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Volver a empezar. CAP 19. FINAL. (23/09/13)

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Mensaje por choleck Lun Jun 10, 2013 10:52 am

Perfecto. Haces que me vuelvan a gustar los lunes.
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Mensaje por Yaye Mar Jun 11, 2013 12:31 am

Uff, no me imaginaba a un Rick tan frío y utilizando a una persona de esa forma para tratar de olvidar. A parte de eso ha sido un gran capítulo, me ha gustado mucho.

A la espera del lunes para poder leer la continuación.
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Mensaje por _Caskett_ Mar Jun 11, 2013 4:19 am

me encanta, continua pronto.
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Mensaje por cururi Mar Jun 11, 2013 3:31 pm

me a encantado el nuevo capitulo! me facina como tratas de plasmar el comportamiento y la contradiccion con sus pensamientos en castle y como empiezas de a poco hacer entrar en razon a beckett... los demas deberian formar el team caskett por k se viene muxa gente envuelta Volver a empezar. CAP 19. FINAL. (23/09/13) - Página 3 56635!!!
tu fic me encanta cada vez mas espero con ancias el proximo lunes!!!
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Mensaje por patri_lanish Jue Jun 13, 2013 1:42 pm

gracias por pensar en lo vacios que quedaron los lunes
espero que lo sigas

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Mensaje por meln Vie Jun 14, 2013 8:08 am

Sólo me paso para decir lo que tú ya sabes. Me encanta esta historia. 
Siento no tener tiempo para comentar más.
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Mensaje por nany25 Vie Jun 14, 2013 11:48 am

Esta genial sigue pronto:)  un abrazo  Smile
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Mensaje por nany25 Vie Jun 14, 2013 12:09 pm

Esta genial sigue pronto:)  un abrazo  Smile
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Mensaje por Anver Lun Jun 17, 2013 10:04 am

Gracias por leer, y especialmente, gracias a los que comentáis y animáis.

Siento el retraso...




CAPITULO 5. EN MARCHA.

Alexis marcó de nuevo el número de teléfono de su padre. Esperó pacientemente a que se agotasen las señales de llamada. Nada. La comunicación se cortó sin que él contestase. Sabía que estaba bien, pues el día antes había hablado con su abuela, pero echaba mucho de menos hablar con él y no dejaba de extrañarle que después de lo que le costó que firmase el talón para su viaje, no hubiese intentado hablar con ella cada media hora.

¿Habría madurado? No podía ser. Por mucho que la cercanía de la sensata detective Beckett le contagiase momentos de lucidez, el Richard Castle que ella conocía era incapaz de cambiar, y eso además era lo que más le gustaba de él. Su capacidad para tomarse la vida como un gran parque de atracciones, en el que las subidas y bajadas eran sólo eso, subidas y bajadas intentando no darle más importancia y haciendo que fuesen más llevaderas.

Alexis dejó el auricular en su sitio con un suspiro de fastidio.

-    ¿Qué ocurre? – preguntó Michelle, su compañera de estudios y ahora de habitación acercándose a ella.
-    Mi padre. No contesta – aclaró.
-    ¿Vas a intentar llamar a alguien más o dejas pasar el turno? – le preguntó la chica señalándole a unos compañeros que esperaban para hacer sus llamadas.
-    Creo que voy a llamar a su novia – dijo Alexis con decisión - con un poco de suerte estarán juntos.
-    Espero que no les pilles ocupados – le dijo su amiga riendo.
-    Espero que no – contestó Alexis riendo y marcando el número que sabía de memoria.

Dos señales, tres… ella tampoco contestaba… miró su reloj, cuatro señales… a lo mejor Michelle tenía razón…

-    Beckett – contestó casi cuando iba a colgar.
-    ¡Hola! – dijo alegremente la pelirroja.
-    ¿Alexis? – preguntó Katherine sorprendida - ¿Va todo bien? ¿Ha ocurrido algo?
-    Sí, soy yo – confirmó contenta – va todo genial, Costa Rica es increíble.
-    ¿Costa Rica? – preguntó - ¡Ah! ¡Claro! Tu viaje de estudios, lo había olvidado.
-     ¡Vaya! Pensé que mi padre estaría todo el rato hablando de su error al dejarme venir y te tendría aburrida – le dijo.
-    Sí… no estaba muy contento con tu viaje – contestó Katherine -. Entonces…. ¿Todo va bien? ¿Lo estás pasando bien? ¿Qué tal las clases?
-    Esto es genial – confesó la chica – tienen un plan de estudios estupendo y el lugar es incomparable…
-    Me alegro tanto… - le dijo con sinceridad.
-    Pero te confieso que echo de menos a papá – le dijo contenta – todavía no he hablado con él desde que llegue aquí… ¿Está ahí contigo? ¿Puedes decirle que se ponga?
-    No – contestó un poco violenta ella -. No está aquí… en realidad… yo…
-    ¿Y sabes dónde puede estar? – preguntó Alexis algo preocupada –. No contesta ni en casa ni al móvil.
-    No lo sé Alexis. En realidad… Yo no estoy en Nueva York.
-    ¿Estás de viaje de trabajo? – preguntó la chica pensando que podía tratarse de algún caso.
-    Alexis…
-    ¿Qué ocurre? – preguntó la pelirroja seria al notar el tono de voz de ella.
-    Supongo que esto te lo debería haber dicho tu padre…
-    ¿Qué? – preguntó nerviosa - ¿Qué ocurre?
-    Verás… - en realidad no sabía muy bien cómo decírselo.
-    Por favor, Katherine, no me mientas… ¿Está bien mi padre? – preguntó Alexis pensando que podía haberles ocurrido algo.
-    Espero que sí cariño… yo estoy en Washington – le dijo al fin – me ofrecieron un trabajo en el FBI y acepté…
-    ¿Cómo? Papá no me dijo nada de eso – dijo bastante confundida.
-    Alexis… supongo que lo habrá hecho para que no te preocupases por él.
-    ¿Preocuparme? ¿Por qué debo preocuparme? ¿Qué ha ocurrido?

Kate suspiró. No sabía muy bien cómo debía actuar. En realidad no le correspondía a ella contárselo. Debía de habérselo dicho él.

-    Alexis… tu padre me pidió que nos casásemos y… yo… yo…
-    ¿Lo habéis dejado? – preguntó con una punzada de dolor.
-    Sí. Lo hemos dejado – confesó ella.

Unos minutos más tarde Alexis dejó el auricular en su lugar, fijó la mirada en un punto de la pared frente a ella, inmóvil.

-    ¿Has conseguido hablar con él? – preguntó a su espalda Michelle.
-    No – contestó Alexis con los ojos brillantes girándose para mirar a su amiga.
-    Lex… ¿estás bien? – preguntó su amiga.
-    No – dijo la joven comenzando a andar para ir a su habitación.

Michelle miró al resto de los compañeros, era su turno para llamar, pero viendo a su amiga, dudó y  salió corriendo detrás de ella.

-    ¡Lex! ¡Lex! ¡Espera! – llamó.

Pero Alexis no podía detenerse, las lágrimas rodaban por sus mejillas y únicamente quería llegar hasta su cama y tumbarse un rato.

-    ¿Qué ha pasado? – preguntó Michelle sentándose a su lado.
-    Mi padre y su novia lo han dejado – le dijo a su amiga limpiándose la cara.
-    ¿Estabas muy unida a ella? – preguntó algo extrañada por la reacción de Alexis.
-    Me llevo bien con ella – admitió – pero…
-    ¿Qué?
-    Nunca he visto a mi padre tan feliz con nadie – le dijo – ni siquiera con mi madre. Lo dejaron unos días antes de nuestro viaje y sé que no me dijo nada por evitar que me quedase con él.
-    ¡Vaya!
-    No coge su teléfono para que yo no sepa que está mal.

La chica volvió a llorar y Michelle pasó su brazo alrededor de los hombros de su amiga.

-    Es lógico que no quiera que te preocupes Lex – intentó consolarla.
-    Sí, pero yo estoy aquí divirtiéndome y él debe de estar pasándolo fatal. Incluso su novia, bueno, su exnovia – se corrigió - se ha puesto a llorar mientras me contaba lo que había pasado.
-    Tanto no nos estamos divirtiendo – le dijo Michelle riendo.
-    Lo sé… pero… me siento muy mal estando aquí – confesó.
-    Pero le entristecerá más si decides volver antes de tiempo – intentó hacerle entender Michelle.
-    Necesito hablar con él – dijo la chica – aunque sea por Whatsapp, pero no tenemos cobertura.
-    ¿Quieres que te acompañe a la sala de ordenadores y le mandas un correo? – animó Michelle.

Alexis lo sopesó durante unos segundos y finalmente se decidió a hacerlo así. 

Tras asegurarse de que había enviado el correo, Alexis se quedó pensando un momento mirando fijamente la pantalla.

-    ¿Esperas que te conteste de inmediato? – preguntó a su lado Michelle.
-    No – dijo ella saliendo de su ensimismamiento – tan solo pensaba… Si fue ella quién le rechazó, y  lloraba cuando me lo dijo, supongo que…
-    Aún pueden cambiar las cosas – terminó Michelle.
-    Sí. Estoy casi segura que ella le ama. Sé que es demasiado introvertida con sus sentimientos y también sé que mi padre, al ser rechazado, no volverá a insistir…
-    Pues tendréis que tenderles una trampa – dijo convencida Michelle.

Alexis asintió sonriendo. Su tristeza de repente había desaparecido. Tendría que hablar con Lanie y con su abuela. Su mente bullía. Abrazó a su amiga dándole las gracias y ambas salieron de la sala de ordenadores animadas y riendo mientras comentaban cómo las habían mirado dos alumnos de otra universidad…

/../

Richard salió del cuarto de baño, echando un rápido vistazo y comprobando que después de ducharse y afeitarse, había recogido su pequeño neceser básico de viaje y no se dejaba nada olvidado.

No sabía si volvería de nuevo a San José, pero si lo hacía, desde luego no volvería a ese hotel. Por Lena. Un relámpago doloroso cruzó su mente. La noche anterior se había comportado como un verdadero imbécil con ella. 

