Volver a empezar. CAP 19. FINAL. (23/09/13)
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Re: Volver a empezar. CAP 19. FINAL. (23/09/13)
Para variar, me ha encantado el capi Siempre es un placer leer fics como este, y hoy llevo una buena dosis de lectura entre unos y otros, así es que no avanzo con los libros que quiero leer
Me gustó mucho que Rick diese el paso de llamarla, pero como no, tenía que estar Aaron por el medio, sabía yo que nos iba a traer problemas, y mira que no me cae mal, es muy atento y cuida de Kate, pero a ver si es verdad que no volverá a intentar nada, porque sino...
¡Y me encanta el plan! Si es verdad que falta mucho tiempo y pueden pasar muchas cosas, pero como los dos estarán muy ocupados, esperemos que no pasen Además, para que lo tienen todo bajo control, y con la de gente que colabora, ¡no es para menos!
Y digo yo, cuando Alexis vaya al parque, ¿descubrirá que su padre anda por la zona? Si lo hace, esperemos que no reaccione muy mal, tiene que entender al pobre, y a fin de cuentas, le está dejando su espacio... Aunque a mi en su lugar, un poco si me molestaría, pero se me pasaría pronto seguro
A ver como siguen las cosas y a ver que es lo que pasa, ¡toca esperar al siguiente!
Me gustó mucho que Rick diese el paso de llamarla, pero como no, tenía que estar Aaron por el medio, sabía yo que nos iba a traer problemas, y mira que no me cae mal, es muy atento y cuida de Kate, pero a ver si es verdad que no volverá a intentar nada, porque sino...
¡Y me encanta el plan! Si es verdad que falta mucho tiempo y pueden pasar muchas cosas, pero como los dos estarán muy ocupados, esperemos que no pasen Además, para que lo tienen todo bajo control, y con la de gente que colabora, ¡no es para menos!
Y digo yo, cuando Alexis vaya al parque, ¿descubrirá que su padre anda por la zona? Si lo hace, esperemos que no reaccione muy mal, tiene que entender al pobre, y a fin de cuentas, le está dejando su espacio... Aunque a mi en su lugar, un poco si me molestaría, pero se me pasaría pronto seguro
A ver como siguen las cosas y a ver que es lo que pasa, ¡toca esperar al siguiente!
Re: Volver a empezar. CAP 19. FINAL. (23/09/13)
Bueno, antes de nada disculpa la tardanza en poderte comentar... pero he llegado bastante tarde a casa.
Gracias por el capi que no es fácil sacar tiempo para escribir tantas palabras y encima tan sumamente bien.
Ha sido un capi transitorio y, por ende, necesario.
Me ha sorprendido la llamada de Rick pero me ha gustado ver las dos visiones de esa llamada y haber podido descubrir lo que Rick habia escuchado, dándole así un enfoque muy coherente y no dejando un frente abierto a imaginación sino tal y como tú lo tenias en tu mente. Perfecto el detalle Ana!
El "plan" en conjunto me ha gustado mucho... a ver como se las apañan; porque con Rick mas o menos visto pero ... ¿Kate? y el ahora compi-besos ¿Aaron? uhmmm a ver por donde salen las tornas también con Rox.
Me gusta, sip sip. Como siempre un capitulo perfecto en detalles, hasta los más pequeños.... y es un deleite poder percibirlos. Si algo me gustan de los capítulos así es poder leerlos dos veces y sacarles jugo a cada vez.
Enhorabuena y a la espera del siguiente.
Gracias por el capi que no es fácil sacar tiempo para escribir tantas palabras y encima tan sumamente bien.
Ha sido un capi transitorio y, por ende, necesario.
Me ha sorprendido la llamada de Rick pero me ha gustado ver las dos visiones de esa llamada y haber podido descubrir lo que Rick habia escuchado, dándole así un enfoque muy coherente y no dejando un frente abierto a imaginación sino tal y como tú lo tenias en tu mente. Perfecto el detalle Ana!
El "plan" en conjunto me ha gustado mucho... a ver como se las apañan; porque con Rick mas o menos visto pero ... ¿Kate? y el ahora compi-besos ¿Aaron? uhmmm a ver por donde salen las tornas también con Rox.
Me gusta, sip sip. Como siempre un capitulo perfecto en detalles, hasta los más pequeños.... y es un deleite poder percibirlos. Si algo me gustan de los capítulos así es poder leerlos dos veces y sacarles jugo a cada vez.
Enhorabuena y a la espera del siguiente.
Re: Volver a empezar. CAP 19. FINAL. (23/09/13)
gracias por el nuevo capitulo genial! interesante plan el de los chicos! me dio lento si per veamos como sale!
siento sonar machista pero no me gusta mucho la actitud de kate.. despues de k la caga y a pesar de eso castle tiene la desencia de llamarla y todo, por una tontera da por terminado todo sin nisiquera molestarse en probar. ya le esta hechando el ojo al "compañero"
pero vamos que te tengo fe y se que lo arreglaras!
espero entonces con ancias el proximo capi!!!
siento sonar machista pero no me gusta mucho la actitud de kate.. despues de k la caga y a pesar de eso castle tiene la desencia de llamarla y todo, por una tontera da por terminado todo sin nisiquera molestarse en probar. ya le esta hechando el ojo al "compañero"
pero vamos que te tengo fe y se que lo arreglaras!
espero entonces con ancias el proximo capi!!!
cururi- As del póker
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Re: Volver a empezar. CAP 19. FINAL. (23/09/13)
Me encanta, es genial.
Continua pronto k kiero saber si se.aoluciona todo y saber como continua.
Continua pronto k kiero saber si se.aoluciona todo y saber como continua.
_Caskett_- Escritor - Policia
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Re: Volver a empezar. CAP 19. FINAL. (23/09/13)
Dónde narices está el capítulo de este lunes? A este paso se termina el día y no hay capítulo.
Cuelga ya!!!!!!!!
Cuelga ya!!!!!!!!
meln- As del póker
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Re: Volver a empezar. CAP 19. FINAL. (23/09/13)
me cago en vosotras!!! quereis dejarme de hacer sufrir!!! T___________T un poco de piedad no?
choleck- Escritor - Policia
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Localización : en la parra
Re: Volver a empezar. CAP 19. FINAL. (23/09/13)
Buenisisisisimo , que manera mas sutil , jajaja
roy-rogers- Ayudante de policia
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Localización : bilbao
Re: Volver a empezar. CAP 19. FINAL. (23/09/13)
Buenas noches a todos. Técnicamente es Martes, ya... pero Estrella (Meln) y yo, teníamos cosillas que hablar, y ya se sabe, una coca cola, dos coca colas, tres cañas... y si Estrella, lo has colgado antes, pero yo es que tenía que aparcar....
Gracias por pedir que subiese... ya pensé yo que os estaba aburriendo a todos...
Alba: tuyo... espero que te guste.
CAPITULO 7. SORPRESAS.
Gates había sopesado todas las posibilidades. Todas. Desde la vuelta anticipada de su mejor detective y que todo quedase cómo estaba, pasando por admitir el traslado de un detective de otra comisaria para hacerse cargo del trabajo de Beckett, hasta dar mas responsabilidad a Javier Esposito y añadir un tercer miembro a su equipo.
Finalmente Gates optó por la última opción. Después de haber estudiado los informes del detective de Queens, había algo en ellos que no terminaba de convencerla. Gates era buena en eso. De hecho su experiencia en asuntos internos la precedía. La foto de ese detective… sus ojos… trasmitían algo que no le gustaba, no le parecía sincero, y no iba a permitir que sus chicos pasasen por el calvario de soportar a un sustituto que no le llegase ni a la suela de los zapatos a Katherine Beckett. No lo merecían, por muchos informes favorables que le llegasen.
Sabía que Esposito tenía mucho que aprender. Realmente el hispano era bueno, pero era muy descuidado en los informes y también se dejaba llevar más por su corazón más que por la razón, aunque ponerse siempre del lado de Beckett le había ayudado bastante a ser algo más racional y escéptico que su compañero Ryan.
Tampoco conseguía los resultados de Beckett en los interrogatorios, pero por otro lado, solía hacer caso a su instinto de soldado y las primeras impresiones que se formaba al interrogar a un sospechoso iban casi siempre bien encaminadas.
Era curioso que se hubiese decidido por Esposito después de haberle sancionado junto a Beckett por ocultarle información y actuar por su cuenta, pero, precisamente eso también le daba valor al detective. Se tomaba en serio su trabajo, quería atrapar culpables a toda costa.
Lo que ya no tenía tan claro es quién debería trabajar junto a ellos. Desde hacía un par de meses, un oficial especializado en sistemas informáticos, se estaba abriendo paso poco a poco en su comisaría. Era una mujer, joven y con ganas, Moira Campbell. Por el momento, la chica tan sólo había hecho trabajos de investigación y no estaba asignada a ningún equipo. Gates valoraba su trabajo, era muy rápida y eficaz cuando se trataba de investigaciones que requerían el manejo de cualquier tecnología y desde su incorporación a la doce, habían mejorado los tiempos en obtener datos, al no tener que recurrir a los técnicos que aunque eran igualmente eficaces, no entendían muchas de las necesidades de la policía.
Asignaría a Moira, sí. Lo tenía decidido. Tendría que promocionarla a detective y que pasase su periodo obligatorio de prácticas, mientras que a Esposito tendría que elevarle el grado, pasaría de detective de tercer grado a segundo grado. De momento, Gates no se atrevía a darle el rango de primer grado… quizá con el tiempo si mejoraba en sus defectos…
La capitana se quitó las gafas y las dejó sobre su escritorio, ordenando los informes que acababa de revisar. Miró su teléfono y por un momento dudó, pero finalmente lo cogió y marcó.
- Beckett – contestaron al otro lado.
- ¿Katherine? – preguntó Gates sonriendo – soy Victoria Gates.
- ¡Señor! – contestó la agente – ¡Vaya sorpresa!
- Señor es mi marido – contestó Gates – ya no soy tu superior y no es una llamada de trabajo, así que llámame Victoria por favor.
- Eso me resultará muy raro se… Victoria – se corrigió.
- Lo entiendo – aseguró la capitana – pero cuando decidiste marcharte, finalizó nuestra relación laboral y aunque reconozco que me lo pusiste difícil cuando me asignaron a la doce, te ganaste mi respeto y admiración, y me gustaría saber que tu nuevo trabajo cubre todas tus expectativas. ¿Es así?
- Tengo que reconocer que los medios de los que dispongo para resolver los casos – comenzó ella – son casi ilimitados. Pero también tengo que reconocer que por el momento, los casos que he llevado no me han convencido.
- Seguridad Nacional querida – dijo Victoria – política y dinero a partes iguales, secretos y mentiras.
- Exacto – confirmó Katherine manifestando su desacuerdo.
- Somos una gran nación – dijo la capitana – y para que lo sigamos siendo es necesario que los mejores veléis por nuestra seguridad, aunque sea manteniendo secretos y defendiendo posturas políticas.
- Esperaba poder ocuparme de delitos menos… políticos – aseguró ella.
- No me pareces muy conforme ¿quieres tu antiguo puesto? – le ofreció Victoria no perdiendo la oportunidad.
Katherine se echó a reír.
- No podría aunque quisiera – afirmó.
- Tienes contrato blindado – dijo Victoria – pensaba que lo sabías antes de tomar la decisión de marcharte.
- Bueno, ya llevo aquí más de un mes. Y supongo que llegaré a entender y aceptar la importancia de este trabajo… o eso espero – dijo resignada.
- Lo harás – replicó Victoria – al igual que lo hiciste al resolver tantos casos dejando el que de verdad te importaba a un lado.
- Supongo que lo haré – dijo ella suspirando – he renunciado a mi vida por este trabajo…
- Katherine, me ha alegrado mucho poder hablar contigo – le dijo.
- Y a mí señor…
- Victoria – corrigió.
- Victoria – repitió ella.
- No creo que pueda ayudarte en nada, pero… si crees que puedo hacerlo, jamás dudes en llamarme – se ofreció.
- Gracias – dijo ella sorprendida por la reacción de su antigua jefa.
- Tengo que colgar – informó Victoria – tengo un par de niños traviesos ganduleando en la sala de descansó – le dijo sonriendo.
Katherine sonrió ante la ocurrencia de la capitana. Sin duda se refería a los que habían sido sus mejores compañeros.
- No sea muy dura con ellos… son buenos chicos.
- Ya… - admitió – adiós Katherine, cuídate.
- Adiós y muchas gracias por llamarme…
Gates colgó con una leve sonrisa. Entendía la situación de su antigua detective, aunque también sabía que tarde o temprano comprendería la importancia de su nuevo trabajo, y aunque eso le alegraba por ella, pues se aprovecharía su gran potencial, por otro lado la noticia de que su trabajo no la llenase por completo le alegraba incluso más… ¿Cabría la posibilidad que ella volviese a su antiguo puesto? Se preguntó cuanto duraría su contrato obligatorio…
Gates volvió a sonreír. Esposito detective de segundo grado y Moira en prácticas, por el momento… y si Beckett decidía volver, tendría un bonito equipo de cuatro detectives.
Firmó los informes necesarios para ascender a su personal y se marchó a comer.
/../
Richard se despertó cubierto de sudor. Miró su reloj, eran las dos de la tarde. Demasiado calor y humedad para seguir durmiendo. Llevaba cinco días en aquel lugar y se había pasado las noches en la playa, emocionado con el gran despliegue que ante sus ojos, le mostraba la naturaleza al permitir que cientos de pequeñas tortuguitas emergieran por si solas de entre la arena de la playa y se abriesen camino hasta el agua.
Se levantó rápido de la cama y se encaminó hasta la ducha. Estaba sólo en la casa, Miguel y Leo apenas dormían, atareados en las labores del parque. Si se daba prisa, encontraría a Rox en su pequeña clínica-laboratorio, tomando medidas y evaluando los huevos que las tortugas verdes habían comenzado a depositar en la playa y que tanto ella como los voluntarios y personal del parque se encargaban de recuperar y poner a buen recaudo, a salvo de depredadores y del peor enemigo que podían tener: los furtivos. Cada año era lo mismo, una lucha constante contra los elementos, los depredadores naturales y los cazadores furtivos que expoliaban los nidos vendiendo los huevos como producto afrodisiaco y obteniendo varios miles de dólares por cada nido robado.
La tarde anterior, Richard había sido testigo de cómo los guardas forestales del parque habían atrapado a un muchacho de unos catorce años, que había llegado hasta la playa en una pequeña y maltrecha canoa. Le habían atrapado con noventa y cinco huevos. Sólo le había dado tiempo a localizar un nido. Las leyes locales estipulaban una multa de cien dólares por el primer huevo incautado, y sesenta por cada uno de los restantes… El muchacho se enfrentaba en total a una multa de casi seis mil dólares.
A Richard le sorprendió la entereza y su profunda y oscura mirada al verse atrapado. No podría pagar la multa y no diría quienes eran sus padres para no hacerles cargar con ese peso. Seguramente acabaría en cualquier internado del país y allí terminaría siendo un delincuente y no un chaval que robaba huevos de tortuga para sacar a su familia a flote.
Hablaría con Rox y Miguel para intentar hacer algo por el chico. Leo le había aconsejado que no se molestase. Si le soltaban sin denunciarle, volvería a intentarlo y quizás tuviese más suerte en la segunda ocasión. Leo le recordó que quizá uno de cada cien huevos llegaba a evolucionar hasta la edad adulta. Robar esos huevos era condenar a la extinción a una especie.
Richard tomó una taza y se sirvió aquel oscuro café al que se había acostumbrado y del que no sabría si podría sobrevivir. Sin duda ese lo había preparado Leo, casi podía masticarse. Salió de la casa de Miguel y se subió a la moto que este le dejaba para que se desplazase, poniendo rumbo al centro de coordinación y a la clínica de Rox.
- ¡Buenos días! – saludó al entrar.
- Hola Rick – contestó ella sonriéndole.
- ¿Qué estas haciendo? – preguntó curioso mirándola por encima del hombro y dándole un beso en la mejilla.
Rox le mostró una pequeña tortuga a la que estaba curando una de las aletas delanteras. En su carrera hasta el agua, había sido atrapada por una gaviota, que la soltó asustada por uno de los voluntarios. El pico de la gaviota le había hecho una herida que Rox cuidaría durante unos días y en cuanto estuviese lista, la soltaría junto a la primera nidada que eclosionase para que volviese a intentar su aventura de supervivencia.
La veterinaria dejó a la pequeña tortuga en el terrario individual y se giró hacia Richard.
- ¿Dispuesto a pasar calor Rick? – le preguntó quitándose la bata que utilizaba en su clínica.
- ¿Qué haremos hoy? – preguntó él.
- Prepara tu cámara – le dijo – hoy verás como preparan sus nidos las tortugas verdes.
- ¿Van a venir hoy más? – dijo él.
- Hoy vendrán muchas más – aseguró ella – los voluntarios que vigilan la costa han avisado que se acercan más de un centenar, hoy dejaremos los nidos para ocuparnos de las tortugas verdes que lleguen.
- ¿Vamos? – dijo él saliendo por la puerta.
- Espera Rick… - le gritó ella – ayúdame con todo esto.
La veterinaria le hizo cargar en la parte trasera de su pick-up varios recipientes plásticos de diferentes tamaños, material veterinario, un gran bidón con agua y una pequeña nevera que ella abrió enseñándole su contenido.
- ¿No habías pensado que hay que comer hoy? – le dijo riendo.
Richard se encogió de hombros sonriendo.
- La verdad es que estoy disfrutando tanto de esto, que no me doy cuenta de lo rápido que pasan las horas – le dijo abriendo la puerta del conductor para que ella entrase.
Se subió a su lado y la miró sonriendo. Se había dejado convencer por la veterinaria y por Miguel para quedarse más días allí, y no se estaba arrepintiendo en absoluto.
El trabajo de Rox le parecía fascinante. Se había pasado cinco años viendo cadáveres en una ciudad de cemento y cristal, aprendiendo de la necedad y el egoísmo humano. Y después de cinco días en la playa, luchando porque el mayor número de tortugas llegasen al agua, disfrutando del sol, el aire puro, la tranquilidad y los momentos compartidos junto a voluntarios y trabajadores que celebraban con aplausos cada nidada que llegaba al agua y obtenían como recompensa únicamente la satisfacción de sus propias risas, después de todo eso, descubría que la vida era increíble, que toda su existencia la había pasado sin apreciarla y sin valorar la magia de la naturaleza.
No necesitaba camisas caras, un Ferrari ni un loft en una privilegiada zona de Manhattan. No necesitaba fiestas ni amigos importantes. Cenar pescado recién capturado en la propia playa, acompañado de gente que valoraba su esfuerzo por no ser patoso y andar por la playa sin pisar huevos o tortugas, y que jamás había oído hablar de Richard Castle, porque sus conocimientos no pasaban por novelas policiacas absurdas, pero si por mirar el cielo y saber con exactitud cuando iba a levantarse la brisa, por subir a una palmera con presteza, abrir sabiamente un coco para evitar deshidratarse, por nadar bajo el agua con un palo afilado y emerger con un pez… gente que no derrochaba ni malgastaba recursos… personas a quien no les importaba el dinero, solo poder seguir viviendo como lo hacían… Quizá no necesitaba volver a Manhattan, quizá la vida le estaba diciendo que aprovechase y viviese de nuevo…
- ¿Me estas escuchando? – preguntó Rox riendo – Creo que estas a miles de kilómetros de aquí.
