(+18) Desde el umbral- CAPITULO XXIII (ATENCIÓN!! ACTUALIZADO 22/08/17)
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Yaye- Escritor - Policia
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Re: (+18) Desde el umbral- CAPITULO XXIII (ATENCIÓN!! ACTUALIZADO 22/08/17)
Y cuándo nuevo capítulo???
Yaye- Escritor - Policia
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Re: (+18) Desde el umbral- CAPITULO XXIII (ATENCIÓN!! ACTUALIZADO 22/08/17)
Hola a tod@s! Sé que me daban por perdida, pero soy como la hierba mala que nunca muere!!! Jajajajaja Hablando en serio, no pensaba seguir el fic, ya que gracias a un problema con la compu perdí todo lo que llevaba escrito, (que era muchísimo!!!) y me dio tanta bronca que decidí abandonarlo y no reescribirlo ya que la mayoría de mis ideas se perdieron junto con mi disco rígido, pero me di cuenta que eso no era para nada justo con ustedes que me han seguido a lo largo de todo este tiempo teniéndome una paciencia increíble. Así que terminé con mis berrinches y comencé a escribir nuevamente para poder dejarles otro capítulo nuevo de esta vieja historia. Espero que todavía tengan ganas de seguir leyendo y si no es así, me encantaría que me lo hagan saber, jajajajajaja!
PD: Por si alguien quiere volver a leer para refrescar la memoria, acá les dejo los links de los capítulos anteriores.
CAPITULO I
Capitulo XV
La vida de Richard Castle había cambiado muchísimo en los últimos años, convirtiendo su historia en un relato digno de una novela; pero no una de las que hubiese escrito él, llenas de misterio y crimen, atrapantes de principio a fin, sino más bien un drama lacrimógeno de esos que saturan los pañuelos de lagrimas. Tan inverosímiles habían sido los eventos sucedidos que, seguramente, si hubiese plasmado en papel todas sus desventuras también hubiese sido un Best Seller y a estas alturas ya tendría su propia película.
El último golpe que había recibido lo había dejado tan maltrecho, que tomó la decisión de ausentarse un largo tiempo y recorrer el mundo, pero en vez de hacer lo que hacía siempre, ir a los lugares más exclusivos de fiesta en fiesta, decidió meterse en los lugares más recónditos del planeta y solo aparecer cada tanto para comunicarse con su editora y publicista. Regresaba para promocionar sus libros y luego volvía a desaparecer en los recovecos de mundo, hasta que la madre naturaleza en forma de tsunami se topó con su espíritu aventurero dejándolo a la deriva y despojándolo de todo, incluyendo su propia esperanza, pero el haber sobrevivido produjo un quiebre en su vida, uno mucho más profundo que todos los anteriores y ahora todo era completamente diferente. Tan distinto se sentía que ahora se hacía llamar Jameson Rook y era el dueño de una barra en un bar de Manhattan, donde pasaba sus noches desde hacía meses.
Esa tarde había llegado más temprano que de costumbre. Debía reemplazar las botellas vacías de la estantería que se encontraba detrás de la barra, por lo que necesitaría algo más de tiempo para alistar todo antes de la hora de apertura. Además, hoy vendría la nueva mesera y debería mostrarle el lugar, presentarle a los otros empleados y a Simmons, tal como había hecho con todas las anteriores empleadas que habían trabajado en el Inferno, la cuales no habían sido pocas.
Todas se habían marchado por la misma razón: él. Todas y cada una de ellas había terminado en su cama, alguna más de una vez, pero ninguna había pasado de una semana, provocando gran indignación en las chicas, junto con un odio descomunal hacia su persona, al perder el interés por ellas rápidamente. Con la clientas del bar pasaba algo similar: era todo un Don Juan de primera clase muy requerido por las damas, pero con ellas era diferente. La mayoría de las mujeres que asistían al Inferno no buscaban más que sexo casual y él se encargaba de proporcionárselo, muchas veces entre copa y copa, haciendo al lugar muy popular entre las mujeres de la ciudad, montando la fachada perfecta para los negocios que Simmons mantenía en su guarida.
Mientras acomodaba en la estantería las botellas que había traído del depósito, meditaba sobre la “sugerencia” que había hecho Vulcan: “La nueva mesera no se toca”. Se lo había pedido especialmente por dos razones, la primera era que ya no quería cambiar más de empleada, ya que eso suponía un riesgo teniendo en cuenta que en algún momento podrían descubrir su oficina y en segundo lugar, porque era una vieja amiga de O´Connell y eso le permitía contar con cierta confianza que con las otras no había tenido. No pudo negarse abiertamente, pero le aclaró que no sería nada fácil, teniendo en cuenta la descripción de Fenton sobre la belleza de ella y sabiendo lo que costaba mantenerse alejado de mujeres bonitas y sobre todo si estaban prohibidas. Así todo, se propuso intentar “ponerle bigote” a la nueva chica, tal como hubiese hecho con la novia de un amigo; claro que, hasta el momento no se le había cruzado ni por asomo pensar que ella entraría por la puerta del bar esa tarde.
En el preciso instante en que John la hizo entrar, el escritor sintió como su corazón se detenía un instante. -¡No puede ser ella!- pensó mientras se daba vuelta dándole la espalda, fingiendo acomodar las botellas en el aparador. -¡Es imposible que Beckett esté aquí! ¡No tiene ningún sentido!- se repetía mentalmente sin querer aceptar que después de tantos años, el gran amor de su vida, el mismo que se había resignado a perder cinco años atrás, se encontraba a pocos metros. -¡Puede ser que no me reconozca, estoy muy cambiado desde entonces! Pero, si lo hace… ¡estoy frito y toda mi fachada se irá a pique en un segundo!- pensaba mientras ella se acercaba a la barra.
-¿Jameson Rook?- preguntó la joven con voz firme, helándole la sangre. Había llegado el momento de volver a verse cara a cara y ya no podía quedarse de espaldas. Lo único que podía hacer ahora, era disimular, hacer de cuenta que nunca la había visto en su vida.
-¡El mismo que viste y calza! ¿Y tú eres…?- preguntó desinteresadamente, perfeccionando su actuación.
-Nikki Heat. Soy la nueva mesera.
Mientras se quemaba la cabeza pensando el porqué se encontraba ahí, se apuró a decir:
-La amiga de O’Connell ¿Verdad? ¡Un placer conocerte!- soltó con una gran sonrisa. –Él es Jack, el mejor barman de la zona, yo le enseñé todo lo que sabe.- explicó guiñando un ojo y torciendo su sonrisa. -Suele ser un poco charlatán, pero es un buen sujeto…- bromeó palmeando la espalda del joven que acababa de llegar a la barra.
-Soy Nikki. Mucho gusto.- dijo extendiendo la mano para saludar al joven.
-¡El gusto es mío, Nikki! Y por cierto, solo me enseñó a preparar unos cuantos tragos. Las cosas importantes, como por ejemplo: como se debe tratar a una dama, lo aprendió de mí… - respondió galantemente antes de besar suavemente su mano provocando una fruncida de seño por parte del escritor, quien no había dejado de mirar a la joven.
Un millón de veces había pensado como sería el volver a cruzársela. En la gran mayoría, él se había imaginado herido, despechado y con una actitud hostil hacia ella, y en algunas otras había soñado con un reencuentro de película, cargado de besos y caricias (suponiendo, claro, que ella hubiese regresado a buscarlo); lo que nunca se le pudo cruzar por su inmensa cabeza era esto: habérsela encontrado ahora y en esta incomodísima situación, y como si fuera poco sintiendo celos de la atención que recibía por parte de Jack.
-Creo que le faltó aprender un par de lecciones…- dijo ella mirando a Rook con una sonrisa en los labios.
-Te dije que era un poco charlatán. No debes creer todo lo que escuchas.
-Descuida, Rook. No soy tan inocente. Y entonces… ¿vas a tomarme una prueba o qué?
-Nada de pruebas. Me daré cuenta si sirves o no cuando te vea atender dentro de un rato, el bar explota de gente todas las noches. Además, Fenton me dijo tenías experiencia en el rubro.
-Así es. Aunque tampoco es lo único en lo que he trabajado.
-El irlandés nos habló sobre algunos de tus antiguos trabajos ¿Quieres contarme sobre tu estadía en Las Vegas? - bromeó intentando soltarse.
-Mmm… No creo que puedas soportarlo.- retrucó ella, respondiendo rápidamente a la broma.
-¡Por favor, pruébame!- desafió divertido mientras se apoyaba en la barra quedando frente a frente.
-¿Y si en vez de contarte te lo muestro?- preguntó apoyándose ella también en la barra, acortando la distancia entre ellos, con una sugerente sonrisa en sus labios.
Rook abrió los ojos sorprendido, al mismo tiempo que su boca abierta trataba de emitir algún sonido. Finalmente y con algo de esfuerzo se recompuso para preguntar con algo de inocencia:
-¿De verdad vas a mostrarme?
-Por supuesto que no.- respondió borrando la sonrisa al incorporarse. Jack se tapó la boca para ahogar la carcajada que le provocó la respuesta de Nikki, haciendo ofuscar aun más a su jefe.
-¡Eres diabólica, Heat!
-Y tú eres muy fácil, Rook ¿Algo más que quieras saber?
-No, gracias. Ha sido suficiente. Cambiando de tema, en un rato llega el jefe y quiere conocerte.
-Pensé que tú eras mi jefe.
-El jefe es Vulcan, tú solo estás a mi cargo, que no es lo mismo.
-Aclárame un par de cosas, Rook ¿quién va a pagarme el sueldo?- preguntó desafiante.
-Las finanzas del bar están a mi cargo, así que ese sería yo.
-¿Y cuál de los dos me dirá lo que tengo que hacer?
-Yo, por supuesto.
-Entonces, tú serás mi jefe.- resolvió conforme.
-¡Vaya! ¿Así va a ser todos los días?- consultó alegremente disfrutando de la seguridad con la que se manejaba la joven.
-¿Te preocupa?
-¡Para nada! ¡De hecho, me divierte y mucho!- respondió con una de sus encantadoras sonrisas.
-¡Mejor así! ¿Qué hago mientras esperamos a tú jefe?
-Vulcan no es mi jefe. Yo soy mi propio jefe.
-¿Es tu socio?- indagó la joven intentando sonar desinteresada.
-Algo así. Yo soy el dueño de la barra y él es el dueño del resto del bar.
-Entiendo… Tú obtuviste la licencia para vender alcohol.
-Correcto ¡Eres astuta, me agradas, linda!
-Si vuelves a llamarme “linda”, te haré tragar tu sombrero. Entero.
-¡No te alteres! ¡Solo bromeaba!- se excusó con una enorme sonrisa.
-No me altero. Solo aclaro las cosas…
-¡Aclarado! Ahora, vamos a conocer el resto del bar y luego a Vulcan. Acaba de llegar.- explicó mientras atendía el teléfono.
–Sí, ya ha llegado. En un momento estamos ahí.- dijo brevemente.
¿Cómo sabías que era él?
- Siempre me llama cuando llega a su oficina. No le gusta entrar por el frente.-aclaró Rook al notar la curiosidad de la joven. –Prefiere no mezclarse con los clientes.
-Ya veo…
-¿Vamos?
-Cuando quieras.- respondió ella.
-Sígueme.- pidió al saltar la barra con destreza.
Beckett se lo quedó mirando unos segundos, algo embobada, si apelamos a la sinceridad. Claramente, estaba presumiendo ante ella. Su estado físico era estupendo, estaba más corpulento o mejor dicho más musculoso, pero definitivamente ágil. Sin duda, su nuevo look le sentaba muy bien; la camisa blanca pegada al cuerpo, el chaleco abierto y el jean entallado, realzaban su trabajado físico, que junto a su barba candado perfectamente recortada, el sombrero apenas inclinado y esa seguridad en sí mismo que había perfeccionado a través de los años, lo exhibía como un seductor natural irresistible. En pocas palabras: estaba para comérselo a pedacitos, cosa que empezaba a ponerle aun más difícil su delicada tarea.
Después de recrearse la vista lo suficiente, se levantó siguiéndolo por un pasillo que daba a los baños. Continuaron unos metros más hasta toparse con una puerta que se encontraba junto a una escalera caracol descendente.
-Esta es mi oficina. Aquí está el baño para los empleados y los casilleros para guardar tus cosas.- explicó al cruzar la puerta. Se dirigió hasta el fondo donde había un escritorio. Abrió el cajón izquierdo sacando un candado con combinación numérica y se lo dio a la joven.
-Gracias ¿Cuál uso?- preguntó mientras movía las pequeñas ruedas con números escogiendo una combinación de cuatro dígitos.
-Cualquiera que esté disponible.
Beckett eligió el primero que vio abierto. Colgó su bolso, se quitó la chaqueta para acomodarla en una percha y cerró el casillero con el candado: todo frente a la atenta mirada de Castle, quien desde el escritorio se deleitaba con su belleza exquisita una vez más.
Mientras esperaba que la joven terminase de guardar sus cosas, pensaba en lo difícil que era toda esta situación. Por un lado tener que fingir no conocerla, intentar crear una relación profesional tratando de cumplir lo pedido por Vulcan; y por el otro la enorme contradicción que debía afrontar: tenerla cerca le provocaba tremenda confusión en su mente, y ni hablar de las sensaciones (terriblemente) difíciles de contener que recorrían su ser. No iba a ser para nada fácil mantenerse a raya.
-¿Seguimos con el tour?- sugirió la joven.
-¡Por supuesto!- respondió automáticamente escapando de sus pensamientos. Acto seguido, sacó de su bolsillo una pequeña llave y abrió el cajón derecho, de donde sacó otra llave. Acto seguido, cerró nuevamente el cajón y salió de la habitación.
Ella caminó detrás de él por las escaleras que conducían al sótano, donde había una heladera inmensa cargada de una gran variedad botellas de cerveza, una cava para los vinos y cuatro estanterías llenas de la más variada colección de licores, whiskey y aperitivos. Después de mostrarle rápidamente el lugar, se dirigió hasta el fondo de la bodega donde había un estante repleto de copas y vasos de repuesto. Era enorme, de madera maciza de piso a techo y de casi el ancho del lugar, solo quedaba espacio suficiente para permitir el paso a una persona. Tampoco estaba apoyado contra la pared, sino un metro y medio alejado, dejando un pasillo que conducía a otra escalera caracol, el doble de larga que la anterior, la cual, suponía la joven, desembocaba en la oficina de Simmons. Él subió primero, ya que una puerta cerrada se encontraba al final de la escalera, ella lo siguió de cerca observando que tipo de llave utilizaba. Era una de esas llaves tipo cruz larga, de las que tienen un pasador del otro lado. Había tenido de esas en la habitación del campus de Stanford y más de una vez se había dejado la llave dentro al salir con su compañera al mismo tiempo y no le había quedado otra que usar su ingenio para poder entrar nuevamente. No era nada difícil de abrir. Llegado el caso de tener que entrar a hurgar en busca de algo incriminatorio, con un destornillador adecuado podría hacerlo, por lo que la joven ni se preocupó por esa puerta.
No era nada fácil llegar hasta zar de la droga desde el bar, eso estaba claro, por lo que creía que por la calle sería más accesible, pero ya investigaría eso más adelante.
Al cruzar la puerta se encontró con una especie de terraza del ancho del bar que terminaba justo encima de la barra, desde dónde se podía ver todo el establecimiento. Se encontraba divida en dos por una pared con una puerta, en donde se divisaba a uno de los guardaespaldas de Simmons que oficiaba de portero sentado en una banqueta alta.
-Ella es Nikki, la nueva mesera.- dijo Jameson
-¡Un placer! ¡Soy Carl!
-¡Mucho gusto, Carl!- respondió la joven estrechando la mano que le ofrecía el guardaespaldas.
-Vulcan nos espera.- informó Rook. tomando el picaporte con una mano y con la llave en la otra
-Conoces las reglas... Nadie nuevo entra a la oficina sin ser revisado.- respondió poniéndose frente a la puerta.
-¡No estarás hablando en serio ¿verdad?!- protestó la joven mirando a Rook directamente a los ojos.
-¡Vamos, Carl! ¡¿Que arma podría esconder?!- se apuró a decir quitando su mirada de ella y dirigiéndola al de seguridad.
-Mmm... No lo sé. Una de esas estrellas ninjas...
-¡¿Un Shuriken?! ¡¿Es broma?!-inquirió sorprendida.
-Un Kunai también podría pasar desapercibido en tu ajustada vestimenta...-agregó Rook mirándola de arriba a abajo detenidamente.
-No estás ayudando...-respondió ella clavándole sus ojos como dagas.
-En serio, Carl. No veo la necesidad de palparla de armas.
-Reglas son reglas y si no lo haces tú, lo hago yo.- respondió antes de ser interrumpido por el teléfono que colgaba en la pared. Ese teléfono tenía línea directa con Simmons y por ahí se comunicaba siempre con Carl, por lo cual no tardó en atender.
- Lo siento, ya escuchaste a Carl. Reglas son reglas...- explicó al pararse frente a ella.
-Ok. Hazlo rápido ¿quieres?- soltó mostrándose ofuscada, mientras ponía sus brazos en cruz esperando el contacto de sus manos. En ese momento hubiese preferido que Carl hiciese el trabajo, ya que sin ninguna duda, le resultaría menos incómodo sentir las manos del guardaespaldas que las de Castle sobre ella.
-No puedo prometerte eso. No me gusta apresurarme para hacer nada…- respondió sonriente al pararse frente a ella. Él podía notar la incomodidad de la joven en su mirada, no pudiendo más que disfrutar de la situación. Acto seguido se agachó lentamente quedando en cuclillas. Con sus fuertes manos apretó sus tobillos, pegando el cuero de las botas a sus piernas. Subió centímetro a centímetro, aflojando la presión al rodear sus pantorrillas. Continuó su ascenso lentamente, rodeando sus muslos en algo muy similar a una caricia, llegando a su firme trasero y deteniéndose para incorporarse quedando frente a ella.
La cara de la joven policía era para el retrato. El volver a tenerlo en frente, así tan de repente y que ni siquiera un pequeño gesto se dibujase en su rostro no había sido nada fácil, pero el hecho de que la estuviese “palpando” de esa forma aprovechando el cacheo, se le estaba haciendo realmente imposible. No podía creer que después de tanto tiempo el simple roce de sus manos en su cuerpo le siguiese provocando lo mismo que años atrás; y eso teniendo en cuenta que sus manos solo se posaban sobre su ropa, por lo que no quería ni imaginar lo que podrían provocarle en su piel desnuda.
Realmente no sabía que pensar, ya que no podía saber a ciencia cierta qué era lo que Castle se traía entre manos, lo que sí sabía era que él notaba su incomodidad y no hacía nada para revertirlo, sino más bien, todo lo contrario: ahora, las manos de él rozaban con suavidad su trasero, para luego posarse en su vientre a subir con lentitud recorriendo su cintura, produciendo en ella un delicioso escalofrío que le recorrió el cuerpo entero. -¡Cabrón! ¡Lo estás disfrutando!- pensó un segundo antes de confesarse a sí misma:-¡Maldita sea… yo también!
-Se supone que no debería gustarte hacer esto.- le reprochó intentando no mirarlo.
-Se supone que a ti tampoco…- él sonrió retrucando en voz baja muy cerca de su oído, a la vez que sus manos seguían recorriendo su torso hasta llegar a los brazos extendidos en cruz.
Kate sintió prenderse fuego de vergüenza por sus palabras y estaba segura que su rostro la delataba en un rojo intenso.
-¡Me las vas a pagar!- largó en un susurro casi inaudible, pero no tan bajo como para ser ignorado por él.
-¡Mmm, no puedo esperar!- respondió al girar para clavarle sus cautivantes ojos azules segundos antes de girar la llave y abrir la puerta.
La estaba provocando y ella no podía evitarlo, pero ¿quién lo hacía? ¿Richard Castle o Jameson Rook? Lo que la llevaba a preguntarse otra cosa: ¿a quién provocaba? ¿A Kate Beckett o a Nikki Heat? Y la lista de preguntas seguía inagotable, agolpándose en su cabeza, deseosas de ser respondidas. Tenía referencias muy claras de como se comportaba con las mujeres que atravesaban la puerta del Inferno, lo había estudiado muy bien cuando preparaba su cubierta y le había quedado algo muy claro: Jameson Rook era un mujeriego empedernido, por lo que no era de extrañar que como tal, intentase seducirla, sobre todo si no quería estropear su propia fachada actuando de forma diferente con ella. Todo eso, dando por sentado que él también estaba ocultando su verdadera identidad y no que se había golpeado la cabeza o algo por el estilo, olvidando completamente quien era en verdad.
Ni bien terminaron de entrar a la oficina, Simmons se acercó a Rook para saludarlo con un amistoso apretón de manos seguido de un corto abrazo. Se notaba el aprecio de Vulcan hacia él, cosa que le resultaba de lo más extraño a Beckett quien mientras miraba detenidamente el saludo, se devanaba los sesos tratando de dilucidar como Castle terminó siendo amigo del criminal más popular de la ciudad -¿Sería posible que en verdad tuviese amnesia? - se preguntaba la joven al caminar lentamente hasta donde estaban ellos. Era lo único que podía justificar su amistad con el zar de la droga. -Richard Castle podrá ser muchas cosas, pero nunca un delincuente. Probablemente esté investigando para alguno de sus libros.- pensó Beckett intentando convencerse. Prefería pensar que el escritor estaba loco al meterse dentro de ese antro con el único fin de recopilar información para sus novelas, antes de creer que era amigo íntimo de tremendo criminal. Pero pese a todo ese razonamiento, no pudo evitar preguntarse:-¿Podía realmente haber cambiado tanto en estos años como para convertirse él también en un criminal? No tenía forma de saberlo, al menos, no por ahora.
-Nikki ¿Verdad?- preguntó Simmons extendiendo la mano para saludarla.
-Así es. Un gusto señor Simmons.- respondió estrechando su mano.
-Llámame Vulcan y no me trates de “usted”, no estoy tan viejo- pidió antes de mirar a su amigo para decirle:-O´Conell no exageró con su belleza ¿No es cierto Jamie?
-De hecho, creo que se quedó bastante corto.- dijo Rook con una sonrisa sin dejar de mirar a la joven.
-Hablando de Fenton, hable con él hace un rato en un par de horas estará por aquí ¿Hace cuanto que no lo ves?- curioseó Simmons dirigiéndose a ella.
-Hace un largo rato, pero cada tanto hablamos por teléfono para no perder el contacto.
-Podrán ponerse al día cuando termines de trabajar. La primera ronda va por mi cuenta.
-¡Gracias, el primer brindis será por ti!- aseguró la joven con una sonrisa.
-¡Eso espero!- respondió antes de prender su habano. -¿Podrías traerme una botella de whisky y un par de vasos?
-¿Me palparán de armas nuevamente?- preguntó mirando primero a Rook y luego a Simmons.
-Te dije que no era necesario con ella, Jamie. Es de confianza.- respondió sonriente mirando a su amigo.
-Pues deberías de habérselo explicado a Carl. Él fue quien insistió.
-No van a revisarte otra vez. Tienes mi palabra.- prometió Vulcan.
-Entonces te traeré un Whiskey de inmediato.- contestó con una sonrisa dirigiéndose hacia la puerta.
-¡Estupendo! Una pregunta antes de que te vayas ¿Quién de los dos te revisó?
-Rook.- soltó de forma rápida y contundente.
-¿Por qué no me sorprende?- preguntó mirándolo de reojo.
-¡Ey! ¡Yo solamente cumplí con las órdenes que le dejaste a Carl!- se excusó rápidamente.
-¡Sí, me imagino! Recuerdas la promesa que me hiciste ¿Verdad, Jamie?
-Vagamente…- respondió yendo hasta a la puerta parándose junto a Beckett, quien estaba a punto de salir.
-Te la recordaré con gusto, si quieres: “no involucrarte con la nueva mesera”.
-Recuerdo que te dije que lo intentaría. Como podrás ver, no va a ser nada fácil…- resumió guiñando un ojo a su amigo, mientras terminaba de salir de la oficina.
-Inténtalo, solo eso te pido.- se apuró a decir Vulcan, casi sabiendo que probablemente sería en vano.
La joven prefirió ignorar la conversación que acababan de tener Simmons y Rook, por lo que permaneció en silencio mientras caminaban de regreso al bar, hasta que él finalmente habló:
-¡¿Y?! ¿Qué te pareció Vulcan?
-Parece un sujeto agradable. No creo tener problemas con él.
-Es bastante accesible. Siempre y cuando no te metas en sus asuntos, claro.
-No tengo pensado hacerlo, necesito el trabajo y no tengo intenciones de estropearlo.
-¡Estupendo! ¡No tendremos ningún inconveniente entonces!- aseguró mientras acomodaba en la bandeja una botella de Escocés un par de vasos y una hielera. –Llévale esto y dile que me avise cuando llegue Fenton, así le llevamos su pinta de cerveza.- pidió gentilmente.
-¡Enseguida!- respondió la joven tomando la bandeja por abajo.
Mientras caminaba en dirección al laberinto de estantes que ocultaba la oficina, reflexionaba sobre la verdadera impresión que le había causado el afamado delincuente. No le había caído mal, siendo que había sido de lo más gentil, pero su estirpe forjada en la justicia le impedía sentirse del todo cómoda en su presencia. Aun así, sus estupendas dotes actorales la sacarían del paso más una vez, como ya había ocurrido en la presentación. Y así debería seguir, si quería pasar desapercibida y poder hacer su verdadero trabajo.
Al llegar a la puerta al final de la escalera, golpeó dos veces y aguardó a que Carl abriese. Ni bien terminó de pasar se apuró a decir:
-No vas a revisarme de nuevo ¿Está claro?
-Te revisó Rook, no yo.- respondió con una sonrisa.
-No es gracioso.- sentenció seriamente.
-¿No tienes sentido del humor?
-¡Por supuesto que lo tengo! ¡Ya verás lo graciosa que puedo ser! ¡Cuéntame cuando encuentres las gomas de tu auto pinchadas y nos reiremos juntos!
-¡Vaya! ¡Qué carácter!
-¿Por qué lo dices? ¡Si soy adorable!- afirmó con una enorme sonrisa que contagió al guardaespaldas.
-¡Sí, ya veo! ¿Hacemos las paces?- ofreció Carl extendiendo la mano. Ella aceptó el apretón brevemente y devolvió su mano a la bandeja.
-Estaremos en paz si no se te ocurre pedir que me revisen otra vez.
-No lo haré, lo prometo. Antes solo cumplía órdenes.- aseguró mientras sacaba su llave para abrir la puerta de la oficina.
-Lo sé. Nada más que hablar entonces. Ahora déjame pasar que se derrite el hielo.
Adentro, charlaban Vulcan y otro sujeto al que no podía verle el rostro debido a que se encontraba de espaldas. El desconocido, sonaba preocupado y parecía reprocharle algo.
-¡Ya te dije que no quiero hacerle más favores a ese tipo! ¡Vamos a quedar pegados por limpiar su mugre!
-¿Por qué dices eso Dick?
-Por qué alguien ha estado haciendo preguntas sobre lo que pasó en el callejón y no tardarán en relacionarlo… - el sujeto cerró la boca al notar que no estaban solos y al escuchar los pasos giró automáticamente para ver quien entraba. La joven intentó disimular su sorpresa al darse cuenta de que Dick Coonan estaba frente a ella. Lo conocía porque más de una vez lo había visto pasar a la sala de interrogatorios, aunque nunca lo había visto tras las rejas y ahora entendía el porqué. Su amistad con Simmons le permitía mantenerse fuera de prisión, seguramente a cambio de un poco de trabajo, ya que se suponía, Coonan era un sicario y uno muy efectivo, aunque nunca hubo nada verdaderamente incriminatorio en su contra. -¿Qué pasa si me reconoce?- se preguntaba mientras avanzaba en dirección a los dos hombres. -¡Date por muerta, Beckett!- se decía para sus adentros algo nerviosa.-No puede reconocerme. Si alguna vez me vio, nunca fue directo a la cara y con el pelo recogido, la gorra y el uniforme no me parezco en nada a como estoy ahora.- se tranquilizó a sí misma convenciéndose de que era imposible que supiese que era policía.
-Aquí está el whisky, así que ya puedes sentarte.- anunció Vulcan a su acompañante.
-¡Estupendo! ¿Y quién es esa belleza?- preguntó el tipo mirándola de abajo a arriba al mismo tiempo que se sentaba.
-Ella es la nueva mesera.
-Nikki ¡Mucho gusto!- dijo la joven extendiendo su mano.
-Mis amigos me dicen Dick ¡y el gusto es mío! - respondió tomando su mano y estrechándola suavemente.
-¿Necesitan algo más?-
-No por ahora, gracias. Puedes retirarte.- respondió Simmons.
-¡Espera, Nikki!- se apresuró a decir Coonan antes que saliese de la oficina. –Dime ¿Nos conocemos de algún lado?- preguntó helando la sangre de la joven. Por nada en el mundo debía notarse el nerviosismo que la pregunta le había provocado o se vendería sola.
-Mmm… no lo creo. Si nos hubiésemos conocido antes, te aseguró que no me lo estarías preguntando…- respondió sugerente guiñándole un ojo y sonriendo.
-¡Te recordaré de ahora en más, te lo prometo!- afirmó antes de beber un trago de su bebida sin dejar de mirar a la joven, quien desaparecía tras la puerta.
Ni siquiera miró a Carl cuando salió. Aun sentía su pulso completamente acelerado y lo mejor era desaparecer de inmediato antes de que alguien lo notara. Mientras regresaba al bar, repasaba lo dicho por Coonan antes de ser interrumpido por ella y se preguntaba para “quien” no quería trabajar más ¿a quién había matado en ese callejón? ¿Podría relacionarse con el asesinato de su madre? No había podido escuchar mucho más, pero una corazonada le indicaba que la muerte de la cual hablaba el sicario de Vulcan era la de de Johanna Beckett. Demasiadas coincidencias como para estar equivocada. Y aunque tuviese que indagar mucho más, estaba segura de que esa pequeña conversación la llevaría a un pez gordo: al autor intelectual del asesinato de su madre. Simmons y Coonan eran el lado más fino por donde se cortaría la cuerda, pero debía tener pruebas sólidas para poder encerrarlos a todos tras la rejas.
Continuará…
Bueno gente, espero que les haya gustado, pero sobre todo, espero que alguien lo haya leído! jajajajajaja Saludos y hasta prontito!!!
PD: Por si alguien quiere volver a leer para refrescar la memoria, acá les dejo los links de los capítulos anteriores.
