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Volver a empezar. CAP 19. FINAL. (23/09/13)

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Mensaje por Anver Lun Ago 26, 2013 9:35 am

Lunes, poco más de las diez, siento el retraso.

Gracias por vuestros comentarios. De verdad, mil gracias por los ánimos.

Por supuesto gracias por seguir la historia.


Para Sofía. Por arrancarme sonrisas con esa ingenuidad infantil. Eres la mejor sobrina que se puede tener.


CAPITULO 15. Arrancando motores.


Fort Meade, Sede de la NSA. Annapolis, Washington.


Él no podía negarse a nada de lo que Katherine le pidiese, aunque con ello se jugase que le pillasen sus superiores metiendo las narices en temas que no le correspondían, y menos llevando tan poco tiempo en la agencia como llevaba. Pero sentía que se lo debía. Al fin y al cabo gracias a ella había vuelto con su mujer y su hijo, y ahora mismo Aaron se sentía en deuda con ella. Le había hecho recapacitar y valorar a su familia cuando ya lo daba todo por perdido. Y ahora era de nuevo feliz gracias a ella.

Por eso y porque quería ver a su excompañera al lado del hombre que se había adueñado de su corazón, lo haría. Sonrió al acordarse de las veces que había tenido que despertarla en mitad de una pesadilla mientras ella llamaba al escritor en sueños. Tomó la fotografía de su mujer con su hijo en brazos y la acarició con el pulgar. Nunca más renunciaría a ellos por un trabajo.

Iba a ser muy complicado encontrar al escritor. Buscar al agente Alexander Dreyer, conocido como “el cazador”, era una tarea difícil y  Aaron lo sabía muy bien. Se puso manos a la obra, la NSA debía saber dónde estaba el valorado agente de la CIA, y si no, ya tiraría como en otras ocasiones, de contactos. Se concentró y comenzó a abrir programas y teclear como un loco…

Edificio Hoover. Sede del FBI. Washington.

El subdirector Freedman no confiaba en los psicólogos, por muchos títulos que tuviesen. No obstante no le quedaba otra que acatar las órdenes que le llegaban desde arriba, estuviese o no de acuerdo con ellas, y el psicólogo había cursado una orden directamente a su superior y no a él, y eso le dejaba fuera de juego para poder rebatir la decisión de acabar con el contrato de su agente. Tendría que hablar con aquel muchacho recién salido de la facultad de psicología  para que, en el futuro, no volviese a hacer las cosas así de mal.

La agente Beckett le parecía una profesional altamente cualificada, que había desarrollado su trabajo durante los últimos meses obteniendo resultados muy notables. Para él, que la agente hubiese dejado sin resolver dos de los últimos casos encomendados carecía de importancia. Su nivel de efectividad era extraordinario y analizando sus trabajos lo relacionó con el cansancio y la adaptación a su nueva ciudad, supuso además que echaría de menos a su familia y amigos. Era algo normal que les ocurría a la mayoría de los agentes los primeros meses, lo insólito era que únicamente hubiese fallado en dos, de los más de treinta casos que había llevado.

Y ahora, sentado en su sillón no le quedaba otra que mirar a la nada mientras reflexionaba sobre lo que acababa de pasar. No sólo le había fastidiado tener que decirle a uno de sus mejores fichajes que tenía que abandonar su departamento, si no que además, la agente Beckett se había negado en rotundo a aceptar un nuevo destino en otro departamento, había firmado el documento que rompía su relación laboral con el departamento y le había informado que abandonaría su puesto y la agencia en una semana, tal y como figuraba en una de las malditas cláusulas que el departamento de recursos humanos había redactado por si se daba un caso así, y en las que por ningún lado ponía que se le asignaría un nuevo puesto de trabajo. Además, la agente le había informado que se tomaría el resto del día libre.

Poco más que a Freedman se le había descolgado la mandíbula al comprobar que el FBI estaba dejando escapar absurdamente a la agente. Era un fallo garrafal por parte de recursos humanos.



Museo Nacional de Historia Natural de la Fundación Smithsonian. Washington.


Alexis sonrió al ver acercarse a Katherine.

-          Pensábamos que no podríamos verte hasta esta noche.

-          Bueno, no tenía mucho trabajo y he pedido el resto del día libre.

-          ¿Y te apetece pasarlo con nosotros visitando museos? – preguntó PJ sorprendido.

-          Llevo varios meses aquí y aún no los he visto – admitió ella - ¿Qué es lo que habéis visto ya?

Alexis intuyó que algo no iba del todo bien, desde que conocía a Katherine jamás se había tomado un día libre ni la había oído decir que tenía poco trabajo. Sin embargo la miraba y la notaba contenta. Después de un par de horas recorriendo el museo y aprovechando que PJ había ido al lavabo, la pelirroja no pudo evitar preguntar.

-          ¿Va todo bien?

-          Sí. ¿Por qué?

-          Tú nunca te has tomado un día libre desde que te conozco.

Katherine miró a la chica sonriendo. Le gustó saber que se conocían más de lo que ambas pensaban y tras pensarlo durante unos segundos decidió decírselo.

-          Voy a volver a Nueva York.

-          ¿Qué? – dijo la chica confundida mientras entraban en el pabellón de las mariposas.

-          Voy a volver a Nueva York – le repitió.

Alexis se quedó parada mirándola mientras provocaba un pequeño atasco en la entrada al pabellón. Katherine la cogió del brazo empujándola levemente para retirarse.

-          Han decidido que no estoy preparada para los casos que me asignan y quieren cambiarme de departamento, así que lo he pensado bien y creo que después de todo lo que ha pasado,  es mejor volver a Nueva York.

Alexis la miró con los ojos muy abiertos, era como si estuviese viviendo un sueño. Después de tantos días de intrigas, ella solita había decidido volver.

-          ¿Y qué pasará con papá? Se atrevió a preguntar la joven.

-          No puedo prometerte nada – contestó soltando un suspiro – pero voy a hacer todo lo que pueda para encontrarle, y si él quiere, traerle de vuelta para el día de Acción de gracias.

Alexis se lanzó a sus brazos emocionada. Pese al plan de la tropa, era muy cierto que realmente echaba de menos a su padre.

-          ¿Te pensarás mejor su proposición? – preguntó la chica separándose para mirarla a los ojos.

-          Lamentablemente ya no depende de mí – le confesó apenada – ahora depende de tu padre.

-          ¿Pero tu…?

-          Yo voy a buscarle Alexis – admitió.

Alexis la respondió con una sonrisa. Era todo lo que necesitaba saber. Ahora confiaba que la agente lograse encontrarle y él no pusiese pegas. Alexis volvió a abrazar a Katherine, deseando con todas sus fuerzas que su padre no fallase.

Comisaría número doce. Nueva York.

Victoria Gates colgó el teléfono con una inmensa sonrisa de triunfo en sus labios. Su contacto en el FBI de Washington acababa de llamarla. Su ex detective estaba liberada de su contrato y únicamente le quedaba el visto bueno del Alcalde al presupuesto que había presentado para comenzar las pequeñas obras en la cuarta planta con el fin de habilitar un despacho y una sala de juntas con su mobiliario. El equipo informático y humano corría a cuenta del FBI.

El Alcalde. La capitana bufó. No era su político preferido. Y mucho menos desde la bronca que recibió por su parte y por culpa de Castle. Recordó el incidente cuando casi le acusan de asesinato y como con la cabezonería del escritor y la perseverancia de Beckett se demostró que todo era una trampa.  Aun así temía que por venganza no atendiese su petición, era un pequeño gran escollo en su camino, afortunadamente Victoria sabía muy bien a quien tenía que recurrir para tener acceso directo y acelerar el trámite.

-          ¿Martha? ¿Puedes organizar una reunión de urgencia? Tengo noticias.

-          Yo también Victoria, yo también.

Taberna Old Hount. Nueva York.


Martha pidió  a Brian que preparase un reservado para doce personas. Brian, atento, le ofreció la oficina del jefe, y Martha sin dudarlo aceptó. El despacho de Richard sería el lugar ideal.

Poco a poco fueron llegando todos los integrantes de la tropa, Jim fue el primero, seguido de Josh al que el hombre saludó sin demasiado interés. El médico no le caía nada bien desde el incidente del hospital, cuando su hija estaba con una bala en el cuerpo. Para Jim, Josh no conocía en absoluto a su Katie si pretendía que se estuviese quieta teniendo una pista sobre lo que pudo pasarle a su madre. Estaba claro que no era el tipo adecuado para ella si no se daba cuenta que había abandonado una carrera y un futuro cómodo y brillante para hacerse policía y poner en peligro día a día su vida con tal de solucionar enigmas como el que tanto le afectó a ella. Pero para Jim, afortunadamente, eso ya era agua pasada. Sabía que su hija ahora estaba con el hombre adecuado, bueno, estar, no lo estaba, pero entre todos harían que eso cambiase y retornase al punto en el que debía estar.

Poco después y en un taxi, llegó Jenny. Martha se planteó si debían cambiar la reunión para que la mujer no tuviese que bajar por aquellas empinadas escaleras dado el gran volumen que tenía en sus últimas semanas de embarazo.

-          Se te ve fantástica – le dijo Jim atento.

-          Yo me veo horrible – contestó ella riendo – pero gracias por ser tan encantador.

-          A los hombres siempre nos parecéis más guapas cuando estáis embarazadas – dijo Jim.

-          Doy la razón a Jim – añadió Josh que había sido padre.

-          ¿Qué tal tu pequeño? – le preguntó Jenny.

-          Todo lo que pueda decirte de Ekon se me hace poco.

-          ¿Ekon? – preguntó Martha – Nunca había oído ese nombre, suena bien.

-          Es de origen africano, significa fuerte. Phoebe y yo se lo pusimos en honor a un muchachito Haitiano al que no pudimos salvar la vida. Es una larga historia.

El doctor se quedó pensativo. Jim le observó durante un instante, quizá era demasiado duro con él.

Lanie interrumpió el silencio del despacho.

-          Esto parece mi sala de trabajo, estáis tan callados como mis pacientes.

Tras unos minutos hablando de bebés y embarazos, Victoria, Javier y Kevin se unieron al grupo. Habían venido juntos desde la doce.

-          ¿Gina y Paula? – preguntó Lanie.

-          Gina esta en casa, por su embarazo le han recomendado reposo y Paula está la fiesta de uno de sus representados.