- ¿Cuándo decidiste quedarte aquí a vivir? – preguntó él.
- Nacer en San Diego y que tus padres trabajen en uno de los refugios de vida silvestre te marca – dijo ella – soy lo que soy por ellos. En cuanto acabé la carrera comencé a trabajar con ellos. Si lo unes a que en San Diego es fácil aprender español, y en la reserva comenzaron a hacer viajes de intercambio…
- ¿Hiciste un viaje de intercambio? – preguntó Richard curioso.
- Aprenden de nuestras leyes y como gestionar el parque y nosotros aprendemos de sus conocimientos ancestrales – afirmó – ellos comprenden a los animales.
- Y aquí puedes hacer más que en San Diego ¿verdad? – preguntó.
- Sí – afirmó ella – en la reserva nos preocupaba el bienestar de los animales y curarles cuando llegaban mal heridos, pero procurar que una especie no se extinga depende de muchos países, no sólo del nuestro.
- Así que, con tu español, tus conocimientos y tu experiencia…
- Me quedé aquí… -confesó.
- ¿Cuánto tiempo hace de eso? – preguntó.
- Casi diez años – dijo – aunque procuro pasar un par de meses al año en San Diego.
- ¿Echas de menos la ciudad? – preguntó.
- No, pero si a mis padres y mis sobrinos – aseguró –. Yo he nacido para esto Rick, vivía en San Diego, pero crecí en la reserva, entre pájaros y peces.
- Comprendo – dijo él asintiendo.
Richard volvió a quedarse en silencio.
- ¿Cuántos años tienes Rox? – preguntó al fin.
- Treinta y cinco – contestó – y si vas a decir que soy demasiado joven para hacerme cargo de esto, te diré…
- No – cortó él – en absoluto – le dijo pensando que Katherine y ella tenían la misma edad.
- ¿Y no hechas de menos tener una familia propia y no sólo tus sobrinos? – preguntó directo.
- Bueno… ya hice un intento y no funcionó – le dijo -. Nos conocíamos desde la universidad, cuando decidí quedarme aquí, él vino conmigo. Trabajamos juntos, pero siempre quiso volver a San Diego. Me divorcié hace seis años.
- Lo siento – dijo él.
- Yo no – afirmó – mi sitio está aquí. Mi vida está aquí y jamás renunciaré a esta vida por nadie.
Richard se quedó pensativo. Eso mismo había hecho Katherine, no renunciar a su vida por nadie. Y si lo pensaba fríamente, Meredith y Gina también habían elegido su trabajo antes que a él…
Intentó relajarse y hablar sobre cualquier tema. Pasaría el día junto a Rox, recorriendo las playas y supervisando los preparativos para el trabajo que comenzaría con el atardecer, que era el momento en el que las tortugas comenzaban a salir del agua evitando el exceso de calor, para depositar sus huevos. Rox era requerida en distintos lugares de la playa, cuando se detectaba algún animal herido o con marcas identificativas.
Las playas eran divididas en sectores y cada trabajador se ocupaba de una zona, tomando datos del animal y recuperando las puestas de todas las tortugas que llegasen hasta allí. Para ello, dejaban que la tortuga hiciese su nido y lo tapase y acto seguido y cuando el animal regresaba al mar, recuperaban los huevos, que eran recogidos por los trabajadores que patrullaban el lugar y llevados al enorme nido cerca de la clínica de Rox, donde eran depositados en cuadrantes marcados con el día de la puesta, número de huevos y los datos que se tomaban de la madre, tamaño, peso, edad aproximada...
Ambos bajaron del coche cuando uno de los voluntarios requirió su presencia por señas al pasar cerca.
- Mira eso Rick – le dijo Rox señalando una tortuga que se desplazaba despacio sobre la playa.
- Es una baula – dijo él entusiasmado que ya era capaz de distinguir esa especie de la tortuga verde al contemplar su aspecto.
- Es un ejemplar tardío – le dijo – vamos, te explicaré como lo hace, ve con cuidado que no nos vea hasta que haya empezado la puesta o volverá al mar sin hacerlo.
Richard la siguió. Cuando el animal llegó al punto que consideró oportuno, libre de la marea más alta, comenzó a realizar una especie de cama rotando su cuerpo para finalmente comenzar a cavar con sus aletas traseras.
- Ven – le dijo Rox – mira como lo hace… ve con cuidado, es raro que pare su puesta pero no conviene molestarla.
Ambos se arrodillaron detrás del animal que les ignoraba, y comenzaron a ver como la tortuga movía alternativamente sus aletas traseras, arrastrando la arena hasta hacer un hueco profundo.
- Mira – dijo Rox – esos primeros huevos de la puesta, son estériles ¿Ves? Son pequeños y redondos. Suelen poner entre treinta y cuarenta.
- ¿Por qué son estériles? – preguntó el escritor.
- Tienen una misión muy importante – dijo Rox – hacen de amortiguadores para el resto de la puesta, asegurando que los fértiles no se rompen. Esto sólo lo hace la tortuga Baula Rick.
El escritor no paraba de tomar fotografías.
- Mira Rick – le dijo Rox – esos huevos más alargados y grandes son los fértiles.
- ¿Cuántos pondrá? – preguntó él.
- Entre sesenta y setenta – le dijo ella que comenzó a tomar medidas del animal – ven, quiero enseñarte otra cosa, le dijo señalando la cabeza del animal.
- ¿Qué ocurre?
- Mira sus ojos – le dijo Rox.
- ¿Llora? – dijo él impresionado.
- Da esa impresión, pero no son lágrimas y no lo hace por dolor, lo hace para eliminar la sal del agua que ingiere al comer.
Cuando la tortuga acabó la puesta, volvió a mover sus aletas traseras arrastrando la arena sobre los huevos tapándolo e intentando disimular el lugar con balanceos de su cuerpo. Rox colocó una pequeña banderita sobre el nido y la siguió para continuar con la toma de datos. Richard continuó haciendo fotos hasta que el animal desapareció en el agua.
- ¿Qué te ha parecido? – preguntó Rox acercándose a él y cerrando su cuaderno
El escritor tenía una gran sonrisa de oreja a oreja y revisaba su cámara.
- Es impresionante – contestó él y ella comenzó a reír – gracias por dejar que lo viese.
- Es un placer – le dijo ella mirándole fijamente sin dejar de sonreírle.
- Gracias – dijo el escritor acercándose lo suficiente a sus labios y comenzando a besarla.
/../
Después de volver de Memphis, Katherine había ido directa a las oficinas del FBI para entregar los informes que había redactado durante el vuelo. Aaron intentó convencerla para que ella también se fuese a casa, habían llegado pasadas las seis de la tarde, pero ella no quiso.
- Hola hijita – dijo Amanda en cuanto la vio aparecer.
- Hola Amanda – contestó sonriéndola.
- ¿Todo bien en Memphis? – preguntó disculpándose por no haber podido encontrar un hotel con habitaciones libres.
- ¡Oh! Sí no te preocupes – le dijo – todo bien.
- Freedman ha dejado recado para que mañana fueses a primera hora a su despacho – le dijo – aún no se ha marchado.
- Gracias… iré ahora mismo.
Entró a su despacho y dejó la bolsa de su equipaje y el portátil, conectó este e imprimió los informes, firmándolos y entregándoselos a Amanda. Después se dirigió al despacho de su jefe.
- ¿Señor? – dijo llamando levemente con los nudillos – Me han dicho que quería verme.
- ¡Beckett!… pase – contestó señalándola una silla para que se sentase – se supone que no tenía que estar aquí hasta mañana.
- Si señor, pero he preferido venir a entregar mis informes – contestó ella.
- ¿Hollman? – preguntó extrañado - ¿También ha venido?
- No señor, ha ido a descansar.
- Usted también debería haberlo hecho – le dijo y ella asintió -. Bien… pues ya que está aquí… Le dijimos que sus tres primeros meses aquí, acompañaría a otros agentes en sus casos.
- Así es – afirmó ella.
- Pues bien…– dijo Freedman – a partir de mañana dejará de estar acompañada, ya ha demostrado su capacidad y necesito que esté disponible.
Ella le miró con cara de sorpresa. Se había habituado a la compañía de Aaron.
- Gracias señor – dijo alagada por la confianza que depositaba en ella.
- Seguridad Nacional requiere a Hollman lo antes posible – dijo – así que no podemos retenerle más tiempo, y usted ya esta lo suficientemente preparada como para ir sola a resolver cualquier caso.
- Sí señor – contestó ella sin saber qué decir.
- Ahora vaya a descansar de inmediato – le dijo – y la próxima vez deje los informes para el día siguiente.
- Sí señor.
Salió del despacho de Freedman algo enfadada. Aaron no le había dicho que iba a trabajar en Seguridad Nacional. Recogió sus cosas y después de despedirse de Amanda se fue a su casa.
Su pequeño apartamento no estaba muy lejos de la agencia. Lo había comprado por su cercanía al trabajo, por el momento no tenía intención de comprar un coche y prefería ir dando un pequeño paseo todos los días de su casa al trabajo y viceversa. Si seguía allí, ya pensaría en cambiar de barrio y comprar un coche.
Entró en su casa y deshizo su pequeña bolsa, afortunadamente aunque su apartamento no era muy grande, disponía de lavadora y secadora. Llevo toda la ropa y la puso en funcionamiento. Cogió su móvil y llamó a su compañero.
- Hollman – contestó él.
- Soy yo, Beckett – le dijo.
- ¿Ocurre algo?
- Freedman ha hablado conmigo – le dijo – me ha dicho que irás a Seguridad Nacional.
- Así es – confirmó él – me ofrecieron el puesto y…
- Gracias por informarme – le dijo ella algo molesta.
- ¿Tenía que hacerlo? – preguntó él.
- No, pero hubiese sido un detalle, soy tu compañera – le reprochó.
- Ya no estás en una comisaría de barrio, Katherine – le dijo – no dependes de ningún compañero, y ningún compañero depende de ti.
- ¿Cuándo te irás? – preguntó directa.
- Ha sido mi último caso en el FBI – le dijo – mañana me despediré de todos.
- Romperás el corazón de Amanda – le dijo.
- Prefería rompértelo a ti – contestó de inmediato riendo.
- Aaron...
Ambos hicieron un silencio. En el fondo ella sabía que se sentía atraída por su compañero, quizá por intentar olvidar a Castle, quizá no.
- ¿Dejarás Washington? – preguntó al fin ella.
- No – aseguró – y me verás más de lo que piensas.
- De momento nos veremos mañana – dijo ella intentando acabar la conversación.
- ¿Me dejas invitarte mañana a cenar como disculpa por no haberte informado? – se atrevió a preguntar.
- Aaron…
- Katherine… hemos cenado juntos otras veces – le dijo.
- Ya… no me lo recuerdes – dijo ella acordándose de cómo acabó unos días antes en Memphis.
- Prometo no besarte siempre que tú evites desnudarte delante de mí – le dijo.
- Eso será poco probable.
- ¿No podrás evitar desnudarte delante de mí? – preguntó divertido.
- No seas bobo – dijo riendo.
- ¿Aceptas cenar conmigo? – insistió.
- Está bien – aceptó ella – pero volveré a mi casa pronto, el sábado tengo que ir a comprar algunas cosas para mi casa.
Colgó sonriendo. Le molestaba saber que no podría contar con él en el futuro. Desde que había llegado al FBI era el único compañero con el que había simpatizado. Bien era cierto que apenas había tenido contacto con el resto, pero eran mayores que ella y la única mujer del equipo le había parecido una estirada que la había mirado con aire de superioridad cuando se la presentaron.
Mientras se duchaba volvió a pensar en Richard y en lo desafortunada que fue su última conversación. Debería devolverle la llamada. Quería a Richard. Es más, estaba segura que era al único hombre al que había amado de verdad. Recordó de nuevo el momento en el que él se arrodillo y como no supo acertar y darle una respuesta. Si pudiese volver a ese momento la situación sería muy diferente.
Se metió en la cama y se decidió a llamarle. Era la primera vez que él tenía el teléfono apagado. Marcó el fijo de su casa, pero nadie contestó. Lo volvió a intentar de nuevo al móvil con el mismo resultado y pensando que volvería a intentarlo al día siguiente, se quedó dormida con el teléfono en la mano.
Aaron fue a buscarla en cuanto llegó a la oficina para que le acompañase a tomar un café, y ella aceptó sonriendo mientras oía a Amanda decirle que le echaría mucho de menos.
Durante la mañana intentó ponerse en contacto con Richard en varias ocasiones con el mismo resultado. Móvil apagado y nadie contestaba en casa.
No pudo evitar la curiosidad y haciendo uso de sus ventajas como agente del FBI rastreó su móvil. Sus cejas se enarcaron al descubrir que el escritor estaba en la zona noreste de Costa Rica. ¿Le habría pasado algo a Alexis? Preocupada rastreó el móvil de la joven, descubriendo que el de ella estaba localizado en la zona opuesta del país. Buscó los movimientos de ambos teléfonos desde el día en el que Alexis se había ido de viaje, abriendo dos pantallas diferentes para compararlos.
Se había equivocado en la fecha y por la situación, Alexis había salido un día después de lo que ella pensaba. Sonrió al comprobar que el escritor había seguido a su hija desde el primer día. Se movía por el país de norte a sur y de este a oeste, coincidiendo con la chica cada dos o tres días… hasta esa semana… él no se había movido en la última semana y encendía su móvil únicamente unos minutos al día, por la noche muy tarde y al medio día… No pudo evitar su curiosidad y revisó las llamadas del escritor. Únicamente llamaba a su casa y a teléfonos locales. Había un teléfono local que se repetía y comprobó que se trataba del centro de estudios dónde estaba Alexis. Sin darse cuenta volvió a la pantalla en la que aparecía su situación y su boca se abrió sorprendida. Él había estado en el aeropuerto la tarde que ella se había marchado.
- Te recuerdo que has quedado a cenar conmigo – la interrumpió Aaron señalando la hora.
- Sí – dijo ella cerrando todas las pantallas y apagando el sistema – ya me marcho.
- Te acompañaré hasta la puerta para estar seguro – le dijo riendo.
- No me perdería por nada del mundo tu despedida de Amanda – dijo ella riendo.
Efectivamente la despedida de Amanda hacía su compañero fue exagerada y provocó las sonrisitas del resto cuando pudieron comprobar como a la mujer se le escaparon un par de lágrimas cuando Aaron se despidió finalmente de ella con un suave beso sobre sus labios. A Katherine le vino a la mente una escena de una película de 007.
Unas horas más tarde, ambos agentes disfrutaban de su postre. Aaron le contaba cómo se habían puesto en contacto con él para ofrecerle el puesto y como formaría parte de un grupo enlace entre el FBI y la NSA y posiblemente sus caminos se cruzarían en la resolución de casos.
- ¡Vamos! Acepta tomar un par de copas – le dijo Aaron.
- De verdad que no – dijo ella – mañana alquilaré un coche a primera hora e iré a hacer compras para mi casa – le dijo.
- ¿Y no puede esperar un poco?
- Te hará gracia pero no tengo ni vasos en casa – le dijo.
- ¿Y si me ofrezco para llevarte yo aceptarías? – preguntó sincero – No me mires así, te lo digo en serio. Además conozco un par de sitios interesantes…
- Criticarías los colores de mis toallas y mis sábanas – dijo ella riendo.
- No creo – contestó – pero tú seguro que sí criticarías las mías.
- Está bien – aceptó ella a la que no le apetecía ir sola de compras.
Después de varias copas e intercambio de risas al contar anécdotas de sus antiguos trabajos, decidieron dar por finalizada la noche. Estaban muy cerca del apartamento de ella y Aaron la acompañó paseando.
Cuando llegaron al portal y entre sonrisas, Aaron se acercó a ella acorralándola contra la puerta.
- Creo que deberías dejarme comprobar que colores de toalla deberías elegir mañana…
- Aaron…
- Dijiste que no querías comprometer tu trabajo – dijo él besándola en la mejilla – pero yo ya no soy tu compañero y estás deseando que te bese tanto como yo – le dijo acercándose sobre sus labios y besándola.
Katherine lo había sabido unos días antes. Si Aaron volvía a besarla no iba a ser capaz de pararlo, dio un paso atrás entrando al portal con él pegado a sus labios.
/../
Alexis bajó de la lancha rápida algo mareada pero entusiasmada por haber llegado hasta allí. Michelle le puso una mano sobre el hombro queriendo asegurarse que la pelirroja estaba bien. Ella asintió con una leve sonrisa.
Aún les quedaba una pequeña caminata hasta el centro de coordinación dónde deberían identificarse y les asignarían alojamiento y el programa de trabajo. La chica se colgó su bolsa al hombro y comenzó a caminar junto al resto del grupo.
Brian le dio una botella de agua y ella tomó un largo trago sonriéndole.
Alexis dejó la bolsa sobre la cama superior de una de las literas. Compartirían habitación con otras dos estudiantes.
- ¿Te encuentras bien? – preguntó Michelle mientras dejaba sus cosas en la cama inferior.
- Sí – contestó ella contenta – los barcos siempre me han producido mareo.
- Pues hemos elegido el lugar apropiado para que no pares de marearte – dijo su compañera refiriéndose a los canales y playas.
- ¡Chicas! – les dijo su profesora asomándose a la puerta – nos esperan en media hora.
- Ya casi estamos – contestó Michelle apremiando a Alexis para que pusiese ropa cómoda.
Salieron del centro y su profesora guio al grupo hasta la clínica laboratorio del parque.
- Nos pondremos a las órdenes del coordinador – les informó – Miguel nos asignará el trabajo y nos presentará a la veterinaria jefa, que os dará una pequeña charla de bienvenida.
Miguel les informó de las tareas que les había asignado y miró su reloj.
- Rox tiene que estar a punto de llegar – les dijo mirando a su alrededor - ¡Ah! Ya está aquí les dijo señalando una pareja que se hacían carantoñas junto a un todoterreno.
Alexis les miró entrecerrando los ojos. Aunque el hombre estaba de espaldas, había algo familiar en él.
- ¡Rox! – llamó Miguel.
La veterinaria miró al grupo mientras que su acompañante se giraba para comprobar quien la llamaba.
En ese instante los ojos de Richard se abrieron como platos.
- ¿Papá? – dijo Alexis.
- ¿Alexis? – balbuceó él.
***********
G R A C I A S por llegar hasta aquí. Una vez más, espero no defraudar a nadie.
Gracias por pedir que subiese... ya pensé yo que os estaba aburriendo a todos...
Alba: tuyo... espero que te guste.
CAPITULO 7. SORPRESAS.
Gates había sopesado todas las posibilidades. Todas. Desde la vuelta anticipada de su mejor detective y que todo quedase cómo estaba, pasando por admitir el traslado de un detective de otra comisaria para hacerse cargo del trabajo de Beckett, hasta dar mas responsabilidad a Javier Esposito y añadir un tercer miembro a su equipo.
Finalmente Gates optó por la última opción. Después de haber estudiado los informes del detective de Queens, había algo en ellos que no terminaba de convencerla. Gates era buena en eso. De hecho su experiencia en asuntos internos la precedía. La foto de ese detective… sus ojos… trasmitían algo que no le gustaba, no le parecía sincero, y no iba a permitir que sus chicos pasasen por el calvario de soportar a un sustituto que no le llegase ni a la suela de los zapatos a Katherine Beckett. No lo merecían, por muchos informes favorables que le llegasen.
