continua pronto.
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Mensaje por silvanalino Dom Ago 04, 2013 9:35 pm

Paso algo que no me llego el aviso de un nuevo capi? Ya me da terror de perdermelo porque Movistar funciona mal!!!!!
Besossss Ana y gracias!!!!!!
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Mensaje por Anver Lun Ago 05, 2013 9:11 am

Lunes... 22:00h

Sigue haciéndose cuesta arriba seguir escribiendo, por tanto gracias a todos los que con vuestros comentarios hacéis posible que continúe.

Ana, suerte con lo tuyo y disfruta del capi que es para ti, por tu insistencia.

CAPITULO 12. DUDAS.

Martha seguía a su hijo por la habitación mientras este no paraba de ir de un lado para otro, abriendo cajones y seleccionando ropa.

- No insistas más madre.
- ¡Pues lo hago! Para algo soy tu madre.
- No vas a hacerme cambiar de opinión. Quiero conocerle. Tengo derecho.
- Te recuerdo que durante cuarenta y dos años no has sabido nada de él.
- Todos merecemos una segunda oportunidad – dijo mientras la apartaba para abrir un cajón.
- ¿Ah si? ¿Pues porque no se la das a Katherine?
- Se la he dado – le dijo parándose en seco para mirarla fijamente – pero creo que la que no da una segunda oportunidad es ella. Ha pasado una semana y no se ha decidido a dejar ese trabajo.
- Richard, no puedes obligarla a hacerlo.
- Y no lo he hecho. ¿Crees que si la hubiese obligado estaría en DC ahora?
- La estás obligando a elegir entre tú y su futuro profesional.
- ¿Qué futuro? ¿El de ser una frustrada escondiendo trapos sucios al gobierno de turno?
- Por favor hijo, ¿No te das cuenta de su avance?

Richard se acercó a su madre y la cogió por ambas manos.

- Durante los dos meses que estuve sin ella la amé aún más.
- Si claro, y te diste cuenta refugiándote en los brazos de aquella cuidadora de bichos.
- Veterinaria madre, y Rox me ayudó mucho.
- Ya.
- Cuando volví a verla en el hospital me juré a mi mismo que no volvería a perderla.

Martha le miró levantando las cejas, no era coherente lo que decía con su forma de actuar.

- Quiero todo madre. Ya no me vale una pareja a tiempo parcial.
- ¿Y pretendes tener todo marchándote?
- Pretendo que recapacite entre la vida que dejó aquí y la que tiene ahora. ¿Qué ahora es agente del FBI? ¿Y qué? ¿Qué gana con eso? ¿Es feliz?
- Maldita sea Richard, ¡Tú eres quien no deja que lo sea!
- Madre, tu sabes que llevo cinco años esperando, la amo más que he amado a nadie más en esta vida. Pero necesito que esté completamente segura, porque será para siempre. Este es mi momento, es ella, lo sé, lo siento aquí – dijo llevando una de las manos de Martha a su propio corazón.
- ¿Y si conoces a otra veterinaria mientras?
- Pues supongo que me entretendré como lo hice en Costa Rica.
- ¿Serás capaz? – preguntó Alexis interrumpiendo en la habitación.
- Cariño, no está bien escuchar conversaciones ajenas…
- No creo que sean ajenas cuando incumben a mi familia – dijo la chica acercándose a ambos.

Richard asintió. Su pequeña tenía razón. Ya no era una niña y su opinión también contaba y mucho para él.

- No lo entiendo papá.
- Y no tienes que entenderlo – le dijo –. Ni tu mamá. Únicamente pretendo que respetéis mi decisión. No puedo seguir aquí mientras ella se decide. Moriría de dolor.
- ¿Y si decide no elegirte? – preguntó temerosa Martha, aún conmocionada por haberle escuchado llamarla mamá.

Él miró fijamente a ambas mujeres y suspiró.