-          ¿Podemos empezar? – preguntó Victoria con su autoridad de siempre.

Tomaron asiento alrededor de la mesa que Brian les había preparado. Martha pidió a Gates que comenzase ella, puesto que había sido quien pidió que se reunieran.

-          Tengo buenas noticias, pero necesito ayuda.

-          Yo me ofrezco señor – dijo Javier.

-          Necesito la ayuda de Martha – aseguró Victoria.

-          Bien… Tú dirás… - contestó la aludida.

-          Llevo un par de meses presentando una idea a mis superiores y me la han aceptado. El departamento de homicidios de la doce es el más efectivo de Nueva York resolviendo casos – Gates observó como Kevin y Javier se miraban entre ellos sonriendo – aun así, los federales intervienen en algunos de nuestros casos y nos quitan su jurisdicción.

-          Y nos hacen que les hagamos el trabajo sucio – añadió Javier molesto – y ellos se llevan la gloria.

-          Exacto. Así que solicité la creación de un puesto de enlace con ellos y mis chicos para poder resolverlos sin que tengan que mandar a su caballería.

-          No entiendo que tiene que ver eso conmigo – dijo Martha.

-          Mis jefes aceptaron mi propuesta y la presentamos a Washington, que ha aceptado la colaboración – dijo Gates – evidentemente Martha, supongo que sabrás a quién quiero como enlace de los federales…

-          A Katie – dijo Jim sonriendo.

-          Exacto.

-          Creo que te va a resultar muy sencillo que ella acepte – dijo Martha sonriendo.

-          Sí, pero necesito que el Alcalde firme cuanto antes el presupuesto para adecuar nuestras instalaciones con un despacho y una sala de juntas como piden los federales, y el Alcalde y yo no nos llevamos demasiado bien que digamos…

-          Ahí intervengo yo – dijo Martha – Weldon es amigo de Richard, no creo que nos ponga ninguna pega.

-          Martha – dijo Lanie – has dicho que ¿No será complicado que Katherine acepte?

-          No querida – dijo Martha –. Esa es la parte de la noticia que debo daros a todos. Alexis me ha llamado durante la comida, ¡Katherine vuelve a Nueva York!

-          ¿Cómo la ha convencido? – preguntó Josh extrañado.

-          No ha sido cosa de Alexis – intervino Gates – durante un examen psicológico rutinario han decidido cambiarla de departamento…

-          Y como en su contrato no hay cláusulas que la obliguen a aceptar – dijo Jim que había recibido la llamada de su amigo – lo han rescindido por ambas partes.

-          ¿Dejará de trabajar en el FBI? – preguntó Jenny con los ojos muy abierto.

-          Espero que no, mi plan es traerla con nosotros como enlace – admitió Gates.

-          Esto hay que celebrarlo – dijo Martha riendo y cogiendo una de las botellas de champagne que Brian les había dejado enfriando en hielo.

La tropa se felicitó por sus logros. Una vez más parecía que sus planes estaban encaminándose hacia el lugar al que todos querían llegar.



Nueve días después. Playa de la Mata. Torrevieja. España.


Alexander disminuyó el ritmo dejando que Richard continuase su sprint por la playa. Sonrió mientras le miraba alejarse. Todavía le parecía oír sus quejas cuando unos meses antes le dio a elegir entre ponerse en forma o volver a Nueva York. Entre el ejercicio y comidas sanas y variadas había conseguido que el escritor bajase de peso considerablemente, volviéndose además, más ágil y fuerte.

Algunas gaviotas huían asustadas por la carrera del escritor, los pájaros muy cerca de la orilla,  buscaban restos de comida olvidada por alguno de los valientes bañistas que en esa época del año aún se atrevían a meterse en el agua. Poco a poco y según iba cayendo la tarde la playa se había ido quedando casi desierta. Los movimientos rápidos de Richard hacían salir volando a las gaviotas hasta las rocas más cercanas, en las que esperaban pacientes a que pasase el peligro para volver a su tarea de búsqueda.

Cuando Richard se percató que estaba corriendo sólo, paró y trotó de vuelta hasta su padre.

-          ¿Qué ocurre? – le preguntó extrañado.

-          Ya no estoy tan en forma como antes.

-          ¡Venga ya!

-          No, no… es cierto. Ya no estoy para esto. Ahora solo pienso en jubilarme e intentar pasar el resto de mis días con tranquilidad.

-          Yo pensaba que los espías no os jubilabais – dijo mientras ambos comenzaban a andar por la playa.

-          ¿Ah no? ¿Y que pensabas? ¿Qué siempre moríamos en acto de servicio?

-          Más o menos.

-          Te sorprendería saber que la mayoría acaba viviendo en los países en los que trabajó.

-          ¿Tu intención es vivir en Rusia?

-          Ya te he dicho que mi intención es estar con Martha. Me dará igual dónde.

-          No  quiero quitarte la idea, a mí particularmente me vendría bien que te la llevases de casa, pero creo que no conoces a Martha Rodgers. ¿Por qué te la llevarías de casa no? – preguntó de repente Richard pensando que lo que menos le apetecía era que también él se acoplase en su loft.

-          Lo que ella quiera.

-          Esa respuesta no me vale. ¿Tienes algún sitio dónde vivir aparte de esa cantidad innumerable de casas seguras del gobierno?

-          No.

-          Si acabas convenciendo a mi madre supongo que os podré dejar mi antiguo piso.

-          Que no tenga una casa propia no significa que no pueda comprar una.

-          No quería…

-          Los “espías” – dijo la palabra sonriendo y marcándola con énfasis – tenemos un buen sueldo y todos los gastos pagados. Tengo inversiones, a tu madre no le faltará de nada, podrá elegir lo que quiera.

-          Sigo pensando que tienes las cosas demasiado claras con respecto a ella.

Alexander se limitó a sonreír. Efectivamente tenía las cosas demasiado claras con respecto a Martha.

El agente obligó a Richard a realizar las series diarias de ejercicios para fortalecer sus músculos antes de volver a la villa de lujo que el gobierno le había facilitado a Alexander para simular ser un exitoso empresario dueño de empresas internacionales, con multitud de contactos y poder así llegar hasta algunos de los jefes rusos.

Y el plan del agente también estaba dando sus frutos. Había conseguido contactar en días anteriores con uno de los cabecillas y habían quedado en la Villa de Alexander con otros tres más para jugar una partida de póker. Los rusos les dijeron que ellos se encargarían de llevarles “diversión” y él supo de inmediato a lo que se referían con eso.

Tendría que hablar con Richard, después de todo él se había ofrecido muy ilusionado a ayudarle en todo lo necesario, y dado su pasado, no pensó que fuese muy complicado convencerle.

Después de arreglarse, Richard fue hasta la gran sala de la casa, estaba a oscuras y entraba mucha luz por el ventanal. Decidió salir al jardín y observó las vistas del mar desde allí. La luna se reflejaba distorsionada sobre el agua. Era una bonita vista. Pensó en Katherine si ella estuviese allí, el momento sería perfecto. Suspiró melancólico. Seguramente al día siguiente habría luna llena. Se estremeció ligeramente, aunque la temperatura era agradable, rondando los dieciocho grados, el vestir con una camisa de manga corta era exagerar la situación. Pasó dentro de la casa y dejándose llevar por el momento, se sentó a oscuras al piano que adornaba la gran sala y tras dudar unos instantes comenzó a acariciar las teclas que resplandecían por la luna, interpretando suavemente una melodía.

Alexander, instantes después, se acercó despacio hasta la entrada de la sala, observándole de perfil sin que él se diese cuenta. Pensó en todos los momentos que se había perdido al no estar junto a él, sabía que había tomado clases de piano, Martha se había encargado de darle, en la medida de sus posibilidades, todo aquello que ella deseó haber hecho en su infancia y no pudo, y las clases de piano estaban entre esos sueños.

Alexander cerró los ojos dejándose llevar por los acordes. La melodía era triste y Richard la interpretaba con la cadencia adecuada para trasmitir ese sentimiento. Alexander pensó que su hijo debía de querer demasiado a Katherine, no parecía capaz de olvidarla ni aun estando a miles de kilómetros de distancia de ella, envuelto de lleno en intrigas de espías, mafiosos y peligros junto a un padre al que acababa de conocer después de cuarenta y dos años.

Richard terminó de tocar y se quedó callado. Alexander no pudo evitar hablarle.

-          Una canción muy triste. ¿Puedo saber a quién interpretabas?

El escritor se giró, mirándole.

-          Claro de luna, de Claude Debussy.

-          Muy apropiada para esta noche – dijo el agente mirando el jardín iluminado por la luna.

-          Sí. Muy apropiada – contestó Richard desganado.

-          Si yo estuviese en tu lugar, volvería allí para hacerla cambiar de opinión – le dijo dándole a entender que sabía que pensaba en Katherine.

-          ¿En serio? – le dijo Richard mofándose mientras le miraba a los ojos – Deberías explicarme entonces por qué en cuarenta y tres años no volviste teniéndolo tan claro.

Alexander guardó silencio. Richard había dado en el punto justo y no podía reprochárselo.

Richard rompió el hielo, no era su intención convertir todas sus conversaciones en una crítica de la vida de su padre.

-          ¿Estás seguro que podré hacerlo bien y ayudarte esta noche?

-          Eres un buen jugador de póker. No te dejes llevar por tu curiosidad, no hagas preguntas, tan sólo queremos ganarnos su confianza. Las preguntas las harán ellos y yo les daré respuestas, tú  limítate a jugar y contestar a las que ellos te hagan directamente sobre tus empresas.

-          Aún no me has dicho que es ese tema “extra” del que me hablaste…

-          Los rusos traerán con ellos “compañía” – dijo Alexander marcando la palabra.

-          ¿A qué te refieres con eso?

-          Traerán con ellos chicas, ya sabes, revolotearan a nuestro alrededor mientras juguemos, seguramente sirviéndonos la bebida y luego ellos pretenderán que se queden aquí a pasar la noche como obsequio. Es lo habitual.

-          Y no podemos negarnos – aseguró el escritor.

-          Hacerlo sería un error. ¿Tienes algún problema con eso?

-          No es mi estilo frecuentar prostitutas.