Sabía que Esposito tenía mucho que aprender. Realmente el hispano era bueno, pero era muy descuidado en los informes y también se dejaba llevar más por su corazón más que por la razón, aunque ponerse siempre del lado de Beckett le había ayudado bastante a ser algo más racional y escéptico que su compañero Ryan.
Tampoco conseguía los resultados de Beckett en los interrogatorios, pero por otro lado, solía hacer caso a su instinto de soldado y las primeras impresiones que se formaba al interrogar a un sospechoso iban casi siempre bien encaminadas.
Era curioso que se hubiese decidido por Esposito después de haberle sancionado junto a Beckett por ocultarle información y actuar por su cuenta, pero, precisamente eso también le daba valor al detective. Se tomaba en serio su trabajo, quería atrapar culpables a toda costa.
Lo que ya no tenía tan claro es quién debería trabajar junto a ellos. Desde hacía un par de meses, un oficial especializado en sistemas informáticos, se estaba abriendo paso poco a poco en su comisaría. Era una mujer, joven y con ganas, Moira Campbell. Por el momento, la chica tan sólo había hecho trabajos de investigación y no estaba asignada a ningún equipo. Gates valoraba su trabajo, era muy rápida y eficaz cuando se trataba de investigaciones que requerían el manejo de cualquier tecnología y desde su incorporación a la doce, habían mejorado los tiempos en obtener datos, al no tener que recurrir a los técnicos que aunque eran igualmente eficaces, no entendían muchas de las necesidades de la policía.
Asignaría a Moira, sí. Lo tenía decidido. Tendría que promocionarla a detective y que pasase su periodo obligatorio de prácticas, mientras que a Esposito tendría que elevarle el grado, pasaría de detective de tercer grado a segundo grado. De momento, Gates no se atrevía a darle el rango de primer grado… quizá con el tiempo si mejoraba en sus defectos…
La capitana se quitó las gafas y las dejó sobre su escritorio, ordenando los informes que acababa de revisar. Miró su teléfono y por un momento dudó, pero finalmente lo cogió y marcó.
- Beckett – contestaron al otro lado.
- ¿Katherine? – preguntó Gates sonriendo – soy Victoria Gates.
- ¡Señor! – contestó la agente – ¡Vaya sorpresa!
- Señor es mi marido – contestó Gates – ya no soy tu superior y no es una llamada de trabajo, así que llámame Victoria por favor.
- Eso me resultará muy raro se… Victoria – se corrigió.
- Lo entiendo – aseguró la capitana – pero cuando decidiste marcharte, finalizó nuestra relación laboral y aunque reconozco que me lo pusiste difícil cuando me asignaron a la doce, te ganaste mi respeto y admiración, y me gustaría saber que tu nuevo trabajo cubre todas tus expectativas. ¿Es así?
- Tengo que reconocer que los medios de los que dispongo para resolver los casos – comenzó ella – son casi ilimitados. Pero también tengo que reconocer que por el momento, los casos que he llevado no me han convencido.
- Seguridad Nacional querida – dijo Victoria – política y dinero a partes iguales, secretos y mentiras.
- Exacto – confirmó Katherine manifestando su desacuerdo.
- Somos una gran nación – dijo la capitana – y para que lo sigamos siendo es necesario que los mejores veléis por nuestra seguridad, aunque sea manteniendo secretos y defendiendo posturas políticas.
- Esperaba poder ocuparme de delitos menos… políticos – aseguró ella.
- No me pareces muy conforme ¿quieres tu antiguo puesto? – le ofreció Victoria no perdiendo la oportunidad.
Katherine se echó a reír.
- No podría aunque quisiera – afirmó.
- Tienes contrato blindado – dijo Victoria – pensaba que lo sabías antes de tomar la decisión de marcharte.
- Bueno, ya llevo aquí más de un mes. Y supongo que llegaré a entender y aceptar la importancia de este trabajo… o eso espero – dijo resignada.
- Lo harás – replicó Victoria – al igual que lo hiciste al resolver tantos casos dejando el que de verdad te importaba a un lado.
- Supongo que lo haré – dijo ella suspirando – he renunciado a mi vida por este trabajo…
- Katherine, me ha alegrado mucho poder hablar contigo – le dijo.
- Y a mí señor…
- Victoria – corrigió.
- Victoria – repitió ella.
- No creo que pueda ayudarte en nada, pero… si crees que puedo hacerlo, jamás dudes en llamarme – se ofreció.
- Gracias – dijo ella sorprendida por la reacción de su antigua jefa.
- Tengo que colgar – informó Victoria – tengo un par de niños traviesos ganduleando en la sala de descansó – le dijo sonriendo.
Katherine sonrió ante la ocurrencia de la capitana. Sin duda se refería a los que habían sido sus mejores compañeros.
- No sea muy dura con ellos… son buenos chicos.
- Ya… - admitió – adiós Katherine, cuídate.
- Adiós y muchas gracias por llamarme…
Gates colgó con una leve sonrisa. Entendía la situación de su antigua detective, aunque también sabía que tarde o temprano comprendería la importancia de su nuevo trabajo, y aunque eso le alegraba por ella, pues se aprovecharía su gran potencial, por otro lado la noticia de que su trabajo no la llenase por completo le alegraba incluso más… ¿Cabría la posibilidad que ella volviese a su antiguo puesto? Se preguntó cuanto duraría su contrato obligatorio…
Gates volvió a sonreír. Esposito detective de segundo grado y Moira en prácticas, por el momento… y si Beckett decidía volver, tendría un bonito equipo de cuatro detectives.
Firmó los informes necesarios para ascender a su personal y se marchó a comer.
/../
Richard se despertó cubierto de sudor. Miró su reloj, eran las dos de la tarde. Demasiado calor y humedad para seguir durmiendo. Llevaba cinco días en aquel lugar y se había pasado las noches en la playa, emocionado con el gran despliegue que ante sus ojos, le mostraba la naturaleza al permitir que cientos de pequeñas tortuguitas emergieran por si solas de entre la arena de la playa y se abriesen camino hasta el agua.
Se levantó rápido de la cama y se encaminó hasta la ducha. Estaba sólo en la casa, Miguel y Leo apenas dormían, atareados en las labores del parque. Si se daba prisa, encontraría a Rox en su pequeña clínica-laboratorio, tomando medidas y evaluando los huevos que las tortugas verdes habían comenzado a depositar en la playa y que tanto ella como los voluntarios y personal del parque se encargaban de recuperar y poner a buen recaudo, a salvo de depredadores y del peor enemigo que podían tener: los furtivos. Cada año era lo mismo, una lucha constante contra los elementos, los depredadores naturales y los cazadores furtivos que expoliaban los nidos vendiendo los huevos como producto afrodisiaco y obteniendo varios miles de dólares por cada nido robado.
La tarde anterior, Richard había sido testigo de cómo los guardas forestales del parque habían atrapado a un muchacho de unos catorce años, que había llegado hasta la playa en una pequeña y maltrecha canoa. Le habían atrapado con noventa y cinco huevos. Sólo le había dado tiempo a localizar un nido. Las leyes locales estipulaban una multa de cien dólares por el primer huevo incautado, y sesenta por cada uno de los restantes… El muchacho se enfrentaba en total a una multa de casi seis mil dólares.
A Richard le sorprendió la entereza y su profunda y oscura mirada al verse atrapado. No podría pagar la multa y no diría quienes eran sus padres para no hacerles cargar con ese peso. Seguramente acabaría en cualquier internado del país y allí terminaría siendo un delincuente y no un chaval que robaba huevos de tortuga para sacar a su familia a flote.
Hablaría con Rox y Miguel para intentar hacer algo por el chico. Leo le había aconsejado que no se molestase. Si le soltaban sin denunciarle, volvería a intentarlo y quizás tuviese más suerte en la segunda ocasión. Leo le recordó que quizá uno de cada cien huevos llegaba a evolucionar hasta la edad adulta. Robar esos huevos era condenar a la extinción a una especie.
Richard tomó una taza y se sirvió aquel oscuro café al que se había acostumbrado y del que no sabría si podría sobrevivir. Sin duda ese lo había preparado Leo, casi podía masticarse. Salió de la casa de Miguel y se subió a la moto que este le dejaba para que se desplazase, poniendo rumbo al centro de coordinación y a la clínica de Rox.
- ¡Buenos días! – saludó al entrar.
- Hola Rick – contestó ella sonriéndole.
- ¿Qué estas haciendo? – preguntó curioso mirándola por encima del hombro y dándole un beso en la mejilla.
Rox le mostró una pequeña tortuga a la que estaba curando una de las aletas delanteras. En su carrera hasta el agua, había sido atrapada por una gaviota, que la soltó asustada por uno de los voluntarios. El pico de la gaviota le había hecho una herida que Rox cuidaría durante unos días y en cuanto estuviese lista, la soltaría junto a la primera nidada que eclosionase para que volviese a intentar su aventura de supervivencia.
La veterinaria dejó a la pequeña tortuga en el terrario individual y se giró hacia Richard.
- ¿Dispuesto a pasar calor Rick? – le preguntó quitándose la bata que utilizaba en su clínica.
- ¿Qué haremos hoy? – preguntó él.
- Prepara tu cámara – le dijo – hoy verás como preparan sus nidos las tortugas verdes.
- ¿Van a venir hoy más? – dijo él.
- Hoy vendrán muchas más – aseguró ella – los voluntarios que vigilan la costa han avisado que se acercan más de un centenar, hoy dejaremos los nidos para ocuparnos de las tortugas verdes que lleguen.
- ¿Vamos? – dijo él saliendo por la puerta.
- Espera Rick… - le gritó ella – ayúdame con todo esto.
La veterinaria le hizo cargar en la parte trasera de su pick-up varios recipientes plásticos de diferentes tamaños, material veterinario, un gran bidón con agua y una pequeña nevera que ella abrió enseñándole su contenido.
- ¿No habías pensado que hay que comer hoy? – le dijo riendo.
Richard se encogió de hombros sonriendo.
- La verdad es que estoy disfrutando tanto de esto, que no me doy cuenta de lo rápido que pasan las horas – le dijo abriendo la puerta del conductor para que ella entrase.
Se subió a su lado y la miró sonriendo. Se había dejado convencer por la veterinaria y por Miguel para quedarse más días allí, y no se estaba arrepintiendo en absoluto.
El trabajo de Rox le parecía fascinante. Se había pasado cinco años viendo cadáveres en una ciudad de cemento y cristal, aprendiendo de la necedad y el egoísmo humano. Y después de cinco días en la playa, luchando porque el mayor número de tortugas llegasen al agua, disfrutando del sol, el aire puro, la tranquilidad y los momentos compartidos junto a voluntarios y trabajadores que celebraban con aplausos cada nidada que llegaba al agua y obtenían como recompensa únicamente la satisfacción de sus propias risas, después de todo eso, descubría que la vida era increíble, que toda su existencia la había pasado sin apreciarla y sin valorar la magia de la naturaleza.
No necesitaba camisas caras, un Ferrari ni un loft en una privilegiada zona de Manhattan. No necesitaba fiestas ni amigos importantes. Cenar pescado recién capturado en la propia playa, acompañado de gente que valoraba su esfuerzo por no ser patoso y andar por la playa sin pisar huevos o tortugas, y que jamás había oído hablar de Richard Castle, porque sus conocimientos no pasaban por novelas policiacas absurdas, pero si por mirar el cielo y saber con exactitud cuando iba a levantarse la brisa, por subir a una palmera con presteza, abrir sabiamente un coco para evitar deshidratarse, por nadar bajo el agua con un palo afilado y emerger con un pez… gente que no derrochaba ni malgastaba recursos… personas a quien no les importaba el dinero, solo poder seguir viviendo como lo hacían… Quizá no necesitaba volver a Manhattan, quizá la vida le estaba diciendo que aprovechase y viviese de nuevo…
- ¿Me estas escuchando? – preguntó Rox riendo – Creo que estas a miles de kilómetros de aquí.
- ¿Cuándo decidiste quedarte aquí a vivir? – preguntó él.
- Nacer en San Diego y que tus padres trabajen en uno de los refugios de vida silvestre te marca – dijo ella – soy lo que soy por ellos. En cuanto acabé la carrera comencé a trabajar con ellos. Si lo unes a que en San Diego es fácil aprender español, y en la reserva comenzaron a hacer viajes de intercambio…
- ¿Hiciste un viaje de intercambio? – preguntó Richard curioso.
- Aprenden de nuestras leyes y como gestionar el parque y nosotros aprendemos de sus conocimientos ancestrales – afirmó – ellos comprenden a los animales.
- Y aquí puedes hacer más que en San Diego ¿verdad? – preguntó.
- Sí – afirmó ella – en la reserva nos preocupaba el bienestar de los animales y curarles cuando llegaban mal heridos, pero procurar que una especie no se extinga depende de muchos países, no sólo del nuestro.
- Así que, con tu español, tus conocimientos y tu experiencia…
- Me quedé aquí… -confesó.
- ¿Cuánto tiempo hace de eso? – preguntó.
- Casi diez años – dijo – aunque procuro pasar un par de meses al año en San Diego.
- ¿Echas de menos la ciudad? – preguntó.
- No, pero si a mis padres y mis sobrinos – aseguró –. Yo he nacido para esto Rick, vivía en San Diego, pero crecí en la reserva, entre pájaros y peces.
- Comprendo – dijo él asintiendo.
Richard volvió a quedarse en silencio.
- ¿Cuántos años tienes Rox? – preguntó al fin.
- Treinta y cinco – contestó – y si vas a decir que soy demasiado joven para hacerme cargo de esto, te diré…
- No – cortó él – en absoluto – le dijo pensando que Katherine y ella tenían la misma edad.
- ¿Y no hechas de menos tener una familia propia y no sólo tus sobrinos? – preguntó directo.
- Bueno… ya hice un intento y no funcionó – le dijo -. Nos conocíamos desde la universidad, cuando decidí quedarme aquí, él vino conmigo. Trabajamos juntos, pero siempre quiso volver a San Diego. Me divorcié hace seis años.
- Lo siento – dijo él.
- Yo no – afirmó – mi sitio está aquí. Mi vida está aquí y jamás renunciaré a esta vida por nadie.
Richard se quedó pensativo. Eso mismo había hecho Katherine, no renunciar a su vida por nadie. Y si lo pensaba fríamente, Meredith y Gina también habían elegido su trabajo antes que a él…
Intentó relajarse y hablar sobre cualquier tema. Pasaría el día junto a Rox, recorriendo las playas y supervisando los preparativos para el trabajo que comenzaría con el atardecer, que era el momento en el que las tortugas comenzaban a salir del agua evitando el exceso de calor, para depositar sus huevos. Rox era requerida en distintos lugares de la playa, cuando se detectaba algún animal herido o con marcas identificativas.
Las playas eran divididas en sectores y cada trabajador se ocupaba de una zona, tomando datos del animal y recuperando las puestas de todas las tortugas que llegasen hasta allí. Para ello, dejaban que la tortuga hiciese su nido y lo tapase y acto seguido y cuando el animal regresaba al mar, recuperaban los huevos, que eran recogidos por los trabajadores que patrullaban el lugar y llevados al enorme nido cerca de la clínica de Rox, donde eran depositados en cuadrantes marcados con el día de la puesta, número de huevos y los datos que se tomaban de la madre, tamaño, peso, edad aproximada...
Ambos bajaron del coche cuando uno de los voluntarios requirió su presencia por señas al pasar cerca.
- Mira eso Rick – le dijo Rox señalando una tortuga que se desplazaba despacio sobre la playa.
- Es una baula – dijo él entusiasmado que ya era capaz de distinguir esa especie de la tortuga verde al contemplar su aspecto.
- Es un ejemplar tardío – le dijo – vamos, te explicaré como lo hace, ve con cuidado que no nos vea hasta que haya empezado la puesta o volverá al mar sin hacerlo.
Richard la siguió. Cuando el animal llegó al punto que consideró oportuno, libre de la marea más alta, comenzó a realizar una especie de cama rotando su cuerpo para finalmente comenzar a cavar con sus aletas traseras.
- Ven – le dijo Rox – mira como lo hace… ve con cuidado, es raro que pare su puesta pero no conviene molestarla.
Ambos se arrodillaron detrás del animal que les ignoraba, y comenzaron a ver como la tortuga movía alternativamente sus aletas traseras, arrastrando la arena hasta hacer un hueco profundo.
- Mira – dijo Rox – esos primeros huevos de la puesta, son estériles ¿Ves? Son pequeños y redondos. Suelen poner entre treinta y cuarenta.
- ¿Por qué son estériles? – preguntó el escritor.
- Tienen una misión muy importante – dijo Rox – hacen de amortiguadores para el resto de la puesta, asegurando que los fértiles no se rompen. Esto sólo lo hace la tortuga Baula Rick.
El escritor no paraba de tomar fotografías.
- Mira Rick – le dijo Rox – esos huevos más alargados y grandes son los fértiles.
- ¿Cuántos pondrá? – preguntó él.
- Entre sesenta y setenta – le dijo ella que comenzó a tomar medidas del animal – ven, quiero enseñarte otra cosa, le dijo señalando la cabeza del animal.
- ¿Qué ocurre?
- Mira sus ojos – le dijo Rox.
- ¿Llora? – dijo él impresionado.
- Da esa impresión, pero no son lágrimas y no lo hace por dolor, lo hace para eliminar la sal del agua que ingiere al comer.
Cuando la tortuga acabó la puesta, volvió a mover sus aletas traseras arrastrando la arena sobre los huevos tapándolo e intentando disimular el lugar con balanceos de su cuerpo. Rox colocó una pequeña banderita sobre el nido y la siguió para continuar con la toma de datos. Richard continuó haciendo fotos hasta que el animal desapareció en el agua.
- ¿Qué te ha parecido? – preguntó Rox acercándose a él y cerrando su cuaderno
El escritor tenía una gran sonrisa de oreja a oreja y revisaba su cámara.
- Es impresionante – contestó él y ella comenzó a reír – gracias por dejar que lo viese.
- Es un placer – le dijo ella mirándole fijamente sin dejar de sonreírle.
- Gracias – dijo el escritor acercándose lo suficiente a sus labios y comenzando a besarla.
/../
Después de volver de Memphis, Katherine había ido directa a las oficinas del FBI para entregar los informes que había redactado durante el vuelo. Aaron intentó convencerla para que ella también se fuese a casa, habían llegado pasadas las seis de la tarde, pero ella no quiso.
- Hola hijita – dijo Amanda en cuanto la vio aparecer.
- Hola Amanda – contestó sonriéndola.
- ¿Todo bien en Memphis? – preguntó disculpándose por no haber podido encontrar un hotel con habitaciones libres.
- ¡Oh! Sí no te preocupes – le dijo – todo bien.
- Freedman ha dejado recado para que mañana fueses a primera hora a su despacho – le dijo – aún no se ha marchado.
- Gracias… iré ahora mismo.
Entró a su despacho y dejó la bolsa de su equipaje y el portátil, conectó este e imprimió los informes, firmándolos y entregándoselos a Amanda. Después se dirigió al despacho de su jefe.
- ¿Señor? – dijo llamando levemente con los nudillos – Me han dicho que quería verme.
- ¡Beckett!… pase – contestó señalándola una silla para que se sentase – se supone que no tenía que estar aquí hasta mañana.
- Si señor, pero he preferido venir a entregar mis informes – contestó ella.
- ¿Hollman? – preguntó extrañado - ¿También ha venido?