Índice de Capítulos
CAPITULO I
CAPITULO II
CAPITULO III
CAPITULO IV
CAPITULO V
CAPITULO VI
CAPITULO VII PI
CAPITULO VII PII
CAPITULO VIII
CAPITULO IX
CAPITULO X
CAPITULO XI
CAPITULO XII
CAPITULO XIII
CAPITULO XIV
Capitulo XV
La vida de Richard Castle había cambiado muchísimo en los últimos años, convirtiendo su historia en un relato digno de una novela; pero no una de las que hubiese escrito él, llenas de misterio y crimen, atrapantes de principio a fin, sino más bien un drama lacrimógeno de esos que saturan los pañuelos de lagrimas. Tan inverosímiles habían sido los eventos sucedidos que, seguramente, si hubiese plasmado en papel todas sus desventuras también hubiese sido un Best Seller y a estas alturas ya tendría su propia película.
El último golpe que había recibido lo había dejado tan maltrecho, que tomó la decisión de ausentarse un largo tiempo y recorrer el mundo, pero en vez de hacer lo que hacía siempre, ir a los lugares más exclusivos de fiesta en fiesta, decidió meterse en los lugares más recónditos del planeta y solo aparecer cada tanto para comunicarse con su editora y publicista. Regresaba para promocionar sus libros y luego volvía a desaparecer en los recovecos de mundo, hasta que la madre naturaleza en forma de tsunami se topó con su espíritu aventurero dejándolo a la deriva y despojándolo de todo, incluyendo su propia esperanza, pero el haber sobrevivido produjo un quiebre en su vida, uno mucho más profundo que todos los anteriores y ahora todo era completamente diferente. Tan distinto se sentía que ahora se hacía llamar Jameson Rook y era el dueño de una barra en un bar de Manhattan, donde pasaba sus noches desde hacía meses.
Esa tarde había llegado más temprano que de costumbre. Debía reemplazar las botellas vacías de la estantería que se encontraba detrás de la barra, por lo que necesitaría algo más de tiempo para alistar todo antes de la hora de apertura. Además, hoy vendría la nueva mesera y debería mostrarle el lugar, presentarle a los otros empleados y a Simmons, tal como había hecho con todas las anteriores empleadas que habían trabajado en el Inferno, la cuales no habían sido pocas.
Todas se habían marchado por la misma razón: él. Todas y cada una de ellas había terminado en su cama, alguna más de una vez, pero ninguna había pasado de una semana, provocando gran indignación en las chicas, junto con un odio descomunal hacia su persona, al perder el interés por ellas rápidamente. Con la clientas del bar pasaba algo similar: era todo un Don Juan de primera clase muy requerido por las damas, pero con ellas era diferente. La mayoría de las mujeres que asistían al Inferno no buscaban más que sexo casual y él se encargaba de proporcionárselo, muchas veces entre copa y copa, haciendo al lugar muy popular entre las mujeres de la ciudad, montando la fachada perfecta para los negocios que Simmons mantenía en su guarida.
Mientras acomodaba en la estantería las botellas que había traído del depósito, meditaba sobre la “sugerencia” que había hecho Vulcan: “La nueva mesera no se toca”. Se lo había pedido especialmente por dos razones, la primera era que ya no quería cambiar más de empleada, ya que eso suponía un riesgo teniendo en cuenta que en algún momento podrían descubrir su oficina y en segundo lugar, porque era una vieja amiga de O´Connell y eso le permitía contar con cierta confianza que con las otras no había tenido. No pudo negarse abiertamente, pero le aclaró que no sería nada fácil, teniendo en cuenta la descripción de Fenton sobre la belleza de ella y sabiendo lo que costaba mantenerse alejado de mujeres bonitas y sobre todo si estaban prohibidas. Así todo, se propuso intentar “ponerle bigote” a la nueva chica, tal como hubiese hecho con la novia de un amigo; claro que, hasta el momento no se le había cruzado ni por asomo pensar que ella entraría por la puerta del bar esa tarde.
En el preciso instante en que John la hizo entrar, el escritor sintió como su corazón se detenía un instante. -¡No puede ser ella!- pensó mientras se daba vuelta dándole la espalda, fingiendo acomodar las botellas en el aparador. -¡Es imposible que Beckett esté aquí! ¡No tiene ningún sentido!- se repetía mentalmente sin querer aceptar que después de tantos años, el gran amor de su vida, el mismo que se había resignado a perder cinco años atrás, se encontraba a pocos metros. -¡Puede ser que no me reconozca, estoy muy cambiado desde entonces! Pero, si lo hace… ¡estoy frito y toda mi fachada se irá a pique en un segundo!- pensaba mientras ella se acercaba a la barra.
-¿Jameson Rook?- preguntó la joven con voz firme, helándole la sangre. Había llegado el momento de volver a verse cara a cara y ya no podía quedarse de espaldas. Lo único que podía hacer ahora, era disimular, hacer de cuenta que nunca la había visto en su vida.
-¡El mismo que viste y calza! ¿Y tú eres…?- preguntó desinteresadamente, perfeccionando su actuación.
-Nikki Heat. Soy la nueva mesera.
Mientras se quemaba la cabeza pensando el porqué se encontraba ahí, se apuró a decir:
-La amiga de O’Connell ¿Verdad? ¡Un placer conocerte!- soltó con una gran sonrisa. –Él es Jack, el mejor barman de la zona, yo le enseñé todo lo que sabe.- explicó guiñando un ojo y torciendo su sonrisa. -Suele ser un poco charlatán, pero es un buen sujeto…- bromeó palmeando la espalda del joven que acababa de llegar a la barra.
-Soy Nikki. Mucho gusto.- dijo extendiendo la mano para saludar al joven.
-¡El gusto es mío, Nikki! Y por cierto, solo me enseñó a preparar unos cuantos tragos. Las cosas importantes, como por ejemplo: como se debe tratar a una dama, lo aprendió de mí… - respondió galantemente antes de besar suavemente su mano provocando una fruncida de seño por parte del escritor, quien no había dejado de mirar a la joven.
Un millón de veces había pensado como sería el volver a cruzársela. En la gran mayoría, él se había imaginado herido, despechado y con una actitud hostil hacia ella, y en algunas otras había soñado con un reencuentro de película, cargado de besos y caricias (suponiendo, claro, que ella hubiese regresado a buscarlo); lo que nunca se le pudo cruzar por su inmensa cabeza era esto: habérsela encontrado ahora y en esta incomodísima situación, y como si fuera poco sintiendo celos de la atención que recibía por parte de Jack.
-Creo que le faltó aprender un par de lecciones…- dijo ella mirando a Rook con una sonrisa en los labios.
-Te dije que era un poco charlatán. No debes creer todo lo que escuchas.
-Descuida, Rook. No soy tan inocente. Y entonces… ¿vas a tomarme una prueba o qué?
-Nada de pruebas. Me daré cuenta si sirves o no cuando te vea atender dentro de un rato, el bar explota de gente todas las noches. Además, Fenton me dijo tenías experiencia en el rubro.
-Así es. Aunque tampoco es lo único en lo que he trabajado.
-El irlandés nos habló sobre algunos de tus antiguos trabajos ¿Quieres contarme sobre tu estadía en Las Vegas? - bromeó intentando soltarse.
-Mmm… No creo que puedas soportarlo.- retrucó ella, respondiendo rápidamente a la broma.
-¡Por favor, pruébame!- desafió divertido mientras se apoyaba en la barra quedando frente a frente.
-¿Y si en vez de contarte te lo muestro?- preguntó apoyándose ella también en la barra, acortando la distancia entre ellos, con una sugerente sonrisa en sus labios.
Rook abrió los ojos sorprendido, al mismo tiempo que su boca abierta trataba de emitir algún sonido. Finalmente y con algo de esfuerzo se recompuso para preguntar con algo de inocencia:
-¿De verdad vas a mostrarme?
-Por supuesto que no.- respondió borrando la sonrisa al incorporarse. Jack se tapó la boca para ahogar la carcajada que le provocó la respuesta de Nikki, haciendo ofuscar aun más a su jefe.
-¡Eres diabólica, Heat!
-Y tú eres muy fácil, Rook ¿Algo más que quieras saber?
-No, gracias. Ha sido suficiente. Cambiando de tema, en un rato llega el jefe y quiere conocerte.
-Pensé que tú eras mi jefe.
-El jefe es Vulcan, tú solo estás a mi cargo, que no es lo mismo.
-Aclárame un par de cosas, Rook ¿quién va a pagarme el sueldo?- preguntó desafiante.
-Las finanzas del bar están a mi cargo, así que ese sería yo.
-¿Y cuál de los dos me dirá lo que tengo que hacer?
-Yo, por supuesto.
-Entonces, tú serás mi jefe.- resolvió conforme.
-¡Vaya! ¿Así va a ser todos los días?- consultó alegremente disfrutando de la seguridad con la que se manejaba la joven.
-¿Te preocupa?
-¡Para nada! ¡De hecho, me divierte y mucho!- respondió con una de sus encantadoras sonrisas.
-¡Mejor así! ¿Qué hago mientras esperamos a tú jefe?
-Vulcan no es mi jefe. Yo soy mi propio jefe.
-¿Es tu socio?- indagó la joven intentando sonar desinteresada.
-Algo así. Yo soy el dueño de la barra y él es el dueño del resto del bar.
-Entiendo… Tú obtuviste la licencia para vender alcohol.
-Correcto ¡Eres astuta, me agradas, linda!
-Si vuelves a llamarme “linda”, te haré tragar tu sombrero. Entero.
-¡No te alteres! ¡Solo bromeaba!- se excusó con una enorme sonrisa.
-No me altero. Solo aclaro las cosas…
-¡Aclarado! Ahora, vamos a conocer el resto del bar y luego a Vulcan. Acaba de llegar.- explicó mientras atendía el teléfono.
–Sí, ya ha llegado. En un momento estamos ahí.- dijo brevemente.
¿Cómo sabías que era él?
- Siempre me llama cuando llega a su oficina. No le gusta entrar por el frente.-aclaró Rook al notar la curiosidad de la joven. –Prefiere no mezclarse con los clientes.
-Ya veo…
-¿Vamos?
-Cuando quieras.- respondió ella.
-Sígueme.- pidió al saltar la barra con destreza.
Beckett se lo quedó mirando unos segundos, algo embobada, si apelamos a la sinceridad. Claramente, estaba presumiendo ante ella. Su estado físico era estupendo, estaba más corpulento o mejor dicho más musculoso, pero definitivamente ágil. Sin duda, su nuevo look le sentaba muy bien; la camisa blanca pegada al cuerpo, el chaleco abierto y el jean entallado, realzaban su trabajado físico, que junto a su barba candado perfectamente recortada, el sombrero apenas inclinado y esa seguridad en sí mismo que había perfeccionado a través de los años, lo exhibía como un seductor natural irresistible. En pocas palabras: estaba para comérselo a pedacitos, cosa que empezaba a ponerle aun más difícil su delicada tarea.
Después de recrearse la vista lo suficiente, se levantó siguiéndolo por un pasillo que daba a los baños. Continuaron unos metros más hasta toparse con una puerta que se encontraba junto a una escalera caracol descendente.
-Esta es mi oficina. Aquí está el baño para los empleados y los casilleros para guardar tus cosas.- explicó al cruzar la puerta. Se dirigió hasta el fondo donde había un escritorio. Abrió el cajón izquierdo sacando un candado con combinación numérica y se lo dio a la joven.
-Gracias ¿Cuál uso?- preguntó mientras movía las pequeñas ruedas con números escogiendo una combinación de cuatro dígitos.
-Cualquiera que esté disponible.
Beckett eligió el primero que vio abierto. Colgó su bolso, se quitó la chaqueta para acomodarla en una percha y cerró el casillero con el candado: todo frente a la atenta mirada de Castle, quien desde el escritorio se deleitaba con su belleza exquisita una vez más.
Mientras esperaba que la joven terminase de guardar sus cosas, pensaba en lo difícil que era toda esta situación. Por un lado tener que fingir no conocerla, intentar crear una relación profesional tratando de cumplir lo pedido por Vulcan; y por el otro la enorme contradicción que debía afrontar: tenerla cerca le provocaba tremenda confusión en su mente, y ni hablar de las sensaciones (terriblemente) difíciles de contener que recorrían su ser. No iba a ser para nada fácil mantenerse a raya.
-¿Seguimos con el tour?- sugirió la joven.
-¡Por supuesto!- respondió automáticamente escapando de sus pensamientos. Acto seguido, sacó de su bolsillo una pequeña llave y abrió el cajón derecho, de donde sacó otra llave. Acto seguido, cerró nuevamente el cajón y salió de la habitación.
Ella caminó detrás de él por las escaleras que conducían al sótano, donde había una heladera inmensa cargada de una gran variedad botellas de cerveza, una cava para los vinos y cuatro estanterías llenas de la más variada colección de licores, whiskey y aperitivos. Después de mostrarle rápidamente el lugar, se dirigió hasta el fondo de la bodega donde había un estante repleto de copas y vasos de repuesto. Era enorme, de madera maciza de piso a techo y de casi el ancho del lugar, solo quedaba espacio suficiente para permitir el paso a una persona. Tampoco estaba apoyado contra la pared, sino un metro y medio alejado, dejando un pasillo que conducía a otra escalera caracol, el doble de larga que la anterior, la cual, suponía la joven, desembocaba en la oficina de Simmons. Él subió primero, ya que una puerta cerrada se encontraba al final de la escalera, ella lo siguió de cerca observando que tipo de llave utilizaba. Era una de esas llaves tipo cruz larga, de las que tienen un pasador del otro lado. Había tenido de esas en la habitación del campus de Stanford y más de una vez se había dejado la llave dentro al salir con su compañera al mismo tiempo y no le había quedado otra que usar su ingenio para poder entrar nuevamente. No era nada difícil de abrir. Llegado el caso de tener que entrar a hurgar en busca de algo incriminatorio, con un destornillador adecuado podría hacerlo, por lo que la joven ni se preocupó por esa puerta.
No era nada fácil llegar hasta zar de la droga desde el bar, eso estaba claro, por lo que creía que por la calle sería más accesible, pero ya investigaría eso más adelante.
Al cruzar la puerta se encontró con una especie de terraza del ancho del bar que terminaba justo encima de la barra, desde dónde se podía ver todo el establecimiento. Se encontraba divida en dos por una pared con una puerta, en donde se divisaba a uno de los guardaespaldas de Simmons que oficiaba de portero sentado en una banqueta alta.
-Ella es Nikki, la nueva mesera.- dijo Jameson
-¡Un placer! ¡Soy Carl!
-¡Mucho gusto, Carl!- respondió la joven estrechando la mano que le ofrecía el guardaespaldas.
-Vulcan nos espera.- informó Rook. tomando el picaporte con una mano y con la llave en la otra
-Conoces las reglas... Nadie nuevo entra a la oficina sin ser revisado.- respondió poniéndose frente a la puerta.
-¡No estarás hablando en serio ¿verdad?!- protestó la joven mirando a Rook directamente a los ojos.
-¡Vamos, Carl! ¡¿Que arma podría esconder?!- se apuró a decir quitando su mirada de ella y dirigiéndola al de seguridad.
-Mmm... No lo sé. Una de esas estrellas ninjas...
-¡¿Un Shuriken?! ¡¿Es broma?!-inquirió sorprendida.
-Un Kunai también podría pasar desapercibido en tu ajustada vestimenta...-agregó Rook mirándola de arriba a abajo detenidamente.
-No estás ayudando...-respondió ella clavándole sus ojos como dagas.
-En serio, Carl. No veo la necesidad de palparla de armas.
-Reglas son reglas y si no lo haces tú, lo hago yo.- respondió antes de ser interrumpido por el teléfono que colgaba en la pared. Ese teléfono tenía línea directa con Simmons y por ahí se comunicaba siempre con Carl, por lo cual no tardó en atender.
- Lo siento, ya escuchaste a Carl. Reglas son reglas...- explicó al pararse frente a ella.
-Ok. Hazlo rápido ¿quieres?- soltó mostrándose ofuscada, mientras ponía sus brazos en cruz esperando el contacto de sus manos. En ese momento hubiese preferido que Carl hiciese el trabajo, ya que sin ninguna duda, le resultaría menos incómodo sentir las manos del guardaespaldas que las de Castle sobre ella.
-No puedo prometerte eso. No me gusta apresurarme para hacer nada…- respondió sonriente al pararse frente a ella. Él podía notar la incomodidad de la joven en su mirada, no pudiendo más que disfrutar de la situación. Acto seguido se agachó lentamente quedando en cuclillas. Con sus fuertes manos apretó sus tobillos, pegando el cuero de las botas a sus piernas. Subió centímetro a centímetro, aflojando la presión al rodear sus pantorrillas. Continuó su ascenso lentamente, rodeando sus muslos en algo muy similar a una caricia, llegando a su firme trasero y deteniéndose para incorporarse quedando frente a ella.
La cara de la joven policía era para el retrato. El volver a tenerlo en frente, así tan de repente y que ni siquiera un pequeño gesto se dibujase en su rostro no había sido nada fácil, pero el hecho de que la estuviese “palpando” de esa forma aprovechando el cacheo, se le estaba haciendo realmente imposible. No podía creer que después de tanto tiempo el simple roce de sus manos en su cuerpo le siguiese provocando lo mismo que años atrás; y eso teniendo en cuenta que sus manos solo se posaban sobre su ropa, por lo que no quería ni imaginar lo que podrían provocarle en su piel desnuda.
Realmente no sabía que pensar, ya que no podía saber a ciencia cierta qué era lo que Castle se traía entre manos, lo que sí sabía era que él notaba su incomodidad y no hacía nada para revertirlo, sino más bien, todo lo contrario: ahora, las manos de él rozaban con suavidad su trasero, para luego posarse en su vientre a subir con lentitud recorriendo su cintura, produciendo en ella un delicioso escalofrío que le recorrió el cuerpo entero. -¡Cabrón! ¡Lo estás disfrutando!- pensó un segundo antes de confesarse a sí misma:-¡Maldita sea… yo también!
-Se supone que no debería gustarte hacer esto.- le reprochó intentando no mirarlo.
-Se supone que a ti tampoco…- él sonrió retrucando en voz baja muy cerca de su oído, a la vez que sus manos seguían recorriendo su torso hasta llegar a los brazos extendidos en cruz.
Kate sintió prenderse fuego de vergüenza por sus palabras y estaba segura que su rostro la delataba en un rojo intenso.
-¡Me las vas a pagar!- largó en un susurro casi inaudible, pero no tan bajo como para ser ignorado por él.
-¡Mmm, no puedo esperar!- respondió al girar para clavarle sus cautivantes ojos azules segundos antes de girar la llave y abrir la puerta.
La estaba provocando y ella no podía evitarlo, pero ¿quién lo hacía? ¿Richard Castle o Jameson Rook? Lo que la llevaba a preguntarse otra cosa: ¿a quién provocaba? ¿A Kate Beckett o a Nikki Heat? Y la lista de preguntas seguía inagotable, agolpándose en su cabeza, deseosas de ser respondidas. Tenía referencias muy claras de como se comportaba con las mujeres que atravesaban la puerta del Inferno, lo había estudiado muy bien cuando preparaba su cubierta y le había quedado algo muy claro: Jameson Rook era un mujeriego empedernido, por lo que no era de extrañar que como tal, intentase seducirla, sobre todo si no quería estropear su propia fachada actuando de forma diferente con ella. Todo eso, dando por sentado que él también estaba ocultando su verdadera identidad y no que se había golpeado la cabeza o algo por el estilo, olvidando completamente quien era en verdad.
Ni bien terminaron de entrar a la oficina, Simmons se acercó a Rook para saludarlo con un amistoso apretón de manos seguido de un corto abrazo. Se notaba el aprecio de Vulcan hacia él, cosa que le resultaba de lo más extraño a Beckett quien mientras miraba detenidamente el saludo, se devanaba los sesos tratando de dilucidar como Castle terminó siendo amigo del criminal más popular de la ciudad -¿Sería posible que en verdad tuviese amnesia? - se preguntaba la joven al caminar lentamente hasta donde estaban ellos. Era lo único que podía justificar su amistad con el zar de la droga. -Richard Castle podrá ser muchas cosas, pero nunca un delincuente. Probablemente esté investigando para alguno de sus libros.- pensó Beckett intentando convencerse. Prefería pensar que el escritor estaba loco al meterse dentro de ese antro con el único fin de recopilar información para sus novelas, antes de creer que era amigo íntimo de tremendo criminal. Pero pese a todo ese razonamiento, no pudo evitar preguntarse:-¿Podía realmente haber cambiado tanto en estos años como para convertirse él también en un criminal? No tenía forma de saberlo, al menos, no por ahora.
-Nikki ¿Verdad?- preguntó Simmons extendiendo la mano para saludarla.
-Así es. Un gusto señor Simmons.- respondió estrechando su mano.
-Llámame Vulcan y no me trates de “usted”, no estoy tan viejo- pidió antes de mirar a su amigo para decirle:-O´Conell no exageró con su belleza ¿No es cierto Jamie?
-De hecho, creo que se quedó bastante corto.- dijo Rook con una sonrisa sin dejar de mirar a la joven.
-Hablando de Fenton, hable con él hace un rato en un par de horas estará por aquí ¿Hace cuanto que no lo ves?- curioseó Simmons dirigiéndose a ella.
-Hace un largo rato, pero cada tanto hablamos por teléfono para no perder el contacto.
-Podrán ponerse al día cuando termines de trabajar. La primera ronda va por mi cuenta.
-¡Gracias, el primer brindis será por ti!- aseguró la joven con una sonrisa.
-¡Eso espero!- respondió antes de prender su habano. -¿Podrías traerme una botella de whisky y un par de vasos?
-¿Me palparán de armas nuevamente?- preguntó mirando primero a Rook y luego a Simmons.
-Te dije que no era necesario con ella, Jamie. Es de confianza.- respondió sonriente mirando a su amigo.
-Pues deberías de habérselo explicado a Carl. Él fue quien insistió.
-No van a revisarte otra vez. Tienes mi palabra.- prometió Vulcan.
-Entonces te traeré un Whiskey de inmediato.- contestó con una sonrisa dirigiéndose hacia la puerta.
-¡Estupendo! Una pregunta antes de que te vayas ¿Quién de los dos te revisó?
-Rook.- soltó de forma rápida y contundente.
-¿Por qué no me sorprende?- preguntó mirándolo de reojo.
-¡Ey! ¡Yo solamente cumplí con las órdenes que le dejaste a Carl!- se excusó rápidamente.
-¡Sí, me imagino! Recuerdas la promesa que me hiciste ¿Verdad, Jamie?
-Vagamente…- respondió yendo hasta a la puerta parándose junto a Beckett, quien estaba a punto de salir.
-Te la recordaré con gusto, si quieres: “no involucrarte con la nueva mesera”.
-Recuerdo que te dije que lo intentaría. Como podrás ver, no va a ser nada fácil…- resumió guiñando un ojo a su amigo, mientras terminaba de salir de la oficina.
-Inténtalo, solo eso te pido.- se apuró a decir Vulcan, casi sabiendo que probablemente sería en vano.
La joven prefirió ignorar la conversación que acababan de tener Simmons y Rook, por lo que permaneció en silencio mientras caminaban de regreso al bar, hasta que él finalmente habló:
-¡¿Y?! ¿Qué te pareció Vulcan?
-Parece un sujeto agradable. No creo tener problemas con él.
-Es bastante accesible. Siempre y cuando no te metas en sus asuntos, claro.
-No tengo pensado hacerlo, necesito el trabajo y no tengo intenciones de estropearlo.
-¡Estupendo! ¡No tendremos ningún inconveniente entonces!- aseguró mientras acomodaba en la bandeja una botella de Escocés un par de vasos y una hielera. –Llévale esto y dile que me avise cuando llegue Fenton, así le llevamos su pinta de cerveza.- pidió gentilmente.
-¡Enseguida!- respondió la joven tomando la bandeja por abajo.
Mientras caminaba en dirección al laberinto de estantes que ocultaba la oficina, reflexionaba sobre la verdadera impresión que le había causado el afamado delincuente. No le había caído mal, siendo que había sido de lo más gentil, pero su estirpe forjada en la justicia le impedía sentirse del todo cómoda en su presencia. Aun así, sus estupendas dotes actorales la sacarían del paso más una vez, como ya había ocurrido en la presentación. Y así debería seguir, si quería pasar desapercibida y poder hacer su verdadero trabajo.
Al llegar a la puerta al final de la escalera, golpeó dos veces y aguardó a que Carl abriese. Ni bien terminó de pasar se apuró a decir:
-No vas a revisarme de nuevo ¿Está claro?
-Te revisó Rook, no yo.- respondió con una sonrisa.
-No es gracioso.- sentenció seriamente.
-¿No tienes sentido del humor?
-¡Por supuesto que lo tengo! ¡Ya verás lo graciosa que puedo ser! ¡Cuéntame cuando encuentres las gomas de tu auto pinchadas y nos reiremos juntos!
-¡Vaya! ¡Qué carácter!
-¿Por qué lo dices? ¡Si soy adorable!- afirmó con una enorme sonrisa que contagió al guardaespaldas.
-¡Sí, ya veo! ¿Hacemos las paces?- ofreció Carl extendiendo la mano. Ella aceptó el apretón brevemente y devolvió su mano a la bandeja.
-Estaremos en paz si no se te ocurre pedir que me revisen otra vez.
-No lo haré, lo prometo. Antes solo cumplía órdenes.- aseguró mientras sacaba su llave para abrir la puerta de la oficina.
-Lo sé. Nada más que hablar entonces. Ahora déjame pasar que se derrite el hielo.
Adentro, charlaban Vulcan y otro sujeto al que no podía verle el rostro debido a que se encontraba de espaldas. El desconocido, sonaba preocupado y parecía reprocharle algo.
-¡Ya te dije que no quiero hacerle más favores a ese tipo! ¡Vamos a quedar pegados por limpiar su mugre!
-¿Por qué dices eso Dick?
-Por qué alguien ha estado haciendo preguntas sobre lo que pasó en el callejón y no tardarán en relacionarlo… - el sujeto cerró la boca al notar que no estaban solos y al escuchar los pasos giró automáticamente para ver quien entraba. La joven intentó disimular su sorpresa al darse cuenta de que Dick Coonan estaba frente a ella. Lo conocía porque más de una vez lo había visto pasar a la sala de interrogatorios, aunque nunca lo había visto tras las rejas y ahora entendía el porqué. Su amistad con Simmons le permitía mantenerse fuera de prisión, seguramente a cambio de un poco de trabajo, ya que se suponía, Coonan era un sicario y uno muy efectivo, aunque nunca hubo nada verdaderamente incriminatorio en su contra. -¿Qué pasa si me reconoce?- se preguntaba mientras avanzaba en dirección a los dos hombres. -¡Date por muerta, Beckett!- se decía para sus adentros algo nerviosa.-No puede reconocerme. Si alguna vez me vio, nunca fue directo a la cara y con el pelo recogido, la gorra y el uniforme no me parezco en nada a como estoy ahora.- se tranquilizó a sí misma convenciéndose de que era imposible que supiese que era policía.
-Aquí está el whisky, así que ya puedes sentarte.- anunció Vulcan a su acompañante.
-¡Estupendo! ¿Y quién es esa belleza?- preguntó el tipo mirándola de abajo a arriba al mismo tiempo que se sentaba.
-Ella es la nueva mesera.
-Nikki ¡Mucho gusto!- dijo la joven extendiendo su mano.
-Mis amigos me dicen Dick ¡y el gusto es mío! - respondió tomando su mano y estrechándola suavemente.
-¿Necesitan algo más?-
-No por ahora, gracias. Puedes retirarte.- respondió Simmons.
-¡Espera, Nikki!- se apresuró a decir Coonan antes que saliese de la oficina. –Dime ¿Nos conocemos de algún lado?- preguntó helando la sangre de la joven. Por nada en el mundo debía notarse el nerviosismo que la pregunta le había provocado o se vendería sola.
-Mmm… no lo creo. Si nos hubiésemos conocido antes, te aseguró que no me lo estarías preguntando…- respondió sugerente guiñándole un ojo y sonriendo.
-¡Te recordaré de ahora en más, te lo prometo!- afirmó antes de beber un trago de su bebida sin dejar de mirar a la joven, quien desaparecía tras la puerta.
Ni siquiera miró a Carl cuando salió. Aun sentía su pulso completamente acelerado y lo mejor era desaparecer de inmediato antes de que alguien lo notara. Mientras regresaba al bar, repasaba lo dicho por Coonan antes de ser interrumpido por ella y se preguntaba para “quien” no quería trabajar más ¿a quién había matado en ese callejón? ¿Podría relacionarse con el asesinato de su madre? No había podido escuchar mucho más, pero una corazonada le indicaba que la muerte de la cual hablaba el sicario de Vulcan era la de de Johanna Beckett. Demasiadas coincidencias como para estar equivocada. Y aunque tuviese que indagar mucho más, estaba segura de que esa pequeña conversación la llevaría a un pez gordo: al autor intelectual del asesinato de su madre. Simmons y Coonan eran el lado más fino por donde se cortaría la cuerda, pero debía tener pruebas sólidas para poder encerrarlos a todos tras la rejas.
Continuará…
Bueno gente, espero que les haya gustado, pero sobre todo, espero que alguien lo haya leído! jajajajajaja Saludos y hasta prontito!!!
Última edición por Solexite el Lun Sep 12, 2016 8:53 am, editado 2 veces
Solexite- Policia de homicidios
- Mensajes : 646
Fecha de inscripción : 30/04/2012
Localización : America, debo estar en America del Sur ¡Bien al Sur!
Re: (+18) Desde el umbral- CAPITULO XXIII (ATENCIÓN!! ACTUALIZADO 22/08/17)
me alegro de que volvieras, me ha gustado mucho el capi aunque estoy un poco perdida, voy a tener que volver a leerme el fic... jejejjeje... a mi me gustaría que continuases
alba_caskett- Actor en Broadway
- Mensajes : 235
Fecha de inscripción : 20/02/2015
Edad : 32
Localización : Asturias
Re: (+18) Desde el umbral- CAPITULO XXIII (ATENCIÓN!! ACTUALIZADO 22/08/17)
alba_caskett escribió:me alegro de que volvieras, me ha gustado mucho el capi aunque estoy un poco perdida, voy a tener que volver a leerme el fic... jejejjeje... a mi me gustaría que continuases
Muchas gracias por leer y comentar! En verdad es una gran alegría encontrar un comentario, sobre todo después de tanto tiempo de ausencia por mi parte. Voy a terminar este fic, cueste lo que cueste, asi seas la única que lo lea! Jajajaja Saludos y hasta pronto!!!
PD: Supuse que a la gran mayoría les pasaría lo mismo que a vos, así que agregué al principio del capítulo un índice con los links de los capis anteriores, por si alguien quiere releer.
Solexite- Policia de homicidios
- Mensajes : 646
Fecha de inscripción : 30/04/2012
Localización : America, debo estar en America del Sur ¡Bien al Sur!