-          Espero que no las llames así delante de ellos. Su organización controla la prostitución de la calle, pero también la de lujo. Vendrán con ellos lo mejor que tengan, quieren impresionar.

-          ¿Y qué se supone que debo hacer yo?

-          Pasar con ellas la noche mientras yo accedo a su casa.

-          ¿Qué? ¿Me estás pidiendo que yo…

-          Lo estoy haciendo. Supongo que después de conocer tus aventuras por todas y cada una de las ciudades de Estados Unidos y después de tus firmas y presentaciones, no te costará ningún trabajo meter a un par de chicas en tu cama y tenerlas entretenidas mientras yo hago mi trabajo. ¿Crees que podrás hacerlo?

-          Supongo que pasar dos meses haciendo deporte y oyéndote noche a noche roncar en la habitación de al lado me ayudará bastante.

Alexander sonrió y acercándose a su hijo, puso la mano sobre su hombro y le apretó en señal de agradecimiento.

-          Todo saldrá bien.

-          ¿Qué harás para librarte de ellas?

-          Fingiré estar como una cuba y por la mañana te encargarás de que piensen que no me he movido de mi habitación.

Richard asintió. Pensando que tal vez algo de entretenimiento nocturno podría ayudarle a quitarse de encima la losa que Katherine le había dejado al verla con aquel tipo. Si ella podía olvidarle tan pronto, él debería hacer lo mismo.

-          Todo saldrá bien – contestó a su padre mientras mostraba una leve sonrisa.

Aeropuerto de Barajas. Madrid. Un par de horas antes.


Katherine se tomaba su segundo café mientras esperaba poder embarcar en el avión que le llevaría hasta la ciudad de Alicante. El vuelo desde Nueva York había llegado antes de lo previsto y mientras esperaba, intentaba despejarse tomando un café que le pareció bastante escaso, aunque de fuerte sabor. Recordó la cara del empleado cuando le pidió vainilla y le vino a la mente su viaje a París hacía años, definitivamente el café en Europa era diferente.

Después de despegar, decidió intentar dar una cabezada, cuando llegase a Alicante, aún le quedaba por delante algo más de una hora en coche. Afortunadamente, el avión iba prácticamente vacío, reclinó su asiento y reposó la cabeza entre las butacas.

Recordó sus últimos días en el FBI y su llegada a Nueva York y sonrió. Aaron había conseguido darle la localización y el nombre que estaba usando Alexander jugándose el puesto, pero lo había conseguido.

Amanda se había despedido de ella con lagrimillas en los ojos, deseándola que fuese muy feliz y consiguiese hacer cambiar de opinión a su novio. Katherine no había podido evitar sincerarse con la mujer cuando ésta entró en su despacho conmocionada al saber que había decidido abandonar Washington.

Se había llevado una gran sorpresa cuando Gates la llamó, un par de días antes de su regreso, para citarla en comisaría y hablar con ella sobre una oferta de trabajo. A Katherine se le iluminó la cara al saber que no tendría que pedir que la readmitiesen, pues Gates ya había pensado por ella y su regreso a la doce desde el mismo momento en el que abandonó Nueva York rumbo a  su nuevo puesto en Washington. No pudo negarse a la oferta que Gates le hizo. Era lo mejor que podía haberle pasado.

Katherine rememoró el instante en el que bajó del avión en el JFK, Martha la estaba esperando ilusionada con un mozo que se hizo cargo de llevar sus maletas hasta el coche que permanecía fuera del aeropuerto. Apenas pudo negarse, Martha tenía claro dónde debía alojarse Katherine.

-          Alexis me ha dicho que intentarás traerle de vuelta para Acción de gracias querida- le dijo cuando ella intentó decir que iría a la casa de Lanie.

-          Haré lo posible.

-          Pues entonces no digas tonterías, debes estar en la casa de Richard. Esa casa no es lo mismo sin vosotros dos.

Pensó que todo parecía ir sobre ruedas. Se alojaba en el loft del que esperaba fuese de nuevo su novio, volvía a trabajar en la doce, junto a sus compañeros, pero bajo las órdenes del FBI, en coordinación con Gates, pero sin tener que rendirle cuentas. La capitana había asentido sonriente cuando tan sólo veinticuatro horas antes, Katherine había firmado su nuevo contrato con la única condición de incorporarse diez días después, tras pasar las fiestas de Acción de Gracias. Y en contra de lo que había pensado, nadie le había puesto ninguna pega. Lo que no podía sospechar ella, es que no lo habían hecho, en parte porque el FBI pensaba que no tenían hechas las obras solicitadas en la comisaría, y en parte porque Gates y el resto de la tropa, tenían que darle tiempo para encontrar y traer de vuelta al escritor.

Katherine notó como el avión comenzaba el descenso. Miró su reloj contrariada, se había perdido en los acontecimientos que había vivido durante los últimos días y no había conseguido dormir nada. Miró por la ventanilla, divisó ciudades y pueblos, iluminados por cientos de lucecitas. Elevó su vista al horizonte, divisando la luna y el reflejo de ésta sobre el cercano mar. Deseó que Richard estuviese a su lado contemplando aquella maravillosa escena.

Llegar hasta Torrevieja le había llevado más tiempo del deseado. El empleado de la empresa de alquiler de coches se había deshecho en disculpas cuando ella tuvo que volver para explicarle que había especificado claramente en su reserva que necesitaba un coche que dispusiese de navegador. El error por parte de la empresa, la tuvo en el aeropuerto durante una hora, esperando a que localizasen un aparato libre y lo colocasen comprobando su funcionamiento.

Volvió a perder otro cuarto de hora mientras leía las instrucciones para poder configurarlo en su propio idioma, y varios minutos más mientras intentaba hacerse entender por gestos con el empleado de una gasolinera empeñado en gritarle una y otra vez lo mismos sin comprender que ella no hablaba su idioma, hasta que por fin un grupo de jovencitas acudió en su ayuda explicándola que debía pagar antes de poder llenar su depósito.

Cuando quiso llegar al Hotel que había reservado eran las diez de la noche. Pensó por un momento en quedarse a dormir e ir a buscarle al día siguiente, pero al ver que en la pequeña localidad la vida nocturna era bastante animada, decidió subir a su habitación, darse una ducha, cambiar su ropa poniéndose algo más ligero que no la hiciese pasar tanto calor e ir a buscarle a la dirección que Aaron la había proporcionado.

Aaron. Si no fuese por él no habría conseguido dar con Richard. Su ex compañero se había comportado con ella como si fuese un viejo amigo, empeñado en ayudarla y que consiguiese recuperar al escritor.

Se dio los últimos retoques de maquillaje, revisando que no se notasen las ojeras que por el cansancio después del largo viaje habían aparecido bajo sus ojos y se miró una vez más al espejo, felicitándose por la elección de aquel vestido al hacer la maleta.

Miró la gran bañera con jacuzzi de la habitación y deseo poder llenarla un par de horas después dejándose abrazar por Richard. Suspiró y salió de la habitación. Ahora solo necesitaba que él pusiese de su parte.

Villa Sofía.  Urbanización la Veleta. Torrevieja.


Richard sonrió a su padre. Los rusos abandonaban la villa bastante contentos después de que lo que pensaron era un cambio en la suerte, les hiciese recuperar el dinero perdido a manos de los dos americanos, despojándoles además de un buen pellizco. En realidad Alexander había hecho una señal a Richard para que poco a poco fuese dejándose ganar.

Tal y como había indicado Alexander, las dos chicas que habían ido junto a los rusos, tenían órdenes de pasar la noche allí, y en contra de lo que en un principio había pensado Alexander, Richard no parecía muy contrariado. Lo cierto es que las chicas tenían cuerpos esculturales y sus caras no podían envidiar en absoluto a ninguna de las modelos más famosas del momento.

Alexander había estado bebiendo durante toda la partida, vaciando por completo la botella del caro cognac francés Hennessy que ninguno de los rusos quiso probar y que previamente el agente había manipulado mezclando su contenido y rebajándolo con agua caramelizada, sabiendo que sus oponentes en el juego, no lo probarían.

Alexander fingió una borrachera y entre risas, Richard y las dos chicas le tumbaron completamente vestido sobre su cama. Siguiendo las órdenes de su padre, Richard llevó a ambas chicas a su habitación, donde pudo comprobar que debía ser habitual para ellas participar en ese tipo de juergas.

Minutos después Alexander desaparecía camuflado entre las sombras mientras oía de fondo las risas de Richard y las dos chicas.

Tras un par de horas de intenso sexo, Richard pidió una tregua para reponer algo de fuerza y entre risas los tres fueron hasta la cocina completamente desnudos.

Cuando el escritor se disponía a lamer la nata con la que previamente había dibujado un sol sobre uno de los pechos de una de ellas, el timbre de la puerta sonó. Richard intentó mantener la calma y riendo se colocó un cojín del sofá sobre la pelvis mientras se dirigía a abrir. Las dos chicas le imitaron colocándose a su espalda sin parar de reír mientras hacían comentarios sobre su trasero.

Con una risa nerviosa, Richard abrió la puerta e intentó por todos los medios que sus piernas le sostuviesen cuando comprobó quién estaba al otro lado.

-          Hola yo… - dijo Katherine confundida mientras miraba como un Richard completamente desnudo intentaba no dejar caer el cojín.

-          ¿Busca a alguien? – atinó a decir él intentando no desmontar la tapadera.

Katherine le miró confundida, no esperaba esa respuesta. De pronto una mano de mujer tiró del cojín que sostenía Richard, dejándole desnudo frente a ella y oyó como las risas de varias mujeres sonaban detrás de él.

-          ¿No me digas que es amiga tuya y viene a unirse a la fiesta? – dijo una de las chicas  abriendo totalmente la puerta y dejando ver a la otra mujer que se había deshecho de su cojín y se abrazaba a la espalda de Richard.

Katherine creyó morir al ver la escena.

-          Yo… Lo siento – dijo nerviosa – creo que me he equivocado de casa. Buscaba a otra persona.

-          Ya que estás aquí ¿No quieres quedarte? – dijo una de las chicas cogiéndola de la mano e intentando tirar de ella para que entrase.

Katherine se libró de la mano mirando furiosa a Richard, que se encogió de hombros todavía confundido por la situación.

-          Como ya he dicho buscaba a otra persona – dijo dando un paso hacia atrás – lo siento.