- Entonces espero que el tiempo que pasaré con mi padre me ayude a olvidarla por completo.
- Hijo, tu padre…
- No he oído su versión… ni siquiera he oído la tuya, salvo que le amaste profundamente durante una única noche. Tengo derecho a saber madre. Necesito saber.
- No me preocupa su versión cariño, pero tengo miedo, ya le perdí a él y no quiero que te ocurra nada por estar a su lado.
- Yo también papá, tengo miedo – dijo Alexis abrazándole.
- Él no dejó que te pasase nada a ti – le dijo a su hija – y no creo que deje que me pase nada a mí.
- ¿Cuánto tiempo piensas estar fuera? – preguntó Martha.
- El suficiente.
- ¿El suficiente para qué papá?
- El suficiente para saber si ella me elige, el suficiente para recuperar cuarenta y dos años…
- ¿Y tus novelas? Tienes contratos.
- Y no he dicho que no vaya a cumplirlos.
- ¿Y las giras? ¿Y las firmas?
- Ya he hablado de eso con Paula y Gina.

Ambas pelirrojas se miraron, no sabían nada de esas reuniones.

- Y ahora si no os importa, me gustaría seguir preparando mis cosas.
- Papá…
- He hablado con mi banco y he abierto una cuenta a vuestro nombre con suficiente disponible – les dijo – Scott, mi abogado, se ocupará de todos los problemas que puedan surgir mientras yo no este, tiene instrucciones, acudid a él.
- Papá hablas como si no fuésemos a saber nada de ti en mucho tiempo.
- Y es posible que sea así…
- ¿Pero podremos localizarte?
- ¿Estando con tu abuelo? – dijo sonriendo-. Creo que será complicado, ya me lo advirtió.
- No puedes hacer esto papá.
- Claro que puedo.
- ¿Y si Katherine vuelve y no estás?
- Si me ama esperará como lo he hecho yo durante estos años.
- Richard…
- No pienso seguir discutiendo sobre esto. Dejad que termine.

Martha salió de la habitación cogiendo de la mano a su nieta para que la siguiese. Cerraron la puerta e indicó a su nieta que subiera con ella. Cuando ambas estuvieron seguras en la habitación de la chica comenzaron a hablar.

- ¿Sabes algo de esas reuniones con Gina y Paula? – preguntó la joven.
- No, y me extraña que ellas no nos hayan dicho nada. Hay que llamarlas.
- Estaba enfadado ¿verdad?
- Como Katherine no dé su brazo a torcer creo que le perderá para siempre.
- Si, eso mismo creo yo, nuestro problema ahora no es papá – dijo pensativa la joven.
- A ver que podemos hacer ahora con ella en DC para hacerla recapacitar… si al menos estuviese aquí.
- Abuela, si estuviese aquí no tendríamos ningún problema – dijo Alexis riendo.
- Tendremos que avisar a la tropa, creo que vamos a viajar mucho a DC próximamente, y en cuanto a tu padre, sólo espero que el adulador de tu abuelo no siga rompiendo corazones por el mundo y tu padre decida imitarle.
- ¡Abuela!
- ¡Ay querida! Tu padre es su vivo retrato…
- ¿Sabes abuela? A mi también me gustaría conocerle.

Martha cogió la mano de su nieta y la palmeó con cariño.

- Algún día cariño, algún día.

Alexis miró a su abuela asintiendo. Después de cuarenta y tres años seguía confiando que algún día volvería a ver al verdadero amor de su vida. Alguien debería escribir el guion de una película sobre esa historia. No pudo evitarlo y dio un abrazo a su abuela, esa gran mujer que poco a poco se destapaba dejando ver porque jamás había tomado en serio ninguna de sus relaciones, porque tan sólo esperaba, tan sólo dejaba pasar el tiempo. Quizá por un momento llegó a entender las palabras de su padre cuando dijo que “se entretendría”.

/../

Richard miraba los altos edificios desde el gran ventanal del despacho de Gina. Comprobó su reloj con fastidio, Gina siempre le hacía esperar.

- Hola Richard – dijo ella entrando al fin en su despacho y dirigiéndose hasta él para abrazarle.
- Hola – contestó él algo desganado.
- ¿Cuánto tiempo hacia que no nos veíamos? ¿Dos? ¿Tres meses?
- Creo que tres – dijo correspondiendo a su abrazo - ¿Cómo estás Gina?
- Deseando verte en persona para poder contarte algo que llevo dos meses esperando para hacerlo.
- Lo siento - dijo él abriendo mucho los ojos – lo había olvidado por completo, eso fue antes de irme a Costa Rica.