Si en algo coincidían las mujeres de su larga lista de conquistas cuando las preguntaba, era en la satisfacción que como amante les había proporcionado. Algunas le tachaban de inmaduro por no saber afrontar una relación duradera, otras de no tener corazón al quererlas únicamente para pasar la noche, quizá alguna diría que era un caradura al pasar de una amante a otra incluso en el mismo día, sonrió recordando un par de esas situaciones. Pero con todas se había comportado de la misma forma, utilizando su cuerpo para darles el mayor placer llevándolas al límite y obteniendo a su vez lo mismo de ellas.

Pero si le preguntasen a Lena no diría lo mismo. Y eso le dolía. Quizás no volviese a verla jamás, pero si volvía a San José, esperaba que ella le diese la oportunidad de poder resarcirse y demostrarle que no era un capullo egoísta.

Revisó la habitación. Salvo bolsas vacías, etiquetas de ropa y varias cajas de cartón de zapatos y de su nueva cámara, el resto de sus enseres estaba guardado en su nueva bolsa de viaje. Sopesó qué debía hacer con su pequeña maleta, no tenía intención de viajar con ella. Le preguntaría a Leo.

Después de entregar la llave en recepción y abonar los gastos del teléfono y el mini bar, se sentó a esperar a Leo. Miró su iPhone. Alexis le había llamado varias veces la tarde anterior, seguramente cuando él estaba cenando con Lena. Tendría que coger el teléfono la próxima vez o ella sospecharía. Si es que la próxima vez que le llamase tenía cobertura…

Decidió abrir su correo por la misma razón… a saber cuándo podría volver a hacerlo.

Un correo de Gina, asegurándole que la primera edición de su libro estaría lista en un mes e instándole a que se reuniese con ella para fijar las promociones que la editorial marcaba y que él tenía que respetar cumpliendo su contrato. Parecía enfadada al tener que tratar con Paula sobre ese tema, y le pedía que la llamase pues quería hablar con él de un tema personal.

Richard se preguntó si Paula se había ido de la lengua con Gina y le había contado que Katherine le había rechazado. Su relación con ella siempre había sido buena, pese a que estuviesen divorciados. Incluso después de  la segunda oportunidad que ambos se brindaron un par de años antes, habían quedado como amigos. ¿Gina le pedía que llamase para desahogarse? ¿O quizá para meterle en vereda y que no se cargase a Nikki Heat como lo había hecho con Derrick Storm? La llamaría cuando se sintiese con fuerzas. Pasó al siguiente correo, era de su niña.

Comenzó a leer y los ojos se le pusieron brillantes.

Hola Papá. Estoy bien. Todo aquí es perfecto, clima, comida, paisajes, estudios, amigos…

Ayer te estuve llamando. Te echo de menos, no querías que viniese, pero no he hablado contigo desde que me dejaste en el aeropuerto. Te echaba de menos y llamé a Katherine. Creo que la pillé por sorpresa y me confesó todo.


Papá… ¿Por qué eres así? Sabes que la abuela y tú sois lo único que tengo y me preocupo por vosotros, al igual que tú lo haces por nosotras. 


¿Crees que mandarme a Costa Rica sin decirme que ella te había rechazado me iba a preocupar menos? Ahora lo estoy más que si me lo hubieses dicho antes de irme.


Necesito hablar contigo, por favor… ya sabes los horarios en los que puedes encontrarme. Volveré a llamarte esta tarde, sobre las nueve en Nueva York. Por favor Papá, cógelo esta vez o pediré que me lleven a San José y tomaré el primer vuelo que salga para casa.”


Alexis tenía razón. Ahora estaría más preocupada y era capaz de presentarse en Nueva York y echar por tierra la oportunidad de ampliar sus estudios. Miró su reloj, aún era pronto. Se levantó y se acercó a recepción pidiendo que le dejasen hacer una llamada local. El recepcionista le señaló unas cabinas de madera en la sala contigua.

Richard buscó en su iPhone el teléfono que su madre le había indicado y los horarios de Alexis y comenzó a marcar. Cuanto antes hablase con su niña, antes le quitaría la idea de volver a Nueva York.

-    ¿Alexis?
-    ¡Papá!
-    Me ha costado que me pusiesen contigo – confesó él.
-    ¿Estás bien? ¿Quieres que vuelva a casa? – preguntó ella sin darle tiempo a más.
-    ¡No! ¡Claro que estoy bien! – contestó deprisa.
-    ¿Qué ha pasado?
-    Alexis… tuve mi oportunidad, debería habérselo pedido antes. Tenía miedo de perderla si la presionaba y resultó que ella necesitaba esa presión. Pero ahora ya no hay marcha atrás.
-    Pero papá, aún os queréis…
-    Alexis… ella ha elegido ir sin mí a DC, supongo que me tiene cariño, pero no el suficiente. No me ama de la misma forma que yo a ella.
-    Quizás se haya precipitado y se lamente… - le dijo recordando cómo había estallado a llorar mientras hablaba con ella.
-    Puede cariño, puede ser… pero mi tiempo de espera ya ha terminado. Han sido cinco años.
-    Lo siento mucho papá – confesó la pelirroja.
-    No te preocupes por mí. Lo superaré y pronto volveré a ser el gamberro de antes – le dijo riendo.
-    No sé si quiero eso – contestó ella suspirando – al menos no sé si quiero que lo seas durante mucho tiempo. ¿De verdad no quieres que vuelva?
-    Cariño, no estoy en Nueva York – confesó – me he tomado unas vacaciones, ya sabes, tomando fuerzas para cuando vuelva y Gina y Paula me obliguen a promocionar mi última novela.
-    Pero…
-    Estoy bien e intentaré llamarte cada dos días ¿de acuerdo?
-    Te quiero papá – contestó la chica.
-    Y yo a ti cariño.

Colgó sintiéndose más relajado. Al menos ahora no tenía que ocultarle nada a su hija. Era curioso, no había pensado que podía llamarla cuando no diese con él.  Realmente Katherine había conquistado a su familia tanto como a él. 

Richard vio a Leo entrando al hotel y buscándole con la mirada, le saludó levantando la mano y se dirigió hacia él.

Media hora después y mientras Leo conducía hacia Palo Verde por la Panamericana, le iba explicando al escritor la ruta que había elegido y lo que pretendía que viese por aquella zona.  Su prioridad aquel día, sería ver de lejos a su hija y Leo tenía todo previsto. 

-    Richard… ¿Le gustaría ver cómo anidan las tortugas marinas en nuestras costas?
-    Leo, ¿qué tal si me llamas Rick y me tuteas?
-    Está bien… Rick – dijo Leo sonriendo -. Tengo un buen amigo que trabaja en la playa, coordinando a los voluntarios que cada año se ocupan de que los huevos no sean robados y que  las pequeñas tortugas bebé lleguen hasta el océano.
-    Suena bien – contestó el escritor.
-    He llamado a Miguel, me ha garantizado que nos dejará observar su trabajo durante un par de días. El parque nacional Tortuguero está al noreste del país. Te sorprenderá el lugar.
-    Espero no quedarme sin tarjetas de memoria para la cámara – contestó Richard y Leo comenzó a reír.

Leo comenzó a hablarle de todo lo que iban a ver en las siguientes semanas, había hecho los planes de forma que una o dos veces a la semana volverían a Palo Verde para que Richard pudiese espiar a Alexis. Richard asentía a las explicaciones de Leo. Cuando acabase aquel viaje iba a ser todo un experto en fauna y paisajes costarricenses.

Unas horas después Leo aparcaba frente al hotel en el que se alojarían un par de noches. Era un hotel muy modesto, básico y sin ningún tipo de lujos. Lo bueno es que estaba a escasos veinte minutos del centro de estudiantes y Richard podría ver con sus propios ojos a su hija.

Richard entró en su habitación y después de darse una ducha, miró el reloj y llamó a Martha. Su madre no pudo más que alegrarse al saber que Alexis ya sabía lo que había ocurrido entre Richard  y Katherine. Él notó su alivio al saber que no tendría que volver a mentir a su nieta.

Un par de horas más tarde, Leo estaba aparcado frente al centro de estudiantes de Palo Verde. Afortunadamente Leo conocía a tanta gente que no le costaría averiguar dónde estaba exactamente Alexis.  Mientras, Richard estaba sentado en la parte de atrás del todoterreno de Leo, oculto gracias a los cristales tintados, y sin parar de escudriñar el interior del centro esperando ver cuanto antes una cabeza naranja.

Leo subió al coche y se sentó en la parte delantera.

-    Según me ha indicado mi amiga, Alexis y sus compañeros saldrán en unos minutos para dar un paseo – le dijo.

Tal y como le había indicado el joven, Alexis salió con sus compañeros un par de minutos después. Richard sonrió al verla. Iba riendo con sus amigos. Le hubiese encantado bajar y abrazarla después de cómo había notado esa misma mañana que se preocupaba por él.

-    Es suficiente Leo – le dijo al joven que asintió arrancando el coche – volvamos a cenar y a descansar.
-    ¿Puedo preguntar cuál de ellas es tu hija? – preguntó curioso Leo.
-    La única pelirroja – le dijo Richard y Leo asintió.
-    Entiendo que te preocupes – le dijo poniéndose en marcha– es muy joven y guapa.

Después de cenar y tomar un par de cervezas con Leo, Richard entró  en su habitación y se tumbó sobre la cama.

Lo que daría por poder ver a Katherine tan solo un instante, como había hecho un par de horas antes con Alexis.

/../

Kate se levantó y se metió en la ducha. Llevaba un rato despierta y desde ese momento no había hecho otra cosa que pensar en él. No se lo podía quitar de la mente.

La llamada de Alexis la tarde anterior la había dejado un poco alterada, no pudo contener el llanto mientras confesaba lo que había pasado con su padre unos días antes. Estar sola en aquella ciudad, lejos del que había sido su trabajo, sin sus amigos y sin sus reconfortantes abrazos, la hacía vulnerable y no había sido capaz de mantenerse sosegada ni siquiera para enfrentarse a Alexis.

Y después aquel sueño… le pareció tan real que había sido doloroso despertarse y ver la realidad… estaba sola en aquella cama de hotel, sin sus caricias, sin sus besos y sin su anillo en el dedo.

Se peinó recogiendo su pelo en un moño sobre la nuca y se maquilló sobriamente. Se colocó la chaqueta del traje gris oscuro y cogió su maletín colgándolo sobre su hombro.