Se giró y comenzó a andar atravesando el jardín hasta la cancela y mientras lo hacia oyó que a su espalda una de las mujeres le hacia un comentario en ruso.

-          Tú te lo pierdes,  tiene de sobra para las tres…

Continuó andando furiosa hasta la cancela.

-          Maldito Richard Castle – pensó…


//..//

G R A C I A S por leer hasta aquí. Espero no haber defraudado a nadie. Nos vemos el próximo lunes.
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Mensaje por Kynu Lun Ago 26, 2013 10:11 am

Pfffffffffffffffffffffffffffff Ana TE HAS LUCIDO COLEGA!
Me encanta! jajajajaja en serio! Me ha encantando.

arhkjahsjkdhaskjhdñsalkjdñalkjdsañlkdjsañlkdj me has dejado con ganas de leer mas, muchisimo mas!!!! >______<

A medida que iba leyendo me iba imaginando el percal y di con la tecla.... la cara de Kate... un show fijo.

No puedo esperar al siguiente lunes!!!

alkshdkalsjdsañlkdjsañlkdjsalkdsajd

no me sale nada mas ahora tia xDDD me tienes mu' loca ahora mismo
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Mensaje por AlwaysSerenity Lun Ago 26, 2013 10:27 am

Oh, oh... pillado... espero que puedan hablar y todo se vaya solucionando Wink
CONTINUA PRONTO
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Mensaje por trinity640 Lun Ago 26, 2013 11:29 am

GENIAL
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Mensaje por Yaye Lun Ago 26, 2013 11:47 am

Parece que ha sido pillado con las manos en la masa. Espero que puedan hablar y aclarar las cosas, aunque parece que las cosas se vuelven a complicar.

Excelente capitulo, a la espera impaciente el próximo para ver como intenta explicarle lo incómodo de la situacion en la que lo encontró.
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Mensaje por Beckett_Castle_Alba Lun Ago 26, 2013 11:53 am

Y decía yo que Estrella se ha marcado un capítulazo, pues anda que tú no te quedas atrás. 

Me sorprendió la seguridad con la que Beckett decidió dejar el FBI y volver a Nueva York. Aunque es lógico,  ya nada la retiene allí y la ayuda de "la tropa" ha hecho que ella vea lo mucho que le importa Castle.

 La idea de Gates con respecto al nuevo trabajo para Beckett me parece todo un acierto. Le hace ver lo buena que es al crear un puesto de esa responsabilidad para ella y para Beckett es una estupenda oferta de trabajo en su ciudad.

La reunión de la tropa, con ese momento tierno de Josh que parece ablandar a Jim y todas las novedades con respecto a Kate ha sido estupendo.

Y el final, no sé por qué intuía que aquella juerga no iba a salir muy bien pero no me esperaba que terminase así. Desde luego eres única sorprendiendo. A ver como le explica a Beckett lo que ha visto después de que la mujer haya dejado Washington y haya puesto en un aprieto a su compañero solo para buscarlo a él.

Por cierto, buen enfoque el que le has dado a la imagen que se había ganado Aaron en los últimos capítulos. Sigue sin parecerme adecuado lo que hizo, pero me cae algo mejor después de como se ha arrieagado por Beckett aunque a él le pudiese perjudicar.

Lo dicho, un gran capítulo Ana.
Besos.
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Mensaje por choleck Lun Ago 26, 2013 12:08 pm

jajajajaja, pobre Beckett, pero no he podido evitar reirme, imaginando la cara de Castle.
Como siempre magnifico
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Mensaje por cururi Lun Ago 26, 2013 2:48 pm

defraudar??? pero si esto cada vez esta mejor!!!
ella se enoja por estar celosa por k no deberia de extrañarle k el se buscara una o unas chicas!!! ahora esperemos k la mision termine bien y k ellos puedan hablar y aclarar la situacion k sino el viaje no sirvio de nada!
espero con muchas ancias el lunes 2! y gracias entre tu capitulo y el Sneak Peek de hoy kedo mas k feliz!
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Mensaje por silvanalino Lun Ago 26, 2013 9:40 pm

Increíble capítulo como siempre...quiero ver como salimos de esta!!!!!
Fantastico
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Mensaje por SaraS17 Lun Ago 26, 2013 11:11 pm

¡TOMA CAPÍTULAZO! Madre mía la que se ha liao, ¡vaya manera de empezar el día! jajaja

Los planes de la tropa van viento en popa(al menos en lo que a ellos respecta), Kate de vuelta en NY, y además por su propia voluntad, y trabajando de nuevo en la 12th como enlace del FBI, sin duda no podría ir mejor.

Un detallazo por parte de Aaron el conseguir la dirección dónde se encontraba Castle, teniendo en cuenta que su padre es un agente de la CIA y usa cientos de identidades, no debió de ser fácil. Lo cierto es que no se me ocurrió pensar en él cuando Kate llamó por teléfono para pedir ayuda.

Rick haciendo ejercicio y dieta, ¡tiene que estar de infarto! No sabía yo que tocaba el piano, bien podría darme unas clases, que quiero aprender :PTambién ya es casualidad que para una misión en la que participa y para la primera vez que está con alguien desde que se fue con su padre, aparezca Kate y lo encuentre... así, me imagino que cara se le debió de quedar a la pobre, ¡con semejante panorama! Esperemos que no tire la toalla por eso y Rick pueda explicarle todo lo que pasa, que después de todo el esfuerzo de la tropa y de que ella se decidiese a recuperarle, sería una pena que terminase así.

Me dejas con unas ganas extremas de más, en serio, con ese final no podía ser de otra manera, ¡deseando estoy de que llegue el lunes!
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Mensaje por Verispu Mar Ago 27, 2013 2:37 am

Nooooooooo, por que ahora le sale lo caliente otra vez? ya que ella esta decidida a recuperarlo lo tiene k encontrar en plena faena  eh? jaja Muajaja Muajaja k les meta unos buenos balasos a esas dos por cuscas! jajajajaja
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Mensaje por saratheplatypus Sáb Ago 31, 2013 4:09 am

QUE-PASADA.

Bueno, ya que estoy mato dos pájaros de un tiro. El otro dia no pude evitar mirar tus tweets diciendo que nadie leia tu fic y... que quieres que te diga. Peor para ellos, porque menuda historia se pierden. Nunca, NUNCA cuelgues la pluma, Ana. Escribes genial, lo estas demostrando con esta historia porque con cada capitulo te superas. Te lo estas montando de maravilla, y se me encoge el pecho cada vez mas (y estoy segura que no soy la unica). De verdad, es de las mejores historias que he leido. Es preciosa. Por eso, en cuanto llegue la hora de cerrarla, espero que no la consideres la ultima. Por favor, que estoy deseando saber con que mas nos vas a sorprender.

Y ahora, me centro en la historia. Aunque es basicamente lo que te he dicho arriba: menuda pedazo de historia que estas montando. Castle y su padre yendo por ahi juntos y ayudandose es un puntazo muy grande, es como si viera la infancia que Castle nunca ha podido tener al lado y... ogh. Que genial. La trama de los rusos tambien esta genial. Y en Torrevieja! Eso si que ha sido un puntazo xdd.

Beckett yendo a España para buscarle... a mi eso me ha destrozado totalmente. Pero que enamorada esta, cuanto le quiere Crying or Very sad y cuando la pobre se lo encuentra rodeado de pilinguis y se va... AY POH FAVOOOOOH Big Crying. Si lo que no les pase a estos dos...

Aiiiis, que ganas tengo de que llegue el lunes y cuelgues la continuacion. Espero que Castle vaya corriendo detras de ella y pueda darle una explicacion de todo eso y lo arreglen, que ya han sufrido bastante Crying or Very sad. Y pido perdon por la parte que me toca, pero que sepas que aunque a veces no te comente lo sigo lunes a lunes Love. Asi que ya sabes, tus fans SI que queremos seguir leyendo este ficazo ^^. Aleeeee, no tardes, Ana! Kiss
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Mensaje por Kynu Sáb Ago 31, 2013 1:23 pm

Vaya... veo que sigo teniendo razón.
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Mensaje por _Caskett_ Dom Sep 01, 2013 10:17 am

No me gusto mucho el final del capi, continua pronto.
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Mensaje por Anver Lun Sep 02, 2013 8:54 am

Lunes, 22:00h.

Gracias por seguir leyendo, y por supuesto por vuestros comentarios.

Es muy importante para mi cada uno de ellos. Mil gracias.

Ana, para ti, gracias por tu insistencia.


CAPITULO 16. CONSECUENCIAS.


Hotel Doña Montse. Torrevieja.

Entró en la habitación muy alterada. De todas las situaciones con las que esperaba encontrarse al volver a ver a Richard, la vivida no se asemejaba en absoluto a ninguna de ellas. Ni por un segundo podía imaginarle metido de lleno en una orgía y fingiendo no saber quién era ella.

Pensó de nuevo en la imagen. En un principio le había costado reconocerle, con el pelo oscuro y salpicado de canas, bigote y perilla perfectamente cuidados, el intenso azul de sus ojos apagado por unas lentillas oscuras y su abdomen más estilizado y en forma.

-          Maldita seas Richard, encima no puedo quitar esa imagen de mi mente – dijo en voz alta pensando en lo atractivo que le había visto incluso así.

Supuso que Alexander le había obligado a convertirse en otra persona para no ser descubierto. Si bien era cierto que no le reconocía demasiada gente por la calle, no dejaba de ser un famoso escritor y supuso que eso sería un riesgo para el agente de la CIA.

Y el muy…. Había aprovechado para ponerse a ligar como un loco. Y no con una mujer, con dos. Y encima la muy caradura había osado a alardear del aguante del escritor, de “su” escritor.

Aunque ahora eso no estaba del todo claro. Su relación parecía  haber tocado fondo y no parecía tener solución, lamentó haber llegado hasta esa ciudad en su busca. Miles de kilómetros recorridos, más de quince horas de viaje para nada. Estaba agotada y herida. La rabia inicial dejó paso a la tristeza. Él ya se lo había advertido: “Cuando decidas que de verdad me quieres como para darme todo, llámame. Pero te recomiendo que lo hagas rápido”.

¿Tan poco tiempo había tardado en olvidarla? Sin poder evitarlo comenzó a llorar. Miró la gran bañera con jacuzzi y comenzó a llenarla, su idea inicial era no estar sola en ella, pero los planes se habían torcido de la manera más cruel posible. Tomaría un baño y descansaría. Ya lo pensaría todo al día siguiente, ahora no podía permitirse sentirse tan mal.