Re: (+18) Desde el umbral- CAPITULO XXIII (ATENCIÓN!! ACTUALIZADO 22/08/17)
Al fin actualizaste!! me gusta esa tensión entre ellos. Sigue por favor
Ruth Maria- Policia de homicidios
- Mensajes : 565
Fecha de inscripción : 14/11/2012
Re: (+18) Desde el umbral- CAPITULO XXIII (ATENCIÓN!! ACTUALIZADO 22/08/17)
Que alegría ver una nueva actualización de esta historia . Que bien que apesar de haber perdido todo la hayas decidido continuar.
ya quiero que hablen los dos, que se digan que se han reconocido y sobre todo quiero saber los motivos por los que Rick está en ese lugar. Como dice Kate, no ha podido cambiar tanto en esos años y convertirse en un mafioso.
Deseando de leer la continuación.
ya quiero que hablen los dos, que se digan que se han reconocido y sobre todo quiero saber los motivos por los que Rick está en ese lugar. Como dice Kate, no ha podido cambiar tanto en esos años y convertirse en un mafioso.
Deseando de leer la continuación.
Yaye- Escritor - Policia
- Mensajes : 1751
Fecha de inscripción : 05/06/2012
Localización : Huelva
Re: (+18) Desde el umbral- CAPITULO XXIII (ATENCIÓN!! ACTUALIZADO 22/08/17)
Ya era hora de subir capí nuevo ¿No? Jajajajajaja Perdón por tan prolongado receso. Muchas Gracias por la paciencia, por leer y comentar! Saludos y hasta la próxima!alba_caskett escribió:me alegro de que volvieras, me ha gustado mucho el capi aunque estoy un poco perdida, voy a tener que volver a leerme el fic... jejejjeje... a mi me gustaría que continuases
Solexite- Policia de homicidios
- Mensajes : 646
Fecha de inscripción : 30/04/2012
Localización : America, debo estar en America del Sur ¡Bien al Sur!
Re: (+18) Desde el umbral- CAPITULO XXIII (ATENCIÓN!! ACTUALIZADO 22/08/17)
La alegría es mía por volver a leerte, Yaye, fiel seguidora!!! Fue un bajón perder todo, pero no podía dejar la historia sin un final. No sé si va a ser exactamente igual a lo que tenía escrito, pero seguro se asemejará bastante, jajajajajajaYaye escribió:Que alegría ver una nueva actualización de esta historia . Que bien que apesar de haber perdido todo la hayas decidido continuar.
ya quiero que hablen los dos, que se digan que se han reconocido y sobre todo quiero saber los motivos por los que Rick está en ese lugar. Como dice Kate, no ha podido cambiar tanto en esos años y convertirse en un mafioso.
Deseando de leer la continuación.
Como tuviste paciencia para esperar la continuación, también deberás tenerla para saber por qué Castle se encuentra en ese antro de criminales. Ya sabés lo que dicen por ahí "la paciencia es un árbol de raíz amarga pero de frutos muy dulces! jajajajajajaja
Solexite- Policia de homicidios
- Mensajes : 646
Fecha de inscripción : 30/04/2012
Localización : America, debo estar en America del Sur ¡Bien al Sur!
Re: (+18) Desde el umbral- CAPITULO XXIII (ATENCIÓN!! ACTUALIZADO 22/08/17)
Hola a tod@s! Le dejo el nuevo capi recién salido del horno. Espero que lo disfruten!
Capitulo XVI
Beckett necesitaba más información. Lo poco que había escuchado minutos antes, la había dejado con una tremenda espina y debía saber más para poder extirpársela. No podía pretender investigar solo de las conversaciones que escuchaba al llevar unos tragos. Necesitaba más y la única forma que se le ocurría era colocando un micrófono en la oficina de Vulcan. Solamente se le presentaban dos inconvenientes: el primero era conseguir el mic y el segundo era colocarlo dentro de la oficina.
Para el primer problema creía tener la solución: preguntaría a O’Connell si podía conseguir uno y de no ser posible, llamaría a Lanie desde un teléfono público para que su amiga informe a sus superiores su requerimiento; pero para el segundo aun no tenía un plan bien definido, aunque si tenía en mente que necesitaría la llave de la oficina de Vulcan que se encontraba en el escritorio de Rook y debía conseguirla lo antes posible.
Regresó a trabajar de inmediato, con esa idea en la cabeza: conseguir la llave; y para eso debía poder desaparecer de la vista de su jefe Jameson. El bar estaba repleto, mujeres en su gran mayoría y como era de esperarse muchas se encontraban sentadas en la barra. El escritor no perdía detalle y cada vez que podía la observaba detenidamente, como estudiándola. Kate también lo observaba cada vez que podía. Debía conocer sus movimientos si pretendía escabullirse de él para obtener información. Aproximadamente una decena de mujeres se habían acercado a su oído para proponerle algo, pero hasta ahora no había pasado de unas cuantas sonrisas y la joven se preguntaba si esa era su forma natural de portarse con sus clientas: juguetear con todas hasta encontrar la presa justa para su mordisco. No podía saberlo de inmediato, aunque seguro que no tardaría en develarse su estrategia.
Fenton llegó poco después de la medianoche. Entró por el bar y se dirigió directamente hacia ella para saludarla. Se abrazaron como viejos amigos, intercambiando algunas palabras en irlandés (que había aprendido para hacer más creíble su vínculo con O’Connell) y riendo a carcajadas. Verdaderamente parecían grandes amigos, nadie en ese bar podía decir lo contrario.
-Voy a reunirme con Vulcan ¿Nos tomamos una cerveza cuando termines?
-¡Por supuesto! Pero tengo para un par de horas más ¿me esperas?
-¡Todo lo que sea necesario! ¡Tenemos que ponernos a día!
-¡Es un hecho, entonces!
Para cuando O’Connell regresó al bar, a Nikki le faltaban unas pocas mesas por recoger. Fenton le indicó con un ademán donde se acomodaría para esperarla. A penas terminó de levantar todo y llevarlo a la barra, Rook le alcanzó dos botellas de cerveza para ella y el irlandés.
-Invitación de la casa.
-Pero, todavía quedan algunos clientes… -dijo girando la cabeza en dirección a un grupo de mujeres que aun se encontraban bebiendo.
-Yo me encargo. Ve a ponerte al día con tu amigo, tu horario ha terminado.
-¡Vaya, que generoso! Gracias, Rooks.
-Paga Vulcan ¿Recuerdas?
-¡Claro! ¡Cierto que solo invitas tragos a tus clientas!
-¿Celosa? ¡Puedo invitarte un trago cuando gustes!
-No, gracias. No mezclo trabajo con placer. Ahora, si me permites, no quiero que se calienten las cervezas.
-¡Tú te lo pierdes!- aseguró mientras salía de la barra para llevar más tragos a la única mesa en la que aun se seguía bebiendo.
O’Connell se había sentado en una mesa alejada de la barra y cerca de un parlante de donde salía música a un volumen relativamente alto. Sin dudas, era el lugar perfecto para que ellos hablasen tranquilos.
Nikki se sentó y ofreció la cerveza. Antes de beber un trago chocaron las botellas a modo de brindis.
-Bueno, pongámonos al día ¿Qué tienes para mí?- preguntó Fenton.
-Tengo una idea, pero necesito ayuda.
-Soy todo oídos.
-Necesitamos poner un micrófono en la oficina de Simmons.
-Ya lo sabemos, el problema es que no tenemos acceso a ella, salvo que se encuentre Vulcan adentro.
-Yo puedo entrar. Necesito un mic y una copia de la llave de Rook.
-Puedo conseguirte el micrófono. Me intriga como vas a conseguir la copia de la llave.
-Haré un molde con jabón ¿Puedes conseguirme una copia si te doy el jabón?
-¡Vaya! ¿Pensaste en todo, verdad? Sabes que es extremadamente arriesgado lo que piensas hacer ¿No?
-Lo sé. Es parte del trabajo. Si no logramos meter un micrófono dentro de la oficina poco podemos enterarnos de sus planes.
-Es cierto. Ya lo habíamos pensado, pero no teníamos forma de hacerlo.
-Ahora me tienen a mí. Yo me encargaré de todo.
-¡No exageraron cuando me dijeron que eras temeraria!
-¡No soy temeraria!
-¡Entonces estás loca!
-Tampoco. Quiero a estos tipos tras las rejas.
-Yo también ¿Cuándo tendrás el molde de la llave?
Beckett observó a Rook riendo muy entretenido con una rubia pulposa. Era ahora o nunca.
-En diez minutos.- aseguró levantándose de la mesa para dirigirse a la oficina de Rook, donde se encontraba el baño y los casilleros.
Era la oportunidad perfecta para conseguir un molde de la llave, y para eso usaría el jabón que siempre llevaba en su bolso. La técnica la había aprendido de sus compañeros de secundaria, cuando consiguieron la llave del salón de música para poder ensayar para un concurso de bandas. Había funcionado aquella vez, no tenía porque fallar ahora.
Siempre le había gustado jugar al límite, ir por el borde, le encantaba toda esa adrenalina esparcida por cada fibra de su cuerpo y a pesar de que lo tenía bastante reprimido, cada tanto brotaba inevitablemente empujándola a cometer una locura, como esta misma que estaba por hacer en ese preciso instante, o como la que había impulsado a meterse de encubierto en el Inferno. Siendo adolecente, si alguien la hubiese atrapado, le hubiese valido la expulsión del colegio, pero ahora la cosa era un poco más seria: se estaba jugando la vida. Aunque no por eso iba a desistir tan fácilmente.
Ni bien entró a la oficina se dirigió al casillero a buscar su cartera y de ahí al escritorio a buscar la llave. El cajón donde se encontraba, (obviamente) estaba cerrado. Buscó entonces dentro de su bolso un juego de ganzúas que le había regalado Royce en su etapa de entrenamiento, junto con una clase magistral de cómo usarlas. “-Nunca están de más cuando estás metido en una investigación… delicada, por así decirlo.-”, le había dicho entonces. Hasta ahora no las había necesitado, pero como siempre hay una primera vez para todo, agradeció en sus pensamientos a Mike por tal útil regalo.
La cerradura era bastante mala, por lo que no fue difícil abrirla y sacar la llave. Ahora debía copiar cada una de las caras de la llave en cada una de las caras del jabón. Agradeció no haber descartado el Zippo que guardaba desde su paso por la academia, cuando se le había pegado el maldito vicio del cigarrillo (y que gracias a su pasión por correr lo había abandonado). Necesitaba calor para ablandar la superficie y el encendedor era su mejor opción.
Luego de calentar bien un lado de la barra con el encendedor, presionó con fuerza dejando la llave incrustada, la retiró con cuidado y realizó la misma maniobra del otro lado, girando la llave para poder copiar la otra cara. Al terminar, lo guardó rápidamente en su bolso y éste en su casillero. Solo le quedaba limpiar bien la llave para quitarle los restos de jabón, volverla a guardar en su lugar y todo quedaría perfecto. Y así lo hizo: lo más rápido que sus manos le permitieron, pero cuando estaba cerrando el cajón con la ganzúa, escuchó voces en el pasillo que se hacían cada vez más fuertes. Alguien se aproximaba a la oficina y no tenía mucho tiempo ni muchos lugares donde esconderse. Pensó en llegar hasta el baño y salir sorprendida de encontrarse a alguien, pero el tiempo no era suficiente, por lo que no quedó otra que hacerse un bollo y esconderse debajo del escritorio, en el lugar reservado para las piernas.
Rook había entrado con la señorita rubia con la que había estado coqueteando y sin dejar de besarla, la empujaba suavemente hacia el escritorio, llenándola de caricias. La situación se tornaba cada vez más incómoda y la joven policía no quería ni respirar por temor a ser descubierta, en cambio, la respiración de los dos amantes se agitaba a cada segundo.
No sabía que era peor, si ver una situación semejante o imaginarla. –Definitivamente, imaginarla.- se dijo a sí misma mientras se tapaba los oídos.
Al parecer, el escritor estaba haciendo las cosas muy bien, teniendo en cuenta los gemidos que brotaban de la boca de su presa.
-Mmm…..Rook… ¡Tienes unos dedos maravillosos!- soltó la mujer al sentir como jugaban entre sus piernas.
-¡Están entrenados!- respondió justo antes de ser interrumpido por el teléfono. -¡Demonios!- largó fastidioso antes de soltar a la chica para responder.
-¡¿No irás a atender ahora?!- reprochó la mujer indignada.
-Lo siento. El deber me llama…- explicó guiñándole un ojo. –Espero que sea importante.- dijo al responder la llamada.
La mujer comenzó a acomodar su ropa mientras se dirigía hacia la puerta. –Esto no se termina aquí, Rook.- indicó antes de salir. Él ni la miró, siguió escuchando atentamente a Simmons.
-Ya voy para allá. Dame cinco minutos.
Beckett deseó profundamente que no fuese a buscar la llave en ese instante o estaba frita. Por suerte, después de tremendo corte, Castle necesitaba refrescarse en el baño antes de salir. La joven no lo pensó dos veces y salió de su escondite ni bien escuchó la puerta del baño cerrarse. Dudó unos segundos, sobre si tenía que llevarse su bolso y su chaqueta en ese momento, o salir en completo silencio y volver a entrar de forma normal unos minutos después.
Se decidió por la segunda opción, ya que sería menos sospechoso. Al salir, esperó unos momentos y volvió a entrar, esta vez dejando oír el ruido de la puerta al cerrarse.
-¡Vaya, que sorpresa! ¿Estabas buscándome, Heat?- dijo Rook al salir del baño.
-¡En tus sueños! Vine a buscar mis cosas para irme.
-¿Segura que no quieres quedarte conmigo?- preguntó acercándose a ella, posando su mano en el casillero contiguo para apoyarse.
-Gracias, paso.- respondió cerrando el locker.
-Es una lástima. La hubiésemos pasado genial.- aseguró con una enorme sonrisa.
Beckett giró quedando frente a él y devolviéndole la sonrisa se acercó peligrosamente para susurrar en su oído:- ¡No tienes idea de cuánto!
Castle quedó boquiabierto una vez más, si poder decir nada, mientras la joven salía de la habitación con aire triunfante.
-¡Hasta mañana, Rook!- gritó desde la puerta. Sin esperar respuesta salió de la oficina, tremendamente satisfecha por haberlo dejado sin palabras. Si él quería jugar, ella lo complacería. Jugarían sin darse tregua, después de todo, bien podía ser parte de su fachada: el tipo está para matarlo, la chica para comérsela, no sería extraño que hubiese cierta tensión sexual entre ellos. ¡Y vaya que la había! Era algo que ninguno de los dos podía ocultar, aunque tampoco podían admitirlo.
O’Connell la esperaba sentado, bebiendo una cerveza más. Al verla aparecer le preguntó señalando la botella si le apetecía otra. Ella negó con la cabeza mientras se aproximaba a la mesa.
-Prefiero tomar una más en casa. Tengo que conducir.- explicó al sentarse.
-¿Tienes el jabón?- preguntó intrigado.
-Por supuesto. Te lo entregaré apenas salgamos de aquí.
-Vamos.-dijo terminando su cerveza de un trago.
Ambos se levantaron dirigiéndose a la barra para saludar a Jack, Rook no había regresado aun. Después de despedirse salieron en dirección al auto de Beckett, que estaba estacionado a la vuelta.
-¿Te alcanzo a algún lado?- preguntó la joven.
-Vivo a unas manzanas de tu casa. Puedo bajarme ahí e ir caminando.
-También puedo llevarte hasta la puerta. No me molesta conducir un poco más.
-Gracias, pero prefiero caminar y fumar un cigarrillo. No me permiten hacerlo en casa.
-¡¿Estás en pareja?!
-Sí. Gracias a Siobhan pude meterme de lleno en la organización. Es dueña de un bar donde pasan su tiempo Bobby S y sus muchachos.
-Entiendo. Es parte de la fachada.
-Ella fue mi boleto de entrada a la organización, pero a decir verdad, lo paso estupendamente con ella. El día que termine todo esto, va a ser muy difícil dejarla…- explicó con algo de tristeza.
-Me imagino que sí…
-Es parte del trabajo. Y hablando de trabajo, mañana al mediodía recibirás un sobre manila con la copia de la llave y en una caja de bombones el mic y el receptor al que le podrás conectar una grabadora. Tiene un alcance aproximado de 150 metros, así que yo creo que escondiéndolo en el callejón, tiene que escucharse perfecto.
-De acuerdo. Mañana mismo intentaré colocarlo.
-Debes tener mucho cuidado, Beckett. Si te descubren, te desaparecen…
-Lo sé. Tendré cuidado.
-Eso espero. Puedes dejarme aquí en la esquina.
-Como gustes.- respondió la joven acercando el auto a la acera.
O’Connell se bajó despidiéndose de la joven. Ni bien terminó de cerrar la puerta, buscó en su chaqueta el paquete de cigarrillos y encendió uno mientras se alejaba.
Beckett pensó en cuanta presión estaba soportando el joven policía al meterse dentro de la mafia Irlandesa e inevitablemente pensó si ella terminaría igual por estar infiltrada en el Inferno. Lo que menos quería era empezar a fumar nuevamente, pero sabía que el nivel de stress que le produciría el trabajo se iría incrementando día a día.
Dejó de pensar en eso cuando su estómago rugió por segunda vez. Tenía hambre y pocas ganas de cocinar. Ni bien entró en su casa, se dispuso a preparar un sándwich de atún con queso crema y mayonesa, luego abrió un porrón de cerveza helada y se sentó en el sofá a disfrutar de su cena.
Intentó relajarse prendiendo la tele, pero su cabeza no podía dejar de pensar en cómo haría para instalar el mic y el receptor sin ser sorprendida. Sabía que de los dos aparatos, el más fácil de esconder sería el receptor, ya que lo colocaría en algún hueco del callejón o bien debajo del contenedor de basura, pero el micrófono era más complicado y mucho más arriesgado, ya que tendría que escabullirse en la oficina de Simmons.
Al repasar como había obtenido el molde para la llave, recordó el incómodo momento que había pasado al estar escondida debajo del escritorio donde Rook deleitaba con sus besos y caricias a su amante de turno, arrancándole sus primeros gemidos. La joven policía no pudo evitar que su mente la situara en el lugar de la mujer a la cual estaba haciendo gozar y por unos segundos se permitió imaginar como recorría su piel con sus manos, recordando todas y cada una de las sensaciones que una vez conquistaron su cuerpo al hacer el amor con él.
Inmediatamente, sacudió su cabeza para desvanecer los pensamientos que la acosaban ¿Cómo puede ser que me siga moviendo el piso de esa forma?-se preguntaba algo avergonzada por lo que terminaba de imaginar. Debía tener mucho auto control como para mantenerse alejada, porque si se permitía acercarse no podría evitar terminar enrollada con él y no podía darse ese lujo. Y con esa sentencia autoimpuesta en su cabeza, se dirigió a su cuarto a obligarse a dormir, porque si seguía enroscándose en el asunto, no lograría más que dar vueltas en la cama el resto de la noche.
***
Cerca del mediodía, el despertador sonó indicando que debía levantarse. Beckett se desperezó en la cama y acto seguido se levantó para vestirse con su ropa deportiva. Corrió por más de una hora, como lo hacía todos los días, no podía arrancar su rutina diaria si no lo hacía.
Al regresar al departamento revisó el buzón en busca del sobre y la caja de bombones que le había mandado Fenton, pero no abrió nada hasta estar dentro de su casa.
La caja de bombones tenía dentro un pequeño aparato que funcionaba de receptor, el cual tenía una pequeña entrada de auriculares, donde podía conectarse a la entrada de mic de una grabadora. El micrófono era diminuto, del tamaño de un botón de camisa, por lo que pensó que no sería tan difícil esconderlo, lo difícil sería entrar a la oficina, pero ya pensaría en ello cuando se presentase la oportunidad.
Después de guardar todo en su bolso y dejarlo preparado, se metió en el baño a ducharse y luego de un suculento desayuno, estaba lista para encarar el día. Se vistió rápidamente, agarró su bolso y salió de compras a un maxi mercado, esos que venden de todo. Compró cinta adhesiva, un destornillador Philips para poder abrir la puerta al final de la escalera y una pequeña grabadora digital que se activaba en presencia del menor ruido y se apagaba cuando había un prolongado silencio, optimizando así la duración de la batería. Repasó mentalmente la lista de cosas necesarias para la operación y creyendo tener todo dio por finalizada la compra.
Llegó unos minutos antes de las 18 horas, dejando el auto cerca del callejón para aprovechar la pasada y darle un vistazo con algo de luz natural. Antes de bajar del vehículo, activó el receptor y lo conectó a la grabadora, para luego esconder todo dentro de la caja de bombones y ésta debajo del asiento del acompañante, luego se encargaría de colocarlo en el callejón. También guardó el destornillador en la caña de su bota, no sabía si podría instalar hoy el mic, pero al menos estaría preparada por si lograba hacerlo.
Caminó lentamente fingiendo buscar algo dentro de su cartera, al mismo tiempo que recorría con la vista todo el callejón. Por suerte, su memoria era muy buena, permitiéndole acumular infinidad de detalles sobre la pequeña calle sin salida, como por ejemplo, la escalera de incendios que conducía a la puerta de entrada a la oficina de Simmons, los dos contenedores de basura o las paredes deterioradas donde asomaban los ladrillos debajo del revoque. Si debía esconder el receptor, el mejor lugar parecía ser debajo de uno de los contenedores, pero debía pegarlo muy bien junto con la grabadora si no quería que lo descubran los del camión de basura al venir a vaciarlo.
Comenzó a apurar el paso cuando vio salir a John y pararse en la puerta. Lo saludó afectuosamente y se dispuso a entrar a trabajar.
La clientela empezó a llegar temprano y durante las primeras horas no tuvo tiempo ni de ir al baño, pero Vulcan tampoco había llegado aun, por lo que todavía tenía la esperanza de poder colocar el mic.
-Jack, casi no queda Whisky en la botella. Tendrás que bajar a buscar una.- dijo Rook sirviendo unos tragos.
-Termino de preparar los tres Bloody Mary que me pidieron las chicas de la barra y voy.
-En cuanto termines. Estoy usando lo último.
-Yo iré, ya serví todos los pedidos y me falta un whisky.- se apuró a decir la joven, quien sin esperar respuesta de alguno de los dos, salió rápidamente en dirección a la bodega.
Esa era la oportunidad que necesitaba y no pensaba desaprovecharla. Ni bien llegó a la escalera que descendía a la bodega, bajó corriendo y continuó así hasta llegar a la otra escalera. Subió los escalones de dos en dos hasta toparse con la puerta, entonces sacó el destornillador de su bota y destrabó la puerta sin grandes dificultades. Solo le faltaba la puerta de la oficina y estaría dentro.
Sacó la llave del bolsillo trasero de su jean e inmediatamente la introdujo en la cerradura probando su funcionamiento. -¡Perfecto!- se dijo al comprobar que abría perfectamente.
Segundos después de entrar escudriñó la oficina rápidamente, buscando el lugar indicado para colocar el mic que le había entregado Fenton. No tenía demasiados lugares donde esconderlo ya que no había demasiados muebles, solamente un escritorio, un sillón, un par de sillas y un fichero de esos de metal con cajones de rieles.
Revisó las sillas examinando minuciosamente la parte de abajo del tapizado, intentando ver un hueco en la tela para colar el pequeño micrófono. Las sillas eran antiguas, al igual que la tela con la que estaban tapizadas, por lo que no le fue difícil rasgarla un poco con la punta del destornillador para introducir el minúsculo aparato. Prendió el dispositivo presionándolo levemente y lo introdujo con la punta del dedo meñique en el orificio de la silla. Cuando estaba terminando de empujar el mic con el desarmador para que no quede cerca del pequeño agujero, oyó las voces de Simmons y sus guardaespaldas junto con el estruendo de sus pasos subiendo por las escaleras. En pocos segundos, entrarían por la puerta del callejón y si no salía de ahí de inmediato, podía considerarse muerta.
Sin demorar ni un instante salió de la oficina, cerró la puerta con llave y bajó corriendo las escaleras para llegar a la bodega lo antes posible, buscando un recoveco para reponerse mientras su respiración volvía a la normalidad. La adrenalina aun recorría su cuerpo después de activarse con la inminente posibilidad de ser descubierta y debía tomarse un minuto para recuperarse antes de volver a trabajar si no quería levantar sospechas, pero aun no estaba a salvo ya que las voces no habían cesado, pero no podía saber si estaban charlando en la entrada de la oficina o si alguno de los matones de Simmons estaría por dirigirse a la bodega. Lo cierto es que no podía arriesgarse y debía darse prisa para encontrar la botella de escocés que supuestamente había ido a buscar, aunque no sabía con exactitud dónde empezar habiendo tantas repisas repletas de alcohol como en un supermercado. Escogió una al azar y comenzó a leer las etiquetas de las botellas: Vodka, Gin, Coñac, Caña, licores de las más variadas marcas, pero no lograba dar con la sección de Whiskey y las voces se hacían más y más audibles a cada segundo.
-¿Buscas esto?- preguntó Rook apareciendo detrás de ella con la botella de escocés en alto, sobresaltando a la joven.
- ¡¿Quieres matarme del susto, Rook?!
-Confieso que estás para matarte, pero no precisamente del susto…- respondió al apoyar su brazo libre en la pared, impidiéndole el paso y ladeando su sonrisa en pose seductora.
-Yo que tú, ni lo intentaría. No querrás tener problemas con tu jefe…- aconsejó quitando el brazo de él para pasar. No podía mantenerse frente a él demasiado tiempo, ya que el tenerlo tan cerca provocaba en ella sensaciones que claramente le costaba dominar.
-Ya te dije que no es mi jefe y no está bien escuchar conversaciones privadas.
-Si hubiese sido privada, tendrían que haber esperado a que me retire.
-Supongo entonces, que habrás escuchado que le respondí que no podía prometerle nada… nunca podría hacerlo.- aseguró parándose otra vez frente a ella.
-No te preocupes, yo te ayudaré a mantenerte alejado.-garantizó ella sin mantener el contacto visual demasiado tiempo. No podía mentirle mirándolo a los ojos ¡y vaya que le mentía! En otras circunstancias, se habría dejado envolver con su seducción y como mínimo se hubiese llevado un ardiente beso como recuerdo de ese momento.
-Ya lo veremos… Me da la sensación de que no estás tan convencida…- aseguró acercándose a escasos centímetros de su boca.
-No te confundas, Rook. Yo no voy a formar parte de tu harem, no eres mi tipo.- respondió intentando tomar distancia. Él sonrió divertido ante su respuesta. Disfrutaba mucho cuando ella lo desafiaba y por supuesto, le encantaba irritarla como así también ponerla nerviosa con su proximidad. Pero en verdad, le hubiese comido la boca de un beso sin dudarlo un instante si ella se lo hubiese permitido.
-Cambiando de tema…- dijo él al escuchar pasos descendiendo la escalera.-…No deberían verte aquí, los muchachos podrían irritarse.
-¿Por qué habrían de hacerlo?
-No les gusta que nadie ande rondando sin que ellos lo sepan.
-No estaba rondando por la bodega, quise ayudar a Jack. No pensé que pudiese meterme en problemas por venir a buscar una botella.- respondió de forma inocente.
-¡Quien anda ahí!- preguntó Carl saliendo de atrás de la alacena que ocultaba la escalera. Aun no los había divisado, pero si había oído sus voces y no faltaba mucho para que descubra donde estaban.
-Quédate aquí y no salgas hasta que yo te diga. Iré a enfrentar a Carl.- le dijo en voz muy baja a la joven mientras salía al encuentro del guardaespaldas.
-¡Soy yo, Carl! Vine a buscar una botella de Whisky, hoy se está bebiendo más que de costumbre…
-¡Rook! Me pareció escuchar voces, Supongo que no estarás con alguna de tus chicas ¿no? Recuerda lo que dijo el jefe sobre usar la bodega para tus revolcones…
-Estoy completamente solo, Carl. A veces suelo pensar en voz alta. Hablo y me contesto yo mismo, dándome consejos…- aseguró con una sonrisa.
-¿Y te sirven? Los consejos, digo…
-Rara vez, pero así todo, mi subconsciente insiste en darme siempre su opinión.
-Tal vez deberías hablar con otra persona… Un psiquiatra, por ejemplo.- aconsejó divertido.
-No, gracias. Todavía no estoy loco…
-¡Yo no estaría tan seguro!- aseveró soltando una carcajada.
-Esta noche la pasarás con la boca seca ¡No te prepararé ni un vaso con hielo!- aseguró señalándolo con el dedo, bromeando con sentirse ofendido.
-¡No seas susceptible, Jamie! ¡No es para que te pongas así!
-¡Tendrás que hacer muy buena letra, si quieres enmendar esto!- dijo mientras retrocedía en dirección a la escalera.
-¡Empezaré por no molestarte más por hoy!- garantizó el guardaespaldas dirigiéndose hacia el mueble que escondía la escalera que conducía a la oficina de Simmons.
Rook esperó hasta que el guardaespaldas desapareciese y fue al encuentro de Nikki. La buscó por todos los recovecos en donde podía estar escondida, pero no la encontró.
-¡Diablos!- soltó con fastidio a notar que se le había escapado. Sabía que no había bajado a buscar la botella que necesitaba Jack, ya que la había visto demasiado cerca del mueble de las copas y lejos de las botellas. No había podido dilucidar aun que estaba haciendo ahí sin autorización, pero debía averiguarlo cuanto antes.
Durante el resto de la atareada noche solo se dedicaron a trabajar, pero como era costumbre, sus miradas no dejaban de cruzarse. Beckett intuía que algo sospechaba, conocía su mirada y sabía que no debía escapar de ella si no pretendía quedar en evidencia.
Al finalizar su horario de trabajo, el bar estaba casi vacío, por lo que preguntó si ya podía retirarse. Rook asintió con la cabeza mientras respondía el teléfono atendiendo a Simmons. Sin demorar demasiado se dirigió a buscar sus cosas al locker, se sentía algo nerviosa por toda la situación y no quería permanecer más tiempo delante de la inquisidora mirada de su jefe.
Al regresar saludó a Jack, quien salía de la barra dirigiéndose al baño. Solo quedaba saludar a Rook y podría irse a su casa.
-¡Hasta mañana, Rook!- dijo levantando la mano sin acercarse demasiado a la barra y girando en dirección a la puerta.
-¡Espera, Heat!- gritó helando cada gota de sangre de la joven policía.
-¿Qué pasa?- preguntó girando la cabeza para mirarlo. No debía mostrarse nerviosa, por lo que trató de mostrarse lo más natural posible, aunque la expresión del rostro de su jefe no se lo facilitaba.
-Tenemos que hablar.
Por primera vez, desde que había empezado a trabajar en el Inferno, le hablaba con tanta seriedad. No había bromas ni insinuaciones ni chicanas, por lo que no podía ser nada bueno lo que tenía para decirle.
Continuará…
Bueno gente, hasta acá el nuevo capi. Ojalá que les haya gustado, y ya saben que sus comentarios, sugerencias y críticas son bienvenidos. Saludos y hasta la próxima!!!