Salió a la calle. Miró hacia arriba. Era todo tan diferente a Nueva York… Había cambiado los altísimos edificios por otros más bajos, inmensamente más bajos, en Washington las construcciones no podían tener más de catorce plantas… hacia arriba, puesto que no dejaba de sorprenderse por la cantidad de plantas que podían ser construidas bajo tierra. Había cambiado el gris metálico y acristalado de los rascacielos por un color arena y blanco que predominaba en  casi todos los edificios de DC. Nueva York era moderno y dinámico, Washington era clásico y sosegado.

Recordó que aquella tarde había quedado con un agente inmobiliario para que le enseñase varios apartamentos. Aún no tenía claro qué iba a hacer, si comprar un apartamento, cosa que se podía permitir gracias a su nuevo sueldo y al dinero que Richard le había regalado, o si por el contrario se decidía por el alquiler. No lo tenía claro. 

¿Se adaptaría a aquella ciudad tanto como para comprar? Se sentía sola, muy sola. Empezaba a darse cuenta cuando llegaba cada tarde a su hotel. Únicamente hablaba con sus compañeros de trabajo. 

Atravesó los tornos de acceso del edificio del FBI pasando su tarjeta de identificación y se dirigió a su despacho. Miró la hora, como de costumbre había llegado con treinta minutos de antelación. Necesitaba un café. Dejó su maletín sobre la mesa y salió de su despacho cruzándose con su jefe, el subdirector Freedman.

-    Agente Beckett – saludó él.
-    Señor – contestó ella.
-    Me alegra verla tan pronto aquí ¿ha llegado el agente Hollman? – preguntó.
-    No le puedo decir, acabo de llegar, iba a tomar un café – contestó ella.
-    Bien, tome su café y cuando llegue Hollman vayan a mi despacho – le dijo mientras se alejaba – tienen un caso, saldrán para California de inmediato.

Kate se tensó de inmediato. Se preparó con rapidez un café y fue a su despacho para revisar la bolsa que había guardado en el armario en previsión a que se diese ese tipo de situaciones. Sacó la bolsa y mientras revisaba su contenido Aaron la saludó desde la puerta.

-    Freedman nos quiere en su despacho lo antes posible – le informó – hay un caso en California.
-    Será mejor que dejes eso – le dijo señalando la bolsa y el café – es mejor no  hacerle esperar.

Freedman les hizo sentar y les dio los detalles sobre el que sería un nuevo caso para Aaron y el primero para ella. Tendrían que viajar a Topanga, una pequeña localidad a cincuenta kilómetros de Los Ángeles que era conocida por albergar en los años sesenta a los artistas del cercano Hollywood durante sus días de descanso. Después pasó a ser un enclave para nuevos artistas y en la actualidad era una localidad un tanto “bohemia” en la que residían actores, músicos, periodistas e incluso algún que otro conocido deportista.

Tendrían que ocuparse de detener a quien había asesinado a la novia de Buzz Aldrin, Claire Krippin, y había atacado al hombre, que estaba hospitalizado por las agresiones sufridas.

Kate no se atrevió a  preguntar a su jefe por qué era tan importante averiguar quién había podido asesinar a la novia del segundo hombre que había pisado la luna y que, si no se equivocaba, debía rondar los ochenta años ¿su novia tendría la misma edad? ¿O se trataría de una de esas jovencitas que salen con octogenarios famosos por su dinero? Le haría las preguntas oportunas a su compañero cuando estuviesen en el avión.  Tendrían tiempo de sobra, el vuelo duraría cerca de seis horas.

Amanda, la secretaria de la sección, les entregó los billetes de avión,  y la reserva del coche de alquiler. Les dio la dirección del único hotel de Topanga, no había conseguido aún contactar con el hotel, debía de ser muy pequeño, pero en cuanto bajasen de su avión y mirasen su correo tendrían noticias de ella.

-    Gracias Mandy – le dijo Aaron a la mujer con la mejor de sus sonrisas – hoy estás guapísima.
-    ¿Sabes que te voy a echar de menos verdad? – contestó ella mirándole por encima de sus gafas y riendo suavemente. 

Katherine observó la escena sonriendo. Amanda debía tener entre cincuenta y cinco y sesenta años, era una mujer de mediana estatura, delgada, de profundos ojos azules y pelo dorado,  aún era atractiva y se notaba que cuidaba de su cuerpo.  Era amable y educada y siempre tenía una sonrisa en sus labios. Le hacía gracia cómo a ella la llamaba “hijita” y a la vez flirteaba con su compañero que la correspondía con diversión.

-    Cuida de él hijita – le dijo riendo.
-    Te lo traeré de vuelta sano y salvo – contestó ella.

Afortunadamente para ella, los agentes federales viajaban en primera clase, cosa que le permitiría poder dormir un buen rato durante el vuelo. Irremediablemente volvió a acordarse de Richard y de su viaje a Los Ángeles tres años antes, cuando él a punto estuvo de derrumbar sus defensas con su amabilidad y su comportamiento.

-    ¿Me estas escuchando Beckett? – preguntó Aaron mirándola extrañado.
-    Perdona Hollman, dime – contestó concentrándose en escucharle.
-    Te decía que me ha extrañado que no preguntases nada sobre el caso – dijo él – en mi primer caso me mandaron callar varias veces.
-    Pensé que me pasaría lo mismo y preferí esperar hasta llegar aquí y que me lo contases – le dijo.
-    No sé más que tú – confesó – de momento. Pero no tratamos ningún caso que no afecte a la seguridad nacional, así que supongo que ese viejo astronauta guarda secretos que no deben salir a la luz.
-    Es decir, que quien le ha agredido buscaba esa información – dijo ella.
-    Puede que sí y puede que no – le dijo – pero no podemos permitirnos el lujo que sea afirmativo, si el agresor ha conseguido su objetivo estaremos en apuros. Es toda una suerte que él haya sobrevivido, podrá decirnos quién y por qué le atacó.

Continuaron hablando del caso durante el vuelo. Después de recoger el coche de alquiler, fueron directamente a la pequeña clínica de Topanga para interrogar al retirado astronauta, pero el equipo médico les informó que el paciente estaba en coma. Estaba custodiado por cuatro agentes de FBI de la sede local. Dos en el exterior de la habitación y dos dentro. La situación estaba controlada. A ella le parecieron exageradas las medidas de seguridad para un hombre que posiblemente y dada su avanzada edad,  no podría sobrevivir a la paliza que le habían dado.

Aaron estudiaba el informe que le había entregado el agente a cargo del caso y cuando terminó de leerlo se lo entrego a ella para que lo revisase.

-    ¿Qué opinas? – preguntó Aaron.
-    No sabemos si llegó a desvelar alguna información – dijo ella – tiene todos los dedos rotos, empezarían por ahí y luego dispararían a la mujer en la rodilla para que él hablase.
-    Continua – le dijo Aaron sentándose para mirarla.
-    Seguramente él  habló y la mataron.  De todas formas y para asegurarse que decía la verdad,  irían a comprobarlo, pero no contaron con la visita de su hijo, aquí dice que hacía meses que no le visitaba, y quien le custodiaba debió huir sin atreverse a disparar para no ser descubierto y tener el suficiente tiempo para huir.
-    ¡Guau! – exclamó él – sorprendente. ¿Algún dato más que compartir conmigo?
-    Si supiésemos lo que buscan, sería más fácil averiguar quién lo hizo – aseguró.
-    Llamaré a Freedman – informó él.

Diez minutos después Aaron le dijo que irían a revisar el escenario del crimen y que Freedman les había dado permiso para ir descansar mientras pedía permisos para revelarles información clasificada. 

Ella sonrío pensando las mil y una teorías que Richard podría estar especulando de estar ahí con ella. Sin duda la que se rumoreaba sobre la falsedad de la llegada del hombre a la luna estaría entre ellas, al ser la víctima uno de los astronautas del Apolo XI. O tal vez sobre el supuesto avistamiento de un OVNI por parte de Aldrin durante la misión. Seguro que aquel caso le hubiese encantado y sin duda habrían pasado un momento divertido. Pero la realidad era bien distinta… tenía que quitarse a Richard de la cabeza.

Horas después, Aaron aparcaba en el Hotel Topanga Canyon Inn. Era un hotel pequeño, que contaba únicamente con ocho habitaciones y no tenía servicio de recepción pasadas las ocho de la tarde. Según las indicaciones de Amanda, los dueños dejarían las llaves de las habitaciones en el pequeño restaurante cercano.

Entraron al restaurante, que estaba a punto de cerrar sus puertas, aprovechando para comprar unos sándwich fríos para cenar. Para sorpresa de ambos, únicamente les entregaron una llave, tendrían que compartir habitación, ya era tarde y a ninguno de los dos les apetecía tener que buscar otro sitio para dormir en alguna localidad cercana. Ambos estaban agotados.
Aaron abrió la puerta de la habitación y suspiró aliviado. 

-    Al menos tiene dos camas – dijo Aaron – pensé que me tocaría dormir en el sofá.
-    ¿Esto ocurre muy a menudo? – preguntó ella.
-    Siempre viajo solo – dijo encogiéndose de hombros – y cuando he viajado con alguien no hemos tenido problemas en encontrar sitio.
-    ¿Te importa si utilizo el baño yo primero? – preguntó ella deseando darse una ducha.

Katherine se acercó a la cama de Aaron. Se había quedado dormido mientras ella se duchaba, pero se las había apañado para conseguir unas botellas de agua antes de hacerlo. Le daba pena tener que despertarle y se sentía incómoda con aquellos pantalones cortos y la camiseta que utilizaría para dormir, pero él era su compañero y ella tendría que acostumbrarse a que ese tipo de situaciones podría volver a repetirse. Tomó nota mental para preparar un pijama cuando volviese a hacer la bolsa de viaje. Comenzó a moverle por el hombro para despertarle.

Aaron parpadeó antes de girarse para mirarla.

-    Ufs… - dijo – pensé que me acababan de matar y me despertaba un ángel – ella se sonrojó ante el comentario – deberías dejarte el pelo suelto más veces. Lo siento, no quería molestarte con el comentario – añadió levantándose – iré a ducharme. He traído agua.
-    Gracias – le dijo muy bajito.