Gina se separó mirándole y riendo.

- No importa. Tan sólo quería compartirlo contigo.
- ¿Qué ocurre? – preguntó sonriendo al comprobar que ella también lo hacía.
- Estoy embarazada Richard.
- ¿De verdad? – dijo él alejándola para mirarla y volver a abrazarla de nuevo.
- Guau… Peter y tú sois muy afortunados – le dijo riendo – me alegro tanto.
- Gracias.
- ¿Para cuando?
- A finales de Enero.
- Genial.
- Bien. Y ahora siéntate y cuéntame que es eso tan importante que tienes que decirme tú.
- No voy a promocionar mi última novela – soltó de repente.
- ¿Qué?
- Paula y tú podéis inventar cualquier excusa, podéis decir que estoy inmerso en una nueva investigación para mi próximo libro, o quizá que tengo una enfermedad que me impide presentarlo, pero no voy a promocionarlo.
- Richard esa es la mayor tontería que has dicho desde que te conozco, y créeme, te conozco desde hace mucho y has dicho infinidad de tonterías.
- No voy a ceder Gina.
- ¿Quieres que te recuerde que tienes un contrato?
- Lo sé y puedes llevarme a los tribunales si quieres, pero no voy a promocionarlo.
- ¿Se puede saber el motivo?
- Voy a salir del país durante un tiempo.

Gina se masajeo las sienes mientras intentaba tranquilizarse.

- ¿Es por ella?

Richard afirmó en silencio. Entre Gina y él siempre había existido un silencio con respecto a Katherine. A la editora no es que la detective le cayese mal, pero había sido testigo de cómo su exmarido y sobre todo amigo, había bebido los vientos por ella, hasta el punto de no centrarse cuando ellos se dieron una segunda oportunidad. No podía evitar sentirse celosa de Katherine y la forma en la que había conquistado por completo a ese niño grande que tenía delante. No obstante Gina y por encima de todo, quería verle feliz y tal y como había prometido a Martha y Alexis, ayudaría en lo posible para que su exmarido y Katherine volviesen a estar juntos.

- ¿Qué ha ocurrido? – le preguntó.

Richard suspiró y comenzó a confesarse con ella. Gina le miraba asintiendo, sin desvelar que conocía toda la historia por su madre y su hija. Se levantó y le dio una botella de agua, al escritor le costaba continuar.

- ¿Tú no vas a intentar hacer que cambie de opinión? – preguntó cuando acabo de contarle la historia y tras el silencio de Gina.
- Richard… sólo voy a decirte una cosa: “Si hace tres años hubiese tenido claro que ella no era el amor de tu vida, habría luchado por esa segunda oportunidad que nos estábamos dando”

Él la miró sonriendo. No había sido consciente del daño que la había hecho hasta ese preciso momento.

- Siempre lo supiste – afirmó.
- Eres un libro abierto – dijo ella riendo – nunca mejor dicho…
- Siento mucho todo lo que pasó…
- La culpa no es sólo tuya, yo sabía dónde estaba metiéndome.

El afirmó mirando al suelo.

- Necesito desaparecer unos meses Gina, necesito olvidarme un poco mientras…
- ¿Ella lo piensa? – preguntó sarcástica.
- Sí.
- No depende de mí y lo sabes. Si la editorial decide demandarte…
- ¿Y si prometo entregarte un nuevo libro a mi vuelta?
- Tentador, pero necesito vender este libro ahora.
- Vamos Gina ¿Qué pasaría si estuviese enfermo?
- No lo estás Richard. No podemos permitirnos ceder a los caprichos de cada uno de nuestros escritores. Esto es un negocio, no creo que tenga que recordártelo, vives también de esto.
- ¿Y si prometo ir a algunas entrevistas concretas? Siempre que no sean en directo.
- Tengo que consultarlo.

Richard salió de la editorial en dirección a la casa de Paula. Saludó al portero y subió hasta el último piso. A él no le iba nada mal, pero Paula, se llevaba un buen pico de los beneficios de todos sus representados y podía permitirse el lujo de poseer un ático en el Upper west side con vistas a Central park.