Villa Sofía.  Urbanización la Veleta. Torrevieja. Unas horas después…


Richard esperó hasta que el taxi al que había llamado para que ambas mujeres se marchasen, se perdió calle abajo. Entró corriendo en la casa, cambiando la absurda y fingida sonrisa por su semblante más serio.

Entró en la habitación de Alexander como un rayo. El agente estaba conectando equipos para visualizar las imágenes captadas por las cámaras que unas horas antes había colocado en el cuartel general de los rusos.

Todo había ido sobre ruedas, o eso pensaba. Quitarle a uno de los mafiosos su llave del bolsillo de la chaqueta mientras la colocaba en el armario de la entrada y delante de ellos, hacer un molde de la misma mientras fingía ir al baño y volver a colocarla en la chaqueta cuando se la devolvió para marcharse, había sido tan sencillo como engañar a un niño.

Richard se había encargado a la perfección de las chicas, que parecían bastante contentas cuando minutos antes, se habían asomado los tres para comprobar que Alexander seguía roncando en la misma posición que le habían dejado la noche antes.

-          Tienes que ayudarme – gritó a su padre.

-          ¿Qué ocurre? – contestó sin mirarle.

-          Estuvo anoche aquí, tengo que encontrarla, tienes que averiguar en que hotel está alojada.

-          ¿Quién estuvo anoche? – preguntó extrañado dejando los equipos para levantarse y acercarse a él.

-          Katherine.

-          ¿Cómo?

-          Estuvo aquí anoche, me pilló con las dos chicas en pleno… bueno ya sabes, y se marchó enfadada… tengo que encontrarla. ¡Ha estado aquí! ¿Cómo es posible que nos haya encontrado? – se preguntó en voz baja Alexander.

-          Tienes que ayudarme, tienes que averiguar en que hotel está alojada. Voy a ducharme. ¿Cuándo lo sabrás?

-          En un rato – le dijo casi sin hacerle caso.

-          Voy a ducharme.

Alexander buscó uno de sus equipos y lo puso en marcha, accediendo directamente a la base de datos de la CIA. De nuevo Aaron Hollman había metido las narices en su vida, y comprobando el resultado, había obtenido una vez más la información deseada.

Tendría que hablar con el jefe de sistemas informáticos, le había dejado bien claro por escrito que no debía dar acceso a su localización a nadie con grado inferior a prioridad uno. Aunque por otro lado, si Katherine estaba allí, tal vez sería mejor que lo dejase estar.

Buscó la información de los movimientos de las tarjetas de crédito de ella y encontró el hotel donde estaba hospedada. Estaba cerca.

-          ¿Lo tienes? – preguntó Richard asomándose a la habitación con una escasa toalla atada a la cintura y escurriéndole agua por la espalda y piernas, mojando el suelo.

-          ¿Quieres tranquilizarte?

-          No puedo. La situación en la que me pilló… ¡Dios! Ha venido a buscarme. Está aquí ¿Es que no lo entiendes?

-          Sí. Lo entiendo. Deberías volver a ducharte y asegurarte de borrar el olor a colonia de esas chicas.

-          ¿Lo tienes?

-          Lo tendré en unos minutos  - mintió – vuelve a la ducha y tomate el tiempo necesario.

Richard volvió a la ducha pensando mejor lo que le advertía su padre y éste aprovecho para recabar información. Había viajado desde Washington a Nueva York unos días antes y de ahí a Madrid y a Alicante, había alquilado un coche, había puesto gasolina cerca de Aliante, y estaba hospedada desde la noche anterior en el Hotel Doña Montse.

Por la hora del cargo en su tarjeta, se había dado bastante prisa en localizar al escritor. Le sorprendió que hubiese recorrido tantos kilómetros. Indagó un poco descubriendo que había un cese en su contrato con el FBI en Washington y un alta nueva días después en Nueva York. Parecía que por fin Katherine había decidido lo que quería en su vida y venía a por él.

El problema ahora es que necesitaba a Richard como tapadera de su plan y tener por allí a Katherine no formaba parte del mismo. Tendría que pensar en como reaccionar y buscar una salida. Volvió de nuevo a sus cámaras de vigilancia. Quizás con un poco de suerte podría lograr información antes de tiempo y podrían marcharse de allí.

-          ¿Ya sabes dónde está?

-          Sí. Está a diez minutos de aquí. ¿Quieres que te acompañe? Te noto demasiado nervioso

-          ¿Nervioso? El resto de mi vida está en juego. He estado cinco años luchando por esa mujer y no sé como voy a convencerla de que lo que vio anoche con sus propios ojos era para conseguir solucionar un problema que afecta a nuestro país.

-          Bueno – dijo Alexander encogiéndose de hombros – es agente del FBI y antes era policía, entenderá que tengas que hacer este tipo de cosas para cubrir mi espalda. Si no recuerdo mal ella prefirió ir a coger asesinos antes que casarse contigo.

-          No es tan sencillo.

-          Espero que sí. Supongo que ella también tendrá que explicarte a ti lo que viste en Washington.

-          Eso ahora mismo me trae sin cuidado.

-          No te preocupes tanto y ve a vestirte ¿No querrás presentarte allí con la toalla?

-          Tampoco creo que fuese a extrañarse – dijo con sorna – total, anoche me pilló completamente desnudo.

-          Preparado para la acción – dijo Alexander riéndose y moviendo negativamente la cabeza mientras Richard salía de la habitación.

Para Alexander el tema de los celos estaba muy controlado. Llevaba tantos años viendo como la mujer a la que amaba se paseaba del brazo de unos y otros, casándose incluso con ellos, que los celos  eran algo que ya tenía más que dominado. Aunque con Chet Palaburn, el último novio de Martha la cosa no había sido tan sencilla. Pero ya estaba olvidado.

Richard volvió a la habitación de Alexander descalzo, con los zapatos en la mano y  vestido con un pantalón vaquero y una camisa blanca. Fue calzándose mientras daba saltitos por la habitación intentando que Alexander se diese prisa.

Quince minutos después el agente aparcaba frente a la entrada del hotel.

-          Si no sales en diez minutos, estaré en casa.

-          Vale – dijo un alterado Richard.

-          Suerte muchacho – le deseo Alexander con una sonrisa.

-          La necesito.

Entró a toda prisa en el hotel, la recepcionista le miró algo asustada.

-          Perdone… ¿Habla inglés?

-          Dígame.

-          Busco a mi novia. Llegó ayer y quiero darle una sorpresa.

-          ¿Me puede decir su nombre señor?

-          Katherine Beckett.

-          Vaya, señor, la señorita Beckett ha dejado el hotel hace poco menos de una hora.

Richard salió a toda prisa, sin dar las gracias a la recepcionista, a la que dejó con la palabra en la boca. Bajó de un salto los cuatro escalones de la entrada y corrió hasta el coche de Alexander, abriendo la puerta y dejándose caer abatido.

-          Se ha marchado. Tienes que llevarme al aeropuerto, seguro que está allí.

Alexander le miró contrariado. Había dejado el equipo grabando pero necesitaba comprobar en directo los pasos de los mafiosos.

-          Tendrás que ir tú sólo, no puedo acompañarte o pondré en riesgo la misión.

-          Está bien. Tomaré un taxi.

Richard bajó del coche y se subió al único taxi que había esperando en la puerta del hotel, pidiendo al chófer que le llevase volando al aeropuerto de Alicante.

Unos cuarenta minutos después Richard entraba a toda prisa en el pequeño aeropuerto directo al mostrador de información.

-          ¿Podría ayudarme? Busco a mi novia, seguramente está esperando la salida del primer vuelo a Nueva York. Es un asunto urgente, se ha dejado una documentación muy importante y debo entregársela - mintió.

El joven auxiliar le observó. Tenía claro que le estaba mintiendo. Llevaba poco tiempo en el puesto, pero se sabía de sobra la historia.

-          Supongo que entenderá que tengo prohibido dar información sobre los pasajeros.

-          Lo entiendo – le dijo – en realidad no tengo que entregarle nada, pero si se va sin que pueda verla habré tirado por la borda cinco años de nuestras vidas – admitió apesadumbrado.

El auxiliar miró a su alrededor, comprobando que nadie podía oírles, le había caído bien ese hombre y su sinceridad.

-          Deme su nombre.

-          Katherine Beckett.

Tras unos largos minutos de búsquedas en las que el chico negaba con la cabeza, finalmente le dijo:

-          No me aparece ningún pasajero con ese nombre en los vuelos de hoy, para ningún destino.

-          No puede ser, salió de su hotel hace dos horas.

-          Puede que haya decidido viajar hasta Madrid o Barcelona y tomar allí un vuelo directo a Nueva York, desde aquí sólo pueden hacerse con escala.

-          ¿Y no sería posible…?

-          Siento no poder ayudarle en eso, no dispongo de los datos de esos aeropuertos.

-          Si tuviese que viajar a esas ciudades ¿Cuál sería la forma más rápida de hacerlo?

-          A Madrid iría en tren, a Barcelona en coche – dijo sin dudar.

-          Gracias – le dijo mirando la chapa de su nombre – gracias, José.

El chico le observó sonriendo y negando con la cabeza, mientras se alejaba corriendo en dirección a la puerta.

Richard fue hasta la estación de tren. Allí no tuvo tanta suerte como en el aeropuerto. Nadie podía ayudarle a encontrarla, los billetes podían comprarse en el momento sin necesidad de dar el nombre del viajero y en información no quisieron ayudarle cuando les pidió que verificasen el nombre. Dudó unos instantes pero decidió llamarla desde una cabina en la estación, pero su móvil estaba apagado.

Frustrado llamó a Alexander.

-          No doy con ella, estoy en la estación de tren y …

-          Vuelve, se ha ido en coche, va camino de Madrid.

-          ¡No! – gritó – Tomaré el primer tren y quizás pueda alcanzarla.

-          ¿Y que harás allí? ¿Esperar en el aeropuerto a ver si la encuentras? ¿Y si decide no viajar hoy? Vuelve aquí.

-          No… Tengo que intentarlo, tú no lo entiendes.