Capitulo XVI
Beckett necesitaba más información. Lo poco que había escuchado minutos antes, la había dejado con una tremenda espina y debía saber más para poder extirpársela. No podía pretender investigar solo de las conversaciones que escuchaba al llevar unos tragos. Necesitaba más y la única forma que se le ocurría era colocando un micrófono en la oficina de Vulcan. Solamente se le presentaban dos inconvenientes: el primero era conseguir el mic y el segundo era colocarlo dentro de la oficina.
Para el primer problema creía tener la solución: preguntaría a O’Connell si podía conseguir uno y de no ser posible, llamaría a Lanie desde un teléfono público para que su amiga informe a sus superiores su requerimiento; pero para el segundo aun no tenía un plan bien definido, aunque si tenía en mente que necesitaría la llave de la oficina de Vulcan que se encontraba en el escritorio de Rook y debía conseguirla lo antes posible.
Regresó a trabajar de inmediato, con esa idea en la cabeza: conseguir la llave; y para eso debía poder desaparecer de la vista de su jefe Jameson. El bar estaba repleto, mujeres en su gran mayoría y como era de esperarse muchas se encontraban sentadas en la barra. El escritor no perdía detalle y cada vez que podía la observaba detenidamente, como estudiándola. Kate también lo observaba cada vez que podía. Debía conocer sus movimientos si pretendía escabullirse de él para obtener información. Aproximadamente una decena de mujeres se habían acercado a su oído para proponerle algo, pero hasta ahora no había pasado de unas cuantas sonrisas y la joven se preguntaba si esa era su forma natural de portarse con sus clientas: juguetear con todas hasta encontrar la presa justa para su mordisco. No podía saberlo de inmediato, aunque seguro que no tardaría en develarse su estrategia.
Fenton llegó poco después de la medianoche. Entró por el bar y se dirigió directamente hacia ella para saludarla. Se abrazaron como viejos amigos, intercambiando algunas palabras en irlandés (que había aprendido para hacer más creíble su vínculo con O’Connell) y riendo a carcajadas. Verdaderamente parecían grandes amigos, nadie en ese bar podía decir lo contrario.
-Voy a reunirme con Vulcan ¿Nos tomamos una cerveza cuando termines?
-¡Por supuesto! Pero tengo para un par de horas más ¿me esperas?
-¡Todo lo que sea necesario! ¡Tenemos que ponernos a día!
-¡Es un hecho, entonces!
Para cuando O’Connell regresó al bar, a Nikki le faltaban unas pocas mesas por recoger. Fenton le indicó con un ademán donde se acomodaría para esperarla. A penas terminó de levantar todo y llevarlo a la barra, Rook le alcanzó dos botellas de cerveza para ella y el irlandés.
-Invitación de la casa.
-Pero, todavía quedan algunos clientes… -dijo girando la cabeza en dirección a un grupo de mujeres que aun se encontraban bebiendo.
-Yo me encargo. Ve a ponerte al día con tu amigo, tu horario ha terminado.
-¡Vaya, que generoso! Gracias, Rooks.
-Paga Vulcan ¿Recuerdas?
-¡Claro! ¡Cierto que solo invitas tragos a tus clientas!
-¿Celosa? ¡Puedo invitarte un trago cuando gustes!
-No, gracias. No mezclo trabajo con placer. Ahora, si me permites, no quiero que se calienten las cervezas.
-¡Tú te lo pierdes!- aseguró mientras salía de la barra para llevar más tragos a la única mesa en la que aun se seguía bebiendo.
O’Connell se había sentado en una mesa alejada de la barra y cerca de un parlante de donde salía música a un volumen relativamente alto. Sin dudas, era el lugar perfecto para que ellos hablasen tranquilos.
Nikki se sentó y ofreció la cerveza. Antes de beber un trago chocaron las botellas a modo de brindis.
-Bueno, pongámonos al día ¿Qué tienes para mí?- preguntó Fenton.
-Tengo una idea, pero necesito ayuda.
-Soy todo oídos.
-Necesitamos poner un micrófono en la oficina de Simmons.
-Ya lo sabemos, el problema es que no tenemos acceso a ella, salvo que se encuentre Vulcan adentro.
-Yo puedo entrar. Necesito un mic y una copia de la llave de Rook.
-Puedo conseguirte el micrófono. Me intriga como vas a conseguir la copia de la llave.
-Haré un molde con jabón ¿Puedes conseguirme una copia si te doy el jabón?
-¡Vaya! ¿Pensaste en todo, verdad? Sabes que es extremadamente arriesgado lo que piensas hacer ¿No?
-Lo sé. Es parte del trabajo. Si no logramos meter un micrófono dentro de la oficina poco podemos enterarnos de sus planes.
-Es cierto. Ya lo habíamos pensado, pero no teníamos forma de hacerlo.
-Ahora me tienen a mí. Yo me encargaré de todo.
-¡No exageraron cuando me dijeron que eras temeraria!
-¡No soy temeraria!
-¡Entonces estás loca!
-Tampoco. Quiero a estos tipos tras las rejas.
-Yo también ¿Cuándo tendrás el molde de la llave?
Beckett observó a Rook riendo muy entretenido con una rubia pulposa. Era ahora o nunca.
-En diez minutos.- aseguró levantándose de la mesa para dirigirse a la oficina de Rook, donde se encontraba el baño y los casilleros.
Era la oportunidad perfecta para conseguir un molde de la llave, y para eso usaría el jabón que siempre llevaba en su bolso. La técnica la había aprendido de sus compañeros de secundaria, cuando consiguieron la llave del salón de música para poder ensayar para un concurso de bandas. Había funcionado aquella vez, no tenía porque fallar ahora.
Siempre le había gustado jugar al límite, ir por el borde, le encantaba toda esa adrenalina esparcida por cada fibra de su cuerpo y a pesar de que lo tenía bastante reprimido, cada tanto brotaba inevitablemente empujándola a cometer una locura, como esta misma que estaba por hacer en ese preciso instante, o como la que había impulsado a meterse de encubierto en el Inferno. Siendo adolecente, si alguien la hubiese atrapado, le hubiese valido la expulsión del colegio, pero ahora la cosa era un poco más seria: se estaba jugando la vida. Aunque no por eso iba a desistir tan fácilmente.
Ni bien entró a la oficina se dirigió al casillero a buscar su cartera y de ahí al escritorio a buscar la llave. El cajón donde se encontraba, (obviamente) estaba cerrado. Buscó entonces dentro de su bolso un juego de ganzúas que le había regalado Royce en su etapa de entrenamiento, junto con una clase magistral de cómo usarlas. “-Nunca están de más cuando estás metido en una investigación… delicada, por así decirlo.-”, le había dicho entonces. Hasta ahora no las había necesitado, pero como siempre hay una primera vez para todo, agradeció en sus pensamientos a Mike por tal útil regalo.
La cerradura era bastante mala, por lo que no fue difícil abrirla y sacar la llave. Ahora debía copiar cada una de las caras de la llave en cada una de las caras del jabón. Agradeció no haber descartado el Zippo que guardaba desde su paso por la academia, cuando se le había pegado el maldito vicio del cigarrillo (y que gracias a su pasión por correr lo había abandonado). Necesitaba calor para ablandar la superficie y el encendedor era su mejor opción.
Luego de calentar bien un lado de la barra con el encendedor, presionó con fuerza dejando la llave incrustada, la retiró con cuidado y realizó la misma maniobra del otro lado, girando la llave para poder copiar la otra cara. Al terminar, lo guardó rápidamente en su bolso y éste en su casillero. Solo le quedaba limpiar bien la llave para quitarle los restos de jabón, volverla a guardar en su lugar y todo quedaría perfecto. Y así lo hizo: lo más rápido que sus manos le permitieron, pero cuando estaba cerrando el cajón con la ganzúa, escuchó voces en el pasillo que se hacían cada vez más fuertes. Alguien se aproximaba a la oficina y no tenía mucho tiempo ni muchos lugares donde esconderse. Pensó en llegar hasta el baño y salir sorprendida de encontrarse a alguien, pero el tiempo no era suficiente, por lo que no quedó otra que hacerse un bollo y esconderse debajo del escritorio, en el lugar reservado para las piernas.
Rook había entrado con la señorita rubia con la que había estado coqueteando y sin dejar de besarla, la empujaba suavemente hacia el escritorio, llenándola de caricias. La situación se tornaba cada vez más incómoda y la joven policía no quería ni respirar por temor a ser descubierta, en cambio, la respiración de los dos amantes se agitaba a cada segundo.
No sabía que era peor, si ver una situación semejante o imaginarla. –Definitivamente, imaginarla.- se dijo a sí misma mientras se tapaba los oídos.
Al parecer, el escritor estaba haciendo las cosas muy bien, teniendo en cuenta los gemidos que brotaban de la boca de su presa.
-Mmm…..Rook… ¡Tienes unos dedos maravillosos!- soltó la mujer al sentir como jugaban entre sus piernas.
-¡Están entrenados!- respondió justo antes de ser interrumpido por el teléfono. -¡Demonios!- largó fastidioso antes de soltar a la chica para responder.
-¡¿No irás a atender ahora?!- reprochó la mujer indignada.
-Lo siento. El deber me llama…- explicó guiñándole un ojo. –Espero que sea importante.- dijo al responder la llamada.
La mujer comenzó a acomodar su ropa mientras se dirigía hacia la puerta. –Esto no se termina aquí, Rook.- indicó antes de salir. Él ni la miró, siguió escuchando atentamente a Simmons.
-Ya voy para allá. Dame cinco minutos.
Beckett deseó profundamente que no fuese a buscar la llave en ese instante o estaba frita. Por suerte, después de tremendo corte, Castle necesitaba refrescarse en el baño antes de salir. La joven no lo pensó dos veces y salió de su escondite ni bien escuchó la puerta del baño cerrarse. Dudó unos segundos, sobre si tenía que llevarse su bolso y su chaqueta en ese momento, o salir en completo silencio y volver a entrar de forma normal unos minutos después.
Se decidió por la segunda opción, ya que sería menos sospechoso. Al salir, esperó unos momentos y volvió a entrar, esta vez dejando oír el ruido de la puerta al cerrarse.
-¡Vaya, que sorpresa! ¿Estabas buscándome, Heat?- dijo Rook al salir del baño.
-¡En tus sueños! Vine a buscar mis cosas para irme.
-¿Segura que no quieres quedarte conmigo?- preguntó acercándose a ella, posando su mano en el casillero contiguo para apoyarse.
-Gracias, paso.- respondió cerrando el locker.
-Es una lástima. La hubiésemos pasado genial.- aseguró con una enorme sonrisa.
Beckett giró quedando frente a él y devolviéndole la sonrisa se acercó peligrosamente para susurrar en su oído:- ¡No tienes idea de cuánto!
Castle quedó boquiabierto una vez más, si poder decir nada, mientras la joven salía de la habitación con aire triunfante.
-¡Hasta mañana, Rook!- gritó desde la puerta. Sin esperar respuesta salió de la oficina, tremendamente satisfecha por haberlo dejado sin palabras. Si él quería jugar, ella lo complacería. Jugarían sin darse tregua, después de todo, bien podía ser parte de su fachada: el tipo está para matarlo, la chica para comérsela, no sería extraño que hubiese cierta tensión sexual entre ellos. ¡Y vaya que la había! Era algo que ninguno de los dos podía ocultar, aunque tampoco podían admitirlo.
O’Connell la esperaba sentado, bebiendo una cerveza más. Al verla aparecer le preguntó señalando la botella si le apetecía otra. Ella negó con la cabeza mientras se aproximaba a la mesa.
-Prefiero tomar una más en casa. Tengo que conducir.- explicó al sentarse.
-¿Tienes el jabón?- preguntó intrigado.
-Por supuesto. Te lo entregaré apenas salgamos de aquí.
-Vamos.-dijo terminando su cerveza de un trago.
Ambos se levantaron dirigiéndose a la barra para saludar a Jack, Rook no había regresado aun. Después de despedirse salieron en dirección al auto de Beckett, que estaba estacionado a la vuelta.
-¿Te alcanzo a algún lado?- preguntó la joven.
-Vivo a unas manzanas de tu casa. Puedo bajarme ahí e ir caminando.
-También puedo llevarte hasta la puerta. No me molesta conducir un poco más.
-Gracias, pero prefiero caminar y fumar un cigarrillo. No me permiten hacerlo en casa.
-¡¿Estás en pareja?!
-Sí. Gracias a Siobhan pude meterme de lleno en la organización. Es dueña de un bar donde pasan su tiempo Bobby S y sus muchachos.
-Entiendo. Es parte de la fachada.
-Ella fue mi boleto de entrada a la organización, pero a decir verdad, lo paso estupendamente con ella. El día que termine todo esto, va a ser muy difícil dejarla…- explicó con algo de tristeza.
-Me imagino que sí…
-Es parte del trabajo. Y hablando de trabajo, mañana al mediodía recibirás un sobre manila con la copia de la llave y en una caja de bombones el mic y el receptor al que le podrás conectar una grabadora. Tiene un alcance aproximado de 150 metros, así que yo creo que escondiéndolo en el callejón, tiene que escucharse perfecto.
-De acuerdo. Mañana mismo intentaré colocarlo.
-Debes tener mucho cuidado, Beckett. Si te descubren, te desaparecen…
-Lo sé. Tendré cuidado.
-Eso espero. Puedes dejarme aquí en la esquina.
-Como gustes.- respondió la joven acercando el auto a la acera.
O’Connell se bajó despidiéndose de la joven. Ni bien terminó de cerrar la puerta, buscó en su chaqueta el paquete de cigarrillos y encendió uno mientras se alejaba.
Beckett pensó en cuanta presión estaba soportando el joven policía al meterse dentro de la mafia Irlandesa e inevitablemente pensó si ella terminaría igual por estar infiltrada en el Inferno. Lo que menos quería era empezar a fumar nuevamente, pero sabía que el nivel de stress que le produciría el trabajo se iría incrementando día a día.
Dejó de pensar en eso cuando su estómago rugió por segunda vez. Tenía hambre y pocas ganas de cocinar. Ni bien entró en su casa, se dispuso a preparar un sándwich de atún con queso crema y mayonesa, luego abrió un porrón de cerveza helada y se sentó en el sofá a disfrutar de su cena.
Intentó relajarse prendiendo la tele, pero su cabeza no podía dejar de pensar en cómo haría para instalar el mic y el receptor sin ser sorprendida. Sabía que de los dos aparatos, el más fácil de esconder sería el receptor, ya que lo colocaría en algún hueco del callejón o bien debajo del contenedor de basura, pero el micrófono era más complicado y mucho más arriesgado, ya que tendría que escabullirse en la oficina de Simmons.
Al repasar como había obtenido el molde para la llave, recordó el incómodo momento que había pasado al estar escondida debajo del escritorio donde Rook deleitaba con sus besos y caricias a su amante de turno, arrancándole sus primeros gemidos. La joven policía no pudo evitar que su mente la situara en el lugar de la mujer a la cual estaba haciendo gozar y por unos segundos se permitió imaginar como recorría su piel con sus manos, recordando todas y cada una de las sensaciones que una vez conquistaron su cuerpo al hacer el amor con él.
Inmediatamente, sacudió su cabeza para desvanecer los pensamientos que la acosaban ¿Cómo puede ser que me siga moviendo el piso de esa forma?-se preguntaba algo avergonzada por lo que terminaba de imaginar. Debía tener mucho auto control como para mantenerse alejada, porque si se permitía acercarse no podría evitar terminar enrollada con él y no podía darse ese lujo. Y con esa sentencia autoimpuesta en su cabeza, se dirigió a su cuarto a obligarse a dormir, porque si seguía enroscándose en el asunto, no lograría más que dar vueltas en la cama el resto de la noche.
***
Cerca del mediodía, el despertador sonó indicando que debía levantarse. Beckett se desperezó en la cama y acto seguido se levantó para vestirse con su ropa deportiva. Corrió por más de una hora, como lo hacía todos los días, no podía arrancar su rutina diaria si no lo hacía.
Al regresar al departamento revisó el buzón en busca del sobre y la caja de bombones que le había mandado Fenton, pero no abrió nada hasta estar dentro de su casa.
La caja de bombones tenía dentro un pequeño aparato que funcionaba de receptor, el cual tenía una pequeña entrada de auriculares, donde podía conectarse a la entrada de mic de una grabadora. El micrófono era diminuto, del tamaño de un botón de camisa, por lo que pensó que no sería tan difícil esconderlo, lo difícil sería entrar a la oficina, pero ya pensaría en ello cuando se presentase la oportunidad.
Después de guardar todo en su bolso y dejarlo preparado, se metió en el baño a ducharse y luego de un suculento desayuno, estaba lista para encarar el día. Se vistió rápidamente, agarró su bolso y salió de compras a un maxi mercado, esos que venden de todo. Compró cinta adhesiva, un destornillador Philips para poder abrir la puerta al final de la escalera y una pequeña grabadora digital que se activaba en presencia del menor ruido y se apagaba cuando había un prolongado silencio, optimizando así la duración de la batería. Repasó mentalmente la lista de cosas necesarias para la operación y creyendo tener todo dio por finalizada la compra.
Llegó unos minutos antes de las 18 horas, dejando el auto cerca del callejón para aprovechar la pasada y darle un vistazo con algo de luz natural. Antes de bajar del vehículo, activó el receptor y lo conectó a la grabadora, para luego esconder todo dentro de la caja de bombones y ésta debajo del asiento del acompañante, luego se encargaría de colocarlo en el callejón. También guardó el destornillador en la caña de su bota, no sabía si podría instalar hoy el mic, pero al menos estaría preparada por si lograba hacerlo.
Caminó lentamente fingiendo buscar algo dentro de su cartera, al mismo tiempo que recorría con la vista todo el callejón. Por suerte, su memoria era muy buena, permitiéndole acumular infinidad de detalles sobre la pequeña calle sin salida, como por ejemplo, la escalera de incendios que conducía a la puerta de entrada a la oficina de Simmons, los dos contenedores de basura o las paredes deterioradas donde asomaban los ladrillos debajo del revoque. Si debía esconder el receptor, el mejor lugar parecía ser debajo de uno de los contenedores, pero debía pegarlo muy bien junto con la grabadora si no quería que lo descubran los del camión de basura al venir a vaciarlo.
Comenzó a apurar el paso cuando vio salir a John y pararse en la puerta. Lo saludó afectuosamente y se dispuso a entrar a trabajar.
La clientela empezó a llegar temprano y durante las primeras horas no tuvo tiempo ni de ir al baño, pero Vulcan tampoco había llegado aun, por lo que todavía tenía la esperanza de poder colocar el mic.
-Jack, casi no queda Whisky en la botella. Tendrás que bajar a buscar una.- dijo Rook sirviendo unos tragos.
-Termino de preparar los tres Bloody Mary que me pidieron las chicas de la barra y voy.
-En cuanto termines. Estoy usando lo último.
-Yo iré, ya serví todos los pedidos y me falta un whisky.- se apuró a decir la joven, quien sin esperar respuesta de alguno de los dos, salió rápidamente en dirección a la bodega.
Esa era la oportunidad que necesitaba y no pensaba desaprovecharla. Ni bien llegó a la escalera que descendía a la bodega, bajó corriendo y continuó así hasta llegar a la otra escalera. Subió los escalones de dos en dos hasta toparse con la puerta, entonces sacó el destornillador de su bota y destrabó la puerta sin grandes dificultades. Solo le faltaba la puerta de la oficina y estaría dentro.
Sacó la llave del bolsillo trasero de su jean e inmediatamente la introdujo en la cerradura probando su funcionamiento. -¡Perfecto!- se dijo al comprobar que abría perfectamente.
Segundos después de entrar escudriñó la oficina rápidamente, buscando el lugar indicado para colocar el mic que le había entregado Fenton. No tenía demasiados lugares donde esconderlo ya que no había demasiados muebles, solamente un escritorio, un sillón, un par de sillas y un fichero de esos de metal con cajones de rieles.
Revisó las sillas examinando minuciosamente la parte de abajo del tapizado, intentando ver un hueco en la tela para colar el pequeño micrófono. Las sillas eran antiguas, al igual que la tela con la que estaban tapizadas, por lo que no le fue difícil rasgarla un poco con la punta del destornillador para introducir el minúsculo aparato. Prendió el dispositivo presionándolo levemente y lo introdujo con la punta del dedo meñique en el orificio de la silla. Cuando estaba terminando de empujar el mic con el desarmador para que no quede cerca del pequeño agujero, oyó las voces de Simmons y sus guardaespaldas junto con el estruendo de sus pasos subiendo por las escaleras. En pocos segundos, entrarían por la puerta del callejón y si no salía de ahí de inmediato, podía considerarse muerta.
Sin demorar ni un instante salió de la oficina, cerró la puerta con llave y bajó corriendo las escaleras para llegar a la bodega lo antes posible, buscando un recoveco para reponerse mientras su respiración volvía a la normalidad. La adrenalina aun recorría su cuerpo después de activarse con la inminente posibilidad de ser descubierta y debía tomarse un minuto para recuperarse antes de volver a trabajar si no quería levantar sospechas, pero aun no estaba a salvo ya que las voces no habían cesado, pero no podía saber si estaban charlando en la entrada de la oficina o si alguno de los matones de Simmons estaría por dirigirse a la bodega. Lo cierto es que no podía arriesgarse y debía darse prisa para encontrar la botella de escocés que supuestamente había ido a buscar, aunque no sabía con exactitud dónde empezar habiendo tantas repisas repletas de alcohol como en un supermercado. Escogió una al azar y comenzó a leer las etiquetas de las botellas: Vodka, Gin, Coñac, Caña, licores de las más variadas marcas, pero no lograba dar con la sección de Whiskey y las voces se hacían más y más audibles a cada segundo.
-¿Buscas esto?- preguntó Rook apareciendo detrás de ella con la botella de escocés en alto, sobresaltando a la joven.
- ¡¿Quieres matarme del susto, Rook?!
-Confieso que estás para matarte, pero no precisamente del susto…- respondió al apoyar su brazo libre en la pared, impidiéndole el paso y ladeando su sonrisa en pose seductora.
-Yo que tú, ni lo intentaría. No querrás tener problemas con tu jefe…- aconsejó quitando el brazo de él para pasar. No podía mantenerse frente a él demasiado tiempo, ya que el tenerlo tan cerca provocaba en ella sensaciones que claramente le costaba dominar.
-Ya te dije que no es mi jefe y no está bien escuchar conversaciones privadas.
-Si hubiese sido privada, tendrían que haber esperado a que me retire.
-Supongo entonces, que habrás escuchado que le respondí que no podía prometerle nada… nunca podría hacerlo.- aseguró parándose otra vez frente a ella.
-No te preocupes, yo te ayudaré a mantenerte alejado.-garantizó ella sin mantener el contacto visual demasiado tiempo. No podía mentirle mirándolo a los ojos ¡y vaya que le mentía! En otras circunstancias, se habría dejado envolver con su seducción y como mínimo se hubiese llevado un ardiente beso como recuerdo de ese momento.
-Ya lo veremos… Me da la sensación de que no estás tan convencida…- aseguró acercándose a escasos centímetros de su boca.
-No te confundas, Rook. Yo no voy a formar parte de tu harem, no eres mi tipo.- respondió intentando tomar distancia. Él sonrió divertido ante su respuesta. Disfrutaba mucho cuando ella lo desafiaba y por supuesto, le encantaba irritarla como así también ponerla nerviosa con su proximidad. Pero en verdad, le hubiese comido la boca de un beso sin dudarlo un instante si ella se lo hubiese permitido.
-Cambiando de tema…- dijo él al escuchar pasos descendiendo la escalera.-…No deberían verte aquí, los muchachos podrían irritarse.
-¿Por qué habrían de hacerlo?
-No les gusta que nadie ande rondando sin que ellos lo sepan.
-No estaba rondando por la bodega, quise ayudar a Jack. No pensé que pudiese meterme en problemas por venir a buscar una botella.- respondió de forma inocente.
-¡Quien anda ahí!- preguntó Carl saliendo de atrás de la alacena que ocultaba la escalera. Aun no los había divisado, pero si había oído sus voces y no faltaba mucho para que descubra donde estaban.
-Quédate aquí y no salgas hasta que yo te diga. Iré a enfrentar a Carl.- le dijo en voz muy baja a la joven mientras salía al encuentro del guardaespaldas.
-¡Soy yo, Carl! Vine a buscar una botella de Whisky, hoy se está bebiendo más que de costumbre…
-¡Rook! Me pareció escuchar voces, Supongo que no estarás con alguna de tus chicas ¿no? Recuerda lo que dijo el jefe sobre usar la bodega para tus revolcones…
-Estoy completamente solo, Carl. A veces suelo pensar en voz alta. Hablo y me contesto yo mismo, dándome consejos…- aseguró con una sonrisa.
-¿Y te sirven? Los consejos, digo…
-Rara vez, pero así todo, mi subconsciente insiste en darme siempre su opinión.
-Tal vez deberías hablar con otra persona… Un psiquiatra, por ejemplo.- aconsejó divertido.
-No, gracias. Todavía no estoy loco…
-¡Yo no estaría tan seguro!- aseveró soltando una carcajada.
-Esta noche la pasarás con la boca seca ¡No te prepararé ni un vaso con hielo!- aseguró señalándolo con el dedo, bromeando con sentirse ofendido.
-¡No seas susceptible, Jamie! ¡No es para que te pongas así!
-¡Tendrás que hacer muy buena letra, si quieres enmendar esto!- dijo mientras retrocedía en dirección a la escalera.
-¡Empezaré por no molestarte más por hoy!- garantizó el guardaespaldas dirigiéndose hacia el mueble que escondía la escalera que conducía a la oficina de Simmons.
Rook esperó hasta que el guardaespaldas desapareciese y fue al encuentro de Nikki. La buscó por todos los recovecos en donde podía estar escondida, pero no la encontró.
-¡Diablos!- soltó con fastidio a notar que se le había escapado. Sabía que no había bajado a buscar la botella que necesitaba Jack, ya que la había visto demasiado cerca del mueble de las copas y lejos de las botellas. No había podido dilucidar aun que estaba haciendo ahí sin autorización, pero debía averiguarlo cuanto antes.
Durante el resto de la atareada noche solo se dedicaron a trabajar, pero como era costumbre, sus miradas no dejaban de cruzarse. Beckett intuía que algo sospechaba, conocía su mirada y sabía que no debía escapar de ella si no pretendía quedar en evidencia.
Al finalizar su horario de trabajo, el bar estaba casi vacío, por lo que preguntó si ya podía retirarse. Rook asintió con la cabeza mientras respondía el teléfono atendiendo a Simmons. Sin demorar demasiado se dirigió a buscar sus cosas al locker, se sentía algo nerviosa por toda la situación y no quería permanecer más tiempo delante de la inquisidora mirada de su jefe.
Al regresar saludó a Jack, quien salía de la barra dirigiéndose al baño. Solo quedaba saludar a Rook y podría irse a su casa.
-¡Hasta mañana, Rook!- dijo levantando la mano sin acercarse demasiado a la barra y girando en dirección a la puerta.
-¡Espera, Heat!- gritó helando cada gota de sangre de la joven policía.
-¿Qué pasa?- preguntó girando la cabeza para mirarlo. No debía mostrarse nerviosa, por lo que trató de mostrarse lo más natural posible, aunque la expresión del rostro de su jefe no se lo facilitaba.
-Tenemos que hablar.
Por primera vez, desde que había empezado a trabajar en el Inferno, le hablaba con tanta seriedad. No había bromas ni insinuaciones ni chicanas, por lo que no podía ser nada bueno lo que tenía para decirle.
Continuará…
Bueno gente, hasta acá el nuevo capi. Ojalá que les haya gustado, y ya saben que sus comentarios, sugerencias y críticas son bienvenidos. Saludos y hasta la próxima!!!
Solexite- Policia de homicidios
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Re: (+18) Desde el umbral- CAPITULO XXIII (ATENCIÓN!! ACTUALIZADO 22/08/17)
Si que le gusta el peligro a Kate, pensé que la iban a pillar en la oficina de Simmons...
Sabrá algo Rick de que esta pasando????
me gusta mucho
Sabrá algo Rick de que esta pasando????
me gusta mucho
alba_caskett- Actor en Broadway
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Localización : Asturias
Re: (+18) Desde el umbral- CAPITULO XXIII (ATENCIÓN!! ACTUALIZADO 22/08/17)
Uff, que poquito ha faltado para que la pillen. Como xoga arriesgando tanntoncreo que finalmente lo harán.
De que querrá hablar Rick con ella? Se habrá dado cuenta de que algo trama o es que la ha reconocido y se está conteniendo en decirle nada? Aunque me gusta el juego de ataque que tiene hacia Kate y la forma de esta de resistirse, lo hará por mucho tiempo?
Que bien que hayas actualizado de nuevo tan pronto, jejejejejeje. A la espera del siguiente
De que querrá hablar Rick con ella? Se habrá dado cuenta de que algo trama o es que la ha reconocido y se está conteniendo en decirle nada? Aunque me gusta el juego de ataque que tiene hacia Kate y la forma de esta de resistirse, lo hará por mucho tiempo?
Que bien que hayas actualizado de nuevo tan pronto, jejejejejeje. A la espera del siguiente
Yaye- Escritor - Policia
- Mensajes : 1751
Fecha de inscripción : 05/06/2012
Localización : Huelva
Re: (+18) Desde el umbral- CAPITULO XXIII (ATENCIÓN!! ACTUALIZADO 22/08/17)
Que susto!! pensé que ya casi la pillan! espero que la conversación que tenga con rook traiga algo bueno!! gracias por no dejar de lado tu historia pues cada vez son menos quienes son siguen deleitando con fics de castle
Ruth Maria- Policia de homicidios
- Mensajes : 565
Fecha de inscripción : 14/11/2012
Re: (+18) Desde el umbral- CAPITULO XXIII (ATENCIÓN!! ACTUALIZADO 22/08/17)
X poco y la descubren, espero pronto estén juntos
Casbeck.mongar- Ayudante de policia
- Mensajes : 70
Fecha de inscripción : 12/04/2013
Edad : 47
Re: (+18) Desde el umbral- CAPITULO XXIII (ATENCIÓN!! ACTUALIZADO 22/08/17)
alba_caskett escribió:Si que le gusta el peligro a Kate, pensé que la iban a pillar en la oficina de Simmons...
Sabrá algo Rick de que esta pasando????
me gusta mucho
Faltó poco para que la descubran, pero por suerte supo desaparecer a tiempo. Si no hubiese sido así, el fic se terminaba en ese capítulo, jajajajajajaja
Muchas gracias por leer y comentar! Nos leemos pronto!!!
Yaye escribió: Uff, que poquito ha faltado para que la pillen. Como xoga arriesgando tanntoncreo que finalmente lo harán.
De que querrá hablar Rick con ella? Se habrá dado cuenta de que algo trama o es que la ha reconocido y se está conteniendo en decirle nada? Aunque me gusta el juego de ataque que tiene hacia Kate y la forma de esta de resistirse, lo hará por mucho tiempo?