Llamó a la puerta y esperó mientras repiqueteaba en el suelo con uno de sus zapatos. Insistió al no recibir respuesta. El portero le había dicho que ella estaba en casa. Un par de minutos después oyó la voz de Paula.

- ¿Quién es?
- Soy Richard

Paula abrió la puerta.

- ¿Richard?
- Creo que no te he pillado en buen momento – dijo él mirando a Paula que sujetaba una escasa bata corta sobre su cuerpo.
- No importa… pasa – le dijo apartándose para que él entrase – ahora mismo vuelvo, ponte cómodo.

Richard se sentó en el sofá y cogió un dossier que Paula tenía sobre la mesa y en el que figuraba su nombre. Eran propuestas de diferentes cadenas de televisión y varias revistas de tirada nacional para hacer entrevistas. Comenzó a leerlas.

Cinco minutos después Paula salió de la habitación vestida con unos vaqueros y una camiseta y acompañada por un joven con cara de sueño y despeinado. Richard les observó saludando con una amplia sonrisa, Paula acompañó al chico hasta la puerta y Richard les siguió con la mirada, riendo en silencio al ver a su representante despedirse a toda prisa del joven con un rápido beso.

- Siento haber interrumpido – le dijo cuando ella cerró la puerta mirándole.
- Me has hecho un favor – confesó – no parecía tener ganas de irse.

Richard río sonoramente y Paula se encogió de hombros.

- ¿Qué ocurre Richard? No es muy normal que vengas a verme tú.
- Veo que planeas mi trabajo – contestó él levantando el dossier.
- Alguien tiene que hacer el trabajo sucio, no basta con escribir una novela e irse a perseguir musas – le dijo. ¿Qué ocurre?
- Precisamente de eso quería hablarte.
- ¿De persecuciones de musas?
- Sí.
- Creo que no va a gustarme nada esta conversación ¿café?

Durante un rato Richard le expuso a Paula los recientes acontecimientos con Katherine, su conversación con Gina y sus intenciones de abandonar el país durante un tiempo, sin tener claro su destino. Paula le escuchaba en silencio, intentando asimilar la noticia y pensando como hacerle recapacitar para que no persiguiese a su padre por el mundo, pero sin hacerle saber que conocía sus intenciones gracias a la reunión que mantuvo la tropa días antes.

- Supongo que sabes que tienes un contrato con la editorial.
- Y otro contigo.
- Conmigo puedes romperlo cuando quieras y lo sabes – dijo ella.
- Y tú sabes de sobra que no tengo intención de hacer eso. Necesito tiempo Paula – le dijo muy serio – no puedo vivir así.

Paula le observó en silencio. Él ya no era el Richard Castle que conoció hace años. Estaba claro que lo que él la estaba pidiendo no era por capricho. Si lo hubiese dicho años atrás, antes de conocer a Katherine Beckett, antes de terminar con su loca vida de millonario rompecorazones lo habría dado por hecho. Pero ahora, tenía ante ella un hombre enamorado, que necesitaba tiempo y espacio para dar una tregua a su maltrecho corazón.

Y ella se lo debía. Gracias a él había ganado fama y respeto, aparte de un montón de dólares. Richard la había dado una oportunidad confiando en ella cuando nadie lo hacía. Meditó un momento que consecuencias podía tener su decisión con respecto al resto de la tropa