- No señor, ha ido a descansar.
- Usted también debería haberlo hecho – le dijo y ella asintió -. Bien… pues ya que está aquí… Le dijimos que sus tres primeros meses aquí, acompañaría a otros agentes en sus casos.
- Así es – afirmó ella.
- Pues bien…– dijo Freedman – a partir de mañana dejará de estar acompañada, ya ha demostrado su capacidad y necesito que esté disponible.
Ella le miró con cara de sorpresa. Se había habituado a la compañía de Aaron.
- Gracias señor – dijo alagada por la confianza que depositaba en ella.
- Seguridad Nacional requiere a Hollman lo antes posible – dijo – así que no podemos retenerle más tiempo, y usted ya esta lo suficientemente preparada como para ir sola a resolver cualquier caso.
- Sí señor – contestó ella sin saber qué decir.
- Ahora vaya a descansar de inmediato – le dijo – y la próxima vez deje los informes para el día siguiente.
- Sí señor.
Salió del despacho de Freedman algo enfadada. Aaron no le había dicho que iba a trabajar en Seguridad Nacional. Recogió sus cosas y después de despedirse de Amanda se fue a su casa.
Su pequeño apartamento no estaba muy lejos de la agencia. Lo había comprado por su cercanía al trabajo, por el momento no tenía intención de comprar un coche y prefería ir dando un pequeño paseo todos los días de su casa al trabajo y viceversa. Si seguía allí, ya pensaría en cambiar de barrio y comprar un coche.
Entró en su casa y deshizo su pequeña bolsa, afortunadamente aunque su apartamento no era muy grande, disponía de lavadora y secadora. Llevo toda la ropa y la puso en funcionamiento. Cogió su móvil y llamó a su compañero.
- Hollman – contestó él.
- Soy yo, Beckett – le dijo.
- ¿Ocurre algo?
- Freedman ha hablado conmigo – le dijo – me ha dicho que irás a Seguridad Nacional.
- Así es – confirmó él – me ofrecieron el puesto y…
- Gracias por informarme – le dijo ella algo molesta.
- ¿Tenía que hacerlo? – preguntó él.
- No, pero hubiese sido un detalle, soy tu compañera – le reprochó.
- Ya no estás en una comisaría de barrio, Katherine – le dijo – no dependes de ningún compañero, y ningún compañero depende de ti.
- ¿Cuándo te irás? – preguntó directa.
- Ha sido mi último caso en el FBI – le dijo – mañana me despediré de todos.
- Romperás el corazón de Amanda – le dijo.
- Prefería rompértelo a ti – contestó de inmediato riendo.
- Aaron...
Ambos hicieron un silencio. En el fondo ella sabía que se sentía atraída por su compañero, quizá por intentar olvidar a Castle, quizá no.
- ¿Dejarás Washington? – preguntó al fin ella.
- No – aseguró – y me verás más de lo que piensas.
- De momento nos veremos mañana – dijo ella intentando acabar la conversación.
- ¿Me dejas invitarte mañana a cenar como disculpa por no haberte informado? – se atrevió a preguntar.
- Aaron…
- Katherine… hemos cenado juntos otras veces – le dijo.
- Ya… no me lo recuerdes – dijo ella acordándose de cómo acabó unos días antes en Memphis.
- Prometo no besarte siempre que tú evites desnudarte delante de mí – le dijo.
- Eso será poco probable.
- ¿No podrás evitar desnudarte delante de mí? – preguntó divertido.
- No seas bobo – dijo riendo.
- ¿Aceptas cenar conmigo? – insistió.
- Está bien – aceptó ella – pero volveré a mi casa pronto, el sábado tengo que ir a comprar algunas cosas para mi casa.
Colgó sonriendo. Le molestaba saber que no podría contar con él en el futuro. Desde que había llegado al FBI era el único compañero con el que había simpatizado. Bien era cierto que apenas había tenido contacto con el resto, pero eran mayores que ella y la única mujer del equipo le había parecido una estirada que la había mirado con aire de superioridad cuando se la presentaron.
Mientras se duchaba volvió a pensar en Richard y en lo desafortunada que fue su última conversación. Debería devolverle la llamada. Quería a Richard. Es más, estaba segura que era al único hombre al que había amado de verdad. Recordó de nuevo el momento en el que él se arrodillo y como no supo acertar y darle una respuesta. Si pudiese volver a ese momento la situación sería muy diferente.
Se metió en la cama y se decidió a llamarle. Era la primera vez que él tenía el teléfono apagado. Marcó el fijo de su casa, pero nadie contestó. Lo volvió a intentar de nuevo al móvil con el mismo resultado y pensando que volvería a intentarlo al día siguiente, se quedó dormida con el teléfono en la mano.
Aaron fue a buscarla en cuanto llegó a la oficina para que le acompañase a tomar un café, y ella aceptó sonriendo mientras oía a Amanda decirle que le echaría mucho de menos.
Durante la mañana intentó ponerse en contacto con Richard en varias ocasiones con el mismo resultado. Móvil apagado y nadie contestaba en casa.
No pudo evitar la curiosidad y haciendo uso de sus ventajas como agente del FBI rastreó su móvil. Sus cejas se enarcaron al descubrir que el escritor estaba en la zona noreste de Costa Rica. ¿Le habría pasado algo a Alexis? Preocupada rastreó el móvil de la joven, descubriendo que el de ella estaba localizado en la zona opuesta del país. Buscó los movimientos de ambos teléfonos desde el día en el que Alexis se había ido de viaje, abriendo dos pantallas diferentes para compararlos.
Se había equivocado en la fecha y por la situación, Alexis había salido un día después de lo que ella pensaba. Sonrió al comprobar que el escritor había seguido a su hija desde el primer día. Se movía por el país de norte a sur y de este a oeste, coincidiendo con la chica cada dos o tres días… hasta esa semana… él no se había movido en la última semana y encendía su móvil únicamente unos minutos al día, por la noche muy tarde y al medio día… No pudo evitar su curiosidad y revisó las llamadas del escritor. Únicamente llamaba a su casa y a teléfonos locales. Había un teléfono local que se repetía y comprobó que se trataba del centro de estudios dónde estaba Alexis. Sin darse cuenta volvió a la pantalla en la que aparecía su situación y su boca se abrió sorprendida. Él había estado en el aeropuerto la tarde que ella se había marchado.
- Te recuerdo que has quedado a cenar conmigo – la interrumpió Aaron señalando la hora.
- Sí – dijo ella cerrando todas las pantallas y apagando el sistema – ya me marcho.
- Te acompañaré hasta la puerta para estar seguro – le dijo riendo.
- No me perdería por nada del mundo tu despedida de Amanda – dijo ella riendo.
Efectivamente la despedida de Amanda hacía su compañero fue exagerada y provocó las sonrisitas del resto cuando pudieron comprobar como a la mujer se le escaparon un par de lágrimas cuando Aaron se despidió finalmente de ella con un suave beso sobre sus labios. A Katherine le vino a la mente una escena de una película de 007.
Unas horas más tarde, ambos agentes disfrutaban de su postre. Aaron le contaba cómo se habían puesto en contacto con él para ofrecerle el puesto y como formaría parte de un grupo enlace entre el FBI y la NSA y posiblemente sus caminos se cruzarían en la resolución de casos.
- ¡Vamos! Acepta tomar un par de copas – le dijo Aaron.
- De verdad que no – dijo ella – mañana alquilaré un coche a primera hora e iré a hacer compras para mi casa – le dijo.
- ¿Y no puede esperar un poco?
- Te hará gracia pero no tengo ni vasos en casa – le dijo.
- ¿Y si me ofrezco para llevarte yo aceptarías? – preguntó sincero – No me mires así, te lo digo en serio. Además conozco un par de sitios interesantes…
- Criticarías los colores de mis toallas y mis sábanas – dijo ella riendo.
- No creo – contestó – pero tú seguro que sí criticarías las mías.
- Está bien – aceptó ella a la que no le apetecía ir sola de compras.
Después de varias copas e intercambio de risas al contar anécdotas de sus antiguos trabajos, decidieron dar por finalizada la noche. Estaban muy cerca del apartamento de ella y Aaron la acompañó paseando.
Cuando llegaron al portal y entre sonrisas, Aaron se acercó a ella acorralándola contra la puerta.
- Creo que deberías dejarme comprobar que colores de toalla deberías elegir mañana…
- Aaron…
- Dijiste que no querías comprometer tu trabajo – dijo él besándola en la mejilla – pero yo ya no soy tu compañero y estás deseando que te bese tanto como yo – le dijo acercándose sobre sus labios y besándola.
Katherine lo había sabido unos días antes. Si Aaron volvía a besarla no iba a ser capaz de pararlo, dio un paso atrás entrando al portal con él pegado a sus labios.
/../
Alexis bajó de la lancha rápida algo mareada pero entusiasmada por haber llegado hasta allí. Michelle le puso una mano sobre el hombro queriendo asegurarse que la pelirroja estaba bien. Ella asintió con una leve sonrisa.
Aún les quedaba una pequeña caminata hasta el centro de coordinación dónde deberían identificarse y les asignarían alojamiento y el programa de trabajo. La chica se colgó su bolsa al hombro y comenzó a caminar junto al resto del grupo.
Brian le dio una botella de agua y ella tomó un largo trago sonriéndole.
Alexis dejó la bolsa sobre la cama superior de una de las literas. Compartirían habitación con otras dos estudiantes.
- ¿Te encuentras bien? – preguntó Michelle mientras dejaba sus cosas en la cama inferior.
- Sí – contestó ella contenta – los barcos siempre me han producido mareo.
- Pues hemos elegido el lugar apropiado para que no pares de marearte – dijo su compañera refiriéndose a los canales y playas.
- ¡Chicas! – les dijo su profesora asomándose a la puerta – nos esperan en media hora.
- Ya casi estamos – contestó Michelle apremiando a Alexis para que pusiese ropa cómoda.
Salieron del centro y su profesora guio al grupo hasta la clínica laboratorio del parque.
- Nos pondremos a las órdenes del coordinador – les informó – Miguel nos asignará el trabajo y nos presentará a la veterinaria jefa, que os dará una pequeña charla de bienvenida.
Miguel les informó de las tareas que les había asignado y miró su reloj.
- Rox tiene que estar a punto de llegar – les dijo mirando a su alrededor - ¡Ah! Ya está aquí les dijo señalando una pareja que se hacían carantoñas junto a un todoterreno.
Alexis les miró entrecerrando los ojos. Aunque el hombre estaba de espaldas, había algo familiar en él.
- ¡Rox! – llamó Miguel.
La veterinaria miró al grupo mientras que su acompañante se giraba para comprobar quien la llamaba.
En ese instante los ojos de Richard se abrieron como platos.
- ¿Papá? – dijo Alexis.
- ¿Alexis? – balbuceó él.
***********
G R A C I A S por llegar hasta aquí. Una vez más, espero no defraudar a nadie.
Anver- Policia de homicidios
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Re: Volver a empezar. CAP 19. FINAL. (23/09/13)
Pues has tardado poco en aparcar, jajajaja.
Alba va a estar encantada con este capítulo.
No tenía ni idea de lo que has contado de las tortugas, me ha molado.
Vaya pillada de Alexis, jajajaja. A ver cómo sale de esta Castle.
Kate, Kate, Kate en serio no te puedes resistir????????????? venga ya!!!!! a Castle le hiciste esperar 4 putos años, y al Aaron ese tan poquito tiempo??????????
No me gusta Kate, no me gusta ni un pelo
Alba va a estar encantada con este capítulo.
No tenía ni idea de lo que has contado de las tortugas, me ha molado.
Vaya pillada de Alexis, jajajaja. A ver cómo sale de esta Castle.
Kate, Kate, Kate en serio no te puedes resistir????????????? venga ya!!!!! a Castle le hiciste esperar 4 putos años, y al Aaron ese tan poquito tiempo??????????
No me gusta Kate, no me gusta ni un pelo
meln- As del póker
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Re: Volver a empezar. CAP 19. FINAL. (23/09/13)
Vaya que pinta , no defraudas , enganchas mucho
roy-rogers- Ayudante de policia
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Localización : bilbao
Re: Volver a empezar. CAP 19. FINAL. (23/09/13)
Vaya pillada. Haber como le explica ahora Castle que hace allí a su hija jejejejejejeje.
Un gran capítulo
Un gran capítulo
Yaye- Escritor - Policia
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Localización : Huelva
Re: Volver a empezar. CAP 19. FINAL. (23/09/13)
Gracias por este capítulo Ana. Decirte que me ha gustado sería quedarme corta. Mi cara cuando he leído este capítulo ha sido como la de un niño el día de reyes, no podría ser mejor, y lo peor es que aumentas mis ganas de conocer esa zona del modo en que lo describes. Te digo que es muy real, el trabajo que realizan los voluntarios, biólogos o veterinarios encargados de la protección de estos animales ha quedado perfectamente descrito con este capítulo. Ya sabes que me apasiona todo ese mundo y he difrutado como una enana leyendo sobre las tortugas.
La parte de Kate me ha gustado mucho. Siempre me gustó Aaron, me pareció desde el principio un buen hombre y lo ha demostrado. Del modo en que has ido escribiendo sobre él, hace que me de pena que se vaya del FBI. Nadie en su sano juicio creo que se pudiera resistir a él siendo tan bueno como es, así que no me extraña que esta vez, Beckett no se haya apartado.
Lo de Alexis ya se veía venir, al igual que me imaginaba que Castle no duraría mucho en resistirse a los encantos de Ross. A ver como le explicaba Castle a Alexis el que esté allí.
De nuevo, gracias por este capítulo Ana, no te imaginas lo que he disfrutado leyéndolo.
Besos.
La parte de Kate me ha gustado mucho. Siempre me gustó Aaron, me pareció desde el principio un buen hombre y lo ha demostrado. Del modo en que has ido escribiendo sobre él, hace que me de pena que se vaya del FBI. Nadie en su sano juicio creo que se pudiera resistir a él siendo tan bueno como es, así que no me extraña que esta vez, Beckett no se haya apartado.
Lo de Alexis ya se veía venir, al igual que me imaginaba que Castle no duraría mucho en resistirse a los encantos de Ross. A ver como le explicaba Castle a Alexis el que esté allí.
De nuevo, gracias por este capítulo Ana, no te imaginas lo que he disfrutado leyéndolo.
Besos.
Re: Volver a empezar. CAP 19. FINAL. (23/09/13)
"- ¿Papá? – dijo Alexis.
- ¿Alexis? – balbuceó él."
¡Es que se veía venir! Que bueno, a ver como le explica ahora a Alexis que hace allí y como se lo toma ella Y con Rox, tarde o temprano iba a pasar, y mira, no le viene nada mal disfrutar un poco, que aproveche el tiempo que está ahí, que después tiene que volver a NY Genial la descripción del trabajo que hacen y de las tortugas, se aprende un montón leyéndoos
Y Kate, ¿que morro no? Como tiene aparatos chachis del FBI cotillea todo lo que puede, anda que... ¡la comprendo! A mi me pasaría lo mismo También caía de cajón que no podría resistirse a Aaron, a ver como evoluciona la cosa ahora que se separan y empieza a trabajar sola... Me ha encantado Gates, la preocupación que tiene por ella y las ganas de que vuelva, todo queremos lo mismo
Muy buen capitulo!
- ¿Alexis? – balbuceó él."
¡Es que se veía venir! Que bueno, a ver como le explica ahora a Alexis que hace allí y como se lo toma ella Y con Rox, tarde o temprano iba a pasar, y mira, no le viene nada mal disfrutar un poco, que aproveche el tiempo que está ahí, que después tiene que volver a NY Genial la descripción del trabajo que hacen y de las tortugas, se aprende un montón leyéndoos
Y Kate, ¿que morro no? Como tiene aparatos chachis del FBI cotillea todo lo que puede, anda que... ¡la comprendo! A mi me pasaría lo mismo También caía de cajón que no podría resistirse a Aaron, a ver como evoluciona la cosa ahora que se separan y empieza a trabajar sola... Me ha encantado Gates, la preocupación que tiene por ella y las ganas de que vuelva, todo queremos lo mismo
Muy buen capitulo!
Re: Volver a empezar. CAP 19. FINAL. (23/09/13)
JAJAJAJA PILLADO!!! MUY BUENO, ME HA ENCANTADO ME TIENES ENGANCHADA AL FIC Y COMO NO QUITES A AARON DEL MEDIO MAL VAMOS...Y AUNQUE ROX NO ME CAE MAL, (ACLARACIÓN ODIO A AARON CON TODO MI SER SHDNSJJDJS) TAMBIÉN LA QUIERO FUERA..
YO QUIERO A RICKY, KATE Y ANILLITO, ¿VALE?
Jajaja, no enserio me encanta, espero que subas pronto el nuevo capi o sí no... No sé que Sera de mi...
Besoootes
YO QUIERO A RICKY, KATE Y ANILLITO, ¿VALE?
Jajaja, no enserio me encanta, espero que subas pronto el nuevo capi o sí no... No sé que Sera de mi...
Besoootes
Elena_NyPD@- Actor en Broadway
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Re: Volver a empezar. CAP 19. FINAL. (23/09/13)
SIGUEEE no lo dejes aííí
stanathan_caskett- As del póker
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Localización : cadiz
Re: Volver a empezar. CAP 19. FINAL. (23/09/13)
Castle... se te va a caer el pelo jajajajajaja
La parejita Caskett no pierde el tiempo, pero no veo ni de lejos la hora de un reencuentro.
La parejita Caskett no pierde el tiempo, pero no veo ni de lejos la hora de un reencuentro.
choleck- Escritor - Policia
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Fecha de inscripción : 07/06/2012
Localización : en la parra
Re: Volver a empezar. CAP 19. FINAL. (23/09/13)
Bueno bueno bueno, no he podido contestar antes... lo siento
¿Sinceramente? Me ha gustado y mucho.
El tema marino me ha encantado porque de ello es un mundillo que me apasiona, en mi caso observar desde la TV por no tener la opción a verlo en vivo, pero haberlo podido leer me ha llevado a transportarme aunque sea por un momento a estar en aquella playa =)
Tema Aaron/Kate predecible y ya veremos que pasa; me ha gustado el tema en cómo ha usado sus "poderes" en el FBI para rastrear el móvil de Castle y Alexis... ¿qué terminará descubriendo?
El momentanzo padre/hija ha sido ÉPICO XDDD ya no solo que lo pille allí sino que encima haciendo "carantoñas" con Rox muahhahahahahaha
Me has dejado con muuuuuuuuuuuchas ganas de más
¿Sinceramente? Me ha gustado y mucho.
El tema marino me ha encantado porque de ello es un mundillo que me apasiona, en mi caso observar desde la TV por no tener la opción a verlo en vivo, pero haberlo podido leer me ha llevado a transportarme aunque sea por un momento a estar en aquella playa =)
Tema Aaron/Kate predecible y ya veremos que pasa; me ha gustado el tema en cómo ha usado sus "poderes" en el FBI para rastrear el móvil de Castle y Alexis... ¿qué terminará descubriendo?