Que bien que hayas actualizado de nuevo tan pronto, jejejejejeje. A la espera del siguiente
Beckett tiene muy claro su objetivo y hará lo necesario para conseguir lo que se propone, esperemos que no la descubran el proceso…
Ya te vas a entrar de que quiere hablar Rick… prontito! Jajajaja Viendo como viene la mano, no me parece que Kate pueda resistirse mucho más a los encantos de Castle. Veremos que pasa… en los próximos capítulos! Jajajajaja
Muchas gracias por leer y comentar! Saludos y hasta la próxima!
Ruth Maria escribió:Que susto!! pensé que ya casi la pillan! espero que la conversación que tenga con rook traiga algo bueno!! gracias por no dejar de lado tu historia pues cada vez son menos quienes son siguen deleitando con fics de castle
Gracias a vos por seguir leyendo y comentando. Es un gran incentivo para seguir escribiendo con muchas ganas!!! Como dije antes, faltó poco, pero supo salir justo a tiempo. Algo me dice que cuando hablen, va a arder Troya! Jajajajaja
Nos leemos pronto!
Casbeck.mongar escribió:X poco y la descubren, espero pronto estén juntos
Juntos, pero no revueltos! Jajajajaja Veremos que pasa con estos dos! Gracias por leer y comentar!
Saludos y hasta la próxima!
Solexite- Policia de homicidios
- Mensajes : 646
Fecha de inscripción : 30/04/2012
Localización : America, debo estar en America del Sur ¡Bien al Sur!
Re: (+18) Desde el umbral- CAPITULO XXIII (ATENCIÓN!! ACTUALIZADO 22/08/17)
Hola a tod@s! Acá les dejo el nuevo capítulo. Un poco más corto de lo normal, pero que no se les haga costumbre, que no se va a volver a repetir, jajajajajaja
Capítulo XVII
-Estoy apurada, Rook ¿Es muy urgente?- preguntó tratando de no delatar su nerviosismo.
-No, nada urgente. Supongo que puede esperar.
-De acuerdo, mañana hablamos. Ahora me voy, estoy algo apurada.- dijo al ponerse la campera mientras caminaba lentamente hacia la puerta.
-¿Por qué tanto apuro a esta hora?
-Eso es algo que no te incumbe, Rook.
-¿Será una cita?
-Y si así fuese, ¿Cuál sería el problema? ¿Acaso estás celoso?- curioseó deteniéndose para escucharlo.
-¡¿Celoso yo?! ¡No me hagas reír! ¡Las mujeres se pelean para estar conmigo! - aseguró con una gran sonrisa.
-Realmente, no veo el por qué…-
- Pregúntale a la rubia del fondo si no me crees, o mejor aún, ¡déjame mostrarte!
-¡Por ahora, paso!
-“Por ahora, paso” quiere decir que a futuro, tengo posibilidad… ¡No te preocupes, sabré esperarte!- afirmó con seguridad.
-Vas a cansarte de intentar, créeme.
-No me canso con facilidad, y lo digo en todo sentido…- dijo guiñándole un ojo.
-¡Hasta mañana, Rook!
Beckett decidió cortar por lo sano, pese a que se entretenía bastante con las indirectas de Rook. Podía jugar con él, pero no debía permitirse distraerse demasiado para no descuidar su objetivo principal. Por ahora había logrado escabullirse de la charla, aunque sabía que tarde o temprano ésta se produciría sin poder evitarlo y sabía muy bien que tenía que pensar detalladamente lo que iba a decirle si llegaba a preguntarle por qué había bajado a la bodega sin autorización. Debía hacer creíble su versión sobre el Whisky y utilizar su mejor cara de inocencia para convencerlo de que esa era la verdadera razón para haber estado ahí.
Por ahora, había escapado a las preguntas de Rook, aunque algo le decía que no pasaría mucho tiempo para que vuelva a enfrentarla, pero tenía cosas más urgentes por las que preocuparse en este momento, como por ejemplo, esconder el receptor y la grabadora en el callejón.
En el Inferno quedaban Simmons, sus guardaespaldas, John, Jack y Rook con su rubia de turno que lo esperaba en una mesa alejada de la barra.
Era muy arriesgado intentar colocar las cosas en ese momento y tenía que esperar, como mínimo a que Simmons y su séquito se retirasen del establecimiento. Estaba segura de que Rook se quedaría hasta más tarde con su chica, pero estaría tan entretenido que no tendría oportunidad de percatarse de todo el movimiento que Beckett tendría que hacer.
El auto estaba aparcado a unos metros pasando el callejón. Nadie conocía su vehículo, por lo que pensó en meterse dentro, inclinar el asiento y esperar hasta que Vulcan y sus muchachos se fueran. Entre los vidrios polarizados y la poca luz de la acera, era prácticamente imposible que la descubriesen, por lo que resultaba un excelente escondite.
Habían pasado tan sólo diez minutos desde que se había sentado a esperar. Más de una vez había estado tentada de escuchar lo que se estaba grabando, pero al no tener un par de auriculares a mano se le hacía imposible. Se reprochó severamente haber olvidado ese detalle ¿Cómo no tenía un par de auriculares en su bolso? Lo primero que haría al levantarse era comprar unos extra, ya que los que tenía los utilizaba para salir a correr. También compraría otra tarjeta de memoria para la grabadora, así podría intercambiarla en un par de días y poder escuchar las conversaciones de Simmons con sus secuaces. Por ahora, solo le quedaba esperar y domar su impaciencia.
Pasadas las cuatro de la mañana, comenzó el movimiento en el callejón. Uno de los guardaespaldas había bajado para poner el coche en marcha. A los pocos minutos se le unieron Vulcan y Carl, que ni bien subieron al auto se retiraron de prisa. John se había ido unos minutos antes y solamente quedaba Rook con su chica adentro. Beckett esperó unos minutos más, por si acaso a Rook se le ocurría salir, pero al no dar señales, pensó que sería el momento justo para la operación.
Ya tenía el receptor encintado a la grabadora y también había dejado un excedente de cinta en los laterales como para pegarla al recipiente de basura. Salió corriendo del auto para meterse en el callejón. En pocos segundos había despegado el receptáculo de basura de la pared y se encontraba arrodillada adhiriendo el dispositivo debajo del piso del contenedor, junto a una de las ruedas. Antes de incorporarse, intentó moverlo para comprobar que estaba bien sujeto y que no se saldría en el momento que recogiesen la basura.
-¡Listo!- se dijo a si misma esbozando una gran sonrisa mientras regresaba a su auto. Ni bien terminó de cerrar la puerta vio a la acompañante de Rook salir del Inferno a las carcajadas. Afortunadamente, la joven policía no había enderezado su asiento y podía seguir escondida sin que su jefe la viese al momento de salir detrás de la rubia.
Sin poder evitarlo, observó como Rook cerraba el bar antes de tomar por la cintura a su chica y estamparle un beso de película, del que casi podía sentir envidia. Su encuentro en la bodega podría haber terminado así, con un beso de lo más ardiente o quizás peor (o mejor, vaya a saber), pero un rapto de sensatez le había prohibido perderse en sus brazos como de verdad hubiese querido.
-¡Búsquense un cuarto!- protestó delatando sus infantiles celos, al ver cómo se besaban y acariciaban cada vez con más ímpetu.
La pareja pareció escucharla y rápidamente se dirigió al Mustang Shelby 67 estacionado en la puerta, del cual Rook era el orgulloso dueño. Siempre le habían gustado los autos, en especial los clásicos. Al parecer, había cosas que no cambiarían nunca.
Beckett se preguntaba qué otras cosas no habían cambiado, pero no podía tener una respuesta de inmediato. Rook o mejor dicho, Castle, representaba un inmenso acertijo imposible de resolver y eso a ella, le generaba una curiosidad extrema que necesitaba saciar. Todo un problema con el que no esperaba contar cuando aceptó trabajar como agente encubierto. Hubiese sido más sencillo no tener tremenda distracción en el trabajo, pero el destino había jugado sus cartas, por lo que tenía que tener mucho cuidado de no cometer el error de descuidar su trabajo en el intento por descubrir la verdad sobre Castle.
***
Pasadas las 11 de la mañana, Kate abrió los ojos por primera vez. La noche anterior había dado una y mil vueltas sin poder conciliar el sueño hasta que el cansancio la venció al amanecer, y hubiese seguido durmiendo hasta bien pasado el mediodía si el sol no se hubiese posado descaradamente en su rostro. Con algo de fastidio, se levantó y buscó su ropa para correr. No podía empezar el día si no daba unas cuantas vueltas. Era el único momento en que su cabeza se relajaba y solo se permitía pensar en la cantidad de canciones que escuchaba para calcular el tiempo que corría.
Luego de toda su rutina diaria, que incluía ejercicio, desayuno y ducha, escogió la ropa que iba a ponerse y salió a comprar los auriculares y la tarjeta de memoria. No sabía si iba a necesitar los audífonos nuevamente, pero no volverían a faltarle un par dentro de su cartera nunca más.
La tienda estaba repleta de gente, por lo que no le quedó demasiado tiempo libre antes de ir a trabajar, solo lo justo para comprarse un café a la pasada mientras iba al Inferno. Condujo despacio por las calles de Washington Heights, para disfrutar de su café, mientras observaba lo marginal que era ese barrio. Era uno de los lugares dónde la delincuencia había crecido terriblemente los últimos años y gran parte de la culpa la tenía Simmons, ya que él manejaba todas las actividades criminales de la zona. Había ganado respeto y su reputación trascendía las fronteras de New York y poco a poco se estaba convirtiendo en uno de los criminales más peligrosos del país. Eso se debía en gran parte, a que tenía contactos muy poderosos y era precisamente por eso que se manejaba con tanta impunidad. Si ella lograba descubrir a alguno de sus protectores, tendría una pequeña posibilidad de acorralarlo y así poder meterlo tras las rejas. Solo tenía que conseguir las pruebas, para eso se había arriesgado a plantar el micrófono y tenía toda su fe depositada en él, como así también una gran carga de ansiedad por escuchar el contenido de la grabación, sin embargo no debía apresurarse y lo sabía perfectamente.
***
Los últimos dos días habían estado cargados de trabajo. El calor húmedo de la ciudad era un gran aliciente para beber cerveza bien helada como la que servían en el Inferno, por lo que el lugar había estado lleno de gente. Había estado repleto desde su apertura hasta bien entrada la noche y Rook había estado tan entretenido sirviendo tragos en la barra que prácticamente no habían cruzado palabra en ambas jornadas, actitud que a Beckett le resultaba, como mínimo, sospechosa. No la había buscado, no le había hecho bromas y nunca más pidió hablar con ella, como había sucedido el día que había plantado el micrófono. Definitivamente algo pasaba, aunque no sabía exactamente qué, y eso la inquietaba aun más.
Kate se había dormido con la idea en la cabeza de que Castle sabía mucho más de lo que ella suponía. Con esa idea se había levantado y esa misma idea la había acompañado el resto del día, adornada además, con todas las elucubraciones posibles por parte de su inquieta mente. Se había planteado miles de preguntas posibles por parte de él, otras tantas posibles respuestas de ella, y viceversa, pero eran puras especulaciones. Su cabeza rebalsaba de improbables teorías, y ni siquiera había podido siquiera desviarlas un poco cuando había salido a correr. Eso la preocupaba enormemente, ya que ese era el único momento que tenía para desconectar del mundo. Correr era su cable a tierra, su válvula de escape que descomprimía hasta la última fibra de su ser, y estos últimos días no había podido concentrarse en su rutina de ejercicios por más que intentase con todas sus fuerzas.
Paradójicamente, la única forma que tenía de escapar de esto era enfrentarlo y preguntarle de una maldita vez todo lo que quería saber y dejar de torturarse con sus especulaciones, pero también implicaba tener que responder preguntas y no podía arriesgarse a eso sin comprometer toda la operación. No podía arriesgarse a contarle porque ella estaba ahí, ya que no sabía realmente que era lo que Castle estaba haciendo en ese bar con Simmons ni podía saber de qué lado de la mecha se encontraba, ya que no sabía en absoluto quien era Jameson Rook.
Todo se estaba enmarañando lentamente, día tras día y la presión que sentía la joven policía iba en aumento, pero en lugar de entrar en pánico y largar todo para salir corriendo de ahí (como hubiese hecho cualquier persona en su sano juicio), prefería seguir adelante con su misión. Y la única forma que tenía de hacerlo, era continuar con su actuación de camarera en el Inferno.
A las seis en punto de la tarde, Kate entraba al bar. Saludó levantando la mano a Rook, quien se encontraba hablando por teléfono y a Jack que estaba acomodando los vasos limpios en el estante, luego se dirigió a la oficina a dejar sus cosas en el locker. Para cuando regresó, ya había gente sentada esperando ser atendida, por lo que de inmediato se puso a trabajar, hasta que toda la iluminación del lugar y la música se cortaron repentinamente. Las luces de emergencia se prendieron de inmediato, dejando al bar con más sombras que luz. La gran manzana se había quedado completamente a oscuras. Eran alrededor de las siete y media de la tarde y aun nadie sabía muy bien que era lo que había ocurrido.
-Afuera es una boca de lobo.- informó John acercándose a la barra.
-¿Por qué no llamas a Tommy y le preguntas que demonios está pasando?
-¡Tienes razón, Rook! ¿Quien mejor para enterarnos?- respondió acercándose al extremo opuesto de la barra para usar el teléfono.
-Algo grave debe ser, de otro modo estaría aquí, tomándose su tercera cerveza.- dijo Jack.
Los clientes poco a poco se iban retirando, nadie quería estar en ese barrio, completamente a oscuras después de las ocho de la noche.
A los pocos minutos, John se acercó nuevamente con la información que debía obtener.
-Nuestro "chico de la luz" me contó que hubo una sobrecarga en la línea de alta tensión y por eso la mitad de New York, incluyendo nosotros, estaremos a oscuras por tiempo indefinido.
-¡¿Tiempo indefinido?! ¡Estupendo!- largó la joven con fastidio mientras se sentaba en la banqueta frente a la barra.
-No te amargues. ¡Hay cosas peores!- dijo Jack.
-¿Tú crees?
- ¡Créeme, no querrás escuchar a Vulcan cuando se le termine el combustible del generador de electricidad que tiene en su oficina!
-Entonces deberíamos irnos cuanto antes ¿crees que puedes hacer algo al respecto, Rook?
-Veré que puedo hacer. Puedes tomarte una cerveza mientras esperas a que regrese de hablar con Simmons.
-No me vendría nada mal. Espero que sigan bien frías.
Rick sacó del fondo de la heladera una botella helada. La destapó y la puso en frente de ella.
-¡Estoy seguro que esta te encantará! ¡No me tardo!- dijo saltando la barra atléticamente, ante la atenta mirada de ella, quien bebía un largo trago de cerveza, mientras lo veía desaparecer en el pasillo. A los pocos minutos reapareció diciendo:
-Cuando quieras puedes irte.
-¡Vaya! ¡Eso si que fue rápido!
-Sí, se podría decir que no tenía mucho ánimo de charla...
-¡Enterada! ¡Acabo mi cerveza y desaparezco de aquí de inmediato!
-O también, puedes esperar a que termine de ordenar aquí y te acompaño. Las cosas deben estar pesadas afuera y me sentiría más tranquilo si te llevo hasta tu casa.
-Gracias, pero no es necesario.- se apresuró a contestar la joven. No podía darle la oportunidad a Castle de interrogarla y estaba más que segura que su ofrecimiento de acompañarla venía por ese lado.
-No es un vecindario agradable para andar deambulando con un apagón de luz.
-De verdad, no necesito un guardaespaldas, ya no soy una niña y puedo cuidarme sola.
-¡Ok, ok! ¡Ya entendí! No te lo tomes a mal. Sólo intento cuidar al personal.
-¡Genial! Entonces puedes cuidar a John y llevarlo a su casa. Oí que no le arrancaba el auto...- respondió antes de beber el último trago de cerveza que le quedaba a la botella.
Él prefirió no responder para no darle el gusto. Solamente se limitó a sonreír mientras la observaba.
La joven se levantó de la banqueta dirigiéndose al cuarto donde guardaba sus cosas, tomó su cartera y fue en dirección a la salida. Antes de atravesar la puerta, levantó su mano saludando a sus compañeros diciendo:
-¡Hasta mañana chicos!
-Hasta mañana, siempre y cuando haya luz...- dijo John desganado.
-¡Hasta mañana, Nikki! Y hazme el favor de ir con cuidado ¿Quieres?-
-¡Lo haré, Rook, no te preocupes!
A penas cruzó la puerta, se dio cuenta que no tendría oportunidad mejor para cambiar la tarjeta de memoria de la grabadora. Tenía que ser hoy sí o sí. Ya habían pasado un par de días y necesitaba escuchar lo que tramaba Vulcan.
John estaba de lado de adentro, por lo que no tendría que preocuparse por él. Desde el callejón podía escucharse el generador que proveía de electricidad a la oficina de Simmons, que afortunadamente se encontraba en la terraza, por lo que el ruido no interfería con la grabación, pero el molesto sonido le servía a la joven para saber que todavía se encontraban en la oficina y solo debía preocuparse si el generador cesaba su marcha.
No tenía mucho tiempo para intercambiar la tarjeta por lo que se apresuró a llegar al contenedor alumbrándose con su celular. En pocos minutos intercambió las memorias, dejando una vacía y llevándose la llena. Ya casi no podía esperar para llegar a su casa y escuchar lo que tenía dentro.
Condujo su auto lo más rápido que la falta de luz le permitía. El ambiente húmedo de la ciudad, tornaba rancio el aire y al estar sumida en las tinieblas, le daba un toque verdaderamente tenebroso. Vidrios rotos, sirenas, y aceleradas de autos era la melodía que la acompañaba desde lejos y gracias al calor intenso que apretaba cada vez más, podría decirse que New York era un verdadero infierno y ella lo estaba atravesando sin quemarse aun, pero con una sensación de lo más extraña recorriendo su cuerpo.
Cuando llegó a la esquina de su departamento, notó que no tenía lugar para aparcar en su cuadra, por lo que tuvo que dar una vuelta hasta encontrar un espacio. Se creyó afortunada al encontrar lugar a una cuadra y media de su casa, pero aun tenía que caminar hasta ahí y el escenario no se veía bien, o para ser sinceros, simplemente no se veía en absoluto.
Comenzó a caminar con paso rápido, dejando atrás su vehículo en segundos. Su calle era transitada hasta bien entrada la noche y hoy no era la excepción, por lo que los focos de los automóviles que pasaban le alumbraban la acera mientras caminaba, aunque eso no la hacía sentir más segura. Sólo su arma le hubiese brindado algo de tranquilidad extra, pero no la llevaba con sigo cuando iba a trabajar, en cambio, llevaba un estilete en el bolsillo de la campera, el cual apretaba en su mano con el pulgar apoyado sobre el swich que lo activaba, preparada para accionarlo en caso de sentirse en peligro.
Al doblar en la esquina de su apartamento vio una patrulla con dos agentes estacionada a unos metros de la entrada. Al pasar por delante saludó con un respetuoso "buenas noches" y sin detenerse siguió hasta entrar al edificio.
Todo estaba tan oscuro que tuvo que sacar su teléfono móvil para alumbrar sus pasos. Cuando comenzó a caminar en dirección a la escalera notó que sus pisadas no eran las únicas que sonaban en el pasillo, acercándose más a ella a cada segundo. Intentando no alterarse, cambió de mano el móvil y volvió a agarrar el estilete, pero esta vez, lo sacó del bolsillo, accionando su mecanismo al mismo tiempo que giraba tirando una patada circular a la altura de la cabeza que impactó con lo que, supuso ella, era la mandíbula de su atacante, tirándolo al piso. En ese instante, la joven puso su rodilla en el pecho del tipo y el estilete abierto en su cuello y con la mano q le quedaba libre lo alumbró con el móvil. En pocos segundos redujo al sujeto sin darle la posibilidad de un solo movimiento, demostrando que estaba sumamente preparada para defenderse, pero para lo que no estaba preparada era para descubrir quién era su atacante.
Continuara…
Bueno, gente, espero que les haya gustado. Ya saben que espero sus comentarios, críticas y sugerencias! Nos leemos pronto!
Capítulo XVII
-Estoy apurada, Rook ¿Es muy urgente?- preguntó tratando de no delatar su nerviosismo.
-No, nada urgente. Supongo que puede esperar.
-De acuerdo, mañana hablamos. Ahora me voy, estoy algo apurada.- dijo al ponerse la campera mientras caminaba lentamente hacia la puerta.
-¿Por qué tanto apuro a esta hora?
-Eso es algo que no te incumbe, Rook.
-¿Será una cita?
-Y si así fuese, ¿Cuál sería el problema? ¿Acaso estás celoso?- curioseó deteniéndose para escucharlo.
-¡¿Celoso yo?! ¡No me hagas reír! ¡Las mujeres se pelean para estar conmigo! - aseguró con una gran sonrisa.
-Realmente, no veo el por qué…-
- Pregúntale a la rubia del fondo si no me crees, o mejor aún, ¡déjame mostrarte!
-¡Por ahora, paso!
-“Por ahora, paso” quiere decir que a futuro, tengo posibilidad… ¡No te preocupes, sabré esperarte!- afirmó con seguridad.
-Vas a cansarte de intentar, créeme.
-No me canso con facilidad, y lo digo en todo sentido…- dijo guiñándole un ojo.
-¡Hasta mañana, Rook!
Beckett decidió cortar por lo sano, pese a que se entretenía bastante con las indirectas de Rook. Podía jugar con él, pero no debía permitirse distraerse demasiado para no descuidar su objetivo principal. Por ahora había logrado escabullirse de la charla, aunque sabía que tarde o temprano ésta se produciría sin poder evitarlo y sabía muy bien que tenía que pensar detalladamente lo que iba a decirle si llegaba a preguntarle por qué había bajado a la bodega sin autorización. Debía hacer creíble su versión sobre el Whisky y utilizar su mejor cara de inocencia para convencerlo de que esa era la verdadera razón para haber estado ahí.
Por ahora, había escapado a las preguntas de Rook, aunque algo le decía que no pasaría mucho tiempo para que vuelva a enfrentarla, pero tenía cosas más urgentes por las que preocuparse en este momento, como por ejemplo, esconder el receptor y la grabadora en el callejón.
En el Inferno quedaban Simmons, sus guardaespaldas, John, Jack y Rook con su rubia de turno que lo esperaba en una mesa alejada de la barra.
Era muy arriesgado intentar colocar las cosas en ese momento y tenía que esperar, como mínimo a que Simmons y su séquito se retirasen del establecimiento. Estaba segura de que Rook se quedaría hasta más tarde con su chica, pero estaría tan entretenido que no tendría oportunidad de percatarse de todo el movimiento que Beckett tendría que hacer.
El auto estaba aparcado a unos metros pasando el callejón. Nadie conocía su vehículo, por lo que pensó en meterse dentro, inclinar el asiento y esperar hasta que Vulcan y sus muchachos se fueran. Entre los vidrios polarizados y la poca luz de la acera, era prácticamente imposible que la descubriesen, por lo que resultaba un excelente escondite.
Habían pasado tan sólo diez minutos desde que se había sentado a esperar. Más de una vez había estado tentada de escuchar lo que se estaba grabando, pero al no tener un par de auriculares a mano se le hacía imposible. Se reprochó severamente haber olvidado ese detalle ¿Cómo no tenía un par de auriculares en su bolso? Lo primero que haría al levantarse era comprar unos extra, ya que los que tenía los utilizaba para salir a correr. También compraría otra tarjeta de memoria para la grabadora, así podría intercambiarla en un par de días y poder escuchar las conversaciones de Simmons con sus secuaces. Por ahora, solo le quedaba esperar y domar su impaciencia.
Pasadas las cuatro de la mañana, comenzó el movimiento en el callejón. Uno de los guardaespaldas había bajado para poner el coche en marcha. A los pocos minutos se le unieron Vulcan y Carl, que ni bien subieron al auto se retiraron de prisa. John se había ido unos minutos antes y solamente quedaba Rook con su chica adentro. Beckett esperó unos minutos más, por si acaso a Rook se le ocurría salir, pero al no dar señales, pensó que sería el momento justo para la operación.
Ya tenía el receptor encintado a la grabadora y también había dejado un excedente de cinta en los laterales como para pegarla al recipiente de basura. Salió corriendo del auto para meterse en el callejón. En pocos segundos había despegado el receptáculo de basura de la pared y se encontraba arrodillada adhiriendo el dispositivo debajo del piso del contenedor, junto a una de las ruedas. Antes de incorporarse, intentó moverlo para comprobar que estaba bien sujeto y que no se saldría en el momento que recogiesen la basura.
-¡Listo!- se dijo a si misma esbozando una gran sonrisa mientras regresaba a su auto. Ni bien terminó de cerrar la puerta vio a la acompañante de Rook salir del Inferno a las carcajadas. Afortunadamente, la joven policía no había enderezado su asiento y podía seguir escondida sin que su jefe la viese al momento de salir detrás de la rubia.
Sin poder evitarlo, observó como Rook cerraba el bar antes de tomar por la cintura a su chica y estamparle un beso de película, del que casi podía sentir envidia. Su encuentro en la bodega podría haber terminado así, con un beso de lo más ardiente o quizás peor (o mejor, vaya a saber), pero un rapto de sensatez le había prohibido perderse en sus brazos como de verdad hubiese querido.
-¡Búsquense un cuarto!- protestó delatando sus infantiles celos, al ver cómo se besaban y acariciaban cada vez con más ímpetu.
La pareja pareció escucharla y rápidamente se dirigió al Mustang Shelby 67 estacionado en la puerta, del cual Rook era el orgulloso dueño. Siempre le habían gustado los autos, en especial los clásicos. Al parecer, había cosas que no cambiarían nunca.
Beckett se preguntaba qué otras cosas no habían cambiado, pero no podía tener una respuesta de inmediato. Rook o mejor dicho, Castle, representaba un inmenso acertijo imposible de resolver y eso a ella, le generaba una curiosidad extrema que necesitaba saciar. Todo un problema con el que no esperaba contar cuando aceptó trabajar como agente encubierto. Hubiese sido más sencillo no tener tremenda distracción en el trabajo, pero el destino había jugado sus cartas, por lo que tenía que tener mucho cuidado de no cometer el error de descuidar su trabajo en el intento por descubrir la verdad sobre Castle.
***
Pasadas las 11 de la mañana, Kate abrió los ojos por primera vez. La noche anterior había dado una y mil vueltas sin poder conciliar el sueño hasta que el cansancio la venció al amanecer, y hubiese seguido durmiendo hasta bien pasado el mediodía si el sol no se hubiese posado descaradamente en su rostro. Con algo de fastidio, se levantó y buscó su ropa para correr. No podía empezar el día si no daba unas cuantas vueltas. Era el único momento en que su cabeza se relajaba y solo se permitía pensar en la cantidad de canciones que escuchaba para calcular el tiempo que corría.
Luego de toda su rutina diaria, que incluía ejercicio, desayuno y ducha, escogió la ropa que iba a ponerse y salió a comprar los auriculares y la tarjeta de memoria. No sabía si iba a necesitar los audífonos nuevamente, pero no volverían a faltarle un par dentro de su cartera nunca más.
La tienda estaba repleta de gente, por lo que no le quedó demasiado tiempo libre antes de ir a trabajar, solo lo justo para comprarse un café a la pasada mientras iba al Inferno. Condujo despacio por las calles de Washington Heights, para disfrutar de su café, mientras observaba lo marginal que era ese barrio. Era uno de los lugares dónde la delincuencia había crecido terriblemente los últimos años y gran parte de la culpa la tenía Simmons, ya que él manejaba todas las actividades criminales de la zona. Había ganado respeto y su reputación trascendía las fronteras de New York y poco a poco se estaba convirtiendo en uno de los criminales más peligrosos del país. Eso se debía en gran parte, a que tenía contactos muy poderosos y era precisamente por eso que se manejaba con tanta impunidad. Si ella lograba descubrir a alguno de sus protectores, tendría una pequeña posibilidad de acorralarlo y así poder meterlo tras las rejas. Solo tenía que conseguir las pruebas, para eso se había arriesgado a plantar el micrófono y tenía toda su fe depositada en él, como así también una gran carga de ansiedad por escuchar el contenido de la grabación, sin embargo no debía apresurarse y lo sabía perfectamente.
***
Los últimos dos días habían estado cargados de trabajo. El calor húmedo de la ciudad era un gran aliciente para beber cerveza bien helada como la que servían en el Inferno, por lo que el lugar había estado lleno de gente. Había estado repleto desde su apertura hasta bien entrada la noche y Rook había estado tan entretenido sirviendo tragos en la barra que prácticamente no habían cruzado palabra en ambas jornadas, actitud que a Beckett le resultaba, como mínimo, sospechosa. No la había buscado, no le había hecho bromas y nunca más pidió hablar con ella, como había sucedido el día que había plantado el micrófono. Definitivamente algo pasaba, aunque no sabía exactamente qué, y eso la inquietaba aun más.
Kate se había dormido con la idea en la cabeza de que Castle sabía mucho más de lo que ella suponía. Con esa idea se había levantado y esa misma idea la había acompañado el resto del día, adornada además, con todas las elucubraciones posibles por parte de su inquieta mente. Se había planteado miles de preguntas posibles por parte de él, otras tantas posibles respuestas de ella, y viceversa, pero eran puras especulaciones. Su cabeza rebalsaba de improbables teorías, y ni siquiera había podido siquiera desviarlas un poco cuando había salido a correr. Eso la preocupaba enormemente, ya que ese era el único momento que tenía para desconectar del mundo. Correr era su cable a tierra, su válvula de escape que descomprimía hasta la última fibra de su ser, y estos últimos días no había podido concentrarse en su rutina de ejercicios por más que intentase con todas sus fuerzas.
Paradójicamente, la única forma que tenía de escapar de esto era enfrentarlo y preguntarle de una maldita vez todo lo que quería saber y dejar de torturarse con sus especulaciones, pero también implicaba tener que responder preguntas y no podía arriesgarse a eso sin comprometer toda la operación. No podía arriesgarse a contarle porque ella estaba ahí, ya que no sabía realmente que era lo que Castle estaba haciendo en ese bar con Simmons ni podía saber de qué lado de la mecha se encontraba, ya que no sabía en absoluto quien era Jameson Rook.
Todo se estaba enmarañando lentamente, día tras día y la presión que sentía la joven policía iba en aumento, pero en lugar de entrar en pánico y largar todo para salir corriendo de ahí (como hubiese hecho cualquier persona en su sano juicio), prefería seguir adelante con su misión. Y la única forma que tenía de hacerlo, era continuar con su actuación de camarera en el Inferno.
A las seis en punto de la tarde, Kate entraba al bar. Saludó levantando la mano a Rook, quien se encontraba hablando por teléfono y a Jack que estaba acomodando los vasos limpios en el estante, luego se dirigió a la oficina a dejar sus cosas en el locker. Para cuando regresó, ya había gente sentada esperando ser atendida, por lo que de inmediato se puso a trabajar, hasta que toda la iluminación del lugar y la música se cortaron repentinamente. Las luces de emergencia se prendieron de inmediato, dejando al bar con más sombras que luz. La gran manzana se había quedado completamente a oscuras. Eran alrededor de las siete y media de la tarde y aun nadie sabía muy bien que era lo que había ocurrido.