- Sabes que mi trabajo consiste en hacer todo lo que sea necesario para que consigas más fama, más dinero, más trabajo… Dejar que te marches así por las buenas, no es hacer bien mi trabajo.
- Creo que no me has terminado de entender Paula, no vengo a pedirte permiso, vengo a informarte…
- ¿Tienes claro que la editorial puede demandarte y dejarte en la ruina?
- La editorial puede hacerlo, dudo que les convengan a no ser que quieran comenzar a vender enciclopedias… Cada una de mis novelas es un bestseller garantizado ¿Tienen otro autor así?
- ¿Has hablado con Gina de esto? – le dijo con una mueca.
- Jamás te cayó bien Gina – contestó él con una sonrisa.
- Nunca me gustó como te mangoneaba en el trabajo aprovechando que era tu novia y después tu mujer – admitió Paula – ese era mi trabajo, no el suyo. ¿Has hablado con ella?
- Sí.
- ¿Y?
- Hará lo que esté en su mano. Escucha Paula, podéis decir que tengo una enfermedad, o que estoy documentándome para un nuevo libro…
- Asegurar cualquiera de esas dos cosas traerá sus consecuencias Richard, no se puede jugar con tus lectores así como así…
- Le he propuesto a Gina entregarle un nuevo libro cuando regrese.
- ¿Y cuando será eso?
- No lo sé
- ¿Y ella ha aceptado sin saber el plazo? ¡Vamos Richard, que todos vivimos de esto! Es un trabajo común, no puedes hacer las cosas así y pretender que te digamos que sí a todos tus caprichos.
- No es un capricho Paula.

Paula le miró. Ante todo no quería verle sufrir. Era un buen amigo. No podía ponerle pegas, aunque tendría que hablar con Gina y por supuesto con la tropa. Era un dilema, si le decía que sí a él, se complicaban los planes de sus amigos y familia para juntarles, y si le decía que no, él podría romper todo tipo de relación con ella y con la editorial con tal de irse.

- Hablaré con Gina – dijo finalmente soltando un suspiro. Pero sabes que todo dependerá de la editorial.
- Te prometo que mi siguiente libro será promocionado por todo lo alto – le dijo él sonriendo.
- Me bastaría con saber dónde encontrarte mientras estés fuera.
- Eso será complicado.
- Busca la forma Richard, no creo que te esté pidiendo tanto para todo lo que te daré.

/../

Desde su vuelta de Nueva York, Katherine había pasado una semana metida en su despacho de Washington sin ningún caso asignado, aprovechaba esos días, para practicar con el software del FBI. Las posibilidades de recopilación de información y datos que éste le permitía, estaban a años luz de la que disponía cuando trabajaba en la policía de Nueva York.

Ya no sólo el hecho de poder optar a bases de datos de cualquier parte del país, si no también a la de cualquier ciudadano de Estados Unidos y sin restricciones de ningún tipo.

Eso le daba vía libre para estudiar al senador Bracken. Había decidido tomarse las cosas con mucha calma y cautela. Se había marchado de Nueva York con toda la información que tenía sobre el caso de su madre, y había optado por comenzar desde el principio, años antes del asesinato de Johana, remontándose a los años universitarios del senador para comenzar a hurgar entre sus trapos sucios. Tenía diez largos meses por delante en aquella ciudad e invertiría todo su tiempo libre para hacerlo.

Eso la ayudaría a olvidarse de Richard, o al menos, para intentarlo.

Sobre la mesa de su despacho comenzó a vibrar su móvil. Lo cogió para identificar la llamada.

- Hola Aaron – dijo alegre, llevaba casi un mes sin verle.
- Hola preciosa – contestó él - ¿Estás en DC?
- Sí, estoy en la oficina. ¿Quieres que le dé recuerdos tuyos a Amanda? – preguntó graciosa.
- Puedo dárselos yo mismo si me dejas pasar a recogerte para invitarte a cenar.
- Esto estaría bien, porque quiero hablar contigo.
- Yo también quiero hablar contigo. ¿A las siete?
- A las siete.

Colgó pensativa. ¿Qué es lo que él querría hablar con ella? Lo pensó durante unos segundos y luego volvió a centrarse en la vida de Bracken, olvidándose por completo de Aaron.

Dos horas después decidió estirar un poco las piernas e ir a por un café. Miró su reloj, eran las cinco de la tarde. Aún le quedaba un buen rato para que Aaron fuese a buscarla. Mientras preparaba su café no pudo evitar pensar en Richard y en los miles de cafés que él había preparado para ella. Una punzada de dolor la invadió desde lo más profundo de su cuerpo.

Se maldijo a si misma por ser la causante de ese dolor, por haber dejado su trabajo, por no haberle dicho un rápido y sincero “sí”, por no contarle lo de la estúpida clausula y por ser tan cobarde de no llamarle y decirle que le amaba.