-          Lo entiendo perfectamente Richard – le dijo muy serio – lo que tú no pareces entender es que no llevas pasaporte, ni dinero. No puedes viajar.

El escritor se mantuvo en silencio. Su padre tenía razón. Apenas llevaba cuarenta euros y no llevaba ningún tipo de documentación encima.

-          Vuelve al aeropuerto y toma el autobús que viene hasta aquí, iré a buscarte a la estación, llegarás en un par de horas y para entonces te habrás tranquilizado y yo dispondré de más información.

Richard resopló. Podía tomar un taxi, pero Alexander tenía razón, sería mejor que se subiese a un autobús e intentase pensar y tranquilizarse. Montó en un taxi que le llevó de vuelta al aeropuerto y encontró el autobús que le había indicado su padre. Se sentó en la parte trasera, apoyando la cabeza contra el cristal y cerró los ojos.

Alexander por su parte ya disponía de toda la información que necesitaba. Katherine había utilizado su tarjeta en una gasolinera en la autopista que le conducía a Madrid una hora antes, había pagado gasolina, un café, galletas de chocolate y agua. Seguramente iría directa al aeropuerto y tomaría el primer vuelo disponible a Nueva York, por lo que Alexander pudo comprobar, había asientos libres en casi todos, pero no había reserva a su nombre.

Alexander suspiró. Se alegraba de que la agente no estuviese en Torrevieja, podría estropearlo todo, pero por otro lado,  también se alegraba de que hubiese dado el paso de buscar a su hijo. Y con lo complicado que era encontrarle, sabía que se había esforzado. Estaba claro que Aaron se la había jugado por ella. Aunque había detalles que debía haber buscado por otro lado, ni siquiera su agencia sabía que la casa en la que estaban alojados, era propiedad de un viejo conocido de Alexander. ¿Cómo habría dado Katherine con ella? Sin duda era buena. En algún momento le preguntaría como lo había localizado.

Volvió a sus cámaras de seguridad fijándose con atención y poniéndose los auriculares.

Aeropuerto de Barajas. Madrid.


Katherine entregó el coche de alquiler, recuperando la fianza que había tenido que dar por él cuando lo había alquilado. Se dirigió al interior de la terminal T1, no iba a perder más tiempo allí, saldría en el primer vuelo que la llevase a casa.

Arrastró su pequeña maleta hasta llegar a los paneles de información de salidas. Allí pudo comprobar que en las siguientes horas varios vuelos saldrían en dirección a su Nueva York natal. Rogó por tener suerte y que hubiese asientos libres y no tener que esperar mucho tiempo para poder viajar.

Se dirigió a los mostradores de la KLM, la aerolínea que más vuelos parecía tener. Y tuvo suerte. En el siguiente vuelo, que salía dos horas después, tenían una plaza libre. Katherine entregó su documentación a la auxiliar y decidió pagar en efectivo el billete. Entre el dinero de la fianza del coche y los euros que había cambiado, tenía suficiente y evitaba así tener que pasar el trámite de volver a tener que cambiar moneda.

Con el billete en la mano, se dirigió hasta los arcos de seguridad del control de entrada que le había señalado la auxiliar. Le dio pena no poder conocer la ciudad, pero al menos había conducido recorriendo parte del país. Algún día, cuando olvidase todo, volvería para conocerlo.

Tras rebasar el arco de seguridad sin ningún problema, se dirigió hasta la sala de embarque, entreteniéndose en las tiendas, matando el tiempo hasta que saliese su vuelo.

No podía quitarse la imagen de Richard, su nuevo look y la situación en la que le había encontrado. Se preguntó que clase de juerga podrían traerse padre e hijo, quizás habían descubierto que eran completamente iguales, mujeriegos y vividores. Eso explicaría porque no se había hecho cargo de su hijo cuarenta años atrás.

Esperaba que Martha no tuviese que ver de nuevo a Alexander. Quería demasiado a Martha como para verla sufrir si descubría como era Alexander. En ese momento pensó que tanto a Martha como a Alexis no les iba a gustar nada lo que había pasado. Sería mucho mejor que cuando llegase fuese directamente a la casa de Lanie y entre las dos pensasen como decírselo a ambas mujeres para no dañarlas. Alexis había puesto demasiadas esperanzas en ella.

Encendió su móvil y buscó señal de internet, mandando un Whatsapp  a Lanie, indicándole la hora de llegada y el número de vuelo, pidiéndola que fuese a buscarla y la dejase dormir en su casa.

Lanie no tardó en contestar, tenía turno de noche y estaba aún trabajando en la morgue. Katherine se dio cuenta que aunque en Madrid eran las once de la mañana, en Nueva York tan sólo eran las cinco. Confirmó lo que ella ya esperaba, que la esperaría en el aeropuerto para recogerla y que no tenía que pedir asilo en su casa, podía ir allí siempre que quisiese.

Katherine le dijo que tenía que apagar el móvil, pero Lanie no pudo evitar preguntarle por Richard, a lo que la agente contestó que todo había fracasado y no tenía solución.

Lanie intentó preguntar más, pero Katherine había apagado el móvil en cuanto una lágrima mojó la pantalla. El mundo se le volvía a caer encima. Entró al primer lavabo que vio y lloró durante unos minutos. Cuando pudo calmarse, se lavó la cara y volvió a salir a la sala, los pasajeros de su vuelo ya estaban accediendo al avión. No perdió tiempo, deseando sentarse cuanto antes y dormir las ocho horas que duraría el viaje.

Afortunadamente para ella, su compañero de viaje al acceder al avión había derramado un café sobre el asiento que ella tenía asignado y la azafata, que la estaba esperando, la condujo directamente a primera clase.

Pensó en el viaje que hizo un par de años atrás con Richard a Los Ángeles, y como él la rescató de un incómodo vuelo entre dos viajeros demasiado entrados en carnes, y la permitió disfrutar de viajar en primera clase. Se estiró en el cómodo asiento cerrando los ojos mientras el avión se disponía para iniciar el despegue.

Minutos después y mientras sobrevolaba el espacio aéreo Español, se quedó completamente dormida. Habían sido unas últimas horas demasiado intensas. Su vuelta a Nueva York, su viaje a España, su noche casi en vela tras descubrirle, los cuatrocientos kilómetros en coche hasta Madrid…

Soñaba con él, con sus abrazos y sus besos al descubrir que había cruzado el Atlántico por ir en su busca. Pero entonces unas manos le separaban de ella y una belleza rusa repetía una y otra vez que debían compartirle.

Se despertó sobresaltada, unas pequeñas turbulencias anunciaban que se acercaban a la costa este, el avión había comenzado lentamente su descenso. Miró su reloj, había dormido casi siete horas. Se apoyó en el cristal de la ventana. Empezaba a anochecer y miles de luces iluminaban la costa. Puso su respaldo recto y se preparó para el aterrizaje.

Lanie miraba de un lado a otro entre los pasajeros que poco a poco iban abandonando la terminal, hasta que descubrió su altura destacar entre el resto y agitó su mano en alto para hacerse ver.

-          Hola cariño – le dijo la forense abrazándola.

-          Gracias por venir Lanie.

-          No digas tonterías. Date prisa, tengo el coche mal aparcado.

Durante el trayecto hasta su casa, Lanie no se atrevió a preguntarle sobre lo que había ocurrido entre ellos, prefirió esperar a que se pusiese cómoda en su casa y se lo contase ella.

Katherine agradecía la discreción de Lanie, aunque sabía que en el fondo la forense estaría comiéndose las uñas por dentro al no poder saber que era lo que había pasado.

Después de una ardiente y larga ducha y frente a una copa de vino, Katherine, sin esperar a que Lanie la interrogase, le contó lo que había ocurrido. No pudieron evitar reírse a carcajadas mientras Katherine describía como el escritor había abierto la puerta cubierto tan sólo con un cojín y cómo éste había desaparecido a manos de una de las “golfillas” que le acompañaban. Katherine describió la cara de Richard en ese momento.

-          No sé Lanie, puso cara de pánico.

-          Chica, si no le importases se habría quitado él mismo ese cojín, alardeando de su compañía y riéndose de ti.

-          Eso mismo pensé yo. Pero no hizo nada por intentar darme una explicación o detenerme.

Las dos mujeres se quedaron en silencio mirando puntos perdidos en la habitación.

-          Lanie…

-          Dime – dijo la forense desviando su mirada hasta Katherine.

-          Me supera Lanie – dijo mientras comenzaba a llorar -. Nada de lo que me ha pasado en esta vida, ni siquiera la muerte de mi madre, me ha dolido tanto como esto.

-          Cariño – le dijo la forense abrazándola.

-          Lanie no puedo, simplemente no puedo vivir sin él – dijo entre sollozos.

-          Tranquila, seguro que hay una explicación – le dijo convencida recordando las palabras de Martha sobre lo mal que lo había pasado Richard.

-          Sí, la hay, se acabó, se ha hartado de mí, de mis inseguridades, de mi egoísmo, de esperarme…

-          No digas eso…

-          Y encima no puedo reprocharle que lo haya hecho, todo ha sido culpa mía.

-          Katherine Beckett – dijo la forense separándola para mirarla – deja de lamentarte por lo que has hecho, si por fin reconoces que has sido una cabezota, no entiendo para que has vuelto a Nueva York, deberías haberte quedado allí, pidiéndole explicaciones y diciéndole a él todo lo que me estas diciendo a mi.

-          ¡No pude! Sentí mucha rabia pero no podía echárselo en cara, yo también estuve con otro.

-          ¿¡Qué!? – preguntó la forense poniéndose en pie - ¿Cómo que estuviste con otro?

-          Sí, Lanie, me acosté con un compañero – confesó –. No fue nada, ambos estábamos pasando por un mal momento y… fue tan atento y…

-          ¡No me lo puedo creer! Desde luego que esto no lo esperaba de ti.

-          Lanie…

-          Katherine Beckett… ¿Tú sabes lo que…? – comenzó a decir la forense cerrando la boca de inmediato.

-          ¿Qué tengo que saber?

-          Nada – dijo Lanie sentándose de nuevo -. No soy quien para juzgar lo que haces con tu vida.

-          Richard también estuvo con otra persona en Costa Rica – le dijo ella y Lanie fingió sorpresa.

-          ¿Te lo dijo él? O ¿Lo has averiguado?

-          Me lo confesó cuando nos vimos.