Treinta minutos después Aaron salía de la ducha vestido únicamente con bóxer y una vieja camiseta sin mangas. Ella estaba sentada sobre su cama, revisando el informe.

-    Lo siento – le dijo señalándose – no sabía que compartiríamos habitación.
-    No importa – le dijo intentando no mirarle centrándose en su portátil.

Se comieron sus sándwich hablando sobre el caso, y después de lavarse los dientes ella se metió bajo las sábanas de su cama tapándose hasta el cuello. Aaron retiró la ropa de su cama dejándola a un lado y tumbándose sin taparse.

Se despertó mientras Aaron la zarandeaba. 

-    Tenías una pesadilla – se disculpó él.
-    Lo siento – contestó ella incorporándose intentando normalizar su agitada respiración y limpiando las lágrimas que le rodaban por las mejillas.
-    No importa… ¿estás bien? – le preguntó tendiéndole una botella de agua.
-    Sí – dijo ella comenzando a llorar de nuevo desbordada por el cansancio y la situación.

Él le acercó la caja de pañuelos que había sobre la cómoda y tras dudarlo unos segundos la abrazó contra él.

-    No llores ¿vale? Ese Richard tiene que ser un capullo – le dijo - ¿tu exmarido?
-    Novio… mi exnovio – contestó ella sin apartarse del abrazo.

Durante un par de minutos ambos permanecieron en silencio, él no dejó de abrazarla hasta que notó que se había calmado por completo. A ella ese abrazo le pareció reconfortante y a la vez un poco violento, puesto que no llevaba ropa interior bajo su amplia camiseta y sin duda él lo habría notado.

-    ¿Mejor? – preguntó él después de un par de minutos y ella asintió.
-    Volveré a… - dijo él señalando su cama.
-    Gracias, siento mucho haberte despertado.
-    No… no importa – dijo levantándose y tumbándose en su cama.

Ella volvió a tumbarse. Lo que daría por que Richard estuviese ahí con ella, abrazándola para que no volviese a soñar con el momento en el que él se alejó dejándola sola en aquellos columpios…

/../

Los tacones de Lanie resonaban por el desolado y largo pasillo tenuemente iluminado. La luz se reflejaba en el pulido suelo de cerámica, las paredes azules completaban el cuadro, haciendo que aquel lugar tuviese un aspecto frío y eléctrico. Un pasillo de hospital.

Lanie caminaba por los pasillos del hospital revisando un informe médico, empujó una de las puertas de doble sentido, accediendo a una pequeña sala pintada de color melocotón, en cuyo centro, un cubículo de alto mostrador presidía la estancia. Dentro del mismo dos enfermeras revisaban informes y consultaban datos en el ordenador.

-    Buenos días  - dijo dirigiéndose a una de las enfermeras – tengo una cita con el doctor Alan River.
-    El doctor River ha tenido una urgencia familiar y ha tenido que marcharse – indicó la enfermera tomando  un libro de citas y abriéndolo por la fecha actual.
-    ¡Que fastidio! – exclamó la forense.
-    No tenía ningún paciente hoy – le dijo la enfermera extrañada.
-    Soy la doctora Parish, trabajo para el departamento forense de la policía, necesitaba hacerle una consulta sobre una patología cardiaca que presenta uno de mis pacientes – explicó - ¿puede decirme cuándo volverá?
-    Lo siento doctora, no ha dado ese dato.
-    Comprendo…
-    ¿Quiere que le deje algún recado?
-    ¿Lanie Parish? – dijo una voz masculina a su espalda.

Lanie se giró para comprobar quien la llamaba. En su cara se manifestó una expresión de sorpresa. No esperaba verle allí, pero su presencia era siempre agradable, tanto por darse el gusto de admirar su físico, como por su amabilidad y simpatía.

-    ¿Joshua Davinson? – preguntó la forense reconociendo al médico vestido de traje y con bata blanca que tenía enfrente – te hacía en Haití.
-    ¿Qué tal estás Lanie? – le dijo riendo y abrazándola –. Volví a Nueva York hace cuatro meses.
-    Pues aún estás bronceado – le dijo admirándole - ¿Puedes ayudarme? El doctor River no está y necesito la ayuda de un especialista.
-    ¡Claro! – contestó de inmediato -. Diana estaré en mi despacho por si alguien pregunta por mí – le dijo a la enfermera mientras le señalaba a Lanie el camino.

Lanie extendió su informe sobre la mesa del despacho de Josh mientras él le entregaba una taza de café. Durante veinte minutos ambos estuvieron absortos en los informes del paciente de Lanie.

-    No creo que esa lesión le haya causado la muerte Lanie – dijo finalmente – nunca he visto a nadie morir por esto.
-    Pues no lo entiendo Josh – le dijo – no encuentro ninguna causa para su muerte.
-    Lo que yo no entiendo es qué hace la policía con un caso como este… - dijo él - parece una muerte natural, no un asesinato… dada su edad… puede haber fallecido por cualquier causa.
-    Su familia… está empeñada en que se trata de un asesinato…  tienen denuncias por amenazas.
-    Pues yo diría que la causa de la muerte está más bien relacionada con su año de nacimiento Lanie…
-    Puede ser – dijo la forense recogiendo el informe – pero necesitaba otra opinión. En fin, dejemos el caso… ¿Volverás a Haití o te quedarás definitivamente en Nueva York?

El médico mostró una de sus mejores sonrisas.

-    Me quedaré definitivamente en Nueva York, Lanie.
-    ¿Cansado de salvar el mundo? – preguntó riendo.
-    ¡Oye! Que aquí también salvo vidas – se quejó -. Creo que ha llegado el momento de establecerme.
-    ¡Vaya! – dijo Lanie recordando que uno de los puntos de la ruptura con su amiga fue precisamente sus constantes viajes al extranjero como médico voluntario.
-    Creo que voy a sorprenderte… - dijo él sonriendo 

Lanie recordó por unos segundos cómo se conocieron él y Katherine. Ella necesitaba consultar una patología y le llamó,  Josh estaba cerca de la morgue y se acercó para ayudarla, Katherine estaba con ella revisando los resultados de una autopsia cuando Josh entró. Cinco minutos de conversación telefónica de Lanie y Josh ya había invitado a un café a Katherine. Y ella había aceptado, y no se lo reprochaba a su amiga. Josh era un tipo muy guapo.

-    ¿Qué es lo que me va a sorprender de ti Josh? Hace diez años que te conozco y jamás has dejado de sorprenderme – dijo ella.
-    Voy a ser padre – soltó él de repente.
-    ¿No me digas? Enhorabuena – dijo abrazando a su amigo – Y… ¿Cómo…?
-    Conocí a Phoebe en Haití – le dijo – formaba parte de un equipo técnico enviado por Canadá y dedicado a coordinar y reubicar a todos los que aún viven en campamentos… nos enamoramos y… voy a ser padre en dos meses… - dijo orgulloso – decidimos vivir en Nueva York por el bebé, Haití aún tiene grandes carencias sanitarias y es muy vulnerable a las epidemias…
-    Cólera – admitió Lanie.
-    Así es – dijo él – Haití necesita ayuda pero en esas condiciones y esperando un bebé…
-    No tienes que disculparte Josh – le dijo Lanie – tienes derecho a vivir tu propia vida, sabes de sobra que la mayoría de los médicos voluntarios sólo hacen ese trabajo durante unos pocos meses… tú has hecho mucho más que ninguno de nosotros, ya sabes que yo ni siquiera duré tres meses.
-    Lanie, no te imaginas la cantidad de partos que he tenido que atender allí… y la cantidad de niños que he visto morir.
-    Josh… - cortó Lanie alejándole de malos recuerdos-. Me alegra tanto que vayas a formar tu propia familia.
-    ¿Creías que iba a ser el eterno soltero verdad? – contestó riendo.
-    Bueno, en realidad pensé que Katherine te había atrapado – le dijo sonriendo – y lo que era más complicado, que tú la habías atrapado a ella.

Josh revivió por unos segundos el día que rompieron su relación. Él intentó parecer tranquilo y ella no pudo evitar llorar amargamente.

-    ¿Richard cuida de ella? – preguntó.
-    ¿Sabías que estaban juntos? – se extrañó la forense.
-    Era de esperar… Confiaba en ella pero no soy tonto. No había conversación en la que no saliese su nombre – confesó – y las miradas de ambos… no terminaré de entender por qué perdió el tiempo conmigo cuando se veía a la legua que estaba loca por él.
-    Yo tampoco lo sé – admitió Lanie – pero llegué a pensar que lo vuestro funcionaría – él negó con la cabeza.
-    Después de salir del hospital tras su disparo – comenzó – fuimos a su casa y yo recogí todas mis cosas. Le dije que debía darse una oportunidad. Había mirado a la muerte cara a cara y había ganado, pero nadie gana a la muerte para siempre Lanie, tú lo sabes. Le dije que tenía que aprender y hacer con su vida lo que realmente deseaba, y en esos planes no entraba yo – afirmó – nos gustábamos, nos queríamos, pero… a mí no me miraba como a Richard, ella no notaba el brillo de sus ojos al hablarme de él. Y seguro que ambos podíamos haber sido felices juntos, pero a la larga nos estaríamos engañando…
-    Siento que lo pasases mal Josh.
-    En realidad no lo pasé mal. ¿Sabes? – dijo – creo que ella merecía que yo le abriese los ojos, jamás me arrepentiré de habérselo dicho. Ella es extraordinaria y después de todas las cosas que le han pasado en la vida… merece ser feliz.
-    Pues lamento decirte que Richard y ella ya no están juntos.
-    ¿Qué le ha hecho ese capullo? ¿Ha hecho gala de esa fama de Don Juan que tiene? – preguntó enfadado.
-    Créeme, no es culpa de él – advirtió Lanie - Richard está destrozado. Ella ha rechazado su propuesta de matrimonio y ha aceptado un trabajo en el FBI. Se ha trasladado a DC.

Josh negó con la cabeza. Katherine. Cabezota. ¿Se daría algún día cuenta de lo corta que es la vida y que cada persona tiene que vivir como quiere hacerlo antes de que se acabe todo? 