Volvió a su despacho pensando que debería llamar a Alexis y a Martha. No se despidió de ellas y las estaba haciendo daño con su separación de Richard. Esperaba que Alexis la perdonase, aún era muy joven y poco a poco iba descubriendo en sus propias carnes lo complicado que es el amor. Aunque Martha… ¿Podría perdonarla Martha? Sabía que para ella era más complicado que para Alexis, al fin y al cabo había pasado por una situación parecida con el padre de Richard, aunque nunca había hablado con ella sobre ese tema, y tan sólo sabía lo que Richard le había contado de pasada.

Suspiró y volvió a centrarse en Bracken. Encontraría su error, tenía que encontrarlo y encerrarle para poder vengar a su madre y a su capitán.

Inmersa en la vida del senador, oyó un gritito proveniente de la sala externa y sonrió, sin duda Aaron acababa de llegar y Amanda no había podido resistirse.

Comenzó a recoger sus cosas y cuando terminó salió para buscarle. Amanda miraba complaciente a su ex compañero y Katherine negó con la cabeza sonriente.

- ¿Ya estás preparada? – preguntó Aaron al verla.
- Sí – respondió mirando a Amanda.
- Hijita, cuídale mucho – dijo la mujer mientras daba un abrazo a Aaron para despedirse.

Katherine comenzó a andar hacía la salida.

- ¿Crees que sabe algo? – preguntó cuando estaban alejados.
- Si trabaja aquí es porque no es tonta – contestó Aaron riendo - ¿Qué más da? ¿Te molestaría que lo supiese?
- No me gusta mezclar mi vida privada con el trabajo – repuso ella.
- ¿Qué hay de malo que dos excompañeros queden a cenar?
- Nada – dijo ella resuelta a zanjar aquella misma noche su situación con él.

Mientras daban un paseo hasta el restaurante que Katherine había elegido y que estaba muy cerca de su casa, Aaron le ponía al día sobre varios asuntos que había podido indagar gracias a su nueva situación en la NSA y ella atendía interesada.

Mientras esperaban sus platos, Aaron por fin se atrevió a preguntar.

- ¿De qué querías hablarme?
- Tú también querías contarme algo.
- Si, pero tú lo dijiste antes. Habla.
- Aaron… - dijo ella e hizo un silencio – sonará a tópico, pero quiero que sepas que has sido un gran apoyo para mí y… y lo he pasado muy bien contigo pero… verás… tengo que ser sincera y…
- Estas enamorada de Richard Castle y no quieres volver a pasar una noche conmigo – dijo él sonriéndola.
- Contigo las cosas son bastante fáciles, lo captas a la primera – aseguró.
- Ya sabía que estabas enamorada de él ¿Recuerdas? – le dijo cogiéndole la mano por encima de la mesa - ¿Me vas a contar que ha pasado?
- ¿Por qué quieres saberlo?
- Respeto tu decisión y me parece adecuada, pero eso no quita para que no quiera saber si estás bien y que ha ocurrido, creo que soy tu amigo. ¿Estás bien?
- No.
- Y… ¿Me lo vas a contar?

Durante el resto de la cena Katherine le relató todo lo que había sucedido durante los días que había estado en Nueva York. Aaron la escuchaba con atención, preguntando de vez en cuando y limitándose a asentir y darle su apoyo.

Cuando llegaron los postres, el móvil de Aaron comenzó a sonar. Él miró la pantalla sorprendido y se disculpó contestando a la llamada. Katherine se centró en su postre sin evitar escucharle.

- Hola… ¿Qué ocurre?... ¿Cómo ha pasado?... No llores… ¿En que hospital?... ¿Esta bien? ¿Qué han dicho los médicos?... No será nada cariño, ya verás… Ahora mismo cogeré el primer vuelo… Estaré allí en unas horas… Todo saldrá bien… Y yo a ti.

Katherine había dejado su postre mientras le miraba.

- Tengo que irme ahora mismo – dijo él haciendo una señal al camarero para que le llevase la cuenta.
- ¿Qué ocurre?
- Mi hijo.
- ¿Tienes un hijo? – preguntó Katherine sorprendida.
- Sí, tiene cinco años y se ha caído de la bicicleta – le dijo mientras entregaba al camarero su tarjeta de crédito – está en el hospital inconsciente. Tengo que subir en el primer avión que salga para Seattle.
- Bien – dijo ella levantándose – te llevaré al aeropuerto.
- ¿Tienes coche? ¿Lo tienes cerca?
- De la agencia – contestó y el asintió – está aparcado en casa.