-Afuera es una boca de lobo.- informó John acercándose a la barra.
-¿Por qué no llamas a Tommy y le preguntas que demonios está pasando?
-¡Tienes razón, Rook! ¿Quien mejor para enterarnos?- respondió acercándose al extremo opuesto de la barra para usar el teléfono.
-Algo grave debe ser, de otro modo estaría aquí, tomándose su tercera cerveza.- dijo Jack.
Los clientes poco a poco se iban retirando, nadie quería estar en ese barrio, completamente a oscuras después de las ocho de la noche.
A los pocos minutos, John se acercó nuevamente con la información que debía obtener.
-Nuestro "chico de la luz" me contó que hubo una sobrecarga en la línea de alta tensión y por eso la mitad de New York, incluyendo nosotros, estaremos a oscuras por tiempo indefinido.
-¡¿Tiempo indefinido?! ¡Estupendo!- largó la joven con fastidio mientras se sentaba en la banqueta frente a la barra.
-No te amargues. ¡Hay cosas peores!- dijo Jack.
-¿Tú crees?
- ¡Créeme, no querrás escuchar a Vulcan cuando se le termine el combustible del generador de electricidad que tiene en su oficina!
-Entonces deberíamos irnos cuanto antes ¿crees que puedes hacer algo al respecto, Rook?
-Veré que puedo hacer. Puedes tomarte una cerveza mientras esperas a que regrese de hablar con Simmons.
-No me vendría nada mal. Espero que sigan bien frías.
Rick sacó del fondo de la heladera una botella helada. La destapó y la puso en frente de ella.
-¡Estoy seguro que esta te encantará! ¡No me tardo!- dijo saltando la barra atléticamente, ante la atenta mirada de ella, quien bebía un largo trago de cerveza, mientras lo veía desaparecer en el pasillo. A los pocos minutos reapareció diciendo:
-Cuando quieras puedes irte.
-¡Vaya! ¡Eso si que fue rápido!
-Sí, se podría decir que no tenía mucho ánimo de charla...
-¡Enterada! ¡Acabo mi cerveza y desaparezco de aquí de inmediato!
-O también, puedes esperar a que termine de ordenar aquí y te acompaño. Las cosas deben estar pesadas afuera y me sentiría más tranquilo si te llevo hasta tu casa.
-Gracias, pero no es necesario.- se apresuró a contestar la joven. No podía darle la oportunidad a Castle de interrogarla y estaba más que segura que su ofrecimiento de acompañarla venía por ese lado.
-No es un vecindario agradable para andar deambulando con un apagón de luz.
-De verdad, no necesito un guardaespaldas, ya no soy una niña y puedo cuidarme sola.
-¡Ok, ok! ¡Ya entendí! No te lo tomes a mal. Sólo intento cuidar al personal.
-¡Genial! Entonces puedes cuidar a John y llevarlo a su casa. Oí que no le arrancaba el auto...- respondió antes de beber el último trago de cerveza que le quedaba a la botella.
Él prefirió no responder para no darle el gusto. Solamente se limitó a sonreír mientras la observaba.
La joven se levantó de la banqueta dirigiéndose al cuarto donde guardaba sus cosas, tomó su cartera y fue en dirección a la salida. Antes de atravesar la puerta, levantó su mano saludando a sus compañeros diciendo:
-¡Hasta mañana chicos!
-Hasta mañana, siempre y cuando haya luz...- dijo John desganado.
-¡Hasta mañana, Nikki! Y hazme el favor de ir con cuidado ¿Quieres?-
-¡Lo haré, Rook, no te preocupes!
A penas cruzó la puerta, se dio cuenta que no tendría oportunidad mejor para cambiar la tarjeta de memoria de la grabadora. Tenía que ser hoy sí o sí. Ya habían pasado un par de días y necesitaba escuchar lo que tramaba Vulcan.
John estaba de lado de adentro, por lo que no tendría que preocuparse por él. Desde el callejón podía escucharse el generador que proveía de electricidad a la oficina de Simmons, que afortunadamente se encontraba en la terraza, por lo que el ruido no interfería con la grabación, pero el molesto sonido le servía a la joven para saber que todavía se encontraban en la oficina y solo debía preocuparse si el generador cesaba su marcha.
No tenía mucho tiempo para intercambiar la tarjeta por lo que se apresuró a llegar al contenedor alumbrándose con su celular. En pocos minutos intercambió las memorias, dejando una vacía y llevándose la llena. Ya casi no podía esperar para llegar a su casa y escuchar lo que tenía dentro.
Condujo su auto lo más rápido que la falta de luz le permitía. El ambiente húmedo de la ciudad, tornaba rancio el aire y al estar sumida en las tinieblas, le daba un toque verdaderamente tenebroso. Vidrios rotos, sirenas, y aceleradas de autos era la melodía que la acompañaba desde lejos y gracias al calor intenso que apretaba cada vez más, podría decirse que New York era un verdadero infierno y ella lo estaba atravesando sin quemarse aun, pero con una sensación de lo más extraña recorriendo su cuerpo.
Cuando llegó a la esquina de su departamento, notó que no tenía lugar para aparcar en su cuadra, por lo que tuvo que dar una vuelta hasta encontrar un espacio. Se creyó afortunada al encontrar lugar a una cuadra y media de su casa, pero aun tenía que caminar hasta ahí y el escenario no se veía bien, o para ser sinceros, simplemente no se veía en absoluto.
Comenzó a caminar con paso rápido, dejando atrás su vehículo en segundos. Su calle era transitada hasta bien entrada la noche y hoy no era la excepción, por lo que los focos de los automóviles que pasaban le alumbraban la acera mientras caminaba, aunque eso no la hacía sentir más segura. Sólo su arma le hubiese brindado algo de tranquilidad extra, pero no la llevaba con sigo cuando iba a trabajar, en cambio, llevaba un estilete en el bolsillo de la campera, el cual apretaba en su mano con el pulgar apoyado sobre el swich que lo activaba, preparada para accionarlo en caso de sentirse en peligro.
Al doblar en la esquina de su apartamento vio una patrulla con dos agentes estacionada a unos metros de la entrada. Al pasar por delante saludó con un respetuoso "buenas noches" y sin detenerse siguió hasta entrar al edificio.
Todo estaba tan oscuro que tuvo que sacar su teléfono móvil para alumbrar sus pasos. Cuando comenzó a caminar en dirección a la escalera notó que sus pisadas no eran las únicas que sonaban en el pasillo, acercándose más a ella a cada segundo. Intentando no alterarse, cambió de mano el móvil y volvió a agarrar el estilete, pero esta vez, lo sacó del bolsillo, accionando su mecanismo al mismo tiempo que giraba tirando una patada circular a la altura de la cabeza que impactó con lo que, supuso ella, era la mandíbula de su atacante, tirándolo al piso. En ese instante, la joven puso su rodilla en el pecho del tipo y el estilete abierto en su cuello y con la mano q le quedaba libre lo alumbró con el móvil. En pocos segundos redujo al sujeto sin darle la posibilidad de un solo movimiento, demostrando que estaba sumamente preparada para defenderse, pero para lo que no estaba preparada era para descubrir quién era su atacante.
Continuara…
Bueno, gente, espero que les haya gustado. Ya saben que espero sus comentarios, críticas y sugerencias! Nos leemos pronto!
Solexite- Policia de homicidios
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Fecha de inscripción : 30/04/2012
Localización : America, debo estar en America del Sur ¡Bien al Sur!
Re: (+18) Desde el umbral- CAPITULO XXIII (ATENCIÓN!! ACTUALIZADO 22/08/17)
Cómo ko dejas ahí?, quién era su atacante, Castle?? La habrá descubierto?? Yo creo que está haciendo un papelón haciendole ver que no la recuerda, será por mucho tiempo?
Que tensión durante todo el capítulo pensando que podrían cogerla en cualquiee momento mientras vigilaba o cambiaba la cinta.
Espero puedas continuar pronto.
Que tensión durante todo el capítulo pensando que podrían cogerla en cualquiee momento mientras vigilaba o cambiaba la cinta.
Espero puedas continuar pronto.
Yaye- Escritor - Policia
- Mensajes : 1751
Fecha de inscripción : 05/06/2012
Localización : Huelva
Re: (+18) Desde el umbral- CAPITULO XXIII (ATENCIÓN!! ACTUALIZADO 22/08/17)
es Castle seguro.... dios esta muy interesante y es muy intrigante....
alba_caskett- Actor en Broadway
- Mensajes : 235
Fecha de inscripción : 20/02/2015
Edad : 32
Localización : Asturias
Re: (+18) Desde el umbral- CAPITULO XXIII (ATENCIÓN!! ACTUALIZADO 22/08/17)
Ahii por favorrr!! que intriga por dioss!! espero que lo sigas!! que esta historia esta buenisima!!
clari_castleismylife- Ayudante de policia
- Mensajes : 60
Fecha de inscripción : 05/06/2016
Edad : 26
Localización : ARGENTINA El Pais Mas Lindoo!!! =)
Re: (+18) Desde el umbral- CAPITULO XXIII (ATENCIÓN!! ACTUALIZADO 22/08/17)
Hola a tod@s! Antes que nada, pido disculpas por no responder a los comentarios. Les agradezco a Yaye, alba_caskett y claritacastillio por sus mensajes y espero que sigan haciéndolo, ya que son un gran incentivo para seguir escribiendo.
Pedidas las disculpas, vamos al asunto: Acá les dejo el nuevo capítulo, espero que lo disfruten!
Capítulo XVIII
-¡¡¡¿Rook?!!!¡¿Qué demonios estás haciendo aquí?! Podría haberte arrancado la mandíbula- dijo la joven mientras lo ayudaba a levantarse
-No faltó mucho. Sólo quería asegurarme…
-…de ignorar lo que te dije y seguirme.
- …que habías llegado sana y salva.- explicó mientras levantaba su sombrero del piso y lo sacudía para volver a ponérselo.
-Pues, ya has comprobado que puedo cuidarme sola. Y puedes agradecer que no te agarré de lleno, si te hubiese golpeado bien estarías comiendo con sorbete durante un mes. Has esto.- ordenó mostrándole el movimiento de abrir y cerrar la boca. Quería comprobar que no lo había lastimado seriamente.
-¡¿Debo agradecerte por no desencajarme el maxilar?! ¡Gracias, dulce!
-Deberías estar contento. No suelo fallar con mis patadas.
-Te diré que no es fácil alegrarse cuando hay dolor...-respondió de inmediato, masajeándose la mandíbula.
-Ven conmigo.- indicó la joven acercándose a la escalera. -Debo tener algo de hielo en el freezer y algún analgésico para el dolor.-dijo al iniciar el ascenso.
-Una cerveza no estaría de más.- agregó él subiendo los primeros escalones detrás de ella.
-No abuses, que no estoy de tan buen humor.
-La falta de sexo suele provocar eso, pero yo puedo ayudarte a solucionarlo.- comentó divertido.
-Estás a una palabra de que termine de romper tu mandíbula, Rook. No colmes mi paciencia.- respondió dándose vuelta para alumbrarlo con el celular.
Beckett sabía que no era una buena idea hacerlo subir a su apartamento. No sabía a ciencia cierta a que había venido, pero podía suponerlo y era a tratar de sacarle información. Castle se había mostrado distante los últimos días, pero hoy las cosas eran diferentes, actuaba como siempre, como lo hacía antes de haberse encontrado en el sótano, y eso aumentaban las sospechas de la joven policía. También sabía que al hacerlo pasar, perdería la posibilidad de revisar de inmediato la grabación que había obtenido de la oficina de Vulcan, pero no podía deshacerse de él rápidamente sin levantar sospechas, por lo que no le quedaban muchas opciones.
Ni bien entraron al departamento, la dueña de casa buscó en el cajón de una mesilla que se encontraba a un lado de la puerta, un par de velas que prendió de inmediato, entregándole una a su forzoso invitado. Luego se acercó al refrigerador y sacó un par de latas de cerveza para ponerlas en el freezer a recuperar un poco de frio mientras preparaba una bolsa con hielo.
-¿Me permites la intromisión?- dijo acercándose a ella y sacando nuevamente las latas.
-¿Te la vas a tomar tibia?
-¡Nada de eso! ¡Observa y aprende del mejor barman de New York! - se ufanó al mismo tiempo que mojaba las latas y las envolvía en servilletas de papel, también húmedas. -¿Tienes un jarro en el que entren las dos latas?
-Mmm… Una olla mediana, tal vez.
-¡Perfecto! Y un poco de sal gruesa y una cuchilla.
-¿Vas a cocinar algo?- preguntó divertida al pasarle las cosas.
-Búrlate todo lo que quieras, en 7 minutos tendrás la cerveza más fría que podrás encontrar en toda la ciudad.- respondió al mismo tiempo que ponía un poco de agua en la olla. Luego raspó con la cuchilla las paredes de frezeer desprendiendo una gran cantidad de hielo, con cuidado de que cayera dentro del recipiente.
-Tendré que ver para creer…- aseguró la joven dirigiéndose al baño para buscar algo en el botiquín.
-¿Dónde estás? ¡Qué mala anfitriona eres! ¿Me dejas hablando solo?
-Para nada. Tu latosa voz se escucha en todo el departamento… ¿Crees que funcione?- preguntó al observarlo echar la sal.
-¡Absolutamente! ¡Sé mucho de esto!
-Quizás esto ayude…- dijo al pasarle una botella de alcohol fino para agregar a la mezcla.
-¡Vaya, veo que sabes de qué se trata! ¿Así que te burlaste de mi todo este tiempo?
-Sólo me divertía un poco dejándote creer que eres imprescindible… Además ¿crees que nací ayer? Ese truco para enfriar las bebidas ya lo usábamos en la preparatoria, cuando saqueábamos las alacenas de alguno de nuestros padres.- confesó con una enorme sonrisa.
-¿Alguna otra recomendación? ¿Algo más para ponerme en ridículo?- consultó divertidamente.
-Sí, ponlo en el frezeer.
-Para que sepas, eso ya lo sabía.- explicó abriendo la puerta del frigo para poner la olla.
-Mientras se enfrían las latas, déjame verte la mandíbula.- pidió al entregarle la bolsa con hielo y acercando la vela a su rostro.
-¿Te sientes culpable?
-No realmente. Si te hubiese hecho daño, te habrías callado al menos un minuto…- aclaró sacándole el sombrero para depositarlo arriba del refrigerador, alejándolo de la vela con la que lo alumbraba.
-¡Es que no quiero privarte de mis encantadoras palabras!
-¿Podrías cerrar la boca un segundo?- imploró tratando de ver el golpe.
-Sip. Cierro.
-¿Duele?- preguntó al tocar su quijada.
-Sólo cuando aprietas. Dime, lo estás disfrutando ¿No es así?
-Levemente. Ponte hielo un rato para que baje la hinchazón.
-¿Me quedará el moretón?-preguntó apoyando la bolsa en su mandíbula.
-Puede ser. Pero no te preocupes, te presto mi maquillaje. Tengo una base que combina perfecto con tu color de ojos.
-¡Muy graciosa!
-¿Tomaste el tiempo desde que pusiste las latas?
-Cuatro minutos con treinta segundos. Aun le falta.- aseguró sin siquiera mirar su reloj.
-¿Debo confiar en tu reloj mental?
-Absolutamente, no te mentiría con algo así…
-¿Mentirías con otra cosa?
-¿A qué te refieres?
-¡Vamos, Rook! ¿Piensas que soy tan ingenua como para creerte que viniste hasta aquí para asegurarte de que llegué bien?
-¡Me siento ofendido con esa afirmación! ¿Qué clase de hombre crees que soy?
-Con un simple llamado te hubieses evitado la molestia. Mi número de teléfono está en mi legajo laboral.
-¡No es molestia, sino más bien, todo lo contrario!- respondió rápidamente con una de sus sonrisas más seductoras.
-Ahórrate tu encanto para las chicas del bar, tus sonrisas no funcionan conmigo. Así que ¿vas a decirme a que viniste o tendré que emborracharte para que me cuentes?
-Con un par de cervezas no me sacarás ni mi número de teléfono ¡Y conste que quiero que lo tengas!
-Tengo 3/4 de botella de tequila y tu teléfono no me interesa en lo más mínimo. Lo tengo hace tiempo…
-¡Ahora nos estamos entendiendo! Empecemos con las cervezas y después veremos que decido... ¿Cómo es que tienes mi número?
-Se me está terminando la paciencia, Rook...
-Ok, te diré lo que vine a hacer.- dijo poniéndose serio mientras metía su mano en el bolsillo para sacar el minúsculo dispositivo. - Vine a devolverte esto.- dijo sorprendiendo a la joven, dejándola sin palabras por primera vez en toda la noche.
-¿Qué es eso?- intentó disimular.
-¿Me estás diciendo que no sabes lo que es?
-Así es. No lo sé.
-Entonces debo creer que colocaste un micrófono en la oficina de Vulcan sin saberlo...
-¡Yo no puse...
-Ni lo intentes. Te vi salir de ahí el mismo día que nos cruzamos en la bodega ¿recuerdas? cuando me dijiste que estabas buscando una botella de Whisky.
-Te estás confundiendo...
-¡Ya basta! ¡Dejémonos de mentiras! Estoy harto de ellas...
-Escucha...
-¡No, tu escucha! No sé exactamente qué es lo que buscas aquí, pero se nota a la legua que eres policía y lo único que vas a encontrar es una muerte poco natural, si no dejas de hacer estupideces.
-¡¿Como lo sabes?!
-¿De verdad me preguntas? Empezaría por el nombre falso ¿En serio pensaste que no te reconocería, Beckett? Yo no creo que no sepas quien soy. En segundo lugar, el micrófono tan típico de la policía. Todavía usan los mismos que en la década del 80... Y tercero ¿que haría una tremenda mujer como tú trabajando en un bar como el Inferno?
-Necesito un trago...- fue lo único que atinó a decir al sacar las latas del frezeer, abriendo rápidamente una para darle un largo sorbo, mientras entregaba la otra al escritor.
Todavía no terminaba de caer del todo. Finalmente se hablaban como Richard Castle y Katherine Beckett, aunque la situación no era la ideal, por así decirlo.
Sabía que tarde o temprano deberían enfrentarse con sus verdaderas identidades, sin importar cual fuese la situación actual de cada uno. La historia entre ellos había sido tan fuerte, que les hubiese sido imposible no reconocerse, mucho menos, evitarse. Y como todos sabemos donde hubo fuego, cenizas quedan; y en este tremendo incendio no había dudas de que alguna braza aun quedaba, expectante de poder renacer nuevamente. Aunque ninguno de los dos estuviese dispuesto a reconocerlo todavía.
-¿En que estabas pensando? ¿Creías que nadie te descubriría? Puedes agradecer que yo sea el hombre de confianza de Vulcan, si no a esta hora estarías en el fondo del mar ¡¡¿Y cómo es que te convertiste en policía?!!
-Es una larga historia... ¿Cómo es que tú te convertiste en el hombre de confianza de Simmons?
-Larga historia...- respondió antes de pegar un enorme sorbo a su cerveza.
-Creo que es hora de que contestes un par de preguntas, Castle.
-¿Pretendes interrogarme? ¡De ninguna manera!
-¿Prefieres que lo haga aquí o en la estación de policía?
-No me llevarás a la jefatura. A menos que quieras descubrir tu fachada... Te propongo algo: una pregunta cada uno, así ambos quedaremos conformes.- respondió satisfecho habiendo encontrado la solución.
Ella se lo quedó mirando con algo de antipatía al entender que la estaba poniendo entre la espada y la pared.
-No puedo...
-No tienes opción.
-¿Por qué? ¿Vas a entregarme a Simmons?
-Nunca haría algo así contigo ¿Cómo puedes siquiera pensarlo?
-Ha pasado mucho tiempo y ya no sé como piensas ni lo que sientes. La última vez que nos vimos, no fue precisamente un paseo por el parque y no me sorprendería que hayas aprendido a odiarme…
-Odiarte es una cosa, desearte la muerte, otra muy distinta. Y si no me cuentas en que estás metida, no podré cubrirte y así es como terminarás.
-Está bien, lo haremos a tu manera. Yo voy primero ¿Como sabías que había puesto un micrófono en la oficina de Simmons? Dijiste que me habías visto salir, pero no podías saber que había estado haciendo ahí, ni mucho menos saber donde escondí el mic...
-Cierto, pero olvidas que soy un exitoso novelista y mi imaginación me develó al instante el motivo de tu intrusión en la oficina ¿Qué otra cosa podrías haber ido a hacer en tan corto tiempo? El micrófono fue mi primera opción y pese a que no vi donde lo colocaste, pude encontrarlo fácilmente.
-¿Cómo?
- Tengo un pequeño dispositivo que emite una frecuencia sonora capaz de producir un acople en el mic. No sólo los inutiliza, sino también me permite localizarlo.
-Ingenioso... ¿Cómo es que tienes ese aparato?
-De a una pregunta por vez. Ahora me toca a mí ¿Que es lo que esperan encontrar tu y ese otro policía, O´Connell?
-¿Como sabes que Fenton es policía también?
-Los huelo a millas de distancia... Responde mi pregunta.
-¡No puedo contestarte eso, sería vender toda la operación! ¡Traicionaría a mi compañero y quedaría totalmente expuesta!
-Ya te dije que no tienes opción. Piensa un poco, Kate, si hubiese querido ya te hubiese entregado en cuanto encontré el mic. No voy a traicionarlos, ni a ti ni a O´Connell, porque eso significaría firmar la sentencia de muerte de ambos; y no es mi intención. A pesar de todo lo que ha pasado entre nosotros, no deseo tu muerte ni por asomo.
-¿Y que gano yo con todo esto?
-Mi ayuda.
-¿Me ayudarías a meter a Simmons tras las rejas?
-Haré todo lo que esté a mi alcance, lo que es mucho, debo decirte. Pero tengo tres condiciones…
-¡Sin condiciones, Castle!
-No hay trato, entonces.- afirmó con seriedad.
-¡Demonios!- masculló frunciendo el entrecejo. –De acuerdo ¿Cuáles son las condiciones?- dijo después de analizar la situación unos segundos. En verdad no tenía muchas opciones y la colaboración de Castle le sería tremendamente útil.
-La primera: debes contarme todo lo que sabes. Absolutamente todo.
-Ok ¿La segunda?
-No puedes hacer preguntas sobre cómo voy a ayudarte.
-¿A qué te refieres exactamente?
-A que sólo voy a ayudarte y punto. No tienes por qué saber cómo.
-No estoy muy segura de aceptar esa condición… ¿Cómo podremos trabajar juntos si me ocultas cosas?
-O la aceptas o no hay trato. Además, nunca dije de trabajar juntos, sólo dije que te ayudaría. Y la tercera es que ni tú ni Fenton podrán hacer el arresto de ninguno de los implicados.
-¡¿Qué dices?! ¡¿Como que no podremos hacer el arresto?! ¡¿Y quién se supone que va a hacerlo?!
-Sin preguntas, Beckett.
-¡No es justo!
-Nunca dije que lo fuera. Los quieres tras las rejas de por vida ¿No es cierto?
-Por supuesto.
-Entonces no debería importarte llevarte el crédito.
-Supongo que tienes razón.- respondió sin estar del todo convencida de lo que hacía. –Te contaré todo lo que sé hasta ahora.
-Soy todo oídos.
-La mafia irlandesa conoce a unos sujetos que trafican opio desde medio oriente. Ellos quieren armas y Vulcan las consigue. Los irlandeses los conectan y se llevan una tajada de las drogas que ingresen y de las armas de Simmons. Además, queremos saber quién es su proveedor de armas. Sabemos que no es su palo ya que siempre se dedicó a las drogas y por la cantidad que necesita, debe ser un pez gordo el que se las consigue.
-Vulcan no me ha contado demasiado, por eso sé que es algo grande. Cuando sus negocios exceden el intercambio habitual, tiende a ponerse paranoico y sobre todo, muy misterioso en sus asuntos. Aun no sé la fecha en la que se realizará, pero no tardaré en enterarme.
-Si se pone paranoico y misterioso ¿Cómo es que vas a enterarte de la fecha de la operación?
-Tarde o temprano termina contándome todo y preguntando mi opinión. Confía en mí porque yo estoy afuera de sus negocios y no gano nada con sus operaciones. Suele preguntarme que pienso, porque le muestro un punto de vista diferente al que tiene él. Suelo mostrarle ciertas cosas que no ve y con las que a la larga se verá beneficiado.
-Entiendo.
-¿Escuchaste la grabación del micrófono? ¿Pudiste obtener algo más de información?
-Aun no. No tengo la tarjeta de memoria en mi poder. En cuanto sepa algo te avisaré.- explicó Beckett. No sabía bien porque le había mentido diciendo que no tenía la tarjeta. Al parecer, no confiaba completamente en él todavía ¿Cómo podía haber dejado de confiar en Rick? Se preguntaba incesantemente. Si todo esto hubiese ocurrido años atrás, lo hubiese invitado a escuchar la grabación en el mismo instante que se lo mencionase, pero ahora era un completo desconocido para ella y no podía arriesgarse tanto. Debía guardar un as bajo la manga, como seguramente lo hacía Castle.
-En cuanto la escuches, deberás ponerme al tanto. Coonan estuvo yendo a la oficina toda la semana por lo que seguramente formará parte de todo esto. Algo deberá aparecer en la grabación.
-Lo haré, no te preocupes.- respondió con seguridad, luego prosiguió: -Sé que no debo preguntarte cómo vas a ayudarme, pero no aclaraste nada sobre preguntarte el por qué, así que, sácame la intriga por favor ¿por qué vas a ayudarme a mí en vez de a tu nuevo mejor amigo?
-Prefiero ayudar a una vieja amiga en vez de a un nuevo amigo, ya que si no lo hago la cosa no terminará bien. Aunque probablemente, me cueste el pellejo.
-¿Cómo es que llegaste a convertirte en su ayudante? ¿Y cómo es que desapareciste tanto tiempo, ocultándote del mundo bajo una identidad falsa? ¿Qué hay de tu familia? ¿Saben que estás vivo?
-¡Ey! ¡Son demasiadas preguntas! ¿No te parece? ¡Te dije que nada de preguntas! Además, no tengo obligación de responder sobre mi vida privada.
-Nada de preguntas sobre “cómo me ayudarías” ¿Recuerdas? Tendrías que haber sido mucho más específico si pretendías evitar las posibles preguntas que pudiese hacerte.
-¡No es justo!- refunfuñó como un niño.
-Nunca dije que lo fuera.- respondió satisfecha dándole a probar una cucharada de su propia medicina. -No tienes obligación, es cierto, pero sólo por ahora. Sigo siendo policía, Castle y tiene estrecha relación con el caso. No trabajas con Vulcan Simmons siendo Rick Castle, si no Jameson Rook y como llegaste a eso es lo relevante.
-Ok, tú ganas. Te contaré todo, pero puedes ir sacando ese tequila que prometiste. Esto viene para largo…- anticipó sentándose en el desayunador.
-De acuerdo. Traeré la botella.
La joven abrió la alacena, alumbró con su celular y se quedó mirando un instante. Para su sorpresa, vio una botella de escocés bien al fondo del mueble. Estaba sin abrir y en el cuello podía observarse un sello lacrado con el número 25, indicando la cantidad de años de añejamiento ¿Quién podría haber olvidado esto?- se preguntó al momento de sacar la botella del mueble.
-¡Mira lo que encontré! Apuesto que te gustará más que el tequila.- aseguró la joven, mientras se acercaba con la botella y un par de vasos hasta el desayunador. Luego tomó un recipiente con tapa en que depositó unos hielos y lo colocó junto al Whiskey.
-¿Veo una etiqueta que dice “Chivas Limited Edition”? ¡Estupendo! En cuanto moje los labios en este maravilloso néctar divino te contaré todo lo que quieras saber. -anunció el escritor abriendo la botella para servir un par de generosas medidas.
-¿Absolutamente todo?- preguntó mirándolo fijamente.
-¿Hielo?- preguntó como si no la hubiese oído. La joven asintió con la cabeza, aceptando. Seguidamente colocó los cubitos en los vasos y bebió un largo trago antes de consultar: -¿Por dónde quieres que empiece?-
-Por el principio. Estuviste un año y medio desaparecido y aun lo estás ¿Por qué?
-Como te habrás enterado por la prensa, el velero en el que viajaba naufragó. Toda la tripulación, excepto yo, se ahogó esa misma noche. El barco se dio vuelta y todos quedaron atrapados dentro.
-¿Y cómo fue que pudiste salir?
-Tuve suerte, creo. Salí despedido por la ventana, inmediatamente después de romper el vidrio con mi cuerpo. En ese momento, sentí como el agua me atrapaba en un remolino para arrojarme contra esa pequeña ventana como si fuese una piedra. Terminé en el medio del océano, completamente a oscuras, terriblemente asustado y decididamente a la deriva, mientras las olas golpeaban contra mi cuerpo.- el escritor hizo una pausa para darle un gran sorbo a su bebida. Las cicatrices del vidrio que había traspasado no habían desaparecido de su piel, como tampoco había desaparecido de su recuerdo el ardor insoportable que sintió en sus heridas al golpear el agua salada sobre ellas.
-¡Dios! ¡No puedo imaginar lo que has pasado! - soltó la joven apenada. -¡¿Cómo fue que lograste salvarte?!
-Supongo que fue un milagro. Estaba desesperado y casi sin esperanza de sobrevivir, cuando un pedazo bastante grande del mástil que venía flotando se topó conmigo. Como pude, traté de asegurar mi cuerpo con las sogas que colgaban de él, ya que sabía que no resistiría mucho más la tormenta, y así me mantuve a flote hasta que la marea me llevó hasta la orilla de una de las 700 islas de Nueva Guinea.- Richard volvió a pausar el relato para beber otro trago.
Kate lo escuchaba con atención. Verdaderamente estaba intrigada por todo lo que ocultaba el escritor. Todo alrededor de su vida en estos últimos años era un misterio, especialmente los últimos y ella estaba dispuesta a todo para develarlo. Mientras lo escuchaba trataba de imaginar por todo lo que había pasado, entendiendo lo que había sufrido; lo que no entendía aun era porqué no había regresado a su vida, fingiendo ser otro. Tenía que seguir indagando, si no quería morirse de curiosidad.
-¿Cuánto estuviste en altamar?
-Nunca lo supe. Lo único que sé es que estuve inconsciente unos cuantos días. Cuando desperté, me encontraba en una cama bastante precaria, dentro de una choza de iguales condiciones y con una anciana vertiendo un jarabe de hierbas curativas sobre mis heridas.