El momentanzo padre/hija ha sido ÉPICO XDDD ya no solo que lo pille allí sino que encima haciendo "carantoñas" con Rox muahhahahahahaha
Me has dejado con muuuuuuuuuuuchas ganas de más
Re: Volver a empezar. CAP 19. FINAL. (23/09/13)
Continuaaaaaaaaaaaaaa
_Caskett_- Escritor - Policia
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Localización : en un mundo feliz
Re: Volver a empezar. CAP 19. FINAL. (23/09/13)
por dios esto es una tomadura de pelo verdad?????
aaaaa no me gusta esta kate!!! concuerdo con varias opiniones en cuanto a que a castle lo iso esperar 4 putos año y al tio ese k le guña el oja va al tiro????
no puede ser
haber como reacciona alexis ante su padre!!!
tu fic genial pero haber si nos empiezas a quitar de pokito este dolor k nos causa ya k kedan al menos 10 semanas para septiembre... se buenita
aaaaa no me gusta esta kate!!! concuerdo con varias opiniones en cuanto a que a castle lo iso esperar 4 putos año y al tio ese k le guña el oja va al tiro????
no puede ser
haber como reacciona alexis ante su padre!!!
tu fic genial pero haber si nos empiezas a quitar de pokito este dolor k nos causa ya k kedan al menos 10 semanas para septiembre... se buenita
cururi- As del póker
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Edad : 36
Localización : World Citizen
Re: Volver a empezar. CAP 19. FINAL. (23/09/13)
Lunes... 22:00h... Octavo lunes para ser exactos.
Gracias por seguir leyendo, mil gracias por cada uno de vuestros comentarios.
Kynu, gracias por tu insistencia y por la paciencia el lunes pasado. Espero que te guste este capi, para ti.
CAPITULO 8. VOLVER.
En ese instante los ojos de Richard se abrieron como platos.
- ¿Papá? – dijo Alexis.
- ¿Alexis? – balbuceó él.
El grupo hizo un silencio mientras el escritor se acercaba despacio a su hija, que dio un par de pasos hacia él.
- ¿Se puede saber que haces aquí? – le preguntó mirando por encima del hombro de él a la veterinaria.
- ¿Sabes? Yo debería preguntar lo mismo, se supone que estabas en un centro de estudios – le dijo algo molesto.
- Vengo a hacer prácticas – contestó ella de inmediato.
Rox comenzó a dirigirse al grupo para evitar que padre e hija siguieran siendo el centro de atención, y Alexis cogió a su padre por el codo obligándole a retirarse hacia un lado alejándose lo suficiente como para que no les oyesen.
- ¿No se supone que estabas en Florida? – preguntó Alexis.
- Bueno… pues estoy en Costa Rica – contestó mostrando enfado - ¿No crees que tengo edad para decidir dónde ir?
- Demasiada casualidad papá – le dijo - ¿Cuánto tiempo llevas en el país?
- Desde el mismo día que tú – le dijo en voz más baja después de unos segundos de silencio.
- ¡Papá!
- ¡Vamos! – contestó él – De no haber sido porque has venido hasta aquí sin que yo lo supiese, no te habrías llegado a enterar.
- ¿Por qué? ¿No te fías de mí? – preguntó ella con los ojos brillantes.
- ¡Claro que me fío de ti! – exclamó enfadado – Pero tenía miedo y prefería estar lo más cerca posible. ¿Por qué no me dijiste que vendrías aquí?
- Intenté llamarte pero tu móvil está apagado – le dijo – y la abuela está en Los Hamptons, y ya sabes que no lleva su móvil a la playa.
Rox había terminado de hablar al grupo y entró en su clínica, desde la que podía oír la conversación de ambos.
- Dime una cosa – dijo la chica - ¿Si Katherine hubiese aceptado tu propuesta de matrimonio habrías venido?
- Claro que sí – le dijo – y seguro que ella me hubiese acompañado.
- Ya. Pues no veo que la estés echando mucho de menos – le reprochó.
- Alexis… fue ella la que dijo que no. ¿Quieres que me pase el resto de mi vida llorando?
- No – contestó ella bajando la voz – pero ya entiendo por qué te dijo que no.
- ¿Ah si? – dijo él molesto.
- Supongo que no querría ser tu tercera exmujer – confesó – está visto todo lo que la querías.
- Estás siendo injusta conmigo Alexis – le dijo – yo la amo, pero no puedo obligarla a que ella sienta lo mismo por mi.
- Déjalo papá, creo que tengo claro lo que he visto.
- Eso no cambia lo que siento por Katherine.
Ambos guardaron silencio. Alexis se abalanzó sobre los brazos de su padre, que la apretó con fuerza besando su cabeza.
- Lo siento mucho papá – le dijo dándole un beso en la mejilla – la abuela y yo siempre pensamos que Katherine y tu acabaríais casados y… Papá ella nos gusta, mucho.
- Lo sé cariño… a mí también – la separó de él un momento - ¿Sabes? Me alegra mucho verte. Estás muy guapa con ese color de cara.
- Tu también estás bronceado – le dijo – aunque deberías cortarte un poco el pelo.
- ¿Me dirás ahora por qué estás aquí?
- Nos mandaron hacer un trabajo, quién lo hiciese mejor podría venir a hacer prácticas la última semana – explicó – y lo conseguimos. ¿Cuánto tiempo estarás aquí? – preguntó algo temerosa.
- No lo sé – dijo él – en un principio vine por un par de días. Pero esto es fascinante – aseguró con alegría – aún no me he planteado cuándo volver.
Alexis le miró un tanto apenada.
- Será mejor que vuelva con el grupo – le dijo – supongo que te podré ver por aquí ¿no?
- Estoy viviendo en la casa de Miguel – le dijo señalando con la mirada al coordinador – prometo no estorbarte.
- Eso es complicado – le dijo la chica volviendo a abrazarle – te quiero papá.
- Y yo a ti cariño – le dijo – localizaré a tu abuela para decirle que estás conmigo, se alegrará al saberlo. Ella también estaba preocupada por tu viaje.
La chica asintió y se alejó hasta su grupo que la esperaban para ponerse en marcha.
- ¿Tu padre? – preguntaron sus compañeros cuando se unió a ellos.
- Es una larga historia – dijo la chica – ninguno de los dos sabíamos que el otro estaba aquí.
El grupo siguió a Miguel que les llevaría hasta la zona de la playa que tenían asignada. Alexis cogió de la mano a Michelle separándola un poco para poder hablar con ella.
- ¡Que fuerte Lex! – le dijo – tu padre está con la veterinaria.
- Tengo que solucionar eso como sea – dijo la chica – y tendrás que ayudarme si te necesito.
- Cuenta conmigo – contestó Michelle - ¿Tienes algún plan?
- ¿Crees que me ha dado tiempo? – contestó – apenas me he repuesto del mareo y me encuentro con esta situación…
- ¿Qué podríamos hacer? – preguntó Michelle – La veterinaria es guapa, aunque no me gusta como nos ha hablado.
- Ya – dijo Alexis desanimada- . Tendré que recurrir a la tropa para que me digan que debo hacer.
- ¿A la tropa? – preguntó Michelle confundida.
- Sí. A los amigos de mi padre y Katherine – dijo resuelta -. Esta noche llamaré a Lanie, ella sabrá que hacer.
Alexis sonrió triunfante.
- ¿Pasa algo? – le preguntó su amiga.
- Creo que no todo está perdido – le dijo – mi padre ha confesado que ama a Katherine.
Su amiga sonrió con ella. La ayudaría en todo lo que necesitase. Lex era una chica estupenda.
/../
Richard subió los cuatro escalones de acceso a la clínica. Rox estaba de espaldas revisando unos informes.
- Vaya sorpresa ¿no? – le dijo sin mirarle – Encontrarte aquí con tu hija.
- Pensé que me mataría – confesó él -. Vine siguiéndola. Hace unos meses la secuestraron y que saliese de Manhattan no me entusiasmaba.
- Entiendo – dijo ella volviéndose para mirarle - ¿Tienes más hijos?
- No – contestó él – Alexis es mi única hija.
- ¿Y su madre?
- Nos divorciamos hace mucho tiempo.
- Entiendo – volvió a decir ella.
Richard era consciente de que Rox había oído parte de la conversación con Alexis.
- Hace casi dos meses mi novia me rechazó – le dijo.
- No te he preguntado nada – le dijo ella.
- Lo sé. Pero también sé que nos has oído.
- He oído que se llama Katherine y que aún la amas – confesó – y ahora entiendo tu comportamiento la primera vez que nosotros... ahora lo entiendo todo… sigues enamorado.
- Oye mira Rox, yo…
- Rick… - cortó ella – No tienes porqué darme ninguna explicación. Los dos somos mayorcitos. Tú me gustas, no voy a negarlo y me encanta acostarme contigo, pero…
- ¿Qué? – preguntó él cuando ella se quedó callada.
- Que no debes preocuparte. Yo pertenezco a este mundo y tú al tuyo – continuó – lo pasaremos bien durante unos días, tú te irás y yo seguiré aquí con mis tortugas y mi vida.
- Rox… Yo no quiero hacerte daño pero… si, soy sincero, yo no busco una relación.
- Serías un capullo si lo hicieses amando a otra – aseguró.
- No puedo dejar de hacerlo y créeme que lo intento – repuso.
- Supongo que será así – dijo ella – no te preocupes Rick, llevo demasiado tiempo aquí como para hacerme ilusiones con nadie.
- ¿Por qué dices eso?
- No eres el primer turista que llega y se queda más tiempo del que pensaba – le dijo dándole a entender que había tenido más relaciones – pero al final nadie renunciará a su vida por esto, ni yo renunciaré a esto por nadie. No me hago ilusiones, disfruto del momento.
Richard asintió. Afortunadamente Rox tenía las cosas claras con respecto a él.
- Bien – dijo él – pues ambos lo tenemos claro.
- Hay algo que quiero saber – dijo Rox.
- ¿Qué?
- ¿Tendrás que ir a dormir a la casa de Miguel? – le dijo acercándose y pasando sus brazos por su cuello - ¿O podrás quedarte aquí?
- Creo que soy lo suficientemente mayorcito como para no tener que fichar por mi hija – aseguró – además he prometido no estorbarla. Espero cruzarme con ella lo imprescindible hasta que se vaya o me matará.
- ¿No volverás a Nueva York con ella? – preguntó besándole – Si no me equivoco su grupo estará una semana y volverán a sus ciudades.
- Creo que lo estoy pasando bien aquí – dijo mientras la apretaba contra él – no me apetece demasiado volver a casa.
Los cuatro siguientes días Richard se cruzó con su hija lo mínimo, cenas en las que participaban todos los trabajadores y voluntarios, alguna vez en la playa mientras acompañaba a Rox en su trabajo diario… poco más.
Richard se despertó con las caricias de Rox. Apenas eran las nueve de la mañana y ella ya se ponía en pie como cada día, después de haberse acostado a las tres, supervisando que las pequeñas tortugas llegasen hasta el agua y después de compartir cena y conversación en la playa junto al resto.
Él intentaba impedir que la veterinaria se levantase, abrazándola por la cintura y no dejando de besarla.
- Vamos, deja que me vaya – le dijo – tú quédate descansando un poco más.
- Nada de eso – le dijo – has despertado al animal que hay en mí, así que, tendrás que ocuparte de cuidarle antes que al resto – dijo girándola para quedar sobre ella.
Desde el Walkie talkie de Rox comenzaron a llamarla, interrumpiendo el momento. Ella salió de la cama cubriéndose con una camiseta y lo alcanzó, contestando de inmediato a la llamada. Él suspiró con fastidio cuando entendió que ella iría de inmediato.
- ¿Qué ocurre? – preguntó levantándose y ajustándose los bóxer.
- Algo poco habitual – dijo ella - ¿has visto alguna vez un jaguar de cerca?
- ¿Un jaguar? ¿Te refieres al animal? – preguntó extrañado.
- ¿A qué iba a referirme si no? – le dijo riendo.
- ¿Aquí hay jaguares?
- Rick por favor – le dijo - ¿Tú me atiendes cuando te hablo?
Él se encogió de hombros y se acercó para besarla.
- ¿Y ese jaguar no puede esperar a que atiendas a este otro animal?
- No – le dijo segura mientras se vestía - le han atropellado.
- ¿Es peligroso? – preguntó poniéndose los pantalones.
- Claro – le dijo riendo – y más estando herido.
- ¿De verdad tengo que acompañarte? – preguntó
- ¿Tú eres el que dice que para escribir tus novelas te has documentado de primera mano siguiendo a detectives de homicidios de Nueva York? Miedica.
- La policía iba armada – aseguró.
- Y los guardas que han encontrado al jaguar también – dijo – lo han sedado, por eso debemos darnos prisa.
Corrieron hasta la clínica y ella comenzó a preparar el material que podría necesitar para curar al animal que iban a llevarle los guardas del parque.
- ¿Puedo ayudarte en algo? – preguntó él.
- Ve a la parte trasera de la clínica, necesitare una de las jaulas grandes que están bajo el cobertizo – le dijo y él asintió saliendo deprisa.
Cinco minutos después, el pick up de los guardas paraba frente a la clínica. Rox salió de inmediato y subió a la parte trasera para examinar al animal. Estaba sobre una lona rectangular con asideros. Richard vio las heridas de la pata trasera. Sangraba y tenía insectos. El animal era espectacular. Tenía un gran tamaño, quizá mediría metro y medio de largo.
- Llevarla dentro – les dijo a los guardas en español – y tendréis que volver al lugar donde la encontrasteis. Sus cachorros tendrán unos cinco meses y no sobrevivirán sin su madre.
Richard observó como ella les preguntaba y los guardas contestaban. Depositaron al animal sobre la mesa metálica de la clínica y después de coger otra jaula se marcharon.
- Tendrás que ayudarme no puedo llamar a Mike, no llegaría a tiempo – dijo ella refiriéndose a otro de los veterinarios del parque – y el sedante no le durará demasiado.
- ¿Qué quieres que haga?
- Ponte unos guantes – le ordenó.
- ¿Es grave? – preguntó él poniéndose los guantes.
- Sobrevivirá – aseguró ella – aunque parezca una herida muy fea. Necesito hacerle una radiografía para ver si tiene algún hueso roto – dijo examinando al animal palpándolo con la mano sobre los cuartos traseros.
- ¿Por qué se han llevado una jaula? – preguntó él.
- Es una hembra - le dijo señalando las mamas – sus cachorros estarían cerca, han ido a recuperarlos.
Richard la ayudó en todo lo que ella le pedía, ayudando a mover al animal para hacerle la radiografía, echando desinfectante sobre la herida para limpiarla de restos de tierra e insectos, y finalmente ayudando con el instrumental que ella necesitaba para poder suturar la herida.
Rox aprovechó que aún estaba dormida para tomar el peso y las medidas del animal, buscó si tenía un chip de identificación y al comprobar que no lo tenía, le implantó uno bajo la piel.
- Hay que meterla en la jaula ya – dijo ella.
Después de cerrar la jaula y dejar un recipiente con agua dentro, Rox revisó las radiografías que había hecho.
- Tiene suerte – dijo – no tiene ningún hueso roto.
Del Walkie talkie surgió una voz llamándola y ella contestó de inmediato.
- Los han encontrado y los traen aquí – le dijo a Richard.
- ¿Es muy habitual que trates bichitos de estos? – dijo refiriéndose al gran tamaño del felino.
- No son mi especialidad – dijo ella – los trasladaremos a una de las clínicas del interior del parque donde tratan casi a diario con ellos. Es espectacular ¿verdad? – le preguntó.
- Es una preciosidad y muy suave – aseguró él.
Media hora después los guardas volvieron con dos cachorros que no paraban de enseñar sus dientes en actitud felina. La madre había comenzado a despertarse y contestaba con gruñidos las llamadas de sus cachorros.
Rox se atrevió a sacar a uno de los cachorros para examinarlo y pese al miedo inicial del pequeño, se quedó inmóvil y ella pudo examinarle y comprobar que estaba en perfecto estado.
Después intentó hacer lo mismo con su hermano, pero era más rebelde y tuvo que ponerse unos guantes de cuero para evitar que la mordiese mientras le examinaba.
Richard aprovecho para hacer fotografías y Rox depositó al cachorro, ya más tranquilo, en los brazos de él y le hizo varias fotos. Después lo devolvió a la jaula junto a su hermano.
Los guardas cargaron las jaulas tanto de la madre como de los cachorros en el coche y tras asegurarlas y cubrirlas con lonas se despidieron de ambos.
- ¿No te da pena que se los lleven? – preguntó Richard.
- Lo mío son las tortugas y las aves marinas – le dijo – Jaques les cuidará, estarán en un recinto adecuado los tres juntos y bien atendidos y puede que en un mes sean de nuevo libres. Me darían más pena si los tuviese aquí en esas pequeñas jaulas. La clínica está cerca, por si quieres ir a verlos mañana.
- No será necesario – le dijo.
- Voy a avisar a Jaques para que sepa que se los llevan – dijo ella.
Richard observaba a Rox mientras hacía la supervisión de los animales que tenía en la clínica, revisando las heridas de algunos y la evolución de otros. Ella le miró comprendiendo que se aburría.
- ¿Has buceado alguna vez?
- Te refieres a hacerlo con botella, traje y todo eso ¿No?
- Si… todo eso – dijo ella riendo.
- No. No lo he hecho nunca.
- ¿Te apetecería? – le dijo sonriendo.
- ¿Podría? Es decir, se necesita un curso y yo no lo tengo.
- No te preocupes por eso – le dijo ella – tenemos un acuerdo con una escuela local y su seguro te cubrirá, aunque tendrás que escuchar una pequeña charla y tendrás unos minutos de prácticas en tierra.
- Pues… me encantaría bucear – dijo – pero contigo ¿Verdad?
- Claro.
- Pues cuando quieras...
- Tendré que hacer unas llamadas.
Richard esperó a que ella llamase tanto a la escuela local como a Robert, otro veterinario para que la cubriese.
Tres horas más tarde, el escritor, la veterinaria y uno de los dos instructores de la escuela de buceo que les acompañaban en una pequeña embarcación a motor, se preparaban para la inmersión. Rox escudriño con unos prismáticos la superficie del agua.
- Hay unas cuantas – le dijo a Richard – han llegado hasta aquí y esperaran hasta que el sol empiece a ponerse antes de salir a la playa y depositar los huevos.
- ¿Podremos acercarnos? – preguntó entusiasmado
- Sin asustarlas si, pero no creo que puedas tocarlas – le dijo – huyen del hombre… por desgracia nos conocen demasiado.
El instructor de la escuela fue el primero en entrar al agua, se quedo esperando en la superficie a que Richard se sumergiese. Richard era auxiliado por el instructor que estaba en la embarcación que le indicaba cómo debía dejar caer su cuerpo hacía atrás ayudado por el peso de la botella e impulsándose con las piernas. No parecía nada fácil, pero la embarcación era demasiado pequeña como para no desestabilizarla si se lanzaba de otra forma, dada la corpulencia del escritor. Tenía que sujetar su máscara y pegar su barbilla al pecho e impulsarse a la vez… Richard no parecía decidirse, hasta que el instructor, hizo una seña a Rox y entre ambos le ayudaron con sus piernas, impulsándole lo suficiente y entró en el agua.
Se sintió desconcertado, su primer impulso de respirar por la nariz hizo que la máscara se pegase más a su cara por efecto del vacío. Además, ésta le limitaba la visión por los lados, y aunque se sentía más ligero ahora que estaba en el agua, entre el cinturón de peso, la botella, el chaleco, las aletas y el traje de neopreno pegado a su cuerpo notaba cierto agobio. Quiso nadar para salir a la superficie, pero el instructor que le esperaba en el agua, le tomó del brazo y le hizo mirarle para que le imitase. Y por gestos con las manos le indicó que llenase sus pulmones de aire, lo mantuviese y lo expulsase. Repitiendo unas cuantas veces. Richard recordó las palabras que le dijo varias veces en la superficie: si te asustas, para, respira y piensa.