-          ¿Y tú le dijiste lo de tu “compañero”? – dijo recalcando la palabra.

-          No pude – admitió avergonzada.

-          ¿Pues sabes que te digo? – dijo algo enfadada Lanie.

-          ¿Qué?

-          Que no puedes reprocharle nada, así que, deja de lamentarte y llámale para que te dé una explicación.

-          No tengo su número.

-          ¡Venga ya! Has volado hasta la vieja Europa en su busca, has ido directa hasta donde estaba ¿Y me vienes ahora con que no puedes averiguar su número de teléfono?

-          No te miento Lanie, no tengo su número.

Lanie volvió a levantarse y sacó del mueble bar una botella de ron. Le había molestado que ella se hubiese acostado con uno de sus compañeros. Después de todo lo que estaban haciendo por ella, y a la primera de cambio casi echa a perder todos los esfuerzos de la tropa.

-          ¿Y quién es ese compañero tuyo?

-          Si con eso me quieres preguntar si sigue habiendo algo con él, la respuesta es NO, rotundamente.

-          ¿Duró mucho tiempo?

-          Lanie ¿Es necesario este interrogatorio?

-          Vienes aquí, te pones a llorar, me haces sentir fatal porque no me gusta verte así, me pongo de tu lado y resulta que te has estado acostando con otro. ¿No lo crees necesario?

Katherine la miró. Realmente Lanie parecía enfadada. Sirvió dos vasos.

-          Fueron unos días. Los dos teníamos claro que no había nada, sólo…

-          Ya. Sólo os acompañabais por la noche.

-          Exacto.

-          ¡Katherine!

-          Te juro Lanie que he pasado muchas noches sin poder dormir por las pesadillas con Richard…

Lanie tomó un sorbo de su vaso.

-          ¿Y qué ha pasado con ese compañero?

-          Él ha sido quién me ha ayudado a buscar a Richard.

-          ¿Sabe lo de Richard?

-          Y yo sé lo de su mujer.

-          ¿¡Qué!?

-          Estaba separado y ha vuelto con su mujer.

-          Me va a dar un ataque al corazón. Oye ¿A ti que te han hecho en Washington?

-          Lanie, le amo. Amo a Richard como jamás he podido amar a nadie y no sé porque me acosté con Aaron, supongo que era porque me sentía sola y necesitaba que alguien se preocupase por mí y me consolase… Pero él jamás ha desaparecido de mi mente.

-          Aaron.

-          Sí. Aaron. Es un buen tipo, un excelente amigo.

-          Pues llámale y que te ayude a encontrar el número de Richard.

-          Es imposible, ya lo hemos intentado.

Ambas se quedaron de nuevo en silencio, tomando sus respectivos vasos, Lanie volvió a ver como las lágrimas rodaban por la cara de su amiga. Estaba tocando fondo.

-          Katie – le dijo cariñosamente utilizando el nombre que su padre usaba para ella – creo que deberías descansar, mañana verás las cosas de otra forma.

-          Mañana es Acción de Gracias y mi padre y yo cenaremos con Martha y Alexis. Las he fallado Lanie, no he podido hacer que vuelva – dijo mientras Lanie le daba una caja de pañuelos de papel.

-          Vamos cariño, no digas eso. Richard es el que esta fallándolas al no venir.

-          ¿Cómo voy a decirles…?

-          Diles que cuando llegaste no estaban allí. No creo que se extrañen mucho.

-          Desde luego lo que no voy a decirles es que le pillé de orgía vestido con un cojín…

-          Si no quieres matar a Martha del disgusto, mejor que no digas eso. Cuarenta años sin ver al padre de su hijo y tú los pillas en plena fiesta… Eso mejor te lo callas – le dijo la forense pensando que Martha no merecía saber los detalles.

Katherine sonrió amargamente a su amiga.

-          A dormir.

-          No creo que pueda.

-          Te daré algo que te ayudará.

Media hora después Lanie se asomó a la habitación, y tras comprobar que su amiga dormía profundamente, cerró la puerta de la misma y se encerró en la suya, cogiendo su móvil y llamando a Martha.

-          Está deshecha. Me ha confesado que le ama.

-          ¿Qué ha ocurrido?

-          Digamos que ha encontrado a un Richard que no esperaba, y ha regresado de inmediato.

-          Conociendo a mi hijo, cualquier cosa que pueda imaginar será quedarme corta. En fin,  tendremos que actuar.

-          Sí. Ponemos en marcha el plan. Procurar poner cara de sorpresa, se supone que no sabéis que está en Nueva York.

-          Soy actriz querida.

-          Lo sé, lo sé...

Lanie colgó sintiéndose culpable por no contarle toda la verdad a Martha, pero después de oír aquella bonita historia de amor entre la actriz y el agente de la CIA, Lanie era consciente que si Katherine o ella decían la verdad, podían hacer mucho daño a la mujer, y no lo merecía.

Villa Sofía.  Urbanización la Veleta. Torrevieja.

Alexander chasqueó la lengua. Ver a su hijo en ese estado tan lamentable no le estaba ayudando en absoluto.

-          Richard.

-          Tenía que haber ido a Madrid y haber esperado a que apareciese en el aeropuerto.

-          Ni siquiera sabemos si se ha ido, no figura que haya comprado ningún billete, su tarjeta de crédito no tiene movimientos.

-          Seguro que ya está en Nueva York. Además es Acción de Gracias…

-          Richard, tú fuiste el que quisiste acompañarme. Ahora mismo te necesito.

-          Lo sé, es sólo que…

-          La ley de Murphy.

-          Sí.

-          No puedo asegurarte cuando va a acabar esto, pero si que saldremos corriendo a Nueva York en cuanto termine.

-          ¿Vendrás?

-          Es mi última misión – confesó.

-          ¿No ibas decírmelo?

-          Esperaba poder estar en casa por Navidad, ya sé lo que disfrutas con ellas y no pensaba arruinártelas. Además llevo tiempo diciéndote que voy a jubilarme, eres tú el que no presta atención.

Richard cerró la boca. Ahora si que todo su mundo parecía haber dado una vuelta a su alrededor y se recolocaba donde le venía en gana. Sintió por un momento que no tenía edad para cambios.

Ya sólo le faltaba que Alexis le dijese que se cambiaba de Universidad y tendría full de ases en soledad, porque estaba claro que ese hombre que tenia delante pensaba llevarse a su madre. Y si él seguía en ese pueblo perdido de la costa mediterránea, sin lograr explicar a Katherine que tan sólo se trataba de una misión a la que no pudo fallar a su padre… todo se iba al traste, ahora que ella le había ido a buscar.

Su vida, que hasta hace unos meses iba discurriendo tranquilamente por una zona dónde se sentía totalmente cómodo, había dado giros tan inesperados que ya ni recordaba lo que era su rutina diaria. Levantarse tarde, vestirse con sus caras camisas y sus estupendos zapatos de piel italianos, pasar a por café para ella, incordiar un poco en comisaria, volver a casa juntos, pasar la noche pegado a su cuerpo, llevarla a restaurantes caros a comer los fines de semana… Había cambiado todo eso por días de frío en el este de Europa, vistiendo ropa sin clase, comiendo comidas sencillas y tradicionales de los lugares por dónde pasaban y haciendo ejercicio como si fuese un aprendiz de marine.

Tan sólo quería salir de ese país y volver a Nueva York, buscarla y… ¡Que complicado estaba resultando todo!

-          ¿Puedes intentar localizar su móvil? – insistió de nuevo el escritor a su padre.

-          Lo tiene apagado.

-          Estará en un avión – dijo casi para si.

-          Puede que si y puede que simplemente no quiera que la encuentres. Estará enfadada.

-          No es para menos – aseguró pesaroso.

-          Pues tendrás que trabajar una buena manera de hacer que cambie de opinión. Deberías pensar en ello mientras me dejas que siga con mi trabajo.

Richard volvió a su habitación y se tumbó boca arriba sobre la cama. Iba a ser complicado. Aunque ella también le debía explicaciones sobre quién era el tipo al que besó en Washington. Claro que por otro lado una cosa era un beso y otra pillarle con dos mujeres desnudo…

Perdiéndose en sus pensamientos, se quedó dormido.

Nueva York. Jueves 28 de Noviembre 2013. Día de Acción de Gracias. Medio día.


Katherine respiró hondo antes de introducir la llave en la cerradura del loft de Richard. Sabía que tras abrir aquella puerta, irremediablemente iban a caer muchas lágrimas. Volvió a repetirse a si misma que no debía mencionarles nada de lo sucedido, simplemente tenía que decir que cuando llegó al sitio indicado, ellos, siguiendo alguna misión, se habían ido, y que dadas las circunstancias y su promesa a Alexis de cenar con ellas, decidió volver y seguir buscando desde Nueva York.

Aún quedaban unas horas para la cena, pero tanto ella como su padre habían acordado acompañar a ambas mujeres y ayudar con la preparación de la cena.

Abrió la puerta y entró saludando en alto.

-          ¡Querida! – dijo Martha desde la cocina.

-          Martha, papá… - dijo ella al ver que su padre había sido más puntual que ella misma y ya estaba allí ayudando con los preparativos.

Se acercó a ambos e intercambiaron besos. Alexis bajó del segundo piso a toda prisa tras oír la voz de Katherine.

-          ¡Has cumplido tu promesa! – le dijo la pelirroja acercándose para abrazarla.

-          Sí, he venido… Pero…

-          ¿Le has visto? – preguntó expectante la chica.

-          No – mintió – cuando llegué ya no estaban allí.

A Alexis le cambió la cara. Confiaba que al menos ella hubiese podido verle. A Katherine le dolía mentir así. Le hubiese gustado decirles la verdad, que le había visto y que se había enfadado tanto que salió corriendo sin pensar realmente lo que hacía y que ahora se arrepentía cada segundo de haberlo hecho.

-          Katie – intervino Jim.

-          ¿Qué?

-          Soy tu padre y sabes que te conozco muy bien. Estas ocultando algo, lo veo en tu cara. ¿Qué ocurre cariño?

-          ¿Le ha pasado algo a papá? – preguntó Alexis alarmada.

-          ¡No! – contestó de inmediato Katherine – Él estaba bien.

-          ¿Entonces lo has visto? – preguntó Martha extrañada.

Katherine no sabía que debía hacer, por un lado su mente le decía que lo soltase todo, por otro no quería hacer sufrir a Martha.