Durante el trayecto al aeropuerto y después de que Aaron realizase varias llamadas asegurándose una plaza en el primer avión e informando de su ausencia de su trabajo, ella por fin se atrevió a preguntar.

- ¿Te ha llamado su madre?
- Era de lo que quería hablar contigo. Estoy casado Katherine.
- ¿Por qué no me lo habías dicho antes? – preguntó ella algo indignada.
- Si no recuerdo mal me preguntaste si tenía novia, no si estaba casado.
- No digas tonterías.
- Hemos estado un tiempo separados – dijo él – pero hemos decidido darnos una segunda oportunidad… Era eso lo que quería contarte.

Ella asintió en silencio. No podía imaginarse a su compañero casado y con un hijo de corta edad. Había sido toda una sorpresa para ella.

- Que conste que te di permiso para investigarme – le dijo adivinando sus pensamientos.
- No me lo esperaba.
- Tú y tu historia con el escritor fue lo que me hizo recapacitar… realmente no sabía lo que amaba a Mónica y lo que significaría perderla para siempre.
- Me molesta que me mientan – dijo ella.
- No me apetecía hablar sobre ello – contestó y la señaló un punto – puedes dejarme ahí.

Ella paró el coche donde él la había indicado y él salió rodeando el coche para poder hablar por su ventanilla.

- Gracias por traerme, hablaremos cuando regrese, te debo una explicación.
- Espero que todo salga bien Aaron. ¿Me llamarás para decírmelo?

Él la besó sobre la mejilla asintiendo y se dio la vuelta para entrar al aeropuerto, pero antes de hacerlo se paró en seco dando media vuelta y volvió al coche.

- No siempre duele – dijo llevándose la mano al lado izquierdo de su pecho – pero cuando lo hace, hay que hacerle caso Katherine. No debes ignorarlo. Deberías llamar a tu escritor y decírselo, tan sólo son nueve o diez meses, si yo fuese él, volaría para estar contigo.

Tras decir esto, salió corriendo y desapareció en el interior del aeropuerto.

Katherine suspiró. Estaba confusa. Aaron casado y con un hijo. La molestaba que no se lo hubiese dicho, se incorporó al tráfico y se sorprendió a si misma sonriendo.

Se alegraba por Aaron y esperaba que a su hijo no le pasase nada. Cada vez lo tenía más y más claro. Amaba a Richard.

¿Tendría el valor de llamarle cuando llegase a su casa?

/../

Paró el coche frente al portal de su hijo y cogió el móvil para marcar su número.

- Estoy abajo y te doy cinco minutos – le dijo sin decir quien era – sin equipaje.
- ¿Sin equipaje? Pero ¿Cómo…?
- No sé si me has entendido bien muchacho, he dicho cuatro minutos cuarenta segundos y sin equipaje.
- Ahora bajo.

Instintivamente miró hacía el portal.

Entonces la vio salir. Martha. Se permitió una sonrisa mientras la observaba. Ella siempre ajena a su alrededor, levantó la mirada y por un instante él pudo verle los ojos.

- Tan guapa como siempre – dijo en voz alta para si – ya queda menos.

La observó alejarse caminando ligera por la calle. Si ella supiese cuantas veces la había observado de lejos…

Cuando la perdió de vista volvió a fijar su mirada en el portal, viendo a un Richard Castle torpe y sofocado saliendo del mismo a toda prisa mirando a su alrededor buscándole. Cuando por fin le vio se apresuró a cruzar la calle y se subió al coche.

- Me alegro de verte.
- Ya veremos si opinas lo mismo dentro de un par de días.
- ¿Qué ocurre con mi ropa?
- Ya nos encargaremos de eso y de tu pelo.
- ¿Qué le pasa a mi pelo? – preguntó llevándose las manos a la cabeza.
- Tienes que cambiar de aspecto, no puedo pasar desapercibido con el famoso Richard Castle a mi lado…

**** FIN DEL CAPITULO 12

G R A C I A S por llegar hasta aquí. Como siempre, espero no defraudar a nadie.