Richard comenzó a respirar por la boca y a tranquilizarse cuando comprobó que el aire entraba en sus pulmones sin esfuerzo y mantenía el interior de la máscara seca. Notó un golpe en el agua, se giró y pudo ver como Rox se sumergía junto a ellos. Se dio cuenta que apenas debían estar a un metro de la superficie. Ella se puso frente a él, y le hizo una señal con sus dedos, juntando el índice y el pulgar formando un círculo. Era la señal de que todo estaba OK y Richard la imitó, mucho más tranquilo todo iba bien, respiraba.
Poco a poco y haciendo caso a las instrucciones que le daban, fue inclinándose para ponerse en posición horizontal e imitando a sus dos acompañantes comenzó a mover las piernas para avanzar mientras iba apretando con el pulgar la válvula de vaciado de su chaleco. La primera vez que la pulsó, la brusquedad hizo que descendiese un poco más rápido de lo que pensaba y se asustó, pero la inmediata reacción del instructor, poniéndose a su lado y buscando su mirada le tranquilizo.
Comenzaron un lento descenso, Richard aún no disfrutaba de lo que veía, demasiado ocupado en llevar la respiración correctamente y en mover sus piernas de forma que las aletas le impulsasen. Cada cierto tiempo sus dos acompañantes paraban y le hacían señas para que les dijese si sus oídos estaban notando la presión e hiciese la maniobra de Valsaba para compensar la presión interna y externa. Notaba que la luz comenzaba a hacerse difusa y Rox le indico por señas que sujetase su máscara y mirase hacia arriba. Cuando lo hizo, notó como la máscara se elevaba queriendo escapar a la superficie por efecto del aire contenido y la aferró con fuerza temiendo perderla. En ese momento se dio cuenta de la cantidad de agua que tenía por encima y aquello le pareció increíble. Él estaba ahí. Divisó un banco de pequeños peces que se movían despacio y que emitían destellos metálicos.
Rox no tenía previsto sumergirse a mucha profundidad, dado que verían a las tortugas ascender cada cierto tiempo a la superficie para respirar y porque quería poder estar más tiempo sumergidos. A mayor profundidad, menor tiempo de inmersión. Por eso había elegido una zona no demasiado lejana de la costa. Bucearon hasta una plataforma cercana, Rox comenzó a señalarle los peces y otros animales que había allí, escondidos entre las rocas o la vegetación que crecía sobre la plataforma. Richard no los habría descubierto por si mismo si ella no se los mostrase, y aunque ya buceaba con más control y soltura aún estaba demasiado preocupado por respirar. De repente Rox y el instructor pararon señalando varias tortugas que mordisqueaban la vegetación de la plataforma. Era como ver herbívoros pastando, pero en vez de en praderas bañadas por el sol, en el interior del océano y con criaturas que se movían ingrávidas por el agua. De repente pensó en eso, bucear era como flotar por el aire. Era afortunado de poder contemplar ese nuevo mundo para él. Bucear era increíble.
Se adentraron en la pradera submarina y comenzaron a ver más y más tortugas. El instructor se puso de rodillas sobre una parte de la plataforma y Rox hizo lo mismo, haciéndole señas para que les imitase. A Richard le costó un poco hacerlo, no controlaba las aletas y chocó varias veces antes de lograr poner sus rodillas sobre el suelo. Entonces los tres se quedaron quietos, a escasos metros los unos de los otros, y varias tortugas, curiosas, empezaron a acercarse y nadar entre ellos y tan cerca, que Rox comenzó a levantar su mano con suavidad y comenzó a tocar muy despacio el caparazón de la que tenía más cercana, que no se asustó y siguió curioseando a ese ser que tenía frente a ella.
Richard imitó a Rox y cuando una de las tortugas se acercó lo suficiente, rozó con cuidado la parte inferior, que al tacto le pareció increíblemente suave.
Estuvieron un buen rato allí, dejándose observar por las curiosas tortugas. De pronto Rox hizo una seña al instructor y señaló hacia un punto del agua donde una tortuga de mayor tamaño que el resto, se movía con lentitud. Rox apremió a Richard para que les siguiese y comenzaron a moverse en dirección al animal.
Richard comenzó a indignarse según se acercaba a la tortuga, entendió porque Rox se había fijado en el animal. Estaba completamente envuelta en redes de pesca y arrastraba al nadar un par de pequeñas boyas del tamaño de una pelota de tenis, que formaban parte de una misma red y tenía varias enredadas en el cuerpo.
Rox comenzó a hacer señas al instructor que la contestó juntando sus dedos en señal de OK y se desplazó hasta la ponerse justo detrás del animal, Richard se mantenía al margen siguiéndoles pero sin intervenir. Rox avanzó y atrapó al animal poniendo sus manos justo detrás de cada aleta delantera. El instructor hizo señales a Richard para que comenzase a ascender, lo hicieron despacio y en diagonal, Richard entendió que se dirigían al lugar donde estaba el barco. Rox arrastraba con ella a la tortuga, que agotada apenas daba aletazos.
Poco a poco ascendieron hasta salir a la superficie. Richard comprobó que no estaban cerca del barco, el instructor cogió su baliza y llamó a su compañero, era una especie de Walkie talkie dotado de GPS y luz y totalmente estanco. El escritor buscó con la mirada a Rox, que no emergía del agua.
- ¿Por qué no sale? – preguntó.
- La podrá manejar mejor ahí abajo que en la superficie – dijo el instructor oteando entre las olas - ¿Qué tal la experiencia?
- ¿Cuándo podré tener ese carnet? – preguntó encantado y el instructor comenzó a reír.
- Quizá mañana si apruebas el examen – le contestó – ahí está José – dijo señalando el barco que se acercaba.
Richard subió a la embarcación con ayuda de José y comenzó a deshacerse de la pesada equipación, que en la superficie volvía a hacerle sentirse lento. José ayudo a su compañero que le daba su botella, y el chaleco, volviendo a entrar al agua únicamente con la máscara y el snorkel de buceo para ayudar a Rox.
Instantes después y ayudado por José que les había lanzado una red sujeta a una pequeña grúa manual la tortuga fue izada hasta el barco. Rox, extenuada, subió a la embarcación y Richard la ayudó a quitarse el equipo.
- ¿Qué te ha parecido? – le preguntó entre pequeños jadeos causados por el esfuerzo.
Richard la miró unos instantes tras los cuales sonrió.
- Creo que de momento no voy a volver a Nueva York – aseguró.
/../
Kate se despertó sobresaltada, Richard se marchaba y la dejaba sola en aquellos columpios. Pero al comprobar que unos brazos la rodeaban y un cuerpo cubría su espalda, se tranquilizó acomodándose y aferrándose a ese abrazo. Hasta que se dio cuenta que no era Richard, sino que se trataba de Aaron. Suspiró soltándose y se abrazó a la almohada.
Aaron se movió y la besó la mejilla.
- Volvías a llamarle – le dijo.
- Lo siento – contestó avergonzada ella ante lo inverosímil de la situación.
- No tienes que disculparte – le dijo volviendo a besar su cara – está claro que sigues enamorada de él.
Ella no pudo contestar nada. No podía mentirle, Aaron la había despertado de sus pesadillas en otras ocasiones. Sabía lo que había.
- Aaron…
- No tienes que decir nada – la cortó – no te voy a pedir explicaciones, no soy quién para hacerlo, además todas las que tenías que dar, ya me las has dado antes. No estoy aquí engañado.
- Lo siento, no deberíamos…
- ¿Qué? ¿No deberíamos habernos acostado? – preguntó - ¿Te arrepientes?
- Tú lo has dicho – contestó tras unos segundos – estoy enamorada de otra persona, no puedo evitarlo ni quiero engañarte, y no es justo para ti…
- No pretendo que te enamores de mí – contestó él -. Me gustas y yo a ti también, no creo que debamos darle más vueltas. Al menos yo no pienso darlas – le dijo volviendo a besar su mejilla.
- Suena muy frío – dijo ella casi en un susurro y él la obligo a girarse para mirarla.
- Puede. Pero tal vez también te sirva para que empieces a quitártelo de la cabeza – aseguró -. No sé que pasó en tu relación, pero tarde o temprano tendrás que tomar una decisión: Olvidarle o volver a por él.
Ella sonrió bajando la mirada y sonrojándose. Su compañero estaba siendo muy sincero, y eso hacía que se sintiese avergonzada pero cómoda con él.
- Seguramente sea yo quien se haya aprovechado de ti y no tú de mí – aseguró él – no deberías lamentarlo.
- ¿Te has aprovechado de mí? – preguntó ella sonriéndole.
- Lejos de tu ciudad, sin amigos, sin familia, has roto con tu novio… - confesó él – Sí, creo que he aprovechado esa situación.
- ¿Y lo reconoces? – preguntó ella sorprendida.
- Reconozco que me gustas y que aunque sé que estás enamorada – aseguró – he insistido lo suficiente para romper tu barrera. Sí. Me he aprovechado. Y tú te has aprovechado de que me gustas para intentar olvidar a tu escritor.
- ¿Mi escritor? – preguntó sorprendida – Yo no te he dicho en ningún momento que fuese escritor.
Aaron comenzó a reír mientras ella le miraba indignada.
- ¿Cómo has podido? – le preguntó.
- Vamos, vamos – dijo abrazándola – no te enfades, es sencillo saber de quién se trata, basta con mirar tu nombre en internet. Hay un par de entrevistas, fotos y algún que otro artículo en el que se menciona que tal vez "la musa" ha pasado a ser algo más en la vida del escritor Richard Castle, Richard… No paras de llamarle.
- Me has investigado – le dijo – y no me gusta.
- Tenía curiosidad por saber quién era mi nueva compañera – admitió – entiendo que te moleste. Lo siento.
- ¿Te gustaría que yo te hubiese investigado a ti? – preguntó.
- Sólo miré en internet – admitió – tampoco es un crimen, cualquiera puede acceder.
Katherine sostuvo la mirada de su compañero. Tenía razón, no podía negarlo. Su historia aparecía en internet y aunque ambos habían intentado mantenerla en secreto, ella por su trabajo y él por la prensa, no habían podido evitar ser fotografiados juntos en algunas ocasiones, y aunque Paula a petición de Richard había desmentido varias veces que entre ambos existiese una relación, los rumores quedaban ahí y estaban al alcance de cualquiera que tuviese un ordenador conectado a internet.
- Lo siento – dijo él.
- Está bien – contestó ella – lo entiendo.
- Te doy permiso para que me investigues cuando quieras – dijo Aaron sonriendo.
- No tengo intención de hacer eso – le dijo.
- Bueno, mi permiso lo tienes – aseguró acercándose para besarla – al igual que tienes mi permiso para seguir aprovechándote de mi.
- Aaron, creo que esto es un error – le dijo separándose levemente del beso.
- ¿Estás segura? – preguntó mirándola fijamente.
Como toda respuesta Aaron recibió los labios de su compañera sobre los suyos. Katherine no podía evitar perderse en esos ojos azules que tanto le recordaban a Richard y se dejó llevar. Quizás su compañero tuviese razón y ahora tendría que tomar una decisión con respecto a Richard: olvidarle para siempre o volver a por él.
Durante la siguiente semana Aaron y Katherine durmieron el la casa de la última. Apenas intercambiaban algún mensaje durante el día, pero al acabar sus respectivas jornadas de trabajo ambos se veían con la excusa de cenar juntos e intercambiar sus vivencias del día.
Katherine se sentía muy a gusto con él. Le había confesado como había sido su relación con Richard, y eso había hecho que se sintiese aliviada. Aaron de vez en cuando le hacía alguna pregunta sobre ambos, y en más de una ocasión y ante la emoción de ella, reía advirtiéndola que seguía enamorada de su escritor y que si él estuviese en su lugar, quizás volvería cuanto antes a Nueva York para buscarle. En esos momentos ella se callaba, pensando que tal vez su amante tenía razón y debía ser valiente y dar ese paso. Se sorprendía a si misma al pensar así, jamás habría podido llegar a pensar que podría acostarse con un hombre estando enamorada de otro y simplemente por intentar olvidar y dejar pasar los días.
La mañana de aquel viernes Freedman volvió a llamarla a su despacho. Le asignaba un nuevo caso y tendría que volar cuanto antes a un sitio muy familiar para ella: Nueva York. Era un caso complicado y tendría que esclarecer si la muerte de la amante del gobernador del estado había sido un simple accidente de tráfico o si existía otra causa.
Katherine suspiró en el avión mientras repasaba mentalmente los datos que le habían facilitado. Una vez más se veía obligada a esclarecer casos con tintes políticos. Evidentemente jamás podría salir a la luz que aquella joven era amante del gobernador de Nueva York, y aunque ella determinase que tras aquel accidente había alguien, nunca podría darse a conocer esos datos.
Después de interrogar a la madre de Hillary, maldijo interiormente el momento en el que aceptó aquel trabajo. Jamás podría decirle a aquella mujer si su hija había sido asesinada, ni podría darle el consuelo de que supiese que el culpable de aquello pagaría con sus huesos en la cárcel. Política.
Cuando entró en la habitación de su hotel en Queens, echó enormemente de menos el no estar acompañada por Aaron, pero no pensó en él como su amante, si no más bien como su compañero. Tanto secretismo, tantas mentiras, obligaban a trabajar solos a los agentes. Cuanta menos gente supiese, más seguridad…
En aquel momento y tumbada aún vestida sobre la cama se dio cuenta de su enorme error. Había renunciado a su vida. Había renunciado al amor, a formar una familia, a disfrutar de sus amigos… y todo por políticos. Los mismos políticos que catorce años antes habían asesinado a su madre. ¿Qué pensaría Johana de todo eso si lo supiese? Ella había perdido su vida por intentar destapar la vida oculta de un político y ahora su hija perdía su vida en ocultar esos mismos oscuros secretos.
¿Dónde estaría Richard en aquel momento? ¿Habría vuelto ya de Costa Rica? Hizo un cálculo mental, y supuso que justo en esa semana Alexis habría acabado con sus seis semanas de estudios. ¿Habría planeado el escritor unas vacaciones junto a su madre y su hija para no sentirse solo? ¿Estaría en Manhattan?
Se levantó para poner en marcha su portátil y escanear la situación del móvil de su exnovio. Y en ese momento se dio cuenta de lo que estaba haciendo y cerró el portátil de un golpe. Había tomado una decisión y había firmado un contrato. Un papel que la ataba a Washington y a un trabajo que no la gustaba durante un año. No podía deshacer eso. Era absurdo seguir obsesionada con él. No podía abandonar su trabajo. Se dejo caer de nuevo sobre la cama y comenzó a llorar pidiendo perdón entre sollozos a su madre y a Richard.
/../
Alexis miró a su padre sorprendida.
- ¿No vas a decir nada? – preguntó él.
- ¿Qué quieres que diga? Ya me dijiste que eras mayorcito para ir dónde quisieses – contestó la pelirroja – si quieres quedarte aquí, me parece bien, yo volveré mañana a Nueva York con mi grupo.
- Gracias cariño – dijo él besándola sobre la cabeza y alejándose.
- De nada – contestó Alexis en voz baja mientras le miraba alejarse hacía la clínica de Rox.
La chica dio media vuelta y se encaminó hacia Michelle.
- ¿Y bien? – preguntó su amiga.
- Tendrás que ayudarme – aseguró – plan B. No quiere volver conmigo.
- ¡Que emocionante! – dijo Michelle entusiasmada.
- Tengo que hacer esa llamada – dijo mirando su reloj.
- Te acompaño.
Ambas chicas se dirigieron a su habitación. Alexis encendió su móvil y marcó esperando pacientemente los tonos de llamada.
- ¿Lanie? Soy Alexis. Plan B.
- ¿Cariño? Vaya… - contestó la forense con fastidio – esto se complica.
- Me lo ha dejado muy claro – informó la chica – se queda con la veterinaria y no tiene claro cuando volverá.
- Eso es lo que él se piensa – contestó Lanie al otro lado.
- ¿Qué tengo que hacer? – preguntó Alexis.
- ¿Estás segura cariño? No va a ser agradable – advirtió Lanie.
Alexis apretó la mano de Michelle, que la sujetaba por el hombro intentando traspasarle todo el valor posible.
- Me dolerá más engañar a papá – confesó la chica – pero es por su bien.
Lanie fue repitiendo las instrucciones a Alexis que iba repasando sus notas bajo la atenta mirada de Michelle.
- Llamaré a tu abuela en cuanto colguemos– le dijo Lanie.
- Gracias Lanie. ¿Saldrá bien? – preguntó Alexis nerviosa.
- ¡Claro que sí! – aseguró la forense – Somos un gran equipo chica. Y te estaré esperando en cuanto piséis Nueva York.
- Sed buenos con él – pidió Alexis.
- No te preocupes cariño… Nos vemos en el aeropuerto. Asegúrate de que Michelle tenga mi número de teléfono y tranquila…
- Gracias Lanie.
- Gracias a ti Alexis. Esto es una locura – dijo riendo levemente la morena – pero lo conseguiremos.
Alexis miró a Michelle que la asintió apoyándola.
- Cuenta conmigo – prometió.
La joven abrió una pequeña caja de cartón que tenía escondida en su bolsa de viaje y fue sacando uno a uno todos los medicamentos que entre ella, Michelle y Brian habían robado de la clínica siguiendo las indicaciones de Lanie…
- Plan B en marcha…
G R A C I A S por llegar hasta aquí. Perdonar por las largas descripciones, me emociono y no sé pararlo.
Creo que hemos llegado al ecuador de la historia. Espero empezar a hacerla más dinámica a partir de ahora. Sé que está resultando dura, pero ella eligió el trabajo y tiene que aprender de su gran error ¿Verdad? Paciencia por favor... Espero que el resultado no os defraude.
Gracias por seguir leyendo, mil gracias por cada uno de vuestros comentarios.
Kynu, gracias por tu insistencia y por la paciencia el lunes pasado. Espero que te guste este capi, para ti.
CAPITULO 8. VOLVER.
En ese instante los ojos de Richard se abrieron como platos.
- ¿Papá? – dijo Alexis.
- ¿Alexis? – balbuceó él.
El grupo hizo un silencio mientras el escritor se acercaba despacio a su hija, que dio un par de pasos hacia él.
- ¿Se puede saber que haces aquí? – le preguntó mirando por encima del hombro de él a la veterinaria.
- ¿Sabes? Yo debería preguntar lo mismo, se supone que estabas en un centro de estudios – le dijo algo molesto.
- Vengo a hacer prácticas – contestó ella de inmediato.
Rox comenzó a dirigirse al grupo para evitar que padre e hija siguieran siendo el centro de atención, y Alexis cogió a su padre por el codo obligándole a retirarse hacia un lado alejándose lo suficiente como para que no les oyesen.
- ¿No se supone que estabas en Florida? – preguntó Alexis.
- Bueno… pues estoy en Costa Rica – contestó mostrando enfado - ¿No crees que tengo edad para decidir dónde ir?
- Demasiada casualidad papá – le dijo - ¿Cuánto tiempo llevas en el país?
- Desde el mismo día que tú – le dijo en voz más baja después de unos segundos de silencio.
- ¡Papá!
- ¡Vamos! – contestó él – De no haber sido porque has venido hasta aquí sin que yo lo supiese, no te habrías llegado a enterar.