Había tenido varias novias en su vida, pero de ninguna guardaba tan buen recuerdo y tanto cariño como de ella. La quería. Y ahora que había descubierto el verdadero amor al lado de Phoebe, entendía que era una forma de querer diferente. No le gustaba nada saber que podía estar pasándolo mal, y no entendía por qué se negaba a admitir a Richard en su vida.

-    Miedo ¿verdad?
-    Supongo que sí – dijo suspirando la forense.
-    ¿Y el insistente Richard Castle no la ha seguido? – preguntó él extrañado.
-    Creo que aún no se ha repuesto del shock de su negativa. Y no sé si se atreverá a insistirla. Aunque tenemos un plan B – informó.
-    ¿Plan B?
-    Les ayudaremos a que entiendan que son un par de asnos cabezotas – afirmó – aún no sé cuándo ni cómo, pero lo haremos.
-    Pues si me necesitas…

Lanie le sonrió. No sabría la forma de encajar a Josh, aunque siendo un ex de Katherine…

-    ¿Lo que te pida? – preguntó la forense tendiéndole la mano en señal de pacto.
-    Con el permiso de mi futura esposa – contestó él riendo y estrechándosela. 

*********
FIN DEL CAPITULO 5.

G R A C I A S  por leer hasta aqui. Espero no defraudar a nadie.

Hasta el próximo lunes.
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Mensaje por KateC_17 Lun Jun 17, 2013 10:19 am

Muy bueno el capítulo Very Happy me ha gustado mucho Happy Clap ¿Josh metido en el plan de Lanie? uhuhuhu miedo me da todo esto jajaja Laughing a saber que se te habra ocurrido jeje

Pues Alexis se entero Sad y Kate, bueno... sensible...

uuuh me encanta como va esto Thumb y estaré esperandoo hasta el lunes impacienteee ¡nos vemos!

besotess Kiss
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Mensaje por Beckett_Castle_Alba Lun Jun 17, 2013 10:28 am

Un capítulo muy completo, Ana y con el que me has ganado con las tortugas marinas, ahora me tienes con ganas de leer como va esa visita jajaja

Pensaba que cuando Alexis se enterase de que su padre y Kate no estaban juntos quizás le reprochase algo, pero me gusta ver que no es así y que habiendo escuchado llorar, confié en que vuelva con su padre.
Al menos ahora Castle puede estar tranquilo sin tener que ocultarle a su hija la situación.

Me encanta Aaron, me parece un personaje que puede dar mucho juego y ayudar mucho a Kate. Está siendo un gran compañero y un apoyo para ella y tiene pinta que va a ser una persona importante para Beckett ahora que está lejos de sus amigos.

La aparición de Josh me descuadró me sorprende. No es que al comienzo me agradara demasiado, no me lo esperaba a punto de ser padre, como Lanie yo también me lo imaginaba el eterno soltero y su aparición no me transmitía mucha confianza, pero parece que no hay peligro por esa parte.

Estaré esperando el capítulo de la próxima semana con muchas ganas.
Besos.
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Mensaje por Elena_NyPD@ Lun Jun 17, 2013 10:35 am

Vale, le has devuelto el sentido a la noche. Increíble!!!!!! Me encanta como escribes en serio, estaba tan centrada en la histora que no me di cuenta de que acabó el cao, espero que Lo continues pronto!! Very Happy
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Mensaje por 47Always Lun Jun 17, 2013 10:51 am

Muy buen capítulo enhorabuena!!! Me ha encantado como se ha enterado Alexis. Deseando leer el próximo capítulo. Smile
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Mensaje por carla_NYPD Lun Jun 17, 2013 10:51 am

Me gusta!!! Espero q se reconcilien de una vez!!!
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Mensaje por Kynu Lun Jun 17, 2013 11:00 am

Bueno Ana, espectacular. Wink

Sabes todo lo que opino de ti desde el primer capítulo y este ha quedado espectacular. Dejas siempre con ganas de más y el trascurso de lo sucedido hace que te metas, de nuevo, en cada uno de los roles

Perdona que no comente más, por ahora es lo que puedo decirte.
Un saludo.
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Mensaje por Yaye Lun Jun 17, 2013 11:18 am

Un capítulo increíble de principio a fin. Me ha gustado la reacción de Alexis al enterarse de lo ocurrido y como pronto ha urdido hablar con su abuela y Lanie para organizar una encerrona, jejejejeje, todos los que se enteran piensan en lo mismo.

Al la espera del siguiente lunes para la continuacion.
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Mensaje por cururi Lun Jun 17, 2013 1:53 pm

ja genial capitulo!!! Happy ClapHappy ClapHappy Clap
estoy ansiosa por conocer la aventura de rick por costa rica!!!
decirte k no me gusta muxo esa confiansa con el otro agente ThinkNo No
pero se nos suma otro caskett lovers Love
espero el proximo lunes con ansias!
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Mensaje por SaraS17 Lun Jun 17, 2013 11:58 pm

Tantos días de ausencia han merecido la pena, ¡3 CAPITULAZOS de golpe! Happy ClapHappy ClapHappy Clap

Eres toda una artista, de verdad, me encanta como escribes, como narras, como enfocas las cosas y como las expresas, ¡es un gran fic! ReverenceReverenceReverence

Un par de cosas, la primera, ¿hay alguien sobre el planeta tierra que no vaya a formar parte del plan para unirlos? ¡Madre mía vaya tropa! jajajajajajaja Muero de ganas por saber que tramen Lanie y Jenny, y que papel va a representar cada uno, a ver con que nos sorprendes y esperemos que sirva para algo Razz

Segunda cosa... ¡ME CAE BIEN JOSH! Es la primera vez que eso ocurre, y llevo leídos muchos fics LaughingLaughing Esperemos que siga así la cosa y se porte bien, me gustó mucho su conversación con Lanie Smile 

Pasando a los protagonistas... los dos lo están pasando muy mal, pero yo creo que Kate además se siente culpable, a fin de cuentas Rick hizo todo por conseguirla y fue ella quién lo rechazó... esperemos que Aaron sea un gran apoyo para ella, pero como amigo, las cosas claras Razz Y a Rick a ver como le va con su viaje, esperemos que se anime el también Oops 

Espero con ganas el próximo lunes, a ver como sigue esto! Kiss
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Mensaje por treinta y uno Mar Jun 18, 2013 3:34 am

Me encantaa! Sigue pronto y haber si estos dos cabezotas se reconcilian Smile Smile

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Mensaje por stanathan_caskett Mar Jun 18, 2013 6:18 am

Enhorabueenaa ... gran capituloo
Espero con ansias el siguientee
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Mensaje por _Caskett_ Mar Jun 18, 2013 8:07 am

Me encanta, estoy eseando saber qual es ese plan.
Continua que quiero saber mas.
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Mensaje por Anver Lun Jun 24, 2013 9:01 am

Lunes... 22:00h

Gracias por seguir leyendo y más por animarme a seguir comentando...

         
CAPITULO 6. AVENTURAS.

Kevin abrió la puerta a sus dos amigos sin poder evitar una gran sonrisa de felicidad. Había transcurrido un mes desde que Jenny lo había propuesto, por fin las molestias de su embarazo,  ya en su segundo trimestre, habían remitido y era posible que los cuatro disfrutasen de una cena juntos.

-    Cariño – dijo Lanie abrazándola – te sienta genial esta tripita.
-    Ya no me vale la ropa – afirmó Jenny.
-    Estás preciosa – dijo Javier dándole un beso en la mejilla y mirándola con ternura.
-    Vale tío – le recriminó en broma Kevin cogiendo a su mujer por la cintura y separándola de su amigo.

Durante la cena únicamente habían  hablado sobre los cambios que Gates estaba haciendo en el trabajo de ambos detectives tras la marcha de su compañera a DC. Jenny se levantó de la mesa y ayudada por Lanie comenzaron a servir el postre.

-    Bueno Jenny – comenzó Javier – he de confesar que estoy muy intrigado por saber que es lo que habéis pensado Lanie y tú  para conseguir juntar a Richard y Katherine de nuevo.
-    No sé si va a gustarte – admitió Jenny mirando a su marido.
-    Venga ya… ¿tú ya lo sabes tío? – preguntó a Kevin que asintió bajando la mirada – y tú supongo que también – añadió cogiendo a Lanie del mentón para que le mirase.
-    Si, pero se supone que Kevin no lo sabía – dijo Lanie mirando a Jenny.
-    Lo siento – dijo la rubia – no pude aguantar.
-    ¿Desde cuándo lo sabes tío? – preguntó Javier.
-    Desde la semana pasada – dijo el rubio.
-    Ésta no te la perdono – le dijo señalándole con el dedo de manera acusadora.
-    Lo entiendo – contestó levantando ambas manos.

Javier fingió estar más enfadado de lo que realmente estaba y finalmente no pudo contener la sonrisa mientras miraba a una apenada Jenny que se sentía culpable.

-    ¡Javi! – le dijo la rubia – me has asustado, pensé que de verdad estabas enfadado.
-    ¿Con esa tripita? – dijo riendo – no podría Jenny. Venga, contármelo.

Kevin miró a su mujer que suspiró.

-    Javi… no te enfades – pidió la futura mamá.
-    Me estáis empezando a asustar.
-    Sé que Kevin te lo iba a pedir a ti, pero… he pensado que sería una buena manera de juntarles – le dijo Jenny.
-    ¿Pedirme qué? –preguntó el detective.
-    Te iba a pedir que fueses el padrino de nuestro bebé – aclaró Kevin – pero Jenny ha pensado en decírselo a ellos y obligarles así a pasar unos días juntos.
-    ¿En serio me lo ibas a pedir? –preguntó perplejo Javier.
-    Sí. No fuiste el padrino de mi boda, era justo que lo fueses de mi hijo – le aclaró.
-    ¡Tío! – le dijo entusiasmado – no me lo esperaba.
-    Javi, creo que no has terminado de entender que se lo van a pedir a Richard y Katherine – le dijo Lanie.
-    Sí, claro que lo he oído – dijo sonriente – pero me hace mucha ilusión que tuviese pensado pedírmelo a mí, y creo que es un buen plan aunque…
-    ¿Qué? – preguntó Jenny.
-    Cariño – le dijo Javier - ¿cuánto te queda para dar a luz y  para el bautizo?
-    Estoy a la mitad de mi embarazo y bautizaremos al bebé cuanto antes, quizá seis meses en total – aseguró ella.