Hasta el lunes...
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Mensaje por stanathan_caskett Lun Ago 05, 2013 10:02 am

Como me vas a defraudar ¡¡¡¡
Me ha encantado el capítulo
Nos vemos el lunes Kiss 
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Mensaje por Yaye Lun Ago 05, 2013 10:06 am

No me puedo creer que ya se haya acabado el capítulo, cuando más interesante se estaba poniendo me veo "fin del capítulo", y casi no me he dado cuenta.
No me esperaba para nada lo de Aaron, pero mira, uno menos del que preocuparse.

Espero impaciente el próximo capítulo para ver si Kate se decide de una vez y lo llama.
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Mensaje por saratheplatypus Lun Ago 05, 2013 10:15 am

- Me alegro de verte.
- Ya veremos si opinas lo mismo dentro de un par de días.
- ¿Qué ocurre con mi ropa?
- Ya nos encargaremos de eso y de tu pelo.
- ¿Qué le pasa a mi pelo? – preguntó llevándose las manos a la cabeza.
- Tienes que cambiar de aspecto, no puedo pasar desapercibido con el famoso Richard Castle a mi lado…

Dios que bueno. DIOS QUE BUENO XDDDDDDDDD.

Ais, siempre he intentado buscar un hueco para comentarte esto y nunca lo encontraba Crying or Very sad lo sientoooo, Ana! Big Crying pero que sepas que lo he seguido capitulo a capitulo, porque me encanta. En serio, es... agh, es que esta todo tan liado, pero tan bien construido que invita a querer leer mas y mas y mas y Heart. Vamos, que estoy enamorada de este fic.

Estoy deseando saber que va a hacer Castle con su padre, pero me esta dando hasta miedo, sobre todo despues de leer lo del pelo xddd. Si es que de tal palo tal astilla. Y Beckett... ains, que mala espina me da eso de que quiera llamarle porque no va a poder localizarle y ASDFSDFADFSDFF SUFRO MUCHO Big Crying.

Estare esperando impaciente el proximo lunes, el fic se va haciendo cada vez mas interesante Love. Y hago un parentesis para decir que la historia que has escrito entre el padre y Martha me ha puesto los pelos de punta Inlove. Te crees si te dijera que me han entrado hasta mas ganas de verles juntos en la serie y como se desarrolla su historia? No se como lo has hecho, pero ahi has enamorado <3.
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Mensaje por Beckett_Castle_Alba Lun Ago 05, 2013 11:01 am

Tan bueno como cada capítulo de cada semana Ana.

Vaya sorpresas me he llevado esta vez. La verdad es que no me esperaba a Aaron con un niño y casado. Él fue muy listo y aprovechó la ocasión. Kate fue sincera con él, pero él decidió no serlo con ella. Eso se llama jugar sucio. La verdad, después de este capítulo, no lo veo con los mismo ojos. ¿Qué hubiese pasado si por un casual Beckett se llega a enamorar de él? No sé, ya no me parece tan bueno como antes.

No sé por qué me imaginaba que sería Paula la que pondría más trabas a Castle para que se marchara, y al final va a resultar que se lo va a poner en bandeja... No sé yo si la tropa se lo tomará bien. Desde luego, Martha y Alexis no parecen nada conforme con que Castle siga los pasos de su padre y se vaya con él. Y no me extraña. No saber durante un tiempo indefinido nada de Castle no debe ser fácil.

Me pregunto si Beckett será capaz de decirte a tiempo a Castle toda la verdad o será demasiado tarde y él ya se habrá marchado. Porque esperarlo sin saber cuando volverá no sé yo si es la mejor opción...

A ver que ocurre en el siguiente capítulo. Lo estaré esperando como cada lunes.
Besos.
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Mensaje por Elena_NyPD@ Lun Ago 05, 2013 11:19 am

Increíble, sólo eso no tengo más palabras.
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Mensaje por AlwaysSerenity Lun Ago 05, 2013 11:24 am

A ver, a ver, qué pasará...
CONTINUA PRONTO Kiss
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