- ¿Por qué? ¿No te fías de mí? – preguntó ella con los ojos brillantes.
- ¡Claro que me fío de ti! – exclamó enfadado – Pero tenía miedo y prefería estar lo más cerca posible. ¿Por qué no me dijiste que vendrías aquí?
- Intenté llamarte pero tu móvil está apagado – le dijo – y la abuela está en Los Hamptons, y ya sabes que no lleva su móvil a la playa.
Rox había terminado de hablar al grupo y entró en su clínica, desde la que podía oír la conversación de ambos.
- Dime una cosa – dijo la chica - ¿Si Katherine hubiese aceptado tu propuesta de matrimonio habrías venido?
- Claro que sí – le dijo – y seguro que ella me hubiese acompañado.
- Ya. Pues no veo que la estés echando mucho de menos – le reprochó.
- Alexis… fue ella la que dijo que no. ¿Quieres que me pase el resto de mi vida llorando?
- No – contestó ella bajando la voz – pero ya entiendo por qué te dijo que no.
- ¿Ah si? – dijo él molesto.
- Supongo que no querría ser tu tercera exmujer – confesó – está visto todo lo que la querías.
- Estás siendo injusta conmigo Alexis – le dijo – yo la amo, pero no puedo obligarla a que ella sienta lo mismo por mi.
- Déjalo papá, creo que tengo claro lo que he visto.
- Eso no cambia lo que siento por Katherine.
Ambos guardaron silencio. Alexis se abalanzó sobre los brazos de su padre, que la apretó con fuerza besando su cabeza.
- Lo siento mucho papá – le dijo dándole un beso en la mejilla – la abuela y yo siempre pensamos que Katherine y tu acabaríais casados y… Papá ella nos gusta, mucho.
- Lo sé cariño… a mí también – la separó de él un momento - ¿Sabes? Me alegra mucho verte. Estás muy guapa con ese color de cara.
- Tu también estás bronceado – le dijo – aunque deberías cortarte un poco el pelo.
- ¿Me dirás ahora por qué estás aquí?
- Nos mandaron hacer un trabajo, quién lo hiciese mejor podría venir a hacer prácticas la última semana – explicó – y lo conseguimos. ¿Cuánto tiempo estarás aquí? – preguntó algo temerosa.
- No lo sé – dijo él – en un principio vine por un par de días. Pero esto es fascinante – aseguró con alegría – aún no me he planteado cuándo volver.
Alexis le miró un tanto apenada.
- Será mejor que vuelva con el grupo – le dijo – supongo que te podré ver por aquí ¿no?
- Estoy viviendo en la casa de Miguel – le dijo señalando con la mirada al coordinador – prometo no estorbarte.
- Eso es complicado – le dijo la chica volviendo a abrazarle – te quiero papá.
- Y yo a ti cariño – le dijo – localizaré a tu abuela para decirle que estás conmigo, se alegrará al saberlo. Ella también estaba preocupada por tu viaje.
La chica asintió y se alejó hasta su grupo que la esperaban para ponerse en marcha.
- ¿Tu padre? – preguntaron sus compañeros cuando se unió a ellos.
- Es una larga historia – dijo la chica – ninguno de los dos sabíamos que el otro estaba aquí.
El grupo siguió a Miguel que les llevaría hasta la zona de la playa que tenían asignada. Alexis cogió de la mano a Michelle separándola un poco para poder hablar con ella.
- ¡Que fuerte Lex! – le dijo – tu padre está con la veterinaria.
- Tengo que solucionar eso como sea – dijo la chica – y tendrás que ayudarme si te necesito.
- Cuenta conmigo – contestó Michelle - ¿Tienes algún plan?
- ¿Crees que me ha dado tiempo? – contestó – apenas me he repuesto del mareo y me encuentro con esta situación…
- ¿Qué podríamos hacer? – preguntó Michelle – La veterinaria es guapa, aunque no me gusta como nos ha hablado.
- Ya – dijo Alexis desanimada- . Tendré que recurrir a la tropa para que me digan que debo hacer.
- ¿A la tropa? – preguntó Michelle confundida.
- Sí. A los amigos de mi padre y Katherine – dijo resuelta -. Esta noche llamaré a Lanie, ella sabrá que hacer.
Alexis sonrió triunfante.
- ¿Pasa algo? – le preguntó su amiga.
- Creo que no todo está perdido – le dijo – mi padre ha confesado que ama a Katherine.
Su amiga sonrió con ella. La ayudaría en todo lo que necesitase. Lex era una chica estupenda.
/../
Richard subió los cuatro escalones de acceso a la clínica. Rox estaba de espaldas revisando unos informes.
- Vaya sorpresa ¿no? – le dijo sin mirarle – Encontrarte aquí con tu hija.
- Pensé que me mataría – confesó él -. Vine siguiéndola. Hace unos meses la secuestraron y que saliese de Manhattan no me entusiasmaba.
- Entiendo – dijo ella volviéndose para mirarle - ¿Tienes más hijos?
- No – contestó él – Alexis es mi única hija.
- ¿Y su madre?
- Nos divorciamos hace mucho tiempo.
- Entiendo – volvió a decir ella.
Richard era consciente de que Rox había oído parte de la conversación con Alexis.
- Hace casi dos meses mi novia me rechazó – le dijo.
- No te he preguntado nada – le dijo ella.
- Lo sé. Pero también sé que nos has oído.
- He oído que se llama Katherine y que aún la amas – confesó – y ahora entiendo tu comportamiento la primera vez que nosotros... ahora lo entiendo todo… sigues enamorado.
- Oye mira Rox, yo…
- Rick… - cortó ella – No tienes porqué darme ninguna explicación. Los dos somos mayorcitos. Tú me gustas, no voy a negarlo y me encanta acostarme contigo, pero…
- ¿Qué? – preguntó él cuando ella se quedó callada.
- Que no debes preocuparte. Yo pertenezco a este mundo y tú al tuyo – continuó – lo pasaremos bien durante unos días, tú te irás y yo seguiré aquí con mis tortugas y mi vida.
- Rox… Yo no quiero hacerte daño pero… si, soy sincero, yo no busco una relación.
- Serías un capullo si lo hicieses amando a otra – aseguró.
- No puedo dejar de hacerlo y créeme que lo intento – repuso.
- Supongo que será así – dijo ella – no te preocupes Rick, llevo demasiado tiempo aquí como para hacerme ilusiones con nadie.
- ¿Por qué dices eso?
- No eres el primer turista que llega y se queda más tiempo del que pensaba – le dijo dándole a entender que había tenido más relaciones – pero al final nadie renunciará a su vida por esto, ni yo renunciaré a esto por nadie. No me hago ilusiones, disfruto del momento.
Richard asintió. Afortunadamente Rox tenía las cosas claras con respecto a él.
- Bien – dijo él – pues ambos lo tenemos claro.
- Hay algo que quiero saber – dijo Rox.
- ¿Qué?
- ¿Tendrás que ir a dormir a la casa de Miguel? – le dijo acercándose y pasando sus brazos por su cuello - ¿O podrás quedarte aquí?
- Creo que soy lo suficientemente mayorcito como para no tener que fichar por mi hija – aseguró – además he prometido no estorbarla. Espero cruzarme con ella lo imprescindible hasta que se vaya o me matará.
- ¿No volverás a Nueva York con ella? – preguntó besándole – Si no me equivoco su grupo estará una semana y volverán a sus ciudades.
- Creo que lo estoy pasando bien aquí – dijo mientras la apretaba contra él – no me apetece demasiado volver a casa.
Los cuatro siguientes días Richard se cruzó con su hija lo mínimo, cenas en las que participaban todos los trabajadores y voluntarios, alguna vez en la playa mientras acompañaba a Rox en su trabajo diario… poco más.
Richard se despertó con las caricias de Rox. Apenas eran las nueve de la mañana y ella ya se ponía en pie como cada día, después de haberse acostado a las tres, supervisando que las pequeñas tortugas llegasen hasta el agua y después de compartir cena y conversación en la playa junto al resto.
Él intentaba impedir que la veterinaria se levantase, abrazándola por la cintura y no dejando de besarla.
- Vamos, deja que me vaya – le dijo – tú quédate descansando un poco más.
- Nada de eso – le dijo – has despertado al animal que hay en mí, así que, tendrás que ocuparte de cuidarle antes que al resto – dijo girándola para quedar sobre ella.
Desde el Walkie talkie de Rox comenzaron a llamarla, interrumpiendo el momento. Ella salió de la cama cubriéndose con una camiseta y lo alcanzó, contestando de inmediato a la llamada. Él suspiró con fastidio cuando entendió que ella iría de inmediato.
- ¿Qué ocurre? – preguntó levantándose y ajustándose los bóxer.
- Algo poco habitual – dijo ella - ¿has visto alguna vez un jaguar de cerca?
- ¿Un jaguar? ¿Te refieres al animal? – preguntó extrañado.
- ¿A qué iba a referirme si no? – le dijo riendo.
- ¿Aquí hay jaguares?
- Rick por favor – le dijo - ¿Tú me atiendes cuando te hablo?
Él se encogió de hombros y se acercó para besarla.
- ¿Y ese jaguar no puede esperar a que atiendas a este otro animal?
- No – le dijo segura mientras se vestía - le han atropellado.
- ¿Es peligroso? – preguntó poniéndose los pantalones.
- Claro – le dijo riendo – y más estando herido.
- ¿De verdad tengo que acompañarte? – preguntó
- ¿Tú eres el que dice que para escribir tus novelas te has documentado de primera mano siguiendo a detectives de homicidios de Nueva York? Miedica.
- La policía iba armada – aseguró.
- Y los guardas que han encontrado al jaguar también – dijo – lo han sedado, por eso debemos darnos prisa.
Corrieron hasta la clínica y ella comenzó a preparar el material que podría necesitar para curar al animal que iban a llevarle los guardas del parque.
- ¿Puedo ayudarte en algo? – preguntó él.
- Ve a la parte trasera de la clínica, necesitare una de las jaulas grandes que están bajo el cobertizo – le dijo y él asintió saliendo deprisa.
Cinco minutos después, el pick up de los guardas paraba frente a la clínica. Rox salió de inmediato y subió a la parte trasera para examinar al animal. Estaba sobre una lona rectangular con asideros. Richard vio las heridas de la pata trasera. Sangraba y tenía insectos. El animal era espectacular. Tenía un gran tamaño, quizá mediría metro y medio de largo.
- Llevarla dentro – les dijo a los guardas en español – y tendréis que volver al lugar donde la encontrasteis. Sus cachorros tendrán unos cinco meses y no sobrevivirán sin su madre.
Richard observó como ella les preguntaba y los guardas contestaban. Depositaron al animal sobre la mesa metálica de la clínica y después de coger otra jaula se marcharon.
- Tendrás que ayudarme no puedo llamar a Mike, no llegaría a tiempo – dijo ella refiriéndose a otro de los veterinarios del parque – y el sedante no le durará demasiado.
- ¿Qué quieres que haga?
- Ponte unos guantes – le ordenó.
- ¿Es grave? – preguntó él poniéndose los guantes.
- Sobrevivirá – aseguró ella – aunque parezca una herida muy fea. Necesito hacerle una radiografía para ver si tiene algún hueso roto – dijo examinando al animal palpándolo con la mano sobre los cuartos traseros.
- ¿Por qué se han llevado una jaula? – preguntó él.
- Es una hembra - le dijo señalando las mamas – sus cachorros estarían cerca, han ido a recuperarlos.
Richard la ayudó en todo lo que ella le pedía, ayudando a mover al animal para hacerle la radiografía, echando desinfectante sobre la herida para limpiarla de restos de tierra e insectos, y finalmente ayudando con el instrumental que ella necesitaba para poder suturar la herida.
Rox aprovechó que aún estaba dormida para tomar el peso y las medidas del animal, buscó si tenía un chip de identificación y al comprobar que no lo tenía, le implantó uno bajo la piel.
- Hay que meterla en la jaula ya – dijo ella.
Después de cerrar la jaula y dejar un recipiente con agua dentro, Rox revisó las radiografías que había hecho.
- Tiene suerte – dijo – no tiene ningún hueso roto.
Del Walkie talkie surgió una voz llamándola y ella contestó de inmediato.
- Los han encontrado y los traen aquí – le dijo a Richard.
- ¿Es muy habitual que trates bichitos de estos? – dijo refiriéndose al gran tamaño del felino.
- No son mi especialidad – dijo ella – los trasladaremos a una de las clínicas del interior del parque donde tratan casi a diario con ellos. Es espectacular ¿verdad? – le preguntó.
- Es una preciosidad y muy suave – aseguró él.
Media hora después los guardas volvieron con dos cachorros que no paraban de enseñar sus dientes en actitud felina. La madre había comenzado a despertarse y contestaba con gruñidos las llamadas de sus cachorros.
Rox se atrevió a sacar a uno de los cachorros para examinarlo y pese al miedo inicial del pequeño, se quedó inmóvil y ella pudo examinarle y comprobar que estaba en perfecto estado.
Después intentó hacer lo mismo con su hermano, pero era más rebelde y tuvo que ponerse unos guantes de cuero para evitar que la mordiese mientras le examinaba.
Richard aprovecho para hacer fotografías y Rox depositó al cachorro, ya más tranquilo, en los brazos de él y le hizo varias fotos. Después lo devolvió a la jaula junto a su hermano.
Los guardas cargaron las jaulas tanto de la madre como de los cachorros en el coche y tras asegurarlas y cubrirlas con lonas se despidieron de ambos.
- ¿No te da pena que se los lleven? – preguntó Richard.
- Lo mío son las tortugas y las aves marinas – le dijo – Jaques les cuidará, estarán en un recinto adecuado los tres juntos y bien atendidos y puede que en un mes sean de nuevo libres. Me darían más pena si los tuviese aquí en esas pequeñas jaulas. La clínica está cerca, por si quieres ir a verlos mañana.
- No será necesario – le dijo.
- Voy a avisar a Jaques para que sepa que se los llevan – dijo ella.
Richard observaba a Rox mientras hacía la supervisión de los animales que tenía en la clínica, revisando las heridas de algunos y la evolución de otros. Ella le miró comprendiendo que se aburría.
- ¿Has buceado alguna vez?
- Te refieres a hacerlo con botella, traje y todo eso ¿No?
- Si… todo eso – dijo ella riendo.
- No. No lo he hecho nunca.
- ¿Te apetecería? – le dijo sonriendo.
- ¿Podría? Es decir, se necesita un curso y yo no lo tengo.
- No te preocupes por eso – le dijo ella – tenemos un acuerdo con una escuela local y su seguro te cubrirá, aunque tendrás que escuchar una pequeña charla y tendrás unos minutos de prácticas en tierra.
- Pues… me encantaría bucear – dijo – pero contigo ¿Verdad?
- Claro.
- Pues cuando quieras...
- Tendré que hacer unas llamadas.
Richard esperó a que ella llamase tanto a la escuela local como a Robert, otro veterinario para que la cubriese.
Tres horas más tarde, el escritor, la veterinaria y uno de los dos instructores de la escuela de buceo que les acompañaban en una pequeña embarcación a motor, se preparaban para la inmersión. Rox escudriño con unos prismáticos la superficie del agua.
- Hay unas cuantas – le dijo a Richard – han llegado hasta aquí y esperaran hasta que el sol empiece a ponerse antes de salir a la playa y depositar los huevos.
- ¿Podremos acercarnos? – preguntó entusiasmado
- Sin asustarlas si, pero no creo que puedas tocarlas – le dijo – huyen del hombre… por desgracia nos conocen demasiado.
El instructor de la escuela fue el primero en entrar al agua, se quedo esperando en la superficie a que Richard se sumergiese. Richard era auxiliado por el instructor que estaba en la embarcación que le indicaba cómo debía dejar caer su cuerpo hacía atrás ayudado por el peso de la botella e impulsándose con las piernas. No parecía nada fácil, pero la embarcación era demasiado pequeña como para no desestabilizarla si se lanzaba de otra forma, dada la corpulencia del escritor. Tenía que sujetar su máscara y pegar su barbilla al pecho e impulsarse a la vez… Richard no parecía decidirse, hasta que el instructor, hizo una seña a Rox y entre ambos le ayudaron con sus piernas, impulsándole lo suficiente y entró en el agua.
Se sintió desconcertado, su primer impulso de respirar por la nariz hizo que la máscara se pegase más a su cara por efecto del vacío. Además, ésta le limitaba la visión por los lados, y aunque se sentía más ligero ahora que estaba en el agua, entre el cinturón de peso, la botella, el chaleco, las aletas y el traje de neopreno pegado a su cuerpo notaba cierto agobio. Quiso nadar para salir a la superficie, pero el instructor que le esperaba en el agua, le tomó del brazo y le hizo mirarle para que le imitase. Y por gestos con las manos le indicó que llenase sus pulmones de aire, lo mantuviese y lo expulsase. Repitiendo unas cuantas veces. Richard recordó las palabras que le dijo varias veces en la superficie: si te asustas, para, respira y piensa.
Richard comenzó a respirar por la boca y a tranquilizarse cuando comprobó que el aire entraba en sus pulmones sin esfuerzo y mantenía el interior de la máscara seca. Notó un golpe en el agua, se giró y pudo ver como Rox se sumergía junto a ellos. Se dio cuenta que apenas debían estar a un metro de la superficie. Ella se puso frente a él, y le hizo una señal con sus dedos, juntando el índice y el pulgar formando un círculo. Era la señal de que todo estaba OK y Richard la imitó, mucho más tranquilo todo iba bien, respiraba.
Poco a poco y haciendo caso a las instrucciones que le daban, fue inclinándose para ponerse en posición horizontal e imitando a sus dos acompañantes comenzó a mover las piernas para avanzar mientras iba apretando con el pulgar la válvula de vaciado de su chaleco. La primera vez que la pulsó, la brusquedad hizo que descendiese un poco más rápido de lo que pensaba y se asustó, pero la inmediata reacción del instructor, poniéndose a su lado y buscando su mirada le tranquilizo.
Comenzaron un lento descenso, Richard aún no disfrutaba de lo que veía, demasiado ocupado en llevar la respiración correctamente y en mover sus piernas de forma que las aletas le impulsasen. Cada cierto tiempo sus dos acompañantes paraban y le hacían señas para que les dijese si sus oídos estaban notando la presión e hiciese la maniobra de Valsaba para compensar la presión interna y externa. Notaba que la luz comenzaba a hacerse difusa y Rox le indico por señas que sujetase su máscara y mirase hacia arriba. Cuando lo hizo, notó como la máscara se elevaba queriendo escapar a la superficie por efecto del aire contenido y la aferró con fuerza temiendo perderla. En ese momento se dio cuenta de la cantidad de agua que tenía por encima y aquello le pareció increíble. Él estaba ahí. Divisó un banco de pequeños peces que se movían despacio y que emitían destellos metálicos.
Rox no tenía previsto sumergirse a mucha profundidad, dado que verían a las tortugas ascender cada cierto tiempo a la superficie para respirar y porque quería poder estar más tiempo sumergidos. A mayor profundidad, menor tiempo de inmersión. Por eso había elegido una zona no demasiado lejana de la costa. Bucearon hasta una plataforma cercana, Rox comenzó a señalarle los peces y otros animales que había allí, escondidos entre las rocas o la vegetación que crecía sobre la plataforma. Richard no los habría descubierto por si mismo si ella no se los mostrase, y aunque ya buceaba con más control y soltura aún estaba demasiado preocupado por respirar. De repente Rox y el instructor pararon señalando varias tortugas que mordisqueaban la vegetación de la plataforma. Era como ver herbívoros pastando, pero en vez de en praderas bañadas por el sol, en el interior del océano y con criaturas que se movían ingrávidas por el agua. De repente pensó en eso, bucear era como flotar por el aire. Era afortunado de poder contemplar ese nuevo mundo para él. Bucear era increíble.