Javier se quedó pensativo. Le parecía demasiado tiempo. Seis meses. Podían pasar muchas cosas en seis meses.

-    ¿Qué ocurre Javi? – preguntó Lanie
-    Es demasiado tiempo – aseguró – ambos pueden estar con otra persona.
-    Yo también lo pensé – dijo Lanie – pero después de hablar con Martha y con Katherine no lo veo tanto.
-    ¿Con Martha? – preguntó Kevin extrañado.
-    Tenemos una aliada – aseguró la forense sonriendo – la llamé para preguntar por Richard y prácticamente no me dejó hablar. Me dijo que teníamos que hacer algo entre todos para que ambos acabasen juntos.
-    ¿Qué tal está Martha? – aprovechó para preguntar Jenny.
-    Deseando que vuelvan Richard y Alexis de sus viajes – aseguró Lanie.
-    ¿Dónde están? – preguntó Javier que no sabía que su novia había hablado con Martha.
-    Alexis en viaje de estudios en Costa Rica – les dijo.
-    ¿Y Richard? – preguntó Javier – porque le he llamado varias veces y siempre está apagado o fuera de cobertura.
-    Siguiendo a su hija sin que ella lo sepa – aseguró riendo Lanie – desde su secuestro se ha vuelto un poco paranoico y no tener a Katherine al lado lo ha agravado según Martha.

Javier negó con la cabeza sonriendo.

-    No sé si bueno o no que nos siguiese tanto – dijo – al final es la pobre Alexis quien lo paga – aseguró provocando la risa de los otros tres.
-    El caso es que Martha – interrumpió Lanie – me ha dicho que Richard todavía estará fuera dos semanas y que después tendrá que ocuparse de la promoción de su libro. No tendrá tiempo para nada más.
-    Eso le llevará otros dos o tres meses – aseguró Kevin pensando.
-    Exacto – dijo Lanie.
-    Además – continuó Jenny que estaba informada de todo –  Martha ha dicho que Paula, su representante, podrá hacer algo por alargar ese tiempo, incluso que podría recurrir a su editora, ya sabéis, su exmujer para presionarle.
-    ¿Qué opina de todo esto Alexis? – preguntó Kevin que sabía como influía en las decisiones de Richard la opinión de su hija.
-    Eso es lo bueno – aseguró Lanie mirando su reloj y poniendo su móvil en el centro de la mesa.

En ese mismo momento el teléfono de la forense comenzó a sonar y ella ladeo su cabeza lateralmente y enarcó una de sus cejas frunciendo su boca en señal de superioridad.

-    Hola cariño – dijo después de presionar el botón de respuesta de su móvil.
-    ¡Lanie! – exclamó la pelirroja – estaba deseando hablar contigo. ¿Qué tal todo?
-    Cariño, estoy con Jenny, Kevin y Javi – le dijo – y el manos libres está funcionando.
-    ¡Hola chicos! – les dijo muy contenta - ¿Qué tal estás Jenny? Lanie me ha dicho que esperáis un bebé.
-    ¡Hola Alexis! – dijo Jenny -. Todo va muy bien. ¿Qué tal tu curso?
-    ¡Perfecto! No sabéis cuánto estoy aprendiendo. Esto es increíble.
-    ¿Qué sabes de tu padre cariño? – preguntó Lanie con énfasis para que el resto comprendiesen y recordasen que la joven no sabía que su padre estaba en Costa Rica vigilándola de cerca.
-    Ayer me envió un correo – les dijo – está en Florida de vacaciones. Dice que se está poniendo muy moreno y cogiendo peso. Creo que está algo mejor, pero sé que no puede olvidarla y que sufre, lo noto cuando hablo con él por teléfono.

Jenny negó con la cabeza. Aunque estaba entusiasmada por poder ayudar a la expareja, cada vez que pensaba en lo mal que ambos podían estar pasándolo, sus revolucionadas hormonas provocaban que la joven se entristeciera. Kevin, atento, la tomó de la mano sonriéndola.

-    Yo no he dejado de hablar con Katherine  durante estas últimas semanas – dijo Lanie – y estoy totalmente convencida que está arrepentida de no haber aceptado ese anillo.
-    ¡Genial! – dijo Alexis y los cuatro se miraron sonriendo - ¿Y cuál es el plan chicos?

/../

Richard observó a Alexis sonriendo. Aquel clima estaba sentándola muy bien. Tenía la piel ligeramente tostada y  eso hacía que sus ojos, tan azules como los de él, resaltasen aún más. Alexis reía mientras hablaba con una decena de chicos y chicas. Richard ladeó la cabeza negando ligeramente al ver como la chica era abrazada por la cintura por uno de los muchachos del grupo, sin que a ella le molestase, al contrario, pudo comprobar como  Alexis se giraba para darle un ligero beso en los labios.

-    Se veía venir Rick – le dijo riendo con fuerza Leo – ¿No te habías dado cuenta durante estos días? Olía a amor – dijo mientras le daba un ligero toque en la punta de la nariz.
-    Quiero informes de ese chico – contestó frunciendo el ceño.
-    Vamos hombre – dijo Leo con la confianza que le daban treinta días junto al escritor – tiene que ser un buen chaval para estar aquí, no todos los estudiantes pueden permitírselo.
-    ¡Uf! – se quejó él – en eso tienes razón, tiene que tener buenas calificaciones y disponer de una recomendación… pero…
-    Y no olvides que tiene que tener el suficiente dinero como para poder pagar el viaje – añadió Leo que siempre se había ganado la vida por él mismo.
-    ¿Tu amiga no puede decirte nada? – le apremió.
-    Supongo que sí – contestó bajando del coche – y eso seguro que me costará una invitación para cenar.
-    Tranquilo – le dijo Richard riendo – yo me haré cargo.
-    No es eso Rick – le dijo Leo – es que no me gusta lo suficiente y no quiero que se haga ilusiones – le dijo bajando la voz.
-    Bueno, me lo debes. Tú me dejaste con aquella chica en La Fortuna para poder ir con su amiga – le recordó – y a ella le faltó poco para pedirme en matrimonio.
-    Eso fue culpa tuya, amigo – contestó riendo – no haberte metido tanto en tu papel y no haberla besado.
-    No me lo recuerdes, y ten claro que lo hice únicamente por ti – dijo él suspirando – anda ve a ver si te puede decir algo…

Tres horas más tarde, y tras conseguir los datos personales del amigo de Alexis, que se llamaba Brian Wallace y era de Philadelphia,  Leo aparcaba frente a su casa en San José e invitaba a Richard a entrar en la misma. La mañana siguiente volarían en avioneta al Parque Nacional de Tortuguero, y el joven había convencido a Richard para que aceptase dormir aquella noche en su casa sin necesidad de ir a un hotel. Y Richard había aceptado. Había encontrado en el guía a un amigo incondicional, traspasando la barrera profesional. Intentaba aprender de Leo todo lo que podía, tanto de sus conocimientos sobre Costa Rica, que iban desde fauna y flora a geología, como del don de gentes que tenía y su capacidad para hacer amigos. Le entusiasmaba la cantidad de personas que conocía a lo largo y ancho del país y la manera en la que utilizaba esa amistad para hacerse favores mutuamente.

El joven también había hecho de profesor de español y después de un mes, Richard era incluso capaz de apañárselas por sí sólo en un rudimentario español que poco a poco iba enseñándole Leo, entre risas y bromas por sus olvidos, por su acento y por la gran cantidad de palabrotas y palabras obscenas que Leo le enseñaba y que él utilizaba sin saber su verdadero significado.

Aquella noche, mientras estaba tumbado sobre la cama de la habitación de invitados,  Richard pensó en llamar a Lena y pedirle disculpas, pero cambió de opinión al darse cuenta que únicamente estaría allí una noche y ella podría pensar que quería volver a utilizarla en vez de disculparse. Irremediablemente volvió a pensar en Katherine. La había prometido llamarla y no lo había hecho. Desde la última vez que se habían visto, no había dejado de pensar en ella ni un solo día, ni una sola hora, casi ni un solo minuto. Miró su reloj. Las ocho en DC. Tomó aire y cogió su iPhone.

-    Hola – dijo en cuanto ella contestó con su “Beckett” habitual.
-    ¿Richard? – preguntó ella.
-    Sí. ¿Puedes hablar? – preguntó - ¿Estás ocupada?
-    Bueno… - dudó ella - en realidad me pillas en mitad de un caso, pero… podemos hablar un rato.
-    ¿Qué tal estás? – preguntó como un autómata.
-    Estoy bien – contestó – algo cansada, pero este trabajo es así. ¿Cómo estás tú?
-    Yo estoy bien – dijo forzando para si mismo una sonrisa – estoy de vacaciones.
-    ¡Ah! – exclamó ella – eres afortunado.
-    ¿Estás en DC? – preguntó sabiendo que podría ocuparse de casos en cualquier lugar del país.
-    Eh… no… en realidad estoy en Memphis – admitió ella.
-    ¿Te gusta el trabajo? ¿Era lo que esperabas?
-    La verdad es que este es mi cuarto caso y todavía tengo que ir con compañeros de más experiencia – aseguró – pero sí… es lo que esperaba – dijo en voz más baja.
-    ¿Qué tal en Washington? ¿Te gusta la ciudad?
-    Lo cierto es que no he tenido mucho tiempo para visitarla – admitió – el poco que he tenido lo he invertido en buscar apartamento.
-    ¿Ya estás instalada?
-    Gracias a tu generoso regalo he podido comprar un apartamento – le informó.

Richard hizo un silencio, el corazón le acababa de dar un vuelco. Si ella había comprado un apartamento, era porque ya no tenía intención de dar marcha atrás y volver a Nueva York. En ese mismo momento, pudo oír una voz de hombre que la llamaba.

-    Creo que tienes que colgar, te esperan para cenar – le dijo para que supiese que había oído lo que la otra persona había dicho.
-    Richard… lo siento…
-    Ya… bueno, no importa, ya te llamaré en otro momento que no tengas una cena para hablar sobre tu caso – le dijo defraudado.
-    Richard…
-    Adiós – dijo él colgando.

Desconectó el teléfono y lo tiró sobre la cama. Comenzó a llorar amargamente.