-          ¡Katie! – le dijo Jim - ¿Le has visto?

Katherine se quedó mirando fijamente a su padre. Recordó las veces que de niña se escondía de la azul mirada de su padre. Pensó por un momento que desde que su madre había muerto sus ojos se había vuelto grises.

-          ¡Katie! – volvió a repetir Jim.

-          Sí, sí… ¡Le he visto! – dijo Katherine derrumbándose y comenzando a llorar.

-          ¿Qué ha pasado querida? – preguntó Martha alarmada al comprobar la cara de la agente.

-          ¿Papá está bien? – intervino Alexis

Katherine lloraba sin poder contenerse mientras tres pares de ojos no paraban de mirarla exigiéndola explicaciones.

-          Estaban… Estaban…

-          ¿Cómo?

-          ¡Katie por Dios!

-          ¡Estaban en una orgía! – dijo al fin casi escupiendo las palabras.

Alexis abrió mucho la boca, Jim movió la cabeza negativamente de un lado a otro y Martha, con los ojos completamente desorbitados se llevó la mano a la parte izquierda de su pecho, su cara se tornó completamente blanca en cuestión de segundos, dio un paso hacia atrás, agarrándose a la encimera y tirando un vaso con el movimiento.

-          ¡Martha! – gritó Katherine mirándola asustada.

-          ¡Dios mío, abuela!

Jim se movió rápidamente agarrándola de un brazo y evitando que la mujer impactase contra el suelo, aunque fue incapaz de sujetarla por completo y acabó junto a ella en el mismo, logrando que no se golpease.

-          ¡Abuela! – gritó Alexis acercándose.

-          ¡Llama a una ambulancia! – le ordenó Jim a Katherine - ¡Deprisa!



//..//

G R A C I A S por leer hasta aquí. Una vez más, espero no defraudar a nadie.

Nos vemos el próximo lunes... ya sólo quedan tres...
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Mensaje por Anver Lun Sep 02, 2013 8:56 am

_Caskett_ escribió:No me gusto mucho el final del capi, continua pronto.
Vaya... gracias por tu opinión, es raro eso de "no me gustó..." espero que este otro te guste más... Gracias por leer!!
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Mensaje por Kynu Lun Sep 02, 2013 8:58 am

Bueno Ana,
Qué decirte que no te haya dicho ya tantísimas veces y no por peloteo sino siendo sincera. Me encanta tu historia.

Gracias por la dedicatoria, me siento alagada por ello =)


No siempre actuamos en el primer impulso de la mejor forma pero desde luego ambas partes luchas a su propia contracorriente por un mismo objetivo siendo igual de testarudos e irracionales.

Hoy nos muestras un lado de desesperación en ambas partes donde el reencuentro no es el esperado, la solución tampoco y el final es digno de dejarnos a todos en expectación como lo hacen los grandes escritores.

Ahora mismo no me sale un comentario más extenso porque toda palabra se me queda corta.

Enhorabuena, aunque siempre insista es porque realmente me gusta. Y espero, por favor, que jamás dejes tu pluma colgada en un “to be continue…” de esos que nunca continúan porque me encantas.

Gracias por un lunes más cumplir a pesar de todo.
Muy a mi pesar, aunque no para el tuyo, se acaba en tres lunes.
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Mensaje por Yaye Lun Sep 02, 2013 10:13 am

Crying or Very sad Crying or Very sad Crying or Very sad que penita me ha dado Kate, lo mal que lo ha pasado con todo lo sucedido, y el no poder contenerse y al final acabar contándolo. Espero que a Martha no le haya pasado nada.

Uff, no veo la hora de que llegue el próximo lunes para leer la continuación, que larga se va ha hacer la espera.
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Mensaje por SaraS17 Lun Sep 02, 2013 10:23 am

Después del final del anterior capítulo tenía muchas ganas de leer este, y no has defraudado. Enhorabuena, te quedó increíble Ana.

Es lógico que Kate reaccionase así, siendo como es, después de todo lo que han pasado y teniendo en cuenta lo que se esperaba encontrar y lo que terminó encontrando pues la pobre no pudo más y se fue corriendo. Y Rick haciendo de todo para poder explicarle lo sucedido. No hay duda de que estos dos no tienen suerte. Esperemos que terminen pronto con la misión para volver a casa, y a ver si consigue que Kate lo entienda y cambie de opinión, aunque la cosa está difícil.

Por cierto, muy buena noticia eso de que Alexander vuelva a casa, hora iba siendo después de 40 años. Esperemos que consiga por fin vivir su amor con Martha, ambos merecen ser felices, y más teniendo en cuenta su preciosa, y triste, historia. Esperemos también que lo de Martha se quede en un susto, es normal que se desmayase, de no querer contarle nada a soltarlo de golpe, ¡menudo bombazo! Y la pobre Alexis, que no pudo reaccionar mucho por lo de su abuela, pero vamos, que esperemos que no le quede un trauma con semejante imagen.

Me ha encantado la conversación de Kate con Lanie, y las reacciones de esta última más aún, me las imagino a la perfección y no puedo evitar reírme, a la pobre casi le da algo, ¡en este capítulo no ganan para disgustos! Y su enfado, cierto es que no puede reprocharle nada porque es su vida, pero hizo bien en dejarle las cosas claras, como siempre hace, sin duda era lo que Kate necesitaba.

Y ahora toca esperar al próximo lunes, una vez más muchas gracias por subir otro gran capítulo de esta magnifica historia. ¡Besos!
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Mensaje por Aitana Lun Sep 02, 2013 12:04 pm

OH-DIOS-MIO. 
¡Vaya capitulazo! Me encanta esta historia, a pesar de que creo que es una de las historias con las que más he sufrido, me sigue encantando jeje La de Meln también me gusta pero la tuya... asdfghjk no quiero que se acabe Crying or Very sad 

Me da mucha pena que Kate, no tiene que ser fácil encontrarte a la persona de la que estás enamorada de esa guisa... no me extraña que a la pobre Martha haya dado un chungo... Hablando de Martha, espero que no sea nada, simplemente esté actuando y haciéndose la enferma como hicieron con Alexis. Eso sería una buena excusa para que Alexander y Richard volvieran Very Happy

No me ha gustado Lanie en este capi, la 'tropa' me encanta, pero en este capítulo... no sé, no me ha gustado que se enfadara con Kate por lo de Aaron. Es su vida y no tiene derecho a reprocharla nada... Aunque a la vez adoro a Lanie por todo lo que está haciendo para que el caskett vuelva, jaja.

No se si me queda algo más por comentar... Bueno sí, tengo una pequeña duda... ¿Por qué tú y Meln llamáis a Beckett ''Katherine''? Sí, es su nombre, pero normalmente la llama Kate. A mí me encanta que la llaméis Katherine, de echo me parece un nombre precioso pero es una dudita jejeje Es que me hace gracia, no sé.

Bueno, pues nada, que me ha encantado y deseando leer el próximo capítulo me encuentro Very Happy
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Mensaje por Beckett_Castle_Alba Lun Sep 02, 2013 12:27 pm

Me has tenido en vilo todo el capítulo. Me parece de los capítulos que más engancha. Yo solo quería seguir leyendo y saber como acababa todo esto. 

Voy por partes. Si te soy sincera, me esperaba la reacción de Kate, huyendo de nuevo en lugar de plantarle cara a los problemas. Beckett y sus mil y un miedos. No me la imaginaba pidiéndole explicaciones y en cierto modo tampoco tiene derecho, no es que ella haya sido una monja precisamente. Aun así, no debería haberse ido. Ha viajado solo y exclusivamente por él y no tiene sentido que a la primera de cambio agache la cabeza y salga corriendo. Aunque claro, muchos de los miedos de Beckett no tienen un sentido lógico.

Con respecto a Castle, me ha gustado ver como, tras lo ocurrido, no deja de buscarla por cielo y tierra. Si su padre no lo llega a parar, me lo veo viajando sin documentación alguna solo para que Beckett no se vaya y se pueda explicar. Pobre hombre, en la que se ha visto metido por los planes de su padre. Si lo llega a saber, seguro que no se le ocurre seguirlo.

Alexander me encanta. En muchos sentidos su hijo ha salido a él. Tiene un gran corazón y no duda en ir a acompañar a su hijo para que encuentre a Beckett. Aunque Aaron no me caerá nunca muy bien, espero que Alexander no se pase con él. Para algo que hace bien, no se merece que lo castiguen. Al menos, no por eso.

Lo que no me esperaba es que "la tropa" hubiese planeado un plan B. Veía a todos muy seguros de que Castle volvería con Beckett y no me imaginaba que se planteasen  la posibilidad de que saliese mal. Después de la conversación entre Beckett y Lanie y la que la forense mantuvo con Martha, creí que Jim y Alexis estarían al tanto de todo y no le harían ese tercer grado a Beckett. Asi normal que la chica estallase y lo acabara soltando todo. 

El ataque de Martha supongo que de algún modo llegará a oídos de Alexander y Castle y será lo que les haga volver, independientemente de ese pla B de "la tropa". Espero que no se te haya ocurrido nada grave para la actriz. Ya te aviso que es uno de mis personajes favoritos de la serie, así que espero que seas buena con ella.

Y después de este tocho solo me queda decirte que aunque te sientas desanimada con el fic, es tan bueno como todos los que escribes.Besos Ana.
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Mensaje por Verispu Lun Sep 02, 2013 12:42 pm

No inventes k buen capitulo! me hubiera gustado que siguiera y siguiera estaba entradisima! Pobre martha pero la vdd me dio mucha risa no se pq! Facepalm lo siento! k ganas k ya llegue la otra semana!
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Mensaje por cururi Lun Sep 02, 2013 1:09 pm

pero Dios!!! estos si no es una es otra la cosa es no encontrar el momento nunca!
espero que lo de marta solo sea una actuacion y nada relativamente grave!
esperando que termine luego la mision para ver como castle arregla este entuerto ahora, esperando con ansias el proximo lunes!
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Mensaje por castle&beckett..cris Lun Sep 02, 2013 1:51 pm

Ke bueno dioos jijijijikkjkj sgueee
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Mensaje por _Caskett_ Mar Sep 03, 2013 3:32 am

No pienso dar mi opinion sobre el capitulo, solo te dire que continues y que lo arregles.
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