Se adentraron en la pradera submarina y comenzaron a ver más y más tortugas. El instructor se puso de rodillas sobre una parte de la plataforma y Rox hizo lo mismo, haciéndole señas para que les imitase. A Richard le costó un poco hacerlo, no controlaba las aletas y chocó varias veces antes de lograr poner sus rodillas sobre el suelo. Entonces los tres se quedaron quietos, a escasos metros los unos de los otros, y varias tortugas, curiosas, empezaron a acercarse y nadar entre ellos y tan cerca, que Rox comenzó a levantar su mano con suavidad y comenzó a tocar muy despacio el caparazón de la que tenía más cercana, que no se asustó y siguió curioseando a ese ser que tenía frente a ella.
Richard imitó a Rox y cuando una de las tortugas se acercó lo suficiente, rozó con cuidado la parte inferior, que al tacto le pareció increíblemente suave.
Estuvieron un buen rato allí, dejándose observar por las curiosas tortugas. De pronto Rox hizo una seña al instructor y señaló hacia un punto del agua donde una tortuga de mayor tamaño que el resto, se movía con lentitud. Rox apremió a Richard para que les siguiese y comenzaron a moverse en dirección al animal.
Richard comenzó a indignarse según se acercaba a la tortuga, entendió porque Rox se había fijado en el animal. Estaba completamente envuelta en redes de pesca y arrastraba al nadar un par de pequeñas boyas del tamaño de una pelota de tenis, que formaban parte de una misma red y tenía varias enredadas en el cuerpo.
Rox comenzó a hacer señas al instructor que la contestó juntando sus dedos en señal de OK y se desplazó hasta la ponerse justo detrás del animal, Richard se mantenía al margen siguiéndoles pero sin intervenir. Rox avanzó y atrapó al animal poniendo sus manos justo detrás de cada aleta delantera. El instructor hizo señales a Richard para que comenzase a ascender, lo hicieron despacio y en diagonal, Richard entendió que se dirigían al lugar donde estaba el barco. Rox arrastraba con ella a la tortuga, que agotada apenas daba aletazos.
Poco a poco ascendieron hasta salir a la superficie. Richard comprobó que no estaban cerca del barco, el instructor cogió su baliza y llamó a su compañero, era una especie de Walkie talkie dotado de GPS y luz y totalmente estanco. El escritor buscó con la mirada a Rox, que no emergía del agua.
- ¿Por qué no sale? – preguntó.
- La podrá manejar mejor ahí abajo que en la superficie – dijo el instructor oteando entre las olas - ¿Qué tal la experiencia?
- ¿Cuándo podré tener ese carnet? – preguntó encantado y el instructor comenzó a reír.
- Quizá mañana si apruebas el examen – le contestó – ahí está José – dijo señalando el barco que se acercaba.
Richard subió a la embarcación con ayuda de José y comenzó a deshacerse de la pesada equipación, que en la superficie volvía a hacerle sentirse lento. José ayudo a su compañero que le daba su botella, y el chaleco, volviendo a entrar al agua únicamente con la máscara y el snorkel de buceo para ayudar a Rox.
Instantes después y ayudado por José que les había lanzado una red sujeta a una pequeña grúa manual la tortuga fue izada hasta el barco. Rox, extenuada, subió a la embarcación y Richard la ayudó a quitarse el equipo.
- ¿Qué te ha parecido? – le preguntó entre pequeños jadeos causados por el esfuerzo.
Richard la miró unos instantes tras los cuales sonrió.
- Creo que de momento no voy a volver a Nueva York – aseguró.
/../
Kate se despertó sobresaltada, Richard se marchaba y la dejaba sola en aquellos columpios. Pero al comprobar que unos brazos la rodeaban y un cuerpo cubría su espalda, se tranquilizó acomodándose y aferrándose a ese abrazo. Hasta que se dio cuenta que no era Richard, sino que se trataba de Aaron. Suspiró soltándose y se abrazó a la almohada.
Aaron se movió y la besó la mejilla.
- Volvías a llamarle – le dijo.
- Lo siento – contestó avergonzada ella ante lo inverosímil de la situación.
- No tienes que disculparte – le dijo volviendo a besar su cara – está claro que sigues enamorada de él.
Ella no pudo contestar nada. No podía mentirle, Aaron la había despertado de sus pesadillas en otras ocasiones. Sabía lo que había.
- Aaron…
- No tienes que decir nada – la cortó – no te voy a pedir explicaciones, no soy quién para hacerlo, además todas las que tenías que dar, ya me las has dado antes. No estoy aquí engañado.
- Lo siento, no deberíamos…
- ¿Qué? ¿No deberíamos habernos acostado? – preguntó - ¿Te arrepientes?
- Tú lo has dicho – contestó tras unos segundos – estoy enamorada de otra persona, no puedo evitarlo ni quiero engañarte, y no es justo para ti…
- No pretendo que te enamores de mí – contestó él -. Me gustas y yo a ti también, no creo que debamos darle más vueltas. Al menos yo no pienso darlas – le dijo volviendo a besar su mejilla.
- Suena muy frío – dijo ella casi en un susurro y él la obligo a girarse para mirarla.
- Puede. Pero tal vez también te sirva para que empieces a quitártelo de la cabeza – aseguró -. No sé que pasó en tu relación, pero tarde o temprano tendrás que tomar una decisión: Olvidarle o volver a por él.
Ella sonrió bajando la mirada y sonrojándose. Su compañero estaba siendo muy sincero, y eso hacía que se sintiese avergonzada pero cómoda con él.
- Seguramente sea yo quien se haya aprovechado de ti y no tú de mí – aseguró él – no deberías lamentarlo.
- ¿Te has aprovechado de mí? – preguntó ella sonriéndole.
- Lejos de tu ciudad, sin amigos, sin familia, has roto con tu novio… - confesó él – Sí, creo que he aprovechado esa situación.
- ¿Y lo reconoces? – preguntó ella sorprendida.
- Reconozco que me gustas y que aunque sé que estás enamorada – aseguró – he insistido lo suficiente para romper tu barrera. Sí. Me he aprovechado. Y tú te has aprovechado de que me gustas para intentar olvidar a tu escritor.
- ¿Mi escritor? – preguntó sorprendida – Yo no te he dicho en ningún momento que fuese escritor.
Aaron comenzó a reír mientras ella le miraba indignada.
- ¿Cómo has podido? – le preguntó.
- Vamos, vamos – dijo abrazándola – no te enfades, es sencillo saber de quién se trata, basta con mirar tu nombre en internet. Hay un par de entrevistas, fotos y algún que otro artículo en el que se menciona que tal vez "la musa" ha pasado a ser algo más en la vida del escritor Richard Castle, Richard… No paras de llamarle.
- Me has investigado – le dijo – y no me gusta.
- Tenía curiosidad por saber quién era mi nueva compañera – admitió – entiendo que te moleste. Lo siento.
- ¿Te gustaría que yo te hubiese investigado a ti? – preguntó.
- Sólo miré en internet – admitió – tampoco es un crimen, cualquiera puede acceder.
Katherine sostuvo la mirada de su compañero. Tenía razón, no podía negarlo. Su historia aparecía en internet y aunque ambos habían intentado mantenerla en secreto, ella por su trabajo y él por la prensa, no habían podido evitar ser fotografiados juntos en algunas ocasiones, y aunque Paula a petición de Richard había desmentido varias veces que entre ambos existiese una relación, los rumores quedaban ahí y estaban al alcance de cualquiera que tuviese un ordenador conectado a internet.
- Lo siento – dijo él.
- Está bien – contestó ella – lo entiendo.
- Te doy permiso para que me investigues cuando quieras – dijo Aaron sonriendo.
- No tengo intención de hacer eso – le dijo.
- Bueno, mi permiso lo tienes – aseguró acercándose para besarla – al igual que tienes mi permiso para seguir aprovechándote de mi.
- Aaron, creo que esto es un error – le dijo separándose levemente del beso.
- ¿Estás segura? – preguntó mirándola fijamente.
Como toda respuesta Aaron recibió los labios de su compañera sobre los suyos. Katherine no podía evitar perderse en esos ojos azules que tanto le recordaban a Richard y se dejó llevar. Quizás su compañero tuviese razón y ahora tendría que tomar una decisión con respecto a Richard: olvidarle para siempre o volver a por él.
Durante la siguiente semana Aaron y Katherine durmieron el la casa de la última. Apenas intercambiaban algún mensaje durante el día, pero al acabar sus respectivas jornadas de trabajo ambos se veían con la excusa de cenar juntos e intercambiar sus vivencias del día.
Katherine se sentía muy a gusto con él. Le había confesado como había sido su relación con Richard, y eso había hecho que se sintiese aliviada. Aaron de vez en cuando le hacía alguna pregunta sobre ambos, y en más de una ocasión y ante la emoción de ella, reía advirtiéndola que seguía enamorada de su escritor y que si él estuviese en su lugar, quizás volvería cuanto antes a Nueva York para buscarle. En esos momentos ella se callaba, pensando que tal vez su amante tenía razón y debía ser valiente y dar ese paso. Se sorprendía a si misma al pensar así, jamás habría podido llegar a pensar que podría acostarse con un hombre estando enamorada de otro y simplemente por intentar olvidar y dejar pasar los días.
La mañana de aquel viernes Freedman volvió a llamarla a su despacho. Le asignaba un nuevo caso y tendría que volar cuanto antes a un sitio muy familiar para ella: Nueva York. Era un caso complicado y tendría que esclarecer si la muerte de la amante del gobernador del estado había sido un simple accidente de tráfico o si existía otra causa.
Katherine suspiró en el avión mientras repasaba mentalmente los datos que le habían facilitado. Una vez más se veía obligada a esclarecer casos con tintes políticos. Evidentemente jamás podría salir a la luz que aquella joven era amante del gobernador de Nueva York, y aunque ella determinase que tras aquel accidente había alguien, nunca podría darse a conocer esos datos.
Después de interrogar a la madre de Hillary, maldijo interiormente el momento en el que aceptó aquel trabajo. Jamás podría decirle a aquella mujer si su hija había sido asesinada, ni podría darle el consuelo de que supiese que el culpable de aquello pagaría con sus huesos en la cárcel. Política.
Cuando entró en la habitación de su hotel en Queens, echó enormemente de menos el no estar acompañada por Aaron, pero no pensó en él como su amante, si no más bien como su compañero. Tanto secretismo, tantas mentiras, obligaban a trabajar solos a los agentes. Cuanta menos gente supiese, más seguridad…
En aquel momento y tumbada aún vestida sobre la cama se dio cuenta de su enorme error. Había renunciado a su vida. Había renunciado al amor, a formar una familia, a disfrutar de sus amigos… y todo por políticos. Los mismos políticos que catorce años antes habían asesinado a su madre. ¿Qué pensaría Johana de todo eso si lo supiese? Ella había perdido su vida por intentar destapar la vida oculta de un político y ahora su hija perdía su vida en ocultar esos mismos oscuros secretos.
¿Dónde estaría Richard en aquel momento? ¿Habría vuelto ya de Costa Rica? Hizo un cálculo mental, y supuso que justo en esa semana Alexis habría acabado con sus seis semanas de estudios. ¿Habría planeado el escritor unas vacaciones junto a su madre y su hija para no sentirse solo? ¿Estaría en Manhattan?
Se levantó para poner en marcha su portátil y escanear la situación del móvil de su exnovio. Y en ese momento se dio cuenta de lo que estaba haciendo y cerró el portátil de un golpe. Había tomado una decisión y había firmado un contrato. Un papel que la ataba a Washington y a un trabajo que no la gustaba durante un año. No podía deshacer eso. Era absurdo seguir obsesionada con él. No podía abandonar su trabajo. Se dejo caer de nuevo sobre la cama y comenzó a llorar pidiendo perdón entre sollozos a su madre y a Richard.
/../
Alexis miró a su padre sorprendida.
- ¿No vas a decir nada? – preguntó él.
- ¿Qué quieres que diga? Ya me dijiste que eras mayorcito para ir dónde quisieses – contestó la pelirroja – si quieres quedarte aquí, me parece bien, yo volveré mañana a Nueva York con mi grupo.
- Gracias cariño – dijo él besándola sobre la cabeza y alejándose.
- De nada – contestó Alexis en voz baja mientras le miraba alejarse hacía la clínica de Rox.
La chica dio media vuelta y se encaminó hacia Michelle.
- ¿Y bien? – preguntó su amiga.
- Tendrás que ayudarme – aseguró – plan B. No quiere volver conmigo.
- ¡Que emocionante! – dijo Michelle entusiasmada.
- Tengo que hacer esa llamada – dijo mirando su reloj.
- Te acompaño.
Ambas chicas se dirigieron a su habitación. Alexis encendió su móvil y marcó esperando pacientemente los tonos de llamada.
- ¿Lanie? Soy Alexis. Plan B.
- ¿Cariño? Vaya… - contestó la forense con fastidio – esto se complica.
- Me lo ha dejado muy claro – informó la chica – se queda con la veterinaria y no tiene claro cuando volverá.
- Eso es lo que él se piensa – contestó Lanie al otro lado.
- ¿Qué tengo que hacer? – preguntó Alexis.
- ¿Estás segura cariño? No va a ser agradable – advirtió Lanie.
Alexis apretó la mano de Michelle, que la sujetaba por el hombro intentando traspasarle todo el valor posible.
- Me dolerá más engañar a papá – confesó la chica – pero es por su bien.
Lanie fue repitiendo las instrucciones a Alexis que iba repasando sus notas bajo la atenta mirada de Michelle.
- Llamaré a tu abuela en cuanto colguemos– le dijo Lanie.
- Gracias Lanie. ¿Saldrá bien? – preguntó Alexis nerviosa.
- ¡Claro que sí! – aseguró la forense – Somos un gran equipo chica. Y te estaré esperando en cuanto piséis Nueva York.
- Sed buenos con él – pidió Alexis.
- No te preocupes cariño… Nos vemos en el aeropuerto. Asegúrate de que Michelle tenga mi número de teléfono y tranquila…
- Gracias Lanie.
- Gracias a ti Alexis. Esto es una locura – dijo riendo levemente la morena – pero lo conseguiremos.
Alexis miró a Michelle que la asintió apoyándola.
- Cuenta conmigo – prometió.
La joven abrió una pequeña caja de cartón que tenía escondida en su bolsa de viaje y fue sacando uno a uno todos los medicamentos que entre ella, Michelle y Brian habían robado de la clínica siguiendo las indicaciones de Lanie…
- Plan B en marcha…
G R A C I A S por llegar hasta aquí. Perdonar por las largas descripciones, me emociono y no sé pararlo.
Creo que hemos llegado al ecuador de la historia. Espero empezar a hacerla más dinámica a partir de ahora. Sé que está resultando dura, pero ella eligió el trabajo y tiene que aprender de su gran error ¿Verdad? Paciencia por favor... Espero que el resultado no os defraude.
Anver- Policia de homicidios
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Localización : Madrid
Re: Volver a empezar. CAP 19. FINAL. (23/09/13)
Bueno, lo primero gracias por la dedicatoria! Ainssssss :3
El capítulo.... UN 100 DE 100 Ana, en serio... me quito el sombrero me ha ENCANTADO.
En la primera parte de Rick, ese encontronazo con Alexis, las explicaciones que ésta le pide y cómo le reconduce él a lo que quiere; estupendo! Aaaaaaaaaay Rox Rox Rox... la curiosidad mató al gato
El desarrollo del submarinismo.... has conseguido que me faltara el aire en esa primer inmersión jajajajaja, es un mundo que me apasiona y que tengo pendiente, yo solo hago submarinismo sin botella. Cómo has descrito las sensaciones, el proceso, el que vieran los pequeños peces y el que él que no está acostumbrado no se percatara sin ayuda... las tortugas; tod ha quedado perfecto, de verdad.
Aunque esa reflexión de no querer volver.... junto a leer la última parte, que me dejas con unas ganas de leer el proximo lunes que no es normal.... (te odio, con mucho cariño :3 que faltan 7 dias!!! xD), me da a mi que no se va a quedar mucho al final por aquí jijijijiiijij me guuuuuuuuuuuuuuuusta.... Alexis + Lanie = explosión en trama; asi de claro
La parte de Kate también me ha gustado.. que se sincere en cómo es ella y cómo se siente a través de Aaron. Se ve una Kate tal y como estamos acostumbrados pero sin cerrarse a lo que puede ser un "transcurso"... me encanta y lo sabes.
El caso de NY imagino que influenciará en los planes de Lanie y Alexis jijiji e imagino que para bien.
Me ha gustado mucho esa parte de reflexión con lo de su madre: "Mi madre murio por esto y ahora yo defiendo eso" (dicho en otras palabras). Chapó, ese detalle me ha encantado.
De nuevo.. gracias otro lunes más por ser puntual, por escribir como escribes.
Todo un placer y un deleite.
Aquí estaré el proximo lunes fiel como siempre
El capítulo.... UN 100 DE 100 Ana, en serio... me quito el sombrero me ha ENCANTADO.
En la primera parte de Rick, ese encontronazo con Alexis, las explicaciones que ésta le pide y cómo le reconduce él a lo que quiere; estupendo! Aaaaaaaaaay Rox Rox Rox... la curiosidad mató al gato
El desarrollo del submarinismo.... has conseguido que me faltara el aire en esa primer inmersión jajajajaja, es un mundo que me apasiona y que tengo pendiente, yo solo hago submarinismo sin botella. Cómo has descrito las sensaciones, el proceso, el que vieran los pequeños peces y el que él que no está acostumbrado no se percatara sin ayuda... las tortugas; tod ha quedado perfecto, de verdad.
Aunque esa reflexión de no querer volver.... junto a leer la última parte, que me dejas con unas ganas de leer el proximo lunes que no es normal.... (te odio, con mucho cariño :3 que faltan 7 dias!!! xD), me da a mi que no se va a quedar mucho al final por aquí jijijijiiijij me guuuuuuuuuuuuuuuusta.... Alexis + Lanie = explosión en trama; asi de claro
La parte de Kate también me ha gustado.. que se sincere en cómo es ella y cómo se siente a través de Aaron. Se ve una Kate tal y como estamos acostumbrados pero sin cerrarse a lo que puede ser un "transcurso"... me encanta y lo sabes.
El caso de NY imagino que influenciará en los planes de Lanie y Alexis jijiji e imagino que para bien.
Me ha gustado mucho esa parte de reflexión con lo de su madre: "Mi madre murio por esto y ahora yo defiendo eso" (dicho en otras palabras). Chapó, ese detalle me ha encantado.
De nuevo.. gracias otro lunes más por ser puntual, por escribir como escribes.
Todo un placer y un deleite.
Aquí estaré el proximo lunes fiel como siempre
Re: Volver a empezar. CAP 19. FINAL. (23/09/13)
Solo un pero , leches , esperar otros 7 dias .
A mi me tienes muy enganchado
A mi me tienes muy enganchado
roy-rogers- Ayudante de policia
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Fecha de inscripción : 04/12/2012
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