Sabía que la había perdido, aunque secretamente soñaba con recuperarla. Pero el hecho de que ella se hubiese comprado un apartamento y que le mintiese diciéndole que estaba en mitad de un caso, cuando en realidad iba a salir con alguien a cenar, era la inequívoca señal que no quedaba ningún resquicio de esa esperanza que él aún tenía. Ahora sabía que no iba a recuperarla. Se preguntó si de verdad estaría en Memphis.

Leo dio un par de golpes con los nudillos sobre su puerta y le vio limpiándose los ojos.

-    Iba a preguntarte si querías que pidiésemos algo de comer – le dijo Leo – pero creo que será mejor que salgamos a tomar unas cervezas…

Richard asintió poniéndose en pie y acercándose a la puerta, donde Leo le dio una palmada en la espalda.

-    Es duro olvidar amigo – le dijo para animarle –.  Venga, que voy a llevarte a un sitio y podrás probar un licor que aún no conoces. Y me contarás que ha pasado.

Richard asintió. Leo también se había convertido en el confidente del escritor, que después de compartir cervezas tenía tendencia a soltar su lengua.

Diez horas después, Leo le zarandeaba para despertarle. Richard abrió los ojos con dificultad.

-    Tenemos dos horas – le dijo el joven – arriba.

Richard se observó. Todavía estaba vestido. No tenía ni idea de cómo había llegado hasta allí. Sólo recordaba que Leo había pedido una botella de “chirrite” una bebida hecha a base de fermentación de caña de azúcar y que el joven comentó que no era fácil de encontrar en San José, pues era de fabricación casera.

Se puso en pie apoyándose en la pared al notar el mareo provocado por los restos de alcohol que aún circulaba por su cuerpo.

Leo le tendió una taza de café y Richard le miró sorprendido tras comprobar el color de la bebida.

-    Creo que podré masticarlo – dijo el escritor.
-    Eso es café y no lo que tenéis en Nueva York – le dijo sonriendo – tómatelo, te resucitará.

Richard tomó un sorbo. Tenía que reconocer que el sabor era mucho más intenso y que podía notar aromas que en el café de su ciudad jamás había notado.

Unas horas después y mientras subía a la avioneta que les llevaría al Parque Nacional de Tortuguero, se dio cuenta de la razón que tenía Leo al decir que aquel café le resucitaría.

-    He hablado con Miguel está mañana y nos espera en el aeropuerto – le dijo – nos alojaremos en su casa, he cancelado las reservas del hotel.
-    ¿No le molestaremos? – preguntó Richard.
-    Está acostumbrado a compartirla – aseguró – cuando hay demasiados voluntarios cede habitaciones de su casa para que puedan alojarse.

Miguel debía tener la misma edad de Leo. Era moreno, de complexión fuerte, no demasiado alto y rasgos hispanos. Se fundió en un gran abrazo con Leo y a él le saludo en un fluido inglés marcado con acento.

Cuando llegaron a su casa, el coordinador les dejó allí mientras salía deprisa en su moto a solucionar un problema en la playa.

-    Os espero en la playa – le dijo a Leo – las llaves del coche están puestas. Hay comida en la nevera.
-    Será mejor que comamos algo y nos cambiemos de ropa – le dijo Leo – nos llenaremos de arena y puede que incluso nos metamos al agua, ponte un bañador… y no olvides tu cámara.

Mientras Leo conducía hasta la playa, iba explicando al escritor cómo estaba formado el parque. A Richard aquel lío de canales, ríos, lagunas y playas le desorientaba. Leo le explicó que el Parque Nacional no sólo lo componía tierra firme si no que además incluía las costas, que doblaban en extensión al área terrestre. Entre explicaciones fueron llegando hasta el centro de coordinación, donde aparcaron y se acercaron a Miguel, que hablaba con una mujer.

Se fueron acercando y Richard no pudo evitar observar a la mujer que les daba la espalda. Era alta, delgada e iba vestida con pantalones cortos de color tierra, llenos de bolsillos y una camisa blanca de manga corta, llevaba gafas de sol y  un chonete, un sombrero típico del país,  en el que sujetaba una bandolera roja y blanca, llevaba en su mano un cuaderno bastante grande y grueso en el que hacía anotaciones. Miguel les saludó al verles y la mujer se dio la vuelta. De inmediato Richard pudo comprobar como les sonreía, quitándose las gafas y dejando ver unos grandes ojos de color ámbar, tan claros que casi parecían amarillos, sus pómulos eran marcados y su nariz fina. Richard pensó que era muy guapa.

-    ¡Leo! – le dijo al guía acercándose y dándole un beso en la mejilla– me alegra mucho volver a verte.
-    A mi también me alegra Rox – dijo correspondiendo al saludo – te voy a presentar a…
-    ¿Richard Castle? – preguntó sorprendida la mujer mientras le observaba y le tendía la mano.
-    Sí – dijo Richard.
-    No puedo creerlo – dijo ella.
-    Roxanne Blosser – dijo Leo – bióloga y veterinaria del parque.
-    No pensé que uno de mis escritores favoritos visitaría este lugar – dijo ella.
-    ¿Lees los artículos de Rick? – preguntó Leo extrañado.
-    ¿Artículos? – dijo sin dejar de mirar al escritor – leo sus novelas, Richard Castle es escritor…
-    ¿Escritor? – preguntó Leo sorprendido - ¿Pero no eras periodista?
-    Creo que te debo una explicación – admitió Richard.
-    ¿Qué tal si te la da más tarde? – intervino Miguel – Leo, lo siento, pero tengo unos turistas italianos interesados en una ruta corta por el parque y… me vienes genial.
-    ¡Miguel! – protestó el joven.
-    Vamos hombre, serán un par de horas y Richard puede quedarse con Rox…
-    Por mi no hay problema – dijo ella - ¿Quieres ver un desove de tortuga?
-    ¡Claro! – exclamó el escritor mientras sonreía a Rox – eso será estupendo.

Leo le miró negando ligeramente con la cabeza y sonriendo al comprobar que el escritor no quitaba ojo de la bióloga.

-    Supongo – dijo Leo consultando su reloj – que nos veremos para cenar…
-    Hoy cenaremos todos en la playa – informó Rox – las primeras nidadas de Baula están a punto de eclosionar, quizá está misma noche…
-    Bien… te dejo en buenas manos Rick – le dijo Leo guiñándole un ojo.
-    Prometo no estorbar – dijo él con la mano sobre el pecho.
-    No creo que lo hagas – contestó Rox cogiéndole del brazo para que la siguiese…

/../

Katherine suspiró mientras dejaba la bolsa de su ropa sobre una de las camas de la habitación del hotel que una vez más compartiría con su compañero. Arrugó la nariz, la habitación olía a cerrado. Mandy no pudo encontrar nada mejor ni un hotel con dos habitaciones libres. La ciudad estaba llena por el festival de música anual.

-    ¿Te importa si me ducho yo primero? – preguntó a Aaron que se acercaba a una de las ventanas y la abría para que entrase algo de aire.
-    No hay problema – contestó - ¿Te apetece que salgamos a cenar algo decente o estás demasiado cansada?
-    La verdad es que estoy harta de sándwich – admitió mientras sacaba ropa de su bolsa– pero primero necesito una ducha.
-    Es curioso – le dijo él – me preguntaste si era común compartir habitación y te dije que no, y en un mes con ésta, son tres veces…
-    Ya… - dijo ella con un ligero tono de fastidio entrando al baño y cerrando la puerta.
-    Será cosa del destino – dijo Aaron en voz baja sin que ella pudiese oírle.

Media hora después, vestida con sus queridos vaqueros y mientras terminaba de secarse el pelo, su teléfono comenzó a sonar. Descolgó sin mirar quien era, intuyendo que se trataría de Mandy que había quedado en mandarles unos datos.

-    Beckett – dijo al contestar.
-    Hola – dijo una voz que le pareció Richard y a ella se le aceleró el corazón.
-    ¿Richard? – preguntó.
-    Sí. ¿Puedes hablar? ¿Estás ocupada? – preguntó él.
-    Bueno… - se quedó en silencio incómoda por si Aaron podía oírla – en realidad me pillas en mitad de un caso, pero… podemos hablar un rato – mintió.
-    ¿Qué tal estás? – preguntó Richard pero ella apenas entendió la pregunta, estaba demasiado nerviosa.
-    Estoy bien, algo cansada, pero este trabajo es así – le dijo -.  ¿Cómo estás tú?
-    Yo estoy bien – contestó él – estoy de vacaciones.
-    ¡Ah! – exclamó ella pensando que ambos podían estar compartiendo una bebida en cualquier playa de Bora Bora si hubiese aceptado su propuesta – eres afortunado.
-    ¿Estás en DC? – preguntó él
-    Eh… - dudó sin saber si decirle realmente dónde estaba- no… en realidad estoy en Memphis –  le dijo finalmente.
-    ¿Te gusta el trabajo? ¿Era lo que esperabas?
-    La verdad es que este es mi cuarto caso y todavía tengo que ir con compañeros de más experiencia – aseguró – pero sí… es lo que esperaba – dijo en voz más baja sabiendo que le mentía. Aquel trabajo no era el que esperaba, únicamente se encargaba de casos que podían poner en peligro la administración del país y que no debían salir a la luz porque podían suponer una vergüenza para el político de turno.
-    ¿Qué tal en Washington? ¿Te gusta la ciudad? – preguntó él en un tono que denotaba preocupación.
-    Lo cierto es que no he tenido mucho tiempo para visitarla – contestó ella – el poco que he tenido lo he invertido en buscar apartamento.
-    ¿Ya estás instalada?
-    Gracias a tu generoso regalo he comprado un apartamento.

En ese mismo momento, Aaron salió del baño con la cara tapada pues iba poniéndose una camiseta y sin ver que ella estaba con el móvil en la oreja.

-    Bueno, pues yo ya estoy listo para salir a cenar – dijo Aaron – he visto un par de restaurantes interesantes en ese folleto que está sobre la mesita. Dime ¿Qué te parecerían un par de cervezas bien frías con pollo frito sureño y… - en ese momento Aaron se dio cuenta que ella hablaba por teléfono y no terminó la frase.

Katherine notó como Richard había hecho un silencio. Maldijo en silencio a Aaron por ser tan oportuno.