Siendo escritor, nunca podría haber imaginado relatar algo semejante a lo que había vivido. Sin dudas esa experiencia en la isla cambió su vida por completo en más de una forma y ahora era otro tipo: no Richard Castle, el exitoso novelista multimillonario, sino Jameson Rook, hombre de confianza del mayor narco de Manhattan. Y como había llegado a eso era algo que Beckett aun no sabía, pero necesitaba averiguar.
-¿Cuánto tiempo estuviste en la isla?
-Mmm... Supongo que unos 10 meses, luego estuve un par de meses más en Europa y después vine directo a New York.
-¿Porqué cambiaste de nombre? ¿De quién te ocultas?
-Me estás haciendo sentir como en un interrogatorio y no me está gustando nada...
-Soy policía. Los interrogatorios vienen con la placa. Además, teníamos un trato ¿Recuerdas?
-Perfectamente. Una pregunta por lado, según recuerdo. Pero, ese trato caducó cuando decidí ayudarte.
-Nunca lo aclaraste, así que el trato sigue.-
-¡Vaya! ¡Casi olvido lo terca que puedes ser cuando algo se te mete en la cabeza!- dijo divertido antes de beber un trago. Luego preguntó sin borrar la sonrisa de su rostro: ¿No crees que ya he respondido bastante? Según recuerdo, lo último que yo te pregunté era si querías hielo.
-Tuche. Es tu turno, pregunta.
-Ahí tenemos un problema. Ya no hay nada más que me interese saber de ti, así que supongo que nuestro trato termina acá.- respondió tajante. Tenía miles de preguntas para hacerle, pero no le daría el gusto de mostrarse interesado en ella.
-De ninguna manera, Castle. Aun no me has dicho por que trabajas con Simmons y porque te haces llamar Jameson Rook. Es un delito fingir tu muerte ¿Sabías?
-Estoy al tanto de que soy un criminal.
-Al igual que Simmons y si no quieres hacerle compañía en la cárcel a tu amiguito va a ser mejor que te dejes de dar vueltas y respondas a mis preguntas. Me estás haciendo perder la paciencia...
-Parece que no voy a hacerte cambiar de parecer, así que te contaré lo que quieres saber y finalmente me dejarás en paz ¿de acuerdo?
-Lo intentaré…- dijo antes de beber un largo trago de whisky.
Castle sirvió una medida más en su vaso y en el de Kate mientras comenzaba su nuevo relato pausadamente, casi de forma novelesca, explicando con detalles como por pura suerte había salvado a la pequeña hija de Vulcan de ser arrollada por un automóvil. Desde ese día, Simmons le ofreció su amistad incondicional por haber salvado su más preciado tesoro, arriesgando su propia vida. Ninguno de los hombres de confianza del zar de la droga había siquiera atinado a moverse cuando la pequeña salió corriendo en dirección a la calle a buscar a su cachorro. Castle, quien venía caminando por la vereda de enfrente, reaccionó de inmediato, corriendo a una velocidad impensada en dirección a la niña. La tomó por la cintura levantándola del suelo con el mismo envión con el que venía. La pequeña asustada miró a su perrito al borde de ser impactado por el parachoques del auto y automáticamente lloró desconsolada queriéndose soltar de los brazos al grito de: -¡Spooky! ¡Noooo!
El escritor giró su cabeza en dirección al perrito. Como pudo manoteó el collar del cachorro arrojándolo hacia la acera, justo un segundo antes de que la mascota terminara bajo la rueda. Este último movimiento, al escritor le habían costado un par de costillas rotas y un hombro dislocado al saltar sobre el capó con la pequeña en brazos intentando amortiguar el impacto, pero el hecho de que esa niña no tuviese ni un rasguño y estuviese disfrutando de su mascota, no tenía precio. Como tampoco tenía precio la bala que había perforado su hombro salvándole la vida a Vulcan en otra ocasión, reafirmando su amistad con él y convirtiéndola en casi una hermandad, pero esa información no estaba dispuesto a compartirla con la joven, al menos, no por ahora.
-…Y así fue que nos hicimos grandes amigos…- finalizó el escritor bebiendo un largo trago de su bebida.
-¿Cómo puedes ser amigo de un criminal, Castle?
- Su vida como criminal no me interesa. Nunca cuestioné ni me horroricé de ninguno de sus actos. Además, como socio es estupendo y sus asuntos no interfieren con los míos.
-Realmente siento que no te conozco…
-Eso es porque no me conoces en absoluto, Kate. Richard Castle ya no existe, está muerto. Y murió mucho antes Tsunami, créeme.
-¿Y qué hay de tu familia? ¿De tu madre? ¿Qué hay de…- Beckett frenó un segundo como temiendo preguntar, como si la palabra “hijo” estuviese prohibida.
-Mi madre es la única que está enterada de que estoy vivo. Es lo único que sabe y que necesita saber. Para todo el resto, estoy oficialmente muerto.- interrumpió justo a tiempo, intuyendo lo que venía. La conocía tan bien, que sabía la curiosidad que podía sentir la joven al desconocer completamente la historia de su hija con Meredith. Ni siquiera sabía el sexo de la criatura, ya que nada había salido nunca en la prensa y todo había sido manejado de forma tan discreta que pocas personas sabían de su existencia. Y el escritor prefería que continuase así. No quería hablar de Alexis, el tema no estaba del todo superado por él y aun le dolía hablar de la pequeña.
Kate notó el hermetismo que prevalecía en torno al tema de su paternidad, por lo que no quiso insistir sobre el asunto, por más que se muriese de ganas de saber.
-¿Satisfecha con el interrogatorio o aun hay más?
-Nunca me dijiste porque no regresaste a tu vida como Richard Castle.
-Estaba cansado de mí, quería ser otro. Alguien que pudiese pasar desapercibido.- respondió escuetamente. Beckett sabía que esa no era la verdadera razón, pero al parecer, él no estaba dispuesto a revelárselo y no tenía sentido seguir insistiendo.
-No puedo creer que nadie te haya reconocido en todo este tiempo…- soltó la joven sin dejar de mirarlo.
-Nadie se dio cuenta que Clark Kent es Superman y sólo cambiaba su peinado y se ponía un par de gafas… Debes reconocer que la barba y el sombrero, aparte de quedarme muy bien, oculta a la perfección mi popular rostro.- explicó guiñándole un ojo.
-Sigues siendo insufrible… protestó ante el comentario del escritor. La exasperaba que fuese tan engreído, aunque en el fondo sabía que era la base de su encanto y nunca pudo ser inmune a eso.
-¡Aun tengo el toque!- respondió divertido sabiendo cuanto le molestaba su profunda vanidad. Sin dejar de mirarla preguntó: -¿Tienes más hielo?
La botella había bajado considerablemente, pero al parecer ninguno pensaba dejar de beber.
-Creo que sí. Veré si puedo sacarlo.
Kate buscó dentro del frezeer la última cubetera que le quedaba llena. Estaba bien al fondo, perfectamente encastrada entre dos recipientes con vaya a saber qué cosa dentro. Con algo de esfuerzo, retiró uno de los recipientes, suponiendo que le facilitaría el acceso para sacar la cubetera. Rápidamente, comprobó lo equivocada que estaba al intentar moverla. Estaba prácticamente fusionada al piso del frezeer, ya casi formaba parte de él.
Fastidiada, resopló mientras buscaba la cuchilla para tratar de despegarla, pensando cómo podía haber tanto hielo dentro del frezeer después de tantas horas sin luz. Intentó acomodar el filo en la base de la cubetera y luego le pegó con fuerza, pero al no haber afirmado bien la punta de la cuchilla, ésta resbaló inevitablemente sobre el hielo.
-¡Diablos!- soltó enojada antes de bufar frunciendo el ceño e intentarlo de nuevo.
Castle no perdía detalle observándola, le encantaba deleitarse con su belleza y además se divertía muchísimo con sus caras cuando algo la fastidiaba. Al verla arremeter nuevamente con la cuchilla, se aproximó y parándose detrás le dijo muy cerca de su oído mientras posaba su mano sobre la de ella:
-Déjame que te ayude. No quiero que te lastimes.
Con su mano libre, le pegó un golpe seco al mango del cuchillo desprendiendo la cubetera al instante.
-¡Listo! ¿No soy increíble? No sé qué harías sin mí…- dijo satisfecho y con una enorme sonrisa. Beckett giró un poco su cabeza, para así poder mirarlo y responder a tremendo brote de narcisismo, pero en lugar de eso se quedó observando su pose de ganador, completamente seguro de sí mismo y con la misma actitud seductora que había estado empleando hasta ahora cada vez que se quedaban solos. Eso y el hecho de que después de cinco años él estuviese tan o más apetecible que antes, le dificultaba tratar de mantener una distancia prudencial: eso, más lo anterior y sumando además la forma en la que se devoraban con los ojos en ese momento, no lo facilitaba tampoco.
-¿Cuándo vamos a dejar de hacer esto?- preguntó finalmente la joven. Sabía en lo que se metía al soltar la pregunta y seguramente el alcohol había ayudado a largarlo con facilidad, pero curiosamente, no le importaba.
-¿Dejar de hacer qué?- repreguntó haciéndose el desentendido, pero sin dejar de mirarla con un deseo voraz que se escapaba de sus pupilas.
-De desnudarnos con la mirada.- respondió con seguridad, sin apartar el contacto visual.
-¿Quieres que te desnude, Beckett? Sólo tienes que pedírmelo…- indicó girándola para quedar frente a frente, acercándose peligrosamente a su boca, pero deteniéndose a escasos centímetros de sus labios para dejarle a ella el próximo movimiento.
Kate no aguantó el tenerlo tan cerca y se dejó llevar por las tremendas ganas que tenía de besarlo, acortando la distancia lentamente, acercándose a su boca. Castle esperó a que los labios de ella casi rosasen los de él, para girar su cabeza evitando el beso, quedando así a milímetros de su oreja preguntando:
-No me respondiste ¿Quieres que te desnude?
-¿Qué?- preguntó con algo de sorpresa por lo sucedido y al escucharlo susurrar en su oído.
-No voy a hacer nada que tu no me pidas que te haga. La otra noche dijiste que no me confunda, que no era tu tipo y no quiero volver a cometer ese error…- explicó mientras sus labios descendían rozando su cuello
-¿Nada?- inquirió desafiante con una sonrisa en sus labios.
-Absolutamente nada… más que contarte cuanto te arrepentirás si no lo pides…- aclaró susurrando en su oído, provocándole un delicioso escalofrío.
-No voy a entrar en tu juego ¡¿Quién te crees que eres?!- increpó intentando separarse de él, pero sin demasiada convicción. Por un lado, el hecho de que Castle sintiese tanta seguridad la ofuscaba, pero por el otro, todo el jueguito que estaba montando empezaba a gustarle y mucho.
-Sí, sí lo harás… ¿Sabes por qué? Porque te mueres de ganas y no puedes esconderlo…- afirmó antes de morder con suavidad el lóbulo de su oreja, provocándole un pequeño gemido que involuntariamente brotó de su garganta dejándola en evidencia. Por más fuerza de voluntad que pusiese, sabía que no podría resistir mucho más.
-¿Ves? Podrás negarlo todo lo que quieras, pero tu cuerpo no dice lo mismo…- murmuró en su oído. -Preguntaré una vez más y si no obtengo respuesta, me iré de inmediato ¿Quieres que te desnude sí o no?
-¡Eres un…- la frase se vio interrumpida por un suspiro entrecortado, al sentir el calor de su boca recorriendo su cuello. -… tremendo hijo de puta, Castle!- finalizó con esfuerzo. El condenado sabía muy bien como encenderla y lo estaba logrando.
-Sí, sí quiero que me desnudes…- cedió finalmente entregándose a él completamente.
-Todavía no… – respondió tomándola de la cintura para pegarla a su cuerpo, antes de comer su boca con un exquisito beso que la dejó prácticamente sin aliento. Sus manos subían desde la cintura hasta sus turgentes pechos, acariciándolos sobre la fina tela de su blusa. Ella buscaba su boca para besarlo, pero él la evitaba, exasperándola. En cambio besaba y mordía su cuello, saboreando cada centímetro de piel que probaba con sus labios.
-Bésame.- ordenó levantando el rostro del escritor para poder mirarlo a los ojos. Él sonrió satisfecho y antes de sumergirse en su boca le dijo: -¡Veo que vas entendiendo de que se trata!
Los largos dedos de ella se enredaron en los finos cabellos de él, mientras su lengua jugaba libremente dentro de su boca. Castle desabrochó los dos primeros botones de su blusa, dejando al descubierto el corpiño de encaje blanco de la joven policía. Uno de los dedos se escabulló por debajo de la prenda y rozó uno de sus pezones. Al primer contacto, reaccionó de inmediato endureciéndose involuntario ante el esperado roce.
Richard la hizo retroceder hasta que se topó con la mesada, sentándola sobre ella. Se detuvo a admirarla unos segundos, disfrutando de su belleza enaltecida por la excitación que él le estaba provocando y también se sentía extasiado.
-¿Y? ¿Cómo sigue?- preguntó intrigada sin dejar de mirarlo. Como única respuesta recibió una sonrisa antes de que las manos del escritor terminaran de desabrochar su blusa, posándose inmediatamente en su vientre para luego subir lentamente hasta su escote, donde su boca se posó urgente. Sus dedos estiraban el encaje separándolo de su piel dándole acceso a su lengua, impaciente por saborear sus duros pezones que se erguían para recibirlo.
Kate deslizó sus dedos desde el cabello hasta su cuello y desde ahí hasta su pecho para intentar desabrochar su camisa.
-No tienes permitido tocar…- dijo el escritor sacándole las manos. La joven dejó caer sus brazos a los lados de sus piernas, agarrándose del borde de la mesada. -Mi juego, mis reglas…- explicó al bajar su mano hasta su jean para desabrochar el botón y bajar el cierre.
-¡No es justo!- refunfuñó frunciendo el entrecejo. -¡Nunca me explicaste las reg…!- sin dejarla terminar enganchó sus dedos en su tanga estirándola hacia arriba con mucha suavidad, provocando que la pequeña tela se colara entre sus pliegues lentamente. Un gemido escapó de la garganta de ella al momento que él se acoplaba a su boca para besarla con ardiente pasión, sin dejar de jugar con la tela.
Beckett se separó de su boca para recobrar el aliento. La mirada de la joven hacia el escritor, cargada de vicio, le demostraba que su juego le encantaba.
Rick fue soltando con suavidad la tanga, liberando sus dedos para poder atrapar su delicado capullo y deleitarla con suaves movimientos. Sus pechos salían completamente de su sujetador, mostrándose esplendidos ante la boca del escritor, quien empezaba a comerlos con devoción por turnos, primero jugando con su lengua para terminar con delicados mordiscos en sus pezones que erizaban toda su piel.
-¡Castle...- brotó de sus labios en un tono casi inaudible. -…me harás acabar si sigues así!- avisó afirmándose con fuerza a la mesada.
-Puedo detenerme cuando tú me digas. Sólo tienes que pedirlo.- aclaró levantando la cabeza para observarla divertido.
-¡Ni se te ocurra o te juro que voy a matarte sin siquiera usar mi arma!- advirtió tomando su rostro sonriente en sus manos para besarlo. No llegó a posar sus labios sobre los de él, ya que se quedó estático mirándola fijo.
La sonrisa del escritor se había borrado de repente, cesando todo movimiento. -¿Escuchaste?- preguntó con tono serio.
-¡¿Y tú me escuchaste a mí?! ¡¿Por qué te detienes?!- inquirió sorprendida. No podía creer que le había cortado el rollo tan abruptamente.
-Escuché unos golpes en la puerta, como si alguien estuviese llamado.- respondió casi susurrando. -¿Esperas a alguien?
-No.- aseguró la joven mientras intentaba acomodarse un poco la ropa, pero sin poder recobrar aun su respiración normal.
Ambos hicieron silencio mirando en dirección a la puerta. Tres golpes se escucharon, seguidos de una voz en susurros que decía:
-¿Estás ahí preciosa?...
-¡¿Preciosa?!- repitió Castle mirando a Kate.
-¡Soy yo, Mike!
-¡¡¿Royce?!!- susurró el escritor no podía creer que fuese él.
-¡No puedo creerlo!- dijo sorprendida.
-¡Créeme, yo tampoco!
-¡¿Qué diablos hace aquí?!
-No hay que ser un genio para darse cuenta, aprovechó el apagón para venir a verte ¿Hace cuanto que no ves a tu novio?
-No tendría que haber venido y él lo sabe.- informó con seriedad. No podía creer que Royce hubiese roto las reglas de esa forma.
-Por lo menos no has negado que es tu novio ¡Gran avance! Puedo ver lo que has madurado al hacerte cargo finalmente de su relación…
Beckett le lanzó una mirada asesina como respuesta al comentario. Seguidamente, largó como si no lo hubiese escuchado -Sabe que no podemos vernos hasta que mi trabajo termine.
-¡Entiendo! Y mientras tanto, para no perder la práctica te diviertes conmigo ¡Excelente plan!- dijo aproximándose a la ventana de la cocina. – Es una lástima que nos hayan interrumpido, ¡esto pudo haber sido memorable!
-¡No vas a largarte ahora! ¿Verdad? ¡No podemos dejar esto así!- largó sin pensar. Le había salido de adentro y no lo había podido evitar.
-¡¿Y qué pretendes?! ¡¿Qué nos echemos un polvo delante de tu novio?! ¡Vaya perversión que has desarrollado con los años!- contestó con una sonrisa que irritó aun más a Beckett. El escritor estaba por salir del apartamento por la escalera de incendios, huyendo como lo hace cualquier amante furtivo y lo hacía con una sonrisa, como si todo el episodio le resultase entretenido.
-No hemos terminado.- dijo ella con algo de fastidio en su rostro. Toda la situación era completamente frustrante y lo único que había podido decir era eso.
-Disiento contigo “preciosa”, esto está completamente acabado. Nos vemos en el trabajo. – aclaró saliendo por la ventana sin que ella dejase de mirarlo.
-¿Y qué esperabas? ¿Qué se escondiese en la habitación mientras tú te deshacías de tu chico?- se reprochó Beckett resoplando con frustración. Todavía no terminaba de acomodarse de la situación que acababa de vivir con el escritor y debía abrir la puerta lo antes posible, si no quería que alguien viese a Mike parado afuera. Pero antes debía ordenar todo, ella incluida, por lo que terminó de abrocharse la camisa, tiró las dos latas de cerveza vacías y enjuagó uno de los vasos. Sirvió una medida más de Whisky, se lo tomó de un trago intentando serenarse y fue a recibir a Royce, al que no esperaba ver esa noche, al que había aparecido en el peor de los momentos, al que le había truncado su tan ansiado reencuentro con el amor de su vida.
Continuará...
Bueno gente, ojalá les haya gustado. Ya saben que espero sus comentarios, críticas y sugerencias. Saludos y hasta la próxima!
Pedidas las disculpas, vamos al asunto: Acá les dejo el nuevo capítulo, espero que lo disfruten!
Capítulo XVIII
-¡¡¡¿Rook?!!!¡¿Qué demonios estás haciendo aquí?! Podría haberte arrancado la mandíbula- dijo la joven mientras lo ayudaba a levantarse
-No faltó mucho. Sólo quería asegurarme…
-…de ignorar lo que te dije y seguirme.
- …que habías llegado sana y salva.- explicó mientras levantaba su sombrero del piso y lo sacudía para volver a ponérselo.
-Pues, ya has comprobado que puedo cuidarme sola. Y puedes agradecer que no te agarré de lleno, si te hubiese golpeado bien estarías comiendo con sorbete durante un mes. Has esto.- ordenó mostrándole el movimiento de abrir y cerrar la boca. Quería comprobar que no lo había lastimado seriamente.
-¡¿Debo agradecerte por no desencajarme el maxilar?! ¡Gracias, dulce!
-Deberías estar contento. No suelo fallar con mis patadas.
-Te diré que no es fácil alegrarse cuando hay dolor...-respondió de inmediato, masajeándose la mandíbula.
-Ven conmigo.- indicó la joven acercándose a la escalera. -Debo tener algo de hielo en el freezer y algún analgésico para el dolor.-dijo al iniciar el ascenso.
-Una cerveza no estaría de más.- agregó él subiendo los primeros escalones detrás de ella.
-No abuses, que no estoy de tan buen humor.
-La falta de sexo suele provocar eso, pero yo puedo ayudarte a solucionarlo.- comentó divertido.
-Estás a una palabra de que termine de romper tu mandíbula, Rook. No colmes mi paciencia.- respondió dándose vuelta para alumbrarlo con el celular.
Beckett sabía que no era una buena idea hacerlo subir a su apartamento. No sabía a ciencia cierta a que había venido, pero podía suponerlo y era a tratar de sacarle información. Castle se había mostrado distante los últimos días, pero hoy las cosas eran diferentes, actuaba como siempre, como lo hacía antes de haberse encontrado en el sótano, y eso aumentaban las sospechas de la joven policía. También sabía que al hacerlo pasar, perdería la posibilidad de revisar de inmediato la grabación que había obtenido de la oficina de Vulcan, pero no podía deshacerse de él rápidamente sin levantar sospechas, por lo que no le quedaban muchas opciones.
Ni bien entraron al departamento, la dueña de casa buscó en el cajón de una mesilla que se encontraba a un lado de la puerta, un par de velas que prendió de inmediato, entregándole una a su forzoso invitado. Luego se acercó al refrigerador y sacó un par de latas de cerveza para ponerlas en el freezer a recuperar un poco de frio mientras preparaba una bolsa con hielo.
-¿Me permites la intromisión?- dijo acercándose a ella y sacando nuevamente las latas.
-¿Te la vas a tomar tibia?
-¡Nada de eso! ¡Observa y aprende del mejor barman de New York! - se ufanó al mismo tiempo que mojaba las latas y las envolvía en servilletas de papel, también húmedas. -¿Tienes un jarro en el que entren las dos latas?
-Mmm… Una olla mediana, tal vez.
-¡Perfecto! Y un poco de sal gruesa y una cuchilla.
-¿Vas a cocinar algo?- preguntó divertida al pasarle las cosas.
-Búrlate todo lo que quieras, en 7 minutos tendrás la cerveza más fría que podrás encontrar en toda la ciudad.- respondió al mismo tiempo que ponía un poco de agua en la olla. Luego raspó con la cuchilla las paredes de frezeer desprendiendo una gran cantidad de hielo, con cuidado de que cayera dentro del recipiente.
-Tendré que ver para creer…- aseguró la joven dirigiéndose al baño para buscar algo en el botiquín.
-¿Dónde estás? ¡Qué mala anfitriona eres! ¿Me dejas hablando solo?
-Para nada. Tu latosa voz se escucha en todo el departamento… ¿Crees que funcione?- preguntó al observarlo echar la sal.
-¡Absolutamente! ¡Sé mucho de esto!
-Quizás esto ayude…- dijo al pasarle una botella de alcohol fino para agregar a la mezcla.
-¡Vaya, veo que sabes de qué se trata! ¿Así que te burlaste de mi todo este tiempo?
-Sólo me divertía un poco dejándote creer que eres imprescindible… Además ¿crees que nací ayer? Ese truco para enfriar las bebidas ya lo usábamos en la preparatoria, cuando saqueábamos las alacenas de alguno de nuestros padres.- confesó con una enorme sonrisa.
-¿Alguna otra recomendación? ¿Algo más para ponerme en ridículo?- consultó divertidamente.
-Sí, ponlo en el frezeer.
-Para que sepas, eso ya lo sabía.- explicó abriendo la puerta del frigo para poner la olla.
-Mientras se enfrían las latas, déjame verte la mandíbula.- pidió al entregarle la bolsa con hielo y acercando la vela a su rostro.
-¿Te sientes culpable?
-No realmente. Si te hubiese hecho daño, te habrías callado al menos un minuto…- aclaró sacándole el sombrero para depositarlo arriba del refrigerador, alejándolo de la vela con la que lo alumbraba.
-¡Es que no quiero privarte de mis encantadoras palabras!
-¿Podrías cerrar la boca un segundo?- imploró tratando de ver el golpe.
-Sip. Cierro.
-¿Duele?- preguntó al tocar su quijada.
-Sólo cuando aprietas. Dime, lo estás disfrutando ¿No es así?
-Levemente. Ponte hielo un rato para que baje la hinchazón.
-¿Me quedará el moretón?-preguntó apoyando la bolsa en su mandíbula.
-Puede ser. Pero no te preocupes, te presto mi maquillaje. Tengo una base que combina perfecto con tu color de ojos.
-¡Muy graciosa!
-¿Tomaste el tiempo desde que pusiste las latas?
-Cuatro minutos con treinta segundos. Aun le falta.- aseguró sin siquiera mirar su reloj.
-¿Debo confiar en tu reloj mental?
-Absolutamente, no te mentiría con algo así…
-¿Mentirías con otra cosa?
-¿A qué te refieres?
-¡Vamos, Rook! ¿Piensas que soy tan ingenua como para creerte que viniste hasta aquí para asegurarte de que llegué bien?
-¡Me siento ofendido con esa afirmación! ¿Qué clase de hombre crees que soy?
-Con un simple llamado te hubieses evitado la molestia. Mi número de teléfono está en mi legajo laboral.
-¡No es molestia, sino más bien, todo lo contrario!- respondió rápidamente con una de sus sonrisas más seductoras.
-Ahórrate tu encanto para las chicas del bar, tus sonrisas no funcionan conmigo. Así que ¿vas a decirme a que viniste o tendré que emborracharte para que me cuentes?
-Con un par de cervezas no me sacarás ni mi número de teléfono ¡Y conste que quiero que lo tengas!
-Tengo 3/4 de botella de tequila y tu teléfono no me interesa en lo más mínimo. Lo tengo hace tiempo…
-¡Ahora nos estamos entendiendo! Empecemos con las cervezas y después veremos que decido... ¿Cómo es que tienes mi número?
-Se me está terminando la paciencia, Rook...
-Ok, te diré lo que vine a hacer.- dijo poniéndose serio mientras metía su mano en el bolsillo para sacar el minúsculo dispositivo. - Vine a devolverte esto.- dijo sorprendiendo a la joven, dejándola sin palabras por primera vez en toda la noche.
-¿Qué es eso?- intentó disimular.
-¿Me estás diciendo que no sabes lo que es?
-Así es. No lo sé.
-Entonces debo creer que colocaste un micrófono en la oficina de Vulcan sin saberlo...
-¡Yo no puse...
-Ni lo intentes. Te vi salir de ahí el mismo día que nos cruzamos en la bodega ¿recuerdas? cuando me dijiste que estabas buscando una botella de Whisky.
-Te estás confundiendo...
-¡Ya basta! ¡Dejémonos de mentiras! Estoy harto de ellas...
-Escucha...
-¡No, tu escucha! No sé exactamente qué es lo que buscas aquí, pero se nota a la legua que eres policía y lo único que vas a encontrar es una muerte poco natural, si no dejas de hacer estupideces.
-¡¿Como lo sabes?!
-¿De verdad me preguntas? Empezaría por el nombre falso ¿En serio pensaste que no te reconocería, Beckett? Yo no creo que no sepas quien soy. En segundo lugar, el micrófono tan típico de la policía. Todavía usan los mismos que en la década del 80... Y tercero ¿que haría una tremenda mujer como tú trabajando en un bar como el Inferno?
-Necesito un trago...- fue lo único que atinó a decir al sacar las latas del frezeer, abriendo rápidamente una para darle un largo sorbo, mientras entregaba la otra al escritor.
Todavía no terminaba de caer del todo. Finalmente se hablaban como Richard Castle y Katherine Beckett, aunque la situación no era la ideal, por así decirlo.
Sabía que tarde o temprano deberían enfrentarse con sus verdaderas identidades, sin importar cual fuese la situación actual de cada uno. La historia entre ellos había sido tan fuerte, que les hubiese sido imposible no reconocerse, mucho menos, evitarse. Y como todos sabemos donde hubo fuego, cenizas quedan; y en este tremendo incendio no había dudas de que alguna braza aun quedaba, expectante de poder renacer nuevamente. Aunque ninguno de los dos estuviese dispuesto a reconocerlo todavía.
-¿En que estabas pensando? ¿Creías que nadie te descubriría? Puedes agradecer que yo sea el hombre de confianza de Vulcan, si no a esta hora estarías en el fondo del mar ¡¡¿Y cómo es que te convertiste en policía?!!
-Es una larga historia... ¿Cómo es que tú te convertiste en el hombre de confianza de Simmons?
-Larga historia...- respondió antes de pegar un enorme sorbo a su cerveza.
-Creo que es hora de que contestes un par de preguntas, Castle.
-¿Pretendes interrogarme? ¡De ninguna manera!
-¿Prefieres que lo haga aquí o en la estación de policía?
-No me llevarás a la jefatura. A menos que quieras descubrir tu fachada... Te propongo algo: una pregunta cada uno, así ambos quedaremos conformes.- respondió satisfecho habiendo encontrado la solución.
Ella se lo quedó mirando con algo de antipatía al entender que la estaba poniendo entre la espada y la pared.
-No puedo...
-No tienes opción.
-¿Por qué? ¿Vas a entregarme a Simmons?
-Nunca haría algo así contigo ¿Cómo puedes siquiera pensarlo?
-Ha pasado mucho tiempo y ya no sé como piensas ni lo que sientes. La última vez que nos vimos, no fue precisamente un paseo por el parque y no me sorprendería que hayas aprendido a odiarme…
-Odiarte es una cosa, desearte la muerte, otra muy distinta. Y si no me cuentas en que estás metida, no podré cubrirte y así es como terminarás.
-Está bien, lo haremos a tu manera. Yo voy primero ¿Como sabías que había puesto un micrófono en la oficina de Simmons? Dijiste que me habías visto salir, pero no podías saber que había estado haciendo ahí, ni mucho menos saber donde escondí el mic...
-Cierto, pero olvidas que soy un exitoso novelista y mi imaginación me develó al instante el motivo de tu intrusión en la oficina ¿Qué otra cosa podrías haber ido a hacer en tan corto tiempo? El micrófono fue mi primera opción y pese a que no vi donde lo colocaste, pude encontrarlo fácilmente.
-¿Cómo?
- Tengo un pequeño dispositivo que emite una frecuencia sonora capaz de producir un acople en el mic. No sólo los inutiliza, sino también me permite localizarlo.
-Ingenioso... ¿Cómo es que tienes ese aparato?
-De a una pregunta por vez. Ahora me toca a mí ¿Que es lo que esperan encontrar tu y ese otro policía, O´Connell?
-¿Como sabes que Fenton es policía también?
-Los huelo a millas de distancia... Responde mi pregunta.
-¡No puedo contestarte eso, sería vender toda la operación! ¡Traicionaría a mi compañero y quedaría totalmente expuesta!
-Ya te dije que no tienes opción. Piensa un poco, Kate, si hubiese querido ya te hubiese entregado en cuanto encontré el mic. No voy a traicionarlos, ni a ti ni a O´Connell, porque eso significaría firmar la sentencia de muerte de ambos; y no es mi intención. A pesar de todo lo que ha pasado entre nosotros, no deseo tu muerte ni por asomo.