-    Creo que tienes que colgar, te esperan para cenar – le dijo él haciéndola saber que había oído a Aaron.
-    Richard… lo siento… - intentó disculparse.
-    Ya… bueno, no importa, ya te llamaré en otro momento que no tengas una cena para hablar sobre tu caso – le dijo con un tono de voz que ella identificó de reproche.
-    Richard… - quería decirle que no le mentía, que tan sólo era su compañero y era un momento inapropiado para hablar.
-    Adiós – dijo él colgando sin dejar opción a más explicaciones.
-    Richard, espera, no cuelgues – dijo deprisa – no es…

Retiró su móvil de la oreja mirándolo. Él había colgado.

-    Lo siento – se disculpó Aaron – no imaginaba que hablabas.
-    No importa – dijo poniéndose en pie – vamos a cenar.
-    ¿Habláis a menudo? – preguntó sabiendo que se trataba de su exnovio.
-    La última vez fue hace un mes – admitió ella después de unos segundos.
-    Lo siento…
-    No importa, de verdad Aaron – le dijo forzando una sonrisa mientras esperaba que él cerrase la puerta de la habitación.
-    ¿Te he dicho alguna vez que te queda mucho mejor el pelo suelto?

Katherine intentó olvidar durante la cena la conversación que había tenido con Richard, aunque para empezar a hacerlo, tuvo que beberse media docena de cervezas. Aaron no pudo seguir su velocidad cuando, después de cenar, continuaron con el tequila.

-    Creo que deberíamos volver al hotel – le dijo Aaron riendo al ver cómo ella caminaba de regreso del baño.
-    Será lo mejor… mañana hay que trabajar – dijo ella que parecía no haber perdido ningún punto de lucidez.

Durante el corto paseo del restaurante al hotel, Aaron sujetó un par de veces a su compañera por la cintura, temiendo que perdiese el equilibrio sobre sus tacones, pese a que ella se empeñaba en demostrarle que no era necesario, parándose y comenzando a andar con la frente muy alta y sin mirar al suelo.

Aaron abrió la puerta de la habitación y la dejó pasar. En ese momento ella se deshizo de sus zapatos y comenzó a desabrocharse el pantalón vaquero.

-    ¡Eh! Ni se te ocurra hacer eso – dijo Aaron – puede que te parezca un inofensivo compañero de habitación, pero si haces eso… no creo que pueda contenerme.
-    Lo siento – dijo soltando una carcajada – no me había dado cuenta.

Tambaleándose ligeramente, cogió su pijama y se metió en el baño para cambiarse y lavarse los dientes.

-    ¿Estás bien? – preguntó Aaron después de un rato sin oírla – Katherine…

Aaron se atrevió a abrir la puerta del baño y no pudo evitar reírse al encontrar a su compañera sentada sobre un pequeño taburete los pies sobre el inodoro, con el cepillo de dientes en la boca, la cabeza apoyada en la pared y los ojos cerrados. Al menos se había puesto el pijama…

-    Vamos – le dijo acercándose y dándole un vaso de agua – enjuágate y a la cama.
-    Sí – contestó dejándose ayudar.

Aaron retiró la sábana superior de la cama y la ayudó a tumbarse, tapándola hasta el cuello, como había visto que ella hacía en otras ocasiones. Después entró al baño recogiendo la ropa que ella había dejado en el suelo, dobló con cuidado los vaqueros y la camisa y observó con una sonrisa el sujetador negro.

Tres horas más tarde, Katherine despertaba zarandeada por su compañero que estaba sentado a su lado en la cama.

-    Lo siento – dijo ella entre sollozos en cuanto fue consciente que había despertado a Aaron con su pesadilla.
-    No pasa nada – le dijo él conmovido por su llanto – volvías a llamarle – le dijo tendiéndole un pañuelo.

Kate guardó silencio. Había vuelto a tener la misma pesadilla, Richard se iba. Aaron se levantó para darle una botella de agua volviéndose a sentar junto a ella al dársela.

-    ¿Quieres hablar sobre…? – preguntó en voz muy baja.
-    No… de verdad… - dijo volviendo a llorar.
-    Ven aquí – le dijo rodeándola con sus brazos y estrechándola para intentar calmarla.

Aaron no pudo contenerse más. Su olor, el roce de sus pechos contra sus pectorales, su personalidad  y esa muestra de fragilidad que mostraba en ese momento… no pudo evitarlo, se separó de ella ligeramente y la levantó el mentón con el dedo índice, acercando su boca a la de ella y besándola.

Ella no opuso resistencia, correspondiendo al lento beso de Aaron. Pero cuando él llevó su mano a su nuca apretándola contra él, se separó poniendo sus manos sobre su torso.

-    Aaron… - dijo bajando la cabeza para evitar mirarle.
-    Lo siento – se disculpó él – lo siento, pero no he podido evitarlo. Las últimas horas han sido… intensas.

Ella asintió, recordando cómo se había pasado con el tequila y cómo Aaron se había comportado pidiéndola que se desnudase en el baño y ayudándola a meterse en la cama.

-    Gracias por ayudarme antes – le dijo – lamento haberte equivocado…
-    Ha sido culpa mía – contestó él – oye… no ha pasado nada ¿vale? y te prometo que no volverá a pasar.
-    Aaron, he renunciado a muchas cosas importantes en mi vida por este trabajo – confesó – a demasiadas cosas… No quiero fastidiarlo ahora por un beso con compañero…
-    No es mi intención publicarlo – aseguró sonriendo– yo tampoco quiero perder mi trabajo.
-    Bien…
-    ¿Vas a volver a despertarme llamando a Richard? – preguntó en broma.
-    No.
-    ¿Puedo volver a mi cama entonces?
-    Aaron… - le dijo cogiéndole la mano cuando él se levantaba - gracias… por todo.
-    No tienes por qué darlas – le dijo agachándose para besarla en la frente – eres la compañera más divertida de todo el FBI… te emborrachas, intentas desnudarte delante de mi, te quedas dormida en el baño y despiertas a medio Memphis con tus gritos…

Katherine se dejó caer sobre la almohada sonriendo por el comentario de su compañero. Se preguntó cómo había sido capaz de separarse de ese beso. Le gustaba Aaron, era atractivo, atento y divertido. Y tras la llamada de Richard, tenía claro que no podría recuperarle…

Deseó que Aaron no volviese a besarla más, porque no sabría si podría detenerse la próxima vez…

/../

Alexis sonrió a Michelle, que la devolvió el gesto.  Su profesor acababa de explicarles que un pequeño grupo de los estudiantes que ahora mismo estaban en el centro de Palo Verde, serían seleccionados para hacer un viaje a uno de los Parques Nacionales de Costa Rica la semana siguiente.

Para conseguir ser elegido, deberían demostrar, por medio de un trabajo, que habían obtenido los conocimientos suficientes en las cuatro semanas que llevaban allí. El trabajo se realizaría en grupos de diez estudiantes, y la totalidad del grupo ganador viajaría para poner en práctica lo aprendido junto a uno de sus profesores y a las órdenes de un biólogo del parque. Desde allí, volverían a San José y a sus casas, dando por finalizado el curso y obteniendo doble calificación que contaría para sus créditos en sus universidades de origen.

Alexis y Michelle tenían muy claro que ellas debían ser las elegidas, junto al resto de los compañeros con los que habían establecido más que una amistad y que justo, formaban un grupo de diez.

-    Tenemos que hacer el mejor trabajo – dijo Michelle – necesito esos créditos extra para mi beca.
-    Sí, yo también los quiero- admitió Alexis – además sería genial que fuesemos todos juntos.
-    Será complicado – dijo Michelle mirando a otra de las alumnas – seguro que Susan lo pondrá difícil.
-    Si encuentra a otras ocho personas que quieran hacer el trabajo con ella, claro – dijo Alexis – yo creo que salvo Heather no la soporta nadie.
-    Sí, pero seguro que ellas dos harán todo el trabajo, así que cualquiera les dirá que sí con tal de hacer esas prácticas.

Ambas chicas miraron a sus dos contrincantes. Eran buenas estudiantes, pero demasiado engreídas. Esperaban que sus profesores valorasen la capacidad del trabajo en equipo.

Más tarde, y mientras daban su paseo habitual con el resto de sus compañeros,  todo el grupo decidió que querían aquel viaje y que lucharían por hacer el mejor trabajo.

Al fin y al cabo, no todos los días se tenía la oportunidad de ir a hacer prácticas al Parque Nacional de Tortuguero…

         
G R A C I A S  por leer hasta aquí. Como siempre digo, espero no haber defraudado a nadie.

Nos vemos el próximo lunes.
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Mensaje por roy-rogers Lun Jun 24, 2013 9:34 am

Muchas gracias ,  gran capi , se avecina un buen enredo , 
Nunca decepcionas 

MUCHAS GRACIAS 

Happy ClapHappy ClapHappy ClapHappy ClapHappy ClapHappy Clap

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Mensaje por Yaye Lun Jun 24, 2013 10:28 am

ClapClap Excelente capítulo. No me está cayendo muy bien Aaron y menos me están gustando esas dudas de Kate. A la espera del siguiente capítulo.
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Mensaje por Beckett_Castle_Alba Lun Jun 24, 2013 10:50 am

Que ganas tenía de leer el nuevo capítulo.

Me encanta como comienza la visita de Castle al Parque Nacional de Tortuguero, tiene pinta que va a ser una visita de lo más entretenida, y más ahora que ha encontrado una acompañante tan buena como Roxanne jaja
Lo malo va a ser como Alexis y su equipo ganen y lo encuentre allí. Se le va a destapar a Castle todo su plan de espiarla.

Beckett me ha dado pena. Para una vez que Castle se anima a llamarla, el otro no se podía fijar menos o bajar un poco la voz, no, se tuve que enterar hasta Castle al otro lado del teléfono. Aaron me cae bien pero es un poco inoportuno, primera con la llamada y luego con el beso. Se ve que Beckett tampoco se lo ha puesto demasiado fácil, que el hombre se ha tenido que aguantar los suyo después de que casi se llegue a desnudar delante de él. Es un santo, cuida de ella de maravilla, pero si no Beckett no estuviese aun pillada de Castle, me parece a mi que no se iba a aguantar demasiado.

Como siempre, un estupendo capítulo Ana.
A esperar al próximo lunes.
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