-¿Y que gano yo con todo esto?
-Mi ayuda.
-¿Me ayudarías a meter a Simmons tras las rejas?
-Haré todo lo que esté a mi alcance, lo que es mucho, debo decirte. Pero tengo tres condiciones…
-¡Sin condiciones, Castle!
-No hay trato, entonces.- afirmó con seriedad.
-¡Demonios!- masculló frunciendo el entrecejo. –De acuerdo ¿Cuáles son las condiciones?- dijo después de analizar la situación unos segundos. En verdad no tenía muchas opciones y la colaboración de Castle le sería tremendamente útil.
-La primera: debes contarme todo lo que sabes. Absolutamente todo.
-Ok ¿La segunda?
-No puedes hacer preguntas sobre cómo voy a ayudarte.
-¿A qué te refieres exactamente?
-A que sólo voy a ayudarte y punto. No tienes por qué saber cómo.
-No estoy muy segura de aceptar esa condición… ¿Cómo podremos trabajar juntos si me ocultas cosas?
-O la aceptas o no hay trato. Además, nunca dije de trabajar juntos, sólo dije que te ayudaría. Y la tercera es que ni tú ni Fenton podrán hacer el arresto de ninguno de los implicados.
-¡¿Qué dices?! ¡¿Como que no podremos hacer el arresto?! ¡¿Y quién se supone que va a hacerlo?!
-Sin preguntas, Beckett.
-¡No es justo!
-Nunca dije que lo fuera. Los quieres tras las rejas de por vida ¿No es cierto?
-Por supuesto.
-Entonces no debería importarte llevarte el crédito.
-Supongo que tienes razón.- respondió sin estar del todo convencida de lo que hacía. –Te contaré todo lo que sé hasta ahora.
-Soy todo oídos.
-La mafia irlandesa conoce a unos sujetos que trafican opio desde medio oriente. Ellos quieren armas y Vulcan las consigue. Los irlandeses los conectan y se llevan una tajada de las drogas que ingresen y de las armas de Simmons. Además, queremos saber quién es su proveedor de armas. Sabemos que no es su palo ya que siempre se dedicó a las drogas y por la cantidad que necesita, debe ser un pez gordo el que se las consigue.
-Vulcan no me ha contado demasiado, por eso sé que es algo grande. Cuando sus negocios exceden el intercambio habitual, tiende a ponerse paranoico y sobre todo, muy misterioso en sus asuntos. Aun no sé la fecha en la que se realizará, pero no tardaré en enterarme.
-Si se pone paranoico y misterioso ¿Cómo es que vas a enterarte de la fecha de la operación?
-Tarde o temprano termina contándome todo y preguntando mi opinión. Confía en mí porque yo estoy afuera de sus negocios y no gano nada con sus operaciones. Suele preguntarme que pienso, porque le muestro un punto de vista diferente al que tiene él. Suelo mostrarle ciertas cosas que no ve y con las que a la larga se verá beneficiado.
-Entiendo.
-¿Escuchaste la grabación del micrófono? ¿Pudiste obtener algo más de información?
-Aun no. No tengo la tarjeta de memoria en mi poder. En cuanto sepa algo te avisaré.- explicó Beckett. No sabía bien porque le había mentido diciendo que no tenía la tarjeta. Al parecer, no confiaba completamente en él todavía ¿Cómo podía haber dejado de confiar en Rick? Se preguntaba incesantemente. Si todo esto hubiese ocurrido años atrás, lo hubiese invitado a escuchar la grabación en el mismo instante que se lo mencionase, pero ahora era un completo desconocido para ella y no podía arriesgarse tanto. Debía guardar un as bajo la manga, como seguramente lo hacía Castle.
-En cuanto la escuches, deberás ponerme al tanto. Coonan estuvo yendo a la oficina toda la semana por lo que seguramente formará parte de todo esto. Algo deberá aparecer en la grabación.
-Lo haré, no te preocupes.- respondió con seguridad, luego prosiguió: -Sé que no debo preguntarte cómo vas a ayudarme, pero no aclaraste nada sobre preguntarte el por qué, así que, sácame la intriga por favor ¿por qué vas a ayudarme a mí en vez de a tu nuevo mejor amigo?
-Prefiero ayudar a una vieja amiga en vez de a un nuevo amigo, ya que si no lo hago la cosa no terminará bien. Aunque probablemente, me cueste el pellejo.
-¿Cómo es que llegaste a convertirte en su ayudante? ¿Y cómo es que desapareciste tanto tiempo, ocultándote del mundo bajo una identidad falsa? ¿Qué hay de tu familia? ¿Saben que estás vivo?
-¡Ey! ¡Son demasiadas preguntas! ¿No te parece? ¡Te dije que nada de preguntas! Además, no tengo obligación de responder sobre mi vida privada.
-Nada de preguntas sobre “cómo me ayudarías” ¿Recuerdas? Tendrías que haber sido mucho más específico si pretendías evitar las posibles preguntas que pudiese hacerte.
-¡No es justo!- refunfuñó como un niño.
-Nunca dije que lo fuera.- respondió satisfecha dándole a probar una cucharada de su propia medicina. -No tienes obligación, es cierto, pero sólo por ahora. Sigo siendo policía, Castle y tiene estrecha relación con el caso. No trabajas con Vulcan Simmons siendo Rick Castle, si no Jameson Rook y como llegaste a eso es lo relevante.
-Ok, tú ganas. Te contaré todo, pero puedes ir sacando ese tequila que prometiste. Esto viene para largo…- anticipó sentándose en el desayunador.
-De acuerdo. Traeré la botella.
La joven abrió la alacena, alumbró con su celular y se quedó mirando un instante. Para su sorpresa, vio una botella de escocés bien al fondo del mueble. Estaba sin abrir y en el cuello podía observarse un sello lacrado con el número 25, indicando la cantidad de años de añejamiento ¿Quién podría haber olvidado esto?- se preguntó al momento de sacar la botella del mueble.
-¡Mira lo que encontré! Apuesto que te gustará más que el tequila.- aseguró la joven, mientras se acercaba con la botella y un par de vasos hasta el desayunador. Luego tomó un recipiente con tapa en que depositó unos hielos y lo colocó junto al Whiskey.
-¿Veo una etiqueta que dice “Chivas Limited Edition”? ¡Estupendo! En cuanto moje los labios en este maravilloso néctar divino te contaré todo lo que quieras saber. -anunció el escritor abriendo la botella para servir un par de generosas medidas.
-¿Absolutamente todo?- preguntó mirándolo fijamente.
-¿Hielo?- preguntó como si no la hubiese oído. La joven asintió con la cabeza, aceptando. Seguidamente colocó los cubitos en los vasos y bebió un largo trago antes de consultar: -¿Por dónde quieres que empiece?-
-Por el principio. Estuviste un año y medio desaparecido y aun lo estás ¿Por qué?
-Como te habrás enterado por la prensa, el velero en el que viajaba naufragó. Toda la tripulación, excepto yo, se ahogó esa misma noche. El barco se dio vuelta y todos quedaron atrapados dentro.
-¿Y cómo fue que pudiste salir?
-Tuve suerte, creo. Salí despedido por la ventana, inmediatamente después de romper el vidrio con mi cuerpo. En ese momento, sentí como el agua me atrapaba en un remolino para arrojarme contra esa pequeña ventana como si fuese una piedra. Terminé en el medio del océano, completamente a oscuras, terriblemente asustado y decididamente a la deriva, mientras las olas golpeaban contra mi cuerpo.- el escritor hizo una pausa para darle un gran sorbo a su bebida. Las cicatrices del vidrio que había traspasado no habían desaparecido de su piel, como tampoco había desaparecido de su recuerdo el ardor insoportable que sintió en sus heridas al golpear el agua salada sobre ellas.
-¡Dios! ¡No puedo imaginar lo que has pasado! - soltó la joven apenada. -¡¿Cómo fue que lograste salvarte?!
-Supongo que fue un milagro. Estaba desesperado y casi sin esperanza de sobrevivir, cuando un pedazo bastante grande del mástil que venía flotando se topó conmigo. Como pude, traté de asegurar mi cuerpo con las sogas que colgaban de él, ya que sabía que no resistiría mucho más la tormenta, y así me mantuve a flote hasta que la marea me llevó hasta la orilla de una de las 700 islas de Nueva Guinea.- Richard volvió a pausar el relato para beber otro trago.
Kate lo escuchaba con atención. Verdaderamente estaba intrigada por todo lo que ocultaba el escritor. Todo alrededor de su vida en estos últimos años era un misterio, especialmente los últimos y ella estaba dispuesta a todo para develarlo. Mientras lo escuchaba trataba de imaginar por todo lo que había pasado, entendiendo lo que había sufrido; lo que no entendía aun era porqué no había regresado a su vida, fingiendo ser otro. Tenía que seguir indagando, si no quería morirse de curiosidad.
-¿Cuánto estuviste en altamar?
-Nunca lo supe. Lo único que sé es que estuve inconsciente unos cuantos días. Cuando desperté, me encontraba en una cama bastante precaria, dentro de una choza de iguales condiciones y con una anciana vertiendo un jarabe de hierbas curativas sobre mis heridas.
Siendo escritor, nunca podría haber imaginado relatar algo semejante a lo que había vivido. Sin dudas esa experiencia en la isla cambió su vida por completo en más de una forma y ahora era otro tipo: no Richard Castle, el exitoso novelista multimillonario, sino Jameson Rook, hombre de confianza del mayor narco de Manhattan. Y como había llegado a eso era algo que Beckett aun no sabía, pero necesitaba averiguar.
-¿Cuánto tiempo estuviste en la isla?
-Mmm... Supongo que unos 10 meses, luego estuve un par de meses más en Europa y después vine directo a New York.
-¿Porqué cambiaste de nombre? ¿De quién te ocultas?
-Me estás haciendo sentir como en un interrogatorio y no me está gustando nada...
-Soy policía. Los interrogatorios vienen con la placa. Además, teníamos un trato ¿Recuerdas?
-Perfectamente. Una pregunta por lado, según recuerdo. Pero, ese trato caducó cuando decidí ayudarte.
-Nunca lo aclaraste, así que el trato sigue.-
-¡Vaya! ¡Casi olvido lo terca que puedes ser cuando algo se te mete en la cabeza!- dijo divertido antes de beber un trago. Luego preguntó sin borrar la sonrisa de su rostro: ¿No crees que ya he respondido bastante? Según recuerdo, lo último que yo te pregunté era si querías hielo.
-Tuche. Es tu turno, pregunta.
-Ahí tenemos un problema. Ya no hay nada más que me interese saber de ti, así que supongo que nuestro trato termina acá.- respondió tajante. Tenía miles de preguntas para hacerle, pero no le daría el gusto de mostrarse interesado en ella.
-De ninguna manera, Castle. Aun no me has dicho por que trabajas con Simmons y porque te haces llamar Jameson Rook. Es un delito fingir tu muerte ¿Sabías?
-Estoy al tanto de que soy un criminal.
-Al igual que Simmons y si no quieres hacerle compañía en la cárcel a tu amiguito va a ser mejor que te dejes de dar vueltas y respondas a mis preguntas. Me estás haciendo perder la paciencia...
-Parece que no voy a hacerte cambiar de parecer, así que te contaré lo que quieres saber y finalmente me dejarás en paz ¿de acuerdo?
-Lo intentaré…- dijo antes de beber un largo trago de whisky.
Castle sirvió una medida más en su vaso y en el de Kate mientras comenzaba su nuevo relato pausadamente, casi de forma novelesca, explicando con detalles como por pura suerte había salvado a la pequeña hija de Vulcan de ser arrollada por un automóvil. Desde ese día, Simmons le ofreció su amistad incondicional por haber salvado su más preciado tesoro, arriesgando su propia vida. Ninguno de los hombres de confianza del zar de la droga había siquiera atinado a moverse cuando la pequeña salió corriendo en dirección a la calle a buscar a su cachorro. Castle, quien venía caminando por la vereda de enfrente, reaccionó de inmediato, corriendo a una velocidad impensada en dirección a la niña. La tomó por la cintura levantándola del suelo con el mismo envión con el que venía. La pequeña asustada miró a su perrito al borde de ser impactado por el parachoques del auto y automáticamente lloró desconsolada queriéndose soltar de los brazos al grito de: -¡Spooky! ¡Noooo!
El escritor giró su cabeza en dirección al perrito. Como pudo manoteó el collar del cachorro arrojándolo hacia la acera, justo un segundo antes de que la mascota terminara bajo la rueda. Este último movimiento, al escritor le habían costado un par de costillas rotas y un hombro dislocado al saltar sobre el capó con la pequeña en brazos intentando amortiguar el impacto, pero el hecho de que esa niña no tuviese ni un rasguño y estuviese disfrutando de su mascota, no tenía precio. Como tampoco tenía precio la bala que había perforado su hombro salvándole la vida a Vulcan en otra ocasión, reafirmando su amistad con él y convirtiéndola en casi una hermandad, pero esa información no estaba dispuesto a compartirla con la joven, al menos, no por ahora.
-…Y así fue que nos hicimos grandes amigos…- finalizó el escritor bebiendo un largo trago de su bebida.
-¿Cómo puedes ser amigo de un criminal, Castle?
- Su vida como criminal no me interesa. Nunca cuestioné ni me horroricé de ninguno de sus actos. Además, como socio es estupendo y sus asuntos no interfieren con los míos.
-Realmente siento que no te conozco…
-Eso es porque no me conoces en absoluto, Kate. Richard Castle ya no existe, está muerto. Y murió mucho antes Tsunami, créeme.
-¿Y qué hay de tu familia? ¿De tu madre? ¿Qué hay de…- Beckett frenó un segundo como temiendo preguntar, como si la palabra “hijo” estuviese prohibida.
-Mi madre es la única que está enterada de que estoy vivo. Es lo único que sabe y que necesita saber. Para todo el resto, estoy oficialmente muerto.- interrumpió justo a tiempo, intuyendo lo que venía. La conocía tan bien, que sabía la curiosidad que podía sentir la joven al desconocer completamente la historia de su hija con Meredith. Ni siquiera sabía el sexo de la criatura, ya que nada había salido nunca en la prensa y todo había sido manejado de forma tan discreta que pocas personas sabían de su existencia. Y el escritor prefería que continuase así. No quería hablar de Alexis, el tema no estaba del todo superado por él y aun le dolía hablar de la pequeña.
Kate notó el hermetismo que prevalecía en torno al tema de su paternidad, por lo que no quiso insistir sobre el asunto, por más que se muriese de ganas de saber.
-¿Satisfecha con el interrogatorio o aun hay más?
-Nunca me dijiste porque no regresaste a tu vida como Richard Castle.
-Estaba cansado de mí, quería ser otro. Alguien que pudiese pasar desapercibido.- respondió escuetamente. Beckett sabía que esa no era la verdadera razón, pero al parecer, él no estaba dispuesto a revelárselo y no tenía sentido seguir insistiendo.
-No puedo creer que nadie te haya reconocido en todo este tiempo…- soltó la joven sin dejar de mirarlo.
-Nadie se dio cuenta que Clark Kent es Superman y sólo cambiaba su peinado y se ponía un par de gafas… Debes reconocer que la barba y el sombrero, aparte de quedarme muy bien, oculta a la perfección mi popular rostro.- explicó guiñándole un ojo.
-Sigues siendo insufrible… protestó ante el comentario del escritor. La exasperaba que fuese tan engreído, aunque en el fondo sabía que era la base de su encanto y nunca pudo ser inmune a eso.
-¡Aun tengo el toque!- respondió divertido sabiendo cuanto le molestaba su profunda vanidad. Sin dejar de mirarla preguntó: -¿Tienes más hielo?
La botella había bajado considerablemente, pero al parecer ninguno pensaba dejar de beber.
-Creo que sí. Veré si puedo sacarlo.
Kate buscó dentro del frezeer la última cubetera que le quedaba llena. Estaba bien al fondo, perfectamente encastrada entre dos recipientes con vaya a saber qué cosa dentro. Con algo de esfuerzo, retiró uno de los recipientes, suponiendo que le facilitaría el acceso para sacar la cubetera. Rápidamente, comprobó lo equivocada que estaba al intentar moverla. Estaba prácticamente fusionada al piso del frezeer, ya casi formaba parte de él.
Fastidiada, resopló mientras buscaba la cuchilla para tratar de despegarla, pensando cómo podía haber tanto hielo dentro del frezeer después de tantas horas sin luz. Intentó acomodar el filo en la base de la cubetera y luego le pegó con fuerza, pero al no haber afirmado bien la punta de la cuchilla, ésta resbaló inevitablemente sobre el hielo.
-¡Diablos!- soltó enojada antes de bufar frunciendo el ceño e intentarlo de nuevo.
Castle no perdía detalle observándola, le encantaba deleitarse con su belleza y además se divertía muchísimo con sus caras cuando algo la fastidiaba. Al verla arremeter nuevamente con la cuchilla, se aproximó y parándose detrás le dijo muy cerca de su oído mientras posaba su mano sobre la de ella:
-Déjame que te ayude. No quiero que te lastimes.
Con su mano libre, le pegó un golpe seco al mango del cuchillo desprendiendo la cubetera al instante.
-¡Listo! ¿No soy increíble? No sé qué harías sin mí…- dijo satisfecho y con una enorme sonrisa. Beckett giró un poco su cabeza, para así poder mirarlo y responder a tremendo brote de narcisismo, pero en lugar de eso se quedó observando su pose de ganador, completamente seguro de sí mismo y con la misma actitud seductora que había estado empleando hasta ahora cada vez que se quedaban solos. Eso y el hecho de que después de cinco años él estuviese tan o más apetecible que antes, le dificultaba tratar de mantener una distancia prudencial: eso, más lo anterior y sumando además la forma en la que se devoraban con los ojos en ese momento, no lo facilitaba tampoco.
-¿Cuándo vamos a dejar de hacer esto?- preguntó finalmente la joven. Sabía en lo que se metía al soltar la pregunta y seguramente el alcohol había ayudado a largarlo con facilidad, pero curiosamente, no le importaba.
-¿Dejar de hacer qué?- repreguntó haciéndose el desentendido, pero sin dejar de mirarla con un deseo voraz que se escapaba de sus pupilas.
-De desnudarnos con la mirada.- respondió con seguridad, sin apartar el contacto visual.
-¿Quieres que te desnude, Beckett? Sólo tienes que pedírmelo…- indicó girándola para quedar frente a frente, acercándose peligrosamente a su boca, pero deteniéndose a escasos centímetros de sus labios para dejarle a ella el próximo movimiento.
Kate no aguantó el tenerlo tan cerca y se dejó llevar por las tremendas ganas que tenía de besarlo, acortando la distancia lentamente, acercándose a su boca. Castle esperó a que los labios de ella casi rosasen los de él, para girar su cabeza evitando el beso, quedando así a milímetros de su oreja preguntando:
-No me respondiste ¿Quieres que te desnude?
-¿Qué?- preguntó con algo de sorpresa por lo sucedido y al escucharlo susurrar en su oído.
-No voy a hacer nada que tu no me pidas que te haga. La otra noche dijiste que no me confunda, que no era tu tipo y no quiero volver a cometer ese error…- explicó mientras sus labios descendían rozando su cuello
-¿Nada?- inquirió desafiante con una sonrisa en sus labios.
-Absolutamente nada… más que contarte cuanto te arrepentirás si no lo pides…- aclaró susurrando en su oído, provocándole un delicioso escalofrío.
-No voy a entrar en tu juego ¡¿Quién te crees que eres?!- increpó intentando separarse de él, pero sin demasiada convicción. Por un lado, el hecho de que Castle sintiese tanta seguridad la ofuscaba, pero por el otro, todo el jueguito que estaba montando empezaba a gustarle y mucho.
-Sí, sí lo harás… ¿Sabes por qué? Porque te mueres de ganas y no puedes esconderlo…- afirmó antes de morder con suavidad el lóbulo de su oreja, provocándole un pequeño gemido que involuntariamente brotó de su garganta dejándola en evidencia. Por más fuerza de voluntad que pusiese, sabía que no podría resistir mucho más.
-¿Ves? Podrás negarlo todo lo que quieras, pero tu cuerpo no dice lo mismo…- murmuró en su oído. -Preguntaré una vez más y si no obtengo respuesta, me iré de inmediato ¿Quieres que te desnude sí o no?
-¡Eres un…- la frase se vio interrumpida por un suspiro entrecortado, al sentir el calor de su boca recorriendo su cuello. -… tremendo hijo de puta, Castle!- finalizó con esfuerzo. El condenado sabía muy bien como encenderla y lo estaba logrando.
-Sí, sí quiero que me desnudes…- cedió finalmente entregándose a él completamente.
-Todavía no… – respondió tomándola de la cintura para pegarla a su cuerpo, antes de comer su boca con un exquisito beso que la dejó prácticamente sin aliento. Sus manos subían desde la cintura hasta sus turgentes pechos, acariciándolos sobre la fina tela de su blusa. Ella buscaba su boca para besarlo, pero él la evitaba, exasperándola. En cambio besaba y mordía su cuello, saboreando cada centímetro de piel que probaba con sus labios.
-Bésame.- ordenó levantando el rostro del escritor para poder mirarlo a los ojos. Él sonrió satisfecho y antes de sumergirse en su boca le dijo: -¡Veo que vas entendiendo de que se trata!
Los largos dedos de ella se enredaron en los finos cabellos de él, mientras su lengua jugaba libremente dentro de su boca. Castle desabrochó los dos primeros botones de su blusa, dejando al descubierto el corpiño de encaje blanco de la joven policía. Uno de los dedos se escabulló por debajo de la prenda y rozó uno de sus pezones. Al primer contacto, reaccionó de inmediato endureciéndose involuntario ante el esperado roce.
Richard la hizo retroceder hasta que se topó con la mesada, sentándola sobre ella. Se detuvo a admirarla unos segundos, disfrutando de su belleza enaltecida por la excitación que él le estaba provocando y también se sentía extasiado.
-¿Y? ¿Cómo sigue?- preguntó intrigada sin dejar de mirarlo. Como única respuesta recibió una sonrisa antes de que las manos del escritor terminaran de desabrochar su blusa, posándose inmediatamente en su vientre para luego subir lentamente hasta su escote, donde su boca se posó urgente. Sus dedos estiraban el encaje separándolo de su piel dándole acceso a su lengua, impaciente por saborear sus duros pezones que se erguían para recibirlo.
Kate deslizó sus dedos desde el cabello hasta su cuello y desde ahí hasta su pecho para intentar desabrochar su camisa.
-No tienes permitido tocar…- dijo el escritor sacándole las manos. La joven dejó caer sus brazos a los lados de sus piernas, agarrándose del borde de la mesada. -Mi juego, mis reglas…- explicó al bajar su mano hasta su jean para desabrochar el botón y bajar el cierre.
-¡No es justo!- refunfuñó frunciendo el entrecejo. -¡Nunca me explicaste las reg…!- sin dejarla terminar enganchó sus dedos en su tanga estirándola hacia arriba con mucha suavidad, provocando que la pequeña tela se colara entre sus pliegues lentamente. Un gemido escapó de la garganta de ella al momento que él se acoplaba a su boca para besarla con ardiente pasión, sin dejar de jugar con la tela.
Beckett se separó de su boca para recobrar el aliento. La mirada de la joven hacia el escritor, cargada de vicio, le demostraba que su juego le encantaba.
Rick fue soltando con suavidad la tanga, liberando sus dedos para poder atrapar su delicado capullo y deleitarla con suaves movimientos. Sus pechos salían completamente de su sujetador, mostrándose esplendidos ante la boca del escritor, quien empezaba a comerlos con devoción por turnos, primero jugando con su lengua para terminar con delicados mordiscos en sus pezones que erizaban toda su piel.
-¡Castle...- brotó de sus labios en un tono casi inaudible. -…me harás acabar si sigues así!- avisó afirmándose con fuerza a la mesada.
-Puedo detenerme cuando tú me digas. Sólo tienes que pedirlo.- aclaró levantando la cabeza para observarla divertido.
-¡Ni se te ocurra o te juro que voy a matarte sin siquiera usar mi arma!- advirtió tomando su rostro sonriente en sus manos para besarlo. No llegó a posar sus labios sobre los de él, ya que se quedó estático mirándola fijo.
La sonrisa del escritor se había borrado de repente, cesando todo movimiento. -¿Escuchaste?- preguntó con tono serio.
-¡¿Y tú me escuchaste a mí?! ¡¿Por qué te detienes?!- inquirió sorprendida. No podía creer que le había cortado el rollo tan abruptamente.
-Escuché unos golpes en la puerta, como si alguien estuviese llamado.- respondió casi susurrando. -¿Esperas a alguien?
-No.- aseguró la joven mientras intentaba acomodarse un poco la ropa, pero sin poder recobrar aun su respiración normal.
Ambos hicieron silencio mirando en dirección a la puerta. Tres golpes se escucharon, seguidos de una voz en susurros que decía:
-¿Estás ahí preciosa?...
-¡¿Preciosa?!- repitió Castle mirando a Kate.
-¡Soy yo, Mike!
-¡¡¿Royce?!!- susurró el escritor no podía creer que fuese él.
-¡No puedo creerlo!- dijo sorprendida.
-¡Créeme, yo tampoco!
-¡¿Qué diablos hace aquí?!
-No hay que ser un genio para darse cuenta, aprovechó el apagón para venir a verte ¿Hace cuanto que no ves a tu novio?
-No tendría que haber venido y él lo sabe.- informó con seriedad. No podía creer que Royce hubiese roto las reglas de esa forma.
-Por lo menos no has negado que es tu novio ¡Gran avance! Puedo ver lo que has madurado al hacerte cargo finalmente de su relación…
Beckett le lanzó una mirada asesina como respuesta al comentario. Seguidamente, largó como si no lo hubiese escuchado -Sabe que no podemos vernos hasta que mi trabajo termine.
-¡Entiendo! Y mientras tanto, para no perder la práctica te diviertes conmigo ¡Excelente plan!- dijo aproximándose a la ventana de la cocina. – Es una lástima que nos hayan interrumpido, ¡esto pudo haber sido memorable!
-¡No vas a largarte ahora! ¿Verdad? ¡No podemos dejar esto así!- largó sin pensar. Le había salido de adentro y no lo había podido evitar.
-¡¿Y qué pretendes?! ¡¿Qué nos echemos un polvo delante de tu novio?! ¡Vaya perversión que has desarrollado con los años!- contestó con una sonrisa que irritó aun más a Beckett. El escritor estaba por salir del apartamento por la escalera de incendios, huyendo como lo hace cualquier amante furtivo y lo hacía con una sonrisa, como si todo el episodio le resultase entretenido.
-No hemos terminado.- dijo ella con algo de fastidio en su rostro. Toda la situación era completamente frustrante y lo único que había podido decir era eso.
-Disiento contigo “preciosa”, esto está completamente acabado. Nos vemos en el trabajo. – aclaró saliendo por la ventana sin que ella dejase de mirarlo.
-¿Y qué esperabas? ¿Qué se escondiese en la habitación mientras tú te deshacías de tu chico?- se reprochó Beckett resoplando con frustración. Todavía no terminaba de acomodarse de la situación que acababa de vivir con el escritor y debía abrir la puerta lo antes posible, si no quería que alguien viese a Mike parado afuera. Pero antes debía ordenar todo, ella incluida, por lo que terminó de abrocharse la camisa, tiró las dos latas de cerveza vacías y enjuagó uno de los vasos. Sirvió una medida más de Whisky, se lo tomó de un trago intentando serenarse y fue a recibir a Royce, al que no esperaba ver esa noche, al que había aparecido en el peor de los momentos, al que le había truncado su tan ansiado reencuentro con el amor de su vida.
Continuará...
Bueno gente, ojalá les haya gustado. Ya saben que espero sus comentarios, críticas y sugerencias. Saludos y hasta la próxima!
Solexite- Policia de homicidios
- Mensajes : 646
Fecha de inscripción : 30/04/2012
Localización : America, debo estar en America del Sur ¡Bien al Sur!
Re: (+18) Desde el umbral- CAPITULO XXIII (ATENCIÓN!! ACTUALIZADO 22/08/17)
Dios por que no los dejaste terminar?? esta kate esta mas que caliente!! jaja deseando poder dar fin a las ganas que se llevan este par.
Rick no le esta contando todo, será una especie de policía también?? me dejas super intrigada
Rick no le esta contando todo, será una especie de policía también?? me dejas super intrigada
Ruth Maria- Policia de homicidios
- Mensajes : 565
Fecha de inscripción : 14/11/2012
Re: (+18) Desde el umbral- CAPITULO XXIII (ATENCIÓN!! ACTUALIZADO 22/08/17)
te voy a matar, como haces aparecer a Royce ahora??? no podia ir a verla al dia siguiente???? no tenias que hacerlo aparecer en el peor momento... espero que Rick y Kate acaben lo que empezaron otro dia...
por lo demas me gusta, vamos descubriendo que paso con Rick durante este tiempo y como se hizo amigo de Vulcan...
por lo demas me gusta, vamos descubriendo que paso con Rick durante este tiempo y como se hizo amigo de Vulcan...
alba_caskett- Actor en Broadway
- Mensajes : 235
Fecha de inscripción : 20/02/2015
Edad : 32
Localización : Asturias
Re: (+18) Desde el umbral- CAPITULO XXIII (ATENCIÓN!! ACTUALIZADO 22/08/17)
bueno, para mi es un placer comentar estoo la verdad es que me encanta leer fan fics!! esta historia esta mas que buenisismaa!! me quede sorprendida de que rick la descubrioo! tan rapidamentee pero bueh! y despues en que rick y kate estan en lo mejor y justo los interrumpen! naa que feo! jeje me quede con ganas de máss! espero que lo continues que esto tiene para rato!! jeje!! Saludosss!!
clari_castleismylife- Ayudante de policia
- Mensajes : 60
Fecha de inscripción : 05/06/2016
Edad : 26
Localización : ARGENTINA El Pais Mas Lindoo!!! =)
Re: (+18) Desde el umbral- CAPITULO XXIII (ATENCIÓN!! ACTUALIZADO 22/08/17)
Que grata sorpresa encontrar de nuevo una actualización de esta increíble historia.. Esperó continúes pronto... Muero por saber cual va ser la reacción de rick al salir del apartamento de kate, si esto va generar una nueva heridas al saber que si esta con royce.... Y continuaran donde lo dejaron....sigue pronto no quiero esperar demasiado para leer la continuación
BRIGITTEALWAYSBELIEVE- As del póker
- Mensajes : 420
Fecha de inscripción : 15/06/2015
Localización : BOGOTA
Re: (+18) Desde el umbral- CAPITULO XXIII (ATENCIÓN!! ACTUALIZADO 22/08/17)
Esta por cumplirse un mes de la última actualización, yo creo que ya es justo subir un capítulo mas,de esta magnífica historia..
BRIGITTEALWAYSBELIEVE- As del póker
- Mensajes : 420
Fecha de inscripción : 15/06/2015
Localización : BOGOTA
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